UNA CITA CASI A CIEGAS

Autor: AlienaCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 07/04/2012
Fecha Actualización: 23/02/2013
Finalizado: SI
Votos: 17
Comentarios: 105
Visitas: 76744
Capítulos: 29

Bella Swan nunca pensó que por acceder a regañadientes a los ruegos de su amiga, pasaría un día tan maravillosamente increíble junto a un hombre insaciable.

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 28: Perdonar sí, olvidar no es posible

 

Disclaimer:

Ninguno de los personajes que aparecen en este fic me pertenecen son propiedad exclusiva de S. Meyer. Yo solo me he permitido jugar con ellos para crear esta historia que sí es de mi autoría.


 

Capítulo 28: Perdonar sí, olvidar no es posible.

 

Pov Bella

 

—¿Estáis seguras de hacer esto? –preguntó Edward por milésima vez desde que nos habíamos subido al coche hacia escasamente como media hora.

 

Miré a Chelsea, sentada a mi lado, con expresión interrogante, mi amiga agarrando fuertemente la mano de su marido, me hizo un gesto afirmativo con la cabeza.

 

—Seguras, lo que se dice seguras del todo no lo estamos, pero es algo que tenemos que hacer para terminar de una vez por todas con una situación que nos está minando la moral. Estamos pasando un infierno desde que todo empezó. Aunque tratemos de sobrellevarlo lo mejor que podemos, estamos más nerviosos y ansiosos cada segundo que pasa, nuestros hijos están empezando a verse afectados por esa ansiedad que nos carcome y eso no podemos consentirlo. Por lo tanto, si este es el precio que tenemos que pagar para poder seguir con nuestras vidas sin esta espada de Damocles pendiendo de nuestras cabezas…adelante –le dije intentando sonar convincente aunque no sé si lo estaba logrando porque la verdad es que no estaba para nada convencida de lo que estábamos a punto de hacer, a pesar de la vigilancia que se nos había asegurado…a pesar de las palabras de…ese doctor.

 

—Adelante pues –dijo al tiempo que llegábamos al hospital. Mientras buscábamos sitio para aparcar mi menté voló a los acontecimientos que habían tenido lugar hacía tan solo dos días.

 

Flashback

 

—Te cuelgo, ahora te llamo por el teléfono fijo del despacho para que todos podamos escuchar y hablar al mismo tiempo, nos has pillado en medio de una reunión de edición –dijo Edward  al que fuera que le estuviera llamando cogiéndome al mismo tiempo de la mano y saliendo desesperado hacia nuestro despacho. Hizo un gesto a Chelsea que se levantó para venir con nosotros seguida de Carlos.

 

—¿Ha pasado algo grave? –le pregunté preocupada de que alguno de los nuevos bebés tuviesen algún tipo de problema. Pero no recibí respuesta alguna hasta que no traspasamos la puerta.

 

—Que nadie nos moleste Ángela –le dijo a su secretaria.

 

—Como digas Edward.

 

—Chicos –nos dijo una vez estábamos en el despacho al tiempo que llamaba de nuevo a quien fuera y ponía el teléfono en modo manos libres –es Laurent dice que tiene dos noticias una que ya esperábamos y otra realmente sorprendente. ¿Cuál nos dice primero?

 

—Ummmm…yo creo que la sorprendente ¿no? –dijo Chels

 

—Error –se oyó al otro lado del teléfono mientras Laurent hacia un ruido similar a los aparatitos esos que avisan que se ha terminado el tiempo en juegos como el Pictionary.

 

—¿Entonces porque nos das a elegir? –preguntó mi marido muy confuso y la verdad…yo también lo estaba…este hombre se parecía cada vez más a Irina…no si ya lo dice el refrán: "Dios los cría, y ellos se juntan".

 

—Bueno…es algo que siempre deseé decir. Auch amor no hace falta ser tan animal con un toquecito habría bastado.

 

—Pues eso es lo que era amor, un toquecito.

 

—Caray pues que será cuando toques de verdad.

 

—Quieres dejar de decir gilipolleces e ir al grano de una vez, parece mentira que no conozcas a mi primo y sus…estos…ataques de ira injustificada.

 

—Injustificada dice –gruño mi pedazo de hombre por lo bajo mirando ceñudo hacia el teléfono.

 

—Bueno la noticias es mía ¿no?, pues yo decido como darla –escuché que decía Laurent poniéndose a la defensiva –o es que solo vosotras tenéis el privilegio de…

 

—Mis muy queridos primos –les dijo Edward impaciente pero intentando sonar calmado –estamos aquí ¿recordáis?, nos tenéis que dar dos noticias.

 

—¿Ves?, te lo dije. Mi primo y sus arranques de ira no justificada.

 

—Bueno Irina eso de no justificada vamos a dejarlo bonita –contestó mi marido retorciendo de tal modo el cable del teléfono que estaba segura que los operarios de Telefónica iba a tener que hacer horas extras para desenredar el enredo.

 

—Esto…chicos…porque no dejáis esta tontería de conversación y vais al grano –dije yo en un intento de calmar a mi pedazo de hombre que hasta nervioso y enfadado estaba…¡madre mía como estaba…! que ganas de saltar sobre él y comérmelo a besos y…a ver Bella por favor, un poco de calma hija que estás a punto de escuchar algo sorprendente y trascendental no es tiempo de hacer caso a tus hormonas siempre alteradas.

 

—Qué razón tienes prima, menuda tontería de conversación, luego dicen de nosotras, pues anda que ellos se llevan el premio gordo porque…

 

—¡Irina por favor!, Laurent ¿quieres largar ya de una vez lo que sea que tengas que decir? –repitió mi pedazo de hombre cada vez mas alterado. Carlos a su lado no estaba mucho mejor. Chelsea por su parte agarraba mi mano con tanta fuerza que estaba segura que me iba a dejar marca.

 

—Vale, vale, no te sofoques primo que ya voy al grano ¿es que ni siquiera le dejan a uno poner emoción a las buenas nuevas?

 

—Laurent.

 

—Ya voy. Pues verás la primera noticia es que el juez ha admitido a trámite nuestra denuncia y puesto fecha para el juicio por malversación de fondos para dentro de un mes y…la segunda es que…también se va a celebrar un nuevo juicio por secuestro, no por intento, sino por secuestro y…aquí viene lo sorprendente… —dijo haciendo con la boca un sonido que se quería asemejar a la música de una mala película de suspense, vamos la típica música de pasar algo, como siempre decía mi madre.

 

—Laurent…—advirtió Edward nervioso.

 

—Bueno pues Tanya va a declarar a nuestro favor…

 

—¿Qué? – chillamos los cuatro a la vez totalmente sorprendidos mirando al pobre auricular como si le hubieran salido de repente cuernos y rabo. De la sorpresa yo aterrice de culo en el suelo pues al querer sentarme sobre mi silla, no calculé bien y me di el bofetón, Edward vino a ayudarme tirando tanto del cable  que casi saca el teléfono de su enchufe, yo le hice un gesto para que se tranquilizara al tiempo que Carlos y Chelsea me ayudaban a levantar, daño me había hecho eso es cierto, pero no había tiempo para pensar en esas cosas

 

—Laurent ¿te has dado un golpe en la cabeza? –le preguntó mi marido sin salir del shock mientras yo me frotaba la parte dañada en un intento de mitigar el dolor.

 

—Lo que oís. Por lo visto se ha sometido a un tratamiento nuevo y se encuentra mucho mejor, ha firmado una Declaración Jurada con la presencia de su médico y un abogado, que el mismo doctor la ha buscado, casualmente es el mismo que llamó a Jacob, explicando cómo oyó a Carmen y Elizabeth preparar el secuestro y contratar, a través de un extraño personaje que iba a visitarlas a la cárcel en calidad de abogado, a los secuestradores. Dice que es lo mínimo que puede hacer después del daño que ha contribuido a infringiros  y del que ahora se da cuenta pero…

 

—¡Pero qué…!—chille ahora yo presa de la ansiedad.

 

—Auch Bella mi oído por favor.

 

—Laurent –volvió a decir mi pedazo de hombre ahorcando al pobre auricular. Ufffff pero que sexy se le veía y…Bella Cullen por favor concéntrate.

 

—Ha puesto una condición…—escuché como decía mi primo.

 

—¿Qué condición? –preguntó ahora Edward con tal ímpetu que por un momento estuve segura que iba a atravesar la línea telefónica para agarrar a Laurent del cuello y sacarle la información a garrotazos.

 

—Ha pedido veros.

 

—¡Ah no ni de coña, no quiero ver a esa zorra a menos de mil metros de mi mujer!

 

—Estoy de acuerdo –dijo Carlos.

 

—Edward –le dije impaciente.

 

—Carlos –intentaba razonar mi amiga.

 

—No es negociable Bella –me dijo Edward presa de una furia que no era tal furia sino pánico ya que se pasaba nerviosamente una y otra vez las manos por un pelo que estaba disparado en todas direcciones y en ninguna en concreto, señal de que estaba profundamente angustiado. A mí en ese momento me recordó a Einstein y tuve que hacer un esfuerzo para no reírme así que me lo quedé mirando haciendo extrañas muecas.

 

—Laurent ahora te llamamos vale –le dije colgándole el teléfono una vez se me hubo pasado la idiotez –Edward vamos a ver…

 

—Ni vamos a ver ni nada Bella, esa mujer intentó mataros, nos ha hecho la vida imposible, ha estado toda la vida detrás de mí como una lapa pretendiendo cosas que yo nunca le prometí ni le alenté, está loca ¿quién nos dice que no va a intentar algo cuando nos vea?

 

—Mi vida, sabes de sobra que no fue ella la que intentó matarnos sino Elizabeth y Carmen…

 

—Que se encuentran internadas en la misma prisión en donde se supone que tenemos que ir a verla. ¿Quién nos asegura que no es una nueva trampa y que en realidad los guardas que la custodian no son miembros de la mafia que se han cargado a los verdaderos guardias y…?—argumento Carlos en este momento.

 

—Yo no podría haberlo expresado mejor –le dijo Edward complacido.

 

—A ver un momentito, siempre podemos pedir verla en otro lugar e incluso solicitar que…esas dos individuas queden encerradas mientras estamos allí…¡no! Edward, Carlos, callaros un  segundo y dejadme acabar –les dije haciéndome una nota mental de limitar el visionado de películas y series de corte policíaco, Thrillers psicológicos, suspense e intriga— . Tanya no es mi persona favorita en este mundo pero tenéis  que reconocer que ella fue un títere de Elizabeth, siempre lo fue y es un hecho que está enferma muy enferma. Pero aun así fue capaz de hacernos llegar el mensaje de que íbamos a ser secuestrados y gracias a eso pudimos salvarnos. Sí ya sé los motivos, pensó que me dejarías y regresarías con ella pues en su delirio está o estaba convencida de que en realidad tú estás enamorado de ella. Pero al fin y al cabo nos salvó, quiere ayudarnos de nuevo y…a cambio…solo pide…vernos.

 

—Pues vamos Carlos y yo solos…

 

—De ninguna manera Edward, no vamos a dejar que vayáis solos, además ha pedido vernos a los cuatro –dijo ahora Chelsea poniéndose en jarras lo que indicaba que estaba en modo terco de aquí no hay quien me baje.

 

—Bella, Chelsea, es…peligroso…esa mujer es peligrosa, no nos pidáis…que os expongamos a ese peligro yo…no podría resistir que te sucediese algo mi amor –dijo Edward suplicante,  a punto de caer de rodillas delante de mí  y con lagrimas en los ojos. Yo seguí la dirección de sus manos que iban otra vez a revolver aun más el pelo, a este paso íbamos a necesitar un buen cepillo para poder desenredárselo. Einstein volvió de nuevo a mi mente, ¿se peinaría ese hombre alguna vez?

 

—No estaremos solas, los dos estaréis con nosotras, nuestros guardaespaldas estarán con nosotros, hablaremos del tema con Emmett y Sam para ver que se les ocurre, eso estará lleno de policías…de los de verdad –le dije cortando de cuajo una nueva película alternativa que se estaban haciendo y cortando de cuajo también mi propia diarrea mental —a cualquier mínimo movimiento en seguida podrán con ella…a pesar de lo que estáis… pensando… eso es una cárcel chicos y no es tan fácil tener armas blancas escondidas por ahí. Esto no es una película en donde el malo recibe la lima escondida en una tarta, es la vida real,  es una cárcel de alta seguridad de donde nadie se ha escapado jamás.

 

—Bella yo…

 

—Edward, si queremos acabar con esto, tenemos que ir ¿no lo ves?, que tiempo nos puede llevar, ¿media hora?, ¿una?, ¿qué es ese tiempo comparado con el resto de nuestras vidas?, si queremos pasar página y seguir hacia delante tenemos que hacerlo mi vida.

 

—Tengo miedo.

 

—Y yo —dijo Carlos

 

—Nosotras también –conteste tomando de la mano a Chelsea —pero…podemos expresar esos temores a Laurent, podemos solicitar verla a través de un cristal para que no pueda tocarnos…Edward, Carlos,  hay maneras…seguro que Laurent las encontrará.

 

—Y los guardias…y si los guardias no son  –dale con la película.

 

—Amor, le diremos a Sam, Lizzie, Jacob, Quil, a todos los mejores guardaespaldas que tenemos y que han formado hasta ahora parte de nuestras vidas que entren ahí con nosotros. Sera…una especie de condición.

 

—No te separarás de mí ni siquiera un segundo ¿de acuerdo?, no te separarás de Sam y los demás más de lo necesario ¿estamos?– me dijo mirándome resignado pues sabía de sobra que yo tenía razón –y lo mismo para ti Chelsea.

 

—Totalmente de acuerdo amor.

 

—Yo también lo prometo –dijo mi amiga besando a su marido en los labios para calmarle.

 

Fin del flashback

 

Llamamos entonces a Laurent para transmitirle nuestra decisión y nuestros temores. Por lo que ahora estábamos  sentados en el coche, mirando la puerta del inmenso hospital psiquiátrico de la cárcel como si estas se fueran a echar sobre nosotros en algún momento. La entrevista se haría con Tanya detrás de una mampara de cristal, cosa que no nos había costado mucho trabajo conseguir ya que era normal en casos como este cuando se trataba de delincuentes considerados inestables y peligrosos precisamente por esa inestabilidad. Su médico, aseguraba que no había problema, que estaba medicada, tranquila y muy recuperada pero ninguno de nosotros queríamos correr riesgos. Habíamos dejado a Eddie junto a Marie e Isabella en casa de Sulpicia y Aro ya que Esme y Kate todavía estaban en el hospital con sus nuevos bebés que por cierto eran preciosos. La hermana de Edward y Alice a la que iban a llamar Margaret, Maggie para los amigos, era una adorable bebé con los ojos tan verdes como los de sus hermanos y su madre, el cabello color caramelo como el de Esme y una expresión despierta que presagiaba que teníamos en ciernes una nueva Alice.

 

El hijo de Kate, Garrett junior, era total y absolutamente igual a su padre. Eddie al verlos se los quedó mirando de manera extraña para después plantarles un suave beso, besos que estaba aprendiendo a dar, en sus mejillas. Esme nos pidió a Edward, a mí, a Alice y a Jasper que fuéramos sus padrinos argumentando que todos éramos sus hijos y no se podía decantar por ninguno. Nosotros aceptamos encantados, Marco en ese momento refunfuñó algo así como que en ningún sitio se había visto que un niño tuviera cuatro padrinos, pero una cosa estaba claro, solo había una familia Cullen/Swan/Vulturi y esa era la nuestra. Kate se lo dijo a su hermana y a Laurent, fue un momento único e irrepetible.

 

Tanto los cuatro diablos como Aro, Sulpicia, mis hermanos, que habían viajado con nosotros, y mi madre, apoyaron la decisión de ir a hablar con Tanya. Mi padre y el resto de los miembros de la familia no las tenían todas consigo por lo que Marco había contratado seguridad adicional. Emmett ya lo había hecho desde España de tal modo que el avión en el que viajamos a Chicago iba mas blindado que el Air Force One.

 

Ni que decir tiene que el coche en el que estabamos, cortesía de Marco, era una limusina totalmente blindada e iba conducido por Emmett con Jacob sentado a su lado. Tanto por delante como por detrás de nuestro coche iban varios vehículos llenos de guardaespaldas entre los que estaba el equipo de Sam, Lizzie incluida, que entraría con nosotros.

 

Y aquí seguíamos todavía, mirando las puertas del hospital como si ellas tuvieran la respuesta a todas nuestras dudas existenciales. Edward y Carlos todavía tenían mucho resquemor y a decir verdad nosotras también pero…todos sabíamos que era el único modo. Ella nos iba a hacer el favor más grande de todos y solo puso una simple condición…vernos.

 

Con una extraña tranquilidad salimos del coche y atravesamos las amenazadoras puertas. En recepción nos estaban esperando por lo que sin más dilación nos llevaron a la sala donde se realizaría la entrevista. Era consciente de que no estábamos en ninguna película, pero la sala se parecía mucho a todos aquellos filmes de corte policíaco en donde el malo era visitado por su abogado u otras personas. Una enorme mampara de cristal atravesaba la habitación de punta a punta, y de nuestro lado habían colocado cuatro más o menos cómodas sillas para que nos sentáramos y eso es exactamente lo que hicimos, sentarnos ,ya que nuestras piernas de gelatina no nos permitían estar más tiempo de pié. Los seis guardaespaldas que traíamos con nosotros, comandados por Jacob y Sam y entre los que se encontraban Jacob, Emmett y Lizzie, se quedaron estratégicamente situados en distintos puntos de la enorme habitación. Lizzie se colocó detrás de Chelsea y de mi que nos habíamos sentado juntas y en el medio, al lado de Chels estaba Carlos y a mi lado Edward.

 

Encima de una repisa pude ver una especie de teléfono, supongo que para hablar con el preso en cuestión, pero me llamó la atención que habían colocado altavoces en toda la estancia de manera que Tanya pudiera hablarnos a todos directamente. Sumida como estaba en observarlo todo y en apretar la mano de Edward, el cual no me la soltaba, no me di cuenta de que del otro lado de la mampara se había abierto una puerta y…de repente Tanya se materializó ante nosotros. Pero la figura que teníamos delante no era aquella Cruella de Vil que conocíamos, siempre pintada como una puerta, siempre vestida de diseñador y siempre peinada de peluquería. Esa Tanya que se presentaba ante nosotros, era una Tanya con una belleza más natural, mas suya, sin tanta decoración. Sus ojos antaño fríos y maliciosos, todo hay que decirlo, ahora parecían más… ¿amables? Dos fornidos cuidadores la flanqueaban y detrás de ella se colocaron otros dos policías totalmente armados y dispuestos. Un hombre vestido de médico iba a su lado. Tanya se sentó en la silla que habían dispuesto para ella, apretó el botón que abría el micrófono comenzando a hablar.

 

—Sí hace unos meses me hubieran dicho que yo iba a estar aquí sentada frente a vosotros y a punto de hacer esto, le hubiera contestado que estaba más loco que yo pero el caso es que…aquí estoy. Edd…esto Edward… —empezó a decir mirando a mi marido quien le sostuvo la miraba con expresión impasible —yo te he querido, aunque no te lo creas, te he querido, siempre lo hice aunque mi problema es que no sé si como a un hermano o como a un posible amante –dijo mirando al médico colocado a su derecha y tomándolo de la mano en un gesto indicativo de que necesitaba de una persona amiga que le diera ánimos pues la situación era para ella tan extraña y dura como para nosotros —. Crecimos juntos Edward y no podemos negar que había un cariño…por lo menos de mi parte ya que tengo la sensación de que yo sola me cargué la posibilidad de que por tu parte también lo hubiera. Desde que nací me dijeron que yo estaba destinada a casarme contigo, a ser la señora Cullen y cuando les decía que eso era imposible porque tu…me rehuías, no me amabas o simplemente pensaba o sentía que te caía mal, ellos me contestaban que era tonta, que tú estabas enamorado de mi, solo que te resistías a reconocerlo, que te gustaba vivir tu vida, tener tu espacio antes de comprometerte para siempre, pero que yo siempre debía estar ahí para ti, para darte el sí en el momento en que tu por fin me lo pidieras porque era seguro que me lo ibas a pedir. Yo me consideraba tu novia, tu prometida, porque eso es lo que me hicieron creer que era. Y de tanto como me lo dijeron me lo terminé creyendo, no sé si fue amor o un espejismo Edward, el caso es que te amé, te amé y me dolían tus rechazos, pero a cada lagrima que soltaba, Elizabeth y mi madre…o debería decir, Carmen y mi madre, me decían enfadadas conmigo que era tonta, que tú me amabas, solo que…no te dabas cuenta aún, que no llorase, que luchase por ti, que el premio merecía la pena.

 

—Me dijeron que siempre debía estar hermosa ante ti, que te gustaban las mujeres guapas, maquilladas y muy bien vestidas y eso es lo que hice, centré toda mi vida en conseguir que me quisieras. Cada vez que salías con una chica me clavabas una puñal que iba directo al corazón, pero terminabas rápido con ellas por lo que llegué a no tomarlas importancia. Cuando mi prima Chelsea apareció en tu vida la odié por conseguir estar a tu lado, de todos modos prima –dijo mirando ahora a mi amiga —también crecí con el odio inculcado hacia ti pensando que eras la prima tonta y fea a la que no había que hacer caso, la que había que despreciar e ignorar, por eso no comprendí que Edward te tomase más en serio que a mí y que hubieras sido aceptada sin más ni más en un grupo al que yo estaba deseando pertenecer. Por eso cuando os enfadasteis con ella fui feliz—siguió contando mirando de nuevo a Edward—, feliz porque ella tampoco te había conseguido. Mientras tanto, esas dos… seguían diciéndome que tú eras para mi, que nunca podría haber ninguna otra porque tú solo me querías a mi…y esa era la ilusión que yo tenía hasta que…hasta que apareciste tu Bella –ahora se dirigió a mi—, y te odié, nadie puede saber mejor que yo como te odié y porque te odié, al principio seguí sin rechistar todas las acciones que Carmen y Elizabeth hacían contra ti. No podía creer que alguien como tú pudiera contra mí y mi…supuesta belleza, aunque ahora lo entiendo Bella, mejor de lo que crees. Me tenían engañada, ahora lo sé. Edward apreció desde el principio esa belleza natural que tú tienes, sin adornos ni decoración, esa belleza que está en ti tanto por dentro como por fuera, ahora lo entiendo y ya no te odio Bella. Aquella vez en tu casa cuando me enseñaste aquel anillo diciendo que Edward te había pedido en matrimonio fue…el peor momento de mi vida, mi castillo de naipes cayó, mi perfecta vida ya no estaba, todo se derrumbó ante mí y mi corazón se partió en mil y un pedazos. Por eso seguí haciendo todo lo que Elizabeth me dijo, me movía la venganza, el odio y el rechazo.

 

—No podía creer tu mirada impasible cuando fui detenida justo en la puerta de tu casa –siguió diciendo mirando de nuevo a Edward—, era impensable para mí que tú pudieras consentir eso, pero lo hiciste y odié más a Bella por ello. Cuando me juzgaron y sentenciaron a prisión no me lo podía creer, no podía creer que tú, Edward, me rechazases de esa forma, que dejases que me llevaran a esa celda húmeda y fría con tal de quedarte con…la que yo en ese momento consideraba una zorra que te había sorbido el cerebro, que solo buscaba tu fortuna y posición, o al menos eso era lo que me hacían creer… ellas dos. Pero al ver que no movías un dedo por mí, aun cuando yo te rogaba por ello, en ese momento me di cuenta de que tal vez…tal vez…llevaba toda mi vida siendo engañada, siendo un títere en manos de esas dos mujeres. Ya había empezado a pensarlo cuando descubrí que Elizabeth era mi madre y no Carmen. Lo que quiero decir es que fue…aquí…entre rejas…cuando me di cuenta de que realmente había vivido en un engaño durante toda mi vida, en un espejismo, que había sido el juguete de dos mujeres vengativas a las cuales yo les importaba menos que una….mierda. Pero tenía miedo, ellas…son…muy poderosas, incluso aquí dentro, por lo que fingí estar de su parte, cuando escuché los planes de secuestro y que pretendían mataros tanto a ti como a vuestro bebé –dijo mirándome de nuevo a mi –supe que había llegado el momento de espiar mi culpa. Llamé a mi abogado, uno limpio y honesto que buscó Ian, mi médico, para mí –añadió mirando ahora al médico que le devolvió la mirada dándole nuevos ánimos—, el resto ya lo sabéis. Pero tenía que buscarme un seguro de vida, y ese era hacerme pasar por loca, por eso les dije que lo había hecho por la sencilla razón de que al ver que yo le había salvado la vida a Bella, tú volverías a mí –volvió a mirar de nuevo a mi marido—, sabía que ellos al final me internarían en el ala psiquiátrica lejos de ellas, ya que llevaban tiempo valorando la posibilidad e Ian me apoyaba en todo pues desde el principio fue mi cómplice. Aunque seguiría en el mismo edificio que ellas, estaría en otra ala distinta y por fin…podría verme libre de su maligna influencia. Aquí ha sido donde por fin he tenido la perspectiva que necesitaba para hacer lo que tengo que hacer…declarar en su contra y acabar con su poder.

 

—Chelsea querida prima, perdona por todo lo que te he hecho, perdona los desplantes, la prepotencia con que siempre te traté, se que salvando las vidas de Bella, su bebé y de Edward, también salve la vuestra y las de vuestros hijas y me alegro, espero que algún día puedas perdonarme.

 

—Y qué decirte a ti Bella, que ya no te odio, nunca seremos grandes amigas, pero me gustaría tu perdón, el perdón de todos, solo así podré seguir adelante.

 

—Edward, como te he dicho antes yo te amé, no sé si fue un espejismo pero te amé de verdad y todavía lo sigo haciendo –dijo cogiendo la mano al médico que se había puesto a su derecha el cual, con paciencia, le acariciaba el hombro y el pelo conforme hablaba dándole ánimos para seguir –pero ahora sé y asumo que no me correspondes, que nunca lo hiciste incluso antes de que Bella apareciera en tu vida. Ahora entiendo que Bella no tiene la culpa de habernos separado, que ella nunca se interpuso entre una pareja que nunca existió y ya no la odio. Sé que nunca voy a salir de entre estas cuatro paredes pero aquí puedo tener un futuro si me lo propongo o al menos vivir como pueda y morir en paz, pero para eso tengo que poner en orden mi pasado. El primer paso ya está dado, os vuelvo a pedir perdón. El segundo, lo daré dentro de dos semanas cuando me llamen a declarar y las hunda por fin en la miseria en donde se merecen estar por haber destrozado mi vida e intentar destrozar las…vuestras, todo por culpa de una venganza, del ansia de poder y la ambición.

 

—Tanya –comenzó a decir Chelsea agarrando fuerte la mano de su marido –no sé si sabrás lo que es vivir toda tu vida a la sombra de la prima perfecta, pero eso te hace sentir como una porquería a la que solo se debe pisar. Al lado de Carlos aprendí a quererme y poco a poco me fui dando cuenta de que no eras…tan perfecta…que eras una pobre miserable al servicio de dos arpías. No sé si pueda olvidar todos esos años de rechazo y de sentirme la última porquería del último perro de la última esquina más mugrienta de la ciudad, no sé si podré olvidar el momento en que pensé que mi vida y la de mis hijas había terminado, pero…no está en mi naturaleza negar el perdón a aquel que me lo pide de forma sincera, no podría dormir bien por las noches. Creo que por fin has aprendido a ser humilde, por lo tanto…te perdono prima, pero solo eso ya que olvidar no puedo, quieres mi perdón para seguir adelante pues ya lo tienes… te deseo que seas muy feliz, tan feliz como lo soy yo al lado de mi marido y de mis niñas –añadió levantándose para salir de la estancia.

 

—Mi hijo casi se muere por culpa de esas dos...arpías…—empecé yo mirándola fijamente a unos ojos azules que ya no eran fríos solo reflejaban…soledad –y tampoco sé si pueda olvidar nunca aquellos momentos en que pensé que todo se derrumbaría, pese a los psicólogos y mis esfuerzos por lograrlo, pero soy igual que Chelsea, en mi forma de ser no entra la posibilidad de negar el perdón a aquel que me lo solicita, pero no pidas que olvide Tanya, porque de momento no podré hacerlo. Te perdono, sigue con tu vida y espero que sea tan plena y feliz como la mía aunque sea dentro de estas cuatro paredes –dicho esto miré a mi esposo para ver si tenía algo que decir, deseaba salir de ahí.

 

—Yo también te perdono Tanya, pero tampoco sé si podré olvidar todo lo que hemos pasado, por tu culpa, por la de ellas…yo ya no se por quien, pero casi me destrozáis la vida. Nunca te di motivos para pensar que te amaba, nunca te di alas ni esperanza, creo que a veces fui hasta demasiado cortante contigo, pero se ve que estabas muy bien manipulada porque nunca te diste por vencida. Pero te perdono Tanya –dijo levantándose y cogiéndome de la mano –sigue con tu vida sé feliz como yo lo soy. Me gustaría que pudieras casarte con alguien a quien ames de verdad tanto como yo amo a mi Bella, te deseo que tengas hijos tan hermosos como el mío, porque solo así podrás llegar a saber el alcance del daño que hubieras podido causar tanto a mí como a toda mi familia incluyendo a Bella y a mi bebé en ella por supuesto porque ellos dos son todo para mí. Aunque me temo que ese deseo no podrá cumplirse ya que de momento te quedan muchos años de prisión.

 

—Supongo que eso es todo lo que podré tener y me conformo, es lo justo, nos veremos en los tribunales, es lo último que haré por vosotros, procurar que vuestra vida sea dichosa y tranquila como lo espero que sea la mía a partir de este momento –dijo Tanya levantándose para salir de la estancia.

 

Tomados de la mano y sin mirar atrás salimos de aquella cárcel/hospital que me ponía los pelos de punta. Nos reunimos con nuestros amigos y nos encaminamos a la Mansión Cullen donde esperaban ansiosos nuestras noticias.

 

—Vaya al final le llegó la cordura –dijo Alice incrédula de lo que escuchaba.

 

—Solo es una pobre mujer manipulada y engañada por dos….uffff ni siquiera encuentro la palabra para definirlas y eso que una de ellas se supone que es mi hermana –dijo Esme totalmente enfurecida.

 

—En el fondo me dio pena, mi perfecta prima acabó siendo una niña rota –dijo Chelsea con tristeza.

 

—Nos pidió perdón y eso ha tenido Chels, no lo pienses mas dijo Edward apretándole el hombro.

 

—Edward –dijo Laurent –el juicio por secuestro es dentro de dos semanas y…como abogado os comunico que es obligatorio que estéis presentes…los seis –añadió dirigiendo su mirada a nosotros, mis hermanos, a Chelsea y a Carlos –Jacob –dijo ahora mirando a nuestro amigo –tú fuiste el que recibiste esa llamada de su abogado avisando del suceso y me gustaría citarte como testigo, ¿puedo enviarte una citación?

 

—Por supuesto que puedes y no te quepa duda de que allí estaré –dijo Jacob muy seguro.

 

—Y yo vendré contigo como testigo de todo lo que allí pasó, Laurent ¿puedo sugerirte que me cites a mí también?

 

—Ya lo había pensado.

 

—Pues contad conmigo

 

—Y también conmigo y con mi equipo  –dijo enseguida Sam. Nosotros no pudimos más que mirarlos a todos reflejando en nuestras expresiones el más profundo agradecimiento.

 

—Laurent –preguntó ahora Rose –¿nosotros no tenemos que declarar?

 

—Sí, por supuesto, vuestro testimonio lo doy por descontado, seréis los principales testigos de la acusación junto con Tanya.

 

Y así fue como a las dos semanas volvíamos de nuevo a Chicago para asistir al tan ansiado juicio. Tomados de la mano entramos en esa sala donde se decidiría nuestro destino. Tomamos asiento en los lugares reservados a la acusación particular de la que nosotros formábamos parte. Al igual que en la entrevista con Tanya, Chelsea, Rose y yo nos sentamos en medio con nuestros maridos flanqueándonos por los lados. Emmett estaba justo detrás de Rose ya que al no ser testigo directo de los hechos no podía estar en ese banquillo. Al lado de Emmett estaba el resto de la familia, menos los pequeños, que se habían quedado en casa con un ejército de canguros y otro más de guardaespaldas, fuertemente custodiados dentro de la ya tristemente famosa habitación del pánico que también existía en la Mansión Cullen. Del mismo modo, toda la familia habíamos llegado al juzgado en medio de unas muy estrictas medidas de seguridad, cortesía de Marco ya que ningún miembro de nuestro propio equipo  estaba protegiéndonos  por motivos obvios. Todos esperaban su turno en la sala destinada a los testigos de la acusación. Laurent e Irina habían conseguido que los policías que participaron en aquel suceso y que fueron también testigos directos del asunto, firmaran una Declaración Jurada de lo que vieron y que, en su momento, sería presentada como prueba.

 

El Juez hizo su entrada y anunció el inicio de sesión, Una de las puertas laterales se abrió y por ella aparecieron Elizabeth y Carmen quienes nos miraron con odio, sobre todo a mí. Edward sostuvo la mirada a la que pensó por muchos años que era su madre, impasible, sin el menor pestañeo, nunca le había visto ese gesto adusto pues era un chico amable y tierno y eso me dio un poco de miedo aunque también le comprendía ¿cómo no iba a hacerlo? Me miró y al ver mi cara rodeó mis hombros con sus brazos en un gesto protector.

 

Y cuando fue su turno Tanya apareció dejando a las dos brujas con la boca más abierta que un buzón de correos. Lentamente, sin prisas, demostrando que estaba cuerda y para nada delirante fue explicando al jurado uno por uno todos los acontecimientos que habían tenido lugar desde que todo esto se inició, terminando por relatar el modo y la forma en cómo se gestó el secuestro e intento de asesinato.

 

Jacob, Sam, Lizzie  y el resto del equipo aparecieron para corroborar su testimonio, acto seguido fuimos subiendo al estrado Rose, Edward y yo para dar la estocada final. Las pruebas fueron presentadas y como la defensa no pudo presentar testigos pues no había nadie para defenderlas, se las declaró culpables en una reunión del jurado tan relámpago que casi no nos dio tiempo a levantarnos cuando ya estábamos de nuevo sentadas.

 

—Señor Presidente del jurado como declara a la señora Elizabeth Vulturi por los cargos imputados

 

—Culpable.

 

—Y como declaran a la señora Carmen Denali por los cargos imputados

 

—Culpable.

 

Con la promesa de que en breve plazo de tiempo dictaría sentencia, el juez levantó la sesión. Un grupo bastante numeroso de guardias se llevó de la sala a dos acusadas que se negaban a marchar, peleando entre los brazos de los policías para dirigirse hacia nosotros, diciendo en voz alta maldiciones, acusaciones, amenazas e improperios. El juez les advirtió que eso solo reforzaba su decisión de incomunicarlas hasta que se dictara una sentencia que, por sus palabras, adivinábamos cual era. No obstante había tres bebés de por medio y una niña en el momento de los hechos, eso era algo que la ley no pasaba por alto.

 

Por primera vez desde que había empezado todo esto teníamos tranquilidad. Volvimos a España en el avión de la compañía que todavía iba fuertemente custodiado pero nos dio igual, íbamos satisfechos, tranquilos, contentos y felices. Era hora de enfrentar nuestra nueva vida, lejos de las amenazas aunque todavía y hasta que no se celebrara el juicio por malversación de fondos, tendríamos que conservar los guardaespaldas.

 

El mencionado juicio se llevó a cabo en el plazo y fecha señalados. A este juicio además de Carmen y Elizabeth acudieron también Rebeca, Rachel, la madre de Chelsea y Eleazar pues todos estaban implicados. Nuevamente se los consideró a todos culpables aumentando todavía más años a unas condenas que ya de por si eran perpetúas y lo más importante, se les embargó todos los bienes para pagar las múltiples deudas contraídas. Entre los mafiosos corrió la voz de que Carmen Denali y Elizabeth Vulturi se habían quedado insolventes y no estaban en condiciones de pagar por los servicios que solicitaban así que dejamos de ser objetivo de la mafia y ésta nos dejó tranquilos. Los guardaespaldas poco a poco se fueron yendo pero seguimos conservando la  amistad con muchos de ellos, pues habíamos pasado mucho tiempo todos juntos. Acordamos reunirnos una vez al mes para conversar y charlar.

 

El tiempo siguió pasando inexorable, un tiempo del que nos permitíamos disfrutar con tranquilidad, compartíamos tiempo con nuestro hijo, jugando con él, llevándole al parque, a teatros infantiles de títeres o payasos, al circo, al zoológico y leyéndole muchos cuentos después de baño momento que nos encantaba a los tres; también buscábamos todos los días un espacio dedicado única y exclusivamente a nosotros dos. Y los fines de semana dejábamos los niños con Rose o Chels y salíamos en pareja como los dos enamorados que éramos. Por supuesto también nos quedábamos nosotros con Rose o las niñas para que mis hermanos y amigos pudieran hacer lo mismo. Y era muy común entre nosotros que las comidas tanto del sábado como de los domingos las compartiéramos todos juntos en una casa o en otra. A estas comidas se apuntaban Jacob y Lizzie bastante a menudo.

 

Y así como quien no quiere la cosa, había llegado una fecha muy señalada para nosotros.

 

—Está todo listo –preguntó por enésima vez mi pedazo de hombre entrando a la cocina donde una gran tarta de tres pisos, uno por cada niño, presidía toda la estancia.

 

—Sí, ya está todo preparado.

 

—Pues sal afuera y dime quienes son más niños, si los niños o los grandes –me dijo cogiéndome de la cintura y llevándome al exterior donde una gran variedad de atracciones infantiles estaban instaladas en nuestro jardín trasero para celebrar el primer cumpleaños de nuestro hijo y nuestras ahijadas. Lo que Edward quería que viera no era el decorado ni las múltiples atracciones que había contratado, él quería que me fijara en la inmensa piscina de bolas, con sus toboganes correspondientes, que presidia el Jardín apostada en el medio del mismo, y en la que ahora jugaban los niños grandes. Sí, han leído ustedes bien, los niños grandes. Los cuatro diablos junto a sus parejas, Rose, Chelsea, Emmett, Renée y mis tíos Aro y Sulpicia saltaban y brincaban de un lado a otro persiguiéndose a través de los toboganes por toda la piscina, mientras los niños pequeños cuyos padres los iban dejando en la casa conforme llegaban, los que de verdad deberían estar ahí dentro, contemplaban ensimismados el espectáculo que estaban dando los que se suponían que eran los adultos. Y debo decir que estaban de lo más divertido.

 

—Vamos Bella, anímate, me grito Alice ates de ser engullida por un montón de bolas regalo de Laurent que estaba detrás de ella y ¿por qué no? allí que me metí con ellas llevando a mi niño conmigo, saltando, riendo y dejándome llevar por la felicidad que me embargaba. Al final Edward y Carlos no pudieron resistirse metiéndose con nosotros a la atracción, llevando consigo al resto de los niños que estaban más que dichosos de descubrir un montón de adultos que se ponían a su altura. Ni que decir tiene que los abuelos y mi padre no estaban para nada de acuerdo con nuestra actitud, pero se cortaron muy mucho de decir nada, más miedo tenían a Didyme y a Renée. Cayo, también presente, estaba divertido con la situación, aunque nunca lo reconocería.

 

El primer cumpleaños de los niños fue todo un éxito, los payasos que Edward y Carlos habían contratado hicieron las delicias de los pequeños y no tan pequeños. Eddie, Isabella y Marie, soplaron la inmensa tarta ayudados por Chels y por mí. Los niños se divirtieron un montón y nosotros con ellos. Tanto mi hijo como mis ahijadas recibieron un buen montón de regalos tanto de sus amigos como del resto de la familia. Fue un día inolvidable, único, original, muy al estilo Cullen/Swan/Vulturi, dentro de un futuro feliz que nos esperaba y recibía con los brazos abiertos.

 

Pero todavía nos quedaban cosas por vivir y una de ellas llegó justo unos meses después, la doble y deseada boda de Alice e Irina para la cual ya estaba todo dispuesto. La iglesia, los padrinos, las damas de honor, el cura, los novios, solo faltaba que las novias hicieran su entrada triunfal…pero… las novias no llegaban ¿dónde diablos estaban las novias?

 

—¿Se puede saber que les pasa y porque tardan tanto? –nos interrogó Marco a Esme y a mí como si nosotras tuviéramos la respuesta a todos los enigmas de la vida.

 

—Un momento voy a ver qué sucede –le dije a Esme que ya tenía bastante con calmar a su muy hiperactiva hija, copia exacta de Alice como ya predije en su día. Me encaminé hacia la zona de la iglesia en donde las novias esperaban a que sonase la música que les daba la entrada. Cuando llegué allí el espectáculo era desolador. Tanto Alice como Irina estaban las dos sentadas en el amplio sofá, hechas un mar de lágrimas y todas despatarradas.

 

—¿Qué sucede?

 

—Ellos no nos quieren, no quieren casarse –sollozó Irina.

 

—Vamos no seáis idiotas están ahí fuera esperando por vosotras.

 

—Lo hacen porque nosotras los hemos obligado, buaa –sollozaba Alice pañuelo en mano e Irina la secundaba —tanto insistimos que al final nos lo pidieron porque no tenían otro remedio, pero en realidad no querían, los forzamos y nosotras no queremos que se casen a la fuerza, los amamos mucho como para forzarlos a hacer algo así –continúo Alice haciendo unos estruendosos gritos tanto con el pañuelo al sonarse como al llorar, ruidos y gritos que eran corroborados por Irina y a mí me empezaron a desesperar. Ni corta ni perezosa y sin saber lo que hacía, salí del aquel cuarto y me encaminé de nuevo al altar. Edward al verme llegar me interrogó con la mirada pero no le contesté.

 

—No quieren casarse –les solté de sopetón y sin anestesia local o total a los dos pobre novios que estaban deseosos esperando en el altar y ambos se quedaron con la quijada colgando.

 

—¿Qué? –gritaron los dos a la vez.

 

—Lo que oís, dicen que os han obligado y coaccionado pero que vosotros no queréis casaros por lo que no pueden forzaros a hacer algo tan importante en contra de vuestra voluntad.

 

—¿Pero estas niñas son gilipollas?– bramó Marco furibundo – después del lió que han armado todos estos meses volviéndonos locos a todos y de cómo nos han tenido de un lado para otro, serán imbéciles… esto…perdón padre perdón pero es que estas muchachas son capaces de sacar lo peor que hay en mí.

 

—Está usted perdonado señor Vulturi —dijo el cura que curiosamente era el mismo de nuestra boda y al que se le veía esto...digamos… ¿muy entretenido? con la situación

 

—Oh no de ninguna manera, no he aguantado yo tanta tontería por parte de las dos para que ahora no quieran casarse vociferó Sulpicia, de esto me encargo yo.

 

—Voy contigo –dijo Esme dejando a Maggie en los brazos de un Carlisle un tanto confundido, una de las dos estúpidas resulta que es mi hija y…

 

—¡No!, chillo Jasper totalmente decidido y parando a las dos mujeres de pronto, ambas se quedaron con un pie arriba y otro abajo como si hubieran sido congeladas, tal fue la magnitud del grito—, de esto nos encargamos nosotros. Tienen razón en que nos ha costado mucho decidirnos pero no era porque no las quisiésemos o no quisiéramos casarnos, simplemente era porque para nosotros la situación era cómoda, pero tienen razón y somos nosotros los que tenemos que arreglarlo. Las amamos muchísimo, teníamos que haber hecho esto mucho antes pero, como digo, nos acomodamos con una situación que nos tenía viviendo como una pareja ya casada. Es obvio que ellas querían más pero no supimos darnos cuenta, pero nadie nos ha forzado a nada, lo decidimos nosotros solitos.

 

—Cosa que a mí siempre me pareció muy mal, me refiero a vivir como una pareja casada sin estarlo, ¿no lo ve usted así padre? –le preguntó el abuelo Edward al pobre cura.

 

—Hombre…pues…en fin…estamos en el siglo XXI y…no en la Edad Media…pero vamos que sí, tienen toda la razón –termino de decir cuando vio la cara de pocos amigos del abuelo Marco —lo cierto es que su familia me parece muy…interesante…cuando me enteré que de nuevo habría una boda doble en la familia Cullen Vulturi me ofrecí voluntario y…

 

—Hijo –intervino ahora Carlisle siempre conciliador interrumpiendo al cura –ese discurso que nos habéis echado está muy bien pero ¿no crees que deberíais ir a decírselo a ellas?

 

—Y de paso les dais aun buen sopapo a mi hermana y a mi prima  de parte mía –dijo Kate muy enfurecida meciendo a Garrett junior para que dejara de llorar.

 

—Quedaros todos aquí, que ya nos encargamos nosotros, ¿vamos Jasper?

 

—Te sigo.

 

—Pero no se puede ver a la novia antes de casarse –dijo Dydime.

 

—Créeme abuela, no las vamos a ver. Hablaremos por detrás de la puerta.

 

Y nunca sabremos lo que pasó, pero el caso es que después de un buen rato en los que pasamos todos muchos nervios, dos sulfurados Jasper y Laurent ocuparon su lugar, momentos después salieron dos muy recompuestas, sonrientes y felices novias al encuentro de sus futuros maridos como si no hubiera pasado nada.

 

La boda fue preciosa, no exenta por supuesto de las interrupciones al estilo Cullen/Vulturi/Swan. El cura se lo pasó en grande nuevamente todo hay que decirlo. El banquete, karaoke incluido, fue espectacular. La noche de bodas particular que disfrutamos mi pedazo de hombre y yo fue… memorable, de las que nunca se olvidan. Eddie fue nuestro cómplice aviniéndose a dormir como un tronco toda la noche.

 

La vida ahora nos sonreía, ahora por fin éramos felices, ahora nadie nos amargaba la existencia ni amenazaba nuestra dicha.

 

—¿En qué piensas? –me preguntó mi pedazo de hombre mientas acariciaba mi pelo puesto que mi cabeza descansaba en su hombro desnudo, ambos recuperándonos de la intensa velada de amor.

 

—En que nunca le estaré más agradecida a Alice por obligarme a aceptar esa cita casi a ciegas.

 

—Totalmente de acuerdo mi amor. Gracias a ese diablo encontré a mi mujer perfecta justo cuando estaba empezando a dudar de su existencia. Si hubiera hecho caso antes…no sabes lo mucho que te amo mi vida, tú y mi hijo sois todo para mí, os venero, os adoro y os idolatro.

 

—Nosotros a ti también Edward y ahora mismo tu encantadora mujer perfecta va a demostrarte lo perfecta que es para ti –le dije subiendo a horcajadas sobre él y continuando con nuestra velada de amor y también con nuestra recuperada vida.

 

Poco tiempo después nos enteramos de que a Tanya se le había concedido un permiso penitenciario que le permitía salir de la cárcel durante el día y volver a dormir por la noche, los fines de semana podría dormir fuera de ella. Su médico fue el que solicitó este permiso carcelario mediante un documento firmado por él, en que él se hacía responsable de ella argumentando que era momento de que se fuese reincorporando poco a poco a la sociedad. El mismo doctor le había procurado un trabajo en un supermercado para que tuviera disponibilidad económica y la había ayudado a encontrar un pequeño apartamento para los fines de semana cuyos gastos corrían a cargo del estado hasta que ella no fuese económicamente independiente. Su abogado y el Ministerio Fiscal, nos preguntaron, a través de Laurent e Irina, si teníamos algún inconveniente en que ella estuviese más o menos libre, el médico nos aseguró que estaba totalmente recuperada y se nos juró y perjuró que no podría viajar ni salir del país bajo ningún concepto, estaría siempre vigilada.

 

Al estar abolida la pena de muerte en el estado de Illinois, Carmen y Elizabeth habían sido condenadas a Cadena Perpetua y trasladadas por separado a otras dos prisiones de máxima seguridad fuera del Estado. Se les había negado la posibilidad de salir bajo fianza por buen comportamiento y permanecerían para siempre fuertemente custodiadas y con las visitas restringidas, sus abogados incluidos, ya que no los necesitarían y además, no podían comunicarse entre ellas bajo ningún concepto, de hecho estaban cada una en una cárcel de un estado distinto. Tanto a Rachel como a Rebeca se las separó también en cárceles distintas por si acaso y lo mismo sucedió con la madre de Chelsea. Eleazar permaneció donde estaba pero también incomunicado. Su amenaza por fin ya no existía.

 

Después de pensarlo mucho, decidimos que nosotros no queríamos negarle a Tanya la posibilidad de ser feliz pues la considerábamos una víctima más que un verdugo, así que dijimos que sí con la condición de que no se acercara a ningún miembro de la familia, Chelsea y Carlos incluidos en ella. Aunque de momento no pudiéramos olvidar porque eso nos resultaba imposible, era tiempo de perdonar, de dejar los malos momentos atrás conservando solo del pasado los buenos recuerdos, esos que hay que atesorar en nuestro memoria, esos que nos permiten seguir avanzando y continuar con nuestras vidas, esos que contribuyen a hacernos mejores personas.

 

Y eso es lo que me llevaba en claro de todo esto: el primer día que le vi cuando Alice me obligó a aceptar aquella famosa cita a ciegas, las fotos en la Puerta de Alcalá y la Cibeles, nuestro recorrido del día siguiente por el Paseo del Prado y la visita a los museos, la primera vez que hicimos el amor, la segunda cita cuando hablamos en la habitación del hotel y fue tan sincero conmigo hablándome de Elizabeth y de Tanya, pidiéndome después que fuera su novia, cuando me pidió en esa velada hermosa que fuera su esposa, cuando nos casamos, la maravillosa luna de miel, el nacimiento de mi hijo, todos y cada uno de nuestros momentos de amor.

 

La memoria es como un inmenso ordenador capaz de almacenar buenos y hermosos recuerdos y de dejar en un lado, relegados al olvido, los malos. Ese no era el fin de nuestras vidas, era la continuación de ellas, sin amenazas ni miedos. No sería un camino de rosas, nada lo es, habría momentos malos y buenos, discusiones, pero los enfrentaríamos siempre juntos y escudados por el inmenso amor que nos teníamos, junto a nuestra particular y curiosa familia.

 

                                                            FIN

 


 

Hola chicas ¿cómo os va?

 

Bueno pues como veréis hemos llegado al final de la historia, en un capitulo que espero que sea de vuestro agrado. Todavía me falta por subiros el epílogo y los outakkes pero la historia en sí ha llegado hasta aquí.

 

Quiero daros las gracias a todas las que me habéis seguido capítulo tras capítulo siendo fieles a mí a pesar de que en un momento determinado y por motivos muy personales empezó a faltarme el tiempo dando como resultado el no poder contestaros los comentarios y atrasando la publicación de los capítulos. Por todo esto os doy de nuevo las gracias y os pido perdón.

 

Gracias a todas de verdad por esos maravillosos comentarios que he ido recibiendo capitulo tras capitulo y que han sido para mí un bálsamo capaz de subirme unos ánimos que a veces tenía demasiado por los suelos.

También deciros que tengo escrito una especie de mini fic que os subiré en breve, si es posible mañana por ser el Día de San Valentín, se llama En busca de un amor perdido, si es posible subiré  otra especie de OS o mini fic también por San Valentín fecha de la que yo soy una gran fan pues lo considero un tributo al amor en todas sus acepciones. Y con ello me despido por un tiempo hasta que mi próxima historia La Apuesta esté más o menos escrita y así evitar los retrasos que por causas ajenas a mi voluntad, ha sufrido esta fic a la hora de su publicación.

 

Muchos besos y muchas gracias. Nos vemos en el  epílogo y en los outakkes.

Capítulo 27: Antojos Made in Spain y la teoria de los planetas Capítulo 29: Epílogo: Momentos sueltos de una vida plena y feliz

 


 


 
14439875 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10757 usuarios