Casualidades Fugaces

Autor: LuchyRct
Género: Romance
Fecha Creación: 30/09/2009
Fecha Actualización: 23/11/2011
Finalizado: SI
Votos: 13
Comentarios: 23
Visitas: 29591
Capítulos: 11

TERMINADO :)

Él tenía que estar frente al altar.

Ella también.

Por distintas razones ninguno de los dos estaba donde debía; y gracias a una serie de casualidades la vida los lleva por distintos caminos que terminan en un mismo punto.

Lo más difícil es dejar el pasado atrás y enfrentar el presente.

¿Podrán Bella y Edward seguir la línea del destino para estar juntos?

Todos Humanos.

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 11: Epílogo


10 años después

Edward POV (28 años)

Esto era imposible. Ya había pasado diez años. Diez hermosos años. Mi vida había dado un giro de 90º grados, y no me arrepentía. Sin duda era lo mejor que me había pasado, lo mejor que nos había pasado.

Eran las 7 de la mañana, en unos minutos Sebastian y Bella se levantarían, pero por el momento iba a disfrutar de la situación. Estaba recostado, sosteniendo a una dormida Bella en mis brazos. Mi cabeza estaba en apoyada en su hombro, y una de mis manos acariciaba su redondo vientre.

Bella estaba embarazada de una niña, que nacería dentro de unos tres meses. Era nuestra primera hija biológica. No podía describir lo feliz que estaba. Todo era perfecto. Tanto que costaba creerlo. Tenía a la mujer que amaba con toda mi alma junto a mí esperando una hija mía, tenía un hijo adolescente al cual amaba como si fuera mío. Teníamos una enorme casa, un trabajo que siempre había soñado, y Bella también. Ella era escritora en un diario, algo con lo que ella había soñado. Teníamos amigos con los que siempre contábamos.

Mis hermanos, Alice y Emmett estaban casados. Mi hermano estaba esperando su primer hijo con su esposa Rosalie, la hermana de Jasper.- mi mejor amigo y esposo de mi hermana menor.

Bella no había roto el lazo de amistad con mi hermana, de hecho empezaba a pensar que Alice estaba siendo una mala influencia para Bella, aunque aún no había podido convencerla de ir de compras muy seguido.

Bella se removió en mis brazos. Miré el reloj. Las 7:25, en cinco minutos sonaría la alarma. Me estiré y desactive el reloj. Volví a acomodarme junto a mi esposa, y con suavidad deposite pequeños besos en su cuello, oído, frente…

… ella suspiro feliz. Giró de lado y se abrazo a mí.

-Edward.- murmuro en sueños. Amaba cuando me llamaba en sus sueños, la sensación que sentía era hermosa.

Seguí con mi trabajo. Empecé a dibujar circulitos en su espalda desnuda. Con lentitud empezó a despertarse.

-Buenos días, mi amor.- le susurre al oído.

-Mmm.- bostezo y se pego más a mi cuerpo.- Buenos días, Edward.- murmuro con una sonrisa.

Me incline, y la bese en los labios. Ella enredo sus dedos en mi cabello. La apreté más junto a mí, pero su enorme y redonda panza nos no dejaba estar tan pegados.

Gimió en mi boca, y se separó.

-Adoro despertar de esta forma.- me beso el cuello.- Te amo, Edward. Muchísimo.

Pude sentir su cara enrojecer arriba de mi piel. Aún no se acostumbraba a decírmelo sin avergonzarse. Amaba esa inocencia de ella.

-Yo te amo más, Bella.

-Eso es imposible.- suspiro feliz.

-No lo creo.- y volvía a atraer sus labios a los míos, donde esperaba que se pudieran quedar siempre.

Bella POV (27 años)

-¡Sebas llegarás tarde a tu primer día de clases!.- grite desde la cocina de mi casa en Pasadena. Hacía ya casi 6 años que vivíamos aquí, ya que a Edward lo habían trasferido y yo quería salir de Seattle, alejarme de Washington.

Acaricié inconcientemente mi enorme estomago, de ya hacía 7 meses, y revolví los huevos en la sartén.

Habían pasado ya 10 años desde que Edward se me había declarado, diez años desde que había obtenido la adopción total de Sebastian. Ahora, diez años después, éramos una hermosa familia. Yo estaba embarazada de mi primer hijo biológico, y obviamente este era de Edward.

Duramos un año de novios, hasta que él me pidió matrimonio ¿Cómo negarme al él? Nunca había sido partidaria del matrimonio, y mucho menos con lo que había pasado con Jacob. Pero con Edward era diferente, con él sabía que nada malo iba a sucederme.

Jacob.

Esa era una historia aparte. No volví a saber de mi familia. Reneé me llamo hace unos años, cuando se entero que me había casado con el hijo de una familia millonaria. La ira me invadió, y no quise volver a saber de ella ni de nadie de mi pasado. De vez en cuando me cruce con Angela y Ben, pero no mantuve la relación. Edward no estaba muy de acuerdo con ello, había intentado que arreglara las cosas con mis padres pero me negué. Yo no quería, ni podía perdonarlos. Quizás era duro, y de cualquier forma ellos eran mis padres. Quizás, como decía Edward, en un futuro me arrepentiría de esto. Pero por el momento esta era mi decisión y no tenía intenciones de cambiarlas.

Hacía cinco años había acabado mi carrera, y Edward la suya. Él estaba trabajando con su padre en el hospital ¿A que no saben? Mi jefe era el padre de Edward. ¡Dios! Todo había sido muy raro.

-¡Ya estoy, Bells!.- escuche la voz de Sebas bajar las escaleras. Nunca dejo de llamarme Bells, aún recordaba a cuando él venía a pasar las noches al departamento de Alice y mío.

Alice.

¡Ella sí que sabía vivir! Se caso un año después que Edward y yo. Al final no pudieron aguantar a que terminarán la carrera. Ahora ella y Jasper tenían una hermosa niña de 4 años, Natalie, de la cual yo era su madrina. Ahora, Alice esperaba un niño para dentro de dos meses. Sin duda era hermosa esa familia. Alice había puesto su propia firma de moda, y Jasper estaba con Edward en el hospital, y a veces viaja para dar conferencias sobre historia, pero eso lo hacía como un hobby.

-¡Bells!.- ahí estaba Sebas. No me moví de mi lugar, sonreí y pasé los huevos revueltos a un plato.

Sebas me abrazo por atrás y beso mi mejilla. ¡Era imposible amar tanto a este adolescente, de ahora 16 años! Era gracioso cuando salíamos juntos, la gran mayoría nos confundía creyendo que éramos una pareja. Edward solía bromear con ello.

Sebas ahora estaba mucho más alto que yo, incluso había pasado a Edward. Su cabello lo llevaba largo hasta los ojos, y en ocasiones se lo corría de lado. Su cuerpo estaba aún en desarrollo, pero estaba bien formado gracias al rugby.

-¡Dios podrían hacer esto en privado! ¡No quiero que me engañen tan deliberadamente!.- me reí en silencio y Sebas me soltó ayudándome a llevar los platos a la mesa.

Tome el sumo de la heladera, y allí me tope con Edward. Aún no me acostumbraba a estar junto a un ser tan perfecto. Se sentó junto a Sebas y este último le saco la lengua.

-Ya sabes, Bells siempre me va a preferir.- me reí de ellos. Pase junto a Edward y lo bese rápidamente en los labios, antes de sentarme junto a Sebas.- ¿No es así, Bells?.- me pregunto con respecto a lo que había dicho antes.

Me incline suavemente y le bese en la mejilla.

-Sabes que sí.

Edward me saco la lengua y nos pusimos a desayunar. No pude dejar de sonreír, todo era demasiado perfecto. Todo el sacrificio que había tenido que vivir había valido la pena.

Estábamos tranquilos, cuando un grito de Sebas no sobre salto a todos.

-¡Dios voy a perder el autobús!.- se levanto de forma bruta, moviendo la mesa.

Corrió a la sala en busca de sus zapatillas y su mochila. No pude evitar reírme de él.

Me corrí a la silla que antes ocupaba mi hijo, y lleve mi desayuno con él. Me incline más cerca de Edward para poder susurrarle al oído.

-¿No se lo has dicho?.- Edward negó con la cabeza. Rodeó mi cintura con su brazo y me acerco a él, abrazándome. Me beso dulcemente, y después acarició mí hinchado estómago.

-Quiero esperar a que salga por la puerta y lo vea por si mismo.

-¡Bella no encuentro mi libro de política!- sin duda estaba nervioso.

Me levante. Sebas lo había dejado arriba del microondas. Era demasiado desordenado para su propio bien, era igual que yo. Camine y lo tomé.

Cuando llegue a la sala Sebas corría por todos lados, como loco.

-Sebas aquí esta el libro.- me apoye en el marco de la puerta de la cocina. Podía sentir la mirada de Edward detrás de mí.

Sebas paró en seco y me miro. Corrió a mí me abrazo agradeciéndome y lo guardo.

-¡Chau Bells!- me beso en la mejilla.

Mientras Sebas caminaba hacía la puerta, Edward se acerco a mí y rodeo mi cintura con su brazo. Caminamos tras de nuestro hijo, para ver su reacción ante lo que estaba afuera.

Sebas abrió la puerta y salió. Nosotros caminamos lo más rápido que mi panza nos permitía movernos, para ver su reacción.

Nos detuvimos en la puerta. Me mordí el labio para no reírme. Sebas estaba parado frente a un Mini Cooper blanco que tenía un gran moño azul encima, con la boca abierta y los ojos desorbitados. Incluso podría decir que no estaba respirando.

-¿No es que llegabas tarde, cariño?.- le pregunte cuando vi pasa el autobús amarillo de su instituto.

Sebas volteó a verme, maravillado. Edward estiro su mano, donde colgaba las llaves del auto.

Sebas grito y corrió a abrazarme. Estoy segura de por no haber sido por Edward me habría caído de espaldas.

-¡Gracias, gracias, gracias, eres la mejor, Bells!

Me reí y rodeé su enorme espalda con mis brazos.

-De nada, cariño. Te lo mereces.- le bese en la mejilla.- Creo que Edward tuvo que ver también.- le insinúe.

-Lo sé.- me sonrió y se separo de mí. Miró a Edward con una gran sonrisa.- ¡Gracias!.- Edward se rió. Prácticamente Sebas le arranco las llaves de la mano.- Eso no quiere decir, que dejaré a tu mujer en paz.

-Ni lo esperaba.- le siguió el juego mi esposo.

-Vamos, cariño, llegarás tarde.- le empuje hacía el auto.

Él tomó mi mano y me arrastro hasta el auto. Lo ayude a quitar el gran moño que tenía.

-Eres la mejor mamá del mundo, Bells.- me beso en la mejilla. No pude evitar ruborizarme. Sebas se metió en la cabina del auto, encendió el motor y bajo la ventanilla.-¡Déjame recogerte del hospital hoy a la tarde!.- me suplico, sabiendo que hoy tenía que ir a hacerme una ecografía.

-No estoy segura.- fingí estar indecisa.- No quiero morir tan joven, aún dudo de lo bien que puedas llegar a manejar.

Sebas sacó levemente su labio inferior para afuera, haciendo un puchero. ¡Eso no era justo!

-¿Por favor, Bells?

Me miró como un cordero degollado.

-¡Claro!

Sebastian parecía feliz, y yo lo estaba por verlo de esa forma.

-¡Te amo, Bells!.- grito mientras daba marcha atrás, para sacar el auto a la carretera.-¡Los amo!.- grito antes de pisar el acelerador y perderlo de vista.

No me gusto nada la velocidad con la que estaba conduciendo. Me di vuelta con el ceño fruncido y miré a Edward, que seguía apoyado en la puerta. Levante un dedo acusador y empecé a caminar hacía él.

-¡Eso…!- dije refiriéndome al modo en que Sebas había salido disparado.- ¡Es tu culpa!.- le acuse.

Edward no se sintió afectado. Camino hacía mí, y me abrazo a mitad de camino.

-No te preocupes, mi amor.- me susurro al oído.- El sabe lo que hace.

-¡No!.- trate de resistirme a sus encantos, aunque no me separé de él.- ¡No lo sabe! ¡Sólo tiene 16 años!

-Tranquila, todo estará bien.- y sin dejar que lo contradijera, acerco su cara a la mía.

Acarició con suavidad mi mejilla, y deslizó esa misma mano hasta mi cuello, mientras la otra continuaba firme en mi cintura. Con una lentitud y dulzura, propia de él, estampo sus labios contra los míos. Fue cuestión de segundo lo que le llevo hacerme olvidar de mi preocupación y relajarme en sus brazos. Estaba tan bien allí, tan feliz. Jamás me casaría de su tacto o sus besos. Ellos siempre serían mi remedio.

Me deje llevar por ese intenso beso. Él era cuanto quería. No podía creer lo dichosa que era. Tenía una hermosa familia, como la que todas las niñas sueñan cuando son pequeñas. Tenía a mi príncipe azul, a mi hijo y estaba a la espera de una niña.

Me costaba pensar que todo esto no era un sueño. Que todo esto había empezado por una serie de casualidades fugaces.

.

.

.

¡Aquí el final! ¡Dios no lo puedo creer! Ya se acabo… ¿Ahora con que me voy a desesperar por tardarme tanto en actualizar? Ok, eso no era lo bueno. ¿Qué les pareció el final? Por lo general soy un poco más realista, y no tengo esos finales felices que sólo aparecen en los cuentos de hadas, pero este fic daba para ser feliz. Ya tuvo su drama al principio, y como que todos queríamos que Bella y Sebas fueran felices, en especial si era con Edward. Se que es un poco cursi, pero no sé creo que había que contar más de su amor. Además ¡amo lo cursi!

MUCHISIMAS GRACIAS POR SU INCONDICIONAL APOYO, NO SE QUE HUBIESE SIDO DE ESTE FIC SIN USTEDES, MIS FIELES LECTORES. Les agradezco mucho a cada uno de ustedes, personitas lindas.

Quizás pronto me vean con algo por aquí, pero no lo sé aún.

Sin más que decir, FIN, FINITTE, SE ACABO :)

Besop(L)

Hasta el crepúsculo…

Capítulo 10: Te Regalo Amores

 
14442753 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10759 usuarios