The Sound Of Silence
Mediocridad.
Capitulo uno.
Isabella tenia la escoba entre sus Manos, barriendo distraídamente su pequeño espacio donde se escondía del mundo… su habitación, mentalmente repasaba aquella melodía que tanto le gustaba, no sabia de donde la había sacado, solamente sabia que se la sabia desde que era una pequeña, dejo la escoba atrás de la puerta tratando de ordenar aquel espacio mugriento, el colchón de su cama tenia varios agujeros y apenas tenia dos frazadas para el invierno, su mesita de noche no eran mas que dos cajones de frutas amontonadas, ella a pesar de las condiciones en las cuales vivía siempre fue muy prolija, miro el cielo a través de la ventana, más o Menos calculando la hora de la posición del sol, siempre había soñado con tener algún móvil o algún reloj para saber la hora exacta, prácticamente corrió hacia la cocina de la pequeña casita de madera, hirvió un poco de agua y saco pastas para preparar la cena para aquel día, ella poseía de un talento culinario innato, amaba la cocina tanto que soñaba con algún día con tener su propia cafetería llenos de deliciosos pasteles caseros, algún día soñaba con salir de este lugar por sus propios medios, convertirse en una chica que al menos tuviera para comer todos los días.
—¿Isabella estás ahí? — la voz de su madre la bajo de aquella nube en la cual se encontraba, isabella corrió hacia su encuentro para que la viera, Renata sonrió amablemente a su hija, a pesar de que a veces no la soportaba en lo mas mínimo no podía negar que le hacia una linda compañía… claro descartando que su hija era demasiado extraña.
—¿Tienes lista la cena? — pregunto Renata sacándose los zapatos de tacón que tanto le molestaban, odiaba trabajar pero odiaba mas morirse de hambre, aquel esposo suyo solamente se gastaba su dinero en bebidas alcohólicas, era un inútil pero ella lo amaba enfermizamente. Isabella Asintió y prácticamente corrió a poner los cubiertos para comer, se sentaron como siempre en completo silencio, Renata sabia que era una estupidez todo aquello pero después de tantos años se había acostumbrado. Isabella por su parte solamente pensaba en sus sueños, sabia que estaba muy lejos de salir de este lugar, pero a pesar de todas las desgracias que ella había vivido en carne propia era optimista, se sintió aliviada de que Renata allá llegado de buenas, con su padre era suficiente de maltratos, realmente no eran tan pobres, era ella la que vivía en precarias condiciones, sus padres contaban con un sinfín de artefactos electrónicos en su habitación tenían hasta un LCD, Isabella sabia perfectamente que aquel enorme plasma no había llegado de la manera las legal a su hogar pero ¿Qué podía hacer contra eso?, ya con los años se había acostumbrado a su estilo de vida.
—Anda a descansar Bella— dijo Renata cuando vio que su hija bostezaba cada diez segundos, la pobre estaba muerta, ella asintió y se dirigió hasta su habitación, se desvistió lentamente dejándola ver en una polera llena de agujeros y en pequeñas braguitas, se tiro en el viejo colchón y se cubrió con las mantas suspirando, cerro los ojos dejándose llevar por aquel sentimiento de paz.
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Renata fue cerrando las ventanas y las protecciones rápidamente, sabia que tenia que darse prisa, pronto comenzarían los disturbios de cada noche en aquella población de mala muerte en la cual Vivian, los narcotraficantes, los violadores, los estafadores eran pan de cada día, sobre todo los disparos a la hora del crepúsculo que duraban hasta el amanecer. Miro la hora en su celular último modelo, su jefe se lo había obsequiado luego de una intensa noche de sexo.
Eran recién las ocho de la noche y su esposo no hacia acto de presencia en su pequeña casa. Frustrada se puso aquel conjunto de ropa interior que ella tanto anhelaba usar para seducirlo, ella a pesar de que tenía el mejor sexo con su jefe, su amor por su esposo era enfermizo, era su compañero amante de sus locuras su único gran defecto era el maldito alcohol.
—Renataaaaaaa —entro su hombre completamente borracho, este cerró la puerta principal y camino con dificultad hacia su mujer, se tambaleo varias veces hasta llegar a su lado.
—James — ella prácticamente corrió hacia sus brazos, James la recibió gustoso, apretando y masajeando aquel trasero de infarto que tenía su esposa, se sentía tan duro con su hembra, que no dudo ni por un segundo hacerla suya prácticamente en el medio del salón, poco a poco james se apoderaba de sus pechos, aquellos que lamia, mordía y succionaba con fervor cada parte de ellos, aquel pezón grande que lo hacía perder la cabeza, Renata masajeaba su cabello tirándolo más hacia ella, quería morirse de placer en los brazos de su hombre.
—Oh James, Vamos… — decía Renata al borde de la locura, aquel hombre era un dios en la cama, por muy borracho que el estuviera no le importaba, era una extraña obsesión de amor y odio.
James rápidamente y sin preámbulos saco su miembro ya dispuesto, lo masajeo un poco y se adentro a ella gimiendo como un loco desesperado, la pequeña mesa de madera se movía y crujía por los movimientos de sus cuerpos sudados en aquella danza de pasión sin límites.
—¡OHHH! — james arrugo el entrecejo llenando con su escancia a su mujer.
—Oh James…. — Renata gimió cuando llego al clímax. Estaban ambos desnudos, james inmediatamente salio de ella y se subió los pantalones. Renata lo quedo mirando fijamente, hasta que se bajo de la pequeña mesa recogió su conjunto. Escucho unos pasos que se acercaban, Renata ni siquiera cubrió su cuerpo.
Isabella se había despertado con el escándalo que sus padres tenían en su pequeña casita, pensó que alguien había entrado a robar, pero claramente eso estaba muy lejos de suceder, se levanto de su incomoda cama y camino hacia donde provenían los gritos y ahí estaban sus padres unidos en uno solo, su padre salía y entraba del cuerpo de su madre como un loco desquiciado, gruñendo como un animal… se sintió algo cohibida, pero también sintió deseo de experimentar aquellas sensaciones, al ver esos rostros con una expresión inigualable realmente ellos estaban sintiendo placer, solamente con el hecho de tocar y unir sus cuerpos.
—¿Qué haces aquí Bella? — Renata la miro molesta.
Bella no se dio cuenta de que james estaba a su lado, le tomo del cabello fuertemente arrancando de raíz algunos y la obligo a mirarlo fijamente.
—¿Qué mierda haces? — prácticamente le rosaba los labios al hablarle, Isabella sintió pánico y asco al oler el alcohol que salía de su boca, creyó que esta noche se salvaría de la ira de su padre, pero no fue así, el nombre la miro con desprecio, ella nunca había hecho algo para que él se comportara de aquella forma con ella, o quizás si había hecho algo… existir.
Isabella lo miro con sus ojos abnegados de lágrimas, no por favor, rogaba con todas sus fuerzas que no la golpeara… no de nuevo.
—¡AGR!, me sacas te quicio realmente — dijo james soltando una carcajada algo malévola, sus ojos jamás se desviaron de aquella muchachita con rostro de niña buena, era una puta, igual que todas, igual que la mujer que acababa de follarse.
—Isabella, ve acostarte, vamos james— Renata intercedió aquella vez por ella, sabía que la muchacha sufría mucho, su condición ya la habían menos soportable, pero al menos ella le tenía lastima, no como james que siempre la golpeaba y maltrataba tanto física como emocionalmente.
—¡No me digas lo que tengo que hacer! — Le grito a su esposa —esta muchachita quiere sexo… pues lo tendrá para que aprenda a no mirar lo que no debe —Isabella quiso aclarar que aquello no era cierto, pero como siempre su voz se ahogaba en su garganta.
—James… —Renata trato de razonar con él, pero fue imposible, realmente estaba molesto, pero no podía violar a su hija.
—Tranquil — le dijo a isabella acariciando levemente el muslo de ella subiendo hasta su parte intima, la cual no quiso tocar… por hoy — nada te pasara niñita, eres tan fea e insignificante que ni siquiera provocas un suspiro en alguien, ahora ¡Lárgate!, no quiero ver la cara de puta que tienes— dijo soltándola de golpe, Isabella cayo bruscamente al suelo golpeándose la muñeca, pero ni siquiera lo miro, sabía que acabaría peor si no salía inmediatamente de ahí.
Corrió rápidamente a su habitación, aquel espacio era el único lugar en el cual podía respirar algo de paz, sabia solamente una cosa, ella tendría que romperse las manos trabajando para salir de este lugar, donde todo su mundo ha sido una completa miseria, donde todo su entorno se dedicaba a la delincuencia, no sabía que había hecho para merecer aquella vida tan cruel, donde por culpa de los maltratos, la violencia sus palabras se habían quedado guardadas para siempre.
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—Por dios Edward ¿puedes apurarte? — la voz de la pequeña Alice parecía un disco rayado, el no había pedido venir al centro comercial, que ahora no se quejara
—Mira, yo estaba estudiando así que no vengas a quejarte ahora — dijo el joven mirando el vestido que estaba en la vitrina de aquella tienda, era de un color vino, Hermoso.
—¿Para quién lo miras tanto eh? — pregunto su hermanita alzando las cejas pícaramente. No sería extraño que su hermano tuviera por ahí alguna mujer, era guapo, sus amigas babeaban literalmente cuando él la recogía de la escuela.
—Para nadie enana, sabes que no tengo ni perro que me ladre- —dijo Edward sonriendo, nunca le había ido mal con las chicas, pero últimamente había estado solamente enfocado en sus estudios.
—Eres tan bobo — le dijo su pequeña Hermana —espero que pronto encuentres a tu princesa — movió sus pestañas coquetamente, haciendo que su hermano la mirara con ternura.
— Por favor, no me juzgues tanto, mira que te visto con un compañerito de escuela muy apegados diría yo — dijo molestándola
—¿Compañerito?, no es para tanto Edward, aparte soy solamente 7 años menor que tu — pequeña Alice siempre estaba molesta por estar al cuidado de su hermano mayor, hoy con mucho esfuerzo lo había sacado de aquella casona en la cual Vivian ellos y sus padres.
—Bueno peque, mejor apurémonos, necesito seguir estudiando— Edward se removió el cabello, tenía un difícil examen, estaba prontamente de salir de su carrera de Periodismo, ya con veintidós años quería independizarse. Comprase una cabaña en el campo.
—Pareces un ratón de biblioteca— Dijo enfurruñada, él amaba a su pequeña hermana, pero necesitaba seguir independiente de lo que opinara ella, más que mal era su último año.
—Ya vámonos Alice, prometo comprarte algo — dije tomando las bolsas de mi hermana, ella sonrió alegremente, y corrió hacia una pequeña tienda donde vendían pequeños collares de oro y plata realmente lindos-
—¿Me regalas un dije? — pregunto a su hermano no muy esperanzada de que la respuesta fuera sí.
—Está bien, vamos adentro — dijo su hermano dándose por vencido, aquella pequeña realmente era un diablillo peligroso. Le compro un dije hermoso de corazón, aquel hermoso presente le recordó mucho al que usaba tía René en el cuello.
—Se parece mucho al de tía René —Alice adivino los pensamientos de su hermano, este asintió —¿crees que se moleste? —pregunto a su hermano
—No lo creo, sabes que tiene un corazón de oro, ahora apurémonos, se nos hace tarde Alice — la niña asintió y corrió tras de su hermano.
Llegaron a casa rápidamente, sacaron las bolsas del auto dejándolas en el cuarto de Alice, los muchachos entraron alegres al Living, Edward venia abrazando por los hombros a su hermanita menor,
—¡Hola tíos! — Alice prácticamente se lanzo a los brazos de su tía René y su tío Charlie, los quería como verdaderos padres.
—Hola mis Niños — dijo René emocionada, Alice era como una Hija para ella—¿Dónde andaban?-—pregunto René, acariciando la melena obscura de Alice.
—En el centro comercial—dijo Edward suspirando, saludando a sus tíos.
—Hijo, me alegra que vinieran—Esme beso tiernamente la mejilla de Edward- los estábamos esperando.- le comento, su voz sonó nostálgica
—¿Para qué? —Edward pregunto confundido, tomo asiento junto a su padre Carlisle
—Es Emmett— a tía René le brillaron los ojitos al decir eso, por la tristeza que desde hace años la acompañaba — vuelve después de tantos años, ya está preparado—
—¿Preparado para…— Alice dejo la pregunta inconclusa, sabía que a todos les afectaba aquella perdida ya hace tantos años, incluso desde antes de que ella existiera.
—Si, a pesar de que fue difícil, Emmett acepto la realidad… de que su hermana prácticamente desapareció de la faz de la tierra — comentó Charlie por primera vez, nunca han perdido la esperanza de encontrarla, pero ya con casi dieciocho años las esperanza cada día se agotaba más… solamente esperarían a que un milagro les devolviera la alegría que habían perdido desde que su Niña había desaparecido.
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Holas mis Lindas ¿que les parecio?... ¿algun votito o comentario?... besitooos las quiero (: espero sus impresiones *-*
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