Bella se apretó contra él cuando Edward profundizó el beso.

- No sé cuánto tiempo más podría haber esperado para besarte – confesó Edward cuando se separaron jadeantes

Bella escondió su rostro en el cuello de él con timidez.

- Quiero que nos demos una oportunidad, Bella – pidió levantando su rostro para mirarla – Quiero que me des una oportunidad. Estoy seguro que podemos hacer algo maravilloso juntos.

- No soy la chica para ti, Edward – explicó tímida bajando la mirada

- Repites eso como un mantra – se quejó - ¿Por qué crees que no eres la chica para mí?

- Sabes que a Charlie no le gustará saber que tienes algo conmigo

- Charlie es mi socio, nada más. Nada le da derecho a inmiscuirse en mi vida personal

- Sabes que no le gustará

- Bella, tú me gustas – declaró acariciando su rostro – Como nunca me ha gustado nadie. Te deseo como nunca he deseado a nadie, y estoy seguro que tú sientes lo mismo. Démonos una oportunidad, podemos tener algo grande.

Se acercó a ella y la besó aturdiéndola. Con una mano acariciando su cuello y la otra recorriendo su costado hasta alcanzar su cintura, la estaba enloqueciendo.

Y fue entonces que decidió dejar de vivir para Charlie o para la prensa, y vivir para ella. Para ella y por ella, y decidió darse la oportunidad de ser feliz. La oportunidad de ser feliz con Edward, tal como se lo merecía.

Levantó las manos y rodeó el cuello del joven enredando sus dedos en los cortos cabellos cobrizos.

Edward sintió su entrega y al fin respiró satisfecho. Bella iba a darle una oportunidad a lo que ambos sentían. Y él no iba a desaprovecharla.

Empujó su asiento tan atrás como fue posible y levantó a la chica para sentarla en su regazo.

- Dios, cielo, me vuelves loco – confesó acunando su rostro y apoyando su frente contra la de ella

- No quiero que tengas problemas por mi culpa – susurró con tristeza

- Los únicos problemas que me podrías causar serían si me dijeras que no – sonrió

- Sabes de lo que hablo

- Bella, cariño. Soy un hombre adulto. Hay decisiones en mi vida, en las que nadie me dirá lo que debo o no debo hacer. Tú me gustas, y estoy seguro que podemos hacernos felices. Nada podrá hacer que me pierda esa oportunidad, sólo tú. Esto no le concierne a nadie más que a nosotros dos.

- Sé que todos creen que no me importa nada ni nadie más que yo, pero no es así...

- Lo sé, Bella, lo sé. Creo que siempre lo he sabido.

- Pero no quisiera lastimar a Tanya

- Bells...

- No, Edward. Sé que no la conozco, pero por lo poco que he conocido de ella me pareció una chica fantástica y no se merece sufrir por mi culpa

- No es por tu culpa, Bella. Ya había decidido no continuar saliendo con Tanya, antes de que tú volvieras. Sólo nos estábamos engañando.

Le miró dudosa intentando encontrar la verdad en su rostro.

- Bella, sé que no debería explicarte esto, porque es íntimo y afecta a Tanya

- No me lo expliques – rogó sonrojándose

- Quiero hacerlo – aseguró – Debes saber que no pasó nada entre ella y yo más que unos besos. No estuve tan cerca de ella como lo he estado de ti – dijo pensando en todas las veces que había tocado a Bella íntimamente.

- Está enamorada de ti

- Yo no estoy enamorado de ella, Bells, no sería justo engañarla haciéndole creer otra cosa. Aunque tú no estuvieras conmigo, no estaría con Tanya. La aprecio demasiado como para dañarla deliberadamente.

- ¿De verdad me lo dices?

- Claro que sí, cariño, confía en mí.

Bella se recostó contra él sintiendo por primera vez en su vida que quería confiar en alguien. Lo necesitaba, necesitaba poder confiar en alguien. Llevaba demasiados años viviendo sola y afrontando sola todo lo que se ponía delante. Necesitaba poder apoyarse en alguien y ese alguien parecía ser Edward. Deseaba que realmente fuera él.

Se quedaron sentados allí durante bastante tiempo, absorbiendo la paz que les daba su nueva situación.

- Bells, cariño, debería llevarte a casa – murmuró acariciando su rostro tranquilo – Mañana tengo que volar a Chicago

- Lo sé, lo siento – aceptó ella separándose de él para volver al asiento del acompañante

- ¡Hey! – la detuvo – Bésame antes de dejarme – sonrió

Bella sonriente también se acercó a él con timidez y le besó.

Le volvía loco. Bella le volvía loco. Era increíblemente sexy y caliente pero actuaba de una forma tan tímida e inocente que lo ponía a mil.

Sin soltar su mano condujo hasta el edificio del SoHo donde estaba el departamento de Bella.

- ¿Quieres entrar? – le invitó ruborizándose cuando Edward la acompañó hasta el portal

- Será mejor que no – sonrió – No podré marcharme si entro

- De acuerdo – se volteó a verle – Que tengas un buen viaje – le deseó

Edward la rodeó con sus brazos atrayéndola hacia él.

- Gracias. Volveré el jueves a la mañana

- Lo sé

- Espero que vaya todo bien con Charlie – dijo cogiendo entre sus dedos un mechón castaño que se había soltado del despeinado recogido de Bella

- El jueves esperan poder retirarle completamente la medicación, no sé cómo será cuando despierte. Tengo miedo – confesó

- No lo tengas. Verás que todo irá bien. Sin dudas se alegrará de ver que tú estás aquí

- Lo dudo – reconoció con tristeza

- Verás que sí – aseguró confiado antes de estrecharla entre sus brazos y rendirse a besarla con pasión – Debo irme o no lo haré nunca – se despidió sonriente cuando se separaron

Se despertó cuando su teléfono vibró con la llegada de un mensaje. Sonrió al ver el nombre de Edward en el identificador.

"Ya estoy sentado en el avión. Quería darte los buenos días antes de que me obligaran a desconectar el teléfono. Ya muero de ganas de verte"

Si tener una relación con Edward iba a implicar unos buenos días tan tiernos, entonces estaba segura de que no se arrepentiría.

"Yo también desearía que estuvieras aquí" expresó sintiéndose vergonzosa. No sabía cómo era expresar todos los sentimientos que la inundaban. Este era su primer noviazgo, si es que eso es lo que era.

Estuvo toda la mañana en la empresa leyendo y releyendo los dossiers que Edward le había dejado el día anterior.

Edward pasó el día entero entre visitas a las instalaciones de la papelera y reuniones con los directores.

Para cuando llegó al hotel a última hora de la tarde, se sentía agotado y más ansioso que nunca por volver a casa, donde le esperaba Bella y todo lo que ansiaba construir con ella.

Salía de la ducha secándose el cabello cuando escuchó el timbre de su teléfono en la habitación.

- Alice – saludó a su hermana

- Hola, Edward – le contestó la chica con tono duro - ¿Dónde estás?

- Hola, cariño. Estoy en Chicago. ¿Por qué? ¿Sucede algo?

- Algo – dijo molesta – Hoy he visto a Tanya

- Oh, Tanya... – dijo dejándose caer en la cama

- Sí, Tanya. Mi mejor amiga, ¿recuerdas? Tanya es mi mejor amiga – espetó

- Lo sé. ¿A dónde quieres llegar, Alice?

- Me ha dicho que la has dejado. Quiero que me lo expliques – exigió y eso le enfureció

- Mira, Alice, en primer lugar no tengo nada que explicarte. En segundo lugar, dudo mucho que Tanya te dijera que la he dejado, ya que ella y yo no estábamos juntos...

- ¿Ah, no? – le interrumpió – Pues hasta donde yo sé habéis estado saliendo durante meses

- Exacto. Hemos salido algunas veces para conocernos, estábamos conociéndonos...

- ¿Os estabais conociendo? ¿Qué tontería es esa, Edward? Conoces a Tanya desde hace veinte años

- No como pareja o posible pareja y estábamos conociéndonos en ese sentido. Viendo si podríamos funcionar como pareja y el hecho es que no podemos. No funcionaría. Yo no estoy enamorado de ella. No me atrae de esa forma.

- ¿Cómo puedes decir eso? Tanya es la mejor mujer que podrías tener.

- No funcionó entre nosotros, Alices. Es sólo eso. No digo que Tanya no sea un encanto, porque lo es, pero no me atrae de esa forma. No me excita ni me enamora, no funcionó, ya está.

- Es por ella, ¿verdad?

- ¿De qué hablas?

- Es por ella, por la golfa de Isabella Swan. Tanya me dijo que está trabajando contigo.

- Mira, Alice, primero, no te metas con Bella, no tienes ni idea de quién es ella así que no te atrevas a juzgarla. Y segundo, no es de tu incumbencia. Bella está colaborando conmigo en Swan porque sin sus acciones no podríamos continuar hasta que Charlie despertara, y ahora mismo Charlie no está en condiciones de volver a la empresa.

- No puedes perder a Tanya por esa mujer. Serías un idiota si lo hicieras.

Edward rodó los ojos molesto.

- Alice, no estoy dejándolo con Tanya por Bella ni por nadie. Lo mío con Tanya no funciona, quítatelo de la cabeza de una vez por todas.

- ¿Por qué no, Edward?

- Porque no, Alice, simplemente porque no. No sé qué quieres que te diga, déjalo estar. Yo no haría feliz a Tanya ni ella a mí. No la amo.

- ¿Amas a Bella Swan?

- ¡Por Dios! ¿Qué tiene que ver Bella en todo esto?

- Sé que te pasan cosas con ella. Te recuerdo que te encontré follándotela en la fiesta de papá, y ahora ha vuelto.

- Por favor, Alice. No repitas eso, ¿quieres? No lo repitas porque sabes que no es verdad, no me encontraste haciendo nada con Bella. Sólo nos viste hablando, déjalo ya.

- Sabes que no es para ti. Esa mujer es una zorra. ¿Cómo puedes querer algo con ella?

- No sabes nada de Bella, Alice. Y si fueras una chica inteligente, dejarías de juzgar a la gente por lo que lees en esas estúpidas revistas de cotilleos

- ¿La defiendes? – preguntó sorprendida su hermana

- Si es necesario, sí. No conoces a Bella, no tienes ni idea quién es.

- ¿Y tú sí? ¿Tú sí sabes quién es?

- Tal vez lo sepa. Al menos sé más de ella de lo que tú sabes y te puedo asegurar que algún día te arrepentirás de haberla tratado así. Y deja de meterte en mis asuntos. Saldré con quien yo quiera y no te permitiré opinar sobre esto.

Cortó la comunicación antes de seguir escuchando a su hermana que lo ponía de los nervios.

Sin dejar el teléfono marcó el número de Bella.

La voz somnolienta de la chica le respondió después de varios tonos.

- ¿Hola?

- Hola, Bella. ¿Dormías?

- Oh. Hola, Edward. Me dormí en el sofá.

- Siento haberte despertado, cariño

- No, está bien. Me iré a la cama, dormiré mejor

- Ya lo creo. ¿Cómo estás? ¿Qué tal tu día?

- Bien. Creo que bien.

- ¿Estuviste en el hospital?

- Sí – respondió con voz triste

- ¿Todo bien, cariño?

- No, mucho. Le han disminuido la medicación a Charlie pero aún no ha despertado.

- ¿Y eso por qué puede ser?

- No lo sé. Los médicos dicen que debemos esperar.

- Se pondrá bien, cariño, ya lo verás.

- Eso espero, Edward – sollozó – No podría vivir si se muere sin haberme perdonado

- No, Bells, no. No has hecho nada malo. Nunca. No tiene nada que perdonarte.

- No es lo que él piensa

- No me importa lo que piense. Sabes que se equivoca así que no lo pienses tú.

- Gracias, Edward. Gracias por pensar así de mí.

- Me equivoqué contigo, Bella. Sé que lo hice, y sé que en algún momento te juzgué sin razón. Pero te prometo que te compensaré todo lo que he hecho que te haya herido.

- No tienes que hacer nada, Edward. De verdad. Preferiría que lo olvidaras.

- Eres demasiado buena, Bella. Nadie se merece que seas tan comprensiva. Deberías demandarnos a todos y cada uno de los que hemos dudado de ti alguna vez. Sé que no me merezco que me des una oportunidad, pero te prometo que haré todo lo que esté en mi mano para hacerte feliz.

- Gracias, Edward. Es todo lo que deseo.

- Lo tendrás, cielo. Te prometo que lo tendrás.

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Nuevo capi, gracias por leer =)