DADDY 23 (+18)

Autor: Indi
Género: Romance
Fecha Creación: 09/11/2013
Fecha Actualización: 09/01/2014
Finalizado: NO
Votos: 15
Comentarios: 40
Visitas: 21177
Capítulos: 12

"Edward Cullen, el jugador de fútbol más exitoso tiene una vida bastante complicada con un revoltoso niño de cinco años. Lo que menos necesita ahora mismo es esa atractiva mujer que llegará a controlar su carrera y probablemente su corazón."

  

Los personajes son propiedad de  S. Meyer

 

Esta historia no me pertenece es de una buena amiga , Daniela Ramirez(DaniiStewart)


La historia también la pueden encontrar en:

http://www.fanfiction.net/s/9283961/1/Daddy-23

 

Espero les guste tanto como a mi.

Indi.

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Capítulo 10: CAPITULO 10

CAPÍTULO DIEZ .

Cuando el teléfono de Bella resonó por todo su apartamento se dedicó a saltar de la cama en ir directo a la cocina, el último lugar donde lo había dejado. En el instante en que sus dedos lo tocaron, contestó y se lo llevó a la oreja.

—Isabella Swan. De acuerdo, era tan poco profesional la manera en que su voz se escuchó hasta para ella misma, que se sonrojó por completo.

— ¡Bella! —la voz de Tyler Oakley se hizo escuchar por el pequeño aparato. Bella suspiró un poco relajada al saber que se trataba de aquel chico, hacia casi dos semanas que le había visto y saber que ella le agradaba era un gran alivio—. Lamento haberte interrumpido en algo, habla Tyler.

—No, no has interrumpido nada interesante, Tyler, ¿en qué puedo ayudarte?

—Llamaba para decirte que en dos días saldrá la revista de moda donde el pequeño Edward modela. Sólo para que estés al pendiente de eso, sin embargo, a ustedes probablemente les llegará una copia hoy, o mañana ¿has visto las fotos que te envié?

—Sí, por supuesto que sí —sonrió al recordar al niño de cabellos dorados en el estudio y sus fotos profesionales.

—Pues he colocado también fotos donde sale de manera graciosa, ya sabes ¿Qué es de un niño sin ser gracioso? Me encanta la actitud de ese pequeño.

—Lo sé, es un caso especial. —Sí, lo es… —la voz de Tyler se escuchó bastante emocionada—. Y adivina a que fotografiaré esta vez.

Bella se mordió el labio, tomando asiento en la silla de color negro que estaba junto a la mesa.

—Ni idea.

— ¡One Direction! —un grito bastante afeminado se escuchó al otro lado de la línea haciendo que Bella apartara un poco su teléfono—. ¡Voy a fangirlear demasiado esta vez! Será bastante bueno.

—Pues no dudo que lo sea, parecen unos chicos asombrosos.

Un bufido se escuchó por parte de Tyler.

—A esos chicos yo les doy… y duro contra el muro.

— ¡Tyler! —exclamó Bella sin poder evitar reír. El chico también rio con ella.

—Son exquisitos, Bella… ahora, tengo que dejarte, ¿puedes llamar a Edward y decirle la noticia?

—Por supuesto, no hay ningún problema.

—Perfecto, Bella. Espero que tengas una linda semana y puedas follar con alguien bastante atractivo… en especial si es un jugador de futbol y que tenga cabellos cobrizos…

Antes de que Bella pudiera objetar algo, Tyler colgó, dejándola con la boca abierta y con un sonrojo en las mejillas.

Después de que Bella se duchó y se colocó una ropa presentable, asegurándose de que su pijama desaliñado estuviera en lo más recóndito de su closet, se sentó en el enorme sofá de color amarillo canario que su amiga Alice había comprado para ellas (porque Alice había decidido vivir con ella). Bella sintió un poco de nauseas al verlo. Una relajante taza de té le estaba acompañando así como también su laptop. Su correo electrónico siempre estaba lleno de ofertas, ofertas donde ofrecían bastante dinero por una frase dicha por el brillante Edward Cullen. Después de revisar todas las ofertas y negar con la cabeza al ver los ceros en las cantidades, tomó su teléfono celular y justo en ese momento volvió a sonar.

En la pantalla apareció una imagen donde estaban unos ojos azules y unos ojos color esmeralda haciendo bizcos. Las lenguas de los dos chicos estaban siendo mostradas también de una manera graciosa. Por supuesto que Niklaus había tomado la fotografía después de haberse aburrido de jugar algunas aplicaciones que estaban allí. Esa foto había sido el día en el que los tres regresaron a Inglaterra, en el jet de Edward.

La relación que Bella tenía con los chicos Cullen y de sonrisa torcidamente irresistibles era puramente buena. Niklaus la amaba, la ponía frente a todo y siempre le pedía alguna opinión. Sin embargo, la relación que tenía con Edward ya no era para nada de "sólo amigos" porque después de ese primer beso que se dieron vinieron más, siempre y cuando Niklaus no les mirara hacer eso. Los pensamientos que había dicho que tenían que ser tratados seguían estando con la etiqueta de "Debían ser tratados urgentemente". Sabia, por supuesto, que lo que estaba haciendo con Edward no debía ser.

Iba contra las reglas.

No era profesional.

Y le iba a doler cuando todo terminara.

Claro que de la primera fase no habían pasado. Edward se había sincerado bastante con ella al decirle que le gustaba mucho, y no lo podía ocultar, de hecho, él le había echado en cara que él sabía que a ella le gustaba. Y que él sabía que ella sabía que ella le gustaba. Bella no fue nada tonta para entenderle. ¿Por qué debería ocultarle las cosas a Edward cuando era bastante obvio? Ellos ni siquiera tuvieron que decírselo a Niklaus para que el niño supiera que Edward y Bella ya estaban juntos, sin embargo, con todos los demás eran discretos. Nada de salidas en público donde se mostraran como pareja.

Alice ni siquiera lo sabía y vivía con ella. Así que seguía insistiendo que salieran de una buena vez.

Llevaban casi dos semanas así y no había ningún problema más que tenerles miedo a las cámaras y que los captaban en público.

Edward era lo que Bella quería y Bella era lo que Edward quería, y Niklaus era lo que los dos querían. Así que… ¿Por qué habrían de ir mal las cosas?

— ¿Hola?

—Hola, Swan —contestó la aterciopelada voz de Edward haciendo que Bella sonriera automáticamente.

—Hola, Cullen. Tengo que confesarte que estaba a punto de llamarte.

— ¿Y tú quieres más señales de que debemos estar juntos? Estamos conectados, nena.

Sí, Bella se había acostumbrado a ese nombre.

—Idiota —murmuró. Una risa se escuchó al otro lado de la línea seguido de un ladrido de perro.

—Bueno, hola de nuevo, hablo en voz mía y de Niklaus y de Jake, nuestro anciano perro.

—Pues hola a todos ellos también —asintió, abriendo de nuevo la carpeta donde estaban las fotos de Niklaus—. ¿Puedo ayudarte en algo especialmente?

— ¿No puedo llamarte sólo para conversar un poco? —No, siempre tienes algo importante que decirme y no sólo "hablar". Así que suéltalo, guapo.

Bella supuso que él sonrió al escucharle.

—Queremos ir a pasear un rato, no hay mucho que hacer y Niklaus no deja de fastidiar el lugar con mucho ruido. Enserio, este niño va a matarme algún día por tanto ruido.

—Edward, sabes que no podemos salir los tres en público ahora.

—Cuatro, Jake nos acompaña.

—Bueno, los cuatro ¡peor aún! —la mano de Bella su directo a su rostro, deseando no haberle preguntado qué era lo que tenía que decirle—. No lo haré, Edward, intenta distraerlo de alguna otra manera.

— ¿Por qué importa tanto lo que digan ellos? ¡Prácticamente llevamos dos semanas saliendo! Y no digas que eso no es profesional porque no somos las primeras personas que hacemos eso, enserio.

—No somos las primeras pero somos de las pocas que hacen eso, Edward. Es muy pronto, enserio, y yo no estoy lista para eso todavía.

Entonces, Edward comprendió que no podía obligarla a salir con él porque ella no estaba lista para eso. No estaba lista para salir en las revistas. No estaba lista para ser catalogada de alguna manera, para que la llamaran de algún nombre tonto. Para que le criticaran sobre la ropa que usaba o como actuaba y dijeran lo poco profesional que era eso.

Edward suspiró de manera profunda y tardó medio minuto en responderle.

—De acuerdo, entiendo. Llevaré a Niklaus al parque a entrenar un poco para que se canse o algo. Llegamos tarde a los cursos de verano.

—Sí, es muy probable —concordó ella—. Hace unos minutos habló Tyler Oakley, el chico que está obsesionado contigo —Edward rodó los ojos—. Tal vez esta tarde llegue la copia de la revista de Niklaus o tal vez mañana. Pero en dos días sale oficialmente.

—Que poco tiempo —reclamó él—, pero la esperaré, Niklaus va a estar como un loco.

—Apuesto a que sí. Es bastante creído con saber que ya es guapo teniendo sólo seis años.

—Oh vamos, y estaba más guapo que él cuando tenía seis años, ¿sabes? Tendré que buscar algunas fotos para mostrártelas.

—Creo que me gusta más el color azul que el verde… —dijo ella en tono indeciso pero con una sonrisa en el rostro.

Silencio al otro lado de la línea.

Bella finalmente terminó riéndose a carcajadas cuando ya habían pasado dos minutos y no escuchaba nada más que la respiración de Edward.

—Estaba bromeando, guapo… Yo no puedo decir eso, creo que lo que más me gusta, después de tu cuerpo, son tus ojos y de allí tu cabello, es demasiado extraño.

Edward arrugó la nariz.

—Sí, lo es, recuerdo que en los primeros años de primaria comenzaban a llamarme zanahoria porque mi cabello estaba aún más claro que ahora. Fueron momentos extraños. Además, usaba gel para mantenerlos en picos.

Entonces Bella ya no lo soportó más y tiró a reírse a carcajada limpia. Hacia bastante tiempo que no se reía de esa manera y logró que las venas de su cuello se marcaran con el rostro completamente rojo por la risa. Imaginarse a un pequeño Edward con la ropa que se usaba en esos tiempos y con casi un bote de gel en el cabello era jodidamente genial.

Una vez que logró recuperarse de la risa volvió a incorporarse, colocando de nuevo su portátil en sus piernas con su corazón latiendo con fuerza.

— ¿Ya has terminado? —preguntó Edward con un tono divertido.

—Sí —rio un poco más—, ya he terminado, lo siento. No puedo imaginarte de esa manera… bueno sí, pero es que es casi imposible.

—Todos tenemos momentos malos con respecto a la moda, nena. Y apuesto a que tú también tienes ese tipo de fotos, ¿no es cierto?

—…

— ¿Bella? —Se escuchó la carcajada de Edward— ¿Qué tan malas son?

—Cállate.

—No, tienes que decirme que tan malo es eso. Yo te lo dije. No puedes burlarte de un niño de siete y ocho años.

—Silencio, Anthony.

Entonces la carcajada de Edward se escuchó aún más fuerte sabiendo que, si Bella quería ocultarlas, entonces sí eran lo bastante malas.

—Vamos, no van a ser tan malas, ¿cierto? ¿Qué puedes estar usando? La época no fue tan mala.

—No es la época —murmuró ella con el rostro completamente colorado—. Soy yo.

Otra risilla se escuchó, seguida de un carraspeo.

—Dime, no te puedo imaginar fea, tú eres preciosa, enserio.

—Pues imagíname porque es así —bufó ella—. Ojala se pudieran borrar de internet.

— ¡¿Están en tu Facebook?! —Exclamó él, saboreando el éxito—. Buscaré en tu Facebook ahora mismo.

—Voy a bloquearte, Edward Cullen. ¡Que ni se te ocurra entrar a Facebook ahora mismo!

Edward chasqueó la lengua.

—Como tú digas, pero yo sé, que cuando me supliques por placer, yo te pediré a cambio que me muestres esas fotos, y vas a aceptar.

— ¿Y cómo sabes que tú vas a ser capaz de pronunciar palabras coherentes cuando estés teniendo sexo conmigo? —dijo ella en voz baja, casi de manera seductora—. Porque una vez que estés dentro de mí, te vas a volver loco.

Edward tragó pesado y realmente intentó alejar esas imágenes de Bella bastante prometedoras. Bella rio de nuevo.

—Creo que será mejor que me ponga a trabajar ahora, podremos vernos después. Tengo que decirte todas las ofertas que tienes hasta ahora para ver cuál quieres tomar y todas las invitaciones, ¿de acuerdo? —Silencio—. ¿Edward? ¿Enserio sigues pensando en lo que te dije? No quiero sonar presumida pero es verdad… —rio de nuevo sin obtener respuesta—. No querrás que Nik te vea con un problema en tu entrepierna, así que ve a entretenerlo. —…— ¿Edward? —suspiró—. Ya debo irme. Te quiero. Hasta luego.

Ella esperó un momento más para ver si Edward respondía a eso pero nada. Finalmente ella colgó, poniéndose en macha en su largo trabajo.

A la mañana siguiente, Bella ya estaba preparada para ir a hacer su compra semanal para abastecer el departamento. Alice había resultado ser una gran compañera de departamento porque nunca estaba en él y respetaba bastante. Ningún chico que ella se había metido entre las piernas estaba en el departamento.

La puerta comenzó a ser aporreada rápidamente, casi de manera apresurada e infantil, así que cuando Bella abrió la puerta pudo encontrar allí a un niño de cabellos dorados con una enorme sonrisa en su rostro. El bronceado se había marcho y lo había reemplazado su tono de color normal.

— ¡Bella! —exclamó él bastante alto. Bella se preguntó si sus vecinos también sabían que ellos estaban aquí por los gritos de Niklaus. Por suerte, Edward dejaba el auto bastante lejos como para ser reconocido.

—Shh, no gritos, Nik —respondió ella y le estrechó también en sus brazos. Al alzar la mirada se encontró con una mirada culpable por parte de Edward. Éste le sonrió ligeramente y se encogió de hombros—. Que sorpresa tenerlos aquí —murmuró, dejando que Edward entrara al lugar aun con Niklaus entre sus brazos.

—Estábamos muy aburridos, no sabemos qué hacer con nuestro verano y papá dice que no podemos hacer una montaña rusa como Phineas y Ferb porque aquí no hay mucho sol como en Los Angeles.

— ¿Sólo eso es un impedimento para no hacer la montaña rusa?

—Claro, ¿Qué pasa si llueve mientras trabajamos? Seria horrible —Bella bajó la mirada al niño de manera graciosa. Éste le hizo señas para que ella bajara a su altura y cuando lo hizo, Niklaus le plantó un beso en la mejilla—. Te extrañé mucho, Bella.

Ella sonrió en grande, devolviéndole el beso en la mejilla.

—Me viste el martes, Nik, pero yo también te extrañé mucho.

— ¿Puedo jugar con el XBOX, Bella?

—Claro, no hay problema —respondió ella, soltándolo de inmediato.

Cuando Niklaus cayó sentado en el sofá, ignorándolos por completo, Edward sonrió, pensando en que ese pequeño diablo ya no estaría molestándolos más y le dejaría estar tiempo con su nueva novia.

Justo cuando Edward se decidió a dar un paso hacia a ella, le detuvo con su mano sobre su pecho y una mirada severa.

— ¿Y ahora qué hice? —preguntó de manera falsamente malhumorada.

— ¿Cuáles el motivo por el que estás aquí?

—Porque te extrañaba y porque estábamos completamente aburridos.

— ¿Qué pasaría si yo no hubiera estado en casa?

—Llamaría a Alice y preguntaría por ti, inventando algunas excusa porque ella sabe que me gustas pero no que estamos juntos y me daría toda la información para poder acercarme a ti.

Bella rodó los ojos.

— ¿Y si Alice no supiera dónde estoy?

—Le preguntaría a un vecino —contestó con un encogimiento de hombros.

—Ya, claro —ella se cruzó de brazos—. Y así las sospechas de que salimos juntos ya no serían sospechas sino que pronto saldremos en una revista donde diga que estamos verdaderamente saliendo.

Edward se frotó el rostro con las palmas de sus manos; completamente frustrado y exasperado.

—No sé por qué te sigues negando a que la gente lo sepa.

— ¡No es profesional! —Exclamó ella, cuidando que su voz no se alzara tanto para no llamar la atención del pequeño—. Edward, sabes que te quiero, muchísimo, pero yo no estoy preparada como para ir por la calle siendo señalada. Aún no. Es mucha presión para mi otra vez y eso no es bueno, ¿sabes? ¿Tienes idea de cuantas veces me he cortado las uñas el último mes?

— ¿Eso que tiene que ver con lo que estamos hablando?

—Se llama estrés. Es horrible. Enserio, por no mencionar las otras cosas…

— ¿Qué otras cosas? —los ojos de Edward brillaron con cierta diversión.

—Otras cosas que no voy a decirte —le fulminó con la mirada y después suspiró, bajando la mano de su pecho—. Sólo no estoy preparada, Edward, dame tiempo.

Él la miró. De verdad la miró. Directamente, intentado descifrar lo que ella estaba sintiendo en ese momento aparte de frustración. Estaba intentando saber por qué ella, la chica a la que nunca le importó lo que dijeran de ella en el trabajo, le hubiera importado lo que dirían en las revistas y periódicos.

—Tienes miedo, ¿cierto? —le preguntó él de manera suave, casi comprendiendo lo que ella podía sentir en ese momento. Al ver que Bella había bajado la mirada supo que había acertado.

Ella tenía miedo.

—Tienes miedo de que cuando se sepa, seremos la gran noticia de casi toda América y entonces, piensas que algo mal va a estar con nosotros y cuando ya no estemos juntos el mundo también lo sabrá y te lo va a recordar todo el tiempo porque nosotros no podemos tener una vida privada. Y entonces todo el mundo va a estar detrás de ti y te va a decir cosas desagradables como es habitual en todo esto y para ti va a ser difícil porque en esta relación tu trabajo está en riesgo.

Bella se quedó en silencio sin decir nada. ¿Qué es lo que ella podía decir si Edward ya lo había dicho todo? Edward tenía razón, bastante, y ella sabía que sus palabras eran el eco de sus pensamientos. Él ya había pasado por eso, casi todo el tiempo, no por la misma razón per si por algunos otros motivos. Él estaba acostumbrado, o casi, y ella apenas y se estaba acostumbrando a su nuevo trabajo, nuevo lugar donde vivir y nueva relación. Eran tan difíciles en muchas maneras.

Esta vez, cuando Edward intentó acercarse a ella, no lo detuvo, sino que ella también lo envolvió con sus delgados brazos, apretándolo contra su cuerpo e inspirando su aroma varonil que tanto le había gustado. Era la primera vez que se sentía muy bien en los brazos de otro hombre que no era su padre y era extraño para ella, pero sin duda era una buena sensación.

—Nada va a salir mal, Bella —le dijo acariciando su espalda con la enorme palma de su mano una y otra vez.

—Eso no puedes saberlo. No puedes simplemente ir diciendo por allí que nada va a salir mal en nuestra relación porque hay muchas cosas que pueden salir mal.

—Pero ya hemos pasado la más difícil —dijo él, intentando parecer un poco relajado. Lo único que quería era ver esa sonrisa sincera en el rostro de Bella y ella se lo estaba poniendo difícil.

Ella alzó la cabeza, con la mirada hacia a él, llena de confusión.

— ¿Cuál es la más difícil?

—Niklaus. No sé qué pasaría si no le hubieras caído bien. Fue genial que te haya adorado casi al instante.

Bella sonrió, mirando en dirección al pequeño.

—Tengo cierto efecto con los chicos con apellido Cullen —le guiñó un ojo y besó su mejilla.

—Me gustan tus cambios de humor.

—Lo mejor es que no ando con la regla, porque si no, entonces no querrías estar aquí conmigo.

Edward soltó una carcajada, echando la cabeza hacia atrás sin bajar sus brazos del alrededor de Bella.

—Será mejor que me avises cuando eso suceda. Sólo para prevenir e inventar alguna excusa…

Bella le golpeó el pecho con el puño.

—Cobarde.

—Le tengo miedo a las mujeres enojadas… creo. Aunque sería bastante divertido verte enojada.

—Créeme, será todo menos divertido verme enojada.

—Consultaré a Alice para eso.

Bella rio también sacudiendo la cabeza.

—Entonces… ¿Dónde nos deja todo esto? Tienes que confiar en mí, Bella. Te quiero mucho, creo que eres una persona muy especial para mí y el que seas del agrado de mi hijo es un combo muy bien elegido y agradable. ¿Sabes que puedo hablar con la prensa y hacer que no te molesten?

Bella le miró con el ceño fruncido.

— ¿Cómo piensas hacer eso?

—El dinero hace milagros, nena —esta vez fue el turno de él para guiñar el ojo.

Pero Bella comenzó a sacudir la cabeza, negándose por completo a que Edward gastase su dinero solo porque ella no quería ser molestada por la prensa por estar saliendo con uno de los deportistas más famosos del mundo.

—No. Confío en ti, Edward, sí… pero no voy a dejar que pagues una gran cantidad de dinero solo porque yo tengo cierta fobia a que me sigan cámaras y eso… No.

— ¿Entonces qué quieres haga? Una pareja normal no se la pasa escondida en las casas. Al menos no hasta que tienen sexo.

Bella chasqueó la lengua.

—Es una lástima que nosotros no podemos pasar desapercibidos en público… Con las cosas que te haría…

Edward se tensó al escuchar las palabras y entonces su mirada se tornó un poco más oscura, mirando a Bella de arriba abajo. Bella estaba… ¡buenísima! ¡Jesús! ¿Qué es lo que le hacía ver de esa manera? ¿Ella se ejercitaba? No creía que esas piernas toreadas fueran así solo porque caminara de un lado a otro. O ese culo tan respingado. Joder, su culo. O esos senos tan… acariciables.

Edward tuvo que subir de nuevo la mirada al rostro de Bella antes de que cierta parte de él se pusiera dura. Se encontró con la mirada divertida y él también sonrió de manera tímida.

—Creo que un día vas a matarme con esos comentarios tuyos. Aunque probablemente alardeas mucho.

Ella lanzó una enorme carcajada, tanto, que Niklaus tuvo que hacer una pausa a su juego para voltear a ver a su padre y a Bella con un signo de interrogación grabado en su rostro. Después de ver que todo estaba normal y que Bella sólo estaba loca, se encogió de hombros y volvió a su juego.

Bella finalmente tuvo su respiración de vuelta, esperando que el color bajara de su rostro.

—Realmente no me conoces, Edward. Pero está bien, piensa como quieras. Una de las cosas que más me gusta es impresionar —sonrió en grande y Edward no pudo más que devolverle la sonrisa.

—Ver para creer.

Ella chasqueó la lengua de nuevo haciendo un gesto que restaba importancia.

—No va a ser pronto. Yo no soy así, amigo.

Edward hizo algo parecido a un puchero.

—Y tus intentos tontos de convencimiento no funcionarán conmigo. Así que supéralo —se puso de puntitas y le besó los labios.

Después de que Edward le hubiera echado un verdadero vistazo a su vestimenta supo que, junto con Niklaus, habían interrumpido una salida.

— ¿A dónde ibas? —le preguntó, jugando con uno de los mechones de su cabello. ¿Cómo es que lo mantenía tan largo? ¿Cuánto tiempo le duraría un shampoo común? ¿Cuánto tiempo tardaría para desenredarlo y cepillarlo correctamente?

—A hacer las compras para la cocina. Alice come como un chico adolescente en pleno desarrollo y da miedo. Así que tengo que comprar cosas extras. —Bella lo miró atreves de sus pestañas y suspiró—. ¿Quieres acompañarme?

Si no arriesgaba nunca obtendría nada, se dijo. Edward se quedó en silencio mirándola casi boquiabierto. ¿Enserio le estaba ofreciendo eso? Porque… eso seria aprovecharse de ella. Pero él quería realmente salir con ella y que supieran que ella no estaba soltera mientras caminaba por todo el supermercado. Además, estaba seguro de que alguien les tomaría una foto, o enviaría un tweet diciendo que lo habían visto acompañado por una mujer junto con su hijo. Era su oportunidad, Bella se estaba arriesgando, contra su voluntad.

Le sonrió ligeramente.

—Prometo cargar todas las bolsas que quieras. .

— ¿A dónde vamos papá? —preguntó Niklaus desde su asiento mientras miraba la cabeza de su papá justo frente a él.

—Acompañamos a Bella a comprar despensa —respondió Edward de manera paciente mientras se dedicaba a conducir hacia el supermercado. Esta vez había escogido la camioneta que llamaba menos la atención. Era el auto que siempre utilizaba para ir a la casa de Bella, era un poco más discreto—. Pero no vamos a comprar nada de dulce para ti, Klaus, ¿de acuerdo?

Niklaus se cruzó de brazos y miró como Bella le guiñaba un ojo por el retrovisor. Ella realmente creía lo que Edward decía.

—Bella va a abogar por mí —declaró el niño con una enorme sonrisa en el rostro.

—Pero si Bella compra algún dulce para ti, ella tiene que saber tiene que comprarme a mí —la sonrisa que Edward le dedicó a Bella le hizo negar con la cabeza con expresión divertida.

—Pareces un niño pequeño también, Cullen.

—Papá es más pequeño que yo de mente. ¡Yo soy más listo que él!

—Estoy de acuerdo contigo, Nik —respondió Bella, mirando por unos momentos su teléfono celular—. Pero de nosotros tres, yo soy más inteligente que los dos. ¡Y ya dije!

Los chicos bufaron al mismo tiempo y rodaron los ojos. Esa fue la escena más cómica que Bella había presenciado con ellos. Una vez que llegaron al supermercado, Niklaus corrió a tomar de la mano a Bella.

Era casi irreal para Edward la imagen que tenia de ellos dos en esos momentos. Bella tomaba la mano de Niklaus con tal naturalidad que le hacía pensar cosas demasiado prematuras con ella. Y Niklaus estaba completamente feliz de poder tomar la mano de Bella, especialmente cuando ella no ponía ninguna objeción.

Cuando Niklaus salía con su madre —mayormente de compras— no podía tomarla de la mano sino de uno de sus bolsos del pantalón o se colocaba una especie de cinturón que iba se su muñeca al bolso de su madre porque Chelsea siempre llevaba su bolso tomado de una mano y el celular en la otra. Era una mujer ocupada que probablemente dejaba todas las llamadas para cuando salía con Niklaus y el mayor tiempo que pasaban juntos ella estaba con la mirada en el teléfono. Edward no pensaba que era una mala madre, era su forma de ser y de tratar a las personas, Chelsea no sabía lo que era estar verdaderamente con Niklaus, por lo tanto, no le culpaba. Ella no era la mala en ese rol.

Claro que Edward Cullen había sido reconocido en el estacionamiento por al menos dos personas y éstas se habían puesto a murmurar cosas, por lo que decidió colocarse al otro lado de Bella y tomar su mano de manera sutil.

Bella bajó la mirada por unos momentos a sus manos unidas y sonrió ligeramente. Si iban a hablar de ellos… entonces que lo hicieran bien. Porque ellos dos ahora eran novios y de eso se hablaría el día de mañana, seguro. O tal vez en unos momentos alguien lo estaría comentando en internet.

Edward apretó un poco la mano de Bella, dirigiéndole una sonrisa a ella también y comenzaron a caminar por todo el lugar. Justo cuando comenzaron a aparecer los artículos de compras, Niklaus se soltó de la mano de Bella y fue a verlos, sin importar que producto fuera. Desde que había comenzado a aprender a leer, estaba mirando todo lo que tuviera letras e intentaba leerlo, si no podía, acudía a su padre para que él le ayudara.

—Bella —llamó el niño mirando con atención diferentes tipos de papel higiénico—. ¿Puedo ver tu lista de compras?

La seriedad con la que lo dijo y la concentración que estaba poniendo en ver el paquete del objeto hicieron que Edward y Bella sonrieran con cierta diversión. Ella, gustosa, le entregó la lista, alegre de que esta vez la había escrito con una letra legible y no en garabatos.

Niklaus escaneó con la mirada la lista. Es una lista larga pensó. Sin embargo, estaba feliz de conocer el nombre de los productos. A veces la señora de la cocina lo llevaba con ella a hacer las compras cuando no había niñera y Edward estaba trabajando. El pequeño sabia donde se encontraban todas las cosas en ese lugar. O casi.

—Pero Bella… —se acercó arrastrando los pies con la mirada en la lista y chocó con el cuerpo de su padre, alzó la mirada y le sonrió tontamente en forma de disculpa. Después, se volvió hacia a Bella—. Aquí no mencionas cosas ricas.

— ¿Cuáles son las cosas ricas?

Sin darse cuenta, Bella ya estaba pegada al cuerpo de Edward, ligeramente recargada en él y con uno de sus delgados brazos pasando por detrás de él, rodeándolo. El enorme brazo de Edward también estaba casi abrazándola, pasándola desde su brazo hasta su cintura. Cuando supo en la posición que estaba se sonrojó, sin embargo, no se movió ni un poco, ni siquiera cuando un chico de catorce años miró con los ojos como platos a Edward.

—Helado, galletas, papas fritas, hamburguesas, jamón, mas helado, mas galletas, dulces…

—Cariño, no es necesario comprar eso.

—Sí es necesario. Cuando vengo con la señora que cocina siempre lleva eso.

— ¿Y ella te lo compra sólo porque lo quieres?

—Mi papá lo pone en la lista. Bella sintió como Edward se tensó un poco a su lado.

—Así que la vitrina siempre está lleno de eso, es genial —siguió el niño.

— ¿Cuánto tiempo dura esa comida en tu vitrina, Nik?

—No sé. Siempre se acaban pronto. Papá come mucho, siempre comemos después de la comida o el desayuno o la cena —se encogió de hombros con la mirada sobre la lista y deseó tener un lapicero allí para poder escribir las marcas de todas las frituras—. No podemos ir a dormir sin alguna galleta.

Antes de que Bella le dijera algo a Edward, él se puso a la defensiva.

—Hey, ¿acaso nos ves gordos? Hacemos el ejercicio suficiente como para bajar todas esas calorías. No puedes simplemente mirarme así —dijo con un tono de voz de niño que ha sido reprendido.

—No me importa si están gordos los dos… bueno, tal vez tú sí, tu cuerpo es lo más atractivo de ti… Pero no es bueno, ¿Cuántas verduras come Nik?

— ¡Iugh! —Niklaus arrugó la nariz—. A mí no me gustan las verduras, asco.

Bella fulminó con la mirada a Edward.

—Estoy segura de que tú sigues una dieta y eso, pero Niklaus no. No querrás un niño con problemas más tarde, ¿o sí?

Edward comenzó a sonreír, sabiendo que cuando Bella estaba un poco molesta y él sonreía, lograría que se enfadara un poco más.

— ¿Qué cosa te da gracia?

—Te preocupas por nosotros.

— ¡Claro que me preocupo por ustedes, tonto! —exclamó ella, golpeando suavemente el brazo de él.

— ¡Bella se preocupa por nosotros!

Y entonces, Niklaus se puso a bailar de una manera extraña frente a ellos. Todo era bastante gracioso. El pequeño niño iba con un ligero suéter color gris y un pantalón color negro junto con unos Vans rojos y una gorra del mismo color. No pasó mucho rato para que la gente comenzara a notarlos aún más. Edward y Bella dieron un paso atrás cuando Niklaus comenzó a bailar break dance.

—Dime que Niklaus no aprendió eso de ti —murmuró Bella lo suficiente bajo para que sólo Edward la escuchara.

Él rio por lo bajo.

—Para tu mala suerte, eso no lo aprendió de mí. Seria completamente raro. .

 

 

 

Después de todo el show, que fue grabado y rápidamente subido a internet —algo que Edward había dejado pasar porque estaba de buen humor como para ser estropeado por eso—, las compras habían ido completamente normales. Edward aprovechó para poder hacer las compras de él también, asegurándose de seguir lo que Bella le había dicho. Ella tenía razón, era demasiada azúcar para sólo un niño de seis años. Niklaus, satisfecho de que después de eso se le compraría un helado, aceptó.

Una vez que subieron al auto, Niklaus se dejó caer en su asiento con su teléfono celular en la mano y comenzó a entrar en la aplicación de juegos cuando el teléfono de Edward comenzó a sonar. Evitó tomarlo porque estaba teniendo una conversación con Bella bastante entretenida donde se hablaba de manera seria acerca de algunos contratos. Pero después de que dejó de sonar por un tiempo y entró otra llamada, le dedicó una mirada de disculpa a Bella. Ella asintió y sacó de su bolso el teléfono celular que había estado en vibrador.

Cinco llamadas perdidas de Alice.

Oh mierda, pensó ella.

— ¿Qué sucede Alice? —respondió Edward, dejando el teléfono en altavoz. El contestar la llamada llamó la atención de Niklaus también.

—Edward Cullen. ¿Puedes decirme que cosa es esa de que has estado saliendo con Bella y ahora salen en internet muy juntitos y agarrados de la mano y abrazados y todo?

La voz histérica de Alice se hizo escuchar por todo el auto. Edward y Bella se miraron con cierto temor.

La risa de Niklaus también se escuchó.

—Papi y Bella están en problemas.

 


Holis!!!!!!!!!!

Mil disculpas por la demora, estas últimas semanas mi antivirus enloqueció y no me permite abrir facilmente la pagina, y por otro lado mi hija egreso de la escuela primaria asi que me la pase de acto en acto, entrega de diplomas, viajes de egresados, y despedidas..... prometo desde ahora actualizar mas seguido prometo que ya termino con todos los compromisos y soy toda suya.......jajajaja!!!!!!!

Un millón de gracias de parte de Danii y mias por todos los votos y comentarios que nos han regalado.....

las queremos

Danii e Indi

 

 

 

 

Capítulo 9: CAPITULO 9 Capítulo 11: NOTA DE AUTOR

 
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