UNA CITA CASI A CIEGAS

Autor: AlienaCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 07/04/2012
Fecha Actualización: 23/02/2013
Finalizado: SI
Votos: 17
Comentarios: 105
Visitas: 76731
Capítulos: 29

Bella Swan nunca pensó que por acceder a regañadientes a los ruegos de su amiga, pasaría un día tan maravillosamente increíble junto a un hombre insaciable.

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 6: Bella versus Cruella y la Reina

 

DISCLAIMER: Ninguno de los personajes que aparecen en estra historia me pertenecen, son propiedad exclusiva de S. Meyer

Capítulo 6: Bella versus Cruella y la Reina

 

Pov Edward

—Vienen para acá —acertó a decirme

—Lo sé…, no sé cómo habrá conseguido mi teléfono pero…tu madre me ha llamado.

—¿Qué?

—Que tu madre me ha llamado, no sé cómo se ha hecho con mi número de teléfono pero me ha telefoneado.

—Es muy fácil Bella, simplemente te ha investigado y a estas alturas ya debe saber todo sobre ti –me contestó con un dejé de pánico implícito en su voz —¿Qué te ha dicho exactamente?

—Me ha ofrecido dinero

—¿Qué le has contestado?

—Qué esta hija de su madre, era mucha mujer para venderse por dinero, que ella no tenia lo bastante para comprarme a mí.

—¿Te das cuenta del lio en que te estás metiendo?, ¿no quieres echarte para atrás y dejarlo?, Bella yo…. no puedo ni quiero dejarte pero tampoco puede permitir que te enfrentes a esto –me dijo dándome  la oportunidad de abandonar pero  por lo poco que lo conocía sabía que en su fuero interno estaba rezando para que no lo dejara y no pensaba hacerlo, no,  de ningún modo. Solo hacía  tres días que lo conocía, pero para mí ya era toda una vida. Edward se me había hecho imprescindible y sin él ya  no sabría seguir y por el modo tan intenso y suplicante con  él que me miraba sabía perfectamente que sus sentimientos eran  los mismos. Los dos estábamos ahora de rodillas en la cama, uno frente al otro…

—Me doy cuenta Edward y lo asumo, tú mereces la pena.

—¿Qué… que me dices Bella?

—Que tú mereces la pena Edward, eres un chico sensacional, bueno, amable, cariñoso, inteligente,  alguien por quien merece la pena luchar

Bella –me dijo con los ojos brillantes por las lagrimas que pugnaban por salir—nunca nadie en mi vida me habían dicho algo así. Normalmente todas las mujeres que se acercan a mi  lo hacen por el prestigio que les da el apellido Cullen o simplemente por dinero, nunca nadie ha…

—Lo sé Edward y lo repito, me importa un cuerno tu dinero y el prestigio de tu apellido, me gustas tú creo…. creo que podría enamorarme, si es que no lo estoy ya,  de la maravillosa persona que eres no de tu apellido ni de tu dinero,  y no estoy dispuesta a desperdiciar esta oportunidad, mereces la pena y voy a luchar contra quien sea por esto que está naciendo entre nosotros, no voy a dejar que nos separen

—Lucharemos juntos Bella, no dejaré que nada ni nada nos separe lucharé por ti al igual que tú me dices que lo harás por mí, con todas mis fuerzas, con todo lo que tengo, haré lo que haga falta y llegaré hasta donde sea,  yo… también siento que poco a poco… me estoy enamorando de ti  y tampoco quiero desperdiciar esta oportunidad que me está concediendo la vida –me dijo estrellando sus labios contra los míos en un beso único, irrepetible y diferente a los que nos habíamos dado anteriormente. Porque sí, sin lugar a dudas ese beso era distinto a los demás y demostraba  que algo había cambiado entre los dos.  Sus labios se movían sobre los míos con ternura y suavidad pero a la vez con firmeza y deseo,  este beso estaba lleno de amor y de sentimientos, esos que se estaban forjando en nuestros  corazones. Era además un beso cargado de gratitud por la oportunidad que le estaba ofreciendo, uno en el que me decía que era hermosa,  maravillosa y valiente. No separamos por un momento mirándonos fijamente a los ojos de una manera muy intensa, diciéndonos con la mirada todo lo que aun no habíamos expresado con palabras, aquello que nuestros inteligentes corazones ya reconocían, pero nuestras mentes, más lentas, aun no habían asimilado.

—Tanto tiempo buscando y resulta que estabas aquí, si le hubiera hecho caso antes a Alice… —me dijo llevando su mano hasta mi mejilla y acariciándola con suavidad, con delicadeza…

Esa tensión sexual que se despertaba entre nosotros siempre que estábamos juntos,  empezó a pedir a gritos una liberación, así que se la dimos. Nuestras bocas se volvieron a juntar desesperadas, hambrientas,  El beso se volvió cada vez  más demandante, más pasional, más cargado de lujuria, deseo y amor. Nuestros labios danzaban al unisonó, perfectamente sincronizados, sus labios recorrieron mi boca pidiendo permiso para entrar en un santuario que ya era suyo por derecho, suyo y de nadie más. Nuestras lenguas se encontraban ansiosas, jugaban la una con la otra, degustándose, reconociéndose, amándose… nuestras respiraciones entrecortadas, nuestros jadeos que subían de intensidad… la banda sonora de Blancanieves sonando en la distancia… un momento… ¿la banda sonora de Blancanieves sonando en la distancia?,   ¿y no era esa la parte en la que la malvada reina se convertía en una fea y verrugosa bruja?

—De una manera o de otra siempre fastidiando  —dijo mi hombre separándose de mí con un gruñido… es mi madre…

Acto seguido puso el manos libres para que yo también escuchara y descolgó el inoportuno y maldito aparato

—Edward, a ver que no tenemos mucho tiempo, estamos a punto de abordar un avión ¿en qué hotel te alojas? Tanya y yo vamos para allá, ya que se supone que vas a tener que quedarte una buena temporada en Madrid, hemos decidido que…

—¿Habéis decidido? –le contestó transformándose en una fiera a punto de saltar sobre cualquiera que se le pusiese por medio —¿quiénes habéis decidido madre?, ¿Tanya y tú?, pues déjame decirte que no sois nadie, repito NADIE, para decidir sobre mi vida. No quiero que vengáis, no quiero casarme con Tanya, no os necesito a ninguna.

—Edward no me…

—Edward nada, no quiero escuchar ninguna de tus idioteces madre, coge a tu Tanya, cógete a ti misma y volved a casa, no os quiero aquí, me habéis entendido ¡NO QUIERO QUE VENGAIS!, precisamente me marché porque me negaba a  que me envolvierais en vuestros trucos y mangoneos –rugía de tal forma que mi hermano y Rose asustados irrumpieron en la habitación.  Edward estaba desesperado, enfurecido… le puse una mano en el hombro y mi hermano le dio unos golpes suaves en la espalda… parece que reaccionó y se tranquilizó un poco…

—Mira madre, por mi podéis hacer lo que os dé la gana, no me importáis ni tu ni esa zorra que quiere meterse en nuestra familia y en mi cama a cualquier precio.  No os diré donde estoy, hay miles de hoteles  en Madrid ciudad y en las afueras, buscad por todos, pero  no me encontrareis, no me alojo en ningún hotel madre y no necesito que me busques una casa, ya tengo una, vivo con mi novia y su familia…

Al escuchar que Edward tenía novia ,  un silencio sepulcral se hizo al otro lado de la línea solo roto por una especie de grito de horror, luego… otra vez el silencio, únicamente  se oían respiraciones y los jadeos de una y otra mujer. Se podía distinguir perfectamente cuales era los de una y cuales los de la otra. Los sonidos que hacia la madre era de rabia, sorpresa e incredulidad. Los de Tanya de ira, rabia, de odio… de furia.

—Te has vuelto loco Edward, no le puedes hacer esto a Tanya,  ella es tu prometida, me parece que ahora si es necesario que vallamos allí, creo que esa zorrita de mierda amiga de tu hermana te ha sorbido el coco, no voy a dejar que ninguna perra malnacida  entre a la familia a aprovechase de nuestro dinero…

—¡NO SE TE OCURRA VOLVER   A INSULTAR DE NUEVO A BELLA MADRE, NO TE LO VOY A PERMITIR, AQUÍ LA UNICA ZORRA DE MIERDA QUE SE QUIERE APROVECHAR DE MI DINERO ES LA QUE TIENES AL LADO!–rugió Edward de nuevo enfureciéndose nuevamente –¡no se te ocurra ni siquiera mentarla, lo único que deberías y tienes que hacer es besar por donde ella pisa, no voy a consentir que la dañéis!  Y otra cosa, no sé como habrás conseguido el teléfono de mi novia pero me lo imagino y te prohíbo que la vuelvas a llamar y sin por algún casual has conseguido la dirección de su casa por el mismo conducto te advierto que como solo pongas un pie en ella te estarás arrepintiendo toda la vida…—pero no le dio tiempo a decir mas ya que al otro lado de la línea, su madre había colgado. Edward se levantó de la cama y empezó a pasear de un lado a otro de la habitación, sujetándose el puente de la nariz y pasándose la mano por un pelo cada vez mas revuelto. Mi hermano, que no sé en qué momento había salido de la habitación,  volvió  con una botella de coñac en la mano y cuatro vasos. Nos sirvió un vaso a cada uno y lo apuramos de un solo trago, yo no acostumbraba beber pero en ese momento lo necesitaba. El alcohol parece que calmó un poco los ánimos, Edward se sentó de nuevo en la cama llevándome con él al tiempo que me abrazaba desesperado  y me pedía perdón por los insultos de su madre. Yo intentaba terminar de calmarlo del todo, acariciándole la espalda y el pelo y diciendo que todo estaba bien, que él no tenía la culpa.

—Se puede saber de qué va esto –preguntó Rose cuando ya Edward se hubo tranquilizado totalmente. Él mismo procedió a explicarle toda la historia.

—No podrán con nosotros Edward –dijo Rose –lucharemos, eres lo que Bella quiere y nosotros somos una familia que luchamos  unida y  nos protegemos los unos a los otros. Y por lo que veo la parte de la tuya que viene para aquí hace lo mismo, no podrán con nosotros Edward, anímate. Tanto Emmett como yo corroboramos  las palabras de Rose y Edward se fue poco a poco tranquilizando.  Mis hermanos salieron de la habitación dejándonos solos. Edward se  recostó en la cama atrayéndome hacia él, me abrazaba tan fuerte  como si temiera  que  al soltarme  fuera  a desaparecer. Empezó a besarme con urgencia, con furia, con pasión y yo le respondí del mismo modo. Poco a poco las ropas fueron despareciendo de nuestros cuerpos formando un montón amorfo en el suelo. Edward besó y adoró cada parte de mi cuerpo como si con eso quisiera borrar las palabras de su madre y cuando me penetró lo hizo de tal modo que en ese momento tuve la absoluta certeza de  que nada ni nadie podría separarnos, éramos dos contra el mundo fundidos en uno solo, pero teníamos de nuestro lado algo muy fuerte y poderoso, nuestras familias y nuestro amor, ese que sin darnos cuenta había nacido, porque si de algo estaba totalmente segura era de que en esos pocos días yo me había enamorado de Edward Cullen, de ese chico tierno dulce y maravilloso con el que mi mejor amiga me organizo una cita a ciegas, la mejor cita de mi vida.

La mañana nos sorprendió dormidos, uno en brazos del otro. Nos despertamos, nos miramos, nos sonreímos, nos comprendimos mutuamente y acabamos en la ducha dándonos los buenos días.

Una vez que nos hubimos vestido, bajamos a desayunar. Emmett y Rose ya estaban allí.

—Hola hermano ¿estás más calmado? –le preguntó Emmett y Edward al escuchar la palabra hermano de su boca le miró con una mezcla de asombro y agradecimiento.

—Sí, si lo  estoy. Gracias Emmett…gracias a los tres pero… sobre todo…gracias a ti Bella yo…

—Shhhhhhh, no tienes porque darlas, ya te dije ayer que tu mereces la pena –no me dio tiempo a decir mas porque atrapo mi boca en un tierno y casto beso. No podemos olvidar donde estábamos y que el renacuajo de mi sobrina estaba presente y, por si no nos habíamos dado cuenta de su presencia, la niña se hizo notar.

—Mi papá te acaba de llamar hermano –dijo en alto pero más para sí misma que para los demás –y los hermanos de los padres suelen ser nuestros  tíos, así que tu eres mi tío  y por lo tanto a partir de ahora te voy a llamar tío Edward –dedujo en un perfecto silogismo que ni el mejor profesor de filosofía hubiera podido perfeccionar. Los demás nos echamos a reír ante su cara de orgullo por el descubrimiento realizado pero todas las miradas se centraron en Edward y su contestación.

—Por supuesto que si renacuajo, me puedes llamar  tío siempre que quieras –de pronto el timbre de la puerta sonó interrumpiendo ese momento mágico que se había creado.

—¿Quién podrá ser? –dijo Edward, no creo que las haya dado tiempo a llegar ayer cuando llamaron estaban todavía en el aeropuerto y…

—Tranquilo Edward, vamos a abrir y saldremos de dudas –dijo Emmett muy resuelto. Todos nos dirigimos hacia la puerta. A sugerencia de Rose Emmett miró primero por el espejo de la mirilla, sonrío y abrió la puerta sin más, empujándome para que fuera a mí a la primera persona que viera el que fuera que llamaba.

—¡Bella! –gritaron justo en mi oído al tiempo que un borrón se abrazaba con fuerza a mi luego, separándose un poco,  empezó a dar saltitos apoyando sus manos en mis hombros lo que me obligó a acompañarla en su danza.

—Alice… ¿cómo habéis llegado aquí tan deprisa?

—Mi padre nos dejó el avión de la empresa, al fin y al cabo hemos venido por negocios ¿o no? –dijo con su expresión mas inocente.

—Bella que gusto me da conocerte, dijo otro borrón parecido al anterior esta vez de color rubio que me abrazo efusivamente, me dio un beso y luego empezó también a dar saltitos con nosotras.  ¿Tú eres Rose verdad?, encantada yo soy  Irina, dijo la famosa Irina uniendo a Rose a nuestro curioso circulo saltador. Otros dos borrones rubios más se unieron al grupo repitiendo la operación así que acabamos las seis dando vueltas en la entrada en una perfecta imitación de ese juego infantil denominado “el corro de la patata”. Por el rabillo del ojo vi que el seto que separaba nuestra casa de la de al lado, se movió y unos ojos curiosos nos observaban. Rose también se dio cuenta,

—Alistair –llamo por su nombre a nuestro vecino cotilla. Para que luego digan que no tenemos categoría, vaya si la teníamos hasta contábamos con vecino cotilla y todo  –Es  Alice, la amiga de Bella ¿la reconoces? y estas son sus  primas y su  tía. ¿Has cotilleado ya bien, o necesitas echarnos una nueva mirada?  –le dijo al tiempo que entre mi hermano y Edward nos metían a empujones a la cada, cosa difícil porque las seis seguíamos unidas como si fuéramos hermanas siamesas, eso sí por lo menos habíamos dejado de saltar. Al entrar en la casa vi como la más mayor del grupo, la que supongo que era su tía, se echo a los brazos de Edward con una ternura que más que su tía parecía su madre, sus primas y hermanas le abrazaron también con mucho cariño y Edward les correspondía gustoso y emocionado. Después de saludar a Emmett pasamos todos al salón.

Estuvimos charlando un buen rato y después nos fuimos todos juntos a comer a un Centro Comercial a sugerencia de Alice como no. Durante la comida estuvimos escuchando el plan anti Tanya urdido por los cuatro diablos. Emmet y Rose las convencieron de que se quedaran en nuestra casa ya que la habitación de invitados estaba acondicionada de tal manera que podría alojarlas sin problemas. Además de la cama central, la que siempre se veía nada más abrir el cuarto, de los muebles que había adosados a las paredes salían unas hermosas literas.  Una idea de Rose para que pudieran quedarse a dormir las amiguitas de su hija cuando venían a jugar a casa. Las cuatro aceptaron con una gran sonrisa en los labios. Después de comer, los chicos se fueron dejándonos solas, ya que Alice descubrió que precisamente ese domingo, mira tú que causalidad, era un domingo en el que las tiendas abrían y  dictaminó que con las  prisas habían traído poca ropa, cosa que fue corroborada por las otras tres y eso causo la estampida de los chicos que, con la excusa de que ellos irían a buscar a Rosie al colegio, salieron de allí como alma que lleva el diablo. Aunque he de decir en favor de Edward que no estaba convencido del todo de dejarme ya que su madre y Tanya debían de estar ya en Madrid, pero Esme le dijo que estaba en buenas manos a lo que Edward asintió con una expresión muy rara que  no sabría descifrar.

Si ya era una autentica pesadilla para mi ir de compras con mi amiga y mi cuñada, cual fue mi horror al descubrir que había otras tres más como ellas queriendo mandar y decidir a dónde íbamos todas a la vez.

Después de una sesión interminable de compras por aquí y compras por allá, en donde la capacidad mental de las pobres y sufridas vendedoras se vio puesta a prueba una y otra vez, por fin Esme dijo las palabras mágicas…

—¿Por qué no descansamos un poco y nos tomamos algo?, he visto un Starbucks por aquí y me apetece un cappuccino de esos, con su nata y su chocolate y sus… ¡parad!, dijo de pronto causando que nos chocáramos las unas contra las otras pues ella iba en cabeza…

—¿Qué pasa?

—¿No es esa  mi hermana con Tanya? –preguntó con cara de espanto y las otras tres asintieron a la vez.

—Toca batirse en retirada –dijo Kate y las seis nos echamos a correr en dirección contraria de donde ellas estaban. Las bolsas que llevábamos en la mano dificultaban la carrera sobre todo a mí y mi natural torpeza. A los niños que jugaban inconscientes en el suelo con unos cochecitos, a esos les logré esquivar saltándoles por encima sin caerme, no sé como lo hice pero lo hice, creo que Rose e Irina que iban a mi lado tuvieron algo que ver, al otro niño que iba subido en uno de esos carritos que había en los centros para ellos también le logré esquivar dando un giro a la derecha ayudada por Irina, a la pobre viejita que iba tan tranquila junto a su familia, logre pasarla por la izquierda, al seto de flores con los bancos alrededor logré sortearle frenando un poco para luego girar  a un lado y continuar con mi carrera,  pero… a la pobre señora que iba con el carrito de la compra todo lleno… a esa…no logré esquivarla y me estampé directamente contra el dichoso carro junto con Irina que por ayudarme se estampó conmigo. La verdad es que la situación era cómica ya que yo tenía la cara pegada a una caja de galletas e Irina a un paquete de bóxers con el típico dibujito del hombre buenorro  vestido solo con los bóxers y con ya sabemos qué instrumento  sobresaliendo muy descaradamente, caray que suerte tenían algunas, ella recreándose la vista y yo aquí con mis galletas de chocolate y con lo que engordan ¡por Dios!  En las costillas a mí se me clavaba lo que parecían ser latas de cerveza, coca cola o algún liquido similar, las piernas de ambas estaban suspendidas en el aire formando una especie de ángulo recto con nuestros cuerpos sumergidos hasta el fondo dentro del carro, menos mal que las dos llevábamos pantalones.

—Excuse me, no mejor perdón –decía Esme toda nerviosa con Alice a su lado apoyándola moralmente, al tiempo que Rose y Kate nos ayudaban a salir de ahí –de verdad señora que no sabe cuánto lo sentimos nosotras no…

—¿Qué diablos está pasando aquí? –preguntó uno de los Guardias de seguridad del centro dirigiéndose hacia Esme. El Guardia en cuestión  había  aparecido de pronto montado en una especie de andador eléctrico, ¡bravo por este país y su gente, siempre buscando la comodidad para todo!

—Vera usted señor guardia  —le contestó Alice –nosotras estaríamos encantadas de quedarnos a charlar con usted, pero es que… ahora vamos un pelín pilladas de tiempo —dijo tirando de nosotras y señalando con la cabeza hacia un punto en concreto. Cuando seguí su mirada vi como dos mujeres se dirigían hacia nosotras muy derechas, las demás también las vieron y… nos volvimos a echar a correr, dejando al guardia y a la pobre señora con la palabra en la boca.

Corrimos, corrimos y corrimos hasta llegar al parking donde estaba aparcado el jeep de Emmett, ya que él y Edward se habían ido en mi coche dejándonos ese más grande para nosotras. Cuando llegamos Rose abrió la puertas con el mando y todas subimos despepitadas a su interior. Rose arrancó el coche y salió disparada hacia la salida.

—Uff por que poco –exclamo Irina.

—Sí eso mismo digo yo.

—De todos modos que situación más tonta, vamos a tener que enfrentarlas tarde o temprano.

—Si Bella pero o en un centro Comercial lleno de gente con esas dos arpías  dejándote en ridículo, no es el momento. No las conoces, son capaces hasta de agredirte –me dijo Kate

—¿Esme qué te pasa? –dijo de pronto Alice al ver que su tía estaba muy callada.

—¿Por qué siempre que hacemos una de las nuestras y entra en juego la autoridad competente, esta se dirige siempre a mi?,  ¿tan vieja soy?, no soy tan vieja, ni siquiera tengo canas yo ¿ a que es verdad que no soy tan vieja?…

—Noooooo, contestamos todas a la vez

—¿Entonces?

—Veras tía –empezó Irina –lo que ocurre es que te ven más seria, mas….

—Mejor déjalo Irina no lo arregles –dijo Esme

—A ver tía intervino Kate, no eres para nada vieja, pero no nos negaras que eres la mayor y bueno… las autoridades como tú dices, pues piensan que…

—Kate, te digo lo mismo que a tu hermana, mejor cállate.

—Vale, vale –y continuamos el camino en un respetuoso silencio.

—Esto, me gustaría que no le dijeseis nada a Edward de este… llamémosle incidente, ya sabéis mejor que yo como se pone y… —les pedí nada más bajar del coche en la puerta de casa.

—Bella —me dijo Esme con una gran sonrisa en su rostro y dándome un abrazo –cada vez estoy más convencida de que tú eres la indicada, hace poco  que estáis juntos y ya le conoces perfectamente y además te preocupas por él.

—Bueno… esto…yo Esme, tu sobrino es un chico encantador yo… a mí me gusta mucho, creo que…. me estoy enamorando, ayer estuvimos hablando y…

—Hay Bella que alegría me das –dijo Alice fundiéndose con las dos en el abrazo cosa que fue imitada por Kate e Irina.

—Nosotras también creemos que no debemos decirle nada –dijeron las otras. Y con este nuevo secreto entre nosotras entramos en la casa.

Mi hermano y Edward estaban jugando con una Wii que se supone que Rosie había recibido como regalo de Navidad pero desde esas fechas me he preguntado muchas veces para quien fue de verdad el regalo ya que los dos hombres/niños estaban enfrascados en el juego mientras una muy aburrida sobrina los miraba.

—Bella –dijo Edward nada más verme corriendo hacia mí y quitándome de las manos las bolsas que traía al tiempo que me daba un beso en los labios. Observé como Esme nos miraba con ojos cristalinos. Verdaderamente esta mujer parecía su madre y no la otra bruja que nos habíamos encontrado en el centro.

Decidimos comprar unas pizzas ya que a las chicas no les apetecía volver a salir a cenar pues el cambio de horario y la estampida en el Centro Comercial,  estaba empezando a pasarles factura, cosa rara en Alice pero había que aprovechar. Edward y Emmett ser ofrecieron a ir a por ellas llevándose a Rosie consigo ya que  quería elegir la pizza que se comerían pues su padre, según ella, nunca traía lo que  le gustaba. Nosotras aprovechamos para  tumbarnos en los sillones ya que estábamos todas sencillamente agotadas. De repente oímos que llamaban a la puerta. Emmett y Edward tenían llave ¿quién podría ser?

—Creo que son ellas  —dijo Rose observando el exterior  por la mirilla de la puerta.

—Pues ábrelas, que van a saber quiénes somos nosotras —dijo Irina

—No –la corté –esconderos, dejadme a solas con ellas, a ver por dónde nos salen.

—¿Estás segura Bella –preguntó  preocupada Esme .

—Completamente, esconderos – vi como todas se disponían a elegir un buen lugar donde esconderse pero solo alcancé a ver como Alice se llevaba  a Irina a una especia de armario o pequeño trastero que teníamos bajo la escalera donde guardábamos cosas variadas. Vaya dos solo les faltaba las gafas redondas y la cicatriz en forma de rayo. Rose se dirigió con Kate hacia la cocina, Esme se fue hacia el salón.

 Abrí  la puerta y allí me encontré a una señora muy peripuesta y altiva junto a una muy decorada mujer que como Edward me había dicho alguna vez mas parecía una pintura impresionista que una mujer joven. 

—Buenas tardes –dijeron —¿tienes idea de quien somos?

—Sí me imagino que usted es Elizabeth, la madre de Edward, y usted Tinia, o Tirría, Tiña,  o Tonia, en fin, vamos que es usted la pelma que persigue a mi Edward –las dije haciéndolas pasar al salón donde se suponía que  Esme estaba escondida, pero ¿dónde?, decididamente esta mujer  era la reina del camuflaje

—¿Cómo te atreves a tratarme así puta insolente?,  ¿y cómo te atreves a decir tu Edward?, Eddie es mío y solo mío,  ¿cómo va a preferirte a ti antes que a mi ¿ es que no te miras al espejo?—me dijo nada más entrar en la estancia.

—A ver un momentito. En primer lugar,  ¿cuándo he comido yo con usted para que nos saltemos los formalismos y nos tratemos de tu?, en segundo lugar,  de insultos nada bonita que aquí el ladrón se cree que todos son de su condición. Y francamente Titia, o bueno como se  llame, no tengo interés en pasarme horas y horas frente a un trozo de cristal, pero hija yo le  aconsejaría que usted si  lo hiciera porque…  de todos modos también le recomendaría que fuera uno de esos cristales irrompibles porque la verdad…—le dije mirándola descaradamente de arriba abajo —y además, desde cuando Edward es suyo, que yo sepa su novia soy yo no usted y la esclavitud hace tiempo que se abolió.

—¿Su novia?, ¿cómo te atreves?, yo soy su prometida nos vamos a casar.

—Hija que ilusa eres —le contesté saltándome el formalismo del usted ya que estaba visto que las normas básicas de educación  no iban con esta mujer—,   no me hagas reír por dios, si eso fuera verdad ¿qué hace conmigo en mi cama por las noches  y junto a mí el resto de las horas del día en vez de estar junto a ti? Déjame decirte que es un  Dios en la cama, pero claro seguro que eso tu no tendrás la suerte de saberlo porque…

—Suficiente –cortó la madre al ver que Tanya se ponía de todos los colores, bueno si eso era posible porque en realidad ya los traía puestos, pero en fin al ver que se encendía –a ver ¿cuánto quieres? –dijo sacando una chequera.

—Ya la dije ayer por teléfono que aquí la hija de mi madre, es mucha mujer para aceptar sobornos de nadie ¿estamos? Y…

—¿Es suficiente con esto? –me preguntó poniendo en mis manos un cheque con tantos ceros que la vista se me iba detrás.

—Hombre, pues… si…suficiente es como para no tener que trabajar en mucho tiempo y darse la vida padre, la verdad es que es usted una mujer muy generosa, pero… se me acaba  ¿y qué? sin dinero y sin ese pedazo de hombre que se ha fijado en mi, a ver si nos enteramos, EN MI, no en ella –apostillé señalando  a Tanya — ¿cree  por un momento que voy a abandonar a un  hombre maravilloso por un montón de dinero?, ¿de verdad piensa que Edward tiene precio?, a pesar de ser una buena cantidad de dinero ¿su hijo vale tan poco para usted?, ¿y se llama a  si misma su madre?, quizás para usted solo valga esto, pero no para mi, Edward para mí no tiene precio, no hay dinero suficiente en el mundo para que pueda separarme de él,  vamos eso ni pensarlo, para que iba yo a aceptar esta minucia cuando puedo quedarme con el premio gordo, o sea, con él, y con nadie más que con él, paso de su dinero y de su arrogancia señora, el dinero no es poder, no lo consigue todo, abre muchas puertas pero no es suficiente para conseguir que las personas sean felices y puede que usted no sea capaz de verlo con ese cerebro tan diminuto que parece tener, pero su hijo con todo su dinero y poder NO ES FELIZ, entérese de una buena vez, yo le he hecho más feliz en estos pocos días de lo que usted ha sido capaz en toda una vida,   pero ¿sabe qué?, me lo voy a quedar, creo que a Edward le resultara muy interesante ver en qué se gasta su madre el dinero que su padre  gana con tanto esfuerzo y trabajo.

—No te atreverás niña estúpida

—¿Qué no?, vamos que si me atrevo señora mía, no me conoce usted bien ni sabe de lo que soy capaz ni con quién está hablando –le dije rompiendo el cheque en su cara y dejando caer los pedazos como si fueran nieve encima de su cabeza. Y ahora, una vez aclarado esto ¿hacen el favor de salir de mi casa de una santa vez?

—¿Quién diablos te has creído que eres? –dijo Tanya pegándome un puñetazo en la cara . Perdí el equilibrio por la fuerza de su golpe y caí  arrastrándola conmigo. Una vez en el suelo puso una de sus manos sobre mi cuello,  apretándome de tal manera que me estaba ahogando al tiempo que con la otra mano me tiraba de los pelos y me clavaba las uñas ante la mirada impasible de la madre,  yo intentaba zafarme de su agarre pero era prácticamente imposible la ira y la  rabia la habían convertido en una especie de monstruo con  una fuerza sobrehumana que tenia totalmente encima de mi descargando todo su peso sobre mi propio cuerpo. Podía sentir como alguien la intentaba apartar de mí y como la madre se lo impedía forcejeando a la vez con ella y con alguien más,  pero yo ya estaba perdiendo fuerzas debido a la presión en mi cuello y  empezaba a  ponerme roja y a toser…

—Suéltala maldita zorra –oí una voz que reconocí como la de Esme, por el rabillo del ojo pude ver como las demás habían salido  de sus escondites dispuestas a ayudar. Esme por fin pudo conseguir que Tanya  me soltase dejándome  tendida en el suelo, Alice, Rose  e Irina fueron a socorrerme mientras Kate forcejeaba con Elizabeth y Esme lo hacía con Tanya.

—Vaya ya me suponía  que tu no andabas muy lejos –dijo la madre con una furia increíble que se había despertado en ella al ver a su hermana…

—Y seguiré estando aquí mientras te quieras seguir metiendo en la vida de Edward de esa manera, no dejaré que se la destroces como me la destrozasteis a mí…

—No tienes derecho –le contestó Elizabeth mas enfurecida aun mientras nosotros observábamos la escena conteniendo la respiración, eran como dos titanes uno contra el otro.

—Tengo más derecho que tu y lo sabes, no me tires de la lengua hermana…

—es un farol, no lo harás, sé que no eres capaz, no lo harás… por ellos…

—No me tientes hermana, no me tientes, que tiro de la manta y ya asumiré las consecuencias, hace mucho tiempo  ya que  tenía que haberlo hecho nunca debí permitir que….

 –Ella es su prometida –la cortó Elizabeth en lo que sea que fuera a decir—lo sabes de sobra y  tú zorra estúpida, si aun no te lo crees a lo mejor  esto hace que te enteres  —dijo Elizabeth mirando hacia mí, que aun seguía tirada en el suelo, al tiempo que me arrojaba a la cara un recorte de periódico en donde se anunciaba su compromiso junto a una foto de los dos, foto en la que Edward tenía una cara de asco que realmente era un poema.

—Si  no recuerdo mal, este anuncio fue desmentido por el propio Edward horas después –le dije realmente enfadada, ya estaba harta de las dos y además nadie nunca me había maltratado ni golpeado de esa manera. Me sentí dolorida físicamente. Todo mi  cuerpo temblaba de la ira  y de los nervios, de mi nariz y mis labios salía un reguero de sangre que me estaba mareando—. Además es imposible que Edward se vaya a casar con ella, es  del todo imposible… –les dije ya verdaderamente alterada.

—¿Y te basas en qué para asegurar eso? –arremetió la madre de nuevo contra mi intentado golpearme de nuevo, pero cinco mujeres se pusieron delante, mientras que por el rabillo del ojo me pareció ver a Edward avanzar hacia  mi empujando a su vez a Tanya para pasar y sentándola de culo en el suelo, pero yo estaba cegada por el dolor físico, el olor de mi propia sangre  y mis nervios.

—Me baso en que es conmigo con quien se va a casar, me lo pidió anoche y yo acepté –le contesté enseñándole el anillo que llevaba puesto en mi mano.

 

 

 

 

Capítulo 5: Día en el zoológico Capítulo 7: Edward versus Scooby doo y cinco diablos sueltos por Madrid

 


 


 
14439764 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10757 usuarios