UNA CITA CASI A CIEGAS

Autor: AlienaCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 07/04/2012
Fecha Actualización: 23/02/2013
Finalizado: SI
Votos: 17
Comentarios: 105
Visitas: 76740
Capítulos: 29

Bella Swan nunca pensó que por acceder a regañadientes a los ruegos de su amiga, pasaría un día tan maravillosamente increíble junto a un hombre insaciable.

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 10: Comparaciones y secuestro exprés

 

 

DISCLAIMER: Ninguno de los personajes que aparecen en esta historia me pertenecen, son propiedad exclusiva de S. Meyer.

_______________________________________________

 

Capítulo 10: Comparaciones y secuestro exprés.

Pov Bella

—Vale, vale, entra dentro de las cosas que no debo saber o que le tengo  que preguntar a mis padres –dijo dándome un beso en la mejilla –toma dale otro a Kate aunque no entiendo porque le hace tanta gracia lo que he preguntado, es normal que quiera saber ¿no?, al menos eso dice mi padre. Y dicho esto se fue. Le dio la mano a la profesora y entró al colegio totalmente enrollada con ella  pues esta niña era de las que no se callaban ni debajo del agua.

Yo fui a buscar a Kate al banco donde se había sentado. Pero unos fuertes brazos  me interceptaron por el camino, una mano sujetó mi boca para que no pudiera gritar mientras un frio aliento se posaba en mi oído ordenándome obedecer…

—Te dije que esto no iba a terminar así,  o eres mía o no eres de nadie y menos de ese patán de Cullen. Así que tú te vienes ahora mismo conmigo y sin rechistar –me dijo arrastrándome calle abajo fuera de la vista de Kate. Argggg  maldito Jacob Black, en qué idioma tendré que hablar a este idiota. Pero no, el no sabía con quien se estaba metiendo, Bella Swan, era mucha Bella Swan para él y tenía sus recursos. Uno de ellos  iba a ponerlo  en práctica inmediatamente. El recurso en cuestión es   ese mismo que utilizas cuando tu experiencia en lucha libre es nula o tu contrincante demasiado fuerte para ti, es decir patadita en salva sea el sitio  y a salir zumbando. La patada se la di, vamos si se la di, pero o yo no tenía ninguna fuerza  a pesar de que me había empleado a fondo en ello, o el tenia esa zona de mármol puro porque el muy idiota ni siquiera  se inmutó, al revés  apretó aun más su agarre.

—¿Tiene algún problema señorita? –preguntó de pronto un pedazo de hombre tipo armario de tres puertas que apareció de  repente  y que nada tenía que envidiar a mi pedazo de hombre. Aunque mi pedazo de hombre, era mi pedazo de hombre y le ganaba por goleada.

—¿Señorita?... –volvió a preguntarme pedazo de hombre  salvador,  mientras Scooby y yo parecíamos  que nos habíamos congelado en el tiempo, los dos mirándole como dos idiotas aunque por motivos bien distintos,  el agarre de Jacob no cesaba.

— ¿Está usted bien? –me volvió a preguntar, intentando inútilmente que Jacob  me soltara,  yo seguía  paralizada mirando sus brazos musculosos y comparándolo con  los músculos del brazo de mi Edward sin poder evitarlo… vamos a ver Bella hija céntrate que comparar a este pedazo de hombre  con tu pedazo de hombre es bastante injusto para él.  No olvides que el pobre  te ha ofrecido su ayuda desinteresada  para deshacerte de aquí el capitán América, el cual por el momento debe ser tu única preocupación.  Además ¿qué culpa tiene él de no llegar a tu pedazo de hombre a la suela de los zapatos?, encima de que te ofrece su ayuda. Seguro que este pedazo de hombre, que no dudes que lo es, no tanto como el tuyo, pero lo es, tendrá su propio club de fans y de momento es lo único que tienes  a mano  para deshacerte cuando antes  de Scooby doo ya que el asunto de la patada no funcionó. Así que céntrate Bella, céntrate hija por  Dios, céntrate…

—Pues ahora que lo pregunta sí, sí que lo tengo –dije soltándome del agarre del pulgoso gracias al espécimen sin calificar que había colaborado en ello y dándole sin queriendo un puñetazo en esas narizotas  de depredador venido a menos—, aquí este proyecto de perro sarnoso con aspiraciones de capitán América me está molestando si fuera usted tan amable de echarme una mano.

—Bella ¿sucede algo? –preguntó Kate que venía corriendo hacia mi asustada.

—Scooby doo, aquí Kate, prima de Edward ¡TU JEFE! Kate aquí Scooby doo, mi martirio personal  –Kate enseguida supo a quien me refería ya que Edward y yo le habíamos hablado de él y entre ellas le conocían como el “insigne escritor” ya que traía a Esme y a Edward por la calle de la amargura con sus maravillosos reportajes  —y aquí este buen peda…digo…buen señor que me está ayudando a deshacerme de él –Jacob  seguía  paralizado y perplejo pasando la mirada de uno  a otro y con la boca tan abierta que parecía un buzón de correos . Kate al ver que el pedazo de hombre  salvador que nada tenía que envidiar a mi Edward eso que quede claro,  estaba para ayudarme, se olvidó de mi y su boca se le desencajó. A ver hija por Dios que también  tienes a otro pedazo de hombre por novio no tan pedazo de hombre como el mío pero pedazo de hombre al fin y al cabo, céntrate tú también. Vaya dos pares de patas para un banco hemos ido a juntarnos.

—Caballero –le dijo a Jacob pedazo de hombre salvador mientras Kate seguía absorta haciéndole un exhaustivo reconocimiento de arriba abajo –me parece que la señorita no quiere su presencia cerca de ella, ¿sería usted tan amable de retirarse?

—¿Y porque tendría que hacerlo?, ¿quién diablos se ha creído que es usted para…? –dijo el perro sarnoso desafiante mientas se pasaba la manos por las doloridas narices y estornudando de paso.

—Uno que le va a poner los morros como un semáforo en rojo como no se marche inmediatamente.

—Bella, sabes que esto no se va a quedar así ¿verdad?, volveré. Bravo ahora se creía el general Mac Arthur, no, mejor Rambo.

—Mira Jacob le dije animada por la protección de pedazo de hombre salvador  alias espécimen sin calificar –yo nunca te he alentado a nada, todo te lo has creado en tu calenturienta imaginación tu solito, así que por favor te pido que me dejes en paz.

—Sería mejor que utilizases esa imaginación en escribir algo decente –le dijo Kate que ya había salido del trance que espécimen sin calificar  le provocaba.

—Me parece que las señoritas están siendo muy claras –dijo el pedazo de hombre en cuestión alzando el puño con gesto amenazador. Y Jacob como el perrito cobarde que es, de ahí el apodo que Edward le había puesto,  se dio media vuelta, no sin antes mirarme con rencor, y se marchó.

—Muchas gracias peda…esto…digo…gracias de verdad que muchas gracias –le dije al espécimen, había que ser educados ¿no?

—De nada señoritas ha sido un placer–nos dijo inclinándose ante nosotras como todo un caballero español, ¡sí señor, ahí estamos con un buen par...! A ver Bella que desmereces a tu hombre que a caballero no le gana nadie hija, se un poco justa.

—Mi nombre es Samuel, Sam para los amigos.

—Yo me llamo Bella y ella es Kate –mi prima postiza asintió aun con la boca abierta, ¡por Dios! y hoy no llevaba pañuelos de papel en el bolso.

Estuvimos conversando un rato mas durante el cual le conté por encima del acoso al que me tenia sometida mi perro faldero particular, alias Scooby doo para los amigos. Él me dijo divertido que mi táctica hubiera sido buena empleando la rodilla pues por lo visto esta hace mas efecto en semejante zona.  Yo, naturalmente, tomé nota, ya que no descartaba futuros encuentros.

—Uff menos mal que hemos tenido ayuda –me dijo Kate mientras regresábamos al coche –que tío mas pesado, ¿siempre es así?

—Sí hija sí y me temo que se va a poner mucho más ahora que por desgracia hemos de trabajar juntos.

—Bueno Edward os ha separado todo lo que ha podido, pero aun así  hemos de estar alertas. Y no me pidas que no le cuente nada a mi primo porque creo que debe saberlo Bella, sino hubiera sido por ese…. en fin…dejémoslo en muchacho tan amable, no sé qué hubiera pasado.

Y con todas estas diatribas llegamos al coche pero no me dio tiempo a terminar de abrirlo cuando una voz estridente que se me hacía conocida llegó a mis oídos

—Mira a quien nos encontramos por aquí Elizabeth –dijo con una voz nasal y tan desagradable que por poco vomito el desayuno. Desde luego que mañanita, si ayer parecía ser el día del insecto con alas, hoy debía de ser el del insecto con patas, porque vamos…—la zorra que pretende arrebatarme a mi Edward acompañada de una de tus sobrinas –dijo de nuevo la voz sacándome de mis muy extensas diatribas mentales.

—Os recuerdo que tenéis una orden de alejamiento, no podéis acercaros a ella…

—Nos pasamos la orden esa por donde tú ya sabes, sobrina, además estamos en la calle paseando  y la calle es de todos ¿no?, pero  ya que nos encontramos dadle este mensaje a mi hijo ya que no se digna ni a cogerme el teléfono…

—¿Tu hijo?, ¿estás segura de eso tía? –le dijo Kate y Elizabeth cambió en ese momento el color de la cara la cual parecía una cereza a punto de estallar.

—Pues  sí, mi hijo, yo le crié y le eduqué y ahora quiero que le digas que el domingo a las doce lo quiero en San Francisco el Grande,  ya está todo preparado para su boda con Tanya y…

—De verdad que resultas patética tía, ¿qué parte de que Edward no se quiere casar con Tanya ni muerto no has comprendido?, ¿qué parte de que todos odiamos a esta zorra no has escuchado?  Mi primo se va a casar, de eso no te quepa la menor duda,  pero como muy bien sabes a pesar de que lo ignoras a propósito, la novia es esta muchacha de aquí no la zorra de tu... Sabes muy bien que nadie quiere a esa mujer en la familia y Edward es el primero que la aborrece. ¿Qué derecho piensas que tienes sobre él para forzarle a hacer algo así?, si ni siquiera eres su madre.

—¿Quién diablos os ha metido esa absurda idea en la cabeza?, ¿ha sido Esme verdad?, esa zorra que tengo por … —dijo muy enfurecida enfrentándose a Kate de una manera que me dio hasta miedo, mientras Tanya se ponía a su lado para ayudar.

—Mucho cuidado con lo que dice usted de mi suegra señora, que no se lo voy a consentir –le contesté poniéndome a mi vez al lado de Kate demostrándole que no les teníamos ningún miedo. Pobres de ellas como se atreviesen  a volvernos a agredir.

—Eso mismo tía no te lo vamos a consentir. Esme no ha contado ninguna mentira, al revés, nos ha abierto los ojos sobre ti, a unos más que a otros diría yo. Tú no tienes ningún derecho sobre mi primo, la única que los tiene es Esme, su verdadera madre, pero aunque los tuvieras, ¡jamás!, escucha que te digo, ¡jamás!, lo tendrías para manipular su vida de esa manera y obligarlo a casarse con una zorra solo por el simple hecho de que se supone que te debes a una promesa. ¿Piensas que no sabemos la verdad?, ¿que  la arpía en cuestión tiene que ocupar el lugar que  se supone  le corresponde  por derecho de nacimiento y que tu le negaste en su día regalándosela  a Eleazar y Carmen? En todo caso sería el abuelo quien tendría que decidir sobre eso, los Cullen no tienen ninguna obligación y mi primo menos que nadie –observé como el rostro de Elizabeth iba cambiando de color mientras Kate hablaba y a estas alturas corría serios riesgos de asfixia.

—Elizabeth ¿de qué diablos habla esta…?

—Vaya veo que no lo sabes. En serio eres aun más tonta de lo que pareces a simple vista, no si al final va a resultar que también te están manipulando a ti. Yo que tu hablaría con esa que se dice tu  madre, o sea con Carmen, y le haría unas cuantas preguntas sobre su embarazo y tu procedencia, a lo mejor te llevas una sorpresita.

—Elizabeth –le imploró Tanya con lágrimas  en los ojos, unas lágrimas que en ese momento parecían sinceras.

—Eres cruel, muy cruel Kate…

—Cruel, ¿me hablas tu de crueldad?, ¿tú que eres la reina en ese tema?, mira no tenemos tiempo para perderlo con vosotras y además tenéis una orden de alejamiento. En cuanto lleguemos a casa lo voy a poner en conocimiento de las autoridades pertinentes  y ahora si nos disculpas –le dijo metiéndome de un empujón en el coche y yendo ella a sentarse al lado del conductor. Pero no le dio tiempo a cerrar su propia puerta cuando oímos que la de detrás se abría y dos armarios roperos con cara de muy mala leche se metían en el vehículo.

—Y ahora tranquilitas  —nos dijo uno de ellos apuntándonos con un arma –arranca el coche y no quiero trucos baratos.

Y no tuvimos más remedio que seguir unas indicaciones que nos llevaron a  una parte de la ciudad desconocida para mí. A lo lejos se podía oír el silbato de un tren, por lo que supuse estábamos  cerca de la estación de Atocha. Nos sacaron del coche y nos llevaron a una especie de casa donde nos metieron en una habitación. Nos sentaron en una silla a cada una colocándolas respaldo contra respaldo y nos ataron a las dos  con  nuestras espaldas juntas.

—Bella –me dijo Kate una vez nos quedamos solas –Alice un día me contó una historia  de cuando estabais en la universidad sobre unos pesados  a los que era imposible echar de vuestro apartamento…

—Si ya recuerdo, pero no podemos, estamos atadas...

—Tenemos que conseguir que nos suelten.

—Vale, pero antes vamos a ver si nos enteramos de cuantos son con los que tenemos que lidiar, intentemos llegar hasta la puerta  a ver si se ve algo por el ojo de la cerradura.

Haciendo fuerza e impulso  con nuestros cuerpos conseguimos avanzar a saltos un trozo de camino hasta nuestro objetivo pero de pronto las sillas se rebelaron ante semejante maltrato y caímos de lado como si de dos cucarachas a punto de palmarla se tratara.

—¿Se puede saber que pretendéis? –dijeron  los hombres  que, alertados por el ruido, entraron a ver qué sucedía, mientras nos incorporaban de nuevo para que volviéramos a nuestra posición inicial.

—Pues sucede que esto es una mierda de secuestro y si hubiera un sindicato de secuestradores seguro que os echaban de la profesión –les dije muy enfadada –a ver necesitamos ir al servicio, a no ser que quieran que nos lo hagamos encima y luego   tengan que recogerlo, si es así ustedes mismos.

—Y además queremos comer, tenemos hambre y a menos que les hayan ordenado matarnos de inanición, cosa que no creo que entre dentro del trato,  yo le aconsejaría que nos  dejaran ir a la cocina a prepararnos algo de comida –agregó Kate

—¿Dejaros ir a la cocina? – a ver bonitas que esto es un secuestro no una cena entre amigos  y de lo otro olvidaros os aguantáis y punto–dijo uno de los hombres totalmente alucinado por nuestro desparpajo y nuestra falta de miedo. Madre mía si el supiera como estaba por dentro. Pero se habían metido con una Swan y con una Vulturi y estos dos iban a saber las consecuencias de eso.

—Ah bueno si es así, ¿tú qué quieres Kate?

—Pues  a mí me apetece una ensalada cesar de primero con pan integral claro está  y de segundo a ver a ver….

—Lo de la ensalada no está mal, pero yo prefiero un Sándwich de pan blanco con atún y…

—¿Qué os habéis creído que esto es un hotel? –nos preguntó uno de los secuestradores  con expresión perpleja y confundida.  Los dos hombres se fueron por la puerta dejándonos solas de nuevo.

—A ver Bella pongamos en marcha el plan B.

—¿Y cuál es ese?

—Ponte a gritar, hasta quedar afónica. Y las dos comenzamos la sesión.

—¡Socorro, auxilio, nos tienen secuestradas!, ¡queremos hacer pis, queremos hacer pos!, ¡queremos comer!, ¡queremos que nos suelten!, ¡no hay derecho tratar así a unas pobres y sufridas mujeres secuestradas contra su voluntad!...  –y después de un buen rato de gritos los secuestradores entraron y nos pusieron una mordaza en la boca, pero nos dio igual, seguimos haciendo todo el ruido posible hasta que… por fin… el plan surtió efecto, los dos secuestradores entraron de nuevo  en la habitación desesperados  y mientras uno nos pedía por favor que nos calláramos, el otro nos liberaba de nuestras ataduras. Biennnnnn plan B llevado a cabo con éxito.

Con uno delante y el otro detrás apuntándonos con la pistola nos encaminamos a la cocina. Allí ni cortas ni perezosas empezamos a abrir los armarios hasta que encontramos un paquete de pasta. Bravo todo iba viento en popa. Kate cogió una cazuela, la llenó de agua y  encendió el fuego, mientras yo tomaba con la mano una sartén.

—¿Qué se supone que estáis haciendo?—

—Vamos a cocinar pasta a la imaginación porque claro con lo surtida que tenéis la nevera no da para mucho más —les contesté encarándolos. Los dos secuestradores estaban cada vez más atónitos y congelados en el sitio rascándose la cabeza. Ambos nos miraban incrédulos seguro  que era la primera vez que,  en su trayectoria como secuestradores,  unos rehenes se les habían rebelado de tal forma, lo cual le venía muy bien a nuestro plan. En un momento determinado en que uno de ellos metía la cabeza conmigo dentro de la nevera, Kate aprovechó para tirarle al otro el contenido de la cazuela, a medio hervir claro, no somos tan sádicas.  Mientras, yo  puse en práctica las enseñanzas de pedazo de hombre salvador y le di un rodillazo en ese mismo sitio al tiempo que, empujándole,  le daba un buen porrazo con la puerta de la nevera dejándolo  aprisionado con ella momentáneamente cosa que aproveché para coger la sartén por el mango. El hombre una vez liberado de su fría cárcel,  empezó a saltar sujetándose con una mano la cabeza y con la otra esa zona que más dolía  y yo aproveché para rematarlo con un buen par de  sartenazos mientras Kate hacia lo mismo con la olla una vez vertido el líquido elemento sobre él. Resultado, dos secuestradores momentáneamente sin conocimiento. Fuimos  despepitadas hacia la puerta no sin antes pasar recoger nuestros bolsos de la habitación donde nos habían atado. Cogimos de paso las cuerdas con las que habíamos sido atadas y ni cortas ni perezosas regresamos de nuevo a la cocina y poniéndolos bocabajo con las manos hacia atrás, les atamos todo lo más fuerte que pudimos. Y con esto la segunda fase del plan B, había concluido. Tercera y última fase, salir corriendo de ahí. Al traspasar el umbral de la puerta nos esperaba otra sorpresita, pues otro par de maromos, seguro que hoy estaban de fiesta y habían salido todos a pasear, nos  sujetaban tanto a mí como a Kate y nos arrastraban a un coche negro que salió disparado una vez estuvimos nosotras dentro, después de una serie interminable de pataleos, mordiscos  e inútiles gritos.

—Objetivo a salvo –dijo uno de los hombres –no no ha hecho falta intervención, se han salvado ellas solitas. Si...si jefe como lo oye ellas solitas. Cuando hemos entrado a la casa hemos encontrado a los dos sujetos tirados en el suelo de la cocina. Estaban  inconscientes y  atados con unas cuerdas. Nos ha costado reanimarlos, pero ya  los hemos detenido, los llevamos a tomarles declaración.

— A ver, no íbamos a estar esperando a que nos salvaran ustedes —les dijo Kate toda exaltada al escuchar la frase se han salvado ellas solitas —porque si por aquí son tan lentos como en mi país, con tanto dispositivo, perímetro de seguridad, cordón policial, negociador para arriba y negociador para abajo que encima tarda un montón en llegar, órdenes que tienen que recibir y que nunca llegan, etc.,  vamos que nos dan la uvas ahí dentro.

—Señorita –le dijo el… ¿por cierto quiénes eran los que nos habían recogido al salir?, ¿policías secretas, inspectores del cuerpo, otros secuestradores nuevos…?  —créame que ha visto usted muchas series policiacas, nosotros somos más efectivos que todo eso y sí –dijo mirándome a mí y enseñándome su placa –somos del servicio secreto estadounidense  para ser más exactos,  delante de nosotros van  varias patrullas del cuerpo Nacional de Policía  con agentes uniformados – me dijo a modo de explicación ¿es que todo el mundo era capaz de leerme la mente?, ¿tan expresiva era?

—¿Y  mi coche? –  le pregunté de pronto  al agente como si tuviera la culpa de algo —¿dónde está mi coche?, es un modelo único y está nuevecito, ¡quiero volver, quiero mi coche! –le dije pataleando enfurruñada como una niña pequeña ya que los nervios de lo que había pasado dentro de esa casa, estaban haciéndose notar. A mi lado Kate después de su pequeño arranque se había quedado callada, muy callada, supongo que cada una exterioriza las cosas de formas distintas.

—Tranquila Bella, otro compañero nos sigue conduciendo su coche.

—Ahhhhhhhhhhhhhhh –solo acerté a decir no sin percatarme de que el buen hombre sabía cómo me llamaba. Mirando a Kate me recosté en su hombro y ella recostó su cara en mi cabeza.

Siguiendo a los coches patrulla, nos dirigimos todos juntos a la Comisaría más cercana. Cuando el coche se paró, unos fuertes y conocidos brazos me sacaron en volandas, dándome un abrazo y un beso tan descomunal que mis pobres y repentinamente inundadas bragas  clamaban a gritos ser arrancadas de su sitio para que algo duro, muy duro las reemplazara,  mis brazos, abdomen y piernas  parecían  hechos de plastilina. A mi lado Kate estaba abrazada a su tía, hermana y prima.

—Bella, mi amor, que miedo he pasado ¿estáis bien? –me preguntó mi hombre cuando me dejó en el suelo y entonces mi hermano Emmett le tomó el relevo, pegándome uno de esos abrazos típicos de él en los cuales se te salía hasta el alma de lo mucho que estrujaba. A su lado las chicas estaban expectantes.

—No puedo creer que mi hermana haya sido capaz de hacer esto –dijo una muy llorosa Esme abrazándome tiernamente.

—Esme aun no sabemos si ha sido la tía, unos minutos antes Bella había tenido un encuentro con Jacob Black.

—¿Jacob Black?, Bella mi amor que pasó,  ¿te hizo algo ese…?

—Tranquilo Edward, no pasó nada, además un muchacho muy amable me ayudó y luego vino Kate —por el rabillo del ojo vi como Emmett miraba a Edward y Edward a Emmett ¿qué se traían entre manos estos dos? y ahora que lo pensaba, ¿por qué cada vez que tenía un encontronazo con ese escombro humano, me salían pedazo de hombres por todas partes?, ¿una mujer con suerte? o ¿una intervención divina  de un hermano llamado Emmet  compinchado con un pedazo de hombre llamado Edward?, sí, eso tenía que ser sin duda, no iba yo a tener tanta suerte. Pero  por mis santas narices que este misterio lo iba yo  desentrañar solita, bueno a lo mejor podía pedirle ayuda a mis cuatro amigas y a mi cuñada, sí eso haría, se iban a enterar estos dos. Pero por el momento vamos a centrarnos en lo que nos tenemos que centrar el proyecto de secuestro de pacotilla al que nos habían sometido.

—Pero nada más librarnos del perro ese, aparecieron Elizabeth y Tanya saltándose la orden de alejamiento, pretendían que te diéramos un mensaje –añadió Kate sacándome  de mis diarreas mentales  que eran muchas y todas juntas. ¿Por qué últimamente tenia tantos problemas para centrarme en un solo tema?

—Sí, pero eso no tiene nada que ver Kate, puede haber sido cualquiera de los dos y…

—O los dos Bella, ¿quién te dice que mi tía no ha contactado con él y están juntos en esto? –apuntó  Kate.

—Han sido mi tía y Tanya –dijo Edward apretando los dientes mientras notaba como cerraba los puños alrededor de mi cintura. En su cara apareció una expresión de rabia e ira –me llamó al móvil. La verdad es que lleva llamándome desde ayer pero la estaba ignorando. Ante la insistencia de hoy decidí contestarla para que me dejara en paz, pero me ha sorprendido  diciéndome que os tenía secuestradas y que no os soltaría hasta el domingo que viene después de que me hubiera casado con la zorra esa que tiene por… Me dijo que habían arreglado todos los papeles, licencia de matrimonio incluida y que lo único que tenía que hacer era presentarme en no sé qué iglesia el domingo a las doce. Eso sí me advirtió que fuera puntual, que no faltara y que no hiciera tonterías ya que conseguir un hueco en esa iglesia era muy difícil y la había costado un montón de dinero, ¡como si a mí me importara!

—San Francisco el Grande, la antigua Catedral, esa era la iglesia–dije yo muy seria.

—O también los Jerónimos podrían ser los Jerónimos –me contestó Rose… —ya sabes que hay tortas para conseguir día y hora.

—No dijeron San Francisco el Grande, de eso estoy segura.

—Sí—, convino Kate dijeron algo de un santo.

—Esto…chicas a ver un momentito, la iglesia que sea es irrelevante en este momento, vamos digo yo –dijo Edward al que se notaba un poco desesperado y además estaba mirando con cara de disculpa a los agentes de policía que esperaban para que entrásemos en la comisaria donde nos habían llevado y que estaban empezando a exasperarse, cosa que era especialidad de la casa. Pero a mí me dio lo mismo, solo me importaba mi hombre y su preocupación  por mí.

—Amor –le dije para tranquilizarlo —ya ha pasado, todo  está bien ahora.

—No, no ha pasado Bella, todo sigue igual. Esas dos zorras siguen por ahí.

—Pero si han sido ellas, las pillaran y esta vez no se libran de que las echen del país Edward tranquilo –le dijo esta vez mi hermano que se había puesto en modo profesional.

—¿Qué respondiste a Elizabeth –le pregunté a Edward volviendo al tema, la verdad era algo que me interesaba.

—Bueno al principio me asusté e intenté darle largas para ver si conseguía sonsacarlas algo, mientras que Emmett llamaba a la policía. Luego recibimos una llamada de esto…ummm….la policía diciéndonos que esto…gracias a la declaración de un testigo os había localizado –definitivo, esto era definitivo, estos dos ocultaban algo  —aunque ya veo que no necesitabais ayuda –me dijo esbozando por primera vez esa sonrisa torcida tan preciosa que provocaba la inundación inminente de mis bragas siempre que la ponía—. Cuando me aseguré de que más o menos estabais localizadas, le dije lo de siempre, que si estaba loca, que estaba arto de ella, que no tenía ningún derecho. Ella me contestó que tenía el derecho que la otorgaba ser mi madre, a lo que yo riéndome como un descosido le dije que dejara de ser tan hipócrita, que lo sabía todo. Lo cierto es que estaba muy nervioso y preocupado por vosotras y esa fue una forma de desahogarme.  Entonces empezó a decir una sarta de idioteces y acusaciones contra Esme así que iniciamos una larga e intensa discusión que se cortó cuando Emmett colgándome el teléfono de golpe, me dijo que estabais a salvo.

—¿Y se puede saber cómo es que nos localizasteis tan pronto?, porque vamos a no ser que ese supuesto testigo nos siguiera… vi con expresión  triunfante como Emmett y Edward se miraban inquietos.

—¿No será querido hermanito que haciendo uso de tu posición en la embajada me has puesto guardaespaldas para que me sigan? – pregunté mirando a los dos muy ofendida –vamos que ahora entiendo tu predisposición a dejarme mi espacio y no agobiarme –añadí mirando a Edward muy enfadaba, bueno enfadada en apariencia porque esa mirada, ese gesto, esa expresión, ¡hay por Dios mis bragas! –no me vas a negar querido hermanito que estos buenos señores que están aquí son del FBI, del Servicio Secreto o de alguno lado de esos, ¿qué hacen  metidos en un secuestro vulgar y corriente?

—Esto…Bella…verás…es que…

—¿Es que, qué Emmett Swan?—preguntó de pronto Rose poniéndose de mi parte.

—Señores por favor ¿podría entrar  a la comisaría para prestar declaración y dejar las trifulcas familiares para otro momento?  –pidió uno de los agentes totalmente desesperado interrumpiendo el momento acusatorio. Lo dicho, desesperar a la autoridad competente, especialidad de los Cullen/Vulturi/ Swan pensé con orgullo.

—Esto no se  va a quedar así –les dije apuntando a los dos con el dedo. Porque esto viene de tiempo hermanito, ya me explicaras porque cada vez que me tropiezo con la pulga pedorra esa de Jacob Black siempre tengo un peda…esto…ejem…alguien que me ayude y que por su aspecto físico bien podrían pasar por luchador de sumo –y sin darle tiempo a replicar entré muy ofendida por la puerta de la comisaria  que Edward   sostenía para mí con esa mirada de disculpa, ¡hay Dios que mirada! , yo…yo con esa mirada… ¿qué podía hacer yo ante esa mirada sino apretar las piernas?, mis bragas por favor mis bragas.

—Amor, no te enfades con tu hermano, él solo quiere lo mejor para ti y además, parece ser que la embajada le obliga ya que bueno…esto… alguien podría utilizarte para llegar hasta él ¿entiendes?

—Y claro tú has aprovechado la circunstancia.

—Amor, te pido humildemente perdón, pero mi tía y Tanya son de temer, ya has visto lo que han hecho.

—Pues como verás no necesitaba ayuda he sabido defenderme sola ¿o no?

—Sí  mi amor te reconozco el merito y te admiro por ello no sabes cuánto te admiro –y ahí estaba otra vez  esa expresión demoledora y asalta bragas.

— Bufff está bien lo entiendo  –dije de nuevo abatida y derrotada ante esa mirada. Como siguiera así iba a tener que plantearme la posibilidad de usar esas compresas que había para perdidas de orina, aunque lo mío no era precisamente eso, pero…  cualquier precaución es poca al lado de este hombre.

Sin mediar más palabra entramos del todo en la Comisaria,  nos llevaron a una especie de despacho, donde un policía con cara de estreñido nos tomo declaración

—Así que antes de los hechos había tenido usted un encuentro con un tal Jacob Black que se dedica a acosarla desde hace ya un tiempo.

—Correcto –contesté. De verdad este hombre parecía tonto o le habían dado el carnet de poli en una feria, si se lo acabo de decir ¿para qué me pregunta de nuevo?

—Y después tuvieron ese encuentro con Elizabeth Cullen Vulturi y Tanya Denali, las cuales se estaban saltando una orden de alejamiento es correcto.

Si, agente sí, es correcto contestó Kate al policía como si le estuviera contestando a un niño de la edad de mi sobrina que estaba en su modo pesado.

—Así que   dos hombres fuertes, altos y bastante musculosos se metieron en el coche con ustedes ¿no es así?

—Si señor dijimos las dos a la vez con gesto cansado porque era la tercera o cuarta vez que el buen señor nos preguntaba lo mismo, ¿es que era la pregunta de la semana?

—¿Serían ustedes capaces de reconocerlos?  —¡por fin!, algo inteligente

—Hombre si después de haberles tirado una olla de agua hirviendo encima, darles un par de sartenazos y varios golpes en su zona fértil no fuéramos capaces… –le respondí al  agente que me miraba con cara de ¿dolor?, sujetándose por debajo de la mesa bendita sea la zona. A mi lado Edward y Emmett hacían lo mismo, ¿tan brutas habíamos sido?

—El agente en cuestión llamó a un compañero el cual vino con una especie de álbum de fotos. Cuando lo abrimos una extensa colección de toda la flor y nata de la delincuencia madrileña se extendía ante nuestros ojos.

—Este es –dijimos las dos a la vez, reconociendo a uno de los secuestradores.

—Los dos agentes de policía miraron la ficha policial del individuo en cuestión y después nos miraron con una mezcla de ¿admiración?, ¿respeto?

—¿Pasa algo agente? –preguntó Edward con el miedo reflejado en la mirada.

—No…no…pasa nada... solo es que…aun no entendemos como consiguieron salir de ahí sin…sin…sufrir daño alguno pues este hombre tiene un largo historial de delitos y  fama de…violar a sus víctimas de secuestro. Es compatriota de ustedes, huyó de su país no se sabe cómo y aquí no habíamos conseguido aun echarle el guante a pesar de estar en busca y captura. Tiene muchos alias, pero su nombre verdadero es Royce King.  Mis más sinceras felicitaciones señoritas, no sé como la han conseguido, pero  han  ayudado ustedes a la detención de uno de los criminales más peligrosos de Estados Unidos y de este país  –Kate y yo nos miramos muy serias y por primera vez fuimos conscientes del peligro que habíamos corrido.

—Ni nosotras mismas sabemos cómo lo hicimos agente, pero menos mal que lo hicimos porque si esperamos a que ustedes hagan algo, a estas alturas mi prima y yo seguro que…

—Señorita, pasaré por alto esa impertinencia ya que está usted bajo los efectos del shock, pero déjeme decirle que hacemos nuestro trabajo lo mejor que podemos y sabemos y…

—No lo pongo en duda agente –le contesté yo, ustedes siempre acuden en nuestra ayuda, cuando están disponibles pero acuden, el problema es que cuando se les necesita nunca están y…

—Firmen aquí por favor, no tengo toda la mañana —dijo el  muy ofendido agente y por el rabillo del ojo vi la expresión de ¿resignación?, de mi hermano y de Edward.

Una vez firmada la declaración, fue el turno de Edward para relatar la llamada telefónica de Elizabeth conminándole a acudir a una boda forzada a cambio de liberarnos, lo que implicaba la total aceptación de la autoría del secuestro. Lo mejor de todo, es que Emmett como buen profesional, había grabado la llamada.

—No se preocupe señor  —le dijo el agente mientras Edward firmaba la declaración —la señora Cullen y la señorita Denali serán detenidas por intento de secuestro y, una vez juzgadas por las leyes de este país, cumplirán la pena que se les imponga, después  serán expulsadas del mismo.

—Eso será si los abogados de papá Denali y papá Vulturi no lo impiden –dijo Edward por lo bajo pero el policía le escuchó.

—Señor Cullen, no sé cómo serán de conocidos en su país, pero aquí son ustedes unos ciudadanos  americanos más bajo amparo de suelo español por ser víctimas de un secuestro y la señora Vulturi y la señorita Denali unas delincuentes más.

—Esperemos que tenga razón agente –le dijo Edward levantándose y dándole la mano –por cierto, ¿qué va a pasar con Jacob Black?, hay una posibilidad de que estuviera compinchado  con ellas.

—No se preocupe señor Cullen ya hemos mandado a un par de agentes a detenerlo.

Cuando salimos al exterior el resto de la familia nos esperaba. Rose y Alice habían ido al colegio a recoger a mi sobrina ya que la hora de la comida se había pasado del todo y eran ya las seis de la tarde. Como ninguno había tomado nada desde el desayuno las llamamos al móvil y quedamos con ellas en un McDonald’s. Cuando llegamos hicimos nuestro pedido y nos sentamos a comer en un silencio total y absoluto. A Kate y a mí la realidad de lo que podía habernos sucedido nos cayó encima  de golpe cuando les contamos al resto de las chicas quien era Royce King.

—Bueno chicas, lo pasado pasado está –dije de pronto rompiendo el silencio –no nos ha ocurrido nada y eso es lo que importa ¿o no?

—Pues sí, tienes razón –dijeron todas a la vez—, sigamos con nuestra vida que hoy nada pasó. La mirada rompe bragas de Edward se cruzó con la mía y en ese momento mis líquidos comenzaron a fluir de nuevo con total y absoluta libertad, menos mal que el asiento era de una especie de metacrilato o plástico que si no…., era una mirada distinta, no solo había adoración en ella, había otra cosa que no supe distinguir. El móvil de mi novio sonó en ese momento rompiendo nuestra burbuja. Era su padre, Edward como  venía siendo costumbre lo puso en manos libres.

—Hijo, ¿qué ha pasado?, tengo un montón de llamadas perdidas tuyas, estaba en una reunión. ¿Os ha pasado algo a alguno? Esme ¿cómo está Esme?, ¿y los demás?

—Mamá está bien –contestó mi hombre mientras veíamos como el rostro de Esme se iluminaba no solo por la emoción que sentía cada vez que Alice y Edward la llamaban mamá, sino también por la preocupación que Carlisle demostraba por ella –y...gracias a Dios los demás también pero…papá Elizabeth y Tanya han secuestrado a Kate y a Bella.

—¿Qué?  —preguntaron dos voces a la vez lo que nos indicó que Carlisle no estaba solo.

—Aro está conmigo –aclaró Carlisle –hemos estado hablando y solucionando nuestras diferencias y me va a apoyar con lo del divorcio. También hablé con tu abuelo hijo todo está aclarado gracias a Dios

—Y ahora Edward, cuéntanos por favor que ha sucedido, ¿cómo es posible que mi hermana esté llegando a estos extremos?, definitivamente esta loca. ¿Mi hija está bien? ,  ¿ y Bella?

— Si padre estamos bien no te preocupes, conseguimos salir de allí las dos solitas.

—Vaya Bella encantado de hablar contigo, veo que ese refrán que reza Dios los cría y ellos se juntan en vuestro caso es totalmente verdad, ya veo que  mis hijas, mi sobrina y mi hermana han encontrado en ti una nueva compañera, casi que mejor no pregunto como habéis conseguido salir de ahí–, dijo con sarcasmo  relajando un poco el ambiente.

—Hola a usted también –contesté un poco intimidada

—Nada de llamarme de usted que soy muy joven para eso, de tú y  Aro por favor y ahora a lo que estamos…. ¿qué pretende mi hermana? –preguntó desesperado—, no lo entiendo.

— Pues que me case son esa zorra quien si nuestras sospechas son ciertas va a resultar que es sobrina tuya –contestó Edward a su pregunta.

—Yo no tengo más sobrinos que vosotros y las hijas de Cayo –dijo Aro con una expresión muy contundente que me recordó a Irina y a Kate. Y ahora por favor decidnos ¿qué ha pasado exactamente?

—Esta mañana después de un altercado que Bella tuvo con un individuo que esta detrás de ella de hace tiempo, Elizabeth y Tanya…. –y  entre todos les relatamos con pelos y señales a Carlisle y Aro  todo lo que nos había sucedido.

—No lo entiendo Carlisle sigo sin entenderlo  ¿por qué ese empeño enfermizo de mi hermana que la lleva incluso a cometer un delito?, si es verdad que esa…chica es… la hija que Elizabeth abandonó a su suerte y por ende una Vulturi mi padre le reconocería sus derechos sin dudar aunque no cabe duda que en la familia por lo menos por mi parte nunca tendrá  ningún lugar –añadió con desprecio—.  ¿Qué necesidad tiene de andar manejando y manipulando  a Edward de ese modo llegando al extremo de poner en peligro otras vidas?

—Puede que Eleazar tenga mucho que ver en ello –dijo Carlisle –como muy bien sabes mi padre desheredó a mi hermana Rebeca  por irse con ese tal Benjamín Reynolds ,  un vividor de tres al cuarto que cuando vio que no tenia posibilidad de sacar  dinero se marchó dejándola embarazada. Aunque tiempo después mi padre la perdonó, ella siempre se ha considerado algo así como el pariente pobre de la familia, la oveja negra, una Cullen de segunda categoría y ha inculcado ese resentimiento en sus hijos. Me temo que en Eleazar puede que esté más arraigado de lo que yo mismo pienso. De hecho su apellido no es  Cullen sino Denali.  Rachel  mi prima carnal,  su  madre,  se casó con Paul Denali por lo tanto sus apellidos son Denali Reynolds y el apellido Cullen ocupa el tercer lugar. En Tanya el apellido casi ha desaparecido. Puede que lo que Eleazar quiera sea recuperarlo y este chantajeando a Elizabeth…

—Sí es una buena teoría, pero eso no es excusa para el comportamiento de mi tía pues ella tuvo la culpa desde el principio al rechazar  a su propia  hija para hacerse cargo de nosotros y llegar de ese modo hasta ti, su único objetivo, ella es la autentica culpable padre. Si por el camino ha tenido que prometer o hacer cosas en contra de su voluntad es su problema no nuestro.

—Sí, de eso no cabe duda, si Elizabeth hubiera tenido buenos sentimientos primero no  hubiera hecho lo que os hizo; y segundo,  no la hubiera hecho falta más que acudir a nuestro padre o, en su defecto, a tu abuelo Edward  –le dio la razón Aro.

—Sigo pensando que Elizabeth esconde algo más, algo que aunque me cueste la vida estoy dispuesto a averiguar. Ya he iniciado los trámites del divorcio, pero no recibirá ni un centavo mío hasta que no desentrañe todo este misterio y aun así me lo pensaré.

Siguieron hablando un rato más y Aro nos dijo que este fin de semana o al siguiente viajaría a Madrid para conocerme, ya que era para él todo un placer ver en persona  a la mujer que había conseguido que su sobrino dejase de imitar a los caza fantasmas. Me reí con ganas, junto a las chicas por este comentario, pero se me atoró la risa al ver la expresión de Edward, mis bragas necesitaban un salvavidas urgente ya que la inundación había tomado la categoría de Tsunami. Si Edward en su modo sonrisa torcida era ya de por si irresistible, ese gesto de enfado… madrecita del amor hermoso,  lo dicho ¡pobres bragas mías!

Carlisle pidió hablar con Esme a solas y esta no se lo pensó dos veces, cogió  a toda prisa  el teléfono de encima de la mesa y se fue corriendo hacia la calle. Sonreí mirando al resto de las chicas y en eso me di cuenta de que Rose no estaba ¿dónde estaba Rose?

—¿No es esa que está dentro del juego infantil? – preguntó Alice –me da la impresión de que tu sobrina ya está como siempre, vamos a ayudarla.

—Estar como siempre significa que se niega a salir del juego y no es la primera vez que hemos tenido que tomar medidas desesperadas  —aclaré a las otras dos.

—Ah bueno eso suena divertido vamos para allá.

—O sales o entro a por ti –escuchamos que decía una amenazante Rose cuando llegamos a su altura.

—No puedes –respondía una muy desafiante niña emparapetada detrás de una especie de tobogán –los mayores no puede entrar aquí.

—Que no debamos no significa que no podamos –contestó Rose muy  enfurecida  quitándoselos zapatos para entrar, la demás la imitamos –Bella tu ve por el flanco derecho, Kate por el izquierdo, Alice tú la sigues por el tubo  si se mete por él, Irina tu espérala en la salida del  tobogán.

Y ni cortas ni perezosas nos metimos dentro del jueguecito en cuestión ante la mirada furibunda de varios padres, pero nos pasábamos esa mirada por el forro de… en fin ya se sabe por qué forro. Ya sabemos que no debíamos estar ahí, peor una emergencia era una emergencia. La niña empezó a retarnos, yendo de un lado para otro, nosotras caíamos como moscas por culpa de las bolas o pelotitas  que  llenaban el suelo. Luego la muy endiablada niña, se metió  en el túnel que daba acceso al tobogán seguida de Alice. Mientras estábamos paradas cada una en nuestra posición viendo como Alice desaparecía detrás de Rossie y como Irina la esperaba al final del tobogán, pudimos ver que Edward y Emmett estaban muy circunspectos  mirando a Esme quien tenía una apasionada y tensa charla con el guardia de seguridad del establecimiento, ¡estupendo otro McDonald’s al que no podríamos volver! A este paso se nos iban a terminar las franquicias de esta marca en Madrid.

Como estaba sumida en mis diarreas mentales, no me di cuenta de que Irina había interceptado a mi sobrina hasta que no escuché sus gritos de triunfo. La verdad es que siempre es bueno contar con algo de ayuda ¿o no?

—¡La tengo, la tengo, es mía, la pillé! — decía entusiasmada con ella en brazos,  mientras daba saltos provocando que las bolitas del suelo se removieran haciendo pequeñas olas, causando  que los otros niños  perdiendo el equilibrio  cayeran entre ellas a la vez que lo hacíamos nosotras, Irina no soltó a la perversa niña ni por un momento todo hay que decirlo. A  los niños,  como niños que son, les pareció muy divertido el asunto  y empezaron  a chillar  pidiendo que saltara más. A estas alturas de la historia no sabíamos quien echaba mas chispas, si las madres súper protectoras que había fuera o el guarda de seguridad. Lo que si era cierto es que o salíamos de allí o un incendio de dimensiones considerables provocaría un momento de inquietante suspense es ese establecimiento.

—No creen que ya son ustedes bastante maduritas para hacer estas cosas –increpó el guardia una vez que hubimos salido y la verdad es que nos costaba trabajo oírle ya que los gritos de las mamás gallinas, a los que se habían sumado los de un par de abuelas nos lo impedían.

—No somos tan mayores –dijo Alice muy ofendida—,  yo ni siquiera estoy casada y ellas tampoco –añadió señalando a su prima Irina, a Esme  y a mí lo que dejó sin querer  en el punto de mira a Rose y a Kate  que no se amedrentaron  ni un poquito, la verdad es que Rose ya estaba más que acostumbrada por lo tanto tomó el mando de la situación.

—Disculpe señor guardia –le dijo Rose –pero es que mi hija siempre hace igual, hasta que no entro a por ella no sale y ufff menos mas que hoy he tenido ayuda de sobra, que es en otro momento y todavía estamos ahí. La culpa la tiene el establecimiento por poner estos juegos infernales todo vallados como si de un campo de concentración se tratara –dijo muy segura de sí misma mientras que se dirigía a la salida, seguida de los demás. Rossie seguía enfurruñada y pataleando en brazos de Irina que aguantaba estoicamente los envites. Mi hermano la cogió dándole una de esas miradas tipo Emmett que no dan lugar a discusión y en el acto la dichosa y perversa niña paró sus protestas. Ni que decir tiene que el guardia se quedó plantado en su sitio sin opción a replicar nada. Bueno no nos habían echado, aún, ya veremos lo que ocurre si pretendemos volver.

Nos subimos a los coches para ir a casa ya que el día  había sido agotador y estábamos muy cansadas. Habíamos resuelto terminar la jornada viendo películas y comiendo palomitas. Esta vez le gané a Edward por decimas de segundo y conseguí ser yo la que condujese. Los dos íbamos solos en el coche ya que las demás se habían metido todas en el jeep de Emmett supongo que para darnos nuestro minuto de privacidad. Viajábamos en un completo silencio, solo roto por la música de Muse que sonaba en el estéreo. De vez en cuando Edward me echaba unas miradas que mi mente no lograba descifrar pero que mis bragas entendían a la perfección. Eran unas miradas enigmáticas, como de respeto, adoración y admiración y, sobre todo cargadas de mucho amor. Desde que habíamos llegado sanas y salvas de nuestro secuestro exprés, estaba así y no lograba entender muy bien porqué, aunque suponía que habían sido unos momentos angustiantes para él.

Mi desconocida  mente pervertida decidió que era el momento de jugar un poco con él. Solté mi mano derecha del volante y la  dirigí inmediatamente su muslo apretándole un poco, seguí mi viaje por su entrepierna hasta llegar a su objetivo y cuando lo alcancé empecé a frotar mi mano contra él de arriba hacia abajo y viceversa logrando mi  el crecimiento inmediato de cierta zona. Naturalmente,  le pillé completamente desprevenido pero no por eso rechazó la maniobra, al revés, esbozó su magnífica sonrisa anti bragas  y se tumbó un poco sobre el asiento dejándose hacer. En un semáforo me ayudó a bajar la cremallera de su pantalón e introduje mi mano debajo de sus bóxers hasta  llegar a mi parte preferida de su anatomía. Empecé a masajearlo, a pellizcarlo, a trazas círculos en su glande, sus gemidos se oían en el coche, mezclados por la música y era un sonido celestial para mí. Estaba consciente de lo peligroso que resultaba la situación por lo que bajé mi velocidad al máximo. Si el jefe de policía Swan me viese, pensé para mis adentros recordando a mi demasiado sobreprotector padre.

—Bella no puedo más –voy a estallar preciosa –me dijo en respuesta a las atenciones que su miembro estaba recibiendo moviéndose y retorciéndose de placer en el asiento, a mis bragas les encantó su cara transformada  por ese gesto  y debo decir que a mí también.

—Pues no lo reprimas –le dije mirándole de una manera que se me antojó pecaminosa, lujuriosa, pervertida y solo eso bastó para que Edward vaciara todo el contenido de su miembro en mi mano manchando sus bóxers de paso.

—Estás  un poco traviesa preciosa, pero esta noche te demostraré que yo también se jugar al mismo juego.

—¿Por qué esperar a la noche? –le dije sugerentemente mientras me relamía la mano manchada con su semen, lo que provoco que sus ojos se dilataran de deseo –me temo que necesita una ducha urgente señor Cullen.

Cuando llegamos a casa, casi no me dio tiempo a frenar del todo. Salió de su asiento, rodeó el coche y me cogió por los hombros llevándome consigo hasta la habitación ante la mirada divertida de los demás.

Lo que sucedió en esa ducha solo nosotros lo sabemos. Nos demostramos de todas las maneras posibles nuestros sentimientos. Nos dijimos con hechos contundentes que ese secuestro habían sido el detonante de algo. Edward me expresó  la angustia y el miedo que había sentido y me pidió perdón por el comportamiento de Elizabeth. Me explicó con la mirada que, a pesar de lo mal que lo había pasado sin saber de mi,   esas horas de angustia  habían ido muy reveladoras para él y había  descubierto que me amaba, que me amaba de verdad,  más de lo que él mismo se imaginaba. Que los sentimientos que yo le provocaba nunca los había sentido con nadie más. Me dijo con los ojos que yo era todo lo que quería, lo que buscaba y lo que necesitaba.  Eso que dije en un momento de nervios y angustia, podría convertirse en realidad antes de lo que yo pensaba. Y lo mejor del caso es que ya tenía mi respuesta, ya estaba preparada para dar ese paso pues yo sentía exactamente lo mismo por él.

Cuando nos hubimos secado el uno al otro con movimientos sugerentes y concisos que despertaban a nuestras parece ser que insatisfechas líbidos, bajamos al salón donde los demás estaban ya viendo El rey león.

 

 

 El timbre de la puerta sonó. Nos quedamos congelados en la estancia mirándonos los unos a los otros ¿quién podría ser?, todos en tropel nos dirigimos a la puerta, la mirilla nos desentrañó el misterio,  Cruella y la Madrastra estaban detrás de ella.

 

 

 

 

Capítulo 9: La historia de Esme Capítulo 11: Despedida

 


 


 
14439838 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10757 usuarios