UNA CITA CASI A CIEGAS

Autor: AlienaCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 07/04/2012
Fecha Actualización: 23/02/2013
Finalizado: SI
Votos: 17
Comentarios: 105
Visitas: 76733
Capítulos: 29

Bella Swan nunca pensó que por acceder a regañadientes a los ruegos de su amiga, pasaría un día tan maravillosamente increíble junto a un hombre insaciable.

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 4: Capitulo 4: La señora y la señorita Swan con la mecedora y la lámpara en el pasillo

 

DISCLAIMER: Ninguno de los personajes que aparecen en esta histoira me pertenecen, son propiedad exclusiva de S.Meyer

Capitulo 4: La señora y la señorita Swan con la mecedora y la lámpara en el pasillo

 

Pov Bella

 

—No quiero que esto termine cuando tenga que marcharme  –me dijo   minutos después de haber recuperado nuestra respiración tras una nueva sesión de maravilloso y explosivo sexo—. No quiero separarme de ti Bella Swan… no puedo, es superior a mí. 

—Yo tampoco quiero hacerlo…—le contesté ilusionada porque quisiera continuar con esta…llamémosle de momento amistad con derecho a roce, y menudo roce, sí señor. No es que yo haya tenido muchos novios ni soy  mujer a la que le guste el aquí te pillo aquí te mato, pero es que este hombre….

—Bella, ante todo quiero que sepas que no  soy un hombre acostumbrado a conocer a una mujer y llevarla directamente a la cama –vaya ahora es como ese vampiro del libro y lee la mente. Bella por si las moscas ándate con cuidado con  lo que piensas, se acabo la libertad de expresión mental –ya te he explicado los motivos y razones que me trajeron hasta aquí —seguí escuchando que me decía sacándome de mis pensamientos —puede que pienses que esto ha ido demasiado deprisa y quizás tengas razón, pero no en mi caso, porque yo tengo la impresión de que te conozco desde hace tanto tiempo que siento que esto es lo correcto, que este es mi lugar, que tú y yo teníamos que terminar así.

—Yo también siento lo mismo Edward, Alice siempre me habló de tu familia, de tu tía, tus primas, de tus padres, de Tanya…de…ti. He de reconocer que siempre ponía especial  atención cuando me hablaba de ti, aunque yo no tuve tanta suerte de que ese volcán huracanado que tienes por hermana  “perdiera”  sin querer una foto tuya.

 —No he  tenido demasiadas relaciones en mi vida—, seguí explicándole— la última fue hace cuatro años. No quiere decirse que no haya salido por ahí que lo he hecho, pero se han quedado en una serie de citas esporádicas, concertadas por tu hermana o mi cuñada en su mayoría, que se ha quedado en una simple cena porque la cita en cuestión no me llamaba. Lo que quiero decir es que soy una chica normal, con una vida bastante tranquila, que no acostumbra a salir demasiado y a la que no se le conocen casi ningún novio aunque no creas, tengo mi propio acosador personal. 

—Pero mi problema es que  sí creo que las cosas entre nosotros se han dado un poco rápido y tengo una variedad de sentimientos encontrados, me siento  confundida. Por un lado no se qué pensar de esto –dije señalándonos a los dos con la mano —pues es la primera vez que hago una cosa así; por otro lado, siento, al igual que tu,  que estoy en el sitio correcto, pero a la vez  creo que  en cierto modo y para lo que yo estoy acostumbrada, hemos ido muy deprisa. Sin embargo  no quiero que pare, quiero seguir… no sé si podrás entenderme porque ni yo misma puedo…

—Por supuesto que te entiendo. Como ya te he dicho, yo tampoco acostumbro a conocer a una chica y a los diez minutos estar con ella en la cama, de hecho también es la primera vez que hago esto pero la verdad es que no me arrepiento. Me quiero quedar aquí Bella Swan, quiero explorar esto que ha nacido, ponerle un nombre, ir poco a poco, sin prisas, ver hasta dónde podemos llegar,  conocernos, hablar de nuestros gustos, aficiones, costumbres, descubrirnos poco a poco el uno al otro…pero tampoco quiero que dejemos de tener estas sesiones de sexo, o mejor yo prefiero llamarlo amor,  son adictivas Bella Swan, siento que ya nunca podre estar sin ellas. Quiero que esto fructifique, llegar a algo contigo y para eso he decidido quedarme en Madrid una temporada que podría llegar a convertirse en permanente si nuestra relación funciona. De momento tengo el reportaje, que un diablo que tengo por tía me ha inventado y que ya ha metido en el apartado de proyectos por entregar, y después…bueno tengo varias ideas. Así que, dime ¿quieres que lo intentemos?, ¿quieres que pongamos nombre a esto?, sinceramente la palabra amigo se queda corta para describir lo que en estos momentos siento y lo que quiero ser para ti, pero tú tienes la última palabra.

—Mi respuesta es sí, sí quiero intentarlo y sí, si le quiero poner nombre a esto, ¿qué sugieres?

—Novios es la palabra que quiero que defina lo que sea que haya entre nosotros ¿estás de acuerdo?, ¿quieres ser mi novia Bella Swan?

—Si…quiero ser tu novia –le respondí ganándome una preciosa sonrisa y una nueva sesión de se…perdón a esta nueva sesión sería una injusticia llamarle sexo sin más, porque fue amor, amor con todas sus letras,  no dejó una parte de mi cuerpo sin acariciar, lamer y chupar y cuando me penetró lo hizo mirándome a la cara con tanta ternura que solo con eso bastó para que el cielo estallará en mil pedazos y el éxtasis  me alcanzara de una manera espectacular.

—Me parece que vamos a tener que salir de aquí si queremos cumplir con esa parte que dice conocernos e ir poco apoco –le dije no muy convencida porque aunque si era verdad que pensaba que todo había ido muy deprisa, también tenía ese sentimiento de estar en el lugar correcto y junto a un hombre que, gracias a lo que me contaba Alice, conozco de   toda la vida. La verdad es que sentía que me podría enamorar de este hombre si es que no lo estaba ya, de momento en la cama funcionábamos y conectábamos a las mil maravillas. Pero la cama no bastaba para que una relación funcionase y por eso para mí era de vital importancia que nos conociéramos, saber si éramos compatibles en nuestra vida cotidiana, en nuestros gustos, manías, defectos y, porque no, virtudes también. Y parece que él quería lo mismo ya que me había pedido esa oportunidad que yo gustosa le concedí porque también necesitaba hacerlo.

 

—Estoy de acuerdo, hay que ver como funcionamos fuera de la cama, como nos divertimos juntos, como charlamos, pero te digo desde ya que va a ser fabuloso y a los días anteriores me remito. Bueno, me refiero antes de llegar aquí a esta habitación  –está claro,  este hombre nos lee el pensamiento, me dijo mi mente paranoica.

—Pues primero desayunemos y luego tenemos que pasar por mi casa.  Mi hermano y Rose no estarán a estas horas, se habrán ido a su trabajo, pero necesito cambiarme de ropa y  de esto….cierto tipo de prenda que tú te encargaste de romper ayer. No acostumbro a llevar esas cosas en el bolso, aunque contigo voy a tener que ir aprendiendo. Luego te propongo pasar el día por ahí  coger mi coche y llevarte a Toledo o a Aranjuez y para finalizar se me ocurre que podríamos quedar para cenar con Emmet y Rose, estarán encantados de conocerte, y luego podemos ir al cine.  Hay una película de miedo que Rose y yo estamos deseando ver y no queremos ir solas. Tranquilo –le dije al ver el gesto de preocupación que hizo al mencionarle a Emmett  —mi hermano no muerde  de hecho te va a sorprender, no es el típico hermano cascarrabias y sobreprotector.  Es más se me ocurre, ya que dices que te vas a quedar un tiempo, que te vengas a casa, hay dos habitaciones disponibles una…esto…la mía y la otra la que siempre utiliza Alice cuando viene.

—No les molestara a tu hermano y a Rose.

—No, para nada –le dije muy convencida.  Mi hermano era una gran persona, nada sobreprotector,  siempre me daba alas para que tuviera alguna relación estable aunque esto no quiere decir que no se preocupase por mí, pero no era por así decirlo…agobiante. Pero había una cosa que me inquietaba, sus bromas, ¿cómo encajaría Edward esa faceta de mi hermano?

—Hecho pues…voy a darme una ducha ¿me acompañas? –y no me lo tuvo que decir dos veces porque mi cuerpo se rebeló contra mi sentido común y empezó a bailar y a dar saltos ante la expectativa de meterse en la ducha con ese pedazo de hombre.  Y que pedazo de hombre por dios, como me lavó, como me restregó, como…en fin… ¡que agujetas por Dios! nunca había usado tanto ni de ese modo esa parte de mi anatomía y lo más gracioso es que solo de verle frente al espejo, lavándose los dientes, con una toalla anudada a la cintura y chorreando agua, era  suficiente razón  para que mi...ejem…bueno…ya sabéis que…me gritara suplicando por mas.  Para disimular junté las piernas lo más fuerte que pude como si tuviera una necesidad fisiologica de esas que normalmente se tienen en los momentos más inoportunos  y  empecé a abrir el armario en busca de una pasta de dientes y un cepillo de los que suelen poner en los hoteles y dejando a mi paso, tal como era mí costumbre,  las puertas  abiertas. Edward en ese momento se fue del cuarto de baño no sé si para dejarme privacidad y que pudiera hacer esa supuesta necesidad fisiológica en una mala interpretación de mis piernas juntas o, simplemente, porque se quería vestir. Encontré por fin el susodicho cepillo y la susodicha pasta y me lavé muy bien lavada como mandan los cánones de la limpieza, primero arriba, luego hacia abajo, con movimientos circulares, caray si es más difícil cepillarse un diente adecuadamente que sacarse una licenciatura.

Después cogí el jabón de mano para lavármelas un poco y quitarme los restos de pasta y el jabón, cual serpiente resbaladiza, se me cayó de las manos,  me agaché a cogerlo y al levantarme…plon… un golpe en la cabeza contra uno de los picos de una  de las dos puertas, ¡menudo chichón!, en mi casa y en mi cocina esto no me pasa, pensé mientras me agachaba a coger de nuevo la pastilla de jabón que por el susto se me había vuelto a caer. Pero mi torpeza hizo acto de presencia y en vez de agacharme como es debido lo que hice fue pisar la pastilla  provocando que me resbalara y fuera patinando con ella bajo mi pie dando extrañas  vueltas hasta la bañera donde aterrice de culo, es decir, con el culo dentro de la bañera y las piernas fuera, ¿ahora ver cómo salía yo de ahí? Pero que cosas tienes Bella  Swan, me regañe a mi misma minutos después cuando mi pedazo de hombre, que desde hacía unos minutos se había convertido en mi imponente novio,  entro alarmado por el ruido y al verme en semejante posición se empezó a reír a carcajada limpia mientras me ayudaba a levantarme y me preguntaba entre risas si me había hecho daño. Pues sí, me lo había hecho en el culo y en mi dignidad. Pero como tanto reírse del mal ajeno pasa factura,  él con su risa y todo,  piso de nuevo la pastilla que todavía permanecía en el suelo sin que nadie se acordara de ella, un nuevo número de patinaje y ploff, los dos dentro de la bañera en un jaleo tal de piernas, brazos y cuerpos que era imposible de descifrar. Nos intentábamos levantar, juro que lo intentábamos pero no podíamos.  La risa no nos dejaba ponernos de pie, la fuerza  se nos iba por la boca una y otra vez y nosotros seguíamos así, mas enredados que en el juego ese al que por cierto nunca he jugado.  Cuando por fin conseguimos apaciguar el monstruo risueño, poco a poco, y como pudimos, salimos de la trampa en la que estabamos.

Metimos dentro de  la habitación el carrito con el desayuno que Edward había pedido y  que el servicio de habitaciones, supongo que al ver que no contestábamos, nos había dejado en   la puerta. Nos sentamos y nos pusimos a desayunar. De vez en cuando nos mirábamos y la risa histérica y tonta empezaba de nuevo.

—Bella a ver necesito calmarme y que nos pongamos serios,  porque yo, con esta nueva relación que hemos iniciado necesito hablarte de mi madre y de Tanya, quiero que sepas con pelos y señales quienes son y que son capaces de hacer y hasta donde pueden llegar. No quiero que en el futuro haya entre nosotros ningún tipo de malentendido por culpa de esas dos, así que por favor, promete que intenten lo que intenten, te digan lo que te digan, hagan lo que hagan, siempre me lo dirás. El primer paso para que esto funcione es la confianza mutua y eso se va ganando poco a poco, así que empecemos con esta promesa, ¿me dirás cualquier cosa que esas dos intenten contra ti, sea lo que sea?

—Edward no tengo inconveniente en decírtelo pero tampoco quiero ponerte a mal con tu madre.

—Créeme Bella nunca podrás ponerme más a mal de lo que ya estoy, eso se lo ha ganando a pulso ella solita, así que ¿me lo prometes?

—Si te lo prometo, hagan lo que hagan, digan lo que digan, antes de enfadarme, precipitarme  y actuar por mi cuenta vendré a hablarlo contigo.

 

—Bueno  es hora de que te cuente quien es Elizabeth Cullen Vulturi. Ella es la tercera de cuatro hermanos, Cayo, Aro, Elizabeth  y Esme. Esme es la menor y se lleva seis años con su hermana mayor y con mi padre, pero aun así nunca, nunca, entenderé porque mi padre se casó con mi madre en vez de con ella, eso es un misterio que se llevaran los dos a la tumba. Ninguno quiere hablar de ello, ninguno explica, solo se miran anhelantes el uno al otro y nos dejan a los demás en estado de shock.

 Los diablos tres y cuatro o sea mis primas Irina y Kate son hijas de Aro, el segundo de los hermanos y de Sulpicia, su esposa,  una gran mujer y un gran hombre, espero que puedas llegar a conocerlos. Ellos tampoco entienden el porqué de ese matrimonio entre mis padres, pero… yo creo que el único que tiene la solución son mis abuelos maternos Marco y Didyme, que son  igual de fríos y calculadores  que su hija mayor. Y mucho me sospecho que tiene que ver con un matrimonio de conveniencia, conveniencia para mi abuelo por supuesto, que se realizo en  para fusionar los dos periódicos de mayor tirada de Chicago. Y mucho me sigo sospechando que Vulturis’ Daily en ese momento no tenía muchos medios económicos y en fin…supongo que corría prisa un matrimonio. No sé si a mi padre se le dio a elegir o no entre las dos hermanas, pero Elizabeth es cruel, implacable cuando quiere algo y supongo que lo que buscaba en ese momento era el prestigio social de ser una Cullen ya que somos una familia de las más importantes de Chicago. El caso es que  al final venció y lo peor de todo es que ni siquiera lo amaba,  me lo confesó el otro día, ni tampoco creo que llegara a sentir nunca cariño por nosotros, ha ido siempre de fiesta en fiesta, de reunión en reunión, destacando. A ella no le importamos ninguno de los tres, casi considero mas madre mía al diablo numero dos que a mi propia madre a pesar de que solo me llevo dieciséis años con ella. Porque esto es algo que debes aprender de Elizabeth, es fría y calculadora, cruel, hipócrita,  como su padre, está acostumbrada a conseguir siempre lo que quiere. Cuando quiere algo va a por ello y no la importa quien caiga ni a quien perjudica, no tiene en cuenta sentimientos de nadie y en este caso su objetivo soy yo y mi famoso matrimonio con una mujer a la que aborrezco, así que recuerda tu promesa por favor. Digan lo que te digan, veas lo que  veas, siempre será mentira o una trampa, YO NO ESTOY ENAMORADO DE TANYA.

—Sí lo tendré presente pero no te sigo, ¿llamas a tus primas, tía y hermana como diablos y las tienes enumeradas?

—Las llamo el cuarteto diabólico –me dijo soltando la carcajada –es un apelativo cariñoso, las quiero mucho Bella ellas son mi autentica familia al igual que los padres de mis primas. A pesar de ser nuestra tía,  Esme se lleva muy pocos años con nosotros, tiene una diferencia de edad tan pequeña  con mis primas, conmigo y con mi hermana  que permite una conexión total con nosotros, sobre todo  con ellas con las que se lleva a las mil maravillas y está totalmente integrada en el grupo compartiendo y protagonizando todas sus locuras.  Con mi prima Kate solo se lleva seis años. Así que tenemos cuatro diablos, el número 1 es Alice –vaya porque será que no me extraña –el dos mi tía Esme, el tres Irina y el cuatro Kate. Cuando veas a las cuatro juntas en acción sabrás porque los motes.

—Si las otras tres son como el diablo jefe, me hago una  ligera idea –le dije con cierto tono sarcástico que el pilló y celebro con una carcajada.

-Luego están sus parejas. Laurent es la pareja de Irina y se van a casar dentro de poco. Kate está casada con Garrett y ya conoces a Jasper o El Hombre Tranquilo  como yo le llamo.

— ¿Y tus tíos Aro y Cayo?

—Mi tío Aro está tan loco como mi tía Esme, es su hermana más pequeña  y siempre fue su debilidad. Es un hombre muy bromista siempre gastando bromas a todo mundo, yo le llamo El Sombrerero Loco. Su esposa Sulpicia ya te digo que es una gran mujer, dulce, cariñosa, e igualmente tan loca como sus hijas. Mi tío Cayo, o “el hombre de las dos caras”,   tampoco es mala persona aunque a veces me despista, pero no  puedo decir lo mismo de sus hijas,  Renata y Heidi,  y su esposa Athenodora, ya que son  un calco de mi madre y totalmente pro Tanya.  A Renata yo la llamo Anastasia y a Heidi Greselda  que como sabrás son las dos hermanastras de la Cenicienta y  a su madre la Bruja del Este. Te pido por favor que también te cuides de ellas y que la promesa que me has hecho se haga extensiva a ellas.

 

—Eso está hecho –dije partiéndome de la risa y a la vez admirada por la inventiva y el ingenio a la hora de poner los motes —¿algún mote más que deba saber?

—Bueno me refiero a mi madre con el sobrenombre de la madrastra de Blancanieves o  la Reina y a Tanya como Cruella de Vil.

—Vaya así que la llamada de antes… con esa música…  –pregunté estallando de nuevo  en carcajadas y tarareando mentalmente la canción de Cruella de Vil de la película 101 dálmatas.

—Tengo asignadas músicas especiales para cada uno de ellos, ya las irás oyendo, pero sí la de antes era ella —me aclaro uniéndose a las risas

—.Bueno a ver seriedad, que ahora me toca hablarte de Cruella. Ella es hija de un primo de mi padre y de Carmen, los dos son buenas personas pero su hija es “peor que Satanás”, de ahí el apodo.  

Nos conocemos desde niños. Yo no me acuerdo mucho pero mi padre me dice que lo primero que se me ocurrió cuando mi madre me la presentó fue tirarle de unas coletas que llevaba, sabía que la hacía llorar con eso y por lo visto no dejaba de hacerlo.

 Conforme fuimos creciendo mi madre me la metía por las narices a toda hora y momento. Me hablaba de ella en cuanto tenia oportunidad y tal era su actitud que mi hermana Alice se enfadaba pues a veces la comparaba con Santa Tanya, como ellas la llaman, y eso la molestaba y a mí también.

 Primero en el colegio y después en el instituto ella empezó a mostrar un interés por mi y se convirtió en nuestra sombra, allí donde íbamos allí iba ella. Yo intente rechazarla primero de buenas maneras y con caballerosidad pero llegó un momento en que me hartó y me hartó de tal modo que ya no me molesto en ser caballeroso con ella, simplemente la aparto y me voy para el lado contario. Es una mujer que en apariencia es dulce, cariñosa y buena, pero no te dejes engañar, es solo apariencia en el fondo es tan fría, calculadora y cruel como mi madre y al igual que mi madre cuando se propone algo no deja de perseguirlo. Estoy convencido de  que cuando se enteren cualquiera de las dos de tu existencia,  vayan contra ti con todo lo que tienen. Estoy totalmente seguro de que las va a sentar fatal y querrán separarnos. No te confundas, delante de ti siempre pondrán buena cara. Yo intentaré evitarte por todos los medios cualquier daño y te prometo que voy a protegerte incluso con mi vida y que haré lo que sea necesario para evitar que tu y yo nos separemos por culpa de ellas y para eso necesito que confíes totalmente en mi. Pero me temo que buscaran la fisura, la aprovecharán e irán a por ti. Si eso sucede Bella por favor, habla conmigo, recuerda tu promesa. Ya sé que solo nos conocemos desde hace dos días pero confía en mí por favor y en esto que está naciendo.

—Me estas metiendo miedo.

—Lo sé y lo siento pero de verdad que las tengo mucho miedo Bella.

—De acuerdo lo haré ya te lo he prometido. Hablaré contigo de todo, pero a cambio te pido igual,  tu habla conmigo también, de cualquier duda que se te plantee. Como te he dicho tengo mi propio acosador personal, así que si alguna vez me ves con un tío dándome un beso, la mano o en  alguna actitud poco adecuada, por favor no te enfades y piensa que a veces las apariencias engañan, que yo no la he buscado ¿ok? Es más se agradecería una ayudita fuera cual fuera porque al igual que tu YO NO ESTOY  ENAMORADA DE ESE PELMAZO, es un acosador nato, se cree que porque es mas o menos mono tiene que tener a todas las tías a sus pies, es un engreído, un idiota un…

—Para, para, para  —me dijo muerto de risa –veo que tienes tu propia Tanya personal. Me acordaré te lo prometo yo también, hablar y preguntar antes de actuar.

—Bueno pues aclarado esto, ¿hay algo más que tenga que saber?

—De momento no, pero podemos ir hablando poco a poco.

—Pues vámonos entonces, es un poco incomodo estar bueno…ya sabes…

—Sí,  claro que lo sé me dijo riendo.

 

Y en un ambiente de lo más distendido nos fuimos hacia mi casa. El trayecto desde el hotel no era muy largo así que fuimos dando un paseo. Al llegar me cambie de ropa y…me puse  unas bragas decentes y nuevas metiendo “por si acaso” otras en el bolso. Había dejado a Edward en el salón después de haberles enseñado la casa, así que antes de bajar llamé a mi cuñada para decirle lo de la cena y el cine. NI que decir tiene el asombro, la impresión y la alegría que Rose se llevó ya que era la primera vez, desde que llevaba viviendo con ellos,  que les presentaba a un chico y además diciendo que de momento éramos novios. Cuando pronuncié esa palabra, Rose se quedo muda de la impresión y se marchó corriendo a decírselo a Emmett. MI hermano  recibió la noticia con su habitual jocosidad, ¡pobre Edward lo que le esperaba esta noche! Pero lo que más les impactó fue cuando les pregunté si les importaba que Edward viniese a vivir a casa…

—Vaya hermanita te ha dado fuerte ¿no?

—Emmett, he iniciado una relación con él que todavía no sé donde nos llevará y aunque le hemos puesto nombre, es pronto aun ¿entiendes?, pero  si me preguntas te diré que sí, me gusta mucho, muchísimo Emmett.

—Esa es mi hermanita, vaya Bella menos mal yo ya estaba empezando a temer que un día al abrir el armario te encontrase colgada dentro en lugar del abrigo. De verdad que lo abría con miedo hermanita, ya sabes lo asustadizo que soy y claro si uno abre un armario y se encuentra a su…

—Emmett Swan –se oyó decir a Rose con ese tono de ella que señalaba que mi hermano estaba en problemas –asustadizo no sé pero payaso un rato, si a veces me dan ganas de venderte al circo.

—Rosie hija no es para ponerte así.

—Bueno, ¿qué os parece lo de la cena y el cine?

—Por mi perfecto, así conozco a mi cuñado y… auch Rosie hija podías elegir otro sitio donde dar a ver si nuestra niña se va a quedar siendo hija única que sabes que los hijos únicos luego acaban…

—Emmett Swan no tienes arreglo, En fin Bella que no hay problema, encantada.  Podríamos ir a ese restaurante de comida típica de aquí, seguro que le gusta y la aprecia.

—Pues ahora que lo dices no se lo pregunté, pero estos días es verdad que ha tendido a probar cosas como la tortilla o la paella…

—Pues no se hablé más.

—Podemos quedar sobre las ocho y luego ir a la última sesión de cine ¿os parece?  Y…gracias por vuestro apoyo y comprensión.…

—No es nada y a las ocho nos parece perfecto.

 

Colgué el teléfono con una sonrisa, pero no me había dado  tiempo a coger siquiera algo de abrigo cuando de nuevo empezó a sonar. Mire el visor y ¡vamos! Esta ya estaba tardando, el diablo nº 1, uppss perdón, Alice en acción, alias volcán huracanado para mí.

—Dime Alice

—¿Cómo que dime?, cuéntame tu a  mí. No sé si estar enfadada contigo por no llamarme o contenta porque por fin has conocido a mi hermanito. Mira que te he tenido que insistir veces, y a él no digamos. Menos mal que por lo menos te has dignado llamar el otro día para darme las gracias, pero no es normal que aquella que se llama mi amiga no me mantenga informada puntualmente de cómo van las cosas, porque claro a esto no hay derecho Bella tengo que saber ¿porque estas tan callada?, ¿Bella?, ¿has colgado?

—No Alice no he colgado, es que estoy esperando a que termines para poder decir yo alguna cosilla aunque solo sea una –le dije admirando una vez más la capacidad de mi amiga de hacer tantas preguntas todas juntas y a la vez, y encima sin pararse a tomar aire.

—Pues venga ya terminé…—me contestó con su habitual impaciencia.

—Alice no quiero que te alteres ni que te exaltes y mucho menos que empieces a maquinar pero… me gusta Alice de verdad me gusta y parece que yo a él también. Una vez más te doy las gracias amiga, tenías razón. Hemos decidido intentarlo y de momento nos hemos hecho novios y…

Pero no me dio tiempo a terminar porque un montón de gritos me dejaron el tímpano totalmente inactivo por lo que supuse que no estaría sola y adivine que el famosos cuarteto diabólico estaba reunido. Cuando se hubieron calmado los ánimos estuve charlando con ella un rato siendo interrumpidas constantemente por las que supuse seria los otros tres diablos. Durante el transcurso de la conversación  me sacaron entre todas, ya que las otras tres se auto proclamaron  primas y tía  mías  sin siquiera conocerlas,  la promesa de irlas informando puntualmente de todo  ¿que esta familia tenía algún problema con eso de las promesas?

 

Pasamos un día muy agradable viendo  Toledo y después fuimos al restaurante donde habíamos quedado con Rose y Emmett. Edward congenió inmediatamente con mi hermano y entró al trapo con sus bromas siguiéndoselas con mucha facilidad y gastándole el también algunas. Rose y yo nos mirábamos con cara de vaya par de patas para un banco que se acaban de juntar.

Después de cenar fuimos a ver la famosa película. Durante la proyección Rose y yo no dejamos de pegar botes y brincos en el asiento acompañado de gritos que eran recibidos por las burlas de nuestras respectivas parejas los cuales debían tener anestesiados los brazos correspondientes de tanto pellizco, aunque ellos disimuladamente también se llevaban sobresaltos, ¡malditos hombres y su ego masculino!

Cuando salimos del cine Rose y yo no íbamos nada, pero nada tranquilas por ese parking  triste, oscuro y solitario e íbamos agarradas la una a la otra mirando para todos lados.

—A ver que la buena mujer se ha quedado dentro de la película y los muebles y los juguetes también, a ver si os creéis que no tienen nada mejor que hacer que salir de ahí para pillaros a vosotras,  y además os recuerdo que en la película no había coches amenazantes solo mecedoras, lámparas y algún que otro muñeco –dijo Emmett con su habitual guasa.

—Que tonterías dices Emmett Swan  como vamos nosotras a…

—Buuu –chilló de pronto Edward y nosotras pegamos tal grito que un guarda de seguridad salió de entre la nada mirándonos mal, muy mal, así que muy calladitas y bien apretadas la una a la otra,  decidimos seguir nuestro camino hacia los coches.

—Edward, Bella nos ha dicho que te vienes con nosotros a casa este tiempo que andes por aquí, así que me parece una tontería que vayas ahora al hotel, vente con nosotros  y mañana yo te acompaño a recoger tus cosas. Y tranquilo no me opondré a que duermas con mi hermanita, no soy tan anticuado y ella es una mujer adulta y capaz, y además se te ve un buen tío y sé que te vas a portar bien con ella,  ¿qué porque lo sé? , veras ya sabes que trabajo en la embajada en un puesto de responsabilidad y  tengo contactos con la CIA y el FBI, ya sabes gente capaz de hacer que ciertas cosas parezcan un accidente y….

—Emmett Swan… –dijo Rose mientras seguía abrazada a mi no muy convencida y mirando a su alrededor pero con su tono característico de esta noche vas a tener sexo con tu madre…

—Vale, vale, solo estaba bromeando.

—No hay problema Emmett, me voy a portar muy pero que muy bien con esta señorita, no quiero acabar siendo picadillo en cualquier restaurante de comida barata  o en alguna cuneta abandonada –dijo siguiéndole la broma y poniendo una fingida cara de espanto. Rose y yo rodamos los ojos en medio de nuestro temblequeo nervioso. Lo dicho, se habían juntado el hambre con las ganas de comer.

Llegamos hasta donde habíamos dejado nuestros respectivos coches y nos pusimos en marcha. Edward aceptó entre risas la propuesta de Emmet así que puse rumbo a casa.

Cuando llegamos, nos despedimos unos de otros y fuimos cada uno a nuestra habitación. Después de una nueva sesión de…amor silencioso por respeto a los oídos ajenos, nos quedamos dormidos. Bueno al menos él porque yo…yo no hacia más que mirar a la mecedora que tenía en mi cuarto y que curiosamente se parecía mucho a  la de la película, y la miraba y la miraba y la mecedora se movía, juro que se movía sola al igual que el cine, hacia delante, hacia atrás, sí señor, ella solita…a no ser que… alguien la moviera… temblé ante semejante pensamiento y miré hacia Edward pero estaba tan a gusto durmiendo…

De repente me fije en mi laptop, en Chicago creo que aun era de día, aunque no estoy segura…pero por probar…me levanté mirando con expresión desafiante a la susodicha mecedora y encendí el portátil comprobando con alegría que Alice estaba conectada, así que le di un zumbido y la llamé.

—Hola Bella, ¿cómo estás?, no soy Alice soy Irina su prima, veras Alice está un poco así como desconectada de la realidad, hemos tenido tarde de chicas para celebrar vuestro ya sabes… noviazgo –vaya pues que ganas tienen estas de que Edward se comprometa  —y nos hemos pasado con los mojitos. A pesar de que es demasiado pronto se han quedado todas dormidas en medio del asedio al abismo de Helm, pero hija, yo sigo aquí al pie del cañón, ya que dejar a esa gente así, que quieres que te diga no me parecía bien… ¿te puedo ayudar en algo?, ¿tienes algún problema?, ¿qué tal con mi primo?, ya tengo una idea para que se quede y no habrá que despedir al “insigne escritor “evitándonos problemas legales. Ya sé que es la primera vez que hablamos pero me encanta conocerte, puedes confiar en mí, así que dime ¿en qué te puedo ayudar?

—Desde luego digna prima de su prima parecía una pila de las que duran eternamente,  pensé para mí mientras le explicaba que no me atrevía a decirle ya que iba a pensar que estaba loca

—Bella créeme si tú estás  loca, yo soy tu Reina, a estas alturas de mi historia cualquier cosa me parece normal, así que… dispara…

Y en fin, como quiera que la mecedora y yo nos estábamos desafiando en medio de la madrugada y ella llevaba todas las de ganar balanceándose de esa forma,  le conté mi problema.

—Uff, te comprendo perfectamente, yo también vi esa película, ¿por qué no despiertas a Edward?,   estoy segura de que  él te hará olvidar enseguida, a mi  Laurent  me ayudó mucho y…

—Irina es que está tan mono dormido que me da una pena…

—Bueno pues otra opción es sacar la mecedora al pasillo…

—Sí pero es que verás…cuando al día siguiente la vea mi hermano, no sabes lo bromista que es…

—No creo que sea peor que mi padre, no sabes cómo te comprendo, son muy graciosos hasta que una es objeto de sus bromas, ¿no tienes un desván?  –vaya ahora entiendo como Edward se ha llevado tan bien con Emmett desde el principio.

—Sí, si tenemos desván.

—Pues  intenta subirla allí.

—Buena idea, ahora vuelvo.

Dejé la sesión abierta para seguir charlando con ella un poco más cuando volviera de la misión mecedora, la verdad, es que me parecía  simpática. Me levanté, cogí el mueble diabólico y salí muerta de miedo al oscuro pasillo. Nada más  cerrar la puerta de la habitación me di un golpe en la cabeza con algo duro y redondo que me hizo sobresaltarme y pegar un pequeño grito ahogado. Cuando mi ojos se acostumbraron a la oscuridad pude ver a Rose con una lámpara que tenía en su mesilla de noche en la mano, una lámpara que, curiosamente, se parecía a la de la película… daría vueltas también en una perfecta imitación de la otra.

—¿Qué haces aquí a estas horas?

—Bueno lo mismo me pregunto yo…

—esto bueno verás, es la mecedora yo… la iba a subir al desván.

—No me digas más, yo iba a hacer lo mismo con la lámpara, vamos antes de que despertemos al diablo y haya chunga a… —pero no había terminado de decir eso cuando una luz se encendió…

—La señora y la señorita Swan con la mecedora y la lámpara en el pasillo –se escuchó la voz estruendosa de Emmet y del susto que nos dimos, yo deje caer la mecedora en el suelo y como acto reflejo me senté en ella dejándome balancear, Rose no tuvo tan buena idea y se quedo mirando a Emmett con cara de me han pillado y la lámpara en la mano como si fuera un arma arrojadiza. La puerta de mi habitación se abrió y apareció un somnoliento Edward con cara de sueño, pero que pedazo de hombre por dios, si hasta recién levantado era un bombón, con el torso desnudo y esos pantalones del pijama tan pegados, con esa cintura tan baja dejando entrever su… que ganas de mandar la mecedora a la porra, tirarme encima de él y… ¡Bella por dios! que estas en una situación un poco complicada, céntrate. Me fije de nuevo en mi pedazo de hombre que paso su mirada de mi a la mecedora, después a Rose con la lámpara y de nuevo a mí, y su cara de sueño fue sustituida por una de interrogación y después una de entendimiento para finalizar con una de pura y autentica guasa…

—¿Que sucede?

—¿Pues nada futuro cuñado es que aquí mi hermanita y mi Rose han decidido hacer mudanza a las 2 de la madrugada, y precisamente de dos elementos del mobiliario que salen mucho en la película que hemos visto y que dan mucho, mucho miedo –le contestó a mi pedazo de hombre mirándonos desafiante, pero yo no estaba dispuesta a ceder…

—Bueno es que he pensado que ya soy muy mayor  para tener una mecedora en la habitación, eso es cosa  de niños pequeños y…. en fin que la iba a llevar al desván o quizás podría preguntar a Rosie a ver si la quiere y…

—¿Estamos hablando de la misma mecedora que hace seis meses se te antojo traer desde Forks armando una peor que la de Waterloo?

—Bueno eso fue hace seis meses ahora ya te he dicho que soy mayor….

—¿Y tú también eres muy mayor para esa lámpara Rose?, porque te recuerdo que me hiciste recorrer siete veces el rastro arriba y abajo porque te habían dicho que ahí las vendían y que era una antigüedad y…

—¡Que… diablos…! yo no tengo por qué dar explicaciones de nada y Bella tampoco y si se nos antoja llevarnos la mecedora y la lámpara al desván a las dos de la mañana pues nos la llevamos, estaría bueno, hasta ahí podíamos llegar, vamos Bella  —y muy dignas cogimos la mecedora entre las dos y  nos dispusimos  a subirla al desván. Pero en cuento Rose bajó la trampilla la dignidad se fue al garete  uff, subir eso, por esas escaleras tan estrechas…. Y como si nos hubiesen leído la mente de nuevo, unas manos cogieron los dos objetos de la discusión y las subieron como si nada por la trampilla hasta sus destino —¿qué se creían estos dos haciendo eso tan rápido, que eran vampiros?

—¿podemos ahora irnos a dormir? –dijo Emmett con su habitual cara socarrona mientras cerraba la trampilla—. De ahora en adelante solo se permite ir al  cine a ver películas de dibujos animados. Vamos hombre hacerle esto a un pobre marido que solo tiene el fin de semana para descansar, no hay derecho –dijo yéndose a su habitación a grandes zancadas seguido de una muy malhumorada Rose.

 

Yo, muy calladita por si las moscas, me metí en mi habitación.  Me dirigí directamente al ordenador y miré a ver si seguía Irina, conectada estaba conectada, pero ponía que estaba ausente, después de media docena de zumbidos inútiles ante la mirada interrogante y de chunga de Edward, decidí que los mojitos habían ganado al abismo y que estaría durmiendo la merluza.

—¿Y ahora que haces? —me preguntó mi pedazo de hombre

—Esto verás yo… es que…la mecedora…el portátil…Alice que no estaba, tu prima que sí…yo

—Bella, si sentías miedo me tenías que haber despertado, 

¿dónde está la confianza esa de la que hablábamos antes?, además  yo tengo un método muy efectivo para quitar el miedo, ¿te lo demuestro?

Y me lo demostró, vaya si me lo demostró, tanto me lo demostró que la madrugada nos sorprendió en medio de la demostración.

 

Cuando al fin logramos levantarnos, nos duchamos, vestimos y bajamos a desayunar. Las chungas de Emmett no se hicieron esperar pero sus bromas se vieron eclipsadas porque  Edward tuvo su primer encuentro en la tercera fase con mi sobrina…

 

—Tú  eres el  hermano de Alice –escuché   que le preguntaba a Edward   —¿ya eres su novio?, supongo que sí porque os he visto salir juntos de la habitación de tía Bella,  menos mal –agregó ante el asentimiento de Edward —no si Alice tenía razón cuando decía que era cuestión de tiempo que os conocieseis y os gustaseis, os hicieseis novios  y… —Edward soltó una de sus consabidas carcajadas y yo me quede encajada en el sitio a la vez que el pedazo de tostada se quedaba a medio camino entre mi garganta y mi estómago ¡maldito volcán huracanado cotilla!, ¿me iba a oír!...  Por suerte para todos menos para mi sobrina, Rose decidió intervenir echándole una bronca monumental sobre como las niñas pequeñas no debían inmiscuirse en cosas de mayores, así que logramos terminar el desayuno sin mayores incidentes.

Como era sábado y mi hermano y mi cuñada no trabajaban, Rose y mi sobrina se fueron al súper y Emmett y Edward se fueron a por las cosas de este ultimo al hotel. Yo me quede sola en casa…encargada de la limpieza.

Después de ordenar un poco mi habitación y la de Rosie, bajé al salón que parecía una cuadra. Esta canguro que teníamos era muy buena pero un poco desordenada. Me puse a ordenarlo y limpiarlo. Agarré el mando de la televisión que siempre está en cualquier lugar menos en donde debería de estar y lo coloqué  en su sitio. Pasé un poco el aspirador y después lo llevé a su lugar en el escobero que había en  la cocina. De repente…oí unas voces. Muerta de miedo y convencida de que alguien había entrado en casa, cogí una sartén de las grandes y un chuchillo dispuesta a defenderme y salí de ahí con la espalda pegada a la pared y los brazos extendidos con las dos armas contundentes  en las manos. Oí como alguien trasteaba en la cerradura de casa y me dirigí hacia allí. Gracias a la mirilla  vi que eran Rose  y mi sobrina, abrí la puerta muy deprisa encontrándome a Rose con el brazo extendido y la llave en la mano.

—Rosie  cariño, espera aquí a la mama y a la tía que ahora salimos a por ti ¿vale? –y dicho esto tiré de mi cuñada y le di a mi sobrina con la puerta en las narices, pero había que protegerla ¿no?

—Rose, hay alguien en casa –le expliqué ante su  mirada de confusión, mirada que se dirigía hacia la sartén y el cuchillo. Pero su mente enseguida entendió ya que con cara de espanto agarró el cuchillo y las dos nos dirigimos, espalda con espalda, hacia al salón  al más puro estilo CSI.

Cuando llegamos al salón no había nadie y lo único que se oía era a la locutora de la televisión hablando de no sé qué nuevo lio del mundo de la farándula ¿quién diablos habría puesto la tele?, ya no había duda, alguien estaba en casa.

—Bella aquí no hay nadie –me dijo Rose

–Entonces Rose,  ¿quién ha puesto la tele?

—¿Has estado limpiando el salón?

—Sí

—¿Dónde estaba el mando?

—En cualquier lado menos en su sitio lo recogí y… —me callé de repente al darme cuenta de que la que había puesto la tele había sido yo sin querer, ya que el dichoso mando se ponía en acción en cuanto lo tocabas. Me quede mirando a mi cuñada…

—No se lo digas a esos dos…

—Ni una palabra –me contestó Rose yendo a buscar a su hija y la compra que habíamos dejado aparcadas en el pasillo –ya tenemos bastante con una mecedora y una lámpara para añadir también una tele al club.

 

 

 

 

 

Capítulo 3: ¿Una relación a distancia? Capítulo 5: Día en el zoológico

 


 


 
14439790 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10757 usuarios