Destinados

Autor: Lily_cullen
Género: Romance
Fecha Creación: 08/11/2015
Fecha Actualización: 09/01/2018
Finalizado: SI
Votos: 3
Comentarios: 18
Visitas: 61049
Capítulos: 27

 

La rabia se apoderó de él y lo envolvió en una nube negra que amenazaba tormenta.

 

? ¿Qué pasa, Isabella? ¿Es que no te han bastado los ciento cincuenta mil dólares? ¿O te han entrado ganas de más por el camino?

 

Bella tenía la cara descompuesta por sus palabras, pero él sabía que era un truco, lo sabía muy bien. Cuando habló, lo hizo con voz temblorosa:

 

? ¿Qué dices?

 

? Se ha descubierto el pastel. Se acerca el final del contrato. Joder, ya llevamos cinco meses. Como no sabías qué iba a pasar, has tenido un pequeño accidente para cimentar el trato. El problema es que no quiero el crío. Así que vuelves a la casilla de salida.

 

Bella se dobló por la mitad y se rodeó el cuerpo con los brazos.

 

? ¿Eso es lo que crees?

 

Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer, esta historia está adaptada en el libro Matrimonio por contrato: de Jennifer Probst. Yo solo la adapte con los nombres  de Edward y Bella.

Espero sea de su agrado :)

 

 

 

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Capítulo 25:

Hola chicas!! Cómo están?? El lunes y ayer ya no pude actualizar, pero de hoy ya no pasaba así que aquí les traigo los dos capítulos que debía y el epílogo. ^_^

Espero les guste.

Nos leemos más abajo. ^^;

 

 

 

 

Edward miró fijamente a su mujer.

 

— No quiero el niño.

 

El muro de hielo que se había estado deshaciendo se erigió de nuevo al instante. Las únicas emociones que se filtraban eran el resentimiento y la amargura. Sí, Bella era buena. Se había dejado engañar por su actuación y tendría que pagar el precio.

 

La vio parpadear y menear la cabeza.

 

— Vale. No quieres el niño. Entiendo que estés asustado, pero tal vez con un poco de tiempo cambies de idea.

 

Recordó con amargura las palabras que Kate le había dicho meses antes. La promesa que le había hecho a su padre. Le habían advertido de que Bella utilizaría cualquier truco para atraparlo, pero no quiso creerlo. Se había enamorado de su inocencia y había acabado enamorándose de ella.

 

Se lo había dejado muy claro desde el principio, y como el tonto que era creyó que ella lo respetaría lo suficiente como para no intentar atraparlo.

 

Y en ese momento le había dicho que lo quería.

 

Estuvo a punto de ahogarse con una carcajada amarga. Desde que descubrió los documentos del préstamo y se reunió con su padre, las dudas y la necesidad de creer en ella habían librado una batalla en su interior. Sin embargo, dejó pasar el asunto y decidió confiar en ella. Confiar en que le diría la verdad sobre el uso que le había dado al dinero sin tener que presionarla.

 

Pero por fin había enseñado sus cartas, con esa expresión radiante y una mirada triunfal.

 

Un bebé.

 

Iba a tener a su hijo.

 

La rabia se apoderó de él y lo envolvió en una nube negra que amenazaba tormenta.

 

— ¿Qué pasa, Isabella? ¿Es que no te han bastado los ciento cincuenta mil dólares? ¿O te han entrado ganas de más por el camino?

 

Bella tenía la cara descompuesta por sus palabras, pero él sabía que era un truco, lo sabía muy bien. Cuando habló, lo hizo con voz temblorosa:

 

— ¿Qué dices?

 

— Se ha descubierto el pastel. Se acerca el final del contrato. Joder, ya llevamos cinco meses. Como no sabías qué iba a pasar, has tenido un pequeño accidente para cimentar el trato. El problema es que no quiero el crío. Así que vuelves a la casilla de salida.

 

Bella se dobló por la mitad y se rodeó el cuerpo con los brazos.

 

— ¿Eso es lo que crees? —Tomó una trémula bocanada de aire y se estremeció—. ¿Crees que lo he hecho a propósito para atraparte?

 

— ¿Por qué me dijiste si no que estabas tomando la píldora para que yo dejara de usar condones? Has admitido desde el principio que querías dinero y luego me engañaste diciendo que querías ser independiente. Así me descolocabas. —Soltó una carcajada carente de humor—. Negarte a que te comprara un coche nuevo fue muy inteligente por tu parte. Me tragué la interpretación. Pero te estabas reservando para la traca final.

 

— ¡Dios mío!

 

Se dobló por la mitad otra vez, como si le doliera de verdad, pero él se quedó dónde estaba, sin sentir nada.

 

Bella se levantó despacio de la silla. Ya no le brillaba la cara. Su rostro reflejaba un dolor tan atroz que Edward titubeó un segundo. Pero después endureció su corazón y se obligó a enfrentarse a la verdadera personalidad de su mujer.

 

Era una mentirosa. Sería capaz de utilizar a un niño inocente para conseguir sus propósitos, y ese niño pagaría las consecuencias. Se estremeció por el asco al ver que seguía interpretando su papel, que fingía ser la víctima.

 

La vio apoyarse en la pared y mirarlo con espanto desde el otro extremo de la cocina.

 

— No lo sabía —dijo Bella con voz ronca—. No sabía que pensabas eso de mí. Creía que. . . — Inspiró hondo y levantó la barbilla—. Supongo que da igual lo que creyera, ¿verdad?

 

Al ver que se daba media vuelta para marcharse, Edward le dijo:

 

— Has cometido un grave error, Isabella.

 

— Tienes razón —susurró ella—. Lo he hecho.

 

Acto seguido, se marchó.

 

La puerta se cerró. Edward se quedó en la cocina un buen rato, hasta que escuchó unos pasos. Viejo Gruñón se sentó a su lado, con una expresión elocuente en sus ojos amarillos, consciente de que Bella se había ido para siempre. El perro gimoteó. En la casa reinaba un extraño silencio. Volvían a estar solos, pero Edward no sentía emoción alguna para llorar.

 

Se alegró de que el perro pudiera hacerlo por los dos.

 

 

 

Capítulo 24: Capítulo 26:

 
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