UNA CITA CASI A CIEGAS

Autor: AlienaCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 07/04/2012
Fecha Actualización: 23/02/2013
Finalizado: SI
Votos: 17
Comentarios: 105
Visitas: 76719
Capítulos: 29

Bella Swan nunca pensó que por acceder a regañadientes a los ruegos de su amiga, pasaría un día tan maravillosamente increíble junto a un hombre insaciable.

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Capítulo 17: Un paseo por Europa sin salir de Madrid

 

 

DISCLAIMER: Ninguno de los personajes que aparecen en esta historia me pertenecen, son propiedad exclusiva de S. Meyer.

 

Capítulo 18: Un paseo por Europa sin salir de Madrid

 

Pov Edward.

 

Ver aquel mensaje en el móvil me dejó totalmente perplejo y confundido, ¿qué diablos querría ahora esta mujer?, si casi ni me acordaba de la última vez que la vi, solo recuerdo que no le hice demasiado caso y estuvo hablando todo el rato con Esme. Pero ver la expresión enfadada de Bella y esa pregunta llena de dolor y desconfianza me dejó petrificado, ¿no se pensará ella que yo…? ¿qué Chelsea y yo…? pero no me dio tiempo a contestar ni a decirle nada ya que el mensaje entrante en su móvil me dejó sin sangre en las venas.

 

Hasta ahora has tenido suerte y te has zafado de todo, pero solo son batallas ganadas y todavía queda mucha guerra por delante.

 

¿Qué diablos querrían decir con eso?, y… ¿quién mandaba esos mensajes? Le quité el teléfono de las manos y les reenvié el mensaje a Laurent y a mi abuelo Marco después de llamarles para contarle la última novedad. Cuando terminé Emmett, que ya se había puesto en contacto con la policía madrileña y sus compañeros, hizo la misma operación.

 

Pero a mi Bella parecía que le daban igual las amenazas, ella tenía en mente otro problema más importante a su parecer y seguía mirándome enfadada, muy enfadada y ¿dolida?, ¿celosa? , nunca la había visto así. Le tomé de la mano y me la llevé a un rincón aparte mientras Emmett seguía hablando con la policía y Rose entretenía a su hija. Los guardaespaldas por su parte también estaban haciendo su trabajo y reenviando el mensaje a sus jefes en espera de órdenes.

 

—Bella, mi amor, Chelsea no es nadie –le dije mirándole a los ojos para que pudiera ver mi sinceridad –ni siquiera me acordaba de ella. La conocí en la facultad y se adhirió a nuestro grupo con el consiguiente enfado de las chicas a las que no les caía nada bien, supongo que por celos, aunque todavía las parejas no estaban formadas ya que solo éramos amigos, pero ella… coqueteaba con todo lo que llevase pantalones. Recuerdo que yo la llamaba Matahari. No me malinterpretes, es su forma de ser. Al principio, cuando vio que no tenía pareja intentó adjudicarse el dudoso honor de ser mi novia, pero a mí ni siquiera me gustaba un poco, como amiga estaba bien, pero nada más. Siempre noté que le molestaba que saliese con otras chicas, pero nunca hizo nada por fastidiarlas a ellas o a la llamémosle…relación que pudiera tener.

 

Tiempo más tarde me confesó que era….prima de Tanya por parte de su madre, cosa que nos hizo enojar bastante a todos pues nos sentimos engañados y estafados. Cortamos toda relación con ella. Antes de dejar el grupo me dijo que había hecho eso porque tenía curiosidad por conocer al hombre que había rechazado a su maravillosa y perfecta prima una y otra vez. Por lo visto su madre, la hermana de Carmen, no hacía más que ponerle como ejemplo a su prima y ella estaba de Tanya hasta…bueno ya te imaginas hasta donde y…en fin quiso conocerme e iniciar una relación conmigo solo para fastidiar a su familia y en especial a Cruella. Cuando vio que era imposible retrocedió y solo fuimos amigos. En broma, siempre me llamaba El inconquistable Edward Cullen.

 

Cuando nos graduamos ella se marchó con sus padres precisamente aquí a España, su país de origen, y nosotros regresamos a Chicago. No volví a verla ni a saber más de ella hasta hace algo así como un año y medio en un congreso periodístico al que acudí con Esme. Estuvimos charlando un poco pero yo no le hice demasiado caso pues todavía me sentía enfurecido con ella. No me gusta que me tomen el pelo ni me engañen, es algo que no soporto. Casi todo el rato estuvo con Esme que, a pesar de su reticencia hacia ella, se mostró amable y educada, ya sabes como es. Al despedirnos nos dio su número de móvil. Ni la he llamado ni ella me ha llamado a mí. Lo cierto es que había olvidado su existencia por completo y que tenía su número en mi agenda, no sé que podrá querer.

 

—Entonces….entonces ¿ella no reunía las características de esa supuesta mujer perfecta?, ¿solo era amistad y ya?, ¿de verdad te habías olvidado de esa mujer?, lo digo porque como me has hablado de todo y…de ella no… al ver tu cara… pensé que me ocultabas algo –me preguntó dolida y pude ver tal y como me imaginaba por qué dirección iban sus pensamientos. Tonta Bella, tan fuerte, tan valiente y tan…insegura al mismo tiempo. De repente me invadió un sentimiento de ternura hacia esa mujer perfecta para mí que tenía delante y me sentí amado, apreciado y valorado, ella sin quererlo me lo estaba demostrando solamente con el simple hecho de sentir esos celos hacia una mujer desconocida. Definitivamente mi Bella siempre hacia que a cada momento que pasaba la amara todavía un poquito más.

 

—Bella, mi amor, ya sabes que nunca fui un mujeriego, pero tampoco un santo. He tenido mis relaciones y he salido con algunas chicas, no te he hablado de alguna de ellas en especial porque ninguna lo fue, ya sabes que con ninguna tuve nada importante, con algunas duré más que con otras pero al final siempre era lo mismo. Cuando me daba cuenta de que no…congeniaba y que la relación no iba a funcionar, por decirlo de algún modo, me ponía pesado e intentaba que fueran ellas quienes me dejaran para que todo fuera más sencillo. La razón de mi actitud se debía a que simplemente no reunían mis famosas características de mujer perfecta, con alguna de ellas pensé que sí, pero me iba desengañando poco a poco. Bella…ninguna de ellas eran…lo que buscaba, no eran… tú…mi complemento, mi otra mitad, mi… mujer perfecta… y no sabes cuánto agradezco a Alice que te pusiese en mi camino. Tenías que ser tú o nadie…eres lo que yo quiero…lo que busco, lo que necesito para sobrevivir…te amo Bella más que a mi propia vida.

 

—Entonces con esa mujer nunca…

 

—No Bella nunca, no se lo qué querrá pero nunca tuvo ninguna posibilidad conmigo.

 

—¿Cómo te quitabas del medio a tus novias cuando te dabas cuenta que no eran lo que buscabas? -me preguntó,  los celos y el enfado habían cedido el puesto a la curiosidad.

 

—Bueno… me negaba a salir de fiesta argumentando que era aburrido estar todo el día por ahí de parranda, les decía que me quedaba en casa estudiando, me negaba a llevarlas a mi habitación o ir a la suya, ya sabes…cosas de esas. A una llegué a explicarle El Manifiesto Comunista punto por punto, a otra le expuse con todo detalles mi opinión sobre el Príncipe de Maquiavelo, y con otra no dejaba de hablarle de Star Treck, de "V" y sus preferencias culinarias cuando estaba comiendo, del señor de los anillos o cualquier otra saga o serie friki que se me ocurriera pues sabia cuanto las odiaba. Señal inequívoca de que no congeniábamos ni un poquito. En fin… con todas me comportaba como un novio pelma, era mi estrategia.

 

—Mi querido Sheldon –me dijo con expresión burlona y seductora pasando sus manos arriba y debajo de mi pecho y con ese simple gesto mi erección empezó a levantarse.

 

—¿Sheldon? –le pregunté confundido. Mi lado celoso salió a la luz, ¿quién coño era Sheldon?, está enfadada y celosa conmigo porque me ha llamado una mujer y ahora va y se acuerda de ese…

 

—The Big Bang Theory, la serie ¿recuerdas?, conmigo no te va a valer sacar a relucir tu lado frikie porque para frikies una servidora. Señal inequívoca de que si congeniamos.

 

—Ah sí esa serie, ese Sheldom –suspiré profundamente relajado. Con usted señora Cullen no tengo ninguna intención ni ganas de emplear esos trucos. Más bien se me ocurren otra clase de trucos distintos que emplear bastante más productivos y placenteros –le dije pasando a mi vez mi mano por sus pechos muy disimuladamente, mi erección me llamó al orden.

 

—Tampoco te iban a servir de nada, no te dejaré escapar Edward Cullen aunque me explicases la teoría de la relatividad paso por paso la aguantaría estoicamente. Aunque…no me importaría que pusieras en práctica esa otra…clase de trucos -me desafío bajando su manos hasta mí… ¡ay Por Dios!, que no siga por ahí que la llevó ahora mismo a un cuarto de baño y sin más miramientos tenemos un encuentro privado en ellos.

 

—Espero que así sea, porque yo tampoco pienso dejar que te escapes –le contesté respirando con mucha dificultad y bajando mi mano hasta su centro, a esto podríamos jugar los dos. Noté como se tensaba y juntaba sus piernas.

 

—Casi me dan pena esas pobres chicas-, me dijo con las respiración entrecortada- ¿no hubiera sido más fácil cortar y punto? –preguntó con una mezcla entre seducción y burla que hizo que mi erección se hiciera diez veces más grande. Mi Bella había vuelto y ahora se mostraba como siempre, inocente, ingeniosa, provocativa, seductora, confiada, contenta… y feliz.

 

—Sí eso me decían mis diablos y los chicos pero…no quería hacerles daño, pensé que era lo mejor que tomaran la decisión ellas mismas. Llámame cobarde, a lo mejor lo soy pero…

 

—Un cobarde muy sexy –me dijo con voz provocativa de nuevo y dándome tal beso en la boca que no solo me dejó sin aliento sino que causó un colapso en mi entrepierna de unas dimensiones bastante considerables que no sabía cómo iba a poder disimular o apañar. Sí era un hecho mi Bella había regresado. Y no solo había regresado su espíritu o su mente, su torpeza, que había decidido tomarse unas vacaciones, regresó cargada de energía. Al volvernos cuando interrumpimos el beso, para regresar con nuestros hermanos y así evitar…males mayores, se tragó literalmente hablando, el carrito de las maletas que habíamos traído con nosotros y que estaba en el medio. Logré alcanzarla por los pelos y nunca mejor dicho, pero era mejor hacerle un poco de daño que cayese encima de ellos ¿o no?, pero Bella era torpe muy torpe, de eso no cabía la menor duda y sin querer pisó el carrito en cuestión provocando que este rodara hacia delante. Nos desplazamos los dos juntos unos cuantos metros hasta que por fin Bella perdió el equilibrio del todo y fuimos a posar sin ningún miramiento nuestros hermosos culos en el piso, bueno mi señor culo cayó encima del piso, el de Bella…encima de mi muy preciada y ya  de por si enorme erección, con el carrito y las maletas encima nuestro. A los dos nos dio por reírnos como siempre que ocurría algo de esto. Los espasmos de su risa provocaban que su hermoso trasero no parara de moverse y de rozarse una y otra vez contra mi protuberancia que como digo ya estaba enorme, en estado de alerta, preparada y lista para la acción y esperando acontecimientos. Naturalmente, dio la bienvenida muy efusivamente a la torpeza de mi novia. ¡Madre mía, lo que yo haría con ese culo…! Desde luego Cullen eres tremendo, estas aquí despanzurrado en el suelo del vestíbulo de un aeropuerto lleno de gente, con tu novia, un carrito y un montón de maletas encima de ti y todavía estas pensado en lo que estás pensado. Nunca cambiarás.

 

—A ver hermanitos que no vale esconderse detrás de las maletas, hay ciertas cositas que se hacen en privado –chilló más que dijo el gracioso de mi cuñado mientras nos ayudaba a levantar, provocando que el resto de la gente que aun no se había fijado en nosotros, nos descubriera. Rose y su hija estaban torcidas de la risa.

 

Una vez superado el incidente, llamamos un par de taxis para que nos llevasen hasta nuestra casa. Emmett, Rose y la niña iban en uno y Bella y yo en el otro. Llegamos a casa en un tiempo record ya que los conductores de los vehículos parecía que estaban compitiendo en una especie de olimpiadas. Bajamos las maletas y pronto quedamos instalados. Como era muy tarde para acudir a los respectivos trabajos, y ya habíamos avisado de que hoy no podríamos ir, pero al mismo tiempo muy temprano todavía resolvimos ir a comer fuera y al cine.

 

Fuimos a ver una película infantil que estaba en cartel. Bella me ofreció entrar a ver otra de contenido más adulto pero yo lo rechacé ya que disfrutaba un montón con este tipo de películas. Rose también le dijo a Emmett que entrara conmigo a otra sala pero Emmett, mas crio que yo aún, se negó también.

 

—Vamos a ver Rossie, ¿cómo debe uno comportarse en un cine? –le preguntó Rosalie a su hija una vez que estuvimos acomodados en los asientos.

 

—Sí, sí, no seas pesada que ya me lo sé. No se habla en medio de la película, si algo no entiendo te toco el brazo y muy bajito al oído te pregunto y sino mejor me espero a que termine la película. ¡Jo, mamá siempre me dices lo mismo!

 

—Y a ti siempre se te olvida, ¿algo más?

 

—No se hacen comentarios en medio de la película sobre lo que te está pareciendo ni se dicen cosas como ¿qué?, ya me parecía a mí, no entiendo, mamá porqué….o lo sabía –recitó la niña como si estuviera contándole a la profesora la tabla de multiplicar, musiquilla incluida.

 

—Muy bien pues a ver si nos aplicamos el cuento. Y no se te olvide que los demás no necesitamos que nos cuentes la película paso por paso porque somos lo suficientemente listos para verla y entenderla nosotros sólitos.

 

—Desde luego Rose que brusca eres, ¿qué pasa porque la chiquilla haga unas preguntitas de nada en medio de la película?

 

—Pues pasa que el señor de al lado, el de detrás, o el de delante ha pagado la entrada para ver una película sin más, no una película con una voz en off inoportuna chapurreando como una mosca cojonera e impidiendo escuchar el dialogo.

 

—Rose cariño esta es una película infantil, la gente que entra aquí ya sabe que…

 

—¡Emmett Swan! –advirtió Rose con su expresión de mantis religiosa a punto de asesinar.

 

—Bueno, bueno no te pongas así. Vamos hija deja a tu madre y su mal genio y vamos a comprar palomitas.

 

—¡Emmett Swan! –advirtió Rose de nuevo.

 

Y Emmett Swan se marchó a por las susodichas palomitas con el rabo entre las piernas. De verdad que Rose imponía.

 

La película estuvo verdaderamente bien y muy graciosa. Cuando acabó empezamos a salir sin que se hubiesen encendido del todo las luces ante el correspondiente bufido de Bella. Bufido que yo no entendí ¿acaso quedaría quedarse a ver todos los créditos? , hombre decían que era lo correcto pero…Emmett me sacó de dudas.

 

—A ver hermanita, un escalón a la vez. Recuerda, una luz, un escalón, una luz, un escalón. Ya sabes cada escalón está iluminado para que las personas que son...esto...digamos...un poco torpes no se tropiecen.

 

—Claro muy fácil ¿y si la luz está fundida como la ultima vez? –no le dio tiempo a decir más porque independientemente de que hubiera una luz fundida o no , Bella que iba más entretenida regañando a su hermano que mirando por donde iba, no vio el escalón y…

 

—Caray Emmett tú y tu manía de irnos antes de que enciendan las luces –dijo una muy envarada Bella con sus maravillosas posaderas puestas de nuevo sobe el santísimo suelo del cine.

 

—¿Qué culpa tengo yo de que seas tan patosa hermanita?, ya te lo dije, una luz, una escalera, hay que mirar y…

 

—Y la luz estaba fundida, siempre hay una fundida –chilló Bella poniendo eso como excusa y con el culo todavía puesto en el mismo sitio. A pesar de mis intentos de levantarla, Bella enfadada era como un peso muerto, yo estaba partido de la risa junto con Rossie y mi cuñada, y se me iba la fuerza por la boca.

 

—¿Les importaría ir a discutir? Sobre luces fundidas a otro lado, están ustedes organizando atasco.

 

—¿Y usted sería tan amable de callarse?, ¿no ve que nos es tan fácil levantarse de aquí? –y difícil seria pero no para una ya demasiado enojada y avergonzada Bella, que se levantó con una rapidez inusitada del suelo amenazando con el dedo al intrépido señor que se había atrevido a increparla, pero con tan mala pata que…puso el pie en el escalón de abajo…perdió el equilibrio y…pero esta vez llegué a tiempo, juro que llegué, no sé como lo hice pero llegué…si señor mi menda llegó a tiempo. La cogí en volandas y me la llevé de ahí antes que el valiente humano que se había atrevido a increparla tuviera algo más que decir.

 

Salimos del cine y fuimos a cenar a un restaurante situado dentro del Centro donde estábamos. Por el camino la torpeza de Bella, que ya digo que había vuelto con energías renovadas, hizo acto de presencia de nuevo y mi Bella se tropezó con…lo que fuera que había en el suelo.

 

—Vamos a ver hermanita, ¿se puede saber dónde está el desperfecto con el que te has tropezado ahora en este suelo limpio e inmaculado? –y los dos se pusieron a examinar detenidamente un suelo impoluto y discutiendo sobre no sé qué saliente de una de las baldosas ante la mirada asesina de una señora de la limpieza totalmente convencida de que criticaban su trabajo. Rose y yo nos miramos levantando las cejas y fuimos a coger mesa en el restaurante junto con Rossie a quien hubo que empujar para que andará pues se había quedado mirando a su tía y su padre como embobada. Al cabo de un rato los dos hermanos entraron de forma muy graciosa. Bella iba delante toda sonrojada y poniendo a mi cuñado su mejor cara de circunstancias, Emmett iba detrás de ella guiándola como si estuviera impedida para andar ella sola mientras, muy gracioso él, iba advirtiendo a la gente sobre un peligro público numero uno y que tuvieran cuidado con no se qué monstruo de alguna peli de dibujos animados. Bella lo fulminaba con la mirada y Rose y su hija rodaron los ojos en una perfecta sincronización. Y yo…yo ya tenía bastante con colocar en su lugar aquella dichosa zona que también había regresado de su letargo, si es que alguna vez estuvo en él, con energías renovadas. ¿Habría alguna situación en la que no me excitase esta mujer?

 

Después de cenar regresamos a casa sin más dilación puesto que mañana tendríamos que estar todos presentes y dispuestos en nuestro lugar de trabajo. Rose y Emmett se fueron con su hija nada más entrar por la puerta y yo cogí a Bella de la cintura separándome un poco de sus hermanos y sobrina. Con mis brazos puestos por detrás y agarrando su cintura fui subiendo con ella las escaleras que llevaban a la habitación dándole suaves besos en el cuello y en la oreja. Por cada escalón que subíamos ella recibía mi beso, un beso, un escalón, un beso, un escalón, mis manos se metieron dentro de sus vaqueros conquistando su territorio, ese territorio que ahora tambien me pertenecía… Sus gemidos empezaron a hacerse mas que audibles, cosa que no podía permitir en medio del pasillo así que le puse una de mis manos en su boca mientras la otra seguía explorando y sujetándola contra mi al mismo tiempo haciéndole saber en el estado en que me tenia, mis labios implacables iban deslizándose ahora por sus hombros.

 

Cuando llegamos a la habitación cerré la puerta con pestillo y la acorralé contra ella besando ahora su cuello mientras desabrochaba los botones de su blusa. Ella, por su parte se deshacía de mi camisa en un rápido movimiento y bajó su mano hasta mi miembro el cual empezó a acariciar, mientras yo lamia, chupaba, mordisqueaba y me satisfacía de sus pechos.

 

—Cada segundo que pasa te quiero un poco más y te deseo deseperadamente –le dije mientras me arrodillaba ante ella para sacarle los vaqueros que previamente había desabrochado y que fueron a parar al suelo junto con sus bragas. Antes de incorporarme mis besos recorrieron el camino desde sus pies hasta su centro en donde me entretuve un poco mas. Cuando me incorporé me deshice de mis pantalones y mis boxers que fueron a parar a un montón amorfo que se había formado junto al resto de la ropa.  La tomé por su hermoso trasero levantándola un poco y ella envolvió mis piernas en mi cintura y así caminamos hasta la cama donde nos dejamos caer y dimos rienda suelta a nuestro amor una vez más.

 

El molesto sonido del despertador me saco de mi erótico sueño cuya única protagonista era la diosa que yacía en mis brazos completamente desnuda y cabalgándome cual amazona en ¿mi despacho?, por Dios Cullen si que estás salido, pensé admitiendo que el sueño no estaba nada mal…pero nada mal. Incorporándome un poco por encima de Bella apagué el maldito cacharro al tiempo que ella se removía despertándose y despertando en mi…lo de siempre, si es que alguna vez se dormía o se tomaba un descanso… así que dando rienda suelta a mi pasión me puse del todo sobre ella y le di los buenos días tal como se merece esta diosa de las amazonas. La amé, con ternura, idolatrándola, con locura y con pasión tanto en la cama como en la ducha antes de bajar a desayunar.

 

—Pues si que habéis tardado en bajar hermanitos –dijo jocoso Emmett al vernos entrar –anda que desde que hemos oído el despertador, ¿qué estaríamos haciendo que..?

 

—Emmett Swan –chilló  Rose mirando a su hija la cual afortunadamente estaba absorta en los dibujos que estaba echando por la tele.

 

Llegamos a la oficina donde un montón de trabajo me estaba esperando. Yo intentaba sacarlo adelante juro que lo intentaba, pero las imágenes de mi sueño llegaban a mi mente tan nítidas que mi querida erección no me dejaba concentrarme. Unos golpes en la puerta me hicieron dar un brinco del susto pues me pillaron masajeándola un poco a ver si la engañaba y conseguía algo de alivio. Cuando esa puerta se abrió el susto pasó y una expresión de pura y total lujuria dominó mi cara. Bella estaba dentro de mi despacho y…vestida con una falda…y además de las anchas. Me pareció que tenía una expresión un tanto preocupada pero ya me ocuparía de eso más tarde, primero, era lo primero. Me levanté mirándola de forma seductora mientras me dirigía a la puerta para echar las persianas y el pestillo. Bella me devolvió el gesto dándome a entender con su expresión que había adivinado mis intenciones.

 

—Ven aquí –le pedí con una voz que ya estaba demasiado ronca por la excitación una vez que me hube sentado de nuevo en mi silla. Bella obedeció y se puso a horcajadas sobre mí, justo encima de mi erección y comenzó a frotar despiadadamente su sexo contra ella al tiempo que me acariciaba por donde podía, mi pecho, mis muslos mi...Uffff ¡que sensación! Mientras se medio masturbaba de esa forma y al mismo tiempo me daba placer con sus manos, yo le desabroché su blusa y empecé a saciarme de sus pechos, de esos senos siempre erectos y dispuestos para mí. De repente mi hermosa diosa de la lujuria se levantó para quitarse las bragas que lanzó sobre mi cara permitiéndome saborear su dulce olor a sexo y a mujer, acto seguido desabrochó mis pantalones, dejo libre mi erección que la recibió exultante y se volvió a sentar a horcajadas frotándose de nuevo, sexo contra sexo, piel contra piel, hombre contra mujer, mientras yo nuevamente atacaba sin piedad sus senos y unas de mis manos viajaba hacia abajo penetrando en su santuario con dos de mis dedos, moviéndolos en su interior haciendo círculos para asi producirla mas placer mientras que con mi otra mano le pellizcaba el clítoris. Mis labios seguían en su labor de excitar sus pezones. Sus manos viajaban por todos lados, la derecha se había anclado en mi pene acariciándolo suavemente de arriba hacia abajo, y la izquierda en mi cuello tirando de mi pelo.

 

—Estas ya tan mojada, tan preparada y lista para mí. Me he despertado esta mañana soñando con esto y no he podido quitármelo de la cabeza. No podía ni concentrarme en el trabajo y de repente apareces en mi despacho, eres mi fantasía echa realidad Bella Swan. Cabálgame mi amazona, cabálgame como solo tú sabes hacerlo –le dije y levantándola hacia arriba un momento la penetré lentamente, muy lentamente. Poco a poco fuimos sincronizando nuestros movimientos en un baile lujurioso tan antiguo como las danzas tribales de aquellos primeros hombres que poblaron la tierra. Ella subía y bajaba y sus pechos lo hacían al mismo ritmo provocando en mí una gran frustración porque no podía pillarlos con mi boca y saciarme de nuevo de ellos. Al mismo tiempo esta situación provocaba en mi una enorme excitación tan grande que no sabía si iba a poder aguantar mucho tiempo más sin derramarme por completo dentro de ella. Yo acompañaba su baile entre gemidos acallados por numerosos besos, no en vano estábamos en la oficina y eso convertía la situación en algo más excitante aun. Nuestros movimientos se hicieron más rápidos y necesitados…hasta que el éxtasis nos envolvió y juntos descargamos nuestro amor a la vez en uno de los orgasmos más intensos de mi existencia.

 

—No creo que seas capaz de leerme el pensamiento y menos a distancia así que supongo que venias a mi despacho para algo y no solo para hacer realidad mi fantasía -le dije una vez nos hubimos recuperado y sus bragas, bastante mojadas por cierto, ya estaban de nuevo en el lugar que les correspondía y mi bragueta perfectamente abrochada.

 

—Me alegro de satisfacerte amor, me encanta hacer realidad tus fantasías, pero no…verás…yo venía…—inmediatamente me tense por su expresión, algo pasaba –amor ¿tú me has mandado un mensaje para decirme que tenias una sorpresa para mí y que nos viéramos en el parking del edificio?

 

—No, ¿por qué iba a hacer yo eso?, bueno quizás…si quería sorprenderte podría haberlo hecho, pero…estaba aquí…me hubieras visto al pasar por tu lado… y además… solo tengo que salir y decírtelo, es…

 

—Eso es lo que me hizo sospechar que estabas aun dentro de tu despacho, si te hubiera visto abandonar el despacho, si me hubieras lanzado un mensaje con la mirada… hubiera picado pero…—vi como Bella se levantaba y desde mi equipo entraba en su correo electrónico. El mensaje era claro y conciso y estaba enviado ¿desde una de mis direcciones de gmail?, ¿quién coño era capaz de…? me levanté totalmente horrorizado e inmediatamente llamé a la policía de nuevo, al mismo agente que nos había atendido la primera vez cuando el secuestro y que llevaba nuestro caso desde aquí. Bella mientras tanto llamaba a Emmett.

 

Todo un ejército de policías tanto de parte de Emmett como españoles se personó de nuevo en la redacción. Nuestros compañeros estaban alucinados e indignados por lo que estaba pasando ya que apreciaban mucho a Bella y uno de ellos insinuó que podría tratarse del perrito faldero de Jacob Black. Uno de los policías, el detective que desde el principio llevaba el caso, levantó su cabeza inmediatamente.

 

—¿Y en que se basa usted para hacer semejante acusación?

 

—En que Jacob no dejaba de acosar a Bella y de presumir ante todos que algún día dejaría al señor Cullen por él.

 

—¿Y no se le ocurrió informar al señor Cullen antes de esto?

 

—Bueno, Jacob es un fanfarrón y he visto al señor Cullen muchas veces enfrentarse a él…pensé que ya estaba al corriente yo…no sabía.

 

—Pero sí sabía usted que la señorita Swan recibía mensajes amenazadores no es la primera vez que estamos aquí.

 

—Bueno sí...esto…yo...

 

—¿Quiere hacer el favor de pasar por aquí? , este compañero mío le tomará declaración, señorita…

 

—Victoria, me llamo Victoria…— bravo otra sospechosa mas a la lista a juzgar por la cara que ponía el detective.

 

Después de casi cuatro horas los agentes de policía de uno y otro bando abandonaban el edifico sin haber sacado nada en claro. Lo único seguro es que alguien de alguna forma había hakeado esa dirección de correo y la había usado en mi nombre. Era una dirección que casi no usaba, la abrí cuando estaba en la universidad y después…no había vuelto a utilizarla. Me aconsejaron que la anulase y cambiase las claves y contraseñas de mis demás cuentas para evitar otro incidente así. Pero lo más curioso, inquietante y sospechoso era que el mensaje que Bella había recibido al móvil provenía de Chicago desde una dirección aun desconocida y, sin embargo el mensaje de correo electrónico, provenía no solo desde mi cuenta sino que parece ser que de esta misma redacción. Lo que viene a significar que teníamos enemigos tanto en un país como en otro, cosa que yo ya venia sospechando. Se llevaron a Victoria para interrogarla mejor en comisaría y nosotros quedamos a la espera de noticias. Llame a Laurent y a mi abuelo para contarles las novedades.

 

El resto de la semana paso de forma muy estresante. Alice y Kate llamaban constantemente a Bella para irla enseñando paso a paso como iba quedando su vestido y el de las damas de honor y madrinas. Bella se mostraba entusiasmada con su diseño y se veía muy ilusionada con la boda cosa que me llenaba de una inmensa alegría. Renée la llamaba cada dos por tres para pedirle opinión sobre algo referente a la recepción o a la ceremonia y eso a mi niña también le servía de distracción ya que los mensajes no solo no había cesado sino que se habían vuelto mas numerosos, amenzadores y virulentos. Victoria no había dicho nada, absolutamente nada solo que ella sospechaba que pudiese ser Jacob Black por lo insistente que era con Bella, así que seguíamos como al principio solo que ahora los miembros de la redacción estaban siendo investigados uno por uno, desde Gianna la recepcionista, hasta incluso yo que era la cabeza visible. Victoria, por supuesto era estrechamente vigilada pues la policía barajaba la teoría de que estaba involucrada en el asunto y pretendía implicar a Black para desviar la atención o incluso pensaban que podía ser amiga de él y estar los dos confabulados. Pero tambien tenían claro que de una manera o de otra no eran mas que peones y que el verdadero culpable se escondía en las sombras.

 

Descubrimos que Gianna y Victoria eran muy amigas, casi familia, por lo que Gianna también estaba siendo controlada. Más de lo mismo sucedía en Chicago, Rebecca, Rachel y Eleazar eran estrechamente vigilados así como Jessica, Laurent y los famosos becarios plastosos. Pero no conseguíamos nada. Quien fuera sabía esconderse muy bien y sus posibles secuaces no metían la pata, aunque la policía de uno u otro país nos decía que era cuestión de tiempo. Emmett había contratado más guardia personal y ahora no salíamos a la calle sin cuatro o cinco personas pisándonos los talones y eso era verdaderamente molesto aunque ni siquiera los veíamos o los notábamos pero sabíamos que estaba ahí y eso nos coartaba. Pero aun así tratábamos de hacer nuestra vida normal. Por las noches yo me perdía en el cuerpo de Bella y olvidábamos aunque solo fuera momentáneamente que había alguien pretendiendo separarnos, impedir nuestra boda, romper nuestro amor, cosa que, estaba seguro no iban a conseguir, nada ni nadie me separaría de mi Bella, la protegería con mi vida si fuese necesario. La amaría incluso aun después de haber muerto le pesase a quien le pesase.

 

Al llegar el sábado no podíamos estar más estresados y nerviosos, incluso la niña a la que intentábamos apartar todo lo más posible del problema se había dado cuenta. Emmett propuso coger unas mochilas e ir a pasar el día a un parque que había en la localidad cercana de Torrejon de Ardoz.

 

El Parque de Europa era un inmenso espacio público destinado al ocio y esparcimiento de niños y no tan niños. Y además contaba con fabulosas maquetas que reproducían los monumentos más relevantes de las principales capitales europeas. No era la primera vez que iban allí ya que nada más llegar Rossie se lanzó sin pedir permiso a la zona infantil, un enorme espacio con un montón de atracciones creadas solo para los niños…bueno en eso pensaban los que construyeron el sitio pero…no conocían a Emmett.

 

—¡Rossie hija, te cuidado!, ¡no te vayas a caer!, ¡no te metas por ahí!, ¡mira que te puedes hacer daño! –bajo el bufido exasperado de Rosalie vimos como su hija desaparecía por un hueco que simulaba una especie de Torre, ya que toda la atracción era en sí una especie de castillo medieval, para aparecer de nuevo deslizándose por una inmensa plataforma, que hacía las veces de tobogán con…su padre detrás de ella. Emmett ni corto ni perezoso se había metido por dentro de la torre detrás de su hija sin impórtale lo más mínimo que el tuviese veinticinco años y esa atracción estuviese diseñada para niños de cinco.

 

—La verdad es que es divertido –dijo un muy infantil "padre" cuando su enorme trasero acabo encontrándose con la arena del parque al terminarse la plataforma de un tobogán no diseñado para un culo adulto  ¿no te apetece subir otra vez Rossie?, si quieres ya sabes tienes que esperarme porque…

 

—Bella lleva a Edward a conocer el resto del parque, yo me quedo aquí con…los niños –dijo Rose resignada y dispuesta a enfrentarse con las demás madres que estaban en la zona muy dispuestas a dar su opinión sobre el hecho de que un hombretón tan grande estuviese utilizando las atracciones.

 

—Señora no es para tanto, ¿qué clase de madre es usted?, ¿no le preocupa que su hija o hijo se meta ahí dentro y se haga daño?, yo voy detrás de ella porque soy un padre preocupado por la seguridad de su hija y…-decía el hermano de Bella a una muy enfurruñada madre.

 

-No te preocupes niña que no te vas a quedar atascada, si mi padre no se ha quedado... –escuché a Rossie decir a una de las niñas que estaba un poco pasada de peso mientras los dos nos alejábamos para ver el resto del parque.

 

He decir que la actitud tan infantil de todo un enorme y amenazante agente del servicio secreto estadounidense contribuyó a relajarme un poco de mi estado de ansiedad y abrazado a Bella me dispuse a disfrutar de lo que me ofrecía aquel parque. Bella iba tropezándose con cada piedrecita o montañita que encontraba ya que teníamos que ir por el lado en donde había tierra para dejar el espacio asfaltado a las bicicletas que circulaban por el parque, algo que no terminaba de comprender ¿por qué no se asfaltaba también el espacio dedicado al peatón?, eso rebajaría considerablemente el número de personas que invadía el carril de la bicicleta que, por lo que veía eran muchas, evitando más de un accidente. Me propuse investigar el asunto más a fondo, tal vez incluso podría hasta llegar a escribir un artículo sobre el tema.

 

El paseo por el parque fue muy entretenido. Había maquetas muy bien hechas reproduciendo la Torre de Belen de Lisboa, La Fontana de Trevi romana, en donde siguiendo la tradición echamos unas monedas pidiendo un deseo, el niño meón de Bélgica, el Atomiún de Bruselas, la Torre Eiffel, la Puerta de Brandeburgo, la Torre de Londres, La Sirenita, entre otros famosos monumentos. También había una reproducción de un teatro griego, un trozo del muro de Berlín, y una reproducción del David de Miguel Ángel al que por cierto yo no tenía nada que envidiar. O esa reproducción no hacía mucha justicia al original o…yo estaba igual o mejor dotado, sí señor, sobre todo el ego por todo lo alto Cullen que no se diga.

 

Los monumentos españoles no podían faltar en un parque como aquel y así pudimos disfrutar de una perfecta reproducción de la Puerta de Alcalá o de la Puerta del Sol que estaba rodeada por un sinfín de construcciones que semejaban casas típicas de España y en donde había cafeterías.

 

Al finalizar el recorrido había un montan de Molinos de Viento y Bella me explico que era muy típicos de Castilla la Mancha. Yo los conocía de El Quijote libro que me leí en mi época universitaria. Por cierto, recuerdo que tambien aburrí a una de mis...esto...digamos novias... hablándole de este libro. Para finalizar había un espacio multiaventura dedicado a grandes y pequeños con enormes tirolinas y toda una serie de diversiones. Y hablando de grandes ¿adivinen quien se lo estaba pasando la mar de bien disfrutando de esa atracción detrás de su muy resignada hija y no menos resignada esposa? Y la resignación no era por el hecho de que las hubiera obligado a subir, cosa que estoy seguro hicieron ellas solitas con mucho gusto, sino por todas las indicaciones que Emmett, en plan sobreprotector estaba dando. Bella y yo nos apuntamos a la diversión y…. a las advertencias de Emmett. Lo cierto es que ver a Bella sujeta por arneses, pasando de una dificultad grande a otra mayor, deslizándose por una tirolina… mi erección me pedía mas y mas explicaciones y yo…yo no sabía qué hacer, ¡ay Dios…ese culo!, esas tetas que subían y bajaban al saltar sobre la colchoneta elástica… Cullen por favor céntrate, céntrate hijo céntrate que no es el momento…ya llegará ese momento…cuando estéis en casa…

 

Después de la digamos excitante diversión fuimos a una zona destinada a comer en donde había unas mesas donde nos sentamos a disfrutar de los bocadillos que entre Rose y Bella había hecho. Durante la comida Emmett nos explicaba sus aventuras y hazañas durante el entrenamiento militar que tuvo que realizar para ingresar en el cuerpo y cuyas pruebas eran muy similares a las que ofrecía la atracción de multiaventrua pero mucho más peligrosas por supuesto. La manera en que tenia de contar sus hazañas era muy cómica y las risas estuvieron aseguradas durante toda la velada. Sin duda nadie mejor que mi cuñado para distender un ambiente bastante cargado por la situación que estábamos atravesando.

 

Después de comer fuimos a dar otro paseo por el parque y nos hicimos gran cantidad de fotos graciosas como una en la que Emmett parecía sostener las esferas de la reproducción del atomiun o simulando sujetar el puente de Londres para que no se cayera. La verdad es que eché de menos a mis diablos, lo que ellas hubieran disfrutado y…la que hubieran armado.

 

Regresamos a casa bastante más relajados de lo que habíamos salido esta mañana y fuimos a cenar a un Burguer King por petición expresa de Rossie a la que su madre hizo prometer, jurar y perjurar que cuando ella dijera que fuera del juego, era fuera del juego. Sonreí recordando la aventura del McDonald ¿o era una pizzería?, en donde mis diablos, Bella y ella tuvieron que entrar a por la niña.

 

Después de comernos nuestras hamburguesas, empezamos la operación saquemos a la niña del juego de bolas de turno. Pero esta vez Rose la amenazó con no ir el fin de semana siguiente a una excursión que tenía programada el colegio y a la que iba también cierto niño que….se supone que le gustaba y cierta niña con la que se peleaba por el niño en cuestión y eso fue…mano de santo.

 

Una vez en la soledad de nuestra habitación Bella y yo nos duchamos juntos y puedo decir que fue una ducha de lo mas larga e intensa. Yo bebí de su piel y ella bebió de la mía en un prolongado encuentro sexual sin precedentes, lujurioso, apasionado, excitante, necesitado, urgente. El agua de la ducha resbalaba por nuestros cuerpos y se mezclaba con nuestro sudor y el olor a sexo se confundía con los aromas procedentes de los geles que después empleamos para lavarnos el uno al otro.

 

Cuando nos disponíamos a seguir disfrutando de nuestros cuerpos en la cama, mi móvil sonó. Era esa dichosa mujer, Chelsea, corté el teléfono y seguimos con los nuestro, pero era una mujer insistente, siempre lo había sido y a mi me estaba poniendo nervioso, no quería problemas con mi Bella y además no tenía nada que decirle ni escucharla. ¿O sí?

 

—¿No piensas contestar? –me preguntó mi amor a la decima vez que nos interrumpía.

 

—No quiero incomodarte Bella, no merece la pena. Además no me interesa lo que me tenga que decir esa mujer.

 

—¿Y si son noticias o pistas de quien me manda los mensajes?, antes has dicho que creaste esa cuenta en la universidad, piensa Edward piensa. Y ella vive aquí en España.

 

-Sí pero no en Madrid, ella vive en Málaga creo.

 

-Y eso que más da.

 

Y con este nuevo pensamiento, di a aceptar la llamada. Puse el manos libres. La voz estridente de Chelsea resonó en el interior por toda la habitación.

 

—Eddie querido ¿qué caro te vendes?, llevo llamándote mucho tiempo, ¿cómo estás?, he oído que te casas, que sea enhorabuena, me gustaría conocer a la mujer que por fin ha conquistado al inconquistable Edward Cullen. Pero el motivo de mi llamada es…

 

—Chelsea yo estoy bien, no te cogía el teléfono porque estaba en un avión camino de Madrid, mas tarde se me olvidó llamarte, tengo otras cosas en mente ¿sabes?, y ahora has interrumpido un momento importante, pero…en fin ante tu insistencia –le dije de modo bastante cortante. Era su forma de hablar y de ser pero Bella no la conocía y esa manera de llamarme Eddie y de dirigirse a mi me molestaron, siempre me había molestado pero con mi novia delante lo hizo todavía más. De algún modo tenía que pararle los pies y darle su lugar a Bella.

 

—No has cambiado nada cielo, siempre tan…brusco –Bella fufó por la expresión.

 

—Chelsea, no estoy solo, mi prometida esta a mí lado, te agradecería que fueses un poco más comedida en tus expresiones.

 

—Woo Eddie –y dale con el Eddie –entonces ¿es cierto que te casas?

 

Sí, es cierto me voy a casar y como ya te he dicho, Bella está conmigo, tengo puesto el manos libres. Ahora llamabas por…

 

—Encantada de conocerte Bella, es un honor poder hablar aunque sea por teléfono con la mujer que por fin pudo pillar a Edward. Yo voy a estar en Madrid unos días por eso llamaba podríamos quedar y charlar.

 

—Hola ¿cómo estás? –le saludó mi novia sin mucho entusiasmo, más bien sin ninguno. En su cara se veía las pocas ganas que tenía de quedar con ella.

 

—Chelsea, no tengo tiempo para socializar con nadie, ve al grano por favor.

 

—Siempre tan brusco Eddie. Bueno verás te llamaba porque el hecho de que metieses en la cárcel a mi perfecta prima y a mi tía no ha caído nada bien en la familia y…

 

—Todo eso ya lo sé Chelsea al grano…-le dije tensándome por lo que tuviera que decirme. Bella tenía razón.

 

—Debo decirte que me encanta ver a mi prima entre rejas, el otro día fui a verla solo para regodearme y…

 

—Al grano Chelsea.

 

—Está bien, iré al grano ¡que impaciente!, solo llamaba para decirte que yo sé quien está amenazando a Bella. Y quien puede estar detrás de los intentos de secuestro y del tiroteo. No no te sorprendas, ya sabrás porque conozco tantos detalles. O por lo menos creo saberlo. ¿Podemos vernos en algún sitio?, sé que ahora vives en Madrid y yo voy a estar aquí unos días más.

Capítulo 16: Apagón y control de aduanas Capítulo 18: Jaque a la Reina

 


 


 
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