Casualidades Fugaces

Autor: LuchyRct
Género: Romance
Fecha Creación: 30/09/2009
Fecha Actualización: 23/11/2011
Finalizado: SI
Votos: 13
Comentarios: 23
Visitas: 29593
Capítulos: 11

TERMINADO :)

Él tenía que estar frente al altar.

Ella también.

Por distintas razones ninguno de los dos estaba donde debía; y gracias a una serie de casualidades la vida los lleva por distintos caminos que terminan en un mismo punto.

Lo más difícil es dejar el pasado atrás y enfrentar el presente.

¿Podrán Bella y Edward seguir la línea del destino para estar juntos?

Todos Humanos.

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Capítulo 8: Muñeca de Porcelana

Edward POV

La aparición de Alice había sido algo que no había esperado. Es decir, no era que no me llevara con mi hermana o no hablara con ella, pero por lo general ella estaba muy ocupada con su carrera, sus amigas y Jasper como para estar conmigo mucho tiempo. Pero lo que más me sorprendió fue su aparición. Y… ¿Qué hacía ella con el celular de Bella? ¿Había sido una casualidad que se lo hubiese encontrado o tenía algo que ver?

Estaba anocheciendo, y estábamos caminando en dirección contraría a mi dormitorio. Alice estaba saltando de euforia a mi lado. Realmente todo esto me parecía muy extraño. Nunca me había querido mostrar su habitación, y de repente llega de la nada con un entusiasmo excesivo, con el celular de Bella sin explicación y con infinitas ganas de que conociera donde estaba viviendo.

Cuando llegamos note que mi departamento no estaba mucho más lejos que él de ella. De hecho estaba muy cerca, sólo era cuestión de cruzar el campus en diagonal.

Alice tiro de mí para que entrara en el edificio. Caminamos hasta el ascensor y subimos hasta el piso séptimo. No era muy difícil distinguir cual de las cuatro puertas que había en el piso era la de mi hermana. Muy al estilo de Alice, la puerta estaba decorada con un cartel rosa que decía el número del departamento. Rodeé los ojos con una sonrisa en la cara cuando pensé en los gustos de mi hermana. Aunque no quisiera admitirlo, extrañaba estar en la misma casa con mi hermana.

Cuando abrió la puerta me quede sin habla. Esperaba encontrar algo demasiado lujoso y ordenado, combinado con colores estridentes; pero no era así. Era todo lo contrario, sencillo, con colores comunes, y un tanto desordenado. ¿Estaba loco? ¿Mi hermana estaba viviendo en algo tan sencillo y vulgar? ¡Era increíble!

-¡Wow, Alice! No pensé que pudieras vivir en algo tan… común.

Alice cerró la puerta, y me fulmino con la mirada.

-Hasta hace un par de meses yo tampoco podía creerlo. Pero mi compañera no me dejo cambiar nada.- dijo con fastidio.

Me reí en silencio. ¡Al fin alguien le ponía límites a este duendecillo!

-¿Y te rendiste tan fácilmente? No puedo créelo de ti.

-Pues no tienes que créelo. Me convenció fácilmente cuando me dijo que me dejaría arreglar la casa a medida que ella pudiera pagar la mitad de los gastos. Según ella no necesitamos lujos, y cuando podamos tenerlos los tendremos…- se notaba en su tono de voz lo orgullosa que estaba de su amiga.

-Pero tu tienes el dinero.- le pique tratando de saber mas sobre el tema. Quizás me dijera algo que en un futuro podría usar en su contra para que no controlara mi vida.

-Sí lo sé, pero ella me rogó que quiere ayudar. Según ella yo ya la he ayudado demasiado, y no quiere ser una mantenida. He intentado convencerla de lo contrario, pero no me ha hecho caso y ha terminado ganando.

Asentí con la cabeza. Las palabras de Alice me había hecho recordar lo cabezota que había sido Bella cuando había intentado ayudarla económicamente. Todo esto era muy raro. Alice tenía que ver en esto. Alice sabía algo sobre Bella.

Alice me llevo a un pequeño recorrido. Pasamos por el Living, que constaba con una TV y un sofá de tres plazas color crema de cuerdo, y una mesita pequeña de café frente a este. Tenía varios cuadros, que parecían ser hechos por mi hermana. Había un mueble de madera caoba y junto a él un perchero. Dejamos allí los abrigos.

Me llevo por un pasillo que constaba con dos puertas. Y al final de esta había un cuarto de baño completo. Con tres lavados y tres duchas. Este si estaba decorado por mi hermanita. De colores claros y con los toallones y cortinas a juego.

-El baño te ha dejado decorarlo.

Alice sonrío con orgullo propio, ante la visión de su trabajo. Pero había algo raro. Estaba… estaba como nerviosa.

-Sí. Ella había conseguido algo de dinero extra, y el baño estaba gritando por un arreglo. Así que me dejo arreglarlo. Claro, aún no sabe que salio más dinero de lo que le hice saber. Pero si se enteraba hubiera querido poner mas dinero y se que no contaba con el.- Giró sus talones, dándome la espalda, y comenzando a salir del baño.- Pero lo importante es que ha quedado muy bonito.

La seguí hasta la primer puerta cerca del baño. De la manija de esta colgaba una pelotita de ceda que conocía a la perfección. Era la misma pelotita que había visto durante toda mi vida. No tenía que se un genio para saber que ese era el cuarto de mi hermana.

Abrió la puerta y me dejo pasar. No me sorprendí ante la imagen que estaba frente a mis ojos. Me reí.

-Al parecer tu cuarto si te ha dejado decorarlo.- dije dando un paso más adentro.

-Aquí no podía decirme nada.- se encogió de hombros.

El cuarto era muy similar el de casa de mis padres. Una cama de dos plazas en el centro con un tul blanco cubriéndola. Muebles blancos de época con detalles en dorado y rosa. Un vestidor más grande que la habitación misma, orden perfecto.

La mire con una sonrisa, pero esta se borro rápidamente. Mi hermana estaba mirando las cortinas de pashwork y jugaba con sus dedos. Eso siempre lo hacía cuado tramaba algo y no sabía como iba a ser el resultado, o cuando tenía que confesar algo.

Intente tranquilizarme, sabía que Alice tenía algo planeado pero no quería pensar en ello. Si ella aún no me lo había dicho, era por alguna razón, si fuera algo malo ya me lo habría comunicado. O al menos esperaba no estar equivocándome.

Salimos de allí nos dirigimos a la cocina en silencio. Un incomodo silencio.

La cocina era pequeña, pero completa y luminosa. Toda en madera y decorada en distintos tonos de naranjas. Tenía una mesada en el medio con dos banquillos de metal y con el asiento naranja.

-¿Quieres algo?.- me preguntando amablemente y volteando a verme con una sonrisa. Ya estaba más tranquila. Le sonreí.- Yo me haré una chocolatada, y estoy segura de que tambien querrás una.- asentí divertido.

-¿Cuándo vamos a madurar?.-pregunte entre risas mientras observaba como Alice sacaba la leche de la heladera y el chocolate en polvo de la alacena.

-Si te refieres a esto, espero que nunca.- se rió colocando dos cucharadas de chocolate en cada taza.- ¡Es lo más rico del mundo! No entiendo como hay gente que deja de tomarlo, solo porque ha crecido. ¡Yo jamás lo dejare!

Nos reímos juntos.

Alice les coloco la leche y me paso una taza. La levante y ella hizo lo mismo.

-¿Por qué brindamos?

-¡Porque nunca maduraremos!.- me reí ante los tontas que sonaron mis palabras y chocamos las tazas.

Tome un sorbo. Sin duda era lo mejor del mundo, coincidía en eso al 100% con mi hermanita.

-¿Quieres vainillas?

Sin dejar que respondiera, saco una lata de metal y la puso entre nosotros. Ambos tomamos una cada uno, y la sumergimos en nuestra chocolatada.

-¿Tienes planes para hoy?.- me pregunto Ali después de unos minutos de silencio.

-Sabes que no tengo mucha vida social.- me burle de mi mismo.

-Cierto, entonces quédate a cenar aquí.- iba a negarme, pero me callo rápidamente.- Así podrás conocer a mi compañera y Jazz también viene. ¡No puedes decirme que no, Edward! Veras que la pasarás genial. Vamos a pedir muchas pizzas, ¿Aún te gusta la de tomates? Bueno por que a mi compañera también, y alquilaremos varias peli…

-¡Basta, Ali!.- le corte. Tenía la sensación de que en su monologo por convencerme había olvidado respirar.

Ella me miro con los ojos abiertos, y como había predicho, tuvo que tomar varias bocanadas de aire. Después de eso sonrío abiertamente y soltó un chillido de felicidad, antes de empezar a saltar en su lugar.

-¡Te la pasaras genial, te lo aseguro!.- festejo.

Sonreí. Era difícil negarle algo a Alice. Odiaba ese poder que tenía en mí.

Pasamos el tiempo hablando de mi estupido compañero de habitación, el cual Alice conocía y me comento que estaba muerto de amor por su compañera de cuarto. Era una casualidad que la chica de la que hablaba Mike – y que nunca lo escuchaba – fuera la amiga de mi hermana. Después hablamos de nuestras carreras y de cosas triviales.

Nos estábamos riendo a más no poder cuando oímos que alguien cerraba el ascensor. De repente Alice se callo y se puso rígida en su lugar. La mire sin comprender.

En ese tiempo sólo se escucharon ruidos.

Una llave colocándose en la cerradura, siendo girada, la puerta se abrió.

-¿Bella?.- pregunto Alice.

Deje de respirar. Alice me miro nerviosa. ¿Podía ser? ¿Bella? ¿ Bella? ¿Bella era la compañera de Alice? ¿Había estado tan cerca de mí y nunca lo supe?

No podría ser. Las casualidades existían, pero esto era demasiado. No podía ser Bella, es decir, ¿Puede haber muchas chicas con ese nombre, no?

-¡Sí!.- era su voz. Su dulce, y nostálgica voz.

Fue cerrada de forma lenta.

Alice me miro. Sonrió al ver que había dejado de respirar. ¡Esto era lo que ella había planeado! ¿Cómo se había enterado? ¿Bella se lo había dicho?

-Te esperaba más tarde.- su voz salia más emocionada de lo que había estado en todo el día.

Pasos. Varios pasos, lentos, tortuosos. El tiempo se detuvo en ese instante. De repente todo era demasiado lento. Estaba conmocionado, no podía créelo. ¡Tan cerca!

-Si, pero termine antes en el hospital y me dejaron irme.- hablo con voz suave desde el living.

-Estoy en la cocina.- le dijo mi hermana.

Se puso de pie rápidamente y corrió hasta la puerta de la cocina, tapando así la vista.

Pasos acercándose. Se detuvieron.

-¡Sebas!- chillo Alice, y salio corriendo sobre Bella.

¿Quién era Sebas?

Y entonces Alice dejo de taparme. Me puse de pie torpemente. Y allí estaba. Lo que había esperado todo este tiempo, siempre lo había tenido a tan solo dos pasos.

Me perdí en sus profundos ojos marrones. Los chillidos de Alice y alguien más, se hicieron sordos. No había nada más allí, que Bella y yo.

Bella estaba allí, parada como una estatua, con la boca abierta. Sus ojos se veían sorprendidos, pero también podía decir que estaba cansada. No quería ni imaginarme lo que Bella estaba haciendo para conseguir dinero.

-Edward.- amaba como quedaba mi nombre en sus labios, aunque sólo fuera un suspiro.

Con pasos vacilantes, me acerque a ella. Quería estrecharla en mis brazos, quería probar que era real, que no estaba soñando.

Me detuve frente a ella. A medio pie de distancia. Levante mi mano derecha y sin pensar en mis movimientos, acaricie su mejilla con delicadeza, temiendo que la muñeca de porcelana que tenía frente a mi se rompiera y no pudiera volver a armarla. Ella recargo su mejilla en mi mano, aunque aún estaba tensa.

Nuestros ojos nunca dejaron de mirarse. Ninguno de los dos creíamos en lo que veíamos.

-Te he echado mucho de menos, Bella.- dije sin pensar.

De cualquier forma, era verdad. Íbamos a tener que hablar de muchas cosas, como el hecho de que no había respondido a mis llamadas o el hecho de que no me devolvió ninguna. Después deberíamos hablar con Alice, sobre su maléfico plan. Quería saber quien era Sebas. Y luego de todo ello, le iba a jurar que ya no había forma de que la perdiera de vista, ahora no la volvería a perder. Porque ya no había duda, que en este poco tiempo, me había enamorado de esta muñeca de porcelana…

… y esta muñequita de porcelana iba a saber esta noche lo que sentía por ella.

Capítulo 7: No existe el Karma Capítulo 9: Cupido Mary Alice Cullen

 
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