UNA CITA CASI A CIEGAS

Autor: AlienaCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 07/04/2012
Fecha Actualización: 23/02/2013
Finalizado: SI
Votos: 17
Comentarios: 105
Visitas: 76721
Capítulos: 29

Bella Swan nunca pensó que por acceder a regañadientes a los ruegos de su amiga, pasaría un día tan maravillosamente increíble junto a un hombre insaciable.

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Capítulo 27: Antojos Made in Spain y la teoria de los planetas

DISCLAIMER:

 

Ninguno de los personajes que aparecen en este fic me pertenecen, son propiedad exclusiva de S. Meyer.


 

Capítulo 27: Antojos Made in Spain y la teoría de los planetas.

 

Pov Edward

 

—¿Estás completamente seguro Jacob?, ¿no te lo quieres pensar un poco más?, ya sabes que aquí siempre tendrás un sitio –le preguntó mi esposa por enésima vez al que ahora era uno de nuestros mejores amigos. Estábamos los cinco sentados alrededor de la nueva mesa de Bella que ahora compartía despacho conmigo para enorme alegría mía. Por fin había conseguido que aceptara el puesto que desde el principio yo quise ofrecerle, dirigir juntos el periódico. Pero no me puedo atribuir yo el merito ya que fue mi tío Cayo quien, dictando sentencia como siempre hacia cada vez que hablaba, la convenció, más bien impuso, que aceptara el cargo. Bella sabía de sobra que mi tío no se casaba con nadie y si él la proponía para ese puesto es que se lo había ganado por sus propios meritos y esa era la única razón válida para mi esposa.

 

Cayo admiró y valoró a Bella como profesional nada más conocerla, pero fue la publicación de su libro y el enorme éxito que había obtenido aquí en España, donde los Cullen no éramos para nada poderosos, lo que terminó de decidirlo.

 

Chelsea había pasado a ocupar su puesto de redactora jefe de la sección de política nacional y Carlos se había unido a la plantilla de política internacional.

 

Ahora estaba encantado y expectante con el nuevo libro que mi esposa estaba escribiendo, no me había dejado leer nada pero…sin querer…fisgando en su laptop…como quien no quiere la cosa…mientras ella se duchaba…en fin que había leído el título y…ufff no me dio tiempo a más casi me pilla pero solo por el título…podía hacerme una idea del tema y estaba deseando leerlo. Me sentía orgulloso de mi mujer, muy orgulloso y…amado.

 

A su lado un inmenso parque albergaba en su interior a nuestro hijo y a nuestras dos preciosas ahijadas, que ya contaban seis meses de edad. Desde los sucesos por los que habíamos tenido que pasar hacía cinco meses no había forma humana de convencerla para que dejara al niño en la guardería que el propio periódico tenía para los trabajadores. Era un amplio espacio situado en la última planta de un edificio fuertemente custodiado por agentes de seguridad pues después del incidente no íbamos a correr riesgos ni con nuestros hijos ni con los de ninguno de los empleados que teníamos. A esta planta, que albergaba solo la guardería, se accedía mediante un ascensor con una clave que solo sabía el guardia de seguridad que subía y bajaba de allí a los padres. Este guardia era siempre el mismo y, si por algún motivo tenía que ser sustituido, se ponía en su lugar otro de nuestros guardias mas expertos en vez de solicitar uno nuevo a una agencia que de todos modos era de nuestra total y absoluta confianza. La clave de acceso se cambiaba todos los días y en caso de que hubiera algún fallo todas las entradas y salidas del edificio estaban fuertemente custodiadas. Pero Bella argumentaba cada día una nueva excusa distinta para no dejar al niño allí. Y el caso es que yo la comprendía…hasta cierto punto al menos porque… me tenía muy preocupado. Chelsea le seguía el juego, aunque solo en apariencia, porque también había desarrollado una particular manía sobreprotectora hacia sus hijas, y dejaba a las niñas junto a Eddie con la excusa de que así el niño no se sentía solo. De todos modos el caso de Chelsea no era tan grave pero…el de Bella…Carlos y yo estábamos preocupados por ellas

 

—Vamos Bella todos sabemos que no soy ningún erudito –escuché que decía mi amigo sacándome de mis pensamientos al tiempo que mi esposa y Chelsea, mirándose entre ellas, hacían un ruido extraño con la boca al tiempo que se encogían de hombros y alzaban los ojos en señal inequívoca de…bueno no sé de qué pero de algo —escribir no es lo mío, lo sabes, vosotros mismos lleváis todo este tiempo respaldándome y corrigiendo todos los errores que cometo –nuevo sonido gutural de Bella y mi amiga acompañado de alzamiento de cejas—. No me gusta esto, provengo de una familia de periodistas, estudié esa carrera por imposición y porque en realidad no tenía otra opción que me llamase más. Pero ahora sí la tengo. Ya he terminado el curso con una nota muy buena, mi preparación física es excelente, Sam me ha ofrecido formar parte de su equipo, es algo que quiero aceptar. Además ya sabes que Lizzie ha dejado el cuerpo y se viene conmigo ¿qué más puedo pedir?

 

—De acuerdo entonces pero…por favor no pierdas el contacto.

 

—Muy difícil va a ser cuando tienes a todos los mafiosos de España y Chicago detrás de ti y Sam me va a meter en el grupo que se encarga de protegeros.

 

Como ya he dicho, habían pasado cinco meses desde aquel incidente en que casi pierdo a las dos razones más importantes que tengo para vivir y todavía no habíamos conseguido nada, absolutamente nada, aunque estábamos en vías de lograrlo. De momento cada vez que respirábamos, estornudábamos o tosíamos, un montón de guardaespaldas aparecían a nuestro lado. Era algo incomodo pero…necesario. Y en caso de que Bella accediera a dejar a Eddie en la guardería estoy seguro de que Sam apostaría a uno de sus hombres permanentemente junto a la entrada de la misma.

 

—Bueno si Laurent e Irina tienen suerte y consiguen que se celebre ese nuevo juicio para dictaminar el posible peligro que supone que Carmen tenga acceso al dinero, no tendrás que seguir protegiéndonos.

 

—Sam no opina así, cree que aunque ganéis ese juicio debéis permanecer con la vigilancia durante un tiempo más por lo menos hasta que salga el resultado del otro posible juicio. Solo hasta que la mafia tanto de aquí como de Chicago entiendan que Carmen Denali y Elizabeth Vulturi no tienen un duro para pagarlos. En ese momento dejareis de ser su objetivo ya que a la mafia en sí no les habéis hecho nada, el peligro radica en los mafiosillos de tres al cuarto que solo son unos simples mercenarios que se venden al mejor postor y por eso son tan peligrosos.

 

—Sí, así es –le contesté apesadumbrado porque sabía de sobra que aunque Laurent consiguiera probar el peligro potencial que Carmen suponía, la mafia no nos dejaría en paz hasta que no lo tuviera claro.

 

—Además, confió en que ese otro frente que han abierto tus primos surta más efecto, ya que defraudar al estado es algo muy grave.

 

Efectivamente tal y como Jacob decía, Laurent e Irina intentaban a toda costa que se les hiciera un nuevo juicio a Carmen y Elizabeth por el nuevo intento de secuestro pero la ley era clara en ese aspecto, no se puede juzgar a alguien dos veces por el mismo delito, además no existían pruebas de que ese secuestro fuese ordenado por ellas y por lo tanto no había lugar para un nuevo juicio. Encima, Tanya, la única persona que podía testificar que había escuchado a las dos preparar y ordenar el susodicho secuestro, estaba siendo sometida a un intenso tratamiento psiquiátrico debido a sus múltiples desordenes.

 

Por este motivo mis dos primos estaban enfocando el asunto de otra manera y era hacerles ver a los jueces el peligro que suponía para nosotros que Carmen Vulturi, pues Elizabeth ya no tenía nada, manejara dinero pero tropezábamos con la misma pared, no existían pruebas.

 

Por otro lado estaban moviendo un tema nuevo del que podría salir algo muy positivo. Los detectives que Irina tenía a su servicio habían descubierto posibles desfalcos, negocios fraudulentos y malversaciones de fondos cometidas por los Denali a lo largo de muchos años y en los que Elizabeth de una manera o de otra estaba implicada, involucrando de paso a su familia y a la nuestra, por lo que mis abuelos se había encargado de dejar correr por todos los mentideros de Chicago que los Vulturi y los Cullen ya no tenían nada que ver con sus tejemanejes; en el caso de que existieran tales desfalcos eran todos única y exclusivamente culpa de la ex esposa de Carlisle Cullen. Siempre procuraban resaltar el EX para que quedase bien claro, dejando igualmente claro que ni Alice ni yo éramos sus hijos. El simple hecho de que fueran nuestros propios abogados los que denunciasen el tema nos dejaba fuera de toda sospecha. El asunto es que, si esto era verdad, tanto los unos como la otra se quedarían en la ruina ya que el Estado reclama siempre lo que es suyo y la mafia dejaría de perseguirnos. De todos modos Elizabeth ya estaba oficialmente desheredada, solo tenía el dinero que Carlisle legalmente le pasaba en concepto de manutención tras el divorcio.

 

—No, si al final les va a pasar como a Al Capone, nadie pudo con él hasta que llegó el fisco –dijo Bella haciéndonos reír a todos. Y así estábamos cuando sonó el teléfono de la mesa de mi esposa.

 

—Hola Carlisle –saludó Bella cordialmente y a mí me resultó extraño que mi padre la llamara directamente a ella. No me molestaba, al revés me agradaba esta confianza entre ellos pero ¿habría pasado algo?

 

—¿Torrijas?, sí claro que las sé hacer, no es un postre muy típico de estas fechas pero…se me da bien cocinarlas no hay problema. ¿Paella?, si también me sale buena y diles que el cocido también; ¿las ensaimadas de Mallorca? son fáciles de conseguir creo que Chelsea sabe de un sitio donde las traen directamente de allí.

 

—Bella –dijo Chelsea interrumpiendo a Bella —si lo que pasa es que Esme y Kate quieren ensaimadas de Mallorca no hay problema, yo se las hago, hice un reportaje sobre ellas y me dieron la receta –una vez más me sorprendí del poder de compenetración de estas mujeres ¿cómo diablos puede saber Chelsea lo que habla Bella por teléfono con mi padre?, Jacob, Carlos y yo nos quedamos mirando, pensando lo mismo y con gesto de total impotencia.

 

—Carlisle, Chels os hace las ensaimadas, no te preocupes pero el problema van a ser las rosquillas que yo sepa solo se hacen para la festividad de San Isidro pero déjame indagar, de todos modos a Esme le gustan mucho las rosquillas que hace Rose. ¿Tarta de Santiago?, no esa no tengo ni idea habrá que comprarla pero…un momento ¿cómo piensas que os hagamos llegar todo eso hasta allá?, en un avión pueden estropearse, sobre todo los productos perecederos, se podrían congelar pero…ah que mandas el jet de la empresa…sí, sí claro lo que sea para que se callen…sí lo entiendo…pues nada cuenta con ello, de todos modos tanto las lentejas, como el cocido y la fabada las venden enlatadas,  no son como las caseras, pero saben buenas. Ah que ya las habéis buscado y nada, bueno tranquilo que de todos modos ya os mandamos nosotros desde aquí pues no serán la misma marca y a Kate le gusto la fabada la última vez que la tomó. ¿Quieres hablar con Edward?, ¿no es necesario? –me siento ignorado les dije a mis amigos con la mirada alzando los brazos y los hombros —vale de tu parte.

 

—Se puede saber que pasa –interrogué a mi esposa todo intrigado por la conversación culinaria tan extraña.

 

—Tu madre y Kate que tienen antojos Made in Spain y en Chicago es imposible encontrar cocido, paella, torrijas, en fin….por lo visto el otro día se pasaron la noche en vela buscando por todos los súper que abren de noche unos huesos de santo y claro, el caso es que se les ocurrió ir a una de las tiendas de productos españoles, encontraron algo similar…pero…lo huesos de santo…son difíciles porque solo se hacen en una época y fecha determinadas…. —Jacob, Carlos y yo empezamos a reírnos a carcajadas de solo imaginar a Garrett y a mi padre en una situación en la que no hacía mucho yo me había visto, Bella nos fulminó con la mirada.

 

—Ya te daré a ti risitas cuando tu esposa se quede embarazada –le dijo mi Bella con gesto enfadado a Jake ya que hacía dos meses que Lizzie y él se habían casado en una ceremonia más o menos privada si es que se le puede llamar privado a que estén presentes todos los Swan, los Cullen y los Vulturi, además de la familia de ella—. Vamos que ni todos los poderes del Capitán América van a ser suficientes para que consigas adivinar que se le va antojar de un segundo para el siguiente.

 

—Sí doy fe de ello porque cuando… –pero me calle de golpe ante la mirada de mi esposa.

 

-Bueno por lo menos Eddie puede contarnos su experiencia –intervino ahora Chelsea mirando mal a su esposo que se había encogido en el asiento.

 

Entre unas cosas y otras se nos había pasado el día muy deprisa por lo que recogimos el campamento y decidimos regresar a casa. Jacob se despidió de nosotros pues había quedado en recoger a Lizzie a quien sus compañeros le habían hecho un homenaje por ser su último día en el cuerpo. Llegamos a casa visiblemente cansados por lo que cenamos y nos fuimos directos a dormir.

 

Otra de las cosas que me tenían muy preocupado de Bella era el hecho de que todavía no había consentido en que Eddie durmiera solo en su cuarto argumentando miles de excusas a cada cual más original para que se quedará con nosotros en la habitación. A mí no me importaba, era mi hijo y lo adoraba, pero…como ya digo Bella me tenía preocupado no era normal tanta ansiedad y tanta sobre protección, el cuarto estaba justo al lado del nuestro y teníamos los "vigila bebés" más modernos del mercado con su cámara y todo para ver al niño a la vez que oírle, pero Bella era muy terca. A simple vista parecía que estaba bien pero por dentro…yo mismo aun me despertaba por la noche sudando, soñando una y otra vez con Bella y mi hijo muertos sobre el suelo del recibidor. Un recibidor que habíamos cambiado por completo, de hecho habíamos vuelto a redecorar la casa para que no pareciese la misma y esto nos había ayudado mucho.

 

El caso es que todos estábamos intentando superar los acontecimientos a nuestra manera apoyándonos unos a otros como buenamente podíamos. Pero todos teníamos algún que otro problema relacionado con aquel mal trago que tuvimos que pasar. Rose no estaba mucho mejor y según Emmett se levantaba cada dos por tres a mirar si Rossie estaba bien. Chelsea también tenía sus momentos de pánico sobreprotegiendo a sus niñas también en exceso y llamando cada dos por tres a su marido si este no lo había hecho en media hora. Por mi parte yo tenía unas pesadillas horribles al igual que Carlos, y Emmett no podía perdonarse el hecho de no haber podido estar en casa para su familia.

 

—Ufff que frío tengo ¿no está la calefacción puesta?

 

—La he quitado como siempre al ir a dormir amor pero lleva toda el día encendida es imposible que tengas frío. Anda ven metete en la cama que yo te arropo y te doy calor –le dije con cariño y nuevamente preocupado pues otro de los síntomas que me mosqueaban eran los continuos temblequeos o bajadas bruscas de la temperatura corporal, no sé si de frío o de nervios, que observaba en mi esposa en ciertos momentos. Era una mujer dura, muy dura y a simple vista parecía que estaba bien pero…los que la conocíamos.

 

—¿Eddie está bien?, espera que voy a mirarle –me dijo dos segundos después de haberse metido en la cama.

 

—Amor le has echado un vistazo antes de acostarte, el niño está bien, pero tranquila que ya voy yo, quédate aquí tapada –me levanté de la cama y fui a ver a mi hijo que, como siempre y ajeno a todo, estaba dormido plácidamente boca abajo, con la carita echada hacia un lado y con el culete en pompa haciendo resaltar el pañal –tal y como dije está perfecto mi vida, anda relájate —le pedí volviendo a meterme en la cama junto a ella y atrayéndola a mis brazos para darle el calor que a su cuerpo le faltaba.

 

—Lo intento Edward te juro que lo intento pero…

 

—Amor –le dije tanteando la situación –no puedes seguir así, tienes miedo por todo, no te atreves a dejar solo a tu hijo ni siquiera al cuidado de tus hermanos, tienes constantes bajadas de temperatura sin causa aparente ninguna, sobre todo por las noches, a veces sufres mareos y se te dificulta la respiración, ya sé que me los ocultas pero soy tu esposo y lo veo. Bella no…

 

—Ya lo sé cielo…

 

—Shhhh déjame terminar mi vida –le dije tomándola mejor en mis brazos poniéndome sobre ella con cuidado de no aplastarla, dándole besos en la cara mientras le expresaba, con cuidado de no enfadarla, todas mis preocupaciones—, lo que te quería decir es que deberías buscar ayuda profesional, de hecho yo también la necesito, podríamos ir juntos. Lo que nos pasó es muy fuerte Bella y por mucho que quieras aparentar que estás bien no lo estás. Ninguno de nosotros lo estamos –terminé de decirle sin parar de darle besos, era mi modo de hacerla saber que la entendía, apoyaba y que solo buscaba lo mejor para ella.

 

—Pues eso es lo que quería decirte –me dijo pasando las manos por mi espalda para poder pegarse aun más a mi cuerpo y aprisionando mi cintura con sus piernas. Lo cierto es que estaba helada y eso para mí era muy preocupante –yo misma soy consciente de lo que me ocurre, no sabes cuánto daría por salir a solas contigo como hacíamos antes y no sentir la necesidad de volver deprisa para ver cómo está el niño. Por eso llamé a Emily que me ha puesto en contacto con una psiquiatra compañera suya, se llama Shioban, es irlandesa y…tengo cita mañana con ella al salir del trabajo y yo…quería preguntarte…¿podrías venir conmigo?

 

—Por supuesto que sí mi vida –le dije verdaderamente aliviado —¿cómo puedes pensar que te voy a dejar sola en un momento así? sabes que nunca te dejaría sola ante nada, claro que vamos a ir juntos somos un equipo Bella, en lo bueno y en lo malo ¿recuerdas?, el amor se demuestra en los malos momentos más que en los buenos, pues estos son fáciles de pasar, y yo te amo mucho mi vida. Además ya te he dicho que yo también necesito ayuda. No te quería decir esto Bella pero como ya veo que has asumido el…problema…verás…muchas noches me despierto y…tengo pesadillas con vosotros Bella…pesadillas en donde estáis los dos…

 

—Shhhh calla amor no lo digas. Ya sé que tienes pesadillas cielo, a pesar de estar dormida lo noto. Me dijiste una vez que cuando yo salía de la cama tu mente en cierto modo me echaba de menos, a mi me pasa lo mismo, si tú no estás bien…si no duermes bien…yo tampoco.

 

—Ahora duerme mi niña que ya sabes que velo tus sueños.

 

—Seguro que Eddie está bien.

 

—Sí cielo totalmente seguro –le contesté dándole un profundo beso, beso que como siempre nos pasaba, fue subiendo de intensidad, Bella comenzó a entrar en calor de una manera muy efectiva y la ropa ya nos empezaba a sobrar, la cosa terminó pues igual que siempre, con nosotros dos haciendo el amor como dos locos desesperados. Desde la noche en que Bella me había esperado en casa con la mesa puesta, un modelito de infarto, velas aromáticas encendidas por toda la casa y un exquisito asado hecho por ella para celebrar que la cuarentena había pasado, hacíamos el amor casi todas las noches de una forma totalmente desesperada como si el mundo se fuera a terminar al día siguiente y no nos fuera a dar tiempo a saciar nuestro amor. Aunque no tuviéramos intención de ello, de una manera o de otra nuestros sexos se llamaban a gritos y al final…siempre terminaban encontrándose. No había postura que no conociéramos o hubiéramos experimentado, algunas nos gustaron más que otras y las repetíamos constantemente pero siempre, siempre encontrábamos una manera original y única de hacerlo. Bella me sorprendía constantemente, hacer el amor con ella era cada vez más adictivo para mí, la necesitaba, la adoraba, la amaba en todos los sentidos y acepciones que tiene la palabra amar.

 

Al día siguiente tal como lo habíamos hablado, acudimos a la consulta de la psicologa acompañados de Chelsea que se ofreció a quedarse con Eddie y sus niñas en la sala de espera mientras estábamos dentro, pues los dos habíamos notado la reticencia de Bella a que Carlos y ella se fueran con los tres a casa. Por otro lado Chelsea también quería pedir hora y mis cuñados nos habían solicitado que lo hiciéramos por ellos.

 

—Esto que me cuentas tiene un nombre científico Bella –nos dijo la psicóloga que era una mujer muy amable y capaz, muy capaz, de hacerte ver lo que no es manipulándote a su favor para hacerte sentir bien y poder curarte —es algo que ocurre cuando una persona pasa por una experiencia altamente traumática tal y como os ocurrió a vosotros, de hecho no tengo inconveniente alguno en visitar también a tus hermanos y amigos, claro está por separado, porque veo que cada uno tiene unos síntomas distintos, una reacción diferente ante ese hecho. Pero también sería muy buena una sesión en conjunto para que cada uno expresara en voz alta como vivió ese momento. En cuanto a vosotros dos, lo primero que tenéis que hacer es estabilizar vuestras vidas y para ello el primer deber que os pongo es que este fin de semana salgáis a cenar y después al cine o al teatro, dejad al niño con vuestros hermanos, llevad el móvil pero no lo uséis para llamarlos, resiste a esa tentación Bella. El primer día es el más difícil pero a partir de ahí todo será más sencillo, ya lo verás. Tenéis que recuperar esa parte de vuestra vida que no solo es el hecho de salir solos de vez en cuando, cosa que al matrimonio le viene muy bien, sino el hecho de recuperar la libertad de hacerlo. Lo que tienes es una fobia Bella y la fobia te merma la libertad…es una especie de cárcel y tienes que procurar salir de ella. En cuanto a ti Edward las pesadillas pasarán en la medida en que veas a Bella mejor y te encuentres más tranquilo, puedo darte algo para dormir si quieres, pero tómalo en caso de necesidad, no te acostumbres. También os vendría muy bien a los dos expresar en alto vuestra experiencia, veo que no lo habéis hecho por no molestar al otro y las cosas que no se hablan dentro quedan amargándote de por vida. Es otro ejercicio que os pongo, hablad entre vosotros de como os sentisteis y, si accedéis, también lo hablaremos aquí en sesiones particulares de solo los dos y conjuntas con los demás.

 

—Está bien doctora —contestamos los dos a la vez demostrando nuestro acuerdo con lo que nos decía. Y con esos deberes puestos y una vez que concertadas las distintas citas para los demás aparte de la siguiente nuestra, regresamos a casa donde mi Bella y Chels habían quedado con Rose para cumplir con los antojos culinarios de mi madre y prima.

 

En poco menos de un minuto la cocina se convirtió en una especie de campo de batalla en donde había muchos generales y muy pocos soldados. Yo subí a la habitación con la excusa de ducharme para quitarme un momento del medio y dejar que las cosas se normalizaran, si ellas mismas quisieran echar mano de nosotros ya nos llamarían, pero Emmett y Carlos se quedaron viendo lo que hacían para ver si podían ayudar. Cuando bajé de la ducha me encontré a mi cuñado y a mi amigo muy circunspectos y serios en el salón. Me acerqué a la cocina haciendo caso omiso de sus consejos pues lo cierto es que ver como se hacía tanta comida me había dado hambre. Miré primero por encima del hombro de Bella para ver como se hacía el arroz para la famosa paella al tiempo que mi esposa le daba vueltas a algo liquido y blanco, luego observé como hacía Rose lo que parecían ser Judías blancas o fabada, todos estos platos en realidad les salían muy bien a las dos y a mí me entró más hambre. Pero en ese momento me llamó mucho la atención Chelsea quien estaba propinándole una soberana paliza a una especie de masa que tenía extendido sobre la mesa. ¡Joder! espero que esta mujer no se enfade nunca conmigo. La arrugaba, le daba de golpes, la extendía, la volvía a arrugar y…vuelta a empezar.

 

—Edward –me dijo de pronto mirándome ceñuda pues me había posicionado detrás de ella a ver como lo hacía pero en vez de quedarme quieto en un sitio iba de un lado a otro siguiendo sus movimientos…digo…esto…su paliza a lo que sea que fuera eso —¿eres algún tipo de planeta extraño, misterioso y desconocido hasta la fecha? –me preguntó muy seria y yo me quedé en blanco.

 

—Esto…ummmm….pues no…

 

—Perfecto, entonces si no te importa no orbites a nuestro alrededor que ninguna de nosotras somos el sol que te alumbra por las mañanas –bueno habla por ti porque Bella…le iba a contestar pero por la mirada que tenían las tres pensé que era mejor no hacerlo y en vez de eso empecé a girar sobre mi propio eje, no sabía muy bien por qué si quieren que les sea sincero.

 

—Y ahora encima se pone a rotar sobre sí mismo –chilló mi Bella toda histérica —¿quieres por favor salir de aquí que se me corta la salsa?, si te parece luego llamamos a la NASA para que estudie este extraño ataque de planetitis aguditis que padecéis los tres, pero ahora ¡fuera de aquí por favor!, que total para nada que hacéis…—y bastante enfurecido salí de la cocina sin importar demostrar lo herido que estaba…bueno…no era para tanto…ya las conocía…sabía cómo eran pero eso haría que mi Bella toda arrepentida me pidiera perdón esa noche…yo me haría el ofendido y….buen plan Cullen, muy buen plan. Mi erección estuvo de acuerdo mientras se preparaba toda contenta y erguida para la noche que nos esperaba y yo me retorcía solo de pensarlo. De repente recordé que había ido allí porque me sentía hambriento.

 

—Esto…—les dije volviendo sobre mis pasos –veréis…yo vine aquí porque…tengo hambre.

 

—Uffff toma esto y calla –me dijo Bella poniendo en mi mano un plato con Sándwiches.

 

—Perfecto, tú haciendo toda clase de comidas ricas para las señoras del otro lado del charco y los demás por aquí a base de Sándwiches –dije para mi mismo visiblemente ofendido porque en realidad ahora sí que lo estaba. Bella iba a tener que esmerarse mucho esta noche para ganar mi perdón, y ese pensamiento perverso hizo que de pronto mi ánimo mejorara y una sonrisa maligna se instalara en mi cara, eso es Bella a ver que se te ocurre porque no hay derecho de portarse así con un pobre esposo como yo tan atento, cariñoso y amable. A ver un momento Cullen, cuidado con ese ego tan subido porque…pero una especie de sollozo repentino me sacó de mis tonterías mentales haciendo que me volviera hacia la fuente del sonido. Mi Bella estaba mirándome con lagrimas en los ojos y un gesto de dolor, ¿quizás yo y mi gran bocota habíamos dicho algo que no debíamos decir en voz alta?

 

—Edward Anthony Cullen –uffff mi nombre al completo, Cullen realmente estás en serios problemas a ver como sales de esta, parece ser que al final algo debí decir en voz alta algo que no debía, esperemos que no fuera eso de… —¿acaso me estás diciendo que no soy una buena esposa y no te alimento y cuido como es debido? —¿qué?, ¿de dónde se ha sacado esa estupidez?, vale, vale confirmado del todo, mi bocota se abrió sin que yo me diera cuenta…las cosas de pasar tanto tiempo junto a Emmett –parece mentira que no seas consciente de que estoy aquí trabajando a destajo para que tu madre y tu prima, repito TU madre y TU prima, unas pobres, hambrientas y desvalidas embarazadas…

 

–Bueno a ver un momento lo de hambrientas vale pero ¿desvalidas y pobres? —intenté volver a decir para mi mismo pero no tuve éxito, otra vez mi bocota me traicionó.

 

—Edward Cullen, eso no es el caso que nos ocupa solo fue…una manera de hablar y no es un dato relevante para el tema, la cuestión es que estoy metida en la cocina trabajando para que ellas puedan satisfacer sus antojos y tú, tú, te crees con derecho a recriminarme que solo te doy Sándwiches ¿tienes una queja de mi?, dime ¿tienes alguna queja de mi?

 

—No, mi amor, ¿cómo puedes siquiera pensar eso?, yo…es que yo…lo siento -le dije intentando acércame a ella pero…la bandeja de los Sándwiches que seguía en mi mano me lo impedían y ella también

 

—¡Ni te acerques…! espero que esta noche te esmeres mucho en conseguir que te perdone porque desde luego ahora no puedo –me dijo señalando mi pecho con un dedo acusatorio.

 

—Sí mi amor, descuida –le dije todo confundido.

 

—Y ahora ¿quieres hacer el favor de salir de mi cocina? –y visiblemente anonadado salí de ahí como alma que lleva el diablo. Vamos a ver, en qué momento cambiaron las tornas, ¿no era yo el ofendido y él que tenía que hacerme querer?, ¿qué diablos había pasado?, nada Cullen, nada serio, la influencia de Emmett en ti nada más. Con gesto contrariado me senté al lado de Carlos poniendo la bandeja con los famosos Sándwiches en medio por si querían alguno.

 

—No digas que no te lo advertimos –me dijo Emmett muy serio pasándome un plato con rosquillas.

 

—Al menos vosotros conseguisteis rosquillas –le dije visiblemente ofendido ya que mi Bella sabía cuánto me gustaban las rosquillas de Rose.

 

—Sí pero es que nosotros queríamos algo salado.

 

—Ahh

 

—Y encima se creen Galileo –dijo Carlos rascándose la nuca.

 

—Hipatia

 

—¿Qué?

 

—Pues que se creen Hipatia, ya sabéis, Ágora, la película, la primera mujer que puso contra las cuerdas a Aristóteles con la teoría de los planetas y todo eso.

 

—Ahhh —en esto el timbre sonó sacándonos otra vez de una conversación tan tonta y estúpida como mis pensamientos anteriores en la cocina. Me levanté a abrir la puerta y por ella aparecieron Jacob y su esposa. Lizzie me saludó y marchó hacia la cocina, otro general más en una guerra sin soldados. Jacob intentó ir tras de ella pero yo se lo impedí.

 

—No me digas más, la cocina es el cuartel general de la Gestapo y nosotros somos el mando aliado.

 

—Ummm más bien la Resistencia diría yo…

 

—Ni siquiera una simple cerveza.

 

—Inténtalo. Y eso hizo el muy….todos nos quedamos mirándole con gesto ceñudo cuando salió de allí cargado con una cerveza para cada uno metidas en una bolsa que llevaba colgada del brazo y un plato de empanadillas y pimientos rellenos recién hechos en una mano mientras que en la otra traía una enorme e inmensa tortilla de patatas partida en trozos.

 

—Todavía hay clases, uno que es experto en negociar con la Gestapo, de algo me tenía que servir tener complejo de Capitán América –nos dijo petulante y yo casi le estrello los Sándwiches en la cara.

 

A la mañana siguiente y después de una noche intensa en donde Bella se hizo de rogar hasta bien entrada la madrugada, el avión de la compañía nos esperaba en el aeropuerto junto a un piloto visiblemente confundido por el hecho de que en vez de personas no entraban más que bolsas y bolsas térmicas con tappers llenos de comida congelada.

 

—Cosas de embarazadas –le dije a modo de disculpa y el hombre frunció aun más el ceño, supongo que preguntándose a sí mismo como era posible que utilizáramos el avión de la compañía para…semejante cosa. Lo cierto es que después de lo que yo pase con Bella y Chelsea comprendía a mi padre mucho mejor de lo que ellos mismos pensaban. Si hubiera tenido que ir a China a por sopa de nido de Golondrina, sin duda lo hubiera hecho…en el susodicho avión.

 

El fin de semana llegó y la noche del viernes, siguiendo las ordenes de Shioban, Bella y yo dejamos a Eddie con mis cuñados y salimos a cenar y al teatro.

 

—¿Estará bien?, seguro que tiene que estar bien, si no estuviera bien Rose habría llamado ¿verdad que habría llamado? –me dijo Bella por enésima vez mientras cenábamos.

 

—Por supuesto que sí mi amor –le contesté acercando la silla para darle un besito casto en los labios.

 

—Perdóname Edward de seguro que te vas a hartar de mi y de mis dichosos miedos pero es que…

 

—Yo nunca en la vida podré hartarme de ti Bella, sabes que te necesito como el aire para respirar, mucho más que al aire cielo. Todos tenemos miedos, manías, extravagancias, virtudes, defectos, es por eso que somos humanos amor, sino seríamos maquinas. Yo me enamoré de ti con todo lo que tú eres, con tus virtudes que son muchas, con tus defectos que a mi modo de ver te hacen más perfecta y supongo que tú me amas a mí de la misma manera, bueno…no lo supongo estoy seguro de ello. Esto que te ocurre no es más que una consecuencia lógica de tu esencia, eres buena, te preocupas por los demás, tienes una capacidad de amar extraordinaria,  nos quieres a nuestro niño y a mí por encima de todo. Hemos pasado momentos malos y eso te ha llevado a estar así ahora. Solo tienes que superarlo cielo y aquí estoy yo para ayudarte. Si te pusieras enferma, físicamente hablando, yo te cuidaría, si te rompieras algo o te hicieras daño de algún modo, haría lo mismo, pues igual con esto mi amor. Anda termina de cenar y deja de pensar cosas raras. Si quieres antes de entrar al cine llamamos a ver qué tal –le dije acariciándole la cara tiernamente mientras la miraba directamente a los ojos para que viera en ellos la verdad de mis palabras.

 

—No, tengo que superarlo Edward, por ti, por mi y por el niño, no puede crecer teniendo una madre histérica todo el día detrás de él, pobre crío, tengo que superarlo.

 

—De acuerdo entonces –le dije y los dos nos terminamos el delicioso postre de trufas que estábamos tomando. Una vez acabamos de cenar nos fuimos al cine, había cogido entradas para la última sesión, esa que llamaban la "hora golfa" y que se proyectaba a partir de las diez de la noche. Era una película nueva que estaba teniendo muy buena crítica y no era para menos ya que a ambos nos gustó y la disfrutamos mucho. Una vez que salimos del cine Bella, por decisión propia, llamó a Rose para decirle que si Eddie estaba bien, iríamos mañana temprano a recogerlo ya que era una lástima sacarlo a la calle a esas horas y despertarlo en el proceso. Perdimos un poco más de tiempo dando un paseo por una ciudad que había sido testigo de nuestro amor,  deambulando por todas aquellas calles por las cuales paseamos los dos primeros días, si hasta me pareció que al pasar junto a la Cibeles esta me guiñaba un ojo y la Puerta de Alcalá me habría sus brazos con expresión cómplice.

 

—Tenemos toda la noche para nosotros señor Cullen, a ver qué inventas para que te perdone que aun no lo hice…del todo –me dijo una vez que estábamos en el coche parados en un semáforo ya de camino a casa, mirándome con gesto seductor mientras rastrillaba sus dedos por mi pecho. Mi erección saltó decidida a contribuir en todo lo que pudiera para ganarme ese perdón y a mí la boca se me hizo agua.

 

Conduje todo lo más deprisa que pude hacia casa y una vez aparcado el coche en condiciones en el garaje, no esperé mas y me lancé sobre Bella que aun tenían puesto el cinturón de seguridad, la besé, lamí y relamí en el lóbulo de la oreja, el cuello, mejillas y cara sin dejar que se sacara el cinturón. Baje una de mis manos por su muslo, lentamente,  con cuidado. Para hacer mas deliciosa la tortura, me deslice por debajo de su falda, subí de nuevo por su muslo hasta llegar a sus braguitas las cuales quité como siempre hacia, rasgando la suave tela de un tirón. Con mi otra mano tenia inmovilizadas las de Bella pero al ver que no conseguía retenerla me saqué el cinturón de mis pantalones y le até las muñecas pasándoselas después por debajo de su cabeza de forma que esta quedara apoyada en ellas. Mis dedos traviesos invadieron su entrada penetrándola de forma más o menos cuidadosa mientras que con la otra mano desabrochaba la blusa para poder acceder a sus senos. Subí su sujetador hasta dejarlo anclado por debajo de su barbilla, inmovilizándola así un poco más, y empecé a lamer con mi lengua sus suaves pezones provocando que se volvieran duros como piedras. Dentro del coche solo se escuchaban nuestros gemidos y respiraciones entrecortadas. Al tiempo que mi lengua excitaba sus senos, mis dedos seguían moviéndose en su interior buscando aquel punto de fricción que sabía le volvía loca.

 

—¡Por Dios santo Edward!, arggggggg…¡por favor…!

 

—Me encanta verte así, expuesta, excitada, rogándome por más –le dije dejando sus senos para atacar su boca con delirio, la lástima es que estés atada porque no puedes ver como me tienes –añadí notando como mi dura erección estaba pidiendo a gritos por un poco de atención.

 

—Desátame y veré que puedo hacer por ti –me contestó seductora.

 

—Puedo esperar Bella, me excita tu excitación –contesté bajando por su cuello y omóplatos hasta volver a sus senos los cuales ataque otra vez sin piedad mientras mis, ahora tres dedos, seguían su intrusión dentro de ella. En un momento determinado vi como sus paredes vaginales se contraían atrapando mis dedos en el proceso. Con una sonrisa maliciosa los saqué de su interior, la desaté, le desabroché el cinturón de seguridad, la tome en volandas sentándome en su asiento y la monté a horcajadas sobre mí. Bella adivinando mis intenciones, bajó sus manos hasta mi cremallera desabrochándola al tiempo que pasaba lentamente sus manos por mi erección que todavía tenía la prisión de los bóxers. Al final la muy ladina la liberó del todo y sin mediar más palabra se sentó de un golpe sobre mí introduciéndosela de un solo empellón. Nuestros movimientos no eran para nada tiernos y cariñosos sino fuertes, duros…lujuriosos, Bella subía y bajaba montando como la experta amazona que era, yo me derretía de placer cada vez que salía de mi para volver a introducirse de golpe y sin piedad…Bella cuando me cabalgaba de esa manera era una diosa del sexo bajada del Olimpo solo para mi placer. Llevé con prisas una de mis manos a su clítoris para adelantar su orgasmo ya que el mío propio no podía esperar más…con un grito agónico y sincronizado los dos explotamos juntos, subimos juntos a la cima y juntos volvimos a descender al planeta tierra.

 

Pero no tuvimos bastante con esta erótica, lujuriosa y pervertida escena en el coche, ya que al entrar en casa, sabedor de que debajo del vestido ya no llevaba sus bragas, pues estas descansaban en un lugar indeterminado del vehículo, volvimos a hacer el amor como locos en el suelo de la cocina. Esta vez la puse a cuatro patas penetrándola por detrás de la misma manera fuerte y ruda en que ella lo hizo en el coche. Solo se oía el sonido de nuestros cuerpos juntándose, llamándose, nuestras respiraciones entrecortadas, nuestros jadeos y gritos. Cuando ya estábamos llegando de nuevo los dos a la vez, la levanté para que se sentara encima de mí con su espalda pegada a mi pecho, hacía tiempo que sabíamos que esta postura era total y absolutamente espectacular y nos hacía estallar en mil y mil pedazos. Allí, en el suelo inmaculado de nuestra cocina, la experiencia fue única. Yo quería mucho a mi hijo, de verdad que lo adoraba, pero hay que reconocer que con él fuera de casa y sin la preocupación de despertarlo o que se despertara el sexo era fenomenal, pero ¿cuándo no lo era entre Bella y yo?

 

Esa noche terminamos haciéndolo en todos los rincones de la casa y cuando acabamos en el baño, eso fue…maravilloso, pecaminoso y no apto ni siquiera para adultos pues es algo que siempre quedará entre ella y yo. Pero lo mejor de todo es que habíamos conseguido ganar una gran batalla, Bella se separó de Eddie durante toda una noche segura y convencida de que con sus hermanos estaba igual que en su propia casa.

 

Para convencerla todavía más de ello, al día siguiente cuando fuimos a por él, Rossie estaba dando de comer ella solita su desayuno a un Eddie que estaba encantado con su prima. Bueno decir que Rossie le daba el desayuno era decir mucho y bueno a favor de mi sobrina…aunque…al menos eso intentaba o aparentaba intentar porque creo que había papilla por todas partes menos en su boca. Rossie le había enseñado a hacer pedorretas pues había descubierto que al hacerlas con la boca llena de papilla, mi hijo desparramaba y expandía la comida por todos los lugares de la cocina, nevera, paredes, suelo, encimera…y a mi hijo le hacía mucha gracia también por lo que hacia la pedorreta con más ímpetu sintiéndose el rey de la fiesta. Pero a Eddie y a Rossie no eran los únicos a los que le hacía gracia la situación, Emmett se lo estaba pasando en grande y Rose…Rose era tema aparte mirándolos ceñuda, con los brazos en jarras y una bayeta en su mano que seguro iba destinada a Emmett.

 

—Emmett Swan lo vas a recoger con la lengua, te juro que lo haces –le dijo pero la fuerza se le escapó por la boca ante una nueva pedorreta del niño y acabamos todos riéndole la gracia. Entre risas y bromas terminamos de darle de desayunar al niño, recogimos el desastre y luego nos fuimos todos a pasar el día fuera de casa.

 

Las sesiones con Shioban se fueron sucediendo y justo el mismo día en que cumplíamos una quincena acudiendo diariamente a ellas se produjo el milagro. Shioban me había dicho que era algo que tenía que salir de mi Bella y no forzarlo.

 

—¿Dónde vas? –le pregunté todo confundido cuando vi que Bella al entrar al edificio se dirigió al ascensor que llevaba hasta la guardería.

 

—Es momento de ir enfrentando Edward, de dejar el pasado atrás, de pasar página y escribir una nueva, sé que hoy lo voy a pasar mal pero…es momento de hacerle frente –y así fue como Bella y Chelsea empezaron a dejar a Eddie y a las niñas en la guardería. El primer día lo pasaron las dos fatal, tanto es así que a media mañana Bella se levantó de la silla y ella misma desmontó el parque argumentando que nos lo tendríamos que llevar para casa, pero poco a poco todo fue yendo mejor.

 

El tiempo fue pasando inexorable, los jueces habían admitido a trámite la demanda por los posibles desfalcos y no veía la hora de que señalasen la fecha para un juicio. Como dice el refrán las cosas de Palacio van despacio y yo ya me estaba impacientado. Las medidas de seguridad eran cada vez más estrictas cosa que me ponía nervioso y no contribuía en nada a la recuperación tanto de Bella como de todos, aunque habíamos experimentado una notable mejoría en todos los aspectos. Bella ya dejaba tan tranquila a nuestro hijo en la guardería con los demás, cosa que el niño agradeció pues la interacción con los otros niños era muy crucial para su desarrollo. Yo ya no tenía pesadillas y me constaba que Carlos tampoco.  Bella me volvió a sorprender  de nuevo pidiéndome que desmontáramos  la cuna que había en nuestra habitación y dejando a nuestro hijo dormir, por fin, en la cama/cuna que con tanta ilusión habíamos comprado para él.

 

Tanto Rose como Chelsea estaban mucho mejor al igual que Emmett, quien por fin y tras varias sesiones conjuntas en donde cada uno expresamos como nos sentíamos, se acabó dando cuenta de que no era su culpa no haber estado ahí.

 

Eddie por su parte crecía sano y feliz, ya tenía siete meses de edad y mi nueva misión era sentarme todos los días a jugar con él y enseñarle a que dijera papá o mamá, me hacía ilusión que su primera palabra fuera una de las dos pero solo chapurreaba una cosa rara algo así como…iabea, o algo por el estilo pero no tenía ni idea de que narices quería decir con eso. Lo que si se le daba muy bien era señalar a las niñas con el dedo haciendo ruidos con la boca, como si estuvieras llamándolas y repitiendo ese extraño sonido. Las niñas le miraban, también le señalaban, chapurreaban algo extraño y todos se reían saltando sobre nuestras…pobres…bueno los que son padres seguro que me entienden.

 

Por otro lado mis ahijadas también crecían muy deprisa, Carlos estaba empeñado en la misma misión que yo pero por partida doble pero de ellas solo conseguía pedorretas, risas y tirones tanto de pelo como de nariz, la verdad es que estaban muy traviesas. Una de ellas, no me pregunten cual pues eso se lo dejo a la madre, siempre sonreía cuando estaba mi niño presente y le tiraba los brazos. A veces pensaba si no se turnaban para hacerlo...era tan difícil distinguirlas.

 

Lo cierto es que a ambos nos encantaba jugar con nuestros hijos, pasar tiempo con ellos, disfrutar de su infancia. Chelsea y Bella nos miraban divertidas cada vez que intentábamos hacer que dijeran una de esas dos palabras y cuando mi hijo emitía ese extraño ¿sonido?, ¿palabra?, o la gemela de turno lanzaba los brazos a Eddie, ellas dos se miraban alzando la ceja como si entendieran perfectamente lo que el niño…o la niña quería decir.

 

Otro mes más pasó sin noticias de la fecha del juicio,  yo ya estaba poniéndome de los nervios pero intentaba disimularlo ante Bella aunque fracasaba estrepitosamente pues mi esposa me conocía muy bien y…que narices…me gustaba su forma de darme ánimos ¿a quién no? Ahora estábamos los dos en el despacho trabajando cada uno en nuestras cosas, Chelsea estaba fuera en su mesa, Carlos estaba en la suya, el ambiente era tranquilo y relajado, de vez en cuando miraba a Bella y le lanzaba un beso en el aire, beso que ella me devolvía…siempre estábamos así, no podíamos remediarlo…nada parecía presagiar la tormenta que en el transcurso de un mes desencadenarían cuatro noticias…tres de ellas ya las esperábamos pero…¿la cuarta?...el teléfono de Bella sonó…era Alice

 

—¡Bella, Bella! –escuché como chillaba toda histérica desde el otro lado de la línea y por los nuevos aullidos supuse que Irina estaba con ella pues esos berridos no podían ser más que de mi prima —¿estás con Edward?, pon el manos libres tenemos noticias frescas. Llama a Chelsea y a Carlos, ¿están por allí?

 

—Sí, sí estoy con él, un momento que los llamo –contestó Bella haciendo ruidos en el cristal para llamar la atención de Chels quien al verlo se levantó rápido para venir al despacho, yo por mi parte llamé a Carlos por el teléfono interior obedeciendo una orden que Bella me dio moviendo los labios y manos —espera que pongo el manos libres. No es posible que hayan tenido el bebé Esme o Kate es pronto, ¿cuando salían de cuentas?, ¿si les queda todavía un mes?, ¿o no?, ¿si les quedaba un mes?, ¿no me digas que alguno se ha adelantado?, si ya teníamos todo previsto viajar para allá en esas fechas, Chelsea y Carlos acaban de llegar –cuando mi esposa hablaba con mis diablos uno y cuatro adquiría la costumbre de ellas…o sea…hablar todo de seguido sin hilar las frases correctamente y…a mí se me hacía difícil seguirlas. Ufffff me mareaba.

 

—No, no, no es eso…todavía no, aunque están en ello…es otra cosa distinta…una noticia bomba…esperada…ansiada…menos mal que por fin…ya era hora...ufff que plastas…sin casi llegamos a pensar que íbamos a tener que obligarles a punta de pistola y…

 

—Alice, Irina soltadlo ya por favor –le dije impaciente y nervioso pues los chillidos por teléfono estaban empezando a superar los decibelios admitidos

 

— ¡QUE NOS CASAMOS!, chillaron las dos a la vez en un escándalo tan estruendoso que seguro se habían roto los tímpanos ellas mismas y a mí me pegaron tal susto que reboté en la silla donde estaba sentado y Carlos casi se cae de la otra. A mí la noticia no me vino de nuevas pues sabía de sobra las intenciones de Laurent y Jasper quienes habían pospuesto proponérselo como deferencia a nosotros y los hechos que estaban aconteciendo pero yo los había animado a hacerlo.

 

—Alice, Irina…chicas…eso es maravilloso chillaban Bella y Chelsea a la vez dando saltitos a su alrededor girando sobre sí mismas, como si ellas fueran ahora los famosos planetas. En seguida comenzó una competencia de berridos en donde todas gritaban pero nadie escuchaba…yo estaba a punto de salir de la habitación…me estaba poniendo histérico y a mi amigo le sucedía lo mismo. Un vistazo al frente me dejo saber que toda la redacción se había enterado de las noticias, Ángela entró con cara alegre y…se unió al coro de gritos.

 

-Ni que estuviéramos en una representación en vivo y en directo de Parque Jurasico –me dijo Carlos al oído y a mí me entró la risa tonta

 

—Bella –dijo Alice –una vez todas se hubieron calmado y Ángela y Ben fueran debidamente invitados al evento de la temporada –eres lo más parecido que tengo a la hermana que siempre quise tener, no te ofendas Edward pero…una chica…siempre desea tener como cómplice a otra chica…pero has sido un hermano perfecto siempre y lo sabes…te quiero mucho —bueno hay me pilló con la guardia baja y se me saltaron las lagrimas.

 

—Gracias, tú también eres la mejor hermana que yo podría esperar –le dije emocionado –me diste a mi Bella.

 

—Y tú me diste a esa hermana y ahora…Bella…yo…quiero que seas mi madrina.

 

—Sí, sí, sí, sí –nuevo estallido de gritos redundantes acompañados de golpes en la mesa y giros sobre sí mismas, toda la redacción miraba divertida la escena pues aun con la puerta cerrada, como digo, se escuchaba todo.

 

—Y tu Chels junto a Rose, Lizzie,  Esme  y Kate vais a ser  nuestras Damas de honor.

 

—Sí, sí –y ahí empezábamos de nuevo.

 

Pero vosotras no digáis nada a Rose y a Lizzie,  que ahora las llamamos, se tienen que enterar por nosotras, lo vamos a hacer nada mas colgaros, esta noche ya podéis celebrar…-bueno eso era una connotación interesante…¿celebrar esta noticia con mi Bella…? mi erección se puso a la defensiva –y cuando digo celebrar es tomar una copa de champan juntos primo –añadió Irina. Vamos a ver ¿esta mujer como diablos podía saber lo que yo pensaba?

 

—¿Y para cuando es la boda? –acerté a preguntar todo enrojecido y esperando poder cambiar de tema.

 

—Vamos a esperar a ver si sale la fecha del dichoso juicio y a que Esme y Kate tengan los bebés y recuperen un poco el tipo.

 

—Por lo del juicio no os preocupéis, me da que va para largo.

 

—Estamos haciendo todo lo posible primo, espero que se resuelva pronto.

 

Pasaron otros quince días más sin saber cuándo se iba a celebrar el dichoso juicio. Habíamos vuelto a pasar de nuevo las navidades en familia como siempre hacíamos, esta vez con el incentivo y la ilusión de los tres niños que ya estaban y los dos que iban a llegar. Yo a veces me ponía de mal humor sin saber muy bien porqué pero Bella sabía calmarme como nadie nunca lo había hecho, de una forma muy…muy…efectiva y sino que le consulten a mi erección. Aun así mis nervios muchas veces no me dejaban ni dormir y no era la primera noche que tenía que echar mano de las pastillas que Shioban, a la que seguíamos viendo, me había mandado la primera vez. Pero las cosas acaban pasando, parece que no pasaran nunca, pero terminan sucediendo y eso me quedó muy claro en la siguiente semana en la que iba a recibir las tres noticias restantes, dos esperadas y una…

 

Estábamos a mitad de semana, acabábamos de llegar a casa, Bella y yo estábamos bañando a Eddie cosa que nos gustaba hacer juntos pues era muy divertido jugar con él en la bañera aunque, como es natural, acabábamos todos mojados y empapados de agua. Mi teléfono móvil resonó en toda la estancia, siempre lo llevaba conmigo…era mucha mi ansiedad…me sequé…fui a por él…miré quien llamaba…era mi padre…

 

—Hijo, ya tienes una madre y un primo, tu hermana y tu sobrina acaban de nacer –y dale con las confusiones otro como yo.

 

—Que sea enhorabuena padre ¿qué tal están todos?, se han adelantado un poco, teníamos pensado salir para allá el viernes.

 

—Fenomenal Edward, fenomenal pero…ufff no sabes como lo hemos pasado. La verdad es que se han adelantado un poco…el médico dice que en el caso de Esme es normal pues ya os tuvo a vosotros y es su segundo parto pero Kate nos ha sorprendido, parece que la dio envidia ver a su tía pariendo y decidió hacerlo ella también. Te repito que no sabes lo mal que lo hemos pasado. Estábamos cenando en un restaurante cuando tu madre se puso de parto, y Kate al llegar al hospital y verla…pues se puso ella también...no te imaginas el lió que hemos armado.

 

—Me puedo hacer una idea.

 

—Dale la enhorabuena de mi parte –me dijo mi Bella –y diles que el viernes las veo.

 

Colgué el teléfono con una sonrisa boba en la cara, a mi edad  tenía un nuevo hermano, era maravilloso y…original…aunque a veces me sacaran de quicio me encantaba mi familia. Llamé a Chelsea y Carlos para decírselo mientras Bella llamaba a sus hermanos.

 

Al día siguiente una nueva llamada interrumpió una reunión de edición…era de Laurent…

 

Edward tengo dos noticias…una es la que esperábamos pero la otra es…sorprendente y alucinante…¿cuál quieres primero?

 


 

Hola chicas. En primer lugar quiero disculparme con vosotras por la enorme tardanza, no solo me he tomado vacaciones de Navidad sino que parece que haya querido empalmar con las del siguiente año. Las navidades son una época altamente estresante y agobiante para mí en las que suelo deprimirme un montón. Normalmente esta depresión se me va pasando de forma repentina en el momento en que pasa el día de Reyes, pero esta vez parece que me duró más y a esto debemos añadirle un fuerte constipado. Espero que comprendáis que no he tenido mucho tiempo ni ánimos para escribir y además un fic en clave de humor. De verdad que lo siento, pero por fin aquí lo tenéis.

 

Y…bueno...¿qué pensáis que puede ser esa noticia sorprendente y alucinante?, se admiten teorías.

 

Muchas gracias a todas por vuestra paciencia y sobre todo a aquellas que me dejaos vuestros comentarios.

 

También deciros que ya le queda poco a este fic, no se cuantos capitulos exactamente pero ya casi todo está dicho. Tengo pensado algunos outakkes y, por supuesto, habrá epílogo.

 

Feliz Años Nuevo a todas.

 

 

Capítulo 26: Solo por un segundo Capítulo 28: Perdonar sí, olvidar no es posible

 


 


 
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