The Sound Of Silence (+18)

Autor: AniCullen17
Género: Drama
Fecha Creación: 06/04/2012
Fecha Actualización: 16/05/2013
Finalizado: SI
Votos: 71
Comentarios: 305
Visitas: 213350
Capítulos: 27

 

He vivido por 17 años, 11 meses, 3 días, y 10 horas, y en todo este tiempo… Jamás dije una sola palabra…hasta que te conocí.

 


 

 

Hola mis Lindas, acá estoy con mi Cuarto fan-fic, Espero que sea de su agrado,  para mí es un honor compartir esta nueva locura con ustedes, Las quiero mucho, ojala me gane algún votito o comentario de su parte...

 

The Sound of silence (+18) está clasificado para mayores de 18 años, contiene sexo explicito y  un lenguaje fuerte. Queda absolutamente prohibido publicarlo sin mi previa autorización

 

Este fic está protegido con los derechos del autor por SafeCreative, ¡NO al plagio! 

 

Fic "Lecciones para enamorar (+18)

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Todas son bienvenidos/as 

 

 

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Capítulo 2: Primer encuentro.

 

 

Primer encuentro.

Capitulo dos.

 

 

 

 

 

—¡Apúrate idiota! ¡¿Crees que tengo todo el puto día para esperarte?! — James jugaba fríamente con una navaja en su mano, estaba completamente enfadado, aquella niñita estúpida que tenia por hija era una buena para nada, había llegado de su escuela retrasada, quien sabe por qué razón, por lo cual no tuvo el tiempo suficiente para cocinarle algo de comer.

 

 

 

Isabella completamente nerviosa pico algunas patatas añejas para comer… eso era lo que había para hoy, las puso a cocer y se fue a cambiar de ropa, una delgada sudadera mugrienta, unos jeans obscuros y unas tennis algo gastadas.

 

 

 

Ya era principios de septiembre, el invierno se acercaba a paso lento pero seguro y ella necesitaba comprarse ropa de abrigo, las del año anterior habían ido a parar a la basura, luego de que su padre se enfureciera con ella porque no había comida en aquella casa, como si realmente la culpa fuera de ella, pero también sabía qué como todos sus ropajes le quedarían gigantes, estaba tan malditamente delgada que los huesos de su Columna vertebral sobresalían de su traslucida piel nívea. Últimamente la comida faltaba más de lo habitual, habían ocasiones en las cuales james y Renata se iban de viaje y la dejaban completamente sola, encerrada sin absolutamente nada que comer, esperando que algún vecino amable le diera comida por la ventana, ni siquiera a los animales se les trataba de aquella forma.

 

 

 

Saco las patatas y las sirvió. James la miro entrecerrando los ojos, pronto tendría que hacer unos trabajitos para no morir de hambre. Prácticamente se devoro toda la comida, haciendo que a bella solamente le quedara media patata, la cual comió sin quejas, habían días en que prácticamente no le dejaba nada.

 

 

 

—Mira Mudita de mierda— rio James — cuando llegue a la noche quiero la cena lista — avanzo como un felino hacia ella tomándola de los cabellos, la joven asustada espero el momento de algún golpe, la navaja estaba en su mano, isabella miraba aquel objeto filoso esperando que no fuera a parar en su rostro—  no sé qué mierda harás para comprar, pero ya te las vas a ver conmigo si no me tienes algo decente para comer—dicho eso la aventó fuertemente hacia el suelo, el hombre salió por la puerta completamente enfurecido, sus nudillos estaban blancos por la fuerza que ejercía en ellos…

 

 

 

¡Maldita hija de puta, se la vera conmigo!

 

 

 

Isabella respiro con dificultad y pequeñas lagrimas recorrieron sus pálidas mejillas, el dolor físico no era nada comparado con lo que  día a día a acompañaba, toda su vida había crecido en un ambiente frio, sin abrazos, sin palabras de aliento, o sin un beso de las buenas noches de parte de sus padres, a cambio solo recibía golpes o humillaciones… sobre todo de parte de su padre.

 

A veces recordaba cuando apenas era una niña, se despertaba por las terribles pesadillas y jamás hubo alguien para consolarla, no sabía cómo había sobrevivido todo aquello sola, solamente sabía que era fuerte y tenía que luchar para salir de aquellas cuatro paredes cuanto antes.

 

 

 

Se levanto rápidamente y corrió hacia su habitación, busco de bajo de su cama aquel cartelito dueño de sus primeros sueños, y las pequeñas latas de bebida y botellas de agua mineral, le quedaban pocas, pero rogaba a dios que este día le fuera mejor.  Dejo todo arriba de su viejo colchón asqueroso y cerro cada una de las ventanas, cogió la pequeña cajita y su cartel, salió de la casa para juntar algo de dinero vendiendo aquellas botellas, miraba las calles de su barrio,  los niños jugaban en la calle, algunos descalzos, otros completamente sucios y con los mocos colgando, las mujeres con su cigarrillo en la mano quejándose por alguna tontería. En una esquina había 5 hombres inhalando alguna sustancia muy conocida para ella. Ni siquiera los miro, ellos eran peligrosos, sabía que no le harían daño, más que nada era la pobre muda que no tenía nada que llamara la atención ni dinero, ni mucho menos un cuerpo voluptuoso, llegaba a dar lastima a quien la veía ya que sus huesos sobresalían de su piel haciéndola ver más miserable si era posible.

 

 

 

Llego al centro de Vancouver alrededor de una hora donde los autos lujosos y damas con clase eran pan de cada día, todo el mundo la quedaba mirando como una delincuente, un bicho raro, y en cierto modo ella se sentía así, un bicho que cada día le cortaban las alas para salir de aquella pocilga.

 

Cruzo la calle y Como siempre se instalo en aquella esquina quizás la más transitada, puso el cartelito arriba de la caja con los precios de las botellas,

 

Se sentó al lado esperando un buen rato, una brisa fresca le congelo el cuerpo haciendo que la piel se le pusiera de chinita,  cuando el semáforo estaba en rojo varios transeúntes le compraban algo de beber, gano lo suficiente para por lo menos comprar algo de cenar y salvarse de los maltratos de James.

 

 

 

Ya pasadas las horas miro el sol, ya deberían ser las 6 o 7 de la tarde, debía caminar hacia su casa y pasar algún almacén para comprar espaguetis. Cogió la cajita ya menos pesada a causa de sus ventas, no pudo evitar que una casi sonrisa adornara su rostro, estaba contenta le había ido muy bien el día de hoy, pero tendría que apresurarse para no llegar nuevamente tarde.

 

Cruzo la calle casi corriendo, cuando sintió la bocina de un automóvil y todo paso muy rápido. La caja con las pocas latas y botellas que le quedaban, cayó al suelo desparramándose por el pavimento, su rostro se desfiguro a causa del miedo, no podía morir así, no debía morir sin antes luchar por su vida. El automóvil se acercaba a ella y su estado de shock le impedía moverse o esquivarlo, todo estaba perdido, solamente se resigno a cerró los ojos para esperar la muerte.


 

*

*

*

 


 

 

 

Edward acababa de salir de la Universidad, el examen había estado algo complicado pero lo había logrado superar, su disponibilidad de tiempo lo habían un verdadero ratón de biblioteca, amaba leer, investigar, soñar,  llego rápidamente hacia su volvo que lo esperaba como todas las tardes,  pero antes de subirse una mujer con un cuerpo voluptuoso, se acerco a él, era  completamente hermosa, sus cabellos rojizos danzaban al viento, tenia ojos azules como el cielo, llevaba un pequeño cuaderno entre sus brazos resaltando el inicio de sus senos bien formaditos.

 

 

 

—Hola — susurro moviendo sus pestañas de forma coqueta, tenía una voz angelical, Edward no pudo evitar sonreír como un tonto.

 

 

 

—Hola hermosa — aquella mujer paso su mano por el cuello bajando coquetamente al darse cuenta que el hombre le miraba el inicio de sus senos, él era el más hermoso de la universidad y tenía que ser suyo, apenas lo vio le quito el aliento por completo.

!Eres malditamente sexy!

 

 

 

—¿Llevas mucha prisa? — la mujer pregunto con voz seductora.

 

 

 

—Pues un poco —  Edward se pasó la mano por los cabellos, haciendo que la mujer pelirroja se mordiera el labio sensualmente, Edward estaba a punto de decirle que no, pero Emmett llegaría esta noche, necesitaba ver a su amigo después de tantos años.

 

 

 

—Oh, pues entonces no te quito tu tiempo— respondió la hermosa mujer— me llamo victoria —

 

 

 

—Mucho gusto, Edward Cullen— Edward estiro su mano y ella la tomo gustosa, él poseía una mano suave como el satén, solamente aquel roce divino produjo que su intimidad comenzaba a palpitar salvajemente y sus pezones se pusieran rígidos como piedra.

 

 

 

—Pues Adiós Edward, espero verte pronto— la mujer sonrió aun aturdida por aquella excitación que la acompañaba, sin más se volteo y camino hacia su automóvil.

 

Edward la quedo mirando, sobretodo aquel trasero que se meneaba sensualmente, sus piernas largas níveas con enormes tacones, la mujer era hermosa no podría negarlo. Sacudió su cabeza y sin más entro a su volvo para volver a casa Condujo por el centro de la cuidad, ya eran las 7:30 de la noche, los primeros focos comenzaban a encenderse, su móvil comenzó a sonar y sonar, aquello le fastidiaba, así que lo tomo con fuerza y contesto algo cabreado por la insistencia.

 

 

 

—¿Bueno? — no quitaba la vista de la autopista.

 

 

 

—Gigantón, ¿Por qué tardas?, nuestros padres ya se van a la casa de los tíos- —reclamo Alice desde el otro lado de la línea. Ya la imaginaba con su pequeña mano en la cadera golpeando el piso con sus tennis.

 

 

 

—Pues vayan, yo llegare allá, tuve un problema— Edward sonrío al recordar de aquel problema, una hermosa mujer con el trasero más hermoso de la universidad.

 

 

 

—Mmm… pues bien, te esperamos allá, y ten cuidado hermano— sin más corto la llamada, Edward quedo confundido ¿Qué habrá querido decir Alice?, tiro el móvil en el asiento del copiloto y volvió la vista hacia la autopista cuando se encontró con una mujer que se interponía en su camino, ¡OH POR DIOS!, freno lo más rápido que pudo , las llantas sonaron fuertemente, no podía atropellarla… la mujer miraba aterrorizada la escena, el alma le volvió al cuerpo cuando se dio cuenta que no le había causado daño aparente,  la mujer cerró los ojos y de la nada se desplomo en el suelo.

 

 

 

Edward rápidamente salió de su volvo para prestarle auxilio, tomo su frágil cabeza posicionándola en sus piernas, se sentía asustado, nunca en su vida le había pasado algo similar, la miro detenidamente sin saber que hacer exactamente, aquella mujer estaba casi esquelética, los huesos de su rostro se marcaban severamente, no sabía cómo podría vivir así, era una indigente, sus ropas eran sucias, su cabello era muy pajoso y sin vida.

 Ella poco a poco fue abriendo los ojos aturdida, encontrándose con los mas lindos que haya visto, un verde esmeralda la miraban con preocupación. ¡Morí! fue el primer pensamiento de bella… ¿había muerto?, de eso estaba segura pues los ángeles así de hermosos no existían en la tierra y menos en su mundo, sus pobladas pestañas largas y aquel aliento que casi le rosaba la nariz dejándola completamente aturdida.

 

 

 

—Perdón no te vi— se disculpo Edward sin soltarle el rostro, Isabella como acto reflejo se levanto rápidamente, no estaba muerta, aquel ángel existía y le hablaba a ella con voz sensual. Edward se puso de pie confundido ante la reacción, pudo sentir las miradas curiosas de los transeúntes a su alrededor.

 

 

 

— ¿estás bien? — pregunto él, Isabella lo miro incrédula, miro al suelo, todas las monedas repartidas, las recogió rápidamente sin perder un minuto más, era el producto de su trabajo, y aquel muchachito por muy hermoso que fuera tenia aires de grandeza no sería él culpable de una nueva noche de terror en las manos de su padre. - ¿estás bien?- volvió a preguntar Edward al ver que ella no le respondía, ella sin más asintió, recogió las pocas botellas que vio, y se volteo para irse- ¿Cómo te llamas?- Edward sin saber porque, se sintió con la necesidad de cuidar aquella mujer tan frágil, se notaba a leguas que sufría, sus ojos denotaban profunda tristeza, grandes ojeras marcaban su rostro huesudo y no le pasaron desapercibido las marcas que tenía en sus brazos, marcas de agresiones físicas.

 

 

 

 Isabella sin mas camino en dirección a su casa, pero Edward fue más rápido, cogió su delgadito brazo encarándola, Isabella se sobresalto espantada, todo aquello era nuevo para ella, jamás alguien le había hablado, alguien que no conociera su realidad, y aquel rose la aterro, era tan desconfiada, odiaba a todos los hombres, y el primero de la lista era su padre.

 

 

 

—¿Cómo te llamas? — Isabella solamente lo miro alzando la ceja, incrédula, maldito Idiota, ¿Qué le importaba a él? ¿y qué caso tenia?... Si igualmente a él no le interesaría su vida en lo más mínimo. Sin más se soltó de su agarre con desagrado y salió corriendo hacia su casa antes de que fuera demasiado tarde.

 

 

 

Edward quedo mirando aquella misteriosa mujer de cabellos largos y alborotados desaparecer de su vista, lo había dejado completamente intrigado, hasta aquel momento se dio cuenta que varios automovilistas le tocaban la bocina para que moviera su volvo del medio, Edward desconcertado subió a su volvo y condujo hacia su casa, estaba distraído, aquella mujer era la más extraña que jamás había visto,  se había ido sin decir absolutamente nada, ni siquiera tenía un estado aparente de shock, la mujer era extraña, de eso no tenía la menor duda.

 

 

 

 

 

Llego a casa rápidamente y estaciono su auto en el garaje, subió las escaleras de su casa, dejo sus apuntes en su escritorio, se metió al baño a darse una ducha rápida, tendría que llegar rápidamente hacia la casa de tía René, o si no jamás se lo perdonaría.

 

Salió envuelvo en una toalla, camino hacia su cama, no pudo evitar dejarse caer completamente desnudo, cerró los ojos llegando así la imagen de victoria, aquella mujer tan hermosa que había conocido hoy, sonrió como un idiota al ver que su cuerpo reaccionaba al imaginar tocando aquel cuerpo de diosa, cerró los ojos tocando su anatomía lentamente, pero, todo se quedo ahí, una mujer completamente diferente se cruzo en su mente, dejándolo desconcertado, aquella extraña a la cual casi le roba la vida, aquella mujer demacrada y profundamente deprimente, recordó su expresión de temor, aquellas pequeñas pequitas que adoraban su pequeña nariz, y su cabello largo como una cascada... Negó con la cabeza dejando su trabajito inconcluso, ya que aquella mujer extraña había hecho que su erección desapareciera por completo, no sentía nada… absolutamente nada, se vistió rápidamente y bajo las escaleras cuando vio a su nana Amy en la cocina

 

 

 

—Hola mi niño ¿Qué tal te fue? —  Amy sonrío a su pequeño como le decía ella, lo amaba como su nieto, la familia Cullen era su única compañía. Edward sonrío besándole aquel cabello canoso.

 

 

 

—Bien, ahora me voy donde tía René —

 

 

 

—Come algo Edward te puedes enfermar— Amy le dio una manzana, y Edward la tomo sonriendo, aquella abuelita era imposible-

 

 

 

—Te quiero— le dijo Edward antes de salir por la puerta hacia su volvo, la casa de los tíos no quedaba muy lejos, miro aquellas casas lujosas en las cuales habitaban, el nunca creció con problemas económicos, su Madre una maestra de la música,  amaba tocar el piano igual que él, daba clases a pequeños con discapacidades, y su padre era director del hospital de Vancouver, Alice apenas iba en la secundaria, aquella enanita era su perdición, varias veces le había espantado conquistas, sobre todo cuando era más pequeña, siempre celosa de que su hermano quisiera alguien más.

 

 Llego rápidamente a casa de su Tía René, bajo del auto y la empleada abrió la puerta de entrada.

 

 

 

—Hola joven Edward— saludo la mujer mayor llamada Rachel.

 

 

 

—Hola Rachel- saludo Edward, la mujer lo acompaño hasta la sala donde se encontraban todos… incluso emmett.

 

 

 

—Hermano—dijeron los dos al unisonó cuando se vieron, se abrazaron fuertemente, se habían extrañado demasiado, pero Edward podía comprender el dolor que sentía su mejor amigo, si el algún día llegara a perder a Alice se moriría.

 

 

 

—Te he extrañado — susurró emmett.

 

 

 

—Yo también emmett, supongo que no te irás— Edward le palmeó la espalda amigablemente.

 

 

 

—No como crees, es más les tengo una noticia— Emmett sonrió formando aquellos dos hoyuelos se formaran en su rostro.

 

 

 

—¿Qué noticia grandote? — Alice sonrío dulcemente, Edward saludo a sus padres y a sus tíos, se había olvidado de ellos completamente al ver a su mejor amigo.

 

 

 

—Pues, toma asiento Edward — le susurro Emmett a Edward. Este último le hizo caso esperando aquella noticia.

 

 

 

—Bueno como saben, he regresado aun con la herida abierta— Emmett no pudo evitar que su voz se quebrara— Pero tengo muchas esperanzas, he contratado un detective privado… bueno más que eso es mi amigo—

 

 

 

—Hijo, creo que no te tienes que seguir lastimando… — Charlie lo miraba con dulzura, sabía que Emmett amaba con toda su alma a su hermana, pero ni siquiera se sabía si estaba viva o no.

 

 

 

—No padre, es el mejor, sé y confió en que la encontrara… viva—

 

 

 

—Pues yo te apoyo hermano, no podemos perder las esperanzas de encontrarla— Edward apoyo a su mejor amigo haciendo que todos se unieran a la causa. todo estaba listo, pronto comenzaría una nueva búsqueda, Edward recordó vagamente el rostro de aquel pequeño bebe con rostro de muñeca, de piel blanca, de pequeñas y casi invisibles pequitas que adornaban su nariz haciéndola ver adorable, emmett y Edward solían jugar con ella cuando apenas tenía meses de vida. Pero eran los pocos recuerdos que quedaban y con el paso de tiempo cada vez eran más dificultosos de recordar.

 

 

 

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Hola Lindas, aquí nuevamente… gracias por sus hermosas palabras *_*, pueden agregarme a facebook, ahí podrán encontrar mas portadas, fotos de los personajes entre otras cosas… besos.

 

 

 

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Capítulo 1: Mediocridad Capítulo 3: Despertando al Amor

 
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