destinos enlazados

Autor: rosaliewolfvamp
Género: + 18
Fecha Creación: 19/12/2012
Fecha Actualización: 27/05/2018
Finalizado: NO
Votos: 19
Comentarios: 38
Visitas: 46130
Capítulos: 16

 

Huyendo de Mystic Falls Damon decide alejarse pues ya no soporta más el estar cerca de Elena sabiendo que esta prefiere a su hermano Stefan, así es como llega a Forks y se encuentra con una joven a la que amó por desgracia ella no lo recuerda ¿será que su amor renacerá? que pasara cuando sepa que hay otros vampiros de diferente clase que sorpresas encontraran Damon y Bella ¿que sucedera cuando Edward decida regresar?

 

los personajes y algunas citas no me pertenecen, pertenecen a stephenie meyer y a L.J Smith

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 3: la despedida

 

Estaba aun aturdida cuando desperté esa mañana, después del incidente de anoche Carlisle me había suturado el brazo mientras el resto de los Cullen a excepción de Edward intentaban calmar a Jasper quien seguía un poco alterado no solo por lo que había estado a punto de hacer sino por el hecho de que había perdido el control  y eso era algo que él no se podía permitir, Edward por su parte se veía bastante enfadado tal vez debería hacer las cosas con más cuidado la próxima vez. Esa mañana Edward pasó por mí como de costumbre, pero estuvo demasiado callado, los Cullen brillaron por su ausencia, lo cual me pareció extraño aunque no del todo seguramente estarían ayudando a Jasper a sentirse mejor consigo mismo especialmente Alice, tal vez mañana la vería de nuevo y le podría preguntar sobre Jasper y el porqué de que Edward estuviera tan callado.

Al día siguiente Edward no se presento por mí como de costumbre así que me dirigí a la escuela en mi vieja pickup, debo admitir que me había acostumbrado al silencio del volvo por lo que me asusto el estruendo de mi camioneta cuando la encendí lo cual me hizo sentir un poco  afligida ¿Dónde estás Edward? , se repetía en mi cabeza camino a la escuela, no sabía que pensar, tal vez estaba más molesto conmigo de lo que pensaba.

Al llegar a la escuela Edward no estaba junto a su carro como antes, esta vez  el ya se encontraba en el salón de clases sentado en su lugar a un lado del mío como si fuese un compañero mas y no ni novio, me dio un vuelco el corazón al verlo así esto no me gustaba esta sensación era como si Edward ya no estuviera aquí, sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo con este pensamiento, sentí un miedo devastador que me dejo anclada al suelo, de no ser porque la clase estaba por comenzar podría haberme quedado ahí parada por horas, avancé lentamente hasta mi lugar sin que Edward me dirigiera una mirada sintiéndome como si estuviera en una pesadilla de esas que se sienten muy reales. Cuando llegué a mi lugar Edward apenas volteo para saludarme y después volteo el rostro de nuevo, como si yo solamente fuera una compañera de clase mas, el miedo se instalo en mi interior ¿Cuánto iba a durar esto?

Las clases transcurrieron en su mayoría del mismo modo y yo realmente no sabía qué hacer al respecto, trate de iniciar conversación con el un montón de veces pero solo recibía respuestas monosilábicas de su parte. Finalmente al salir de clases Edward se me acercó.

-¿Bella?- me dijo aun actuando serio- nos vemos en un rato en tu casa ¿de acuerdo?

-Mmm… claro, ok- fue todo lo que pude responder, parecía que por fin íbamos a hablar sobre lo que había pasado y todo se iba a arreglar entre nosotros.

Al llegar a casa Edward ya se encontraba ahí  pero su carro no estaba a la vista era evidente que no se iba a quedar mucho pero al menos  íbamos a arreglar las cosas y  todo iba a estar bien otra vez.

-vamos a dar un paseo quieres- me pregunto extendiendo su mano en mi dirección con una sonrisa que jamás llego a sus ojos, me adelante para tomar su mano albergando la esperanza de que por fin todo se solucionaría entre nosotros, pero a tocar su mano un repentino presentimiento vino a mi mente, algo andaba mal.

Comenzamos a caminar hacia el bosque que se encontraba a espaldas de mi patio con esta sensación de que algo andaba mal creciendo en mi interior con cada paso que dábamos

Le seguí a regañadientes mientras intentaba superar el pavor y pensar algo, pero entonces me obligué a recordar que aquello era lo que pretendía: una oportunidad para aclarar las cosas. En ese caso, ¿por qué me inundaba el pánico?

Sólo habíamos caminado unos cuantos pasos por el espeso bosque cuando se detuvo. Apenas habíamos llegado al sendero, ya que todavía podía ver la casa. Era un simple paseo.

Edward se recostó en un árbol y me miró con expresión impasible.

—Está bien, hablemos —dije y sonó más valiente de lo que yo me sentía. Inspiró profundamente.

—Bella, nos vamos.

Yo también inspiré profundamente. Era una opción aceptable, y pensé que ya estaba preparada, pero debía preguntarlo:

— ¿Por qué ahora? Otro año...

—Bella, ha llegado el momento. De todos modos, ¿cuánto tiempo más podemos quedarnos en Forks? Carlisle apenas puede pasar por un treintañero y actualmente dice que tiene treinta y tres. Por mucho que queramos, pronto tendremos que empezar en otro lugar.

Su respuesta me confundió. Había pensado que el asunto de la marcha tenía que ver con dejar a su familia vivir en paz. ¿Por qué debíamos irnos nosotros si ellos se marchaban también? Le miré en un intento de entender lo que me quería decir.

Me devolvió la mirada con frialdad. Con un acceso de náuseas, comprendí que le había malinterpretado.

—Cuando dices nosotros... —susurré.

—Me refiero a mí y a mi familia.

Cada palabra sonó separada y clara.

Sacudí la cabeza de un lado a otro mecánicamente, intentando aclararme. Esperó sin mostrar ningún signo de impaciencia. Me llevó unos minutos volver a estar en condiciones de hablar.

—Muy bien —dije—. Voy contigo.

—No puedes, Bella. El lugar adonde vamos... no es apropiado para ti.

—El sitio apropiado para mí es aquel en el que tú estés.

—No te convengo, Bella.

—No seas ridículo —quise sonar enfadada, pero sólo conseguí parecer suplicante—. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida.

—Mi mundo no es para ti —repuso con tristeza.

— ¡Lo que ha ocurrido con Jasper no ha sido nada, Edward, nada!

—Tienes razón —concedió él—. Era exactamente lo que se podía esperar.

— ¡Lo prometiste! Me prometiste en Phoenix que siempre permanecerías...

—Siempre que fuera bueno para ti —me interrumpió para rectificarme.

— ¡No! ¿Esto tiene que ver con mi alma, no? —Grité, furiosa, mientras las palabras explotaban dentro de mí, aunque a pesar de todo seguían sonando como una súplica—. Carlisle me habló de eso y a mí no me importa, Edward. ¡No me importa! Puedes llevarte mi alma, porque no la quiero sin ti, ¡ya es tuya!

 Respiró hondo una vez más y clavó la mirada ausente en el suelo durante un buen rato. Torció levemente los labios. Cuando levantó los ojos, me parecieron diferentes, mucho más duros, como si el oro líquido se hubiese congelado y vuelto sólido.

—Bella, no quiero que me acompañes —pronunció las palabras de forma concisa y precisa sin apartar los ojos fríos de mi rostro, observándome mientras yo comprendía lo que me decía en realidad.

Hubo una pausa durante la cual repetí esas palabras en mi fuero interno varias veces, tamizándolas para encontrar la verdad oculta detrás de ellas.

— ¿Tú... no... me quieres? —intenté expulsar las palabras, confundida por el modo como sonaban, colocadas en ese orden.

—No.

Le miré, sin comprenderle aún. Me devolvió la mirada sin remordimiento. Me sentí como si cayera dentro de un hoyo y no pude encontrar nada, en sus honduras sin fondo, que contrarrestara la palabra que había pronunciado.

—Bien, eso cambia las cosas —me sorprendió lo tranquila y razonable que sonaba mi voz. Quizás se debía al aturdimiento. En realidad, no entendía lo que me había dicho. Seguía sin tener sentido.

Miró a lo lejos, entre los árboles, cuando volvió a hablar.

—En cierto modo, te he querido, por supuesto, pero lo que pasó la otra noche me hizo darme cuenta de que necesito un cambio. Porque me he cansado de intentar ser lo que no soy. No soy humano —me miró de nuevo — He permitido que esto llegara demasiado lejos y lo lamento mucho.

—No —contesté con un hilo de voz; empezaba a tomar conciencia de lo que ocurría y la comprensión fluía como ácido por mis venas—. No lo hagas.

Se limitó a observarme durante un instante, pero pude ver en sus ojos que mis palabras habían ido demasiado lejos. Sin embargo, él también lo había hecho.

—No me convienes, Bella.

Invirtió el sentido de sus primeras palabras, y no tenía réplica para eso. Bien sabía yo que no estaba a su altura, que no le convenía.

Abrí la boca para decir algo, pero volví a cerrarla. Aguardó con paciencia. Su rostro estaba desprovisto de cualquier tipo de emoción. Lo intenté de nuevo.

—Si... es eso lo que quieres.

Se limitó a asentir una sola vez.

Se me entumeció todo el cuerpo. No notaba nada por debajo del cuello.

—Me gustaría pedirte un favor, a pesar de todo, si no es demasiado —dijo.

Me pregunté qué vería en mi rostro para que el suyo se descompusiera al mirarme.

—Lo que quieras —prometí, con la voz ligeramente más fuerte.

Sus ojos helados se derritieron mientras le miraba y el oro se convirtió una vez más en líquido fundido que se derramaba en los míos y me quemaba con una intensidad sobrecogedora.

—No hagas nada desesperado o estúpido —me ordenó, ahora sin mostrarse distante—. ¿Entiendes lo que te digo?

Asentí sin fuerzas.

Sus ojos se enfriaron y volvió a mostrarse distante.

—Me refiero a Charlie, por supuesto, te necesita y has de cuidarte por él.

Asentí de nuevo.

—Lo haré —murmuré.

Él pareció relajarse, pero sólo un poco.

—Te haré una promesa a cambio —dijo—. Te garantizo que no volverás a verme. No regresaré ni volveré a hacerte pasar por todo esto. Podrás retomar tu vida sin que yo interfiera para nada. Será como si nunca hubiese existido.-- Las rodillas debieron de empezar a temblarme en ese momento porque de repente los árboles comenzaron a bambolearse...

Sonrió con amabilidad.

—No te preocupes. Eres humana y tu memoria es un auténtico colador. A ustedes, el tiempo les cura todas las heridas.

Sonrió una vez más, pero a pesar del aplomo exhibido, la alegría de los labios no le llegó a los ojos. Se alejó de mí un paso.

—Supongo que eso es todo. No te molestaremos más.

El plural captó mi atención, lo cual me sorprendió incluso a mí, ya que a juzgar por mi estado cualquiera hubiera creído que no me daba cuenta de nada. Alice no va a volver, comprendí.

 No sé cómo me oyó, porque no llegué a pronunciar las palabras, pero pareció interpretarlas y negó lentamente con la cabeza sin perder de vista mi rostro.

—No. Los demás se han ido. Yo me he quedado para decirte adiós.

—Ella quería despedirse, pero la convencí de que una ruptura limpia sería mejor para ti.

Procuré acompasar la respiración. Necesitaba concentrarme y hallar la forma de salir de aquella pesadilla.

—Adiós, Bella —dijo entonces con la misma voz suave, llena de calma.

— ¡Espera! —espeté mientras intentaba alcanzarle, deseando que mis piernas adormecidas me permitieran avanzar.

Durante un momento creí que él también se acercaba, pero sus manos heladas se cerraron alrededor de mis muñecas y las inmovilizaron a mis costados. Se inclinó para acariciar ligeramente mi frente con los labios durante un segundo apenas perceptible. Se me cerraron los ojos.

—Cuídate mucho —sentí su frío hálito sobre la piel.

Abrí los ojos de golpe cuando se levantó una ligera brisa artificial. Las hojas de una pequeña enredadera de arce temblaron con la tenue agitación del aire que produjo su partida.

Se había ido.

Le seguí, adentrándome en el corazón del bosque, con las piernas temblorosas, ignorando el hecho de que era un sinsentido. El rastro de su paso había desaparecido ipso facto. No había huellas y las hojas estaban en calma otra vez, pero seguí caminando sin pensar en nada. No podía hacer otra cosa. Debía mantenerme en movimiento, porque si dejaba de buscarle, todo habría acabado.

El amor, la vida, su sentido... todo se habría terminado. Caminé y caminé. Perdí la noción del tiempo mientras me abría paso lentamente por la espesa maleza. Debieron de transcurrir horas, pero para mí apenas eran segundos. Era como si el tiempo se hubiera detenido, porque el bosque me parecía el mismo sin importar cuán lejos fuera. Empecé a temer que estuviera andando en círculos —después de todo, sería uno muy pequeño—, pero continué caminando. Tropezaba a menudo y también me caí varias veces conforme oscurecía cada vez más.

Al final, tropecé con algo, pero no supe dónde se me había trabado el pie al ser noche cerrada. Me caí y me quedé allí tendida. Rodé sobre un costado de forma que pudiera respirar y me acurruqué sobre los helechos húmedos.

Allí tumbada, tuve la sensación de que el tiempo transcurría más deprisa de lo que podía percibir. No recordaba cuántas horas habían pasado desde el anochecer.

La llovizna me molestaba un poco. Estaba helada. Dejé de abrazarme las piernas para cubrirme el rostro con los brazos.

No sabía a ciencia cierta cómo llegue a casa solo tenía imágenes borrosas del bosque moviéndose y a un hombre alto, tal vez había sido él quien me había traído pero eso no importaba lo único que importaba era que él se había ido y se había llevado todo mi corazón y mi alma consigo.

Capítulo 2: la fiesta Capítulo 4: La push (corregido y completo)

 
14443006 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10759 usuarios