Casualidades Fugaces

Autor: LuchyRct
Género: Romance
Fecha Creación: 30/09/2009
Fecha Actualización: 23/11/2011
Finalizado: SI
Votos: 13
Comentarios: 23
Visitas: 29596
Capítulos: 11

TERMINADO :)

Él tenía que estar frente al altar.

Ella también.

Por distintas razones ninguno de los dos estaba donde debía; y gracias a una serie de casualidades la vida los lleva por distintos caminos que terminan en un mismo punto.

Lo más difícil es dejar el pasado atrás y enfrentar el presente.

¿Podrán Bella y Edward seguir la línea del destino para estar juntos?

Todos Humanos.

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Capítulo 4: No entiendo la vida

Bella POV

-Así que…- le incite a que comenzara a hablar después de que lleváramos 10 minutos a reloj sentados en la desordenada cama del hotel, uno al lado del otro con la vista fija en la nada.

-En realidad, mi sorpresa se ha ido a la basura- dijo con una gran sonrisa en sus labios- Se suponía que hoy, tendrías que verme por segunda vez en tu vida, pero ya sabes… Ayer fue una casualidad que nos encontráramos, aunque fue un una casualidad fugaz.

-No te entiendo- admití- ¿Cómo que casualidad fugaz? Y, ¿Por qué debíamos vernos hoy por segunda vez?

-Toma, Bella.

Me gire para mirarlo y no pude evitar perderme en sus ojos esmeraldas que ya me estaban mirando. Una sonrisa acompañaba el brillo de sus ojos y en sus manos tenía una rosa. La décima rosa roja.

En ese momento recordé sus cartas, sus nueve cartas. “Nos volveremos a ver, a penas pueda iré a verte” con sus respectivas numeraciones.

Me quede embobada mirándola como si fuese el objeto más precioso. Sus espinas verdes y cortantes me atraían de una forma misteriosa, sos perfectos pétalos acariciaban mis manos como si fuese el mismo Edward el que lo estuviese haciendo.

-Sigo sin entenderte- confesé sin correr la vista de la rosa.

-Se que mañana te marchas- murmuro con voz nostálgica- No tengo idea si nos volveremos a ver, aunque estoy mas que seguro que así será… Aún así, quería que me recordaras. Las 10 rosas representan la espera, quería darte una sorpresa, pero ayer nos encontramos de casualidad- soltó una risita.

-¿Por qué quieres seguir a mi lado?- la pregunta escapo de mis labios e inmediatamente me arrepentí.

Nos mantuvimos en silencio otro rato, el maquinando una buena respuesta y yo lamentando mi esponteanidad. De cualquier forma de verdad quería saber esa respuesta. Todo era salido de un mal cuento de hadas. Mi familia se había burlado de mi lo que ocasiono que conociera a un príncipe, que estaba lejos en que se fijase en mi, aunque aún así el se encontraba a mi lado con una sonrisa, y en mis manos una rosa que significaba… algo.

-Me agradas, de verdad- dijo con simpleza, como si su respuesta fuese algo que se daba por sentado. Algo, obvio.

-Es gracioso- musite mas para mí que para él, pero me oyó.

-¿El qué?

-Que te agrade.

-¿Por qué no habrías de hacerlo?- estaba realmente confundido- Eres muy bonita, simpática, y al igual que yo necesitamos compañía.

Mis ojos se abrieron como platos y sentí como el color subía a mi rostro. Su respuesta no era algo que esperaba, y al parecer mi corazón tampoco ya que empezó a latir de forma vergonzosa. Estaba más que segura que en este momento Edward lo estaba escuchando.

Él ya me estaba mirando, cuando muy a mi pesar y soportando la vergüenza de mi sonrojo, lo mire. Era tan fácil perderse en sus ojos esmeralda que en esos momentos me olvidaba de que existiera algo más hermoso en el mundo. Como también me olvidaba de que mantenerle la mirada era realmente algo difícil y que me delataba en absoluto.

-Así que…- en el instante en el que hablo corrí la vista fugazmente hacia la pared y nuevamente el calor y el color se apoderaba de mí.

Escuche la melódica risa de Edward y sentí como se ponía de pie. Lo mire desde mi lugar, abajo, sin entender.

-¿Vamos? ¿O con el día hermoso que es nos quedaremos encerrados aquí?- me tendió su mano y no pude evitar sonreír y tomarla gustosa.

Sinceramente… no entiendo la vida.

Edward POV

Estaba caminando hacía el hotel en donde se encontraba Bella. Sinceramente no se que diablos estaba haciendo, jamás había sido un hombre que se arrodillara ante una chica por mas bella que fuera, me costaba mucho que alguna me llamara la atención, y cuando lo hacían aún así jamás hacía lo que estaba haciendo con Bella.

Desde ese día en el que la había conocido, un día que debía ser triste para mí lo guardaba bastante bien. No puedo negar que me sentí impotente y dolido en el momento en que Tanya me dejo plantado en el altar, pero no puedo negar que se lo agradezco con todo mí ser. Éramos muy jóvenes para casarnos y no la amaba en lo mas mínimo.

Desde el día en que me había encontrado con Isabella, con esa Isabella triste, destrozada es como si hubiese vuelto a nacer. Es una expresión un poco incorrecta, pero no tengo otra forma de describirlo.

La primera vez que la escuche llorar…

La primera vez que vi sus hermosos ojos chocolates…

La primera vez que oí su voz…

La primera vez que la vi sonreír…

La primera vez que acaricie su blanquesinea y suave piel…

La primera vez que olí su cabello…

La primera vez que sentí que por una mujer sentía mi corazón saltar de mi caja toráxico…

Desde la primera vez no me la he podido sacar de la cabeza. Mi corazón y mi cuerpo me exigían desesperadamente volverla a ver, todo quería de ella. Mis sentidos se relajaban cuando pensaba en sus ojos, en su aroma, en su hermosa sonrisa…

Cuando quise darme cuenta había llegado ya al hotel en donde estaba Bella. Mi idea había sido buena, solo se encontraba a 10 cuadras de mi casa, por lo cual la veía más de lo que ella pensaba.

Cuando nos “encontramos” había echado mi plan a la basura. Mi idea desde que le había mandado las rozas era darle una sorpresa, y verla el último día antes de que se fuera. Pero mi corazón y mi mente no concordaban, y al parecer el que manejaba mi cuerpo era mi corazón. Esa tarde mi cuerpo se había movido por fuerza propia, y cuando recobre su control ya estaba frente a Bella.

Salude al encargado del hotel, y subí como siempre hacía la habitación de Bella. En mis manos, como cada mañana sostenía la rosa, pero esta vez era diferente… era la décima rosa. Hoy no podía salir corriendo y ocultarme detrás de las escaleras para ver como reaccionaba Bella ante mi regalo, hoy tenía que pararme frente a ella y mirar a sus hermosos ojos.

Como ya era costumbre, mi mano se movido contra mi voluntad y toco el timbre. Por lo general Bella tardaría unos 5 minutos en abrir la puerta, por lo que me recline en la pared a sabiendas de que tendría una larga espera.

Jamás había estado tan nervioso en mi vida, mis manos sudaban, mi corazón estaba desesperado por abandonar mi cuerpo, y mi mente estaba totalmente en blanco.

Cuando abriera la puerta que se suponía que debía decir: “¿Sorpresa?” ¡Vamos Edward, no es su cumpleaños! Tenía que pensar algo coherente y rápido, “Hola, Bella. Estaba aburrido y quise pasar a dejarte otra rosa”¡Idiota!

Impaciente toque nuevamente el timbre, porque justo hoy debía demorarse más en abrir. ¡Dios le encantaba torturarme!

-¡Ya va!- escuche el grito histérico de Bella y luego un golpe sordo. No pude evitar soltar una risa al pensar en lo que debía de estar costando ponerse de pie, y del humor que debía soportar por no haber tenido mejor idea que despertarla.

Volví a tocar, pero esta vez no fue por impaciencia sino porque esto estaba resultando ser divertido.

-¡QUE YA VA!- volvió a gritar…

Esto resultaba ser divertido, mis nervios se habían apaciguado. La verdad, es que no entendía la vida…

Capítulo 3: Ten Red Roses Capítulo 5: El Eden

 
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