La Heredera (+18)

Autor: belibeli
Género: Romance
Fecha Creación: 15/04/2015
Fecha Actualización: 17/08/2015
Finalizado: NO
Votos: 9
Comentarios: 33
Visitas: 43911
Capítulos: 28

El último escándalo de la heredera. Esa última portada sería el comienzo. ¿Qué iba a hacer él con una niña problemática y caprichosa? ¿Qué iba a hacer ella con ese hombre serio, arrogante y autoritario? Drogas, alcohol, sexo desenfrenado e irresponsable. Edward no estaba preparado para entrar en ese mundo pero, ¿realmente estaba Bella en él?

 

-Quiero agradecer a "kikicullenswan", por permitir publicar su historia. Los créditos son para ella y visiten su pagina.

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Capítulo 11: chapter 11

 

Edward se dirigió a la cocina en cuanto sintió que la sangre había vuelto a su cerebro, después de haber hecho una rápida excursión por su pene.

Dejó las cajas de pizza sobre la isla de la cocina y fue hasta la alacena azul en busca de platos.

Estaba sacando dos platos cuando Bella entró en la cocina.

- Lo siento, se me hizo muy tarde – se disculpó la chica acercándose a él.

De pie a su lado sacó dos copas. Edward se estremeció con su cercanía.

Era la mujer más exquisita que había visto jamás. Vestía unas mallas de deporte y una sudadera enorme de los Giants. Su cabello aún húmedo lo llevaba recogido en una coleta.

Era alta aún sin tacones. Y sus pies enfundados en calcetines de lana, eran realmente sexies.

Bella dejó las copas sobre la isla de la cocina y abrió la nevera.

- ¿Qué te apetece beber? ¿Cerveza, refresco, vino?

- Vino, por favor

Sacó una botella de vino y la descorchó dejándola frente a Edward que se acababa de sentar en uno de los taburetes altos que había junto a la isla.

Se sentó junto a él y sirvió una porción de pizza en cada plato mientras Edward llenaba las copas de vino.

- ¿Has visto a tu padre? – preguntó Edward rompiendo el no tan cómodo silencio

- Sí. El médico dijo que despertó pero lo volvieron a sedar. Se puso muy nervioso.

- Sí. Algo me dijo Jason – Jason Jenks era el asistente personal de Charlie y estaba pasando bastante tiempo con Charlie en el hospital.

Bella asintió y el silencio volvió a envolverlos. Cenaron en silencio.

- ¿De qué querías hablar conmigo? – le preguntó cuando daba su último bocado a la pizza

Edward dudó nervioso.

- Tenemos que hablar sobre la empresa

- ¿Qué sucede con la empresa?

- Como bien sabes tú posees el 15% de las acciones – Bella le observaba escuchándolo con atención – Charlie el 45% y yo el 40 restante

- ¿Y?

- He hablado con Emmett hoy. En estos momentos tenemos pendientes algunos contratos importantes para firmar. Sé que éste no es el mejor momento para hablar de negocios, pero sé también que Charlie nos matará cuando despierte si ve que los hemos perdido.

- ¿A dónde quieres llegar, Edward?

- Te necesitaré, Bella

- ¿A mí? – preguntó con sorpresa

- Sí. Yo solo no puedo hacer nada. Debemos tener la mayoría accionaria para firmarlos.

- Pero tú sabes que Charlie quiere firmarlos, ¿o no?

- Sí, pero lo legalmente correcto será tener una mayoría. Tú además, eres la heredera de Swan – Bella bufó molesta – Si le sucediera algo a Charlie tú obtendrías el 60%

- No va a sucederle nada, el médico dijo que estará bien.

- Lo sé – aseguró – Pero necesito que te ocupes de esto, Bella. Sólo hasta que Charlie esté completamente recuperado como para volver.

- No quiero meter las manos en Swan. Charlie nunca quiso que lo hiciera.

- Charlie estaría de acuerdo – aseguró él intentando convencerla de algo de lo que él no estaba convencido en absoluto

- Eso no te lo crees ni tú – le acusó levantándose de su asiento y recogiendo los platos para ponerlos en el lavavajillas

- Estaría de acuerdo si es necesario para Swan.

- ¿De verdad piensas que no le molestará que su desastre de hija tome decisiones en su amada empresa?

- Tal vez puedas demostrarle que no eres un desastre de hija

- ¿Quieres café? – preguntó evitando mirarle e intentando cortar el tema

- Sí, gracias

Bella preparó café, sirvió dos tazas y se sentó frente a él en silencio.

- ¿Qué me dices? – preguntó en un susurro

- Me lo pensaré

- Sé que puedes hacerlo, Bella. Y sé que una parte dentro de ti está deseando demostrarle a Charlie que no eres lo que él cree.

Levantó la vista de su taza y clavó en él sus profundos ojos marrones, húmedos por las lágrimas no derramadas.

- ¿Por qué crees que soy diferente de lo que todos piensan?

- No lo sé – sonrió él con ternura – Es un pálpito. Por alguna razón creo que no eres lo que dejas ver.

- ¿Qué crees tú que soy? – indagó y Edward encontró allí todas las inseguridades de esa mujer que en el fondo seguía siendo una niña

- Eres una mujer deliciosa, Bella. Eres exquisita, pero no sólo físicamente. Creo que eres una mujer con una gran fuerza interior. Has vivido toda tu vida alejada de tu padre, tu familia. Tu abuela te dejó sola cuando murió y aún no tenías ni veinte años. Tienes un coraje que pocas veces se encuentra. Menos aún en chicas que como tú, pudieron haber tenido una vida muy fácil.

- Se supone que soy una chica fácil.

- ¡Por Dios! – gimió él – El que piense que eres una chica fácil no sabe de lo que habla. En los meses que hace que te conozco, y sé que no es mucho, me has dado vuelta la cabeza del revés.

- ¿Por qué lo dices?

- No hay nada de fácil en ti. Estoy convencido de que escondes muchas cosas – Bella bajó la mirada

- ¿Por qué lo piensas? - No lo sé. Tonterías supongo. La primera vez que te vi, estabas sentada en mi despacho jugando Brain Training

Bella lo miró sonrojada.

- ¿Cómo lo sabes?

- Estaba de pie detrás de ti y fue fácil reconocerlo, es mi juego favorito.

- Es el mío también – reconoció ella divertida

- Y no conozco muchas chicas tontas que jueguen Brain Training. Te he visto fumar varias veces, y sé que no te fumas tus cigarrillos, sino que los dejas que se consuman.

- ¿Y eso qué quiere decir según tú?

- Que lo haces sólo por intentar mostrarte transgresora. Las única vez que te vi escandalosamente vestida, fue cuando fuiste a desafiarme al despacho.

Se ruborizó recordando el día en que Edward la apretó contra él y la penetró con su dedo, tocándola de una forma que nunca nadie la había tocado.

- Siempre te fotografían en situaciones escandalosas, y a veces parece que buscaras que lo hicieran. Te has marchado hace un par de meses y no has salido en una sola revista. Tus escándalos coinciden con las situaciones en las que quieres cabrear a tu padre. Y también a mí. Saliste con Quil Ateara para cabrearme la primera vez, y luego para demostrarme que no eras una chica para mí. Creo que lo buscas ex profeso.

- ¿No crees que te confundes porque te atraigo?

- Que me atraes es un eufemismo, Bella. Estoy loco por ti, me gustas, me excitas, me pones a mil.

Se levantó de su asiento y se acercó a ella que seguía con la vista clavada en su taza.

La giró en su taburete y se paró entre sus piernas. Le levantó el rostro poniéndole dos dedos bajo el mentón.

- Me vuelves loco, Bella, me obsesionas – susurró acariciando su labio inferior con el pulgar

Bajó su rostro lentamente y al ver que ella no se alejaba, se lanzó sobre sus labios con un beso incendiario.

Bella le respondió primero tímidamente pero poco a poco sucumbió a su asedio dejándose invadir. Edward bajó las manos hasta sus glúteos y la alzó sentándola sobre la isla. Los dedos de ella se enredaron en sus cabellos cobrizos.

Su erección golpeaba contra el sexo de ella a través de las capas de ropa. Coló las manos bajo el dobladillo de su sudadera y las dirigió a los pechos desnudos de la chica.

Bella dio un respingo tímido cuando las manos de Edward comenzaron a sobar sus pechos endureciéndolos.

Estaba perturbado por su cuerpo y sus tímidas reacciones que le descolocaban. Deslizó una mano por su vientre dirigiéndose a su sexo, pero su teléfono sonó antes de que alcanzara su destino.

Molesto se separó sacando su teléfono del bolsillo de su camisa negra, pensando que podía ser importante.

¡Mierda! Era Tanya. Dudó si contestar o no, pero lo hizo.

- Hola, Tanya – saludó mirando a Bella fijamente evaluando su reacción

Bella se arregló la ropa y se bajó de la isla. Cogió su taza y la rellenó apoyándose en la encimera mientras esperaba que Edward terminara su conversación.

- Hola , Edward. ¿Cómo estás? – le respondió la rubia

- Bien, ¿y tú?

- Bien. Sólo te llamaba porque pensé que podríamos cenar juntos o tomar una copa.

- Lo siento, no puedo ahora mismo, pero tal vez podríamos comer juntos mañana. Quisiera hablar contigo – dijo soltando la respiración pasándose los dedos por su alborotado cabello, de espaldas a Bella.

- Oh, de acuerdo – aceptó la chica nerviosa – Pues te veré mañana, entonces.

- Perfecto. Buenas noches, Tanya.

- Buenas noches, Edward.

Edward guardó su teléfono e inspiró profundamente antes de voltearse hacia Bella.

- Bella... – le llamó

- No digas nada – le cortó levantando la mano para detenerle

- Quiero explicarte

- No me debes ninguna explicación, Edward. Tal vez debes explicarle a ella por qué estabas besando a otra chica. Aunque seguramente si le dices que era yo no se lo tome tan mal, al fin y al cabo soy algo así como una puta.

- ¡Basta ya! – gritó furioso – ¡Deja ya esa mierda! No eres una puta. Está claro que no lo eres.

- ¿Está claro? – dijo levantando una ceja interrogativa – Te he visto cuatro veces y he acabado tres de ellas contigo metiéndome mano.

- Por Dios, Bella. Déjalo ya. Tú me gustas, yo te gusto. Nos deseamos, nos excitamos. No hay nada de putas aquí.

- No creo que tu novia piense tan condescendientemente.

- Tanya no es mi novia

- ¿No sales con ella? – preguntó suspicaz

- No. Hemos salido algunas veces, pero no hay nada entre ella y yo. Y no porque no me hubiese gustado que así fuera. Tanya es una buena chica, dulce, cariñosa. Pero no tengo nada de química con ella. No siento nada con ella. Y por si aún no lo hubiese tenido claro, has vuelto tú, y sólo con verte me pones a mil. La energía que vibra entre tú y yo debería estar encerrada en una planta nuclear. Me vuelves loco – confesó acercándose a ella

Bella levantó la mano para detenerle y se alejó de él.

- Déjalo, Edward. Detente, por favor.

- Me gustas, Bella y sé que yo a ti también.

- Basta, escúchame – Edward detuvo su andar – Lo he pensado. Voy a hacer lo que necesites que haga en la empresa.

- Perfecto

- Pero con dos condiciones

- ¿Cuáles? – sonrió

- Primero, no quiero que me trates como a una tonta. No voy a firmar nada, sólo porque tú lo digas. Quiero conocer exactamente cada trato, quiero tener acceso a la misma información a la que tú tienes acceso. Y en función de ello, yo decidiré si el trato me parece conveniente o no. Y firmaré o no, bajo mi propio criterio.

- Pero no tienes ni idea de los tratos que tenemos, ni de la forma de trabajar que tenemos en Swan – discutió

- Por eso mismo, tú me lo explicarás y me darás todas las razones en las que basas tu decisión para que yo pueda decidir si lo comparto o no

Edward la observó dubitativo pero claudicó, porque sabía que debía hacerlo, no tenía opción, la necesitaba.

- De acuerdo. Está bien. ¿Cuál es tu segunda condición?

- Esto entre tú y yo se acabó – dijo señalando el espacio entre ellos

- ¿A qué te refieres?

- Se acabó. Basta de besos, de roces, caricias – sostuvo ruborizándose – Nada más de eso entre tú y yo. Nada de índole sexual entre nosotros.

- No estoy seguro de poder garantizar eso

- Entonces no hay trato – dijo categórica - Quiero que me prometas que no volverás a hacerlo, o no hay trato.

- De acuerdo. Está bien. Será como tú digas. Pero ten en cuenta que es tu condición, no la mía, si decides anularla estaré más que dispuesto

- No sucederá

- Lo que tú digas – Edward se volteó y caminó hacia la puerta de calle – Me gustaría que mañana te pasaras por el despacho a la hora que te vaya mejor.

Asintió viéndolo marchar.

 

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Capítulo 10: chapter 10 Capítulo 12: chapter 12

 
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