DADDY 23 (+18)

Autor: Indi
Género: Romance
Fecha Creación: 09/11/2013
Fecha Actualización: 09/01/2014
Finalizado: NO
Votos: 15
Comentarios: 40
Visitas: 21169
Capítulos: 12

"Edward Cullen, el jugador de fútbol más exitoso tiene una vida bastante complicada con un revoltoso niño de cinco años. Lo que menos necesita ahora mismo es esa atractiva mujer que llegará a controlar su carrera y probablemente su corazón."

  

Los personajes son propiedad de  S. Meyer

 

Esta historia no me pertenece es de una buena amiga , Daniela Ramirez(DaniiStewart)


La historia también la pueden encontrar en:

http://www.fanfiction.net/s/9283961/1/Daddy-23

 

Espero les guste tanto como a mi.

Indi.

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 3: CAPITULO 3

CAPÍTULO TRES

— ¿Dónde vas, papi? — preguntó con cierta alarma el niño de cabellos dorados, impulsándose con sus brazos para poder salir de la piscina.

—Voy al trabajo unos momentos, Niklaus. Tú quédate aquí con Aaron — le respondió Edward sin mirarlo, tan sólo se limitaba a recoger sus pertenencias, observando algunos mensajes en el teléfono celular. — Volveré más tarde, ¿de acuerdo?

Antes de que pudiera decir otra cosa, o siquiera alzar la mirada, sintió el cuerpo mojado de Niklaus pegarse a su costado, rodeando su cintura con sus delgados brazos. El costado derecho de Edward ahora estaba totalmente empapado por el agua que tenía su hijo encima.

Lo miró mal.

— ¿Por qué hiciste eso? —Yo quiero ir contigo — contestó el niño con un puchero formado en su rostro sin despegarse de su padre. Edward lo miró con el ceño fruncido, realmente disgustado porque el niño no obedeciera las órdenes que le había dado — Por favor, papá.

—Niklaus — llamó Esme antes de que Edward pudiera decir algo —. Papá va a trabajar ahora mismo, tiene que ir a la oficina de deportes, allá donde se tiene que reunir con Roch, ¿lo recuerdas?

Niklaus hizo una mueca al escuchar el nombre del próximo ex-agente de su padre y lo miró. Él quería ir con su padre. No quería quedarse allí con sus abuelas, tía y primo. Odiaba estar allí. Ellas no lo trataban mal pero casi nunca veía a su padre y hoy que lo había hecho, se iría.

—Klaus, enano — le llamó Edward e hizo que se apartara de él, colocando sus manos sobre los hombros del niño —. Voy a ver a una señorita esta tarde, es sobre el trabajo, Roch está enfermo y tengo que ver algunas cosas sobre eso, ¿de acuerdo? Tú no puedes venir.

— ¡Yo quiero ir! — alegó de nuevo.

—Ya dije lo que voy a hacer — le dijo Edward y alzó la mirada a Elizabeth Masen, que lo miraba sin expresión alguna —. ¿Puede quedarse con ustedes? ¿O llamo a la niñera?

— ¡No! — gritó Klaus con enfado.

Elizabeth lo miró horrorizada esta vez, se apresuró a ponerse de pie y sin importarle que Niklaus estuviera mojado, lo cargó, estropeando por completo su vestido de seda.

—Por supuesto que no, Edward. Niklaus se puede quedar aquí. No hace falta que llames a nadie.

Edward asintió, mirando con cierto agradecimiento a su madre. No quería molestar a Lexie ahora mismo después de decirle que tenía el día libre. Además, se sentía más seguro dejando a Niklaus con su madre que con cualquier otra persona. Agitó los cabellos mojados de Niklaus en forma de despedida y tomo sus pertenencias, dirigiéndose a la salida.

—Muchas gracias por el desayuno. No tardaré mucho.

Cuando Edward llegó al estadio, se dirigió rápidamente a las oficinas donde normalmente se encontraban todos los trabajadores que se vestían de buena manera. A Edward le gustaba más tener reuniones en el vestidor o en el corredor y no en esos lugares aburridos. Después de todo, Edward seguía siendo un adolescente que no pudo disfrutar de verdad su vida porque ahora era padre.

Él no se lamentaba de nada.

—Cullen — llamó Roch con cierto alivio al verlo en el pasillo. Él había llegado quince minutos más tarde de lo acordado.

Cuando Edward se dio la vuelta para poder mirar a su amigo se quedó impresionado. Ni siquiera miró a Roch, que estaba de pie frente a él con una mirada de insistencia y reproche en el rostro. Edward miró a la figura que estaba junto a él. Una figura femenina.

Una figura femenina muy buena, pensó.

Era una mujer de veintitrés años. Delgada y con buenas curvas, sus caderas hacían que su cintura se mirara más estrecha en ese vestido de oficina color azul marino. La mujer era alta, si Edward se ponía a su lado, ella le podría llegar justo a la altura de sus ojos. Para besarla probablemente tendría que inclinarse solo un poco, bastante poco. Sus ojos eran de un color chocolate, brillantes y llenos de carisma. Su piel era blanca, podía verlo, pero el sol de Los Angeles estaba haciendo de las suyas con sus mejillas sonrosadas. Sus labios eran un poco rellenos, y de color rosa.

La mujer perfecta.

¿Cuándo fue la última vez que Edward había tenido sexo? Hace casi un mes, aproximadamente. Cuando tuvo un partido en Europa y sus compañeros de equipo decidieron que debían tener un poco de diversión. Ellas pudieron más que el sentido común de Edward. Además, eran españolas, ¿Cómo rechazarlas?

Pero Edward al verla la encontró atractiva, hermosa de hecho. Su primer pensamiento no fue en llevarla en la cama como llevaba pensando eso de muchas mujeres al verlas.

Pero ella era su próxima agente así que debía mantener su miembro guardado para él.

—Lo lamento, tuve una complicación con Niklaus — contestó para poder justificar su falta, con la vista puesta de nuevo en Roch.

—Sí, imaginé que había sido obra de Niklaus… — murmuró con desaprobación. Su relación con el niño no era bastante buena. — En fin, Edward, ella es Isabella Swan — señaló a la mujer que estaba a su lado —. Isabella Swan, él es Edward Cullen.

Ella sonrió de manera amable y fue a acercarse a Edward para poder estrechar su mano de manera agradable al igual que su sonrisa. Él le devolvió la sonrisa de la misma manera.

Se podían ver las chispas que saltaban a su alrededor.

—Un gusto conocerla, señorita Swan.

—Gracias, es un gusto también — respondió ella.

Roch los miró a los dos con una enorme sonrisa al ver que no había miradas matadoras o algo como se había imaginado, sino todo lo contrario. Nunca sabía que esperar de las reacciones de Edward con algunas decisiones que él tomaba.

—Bien, podemos pasar a la oficina ahora para que Edward firme algunas cosas. ¿Les parece bien?

Él recibió una sonrisa afirmativa por parte de ambos, ahora con expresiones serias, y tomándose en serio lo que estaban haciendo.

Una vez que estuvieron en aquella habitación de colores aburridos, se sentaron en la enorme mesa, juntos, frente a unos papeles que estaban acomodados allí.

—Bueno, Edward, Isabella. Como ya saben, hoy es el día de mi retiro, lo cual concede a Isabella el puesto de tu agente oficial, Edward — lo miró y éste asintió un par de veces. — Isabella hará uso de tus contactos para poder realizar tu carrera como llevo haciéndolo yo durante varios años.

—En realidad, señor Roch — habló Bella, llamando la atención de ambos hombres. Ella estaba segura de sí misma al momento de hablar pero podía sentir un sonrojo en las mejillas. — No me gusta o, no me parece correcto decir que haré el trabajo que usted llevaba haciendo con la carrera del señor Cullen. Es mi primer trabajo y yo…

—¿Crees que no vas a poder con esto? — interrumpió Edward, mirándola fijamente. Ella se molestó por eso y sintió levemente un sonrojo invadir sus mejillas de nuevo. — ¿Por qué lo aceptaste si creías que no podías llevarlo?

—Edward… — comenzó a argumentar Roch pero Edward lo calló con una mirada.

—En realidad, señor Cullen, en ningún momento he dicho que no podré llevar su carrera como futbolista, modelo, patrocinador de marcas y ese tipo de cosas. Estoy realmente capacitada para eso. Usted no me dejó terminar — le dijo Isabella con voz firme —. Dije que mi trabajo no se compararía con el señor Roch porque él lleva años en este negocio, y es mi primer trabajo pero no quiere decir que no estoy capacitada para ello.

Edward se la quedó mirando durante unos momentos. Aquel hombre se caracterizaba por camufle ajear sus expresiones muy bien y la miró de la manera más calmada posible. Después, alzó sus manos en forma de derrota y asintió.

—De acuerdo, lo lamento — aceptó.

Roch sacudió la cabeza ante el comportamiento de ambos y se dio cuenta de que, allá en el pasillo, había sonreído bastante rápido ante las miradas amables que se habían enviado.

—Isabella siempre podrá llamarme para poder pedir algún contacto, yo no tendré ningún problema con eso — volvió a hablar el señor de avanzada edad, con la mirada en Edward. Todo eso ya lo había aclarado con Isabella antes. Tenía que decírselo a Edward ahora. — Ella se encargara también de ser tu publicista por lo que te avisará cuales son las ofertas que se te han hecho. Ya sabes lo que quiere decir ese tipo de puestos, Edward. Lo único que cambia es la persona que administra.

—Y los resultados — concluyó el cobrizo.

Isabella se sintió enrojecer fuertemente de la furia. ¿Quién se creía que era? Sabía que era Edward Cullen, el gran jugador de futbol soccer. El jugador número uno, británico y completamente guapo. Pero eso no le daba derecho a que criticara su trabajo.

—Estoy segura de que serán unos resultados excelentes, Edward — contestó ella.

Roch se puso de pie, dejando los papeles frente a ellos.

—Bien, ya he terminado mi trabajo aquí. Ahora se quedan ustedes dos para ver los planes de esta semana. — Roch miró a Isabella con una sonrisa de seguridad que ella sonrió de la misma manera —. Mucha suerte, Isabella. Estoy seguro de que harás un buen trabajo.

—Gracias, señor — asintió ella. Roch se volvió hacia Edward. —Deja de comportarte como un adolescente y facilítale las cosas a Isabella, por favor. No te cuesta nada. Todo ha ido perfectamente bien hasta ahora. Tu carrera esta de lo mejor y no necesitas más. Isabella tiene unas ideas brillantes y… le encanta el futbol.

Sin decir nada más, o esperar alguna contestación de parte de las dos personas sentadas en las enormes cómodas sillas, salió de allí, dejando el silencio en la habitación.

Fue Edward quien decidió romper el silencio que estaba allí de una vez por todas. Ellos tendrían que hablar probablemente todos los días y se terminarían acostumbrando los unos con los otros. ¿Para que se empeñarían en tener alguna complicación?

— ¿Así que te gusta el futbol? ¿De verdad?

Ella se sorprendió que, habiendo muchas cosas que decir, él preguntara eso.

—Sí, si no fuera así, entonces yo no hubiera tomado este puesto. Y me encanta todo lo que tenga que ver con la vida de un jugador, de lo que sea, pero tuve la oportunidad de que fuera un jugador de futbol soccer — se encogió de hombros —. No puedo quejarme. Además, soy agente del jugador estrella.

Edward sonrió de manera amplia al ser llamado de esa manera.

—Lo sé, es todo un honor, ¿no es cierto? ¿Ser la nueva agente del jugador estrella, Edward Cullen?

Ella bufó.

—Claro que no. Es un honor para ti tenerme como agente. Tal vez es mi primer empleo pero estoy segura de que tendrás mucho éxito conmigo.

Edward entrecerró los ojos con una pequeña sonrisa bailando en sus labios. ¿Por qué mierda le había dicho eso hacía unos minutos atrás? Ella le devolvió una mirada llena de diversión.

—Bien, entonces, tengo que hacerte una pregunta antes de que comencemos con el trabajo de verdad — dijo Edward, refiriéndose a los papeles que estaban frente a ellos. Edward y los negocios… no eran una buena combinación. — ¿Cuál es tu equipo?

Ella se tiró a reír cuando escuchó su pregunta. Pudo habérselo imaginado, después de todo. Él era el jugador estrella de futbol.

—Trabaja lento, señor Cullen — ella sacudió la cabeza —. Yo no podría ser agente de alguien que no está en mi equipo, aunque también me gusta Real Madrid, nada de Barcelonas por aquí — ella se estremeció —. Una vez contestada su pregunta… ¿podemos iniciar ya con el verdadero trabajo?

Edward la miró sonriente y asintió.

Una vez que la junta con Bella terminó, Edward se despidió de ella con una enorme sonrisa. No creyó que su próxima agente sería tan agradable y guapa. Tampoco creía que le agradara al instante y sin embargo, Isabella le había agregado bastante y al parecer a ella también le agradaba él.

Eso estaba bien, se dijo a sí mismo. Una buena comunicación siempre era buena en los negocios. Lo importante aquí era que tan sólo era eso, negocios, y en los negocios no se podía intentar otra cosa. Él debía tenerlo muy en claro.

Se marchó de la oficina despidiéndose una vez más de Isabella y dándole las gracias. Después de eso se dirigió rápidamente a la casa de su madre, de nuevo, esperando saber que su hijo no había causado ningún tipo de problemas.

En el camino se puso a escuchar la radio. Él no tenía ninguna idea de por qué estaba escuchando la radio si tenía tantos CD's en la guantera. Sin embargo, cuando estaba a punto de cambiarlo, una noticia de Niklaus salió entre la plática de los locutores.

"— ¿Ya viste las fotos de Niklaus Cullen? Ese pequeño es una maravilla en sus clases de karate.

—Sí, y al parecer está con una nueva niñera, ¿Qué habrá sucedido con las demás? Me sorprende la destreza que tiene ese niño para deshacerse de tantas mujeres.

—Probablemente sea los suficiente desagradable para ellas y delante de las cámaras aparenta.

—Es un niño de cinco años, él no puede aparentar ni saber cuándo hay cámaras a su alrededor.

—Se está rumorando también que esa mujer que está allí no es una nueva niñera sino la nueva novia de Edward Cullen. Creía que habían dejado de gustarle las rubias.

—Chelsea Le Blanc no era rubia, su cabellera era más que dorada… Pero no podemos saberlo, tendremos que investigar más sobre Edward Cullen. Probablemente no quieren hacerlo público.

—Esa familia tiene muchos secretos.

—También se rumora que…"

Edward no soportó más escuchar tanta mierda salir de la boca de esos locutores y apagó la radio. Estaba molesto porque hablaran así de su hijo, de él y de la madre de su hijo. Edward no tenía por qué tenerle odio a Chelsea, ella había tomado una decisión, y cualquiera pudo haber tenido una decisión como esa, tal vez. Por suerte Edward no pensó lo mismo que ella.

Edward simplemente se sentía decepcionado de Chelsea, pero no soportaba tampoco que hablaran mal de ella en cualquier medio. Aun cuando ella ya era una modelo profesional y tenía sus propios rumores, sólo de ella, saliendo en las noticias de espectáculos.

Chelsea llamaba a Edward al menos dos veces al año. Ella no tenía ninguna vergüenza de lo que había hecho y al parecer a Edward eso no le molestó mucho. Sabía que tenía que aceptarla por el simple hecho de que era la madre de su hijo. Y su hijo tenía derecho a saber quién era su madre.

Niklaus había visto a su madre al menos seis veces, desde que lo recuerda muy bien todo. A él le gusta pasar tiempo con Chelsea, y Edward no lo culpaba. Él no tenía la culpa de nada. Pero ahora Chelsea había madurado y quería pasar más tiempo con su hijo. Edward debía ponerse al tanto de todo lo que pasaba con ellos. Lo peor que podía pasarle era que Chelsea le pidiera la custodia y que entonces se empezara una pelea por el niño.

Al llegar a la casa de su madre se encontró con un gran escándalo en el jardín trasero, donde se les había agregado Edward padre Masen y Emmett McCarty. Edward casi se golpea la cabeza al saber lo que eso significaba.

Su padre nunca había aceptado que Edward se quedara con el niño, así arruinaría su carrera, pero cuando tuvo al niño frente a él y ese niño le dijo "pa", Edward Masen padre también quedó atrapado por el encanto de Niklaus. Aunque su favorito fuera Aaron, por el simple hecho de que era hijo de su nena.

En la piscina estaba un torbellino. El agua se esparcía por todas partes y las mujeres tuvieron que alejar más la mesa del lugar para que ellas y la comida no se mojaran. Rosalie se había molestado con ellos por hacerle pasar eso.

Dentro de la piscina se encontraban los dos niños, quienes no paraban de reír y gritar, también estaba el gran Emmett McCarty, haciendo que el agua se saliera de los bordes moviéndose de un lado a otro, tratando de alcanzar a los niños por la alberca y apuntándoles con su enorme pistola de agua. Y Edward Cullen padre también estaba allí, mirando como reían sus nietos y apuntando con su pistola de agua también hacia a ellos.

Como si alguien lo hubiera llamado, Niklaus miró en dirección a la puerta trasera corrediza, donde estaba parado su padre, mirándolo sonriente y con las manos en sus bolsillos.

— ¡Papá! — Gritó, haciendo sobresaltar a su abuelo que estaba a punto de atraparlo por detrás — ¡Papi! — gritó de nuevo y se apresuró a salir del agua para correr hacia su padre.

Antes de que Niklaus llegara al piso resbaladizo, Edward se apresuró a caminar para atraparlo mientras corría y lo alzó en el aire, haciendo que el niño soltara una carcajada. A Edward se le hacía cada vez más difícil hacer eso. Niklaus estaba creciendo muy rápido y era bastante alto.

Cuando lo volvió a tener en sus brazos lo pegó a su pecho, empapándose por completo por el agua que todavía el niño escurría. Niklaus no podía borrar esa sonrisa que tenía en el rostro, sólo pasaba cuando su padre estaba cerca. El niño se inclinó a besar a su padre y después le rodeó el cuello con sus brazos de niño de casi seis años.

— ¿Cómo te portaste? — Edward se apresuró a caminar hacia donde estaban las mujeres al ver que su padre estaba a punto de lanzarle un chorro de agua.

— ¡Numero 23! — gritó Emmett desde la piscina bastante fuerte, haciendo que el pequeño perro chihuahua, que tanto asco le daba a Edward, se pusiera a temblar — ¡Es un honor volver a verte!

Niklaus le frunció el ceño y Edward se dedicó a contestar.

—La gente importante no se deja ver seguido, Emmett — él sonrió y Emmett le hizo la mala señal, por suerte su hijo no lo vio pero Niklaus sí.

—Edward, estas de vuelta muy rápido — Rosalie se acercó, distrayéndolo de su propio marido y besó a Edward en la mejilla por simple costumbre. Edward arrugó levemente la nariz tan sólo para molestarla. — Creí que ibas a tardar más tiempo.

—No puedo hacerlo — contestó. — Tenía que venir rápido por Niklaus, es mi día libre.

El niño comenzó a revolverse en los brazos de su padre al escucharle mencionarlo y decir "día libre". Él sabía que cuando su padre decía esas palabras era porque tendría todo el día para él y probablemente harían todo lo que Niklaus quería, sin ninguna objeción. Edward siempre hacia lo que su hijo le pedía así que eso era lo de menos para el pequeño. El pequeño probablemente era uno de los niños más mimados del mundo y sólo vivía con su padre.

— ¡Papá vamos a Disney! — pidió Niklaus con voz alta, lo suficiente alta como para que Aaron escuchara eso y se volteara a verlos. Niklaus sonrió levemente de manera traviesa —. Por favor, papi, vamos.

Edward no era tonto. Edward sabía lo que su hijo estaba haciendo, y también sabía que él de verdad quería ir a Disneyland de nuevo, llevaba semanas pidiéndoselo. Sin embargo, era bastante tarde como para ir a ese parque de diversiones, y también no se arriesgaría a ir solo. Jasper y su pequeña lo habían acompañado la primera vez.

—No podemos ir allí, Kai. Podemos ir a otro lugar, te llevaré a Disney otro día, ¿te parece? — él alejó los cabellos mojados de la frente de su hijo y besó su mejilla —. Además, tengo entradas para el juego de beisbol de hoy.

— ¿Por qué no me sorprende? — murmuró Emmett.

Edward sonrió en grande a su cuñado.

—Oh Emmett, — exclamó el cobrizo — puedes ir con nosotros si quieres. De hecho, todos pueden ir — les envió una mirada a su madre, hermana y tía. — Ya saben que siempre sobran entradas.

Emmett soltó un bufido.

—Siempre de presumido, querido cuñado.

Edward soltó una gran carcajada. Él sabía que Emmett no tenía ningún tipo de rencor o envidia hacia a él. Eran simples bromas. Edward sabía que su hermana no pudo encontrar a una mejor persona para pasar el resto de su vida. Emmett amaba su carrera y su esposa e hijo eran lo primero en su lista. Edward, de estar en su posición, sería igual. Sólo que un poco más serio y más apuesto, claro.

—Cállate ya, Emmett — demandó la rubia de su mujer y secó los cabellos de su hijo que estaba frente a ella —. ¿Qué te parece si vas a cambiarte para que vayas con tu tío al partido?

Niklaus apretó los puños al escuchar eso y Edward acarició su pie con una sonrisa. Ese niño era bastante celoso.

—Mamá, Esme, ¿vamos?

—Oh no… — se apresuró a decir Esme —. Tengo que ver a Carlisle en el hospital. Creo que saldremos de viaje durante unas semanas. Tendremos que dejar los preparativos a Rosalie y Esme.

—No hay ningún problema — se encogió de hombros Rosalie y desapareció por la casa con Aaron detrás de ella.

Una vez que llegaron todos al estadio en las estúpidamente enormes camionetas, la atención se posó en ellos. Cabe decir que al menos un ochenta y cinco por ciento de las personas dejó de hacer lo que estaban haciendo y centraron la atención en los dos jugadores de futbol famosos y sus familias.

Esta vez sólo iban Edward, Niklaus, Edward Masen padre, Emmett y Aaron. Las mujeres dijeron que era mejor que ellos salieran juntos y que tenían que pasar tiempo de hombres y saber cómo arreglárselas sin ninguna mujer. Emmett se sintió horriblemente mal cuando se enteró de que Rosalie no los acompañaría y no le ayudaría con Aaron.

Aaron, sin embargo, era quien tenía que cuidar de su padre, prácticamente. Pero por ese motivo Edward papá estaba acompañándolos, porque él se haría cargo de Aaron. Emmett se ponía todo loco cuando se trataba del beisbol.

Cuando Edward estaba a punto de dar las entradas — con la mirada lujuriosa de la chica que atendía sobre él —, Niklaus sacó su teléfono del bolsillo y lo contestó.

— ¿Hola? ¿Quién es? ¡Tío Jasper! — Gritó con emoción — Sí, estamos en el estadio, ¡vamos a ver beisbol! — Le frunció el ceño a una niña que lo miraba y cuando la niña sonrió él también lo hizo, provocando el sonrojo de la niña de ocho años —. ¿Vas a venir? ¿Cara va a venir?

Entonces, Niklaus olvidó a la niña que estaba frente a él, aun sonriéndole, y se volteó al pensar en la hermosa niña de su edad, hija de Jasper. Cuando Cara estaba con Niklaus nadie podía sacarlos de su burbuja.

—Hey… de eso quiero hablar con tu papá, ¿está por allí? — Jasper tenía una gran sonrisa en su rostro, aunque en el fondo sabía que no quería que su hija pensara que podía tener una amorío con el hijo de su mejor amigo.

—Papá está dando las entradas — anunció y miró como su padre volvía con los gafetes para cada uno de los hombres que lo estaban esperando un poco alejados de la multitud.

Emmett había tenido ya a tres hombres y cinco mujeres junto a él para tomarse una fotografía y su pequeño Aaron también. Edward había decidido ir a cambiar los tickets para evitar eso de los fans y tomarse fotos. Niklaus se había perdido entre la multitud hasta que llego a su padre.

— ¿Quién es, enano? — preguntó Edward, colocándole el gafete a su hijo.

—Es tío Jasper, quiere hablar contigo. ¿Él y Cara pueden venir con nosotros?

Edward sonrió ante la pregunta de su hijo. — ¿Por qué no me das el teléfono y después te digo? — Niklaus le hizo un puchero pero finalmente le dio el teléfono y corrió con su primo Aaron. Edward se llevó el teléfono a la orea y comenzó a hablar — ¿Jasper?

—Así es — contestó el rubio —. Está bien, bastardo de mierda, he visto tu mensaje, ¿Cuál es la razón por invitarme a última hora?

Edward rodó los ojos.

—Deja de actuar como niña y mueve tu trasero hacia acá. Olvidé que tenía las entradas y casi no asistiría, ¿te dije que hoy conocí a mi nueva agente y publicista?

Jasper estaba enterado casi de todo lo que pasaba con Edward y su trabajo. Jasper era mayor que Edward por tan solo dos años y tenía una hija de seis. Jasper y Edward fueron amigos desde que su carrera inició y los dos son unos de los mejores jugadores de futbol. Grandes amigos, y sus hijos también lo eran.

Cara Whitlock era una niña bastante adorable. Esa niña había aparecido ya en dos comerciales de niños. Uno junto con Niklaus, promocionando una marca de pañales a su edad de dos años. Y la otra, lo había echo sola, promocionando una marca de bloqueador para niños en el verano. Su cabello era claro con extraños destellos rubios. Sus ojos también eran de color miel, contrastando su sonrosada piel de su rostro y sus cabellos lisos y cortos hasta los hombros.

— ¿Dijiste nueva? — la voz de Jasper daba a entender que estaba bastante sorprendido. Nunca creyó que Edward tuviera alguna agente mujer. Después, se apresuró a empacara algunas cosas para su hija y él.

—Sí, Roch se fue, ¿recuerdas?

—Sí, claro que lo recuerdo, idiota, a lo que me refería era que no creí que fuera una mujer.

—Lo es, y al parecer es buena en lo que hace.

—Edward Cullen contratando a una mujer como su agente… me impresionas.

Veinte minutos después de que la familia Cullen y McCarty estuviera en las gradas, como unas personas normales — excepto por las miradas que daban los hombres a Edward y a Emmett — llegó Jasper, con su adorada princesa vestida con un pantalón blanco de diseñador y una camiseta del equipo al cual estaban apoyando. Niklaus iba vestido de la misma manera excepto que él estaba vistiendo pantalones negros y en vez de sandalias llevaba tenis.

— ¡Niklaus! — gritó la niña con su voz chillona. Se apresuró a dejar la mano de su padre y corrió hacia donde estaba Niklaus con bastante agilidad ante la divertida mirada de Emmett.

Niklaus, un poco —muy poco— incómodo se pudo de pie para poder abrazar a Cara, que estaba muy sonriente. "Ella huele muy bien" pensó. Después se separaron y ella le besó la mejilla, se sentaron en los asuntos que estaban allí.

Los tres niños se encontraban entre Emmett y Edward.

—El amor se respira por todas partes — dijo Emmett muy alegre, ganándose las risas de su hijo y se su suegro. Jasper le lanzó una pelota de juguete en la cabeza y el grandulón atinó a reírse con más fuerza. — Lo lamento, amigo, pero temo decirte que Niklaus será parte de tu familia.

Edward estaba con una enorme sonrisa y estrechó la mano de Jasper.

—Emmett sólo esta celoso de que mi hijo sea más apuesto que el suyo.

Aaron miró mal a su tío.

— ¡Hey!

Edward le sonrió a su rubio sobrino en forma de disculpa, pero en realidad, él sabía que tenía muchísima razón.

Mientras todo el mundo estaba en una conversación, comprando burritos, comprando perros calientes o cualquier tipo de mala comida allí, Niklaus y la pequeña Cara estaban muy sonrientes y con sus manos tomadas de la mano. En realidad se veían bastante graciosos allí. Jasper se había dado cuenta de la mano de su hija entrelazada con la mano del hijo de su mejor amigo pero decidió no decir nada. Primero, porque había algunos paparazis a sus lados, él en realidad no sabía si el lugar los había dejado entrar o era pura casualidad de que ellos estuvieran allí, y segundo, porque no quería armar un escándalo.

Entonces, apareció la Kiss Cam. En las enormes pantallas estaban enfocados los pequeños Niklaus y Cara, con sus mejillas manchadas de queso derretido gracias a los nachos que estaban comiendo.

— ¡Nik! ¡Estás en la pantalla! — anunció Aaron, mirando a su primo en la pantalla.

Niklaus frunció el ceño y miró en la misma dirección que él. Se sonrojó de inmediato cuando se miró allí, junto con Cara y después se volteó hacia a ella.

— ¡Ya sabes que hacer, Lucky! —animó Emmett con una gran sonrisa de diversión en su rostro.

Antes de que Jasper pudiera decir algo Niklaus tomó las dos manos de la pequeña Cara, que tenía las mejillas llenas de queso también y sonrojadas y se inclinó para poder darle el beso más tierno de todo el jodido planeta.

Varias risas y muchos sonidos de ternura se escucharon por todo el estadio, causando las miradas de los que estaban alrededor de ellos, hacia Niklaus y Cara. Niklaus se separó sonriente y Cara tenía los ojos muy abiertos, llevó las palmas de sus propias manos a sus mejillas, sorprendida por eso.

—¡Klaus! — exclamó con el rostro completamente rojo, sin embargo, tenía una bella sonrisa en sus labios.

Niklaus rió al escucharla y alzó el pulgar hacia su padre, causando su risa.

—Cullen, mantén a tu hijo separado de mi princesa.

Edward rió aún más fuerte.

—Whitlock — colocó una mano en su hombro de manera dramática —. Yo no creo que tu hija quiera separarse de mi hijo.

Capítulo 2: CAPITULO 2 Capítulo 4: CAPITULO 4

 
14439650 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10757 usuarios