Destinados

Autor: Lily_cullen
Género: Romance
Fecha Creación: 08/11/2015
Fecha Actualización: 09/01/2018
Finalizado: SI
Votos: 3
Comentarios: 18
Visitas: 61031
Capítulos: 27

 

La rabia se apoderó de él y lo envolvió en una nube negra que amenazaba tormenta.

 

? ¿Qué pasa, Isabella? ¿Es que no te han bastado los ciento cincuenta mil dólares? ¿O te han entrado ganas de más por el camino?

 

Bella tenía la cara descompuesta por sus palabras, pero él sabía que era un truco, lo sabía muy bien. Cuando habló, lo hizo con voz temblorosa:

 

? ¿Qué dices?

 

? Se ha descubierto el pastel. Se acerca el final del contrato. Joder, ya llevamos cinco meses. Como no sabías qué iba a pasar, has tenido un pequeño accidente para cimentar el trato. El problema es que no quiero el crío. Así que vuelves a la casilla de salida.

 

Bella se dobló por la mitad y se rodeó el cuerpo con los brazos.

 

? ¿Eso es lo que crees?

 

Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer, esta historia está adaptada en el libro Matrimonio por contrato: de Jennifer Probst. Yo solo la adapte con los nombres  de Edward y Bella.

Espero sea de su agrado :)

 

 

 

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Capítulo 6:

Edward la vio entrar en el edificio y esperó a que se encendiera la luz de su apartamento. Solo se escuchaba el ronroneo del BMW en el silencio de la noche.

 

La irritación que lo invadió al escucharla admitir sus motivos lo inquietaba. ¿Qué más le daba para qué quería el dinero? Era la excusa perfecta para que ambos superasen el año que les esperaba sin sufrir daños. Necesitaba mantener las distancias con ella. Los padres de Bella habían conseguido que experimentara un peligroso anhelo. Y aunque había logrado reprimir dicha emoción a toda prisa, seguía cabreado por el hecho de conservar la tenue esperanza de conseguir algún día una familia normal.

 

Tal vez se debiera al aspecto que tenía Bella esa noche. A su pronta sonrisa, al rictus relajado de sus carnosos labios.

 

Le había costado la vida misma no inclinar la cabeza para saborear lo que se ocultaba tras esos voluptuosos labios. Se moría por introducirle la lengua en la boca y tentarla hasta que entrara en el juego. Los ajustados vaqueros se ceñían a su trasero y acentuaban el contoneo de sus caderas. La camisa rosa que llevaba debería haber sido recatada, hasta que la vio inclinarse hacia delante y logró atisbar el sujetador rosa palo de encaje que le cubría los pechos. La imagen se le grabó a fuego en el cerebro y le impidió concentrarse durante el resto de la noche. De modo que había pasado el resto de la velada intentando que se inclinara para poder echar otra ojeada. Como un adolescente cachondo.

 

Vio que se encendía la luz de su apartamento y se alejó de la acera a toda prisa. Estaba hirviendo de furia. Bella lo perturbaba hasta el punto de retorcerle las entrañas. Al igual que su familia. Recordó lo cariñosa que había sido su madre con él cuando era pequeño. Recordó la culpa que lo asaltaba por desear que su propia madre desapareciera y lo dejara con Renée Swan. Recordó el antiguo dolor de sentirse fuera de control en un mundo que no estaba ideado para que los niños estuvieran solos. Recordó todas las cosas que se juró no desenterrar en la vida. Matrimonio. Hijos. Relaciones que solo provocaban un dolor agónico que nadie se merecía.

 

Había erigido barreras para que Bella no pudiera atisbar la menor debilidad. Si llegara a sospechar que la deseaba, las reglas cambiarían. No era su intención que esa sirena tuviera poder sobre él.

 

Pero todo había cambiado con el beso.

 

Soltó un taco muy soez. Recordó que Bella jadeó y puso los ojos como platos. La dichosa camisa por fin se abrió lo bastante como para poder contemplar la maravillosa piel cubierta por el encaje rosa. En aquel momento estuvo a punto de apartarla de un empujón, pero ella se aferró a sus brazos al escuchar a su madre. Así que no podía culparlo de haber cedido a la tentación a fin de seguir manteniendo el engaño.

 

Hasta que su húmeda y cálida boca se abrió para él. Hasta que su dulce sabor le embriagó los sentidos y el arrebatador aroma a vainilla y a especias lo enloqueció. El beso se tornó exigente. Rudo. Apasionado.

 

Lo llevaba crudo. Lo mirara por donde lo mirase.

 

Sin embargo, Bella no debía saberlo jamás. Tras el beso, se aseguró de adoptar una expresión impasible, aunque la erección lo hubiera dejado en evidencia. Daba igual. Se negaba a romper las reglas. Bella era una mujer vital que jamás sería feliz con la promesa que él se hizo de niño. Un año sería suficiente.

 

Ojalá siguiera de una pieza cuando dicho año acabara.

Capítulo 5: Capítulo 7:

 
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