DADDY 23 (+18)

Autor: Indi
Género: Romance
Fecha Creación: 09/11/2013
Fecha Actualización: 09/01/2014
Finalizado: NO
Votos: 15
Comentarios: 40
Visitas: 21170
Capítulos: 12

"Edward Cullen, el jugador de fútbol más exitoso tiene una vida bastante complicada con un revoltoso niño de cinco años. Lo que menos necesita ahora mismo es esa atractiva mujer que llegará a controlar su carrera y probablemente su corazón."

  

Los personajes son propiedad de  S. Meyer

 

Esta historia no me pertenece es de una buena amiga , Daniela Ramirez(DaniiStewart)


La historia también la pueden encontrar en:

http://www.fanfiction.net/s/9283961/1/Daddy-23

 

Espero les guste tanto como a mi.

Indi.

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 7: CAPITULO 7

CAPÍTULO SIETE

 

Bella miró una vez más los papeles que estaban en su escritorio. Todo el lugar estaba bastante organizado para tener el empleo que tenía. Sinceramente, ella era una persona bastante ordenada en busca de una buena apariencia siempre. Pocos agentes y publicistas tenían un despacho tan impecable como Isabella. Sin embargo, mientras ella miraba aquellos pedazos de papel en su escritorio, se decía a sí misma que tenía que terminar pronto con todo eso antes de volverse loca.

Una cosa era se agente personal de Edward y administrar todo lo que él hacía, para así, tener a cambio mucho dinero y éxito en lo que a su imagen personal se refería, dejando a un lado el ámbito de futbolista… Pero ahora también era su publicista, y no sólo de él, sino también del pequeño. No es como si le molestara todo eso, pero era peso extra y ella realmente no estaba claramente acostumbrada a tanto ajetreo, principalmente porque éste era su primer trabajo.

Antes de poder volver a leer el contrato de Niklaus, la puerta de su despacho se abrió de golpe, sin llamar ni nada, y cuando alzó la vista hacia allí se encontró con los dos hombres que habían ocupado su cabeza los últimos días. Allí estaban Edward y Niklaus luciendo unas sonrisas bastantes grandes que parecían inocentes, sin embargo, Bella sabía que ellos dos habían llegado a su despacho con el propósito de ir a molestarle. No es como si a ella eso le fuera mal, sino todo lo contrario, desde la noche en que había decidido salir de la fiesta de Niklaus, Bella se envolvió en trabajo y más trabajo. Ella tenía el propósito de arreglar un poco su departamento, por supuesto, pero eso se había quedado olvidado cuando llegaron todos los informes de contratos y cuando comenzó a hacer la agenda de Edward durante todo el verano.

Miró como Edward iba directamente a una de las dos sillas que estaban frente a su escritorio y tomaba asiento con mucha confianza, sin ser invitado a hacerlo. Niklaus, por su parte, caminó hacia donde estaba ella con una sonrisa.

—Hola, chicos, que alegría verlos por aquí… Aunque no recuerdo haberles invitado —saludó ella con un poco de humor y recorrió su silla hacia atrás para poder recibir el abrazo de Niklaus—. Jesús, cariño, ¿Dónde estuviste? ¿Acaso dormiste debajo del sol?

El rostro entero de Niklaus estaba completamente rojo, lo único que resaltaba de ellos eran sus enormes ojos azules enmarcados por esas grandes y espesas pestañas tan largas que eran envidia de Bella. Su rostro le ardía un poco y había molestado a Edward durante la noche pero no era algo que no hubiera soportado antes. Lo que sí odiaba era usar la crema cuando su piel quemada comenzaba a desprenderse.

—Fui con mi papá a la costa, a un acuario, ¡Bella! ¡No lo vas a creer! —Dijo con bastante entusiasmo y Bella abrió los ojos engrande gracias a su humor—. Toqué un enorme tiburón y no me mordió. Papá también lo hizo. ¡Y me subí encima de una tortuga bastante grande! ¡Asombroso! —el niño mordió su labio después de haber dicho eso. Ya se encontraba en el regazo de Bella, con la espalda recta y la mirada en ella—. ¡Le di de comer a delfines! ¡Y fui encima de ellos! Asombroso, ¿cierto?

Bella parpadeó un poco sorprendida por tantas palabras juntas y dichas rápidamente.

—Woah… eso sí que es bastante asombroso, Nik. ¿Te gustan mucho los animales acuáticos? No lo sabía.

— ¡Sí! ¡Me gustan mucho los animales! Por eso tengo a Jake, mi perro, es el mejor de todo el mundo.

—No lo dudo —dijo ella aun sonriendo—. Pero yo no podría soportar todo el rostro rojo como tú, ¿no arde o algo?

Niklaus se encogió de hombros.

—Sólo un poquito, pero soy un hombre y me aguanto todo, como papá.

Finalmente, Bella apartó la vista de Niklaus para fijarla en el enorme y hermoso hombre que tenía frente a ella con una sonrisa bastante satisfecha.

—No creo que aguante muchas cosas —dijo tan sólo para molestarle—. Hola, señor Cullen, de haber sabido que vendrían me hubiera preparado.

Él le dedicó una brillante sonrisa.

—Esto es a lo que yo llamo, "Una visita sorpresa".

Bella chasqueó la lengua en forma de respuesta.

— ¿En qué puedo ayudarles? —frotó su delicada mano en la espalda del niño sonriéndole.

—En realidad, llegamos hace poco…

— ¡Dos horas! —interrumpió Klaus.

—Y no había nada que hacer en esa enorme casa por ahora así que…

— ¡Decidimos visitarte! —volvió a interrumpir el niño con una sonrisa.

Bella los miró por un rato más. Extrañamente, ellos dos eran como dos gotas de agua. Sus gestos eran los mismos y esa sonrisa torcida era su perdición.

—De acuerdo, entonces… ¿vinieron a contarme como les fue en su visita al acuario? Porque tengo un montón de trabajo y…

Edward se enderezó en su lugar.

—No, no, nada de eso. El trabajo puede esperar, ¿cierto? ¿Desde cuándo has trabajado?

— ¿Vas a cuestionarme ahora? —Niklaus se recargó en el pecho de Bella y miró a su padre.

—No, sólo quiero saberlo —le dijo él con una sonrisa divertida.

—Desde el domingo en la mañana comencé, ya casi está librado todo y…

— ¿Has tenido tiempo de arreglar tu departamento?

—No, peor ya tendré tiempo despu…

— ¡No se diga más! —Exclamó Edward—. Has llevado mucho trabajo por ahora, Bella, así que Niklaus y yo hemos venido a quitarte un poco de trabajo. Te acompañaremos a tu departamento de nuevo y así podrás terminar con eso de una buena vez. No puedes negarte, ¿cierto, Klaus?

— ¡Cierto!

Bella miró con cierta confusión y el ceño fruncido a Edward. ¿Qué demonios estaba haciendo este hombre al auto invitarse a su departamento? Su amistad era buena, por supuesto, pero ella sabía que había algo más en el medio y eso probablemente era más malo que bueno. Tomó una gran respiración y miró a Niklaus, éste tenía una sonrisa convencedora. Él no era un niño que convencía con uno de esos pucheros absurdos, no, él era una niño que simplemente agitando un par de veces su pestañas ya estaba hecho. Él niño la miró con casi toda la diversión posible en sus enormes y preciosos ojos azules.

—Vamos, Bella. Estamos aburridos y dice mi tía Alice que yo tengo un buen sentido para decorar habitaciones.

Edward resopló, poniendo los ojos en blanco.

—Colocar tus manos en la pared llenas de pintura no es una gran decoración — le dijo a su hijo sólo para molestarle. Se puso de pie caminando hacia la puerta dejándola abierta para ellos.

— ¡Sí lo es! Tía Alice lo dijo así que es cierto.

—Eres el sobrino favorito de Alice, claro que te dirá eso.

Niklaus y Bella ya estaban avanzando hacia Edward, sin que Bella hubiera dicho si aceptaba o no, ella simplemente movía sus piernas y dejaba el papeleo en la oficina casi en contra de su voluntad. Jamás, desde que se había dedicado por completo al trabajo, había dejado algo sin concluir.

— ¡Silencio! —exclamó Niklaus hacia su padre, después se volteó rápidamente a Bella—. Te va a encantar como trabajamos, Bella, enserio.

Bella se sonrojó un poco mientras tomaba la mano que el niño le tendía y salía por el enorme pasillo hacia el enorme ascensor que había allí para poder salir del edificio con un montón de miradas sobre ella. Se miraba rara rodeada de esos dos hombres tan atractivos a pesar de la diferencia de edad y ella sabía que los rumores comenzarían en cuando una cámara los captara juntos. Nada bueno sería para ninguno de los tres, ella lo sabía. Afuera llovía, era extraño como en Los Ángeles, en ese preciso momento estaba el sol a más no poder y aquí, en Londres, estaba completamente nublado y con lluvia.

— ¿Qué es exactamente lo que aun tienes que preparar en tu apartamento, Bella? —comentó Edward con cierta voz casual al momento en el que presionaba el botón de la primera planta— Porque nosotros podemos hacer de todo.

Ella rodó los ojos.

—No creo que puedan hacer mucho ustedes, señores —apuntó, sabiendo que Niklaus tenía la mirada sobre ella. Antes de que alguien pudiera decir algo explicó: — Aun debo pintarlo, sus paredes están bastante descuidadas y eso me pone de nervios. No tiene casi ni un mueble, así que prácticamente duermo en un colchón inflable con el montón de trabajo esparcido por todas partes.

Edward la miró horrorizado, ¿dormir sin su enorme cama gigante? ¡Una cama de hotel era mucho mejor! Su mente le recordó que Bella ahora se encargaba de su carrera y la próxima carrera de su hijo, algo que por cierto, no habían hablado exactamente de cómo iba a ser. Bella tenia veintitrés años, era joven y unas ojeras debajo de sus ojos que decía que no la estaba pasando bien, ¿hizo mal en colocarle tanto trabajo? Tal vez debería pensar muy bien en contratar una representante para Niklaus, pero primero tendría que consultárselo a ella.

— ¿Estás hablando de que duermes en un enorme apartamento frio?

—Bueno, no, no es tan frio. La calefacción es excelente y mi cafetera siempre me es fiel —dijo con una brillante sonrisa rosa en su rostro—. No es para tanto, planeaba arreglarlo este fin de semana.

—Es mucho un fin de semana —apuntó Edward de nuevo.

—Lo sé, pero paso más tiempo en la oficina que en mi departamento así que no lo noto mucho —se encogió en sus delgados hombros y le dedicó otra sonrisa brillante—. Iba a ver la pintura el día de mañana ya que aligerara un poco el papeleo, pero ya que me han sacado de allí… —bajó la mirada al niño de cabellos dorados—. ¿Qué te parece si vamos a escogerla?

— ¡Sí! —exclamó sonriente y mirando a su padre de vez en cuando—. ¿Podemos papá? —Los ojos azules volvieron a los de color chocolate en un milisegundo con bastante adoración—. Podemos escoger un color rojo chillante, y amarillo canario… y azul cielo.

El rostro de Bella palideció.

—Enano, no creo que a Bella le guste eso —dijo su padre abriendo la puerta del auto para ellos de manera apresurada para que la lluvia no le mojara los calzoncillos—. Dejaremos que ella nos de opciones y nosotros le ayudaremos, ¿está bien?

El niño asintió con pesar mientras se acomodaba en su asiento trasero. Miró con atención como su padre abría la puerta delantera a Bella con una tímida sonrisa en su cara. Bella tenía un sonrojo en sus mejillas un poco extraño. Niklaus entrecerró los ojos. ¿Por qué ellos dos actuaban de manera rara y tímida? A su padre nunca lo había visto comportarse de esa manera, ¡ni siquiera con mujeres que eran modelos! Porque Niklaus, Niklaus claro que veía a su padre salir con algunas modelos, pero ellas no pasaban de la semana. Bella era diferente, lo sabía, eso estaba bastante claro, pero… ¿y si a su padre no le gustaba ya después de un tiempo? Bella era una bonita mujer, era bastante agradable y se sonrojaba mucho. ¡Además, le había comprado la colección de comics de Iron Man para su cumpleaños! Bella era genial, y muy, muy bonita.

— ¿Niklaus?

El niño rubio agitó la cabeza sacándose de su ensoñación y miró en dirección a su padre con una ceja alzada. Estaba comenzando a tener una media sonrisa en la cara igual a su padre y Bella lo notaba por el espejo retrovisor.

— ¿Qué? —respondió con simpatía, dándole una rápida mirada a Bella. ¿Su mamá estaría de acuerdo en que Bella pasara mucho tiempo con él?

La mirada que le envió Bella al escucharlo responder de esa manera tampoco fue muy agradable. Pero no se lo demostró al niño sino a Edward. Se volteó hacia Niklaus con una sonrisa tierna mientras el auto seguía avanzando.

—Cariño, así no se responde. Eso no es educación —le dijo con voz amable. Los dos hombres se derritieron por dentro.

—Él sabe cómo se responde —apuntó Edward con la vista en la carretera.

—Deberías ponerlo en práctica, guapetón —le dijo Bella aun sin mirar a Edward. Un pequeño sonrojo se colocó en las mejillas de Niklaus, algo que no se podía ver completamente debido a que su bronceado era muy intenso.

—Lo haré —respondió rápidamente y le miró a los ojos—. Me gusta cuando me llamas así.

Los dos adultos rieron sin dudar al escuchar lo que el niño dijo. Bella ya no tenía el sonrojo en las mejillas pero sin duda aquello le había causado mucha gracia. Edward no podía creer hasta donde había llegado su hijo para hacer conocer sus pensamientos. Pero él siempre había sido así de directo.

—Está bien, seguiré llamándote de esa manera. .

— ¡Vamos, papá! ¡Sube! ¡Sube! —la voz de Niklaus resonaba por todo el pasillo y escaleras. Estaba mirando a Edward cargar con dos cubetas enormes de pintura beige, y aparte dos bolsas llenas de brochas, una en cada mano. Esas escaleras no estaban pareciendo querer terminar nunca—. ¡Sube!

—Eso intento, Niklaus —gimió Edward a la mitad de las escaleras. Ahora entendía como Bella podría ponerse en forma subiendo y bajando las escaleras. Él tenía bastante condición, sí, pero eso se salía de lo normal, la última vez que había estado en el apartamento de Bella ni siquiera se había adentrado a la puerta principal.

La castaña miró a Edward con el labio entre sus dientes. Ya había pedido ayudarle cuatro veces y se había negado. Sus puños estaban apretados con fuerza a sus costados mirando los músculos de Edward tensarse cuando hacia fuerza. También era algo bastante digno de ver, los músculos de sus brazos estaban bastante bien tonificados al igual que todo su cuerpo. Gracias a que llevaba una camiseta podía ver pequeña parte de un tatuaje en su brazo derecho. ¿Él tenía tatuajes? Joder, se lamentaba no haberlo sabido antes porque se veía completamente caliente. Ella se sonrojó mientras seguía mirando a Edward subir las escaleras hasta llegar junto a Niklaus.

Media hora después, Niklaus se encontraba con un traje térmico sobre él. Edward sabía de sobra que Niklaus aprovecharía cualquier ventaja para poder llenarse de pintura, del color que sea. También tenía sobre los ojos unas gafas protectoras. Bella encontraba eso divertido, pero sin duda Edward se preocupaba de alguna alergia que pudiera tener la piel de su hijo al contacto de la pintura. A nadie le gustaría una visita al hospital.

El piso estaba cubierto por una lona gigante de color blanco también, cuidando de que el piso de madera no se ensuciara con la pintura. Edward estaba increíblemente armado con una brocha de pintura y una cubeta de ésta a su lado. Ya había hecho la mezcla como le habían dicho en Home Depot y estaba listo para poder pintar las feas paredes del departamento de Bella. Él tenía que aceptar que era un lugar bastante bonito, al menos para una persona, pero no era un lugar para vivir eternamente y lo sabía, sin embargo, mantuvo sus comentarios para sí. Definitivamente, esas paredes no se pintarían todas en un día. Al menos tendría un día para pintar cada habitación, eso, si no se distraía mucho con las ocurrencias que tenía Niklaus pintando cosas con sus dedos en la pared de color azul suave. Muchas veces volteaba hacia a Bella para verla privarse de la risa por los simples comentarios sarcásticos que él o Niklaus estaban diciendo todo el tiempo. Era gratificante saber que lo que decían le parecía gracioso, sobre todo porque Edward lo decía casi con ese fin. Ver a Bella riendo era bueno, a él le gustaba. Bella le gustaba, mucho, no del tipo de querer llevársela a la cama y follarla como loco… aunque esa definitivamente no era una mala idea para su mente pervertida, sin embargo: Nada de relaciones entre compañeros de trabajo.

—Yo opino… —comenzó a decir Niklaus— que tal vez…

—No, tu no deberías opinar nada, enano —interrumpió Edward mientras bebía un poco más del jugo de naranja que Bella había preparado para ellos. Después de cinco horas de trabajo, toda la sala principal estaba completamente pintada de blanco y ellos estaban esperando a que secara un poco más para poder limpiar allí. Sin embargo, todo estaba húmedo a su alrededor gracias a la fuerte lluvia que finalmente se había desatado. Eso no era normal, Edward lo sabía, pero suponía que eran cuestiones del clima en esas temporadas. El cielo se había casi oscurecido por completo.

—No me interrumpas —acusó el niño con el ceño fruncido. Su cuerpo se revolvió intentando quitarse el térmico que aún tenía encima. Estaban en Londres y era verano, las temperaturas no era como en LA, pero el cuerpo de Niklaus no estaba acostumbrado a estar completamente cubierto así que, claramente, el traje se pegaba a su piel por el sudor que estaba proporcionando, a pesar del frio y el viento que había afuera—. Yo sólo decía que tal vez es buena idea acompañar a Bella por sus muebles, ¿no? ¡Podemos ir mañana!

Bella llegó y se sentó a su lado, justo en medio de la habitación donde la lona ya había sido removida y se encontraban sobre varios cojines. Con ella llevaba más jugo de naranja y varios sándwiches en una bandeja. Niklaus se lanzó rápidamente por uno.

—No podemos mañana, cariño. Ustedes tienen que organizarse en su casa porque el miércoles vamos a Los Ángeles de nuevo para tu sesión de fotos, no sé exactamente si ese bronceado que te cargas perjudique —dijo con tono de voz vacilante y miró a Edward con cierta preocupación—. Tal vez debiste haberlo cuidado un poco más del sol.

Él arrugó la nariz también.

—Olvidé el bloqueador solar y era imposible no broncearnos —Se miró los brazos que también estaban completamente bronceados… probablemente sus nalgas eran la parte más blanca que él tenía—. No pensé mucho cuando estuvimos allá. Pero no creo que sea un problema, ya sabes, modelará ropa de verano y trajes de baño, ¿ese no es un buen toque? Creo que es mejor a que lo rocíen con esa cosa que te hace ver naranja.

—Se llama bronceado artificial —corrigió Bella aun con la mirada sobre Niklaus. Él ya habita terminado con un sándwich pero el traje seguía molestándole— ¿quieres que te ayude con eso, Nik? —preguntó amablemente y sin esperar respuesta se puso de pie para colocase a su lado.

Observar a Bella haciendo cosas que probablemente tendría que hacer una madre era algo que a Edward le dolía. Klaus nunca se quejaba de no tener una mamá junto a él, porque él la tenía. Edward era suficiente para el niño, o al menos eso era lo que el pequeño decía cuando el tema salía a la luz. ¿Klaus de verdad necesitaba algo como eso? Se concentró otra vez en la imagen que tenía frente a él. Niklaus se estaba sosteniendo de Bella para poder deshacerse por completo del traje dejándolo sólo en calzoncillos. El niño rápidamente tomó la mano de Bella y volvió a sentarse en el suelo, arrasándola con él.

— ¡Tal vez podemos viajar mañana los tres a Los Ángeles! —exclamó tomando otro sándwich.

— ¿Y qué haremos en Los Ángeles el día de mañana?

—Podemos jugar en la playa, amo ir a la playa, y también podemos llevar a Bella con nosotros, ella es muy bonita, nadie tendrá a alguien muy bonita en la playa como nosotros —la sonrisa que se cargaba en el rostro daba a entender que se sentía muy orgullosos de lo que había dicho.

Bella bajó la mirada por la vergüenza. Gracias al cielo, Edward habló—:

—No podemos, enano, tenemos que terminar de acomodar algunas pertenencias en la casa el día de mañana y después ir a Los Ángeles, mañana tengo una junta también con Bella. Así que tendremos que esperar.

—Estoy segura que el clima allá es mucho mejor que aquí —murmuró Bella mirando por la ventana que estaba en medio de la pared.

Justo en ese momento, débilmente, sonó el celular de Edward; el ruido de la lluvia amortiguaba el tono del aparato. Edward se apresuró a sacarlo de su bolsillo y contestó al ver el nombre de su amigo en la pantalla.

— ¿Qué sucede, Jasper?

—Edward —el aludido frunció el ceño ante el tono de voz desesperado de su amigo—. Aún estoy en Ealing con mi agente, y no me dejan salir por la tormenta que está aquí. Se supone que debí ir por Cara a su clase de ballet hace más de media hora. ¿Puedes…?

— ¿Ir por ella? No hay ningún problema —se apresuró a decir Edward. También podía encontrarse en la misma situación con Niklaus. Se puso de pie tan rápido como pudo con la mirada atenta de Bella y Niklaus sobre él.

—Muchas gracias —Jasper sonó aliviado una vez que escuchó a su amigo—. No tengo ni idea de cuando saldré de aquí, tengo suerte de tener señal ahora mismo.

—Está bien, Jasper, tan sólo dame la dirección y voy por ella en unos momentos. No tienes de que preocuparte —Niklaus lo estaba mirando con bastante interés, Edward miró en dirección a la ventana y se dio cuenta de que estaría empapado sólo por ir al auto. Apagó el celular y lo metió en su bolsillo, esperando que no se inundara allí dentro una vez que saliera a la lluvia—. Bella… ¿puedo dejar a Niklaus contigo durante un tiempo? Es Cara, la hija de Jasper, tuvo su clase de ballet esta tarde y Jasper está casi al otro lado de la ciudad. Me ha pedido que fuera por ella y no creo que sea conveniente llevar a Klaus conmigo.

Bella sintió algo en el pecho al saber que Cara estaba sola, con personas que apenas conocía y sin nadie a quien abrazar cuando los truenos comenzaran. Su infancia le había traumado durante el resto de su vida. Bella también odiaba las tormentas.

—Claro, no tengo ningún problema —contestó rápidamente, poniendo una mano en el hombro de Niklaus.

—Papá, yo quiero ir contigo —dijo Niklaus en tono suplicante—. Quiero que me lleves a ver a Cara, podemos venir jugando en el auto.

Pero Edward ya estaba comenzando a negar con la cabeza.

—No puedes, Klaus, te mojarías de sólo ir al auto y te vas a enfermar. No voy a llevarte conmigo, puedes quedarte con Bella y ver televisión o algo —le dirigió una mirada a la muchacha que estaba frente a él y sonrió con agradecimiento—. Enserio, Bella, muchas gracias. Intentaré no tardar demasiado y…

— ¡No! Asegúrate de tomarte el tiempo necesario, nada de prisas, Edward, no asustes a la niña maldiciendo y eso.

Niklaus bufó.

—Cara conoce muy bien a papá.

Edward le sonrió con disculpa.

—Vendré en un rato, ¿de acuerdo, Klaus? Mientras no estoy, puedes ingerir todo el azúcar que Bella te permita y que ella soporte —se agachó a besar a su hijo—. Te quiero, enano, vendré con Cara en unos minutos. .

Pero esos minutos se habían convertido en horas. Bella estaba preocupada, gracias a la tormenta tampoco había señal telefónica. Edward llevaba fuera casi dos horas y no podía imaginar porque. En realidad, sí imaginaba algunas cosas, pero se llenaba de pánico al pensar esas posibilidades. ¿Estarían bien los dos? ¿Y la niña estaría aterrada? ¿En qué parte de la carretera se quedaron varados? Sus nervios no ayudaban mucho a Niklaus con su miedo a los truenos.

Ella había convertido su cama en un tipo de "fuerte" con un montón de sabanas sobre ellos. También había preparado mucho chocolate caliente para cuatro, realizó también unos roles de canela y Niklaus ya tenía el estómago bastante lleno, sin embargo, eso no parecía tranquilizarlo.

Ahora se encontraba sentada en la cama, con la espalda recargada en la pared y con Niklaus a su lado, lo más pegado a ella posible; los dos estaban envueltos en mantas, la lluvia sonaba fuertemente contra la ventana. La televisión estaba mostrando unos dibujos animados bastante extraños para Bella, pero ninguno de los dos estaba poniendo atención a eso.

— ¿Por qué hay truenos, Bella? —murmuró Niklaus con la cara contra el pecho de Bella, sus pequeños dedos de los pies también estaban encogidos. Antes de que Bella pudiera contestar, la habitación se ilumino varias veces gracias al enorme estruendo del rayo. Niklaus tembló del miedo apretándose más a ella.

—Bueno, los truenos se hacen porque los ángeles también juegan bolos —contestó ella, frotando la espalda de Niklaus debajo de las sabanas sin tener intención de separarse de él—. ¿A ti te gusta jugar bolos? —Niklaus asintió un par de veces sin desenterrar su rostro—. Pues ellos también juegan, y este es un buen momento para ellos jugar, estoy segura de que acaban de marcar una chuza.

A Bella no se le ocurría otra cosa mejor que decirle al niño, probablemente era una respuesta ingeniosa y lo pondría a pensar durante un rato y olvidarse del miedo que tenía.

—Está bien, cariño, ¿no crees que ellos también tienen el derecho de divertirse?

Niklaus alzó la mirada hacia los ojos chocolates que lo miraba en la escasa luz de la habitación.

—Sí, pero me dan miedo… es muy fuerte el sonido.

—Lo sé, cariño, pero cuando tú juegas bolos no hay nadie que te diga que no hagas mucho ruido.

— ¿Crees que a las hormigas que viven debajo del piso donde juego bolos les de miedo como a mí? —murmuró aun un poco inseguro. Su cuerpo seguía encogido esperando algún otro trueno.

—Tal vez las hormigas bebés se asusten también, pero tú no te detienes por ellas, ¿o sí? — Él sacudió la cabeza—. Los ángeles tampoco se van a detener porque quieren divertiste, no tienes nada de qué temer, cariño

—Papá siempre me mantiene con él cuando hay tormentas —dijo de vuelta.

—Estoy segura de que tu papá siempre está contigo cuando hay tormentas, mi amor, pero ahora tu papá tuvo que ir por tu amiga, y estarán aquí en poco tiempo…

Bella se quería convencer a sí misma de eso.

— ¿A ti te gusta leer? —preguntó mirando la repisa llena de casi millones de libros. Bueno, para él eran millones de libros los que se encontraban allí, ni él ni su padre tenían amor por la lectura, simplemente tenían una biblioteca para darle "estilo a la casa". ¿Quién en su sano juicio desperdiciaría tiempo leyendo? Esas eran las palabras de su padre, por lo tanto, esas palabras se le habían clavado en la mente al pequeñito.

Bella siguió la dirección de su mirada.

— ¡Ah sí! Me encanta leer, me encanta conocer gente nueva, y conocer sus sentimientos. A veces los conozco mejor que a mi propia familia o que a mí misma. También conozco nuevos mundos en los libros; conozco la fantasía, conozco todo tipo de criaturas y hasta me traslado a otra época. Es muy interesante —Niklaus miraba fascinado a Bella por la forma en que se había expresado y una enorme sonrisa se instaló en su rostro.

— ¡Yo quiero leer algo, Bella!

En cuanto el niño dijo eso, Bella se puso de pie para poder tomar uno de los libros que estaban en la repisa tan rápido como pudo, una repisa que abarcaba del techo al suelo.

— ¿Qué quieres leer? Dime de qué género.

—Dijiste que podíamos ir a otros mundos, ¿no? Quiero un mundo donde haya demonios, yo sé imaginar muchas cosas de demonios.

—Entonces una historia de demonios —asintió ella con la mirada en los libros y se puso a buscar uno en la pequeña sección de fantasía que tenía ella allí. Justo cuando iba a tomar el libro perfecto, un trueno bastante fuerte se escuchó sobre ellos y en menos de tres segundos Niklaus ya se encontraba abrazado a ella con fuerza— ¿No se suponía que serías valiente?

—No, tengo miedo —murmuró contra su costado y se abrazó más.

—Tranquilo, cariño, estoy contigo y vamos a leer, ¿sí? No pasa nada.

—No me dejes, sólo hasta que termine la tormenta.

—Hasta que termine la tormenta —ella sonrió levemente y acarició sus suaves cabellos—. Vamos, hay que ir a conocer los demonios.

Durante media hora de lectura, nada pudo interrumpiros, cuando sonaba algún trueno Niklaus sólo aumentaba su presión a los brazos de Bella pero no se salía de la lectura. El niño estaba aprendiendo a leer apenas y Bella le corregía las palabras que estaban mal y le explicaba cómo se pronunciaban y su significado.

Finalmente, cuando la tormenta se calmó un poco, la puerta de Bella sonó tres veces seguidas y casi con prisa. Inmediatamente Bella se puso de pie, cuidando de no mover a Niklaus que se había quedado dormido a media lectura y estaba descansando en su regazo. Se apresuró a abrir la puerta tan rápido como pudo y justo allí se encontró con un Edward empapado y una niña preciosa de ojos grises cubierta de abrigos especialmente rosas.

—¡Oh Dios mío! Pensé lo peor —exclamó sin apartar la mirada de ellos— Pasen, rápido, pondré a calentar el chocolate —a Cara se le iluminaron los ojos al escuchar eso y le sonrió a Bella entrando rápidamente y deshaciéndose de los abrigos.

—No es para tanto, Bella —ella le tendió una toalla a Edward y éste se comenzó a secar el cabello haciendo bastante fricción.

—Necesitas explicar que es lo que pasó —le pidió ella mientras le ayudaba a la niña a secar su cara—. Cariño, ¿tienes otra ropa en tu mochila? Ésta está empapada y vas a enfermarte.

Cuando la niña asintió, Bella le quitó la mochila de color rosa a Edward y comenzó a buscar dentro de ella. Inmediatamente le ayudó a cambiarse por una ropa más cómoda y seca. Por suerte la mochila era impermeable.

—Las calles estaban inundadas y un árbol cayó justo en la dirección que yo iba, por suerte no sucedió nada —contó Edward con voz calmada, asegurándose de que Cara estuviera bien— Intenté hablar contigo o con Jasper pero no había cobertura. Mi teléfono ha muerto también por el agua. Tuvimos que esperar en el auto y, también por suerte, tenía el tanque lleno. La pasamos bien, Cara me mantuvo en el auto cantando canciones de One Direction todo el tiempo, ¿tienes idea de lo frustrante que es eso? —Él se estremeció y las dos mujeres le miraron con diversión—. Pero míranos, estamos sanos y salvos.

—Eso, si después de esta noche, no te enfermas —ella estaba removiendo el chocolate en su olla.

— ¿Dónde está Niklaus, por cierto?

—Él está dormido, se cansó de esperarlos. Estábamos leyendo un poco.

—Niklaus leyendo… ¿es enserio? —la incredulidad en la voz de Edward hizo que Bella lo mirara mal.

— ¿Tienes algo en contra de la lectura?

—No, no en realidad, es sólo que me parece un poco aburrida y creí que a Niklaus también.

—Pues estás equivocado —dijo ella con suficiencia—, porque a Niklaus le encanta leer, ya está mejorando un poco en pronunciar las palabras.

—Yo soy mejor que Niklaus para leer, Bella —dijo Cara con una sonrisa muy grande en el rostro— A mí me gusta mucho leer.

Bella le dedicó una sonrisa y sirvió dos tazas de chocolate.

—Eso es bueno, pequeña, ¿lo ves, Edward? Deberías aprender un poco de esta pequeña.

Él rodó los ojos.

—Tan sólo dame chocolate, mujer. Esta fue la peor bienvenida que he tenido de Londres —bufó.

Lo siguiente que los cuatro supieron es que eran casi las nueve de la noche, estaban comiendo más bocadillos hechos por Bella y la tormenta seguía fuera del apartamento. Edward no podía negar que estaba un poco preocupado por la estadía de su amigo, ¿Dónde mierda podía estar ese hombre? Cara pareció olvidarlo por un largo rato porque ella estaba completamente fascinada con Bella. Y es que ¿Cómo no se podía amar a Bella? Niklaus parecía una lapa pegada a ella. La inocencia que Bella ponía en su voz y en su mente cuando hablaba con los niños era algo extraño, pensaba Edward, sobre todo porque sabía que Bella era todo menos inocente. Y eso se lo haya demostrado muchas veces con las miradas y las cosas que le decía a él.

— ¡Papá! —Llamó Niklaus desde su lugar—. ¿Podemos llevar a Cara con nosotros a Los Ángeles mañana? Apuesto a que ella no quiere pasar sus días bajo la lluvia.

—En realidad, Nik, estoy bajo un techo, no bajo la lluvia —apuntó la niña con la espalda recta, una postura bastante firme.

—Como sea, el techo está debajo de la lluvia.

Cara rodó los ojos.

—Entonces, ¿papá? ¿Podemos?

—No creo que Jasper deje que nos llevemos a Cara tan lejos, además, no sé qué asuntos pueda tener ella en la semana.

—No tengo ninguno, Edward —dijo la niña mirándolo de manera suplicante— Tan sólo estoy con Marissa y ella algunas veces es un poco aburrida.

Edward abrió los ojos como platos.

— ¡Marissa! ¿Dónde está ella ahora mismo? ¿Por qué no estaba contigo en la clase de ballet? ¿No debería ella cuidarte mientras estás allí?

La niña agitó la cabeza, haciendo que las dos coletas que Bella le había hecho se rebotaran.

—Papá fue a dejarme cuando inicié ballet y le dijo a Marissa que se quedara a preparar la comida… pero creo que ahora es cena, ¿no? No creo comer algo porque mi panza está llena.

Niklaus alzo la mano y Cara la chocó con él, dándose a entender que los dos se encontraban de la misma manera. Bella sonrió al ver esa imagen.

—Olvida a Marissa, ella no me gusta —los ojos de Niklaus estaban clavados en su padre y ahora su mano se encontraba entrelazada con la de Cara—. A Cara le gusta Bella, y a Bella le gusta Cara y a nosotros nos gustan ellas dos —las mujeres se sonrojaron fuertemente al escuchar eso—. ¿No podemos ir los cuatro a Los Ángeles?

Edward miró los tres rostros que tenía frente a él, meditando las cosas. ¿Cómo sería eso? Era un viaje por Niklaus, Edward siempre tenía que acompañar a Niklaus, y donde fuera que vaya Edward iba Niklaus. Bella era la encargada de la pequeñísima carrera que tenía ahora Niklaus. Ellos iban a pasar un buen rato juntos. Y Cara, que parecía bastante encantada con Bella. La niña también le tenía un gran cariño a Edward desde que tenía uso de razón, casi lo trataba como su segundo papá y eso a Edward no le molestaba, al contrario, gracias a ella su hijo tenía un amigo de su edad y que le entendía, con travesuras y todo.

—Tengo que hablarlo con Jasper, Klaus, pero no que diga que no —le sonrió a su hijo y a éste se le iluminaron los ojos sabiendo que ya lo tenía todo en el bolsillo. Si Cara persuadía a su padre, éste le diría que sí.

Cuando estaban a punto de jugar otra ronda de Monopolis sonó el teléfono de Bella, lanzó los dados y avanzó lo que le marcaba, después se alejó de allí para poder contestar. Edward asintió con la cabeza, mirando el reloj. Era bastante tarde ya y los niños debían estarse preparando para ir a la cama, sobre todo Cara, que su pequeña cabeza se encontraba apoyada en el costado de Edward.

— ¿Edward? —le llamó la niña en un murmuro.

— ¿Qué sucede, linda? —su dedo le apartó un rizó de su frente. La colocó en el hueco que tenía en medio de sus piernas gracias a que estaba sentado al estilo indio; la niña recargó su espalda en el pecho de Edward parpadeando.

— ¿Te gusta Bella? Y al mismo tiempo Edward se tensó y Niklaus alzó la cabeza rápidamente con la mirada sobre su padre.

Edward recuperó el color del rostro rápidamente, intentando ignorar la mirada acusadora que su pequeño hijo de seis años le estaba enviando.

— ¿Por qué preguntas eso?

—Porque la miras mucho rato —explicó la dulce voz de la niña—. Bella es muy bonita, y me gusta mucho, a Niklaus también le gusta mucho.

—Sí, a Niklaus le gusta mucho, nena, pero a mí no. Ella es sólo mi amiga.

—Yo no lo creo —renegó Cara frotando sus ojos. Después se inclinó hasta pegar su boca al oído del cobrizo— Yo creo que le gustas a ella también —susurró—, pero ella es tímida para decir esas cosas.

— ¿Cómo sabes que es tímida?

—Soy una chica, ¿recuerdas? Yo sé muchas cosas —dijo de manera satisfactoria y después le lanzó una mirada a Klaus con una sonrisa—. Además, no puedo dejar que Bella me quite a Niklaus.

Edward rodó los ojos y Niklaus sonrió en grande.

—Eso no va a pasar, Cara —le aseguró el pequeño guiñándole un ojo.

Antes de que alguno de los tres pudiera decir otra cosa Bella entró a la habitación, mirando el teléfono un poco desconfiada.

— ¿Qué pasa? —el ceño fruncido de Edward había aumentado al verla—. ¿Hay algo malo?

Bella agitó la cabeza, pensando en la persa que le había llamado hace unos momentos. Genial, adiós a la noche de relajación que ella tenía planeada. Sin embargo ella sabía que no podía mostrar su desacuerdo a esas tres personas que estaban allí, esperando una respuesta de su parte.

—No, todo está bastante bien, es sólo que una amiga vendrá a quedarse por unas noches al departamento y yo no tengo mobiliario para ella —suspiró—. Pero creo que será como cuando hacíamos fuertes o algo así —bromeó con una sonrisa en el rostro, después su sonrisa se desvaneció al ver a Cara dormitando en el regazo de Edward. Entonces se dio cuenta de cuan tarde era para los niños—. ¡Dios mío! Edward, es bastante tarde.

Él arrugó la nariz ante el recordatorio, la verdad era que no se quería mover de allí, sin embargo, Cara y su pequeño hijo ya debían dormir.

—Lo sé, será mejor que me vaya ahora antes de que la tormenta empeore —se puso de pie con Cara en sus brazos, le acomodo sus cabellos y se aseguró de que estuviera cómoda, tanto como se pudiera—. Niklaus, tenemos que irnos.

—Yo no me quiero ir —lloriqueó él, pero aun así se puso de pie, después de haber guardado todo el juego en la caja y de haberlo dejado en su lugar—. Quiero quedarme con Bella.

—La verás mañana.

— ¿Seguro?

—Claro, pronto tendrás tu momento frente a una cámara fotográfica, enano.

— ¡Es verdad! —exclamó sonriendo, se apresuró a darle un abrazo fuerte a Bella y ella le dio un beso en la frente.

—Estarás muy guapo mañana.

El pequeño le guiñó un ojo.

—Yo siempre.

Edward rio por lo bajo al escuchar a su hijo responderle mientras caminaba hacia la salida. Una vez allí, se apresuró a colocarle su abrigo color rosa a Cara mientras ella aún estaba un poco despierta.

—Pero que niño más ególatra —murmuró Bella lo suficientemente fuerte para que la escucharan.

—Dicen que es igual al padre —apuntó Edward colocando una manta con coronas bordadas sobre Cara.

—Oh, bueno, entonces ahora comprendo muy bien porque el pequeño es así —le respondió con una sonrisa mientras le ponía a Niklaus su abrigo y su gorro—. Gracias por ayudarme a pintar una parte de mi apartamento.

—No es nada, Bella, aún falta un poco más, esperamos ayudarte lo más pronto posible —la sonrisa de Edward era sincera.

—Estoy segura de que será así.

Edward terminó de colocarle las mantas a Cara para asegurarse de que no se mojara una vez que salieran del edificio y tuvieran que ir hacia el auto. Por Niklaus no había problema, él ya estaba cargando con la mochila de Cara y con una bolsa llena de bocadillos. Y justo cuando abrió la puerta, se encontró con una mujer bastante minúscula, coqueta, vestida de manera atrevida con un sombrero y a punto de tocar la puerta con el puño a la altura de su frente.

Edward parpadeó sorprendido.

— ¿Alice?

 

 


BUENO ACÁ VA OTRO CAPÍTULO, ESPERO LES HAYA GUSTADO.....

QUERÍA COMENTARLES QUE DANI ESTA MUY FELIZ POR EL APOYO QUE LE ESTAN DANDO A SU HISTORIA, QUIERE AGRADECER TODOS SUS COMENTARIOS Y VOTOS .............

YO TAMBIEN QUIERO AGRADECER A TODAS POR SU APOYO A TODAS Y A TODAS AQUELLAS QUE  EN SILENCIO SIGUEN A BELLA, EDWARD Y NIK...... GRACIAS....

LAS QUIEREN

DANI E INDI

 

Capítulo 6: CAPITULO 6 Capítulo 8: CAPITULO 8

 
14439689 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10757 usuarios