DADDY 23 (+18)

Autor: Indi
Género: Romance
Fecha Creación: 09/11/2013
Fecha Actualización: 09/01/2014
Finalizado: NO
Votos: 15
Comentarios: 40
Visitas: 21175
Capítulos: 12

"Edward Cullen, el jugador de fútbol más exitoso tiene una vida bastante complicada con un revoltoso niño de cinco años. Lo que menos necesita ahora mismo es esa atractiva mujer que llegará a controlar su carrera y probablemente su corazón."

  

Los personajes son propiedad de  S. Meyer

 

Esta historia no me pertenece es de una buena amiga , Daniela Ramirez(DaniiStewart)


La historia también la pueden encontrar en:

http://www.fanfiction.net/s/9283961/1/Daddy-23

 

Espero les guste tanto como a mi.

Indi.

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 8: CAPITULO 8

CAPÍTULO OCHO

 

Antes de que alguien pudiera decir algo, Edward fue removido de su lugar rápidamente por una pequeña pero fuertes manos.

— ¡Tía Alice! —gritó Niklaus bastante entusiasmado al ver a su tía frente a la puerta. Rápidamente la rodeó con sus brazos y la estrechó con toda la fuerza que tenía.

— ¡Niklaus! —Exclamó también ella y lo apretó contra su pequeño cuero dándole rápidos besos en sus cabellos dorados. Por suerte la pequeña Cara ya se había quedado dormida y nada podía despertarle ahora—. ¡Estás enorme! ¿Cuándo fue la última vez que te vi? Eras una pulga. ¡Estás mucho más guapo que antes!

Niklaus tenía una sonrisa enorme en el rostro y sus mejillas estaban completamente sonrojadas gracias a lo emocionado que se encontraba. Los brazos de Alice ya se habían aflojado un poco, lo suficiente como para dejar respirar a su sobrino preferido de nuevo. Después, alzó la mirada hacia los adultos que estaban parados frente a ella expectantes.

— ¿Alice? —repitió Edward y ésta le rodó los ojos.

—Bueno, que pequeño es el mundo, ¿no lo crees? ¿Qué es lo que haces en la casa de mi amiga, eh? ¿Acaso estas iniciando algún romance o algo así? Porque si es de esa manera te digo que con ella debes ir en serio, nada de cosas pasajeras, además ¿ya traes a tu hijo a conocerla? ¿Tan rápido van?

El rostro de Bella estaba como un tomate.

—Alice, Alice —la voz de Edward se apresuró a interrumpirla—. Me parece que no estás muy bien informada. Bella es mi nueva agente y publicista y ahora también de Niklaus —La enana abrió en grande los ojos y le dio un rápido vistazo al niño sonriente aun entre sus brazos—. Por casualidad nos quedamos aquí atrapados por la tormenta, ¿Cómo es que llegaste aquí desde tan lejos con la tormenta?

— ¡No cambias de tema! No importa como llegué aquí… ¡Agente de Niklaus! ¡De mi bebé!

Niklaus arrugó la nariz.

—No soy bebé.

—Como sea —la mano de Alice se agitó, dando el gesto de restar importancia a las cosas haciendo que Niklaus arrugara más su rostro.

Edward seguía mirándola sin comprender lo que Alice hacia allí, en el apartamento de Bella, y porque llevaba una gran maleta con ella. ¿Planeaba quedarse con Bella mucho tiempo? ¿Cuándo tiempo se conocía ella dos? ¿Era un peligro o no que estuvieran juntas?

— ¿Puedes explicarme cómo conoces a Bella y qué mierda estás haciendo aquí?

— ¡Edward! —Bella lo miró con el ceño fruncido al escucharle decir la mala palabra delante de un niño completamente despierto y otra totalmente dormida sobre su hombro. Alice le envió una mirada divertida a Bella.

—Pues, parece que te están tomando la medida —apuntó sin borrar la sonrisa—. En realidad, no es una larga historia pero me gustaría pasar de una vez a la estancia, aún sigo mojada y no quiero enfermarme.

—Alice, en realidad, Edward y los niños ya se iban, es su hora de dormir, puedes hablar con él después, si quieres.

—Nada de eso, yo veo a Niklaus muy bien, no es así, ¿pulga?

Niklaus la fulminó con la mirada.

—No soy ninguna pulga.

—De acuerdo, basta —Edward suspiró, colocando mejor a Cara sobre su hombro. Afuera la lluvia estaba comenzando a ser intensa de nuevo y más le valía darse prisa para poder llegar a casa y poner a los niños a salvo en una cama caliente—. Niklaus, nos vamos, despídete de Alice, la podremos ver unos días después. Bella —se volvió hacia a ella—, gracias una vez más por aceptarnos durante bastante tiempo, nos veremos mañana… si es que deja de llover.

—No creo que siga al día siguiente, sino, te llamaré y te haré saber acerca de los planes y como estará acomodada tu agenda nuevamente. Esperemos que la sesión de Nik se lleve a cabo, ese bronceado probablemente la ayude.

Alice bufó.

—Parece un camarón de esa manera.

Antes de que Niklaus se le fuera encima, Edward lo tomó del hombro, dándole una mirada de advertencia donde sabia Niklaus que su padre estaba actuando enserio.

—Tenemos que irnos. Alice, un placer volver a verte y eso —se inclinó para besarle la mejilla y caminar fuera del apartamento, directo a las escaleras—. Hasta mañana, Bella.

Cuando Edward y los niños desaparecieron bajando las escaleras, seguidos por los ojos de aquellas dos mujeres de diferentes colores pero bastantes expresivos, Alice soltó una exclamación silenciosa en dirección de su amiga.

— ¡Bella! ¡Tienes a mi primo babeando por ti! —dijo bastante emocionada, al punto en el que sus mejillas se tornaron de un color rosa.

Bella le miró atónita.

—No… yo sólo estaba intentado ser buena persona, —ella frunció el ceño y se hizo a un lado, lo suficiente, para que su amiga entrara al apartamento de una buena vez— entra ya, Alice, por favor. Estoy arrepintiéndome de haberte dejado venir a mi apartamento.

— ¡Como te atreves a decir eso! Sabes que me extrañas, hace casi un año que no nos vemos.

—Alice, el único tiempo que nos vimos fue un año, y cuando sólo te decidiste estudiar periodismo por un año en Washington.

Alice rodó los ojos mientras entraba al apartamento arrastrando su enorme y pesada maleta con ella. Su mirada se posó en todos los lugares visibles de la estancia, poniendo ojo crítico. No podía aportar mucho debido a que no había ni un solo mueble más que mantas por todas partes, dejando claro que los niños y ella habían estado jugando en el suelo. Se recordó que su primo, Edward, el que nunca se comprometía y llevaba algo serio con una chica, también estaba allí.

—Como sea…

—Espera, —le interrumpió con los ojos como rendijas— ¿Edward es tu primo?

—Sí, Bella, ¿no escuchaste como me llamó Niklaus cuando me vio? Claro que probablemente has estado atónita por mi llegada, yo lo sé, me veo estupenda, ¿cierto? —sonrió en grande.

—Yo… no lo sabía, Edward nunca lo mencionó —frunció el ceño escuchando las palabras que había dicho—. No claro que no lo mencionó, no tiene por qué hacerlo.

— ¡A ti te gusta Edward!

—A mí no me gusta nadie, Alice, supéralo, creí que me había librado de que intentaras emparejarme con cualquier cosa que tuviera pene.

—Pues eso no pasará más, no tengo idea de cuánto tiempo estaré aquí contigo o cuánto tiempo estaré buscando algún apartamento cerca de aquí.

—O no sabes cuánto tiempo pasarás en Londres… ¿has visitado a tus padres?

Alice bufó y se dejó caer en una silla portátil con gesto despreocupado, deshaciéndose de toda la ropa que sobraba; sombrero, bufanda, botas y guantes. A Alice por supuesto que se le había pasado por la mente pasar a visitar a sus padres, pero ella decía que conforme fuera viajando ya se acercaría a Los Ángeles. Eso funcionaba para ella pero la verdad es que ya llevaba bastante tiempo sin saber nada de ellos, ¿Cómo se encontraba su madre y su padre? ¿Estarían bien de salud y de economía? Edward se lo haría saber si lo veía el día de mañana.

—No, todavía no, ¿pero sabes quién puede dar respuesta sobre ellos?

Bella miró a Alice haciendo una ligera mueca.

— ¿Edward?

— ¡Exacto! Así que cuando lo veas mañana, junto con mi precioso y guapo sobrino, yo también estaré allí. ¡Quiero verlo posar frente a las cámaras profesionalmente! Él es bastante bueno con todo eso, ¿sabías que su madre, cuando tenía cuatro años, le hizo una sesión de fotos para una revista de ropa de niños? Era algo así como Hippie, ella también lo utilizó para promoción de ropa. Tengo algunas fotos por aquí…

—Alice, no creo que…

— ¡Silencio! —exclamó, sacando su teléfono celular. ¡Jesús! Pensó Bella, esas cosas touch se hacían cada vez más grandes con cada nuevo modelo.

— ¿Tienes una carpeta llamada: El camarón? —Bella frunció aún más su ceño al ver el nombre de la carpeta, en ella salía, como primera foto, la cara de Niklaus completamente cubierta de pintura roja y con un traje de camarón exactamente—. No sé cómo llamar a esto.

—Amor de tía, se llama.

—Como sea.

— ¡Mira! Esta es la primera —dijo mostrando una foto donde salía una mujer bastante hermosa y de buen cuerpo, ella estaba enfundada en un vestido color naranja, frente a ella estaba un bebé rubio y de ojos azules—. Para ese entonces Edward y Chelsea seguían juntos, ya sabes por el niño, parecía que realmente se querían y Edward no puso objeción a nada de lo que ella quería hacer con el niño para ese entonces —la voz de Alice era casi un susurro pero Bella no se atrevió a preguntar por qué—. Esta es cuando ya casi comenzaban los conflictos entre ellos. Edward no quería eso, por supuesto, había dicho que su hijo no iba a ser víctima de los fotógrafos profesionales tan pequeño —en la imagen se mostraba la misma mujer con un vestido rojo, en un salón bastante sofisticado, junto a ella estaba un niño casi a medio vestir—. Eso fue para un perfume. Y esta es la última que tuvo. En esta ella no salió porque era una marca de ropa para niños, no muy reconocida, pero sólo lo hizo para tener acceso a una compañía de modelos, el dueño se lo pidió —Y finalmente, en la pantalla apareció un niño de cabellos rubios, bronceado y de unos cuatro años de edad. Bella pensó que Niklaus sería un buen modelo si seguía de esa manera—. Para ese entonces Edward y Chelsea ya no estaban juntos…

— ¿Y cómo fue que ocurrió esto?

—Edward siempre deja que Chelsea lo vea algunas veces, no es como si se lo pudiera evitar, es su madre y Niklaus a veces le busca. Cuando Edward se enteró se puso como loco, ¡se enteró mirando una revista! Elizabeth se la mostró en cuanto la compró. Bastante conflicto en realidad.

Bella le miró con una mueca de desagrado, después bajó la mirada hacia el niño que estaba sonriente otra vez, mirando a un perro saltar de una lado a otro, parecía que estaban en un jardín.

— ¿Cómo es que tú sabes todo esto si nunca estás con ellos?

—Rosalie me lo cuenta todo, ella se entera porque lo presencia, es entretenido. Por cierto, no le digas a Edward que tengo esas fotos de Klaus, se pondrá de enojón, no le gusta nada de eso.

—No le diré nada —aseguró la castaña asintiendo un par de veces—. Niklaus me agrada, es un niño bastante hermoso, ególatra, pero hermoso, de verdad.

Los ojos de Alice brillaron.

—Lo sé, tengo el mejor sobrino de mundo, y es Niklaus —ella hizo un gesto con la mano—. También está Aaron pero no me agrada bastante ¿sabes? Es un poco amargado y si Niklaus es "presumido" Aaron es peor.

Bella hizo una mueca, con la mirada aun en las fotos, después bloqueó el aparato y se lo regresó.

—Pues gracias por mostrarme eso, supongo.

—No hay problema… Tal vez deberíamos acostarnos o algo así, te notas muy cansada, le diré a Edward que no te deje tanto trabajo.

—No es como si él me dijera todo lo que tengo que hacer, es al revés.

—Eso es interesante.

Bella rodó los ojos, poniéndose de pie y caminó en dirección a su habitación.

—Nada va a pasar entre nosotros, Alice, supéralo. .

El cuerpo de Edward se movía de lado a lado levemente encima de la cama. Unas manos muy pequeñas, sonrosadas y frías eran quien lo empujaba, intentando despertarlo. Edward arrugó la nariz cuando finalmente despertó pero sus ojos se mantuvieron cerrados esperando a que su hijo, por algún extraño milagro, entendiera y se largara de allí para que le dejara dormir un poco más. Sin embargo eso no pasaría ni en un millón de años.

— ¿Qué quieres, enano? —murmuró con la boca sobre la almohada dando por hecho de que su hijo le había escuchado.

—Tengo hambre, papi, ¿puedes despertarte?

Al no tener respuesta, el pequeño escaló en la cama y se puso sobre el cuerpo de su padre esperando que de alguna manera, éste finalmente se despertara. Acercó su pequeña y sonrosada boca al oído de su papá.

— ¿papi? Son las nueve, mi panza gruñe y las galletas de Jake saben feas.

El cuerpo de Edward se estremeció por la risa y de inmediato Niklaus se comenzó a mover sobre él.

— ¡Pa! No te voy a dar de mi comida si no despiertas.

—Campeón, tú no sabes cocinar —Edward se dio la vuelta, tomando a su hijo por los hombros y colocándolo sobre su abdomen con cuidado. Algunas veces, sólo algunas veces, la manera en que Edward miraba a su hijo era como si esperaba que con cualquier toque se rompiera. Se le miraba tan frágil con tan sólo un pijama de Mickey mouse color rojo. Se le veía tan vulnerable. ¿Qué es lo que haría Edward sin su pequeño? No se imaginaba aceptando que ese niño de cabellos dorados no estuviera en su vida. A veces Edward sólo quería estrecharlo contra él y decirle que nada le iba a pasar porque tenía a su padre con él.

— ¡Tú tampoco! —Pero yo sí puedo acercarme a la cocina y puedo encender la estufa, no habrá problema si yo me quemo.

—Sí habrá problema si te quemas. Bella probablemente se enoje contigo porque arruinarás tu imagen y no podrás hacer esos comerciales "sexis", como dice mi profesora.

— ¿Tú profesora dice que soy sexi?

—Sí, mucho.

— ¿Cómo se llama tu profesora?

Niklaus entrecerró los ojos.

—No te diré.

Edward bufó.

—Arruinas la diversión, enano.

—No dejaré que te beses con mi profesora.

— ¿Es bonita y sexi? Niklaus pereció pensarse eso por unos momentos y Edward ya tenía una sonrisa llena de diversión. Su humor ahora era buenísimo, le habían despertado bastante pronto, pero con buen humor.

—No, no es bonita y sexi.

— ¿Cómo es?

—No debe interesarte, papá. ¡Dame de comer!

—Dime como es tu profesora y te hago de comer.

—Está gorda, pero tiene cara bonita y sus ojos son bonitos.

— ¿Entonces puedo besarme con ella?

— ¡No! —gritó Niklaus frustrado.

— ¿Por qué no?

— ¡Papá!

— ¿Qué?

— ¡Quiero comer!

Edward bufó al mismo tiempo que rodaba los ojos, de una manera que sólo debería considerarse para un adolescente sin preocupaciones, y después se puso de pie de manera rápida, con su pequeño hijo de seis años sobre su hombro, asegurándose de que no se cayera.

— ¿Qué es lo que quieres de comer, niño travieso?

Niklaus rio pero su risa era amortiguada por la ancha espalda de Edward.

—Quiero comer huevos revuelos con jamón, mucho, mucho, mucho jamón.

— ¿Crees que eso es una comida sana para comer a primera hora? ¿Sabes lo que nos espera esta tarde?

—No.

—Yo tampoco tengo ni idea, tendremos que esperar a que Bella diga algo —Edward suspiró, colocando a su hijo sobre la barra de desayunos y le dio un rápido beso en la frente, causando la sonrisa del niño—. Estaba pensando en algo…

—Oh, oh…

Los ojos de Edward se entrecerraron ante la desconfianza falsa que su hijo le había proporcionado, luchó para contener una sonrisa.

— ¿Qué te parece practicar el futbol de lleno? Quiero decir, que ese sea el único deporte que practiques. Puedes negarte, por supuesto, tan sólo te lo estoy proponiendo, pero está en la edad de comenzar a practicar.

Esa idea le venía rodando a Edward en la cabeza desde que avisaron que tenía que volver a Inglaterra. Pensó en todas las veces que Edward había llevado a su hijo al parque, a un partido de futbol y a esas cosas. De alguna manera, a Chelsea le gustaba el hecho de ser una "mamá guapa, joven y con un pequeño hijo jugador de futbol", así que desde que había aprendido a caminar, Chelsea le había llevado a pequeños entrenamientos. No se sabía exactamente si el talento que tenía el niño era hereditario o por las practicas a temprana edad.

— ¿Y practicar natación los sábados? —aventuró el niño con las mejillas un poco sonrojadas. Claro que quería ser como su papá. Niklaus sabía que su papá había entrenado desde pequeño y él quería hacerlo como él.

— ¿Quieres practicar natación los sábados?

— ¿O piano?

— ¡¿Piano?! —si la incredulidad de Edward tuviera un límite, esta vez ya lo había superado.

—Sí, tú sabes tocar el piano, ¿no? —Alzó la mirada hacia él y le sonrió, marcando sus hoyuelos—. Yo quiero tocarlo también y hacer música, mucha música.

—Bueno, campeón, yo puedo enseñarte a tocar el piano, no tengo ningún problema en hacerlo.

—Sí tienes —interrumpió—. Cuando yo entre al colegio tú no estarás conmigo durante mucho rato, como hace poco, pondrás a una niñera fea a cuidarme.

—No te gusta que me aleje de ti, ¿cierto?

—No, eres mi papá, no te quiero lejos como mamá —murmuró inclinándose hacia a él y enterrando su pequeño y sonrojado rostro en el pecho de su padre—. Quiero pasar más tiempo contigo, papá.

Edward suspiró, sintiendo como su corazón se contraía. Llámenlo marica, pero eso era lo que sentía un padre ante esas palabras. Estrechó a su hijo con sus brazos una vez más.

—Está bien, enano, intentaré pasar más tiempo contigo, ¿sí?

Edward estaba pensándose muy bien lo que estaba casi prometiendo ahora. ¿Qué iba a hacer cuando la temporada comenzara de nuevo así como los viajes express? Edward definitivamente no podía llevarse a Niklaus con él porque interrumpiría sus estudios, algo que no era adecuado para un niño de seis años. Un niño bastante listo. Ya empezaría a buscar niñera antes de que las vacaciones terminaran, no sabía cómo era que Niklaus iba a apañárselas para deshacerse de todas esas.

—Sí —concordó el pequeñín—. Pero ahora quiero comer.

—Ya entendí, ahora sólo me falt…

Edward se vio interrumpido por el fuerte sonido del teléfono resonando por toda la casa. Se dijo que era una casa bastante grande para tan solo ser dos personas y el perro, que aun yacía afuera rascando la puerta corrediza. Habría marcas de pezuñas en poco tiempo que no se verían nada atractivas.

— ¿Quieres contestar? Seguro que es Jasper.

Miró como su hijo saltaba de la barra de desayuno hacia la cocina a una velocidad bastante rápida. Cuando Niklaus llegó al teléfono y presiono la pequeña tecla verde carraspeó su garganta, esperando la voz del tío Jasper.

— ¡Hola! —saludó con una sonrisa.

—Hola, guapetón, buenos días.

— ¡Bella! —La sonrisa se hizo aún más grande junto con un sonrojo en sus regordetas mejillas— ¡Buenos días!

—No parece como que te desperté con el sonido del teléfono.

—No, papá ahora está haciendo comida… —su voz bajó a un susurro—. Pero creo que más tarde me dolerá el estómago, papá nunca es bueno en la cocina.

— ¡Te escuché!

Bella y Niklaus rieron al mismo tiempo al escuchar al mayor gritarlo. Niklaus había presionado el botón de altavoz de nuevo sin darse cuenta.

—Esperemos que no tengas dolor de estómago más tarde, Nik.

—No creo, papá hace huevos con jamón —anunció, sentándose en el frio suelo—. ¿En qué puedo ayudarte?

—Necesito hablar con tu papi para poder decirle los planes de hoy, ¿está escuchando?

—Te escucho, Bella —anunció Edward desde la cocina. Gracias a la falta de personas y de algunos muebles, se escuchaba el eco y cualquier voz podría escucharse por casi toda la planta baja, incluso el teléfono en altavoz.

—Bien. Según el pronóstico del tiempo, alrededor de las seis de la tarde volverá la tormenta o habrá algo parecido —Niklaus miró por la ventana. No había sol como en California, no, estaba todo nublado y parecía que apenas eran las siete de la mañana de invierno en Los Ángeles—. Por lo tanto, he reservado un vuelo a las tres, deberías estar allá a las dos de la tarde. Y el día de mañana podrás estar en Los Ángeles muy pronto en un estudio fotográfico para ver a tu pequeño gigoló ser todo un profesional.

Niklaus sonrió en grande.

—Claro que lo soy.

Edward y Bella rodaron los ojos al mismo tiempo sin que se dieran cuenta. Después de un rato de varias ocurrencias de Niklaus en el teléfono junto a Bella, se escuchó otra voz en la habitación donde Bella se encontraban.

—Edward, dice Alice que necesita encontrarse contigo pronto… —se vio interrumpida por la voz chillona de Alice— ¿Por qué no hablas tú con él? Eso es estúpido, Alice. Seguramente el pequeño Nik quiere hablar contigo ahora y él también. Edward arrugó la nariz; prefería escuchar a Bella que a Alice. Niklaus hizo lo mismo.

—Está bien, Bella —se apresuró a decir el cobrizo sabiendo que ella no ganaría la batalla que tenía con Alice—. Sólo que me diga el lugar y allí estaremos con Niklaus, planeábamos quedarnos a armar aun el enorme castillo que le regalaron a Niklaus en su cumpleaños.

Niklaus lo miró con el ceño fruncido.

—Eso no es cier…

La enorme mano de Edward voló hacia la boca de su hijo para poder cubrírsela y evitar que siguiera diciendo barbaridades. Al otro lado de la línea se escuchó una pequeña risa y un bufido.

—Edward Cullen, será mejor que dejes de hacer cosas para evitar verme y muevas tu trasero a buscar algo de ropa discente para poder ir a almorzar con Niklaus y conmigo. Algo me dice que a ustedes dos les falta saber cómo vestir últimamente.

— ¿Acaso has estado viendo las revistas de chismes, Alice?

—No, pero…

—Entonces no tienes derecho de decir algo, ¿comprendes? Siempre luzco bastante agradable cuando salgo de casa.

Esta vez el bufido fue de parte de Bella y la risa de Niklaus fue amortiguada por la mano de su padre.

—Como sea, te quiero allí en media hora.

— ¿En dónde?

—En Nando's.

Los ojos de Niklaus se le iluminaron.

— ¡Nando's!

Después de sacudir la cabeza una vez más en desaprobación de lo que decía Alice y Bella al otro lado de la línea, Edward se despidió de Bella rápidamente, diciéndole que la vería el día de mañana y colgó.

La tarde con Alice no resultó tan desastrosa como Edward creía que sería. El restaurante estaba lleno y no tenía ni una maldita idea de por qué si estaban entre semana, después miró a varios niños de la edad de Niklaus y recordó que las vacaciones ya llevaban rato. En el restaurante no hubo problema con ningún camarógrafo, por supuesto; ese lugar se había llenado de niñas una vez que una banda británica la colocó como su favorita. Edward fue reconocido más de cinco veces. Después de almorzar, Niklaus, Alice y Edward se dirigieron al centro comercial a cambiar el guardarropa de Alice al estilo "Londres", ella no fue la única, por supuesto, Niklaus terminó con cinco conjuntos más y Edward igual; no era como si no se lo esperara, siempre sucedía eso con Alice y no tenía objeción porque era rara la vez que miraba a su prima en persona.

Cuando el día siguiente llegó, el emocionado ni era ni siquiera Niklaus, era Edward y probablemente no quería reconocer que el motivo de su emoción era que volvería a ver esos hermosos ojos color chocolate y que pasarían algunas horas en el mismo avión y en un reducido espacio junto con sus ocurrencias y risas. No, no quería reconocerlo. .

— ¿Es aquí, papá? —la voz de Niklaus era dos veces más alta de lo normal cuando la enorme camioneta se detuvo al frente de un edificio blanco y bastante elegante con unas letras elegantes también al frente. Niklaus tenía la boca abierta al verla y también su atención estaba en las personas que entraban y salían de allí con rapidez. — ¡¿Es aquí?! —volvió a exclamar.

—Sí, Niklaus, es aquí —respondió Edward de manera tranquila, tomando la camiseta de Niklaus con la mano libre mientras dirigía la camioneta a la plaza de aparcamiento para que el pequeño no saltara por la ventana—. ¿Puedes comportarte un poco, por favor?

Alice bufó en el asiento trasero.

—Gracias, Alice.

Después de eso, Niklaus se mantuvo callado pero saltando cada vez que se le daba la ocasión. Por suerte, nadie de los medios se había enterado de lo que estaba por hacer Niklaus. Edward ya había imaginado a algunos paparazzi fuera del estudio cuando llegaran. Todo estaba en orden y todo estaba despejado.

—Niklaus, parecer una mascota allí asomado —apuntó Alice tan sólo para molestarle.

¿Quién necesitaba otro niño para poder causar pelea con Niklaus si se tenía a Alice? Esa era la pregunta del millón de Edward. Simplemente se dedicó a sacudir la cabeza un par de veces y esperó la respuesta.

—Tú pareces perro allí encerrado sin poder asomar tu cabeza —dijo Niklaus poniéndose de rodillas en el asiento pegando su estómago en el respaldo para poder mirar la parte trasera—. Pero Bella no, sólo tú, Bella es bonita.

La aludida sonrió no sin antes enviarle una mirada de victoria a Alice.

—El guapetón ha hablado.

— ¡De guapetón nada! —Respondió Alice con fingida indignación—. Ya no voy a vestirte yo para esta sesión de fotos.

Edward soltó una carcajada al momento que detenía el auto en un lugar para la camioneta.

— ¿Quién te ha dicho que puedes participar en algo?

Antes de que alguno de los cuatro pudiera aportar otra cosa, se vieron rodeados por siete paparazzi fuera de la camioneta. Edward se recordó que había dicho cosas muy rápido para sí mismo. No debería comenzar a pensar ese tipo de cosas en las próximas ocasiones.

—Oh, oh —musitó Niklaus con la mirada en uno de ellos—. Las pirañas atacan de nuevo.

—Mierda —musitaron los tres adultos al mismo tiempo. —Niklaus, ven aquí, enano, haremos esto rápido —se apresuró a decir Edward, tomando las pertenencias necesarias de Niklaus para salir del auto. Lo tomó con un brazo y lo pegó a su cuerpo apresurándose a salir de allí—. Ya sabes lo que tienes que hacer, nada de gritos, nada de insultos, ninguna palabra a lo que te pregunten, ¿de acuerdo? —Niklaus asintió, mirando la corta barba que a su padre a penas le estaba saliendo como si fura la cosa más interesante del mundo—. Te amo, campeón.

El niño esbozó una enorme sonrisa. —También te amo, papi —se inclinó besó su mejilla sintiendo la barba en sus delicados labios rosas. Cuando se dio cuenta, Niklaus ya estaba dentro del edificio. El recorrido que hicieron los cuatro, —una vez que se les unieron Alice y Bella— fue bastante rápido. Llegaban con el tiempo justo y todo porque a Niklaus se le había ocurrido vaciar su malteada de fresa sobre sus pantalones de diseñador que Alice había conseguido para él. Esos pantalones ya no tenían arreglo.

— ¡Edward y Niklaus Cullen!

Los ojos enormemente azules de Niklaus buscó la afeminada voz de hombre por toda la habitación hasta que vio aparecer a un hombre con pantalones hasta los tobillos, una camisa ajustada que parecía de chica, pero sin embargo, era de las que veía en las tiendas con el nombre del equipo de su padre y su número tras junto con su apellido. Y para ser tan pequeño, le dieron ganas de rodar los ojos.

— ¡Creí que nunca conocería a esta cosa tan hermosa! — exclamó de nuevo, acercándose donde estaban los cuatro, sin embargo, los ojos color azul que él tenía sólo estaba posados en el niño en los brazos de su padre—. ¡Pero mira qué hermoso estás! ¡Y ese bronceado que te cargas! ¡Oh dios mío! Tu perfil es perfecto para ser modelo o actor.

—Y para ser jugador de futbol también —apuntó con voz carismática, haciendo que su padre sonriera orgulloso.

Los ojos del chico de camiseta de niña brillaron.

—Brillante, quiere seguir los pasos del padre.

Edward le dirigió una mirada con una sonrisa, mirando de reojo a su prima y a Bella, que estaban entretenidas mirando el espectáculo que ellos estaban dando.

—Es bueno volver a verte también, Tyler —saludó, haciendo que todos los sentidos de Tyler se pusieran de puntas y las piernas le temblaran.

— ¡Oh, Edward! Dios, estás más guapo de lo que recordaba —se apresuró a decir con las mejillas sonrojadas por la emoción que se cargaba con sólo tener al gran jugador de futbol y bastante guapo Edward Cullen frente a él… ¿o ella?

Alice bufó a su lado.

—Sólo mejoro —respondió el cobrizo con una sonrisa igual de simpática que la de su pequeño.

Tyler Oakley creyó que en ese momento necesitaba algo para sostenerse.

—Hermoso, simplemente hermoso —abarcó a los dos con la mirada—. Ustedes dos son idénticos.

—Son patéticamente guapos —apuntó Alice, tomando asiento en una de las sillas que estaban allí de madera y alta—. Es un placer conocer a uno de los mejores montadores de sesiones fotográficas.

Tyler le ignoró, especialmente porque Niklaus estaba comenzando a jugar con el botón de la camisa que su padre llevaba puesta. Los ojos de Tyler estaban completamente pegados en las pequeñas manitas intentando desabrochar la prenda. Edward sonrió con diversión siguiendo la dirección de su mirada. Bella estaba teniendo una pequeña risa de diversión para sí misma, después, un sonrojo se apoderó de sus mejillas cuando Edward el guiñó un ojo. Edward carraspeó, haciendo que Tyler saliera de su ensoñación.

—Bien, creo que es hora de comenzar con este precioso niño, ¿está bien? —Niklaus estiró los brazos hacia el chico que estaba frente a él con una sonrisa llena de confianza. ¿Quién diría que le agradaría un chico gay después de hacer una mueca ante la mención de la palabra? Tyler se quedó por un momento quieto y después, con bastante gusto se echó al niño de veintiún kilos en sus brazos. Cabe decir que el chico de cabellos morados se balanceó un poco por el peso.

—Niklaus, baja de allí, estás lo suficientemente grande como para caminar.

Niklaus le envió una mirada de enfado a su padre y recostó la cabeza en el hombro de Tyler.

—No hay problema, Edward, puedo con este bebé. Ahora, manos a la obra.

Edward y Bella se dedicaron una mirada significativa al ver como caminaba el pequeño y debilucho Tyler con Niklaus colgando de su costado. Quedaría bajo la responsabilidad de Edward tener que pagar un médico para la columna de aquel individuo. Y Bella sabía de más que Niklaus ese día terminaría insoportable, tanto enfadado como mimado y esta vez, Edward no participaría con eso; bastaba con ver los tratos que los estilistas y montadores le estaban dando.

El cobrizo fue a pararse al lado de Bella sin perder a su hijo con la vista.

—No quiero que el día termine.

— ¿quiero saber por qué? —respondió la castaña con la vista en la misma dirección que él y sonriendo al ver como Niklaus arrugaba la nariz al ver un montón de brillos y color rosa en un carrito.

—Mi hijo me va a matar en la noche con un montón de palabras.

—Tu hijo va a terminar muy mimado esta noche.

—Él ya es bastante mimado —dijo él con una sonrisa en el rostro y alzó la mano para devolverle el saludo a su pequeño, que estaba sentado en una silla alta y estaban comenzando a despojarse de sus zapatos y ropa para probar diferentes vestuarios.

Ellos siguieron riendo al ver como Niklaus se ponía de pie en calzoncillos y apartaba toda la ropa de color rosa fuera de allí, excepto por una bufanda de plumas de ese color y como se lo colocaba alrededor del cuello haciendo una sonrisa para ellos.

Sin embargo, estaban tan ensimismados en sus propios pensamientos y en Niklaus que no se dieron cuenta de lo cerca que estaban y que Alice los estaba mirando con una enorme sonrisa en su pequeño rostro de duende.

Alice tenía un plan.

Las siguientes cuatro horas se trataron de Niklaus, ¿Por qué tantas horas? Porque cada vez que le tomaban una foto a Niklaus, habían grandes admiraciones para ese pequeño niño. Y como ese niño no era nada ególatra… ya se imaginarían el ambiente en el lugar.

Bella terminó por irse bastante temprano debido que tenía que ver algunas cosas en la oficina que tenía allí. Según ella, habían sido llamadas de urgencia sobre la cita que tenía Edward en dos días, después de eso, todos tenían tres semanas libres.

Alice estaba sentada sobre una de las piernas de Edward, admirando como su sobrino era un buen modelo frente a las cámaras. Le hicieron tomarse fotos con otros niños más. Y claro, igual a su padre, era todo sonrisas con las hermosas niñas a sus lados. Cabía decir que el sonrojo que tenían las niñas en las mejillas era por el agradable niño de ojos azules y cabellos dorados.

—Me pregunto qué diría Cara al ver a Niklaus haciendo eso…

Edward soltó una carcajada.

—Cara no es nada celosa, para gozo de Niklaus. Cara deja que él sea todo un rompecorazones porque sabe que ella lo tiene comiendo de su mano.

Alice rodó los ojos.

— ¿Cómo una niña de seis años puede tener comiendo de su mano a un chico y yo no?

—Cara es adorable, y es una niña bastante madura, algo que tu no. Creo que triplicas su edad. Alice entrecerró los ojos al mismo tiempo que le daba un golpe bastante fuerte en la cabeza al cobrizo, causando una sonrisa divertida por parte de éste.

—Te lo digo enserio —siguió él—. Ella ya sabe que quiere ser una doctora y eso es lo único que tiene en mente.

— ¿Una doctora? ¿En serio? Que aburrida es esa niña.

—Al menos ella sabe lo que quiere ser.

—Púdrete —Alice le enseñó la lengua como una niña pequeña.

—Mañana iré a ver a mis padres, se enteraron de que Niklaus anda por aquí y organizarán una comida. ¿Vendrás?

— ¿Lo dices para que pueda ver de una buena vez a mis padres?

Edward le sonrió con inocencia

— ¿Crees que ese plan tenga algo que ver con que les haya dicho que estabas conmigo?

— ¡Edward! ¡Argh!

 

Edward siguió sonriendo mientras veía el enfado en su prima, jamás le había visto de esa manera, pero era algo bastante divertido. Sin embargo, su sonrisa se borró cuando vio la sonrisa maliciosa de Alice en sus labios.

—Iré —asintió—, sólo si Bella también viene.

 

A Edward se le esfumaron los colores del rostro.

— ¿De qué estás hablando?

—Oh vamos, Edward, ¿crees que no me doy cuenta? Tú y ella tienen esa "conexión". Se atraen, se gustan, y déjame decirte que se miran muy bien juntos. Ella tiene lo que tú necesitas y a ella le hace falta un poco de diversión en su vida. Salir con un jugador de futbol es atractivo, pero salir con el jugador de futbol más exitoso y guapo junto con un niño adorable es muchísimo mejor. Necesitas ajustar tus pantalones, Edward. Apuesto a que ya le has dado un beso.

Edward se quedó en silencio. ¿Enserio Alice estaba diciendo esa burrada?

—Pues… no, no le he dado un beso, Alice, ¿por qué estamos hablando de esto?

—Porque tú y Bella se gustan. Y, un punto extra: a Niklaus también le gusta Bella y por lo que tengo entendido, a Niklaus nunca le han gustado una de las putas a las que te follas de vez en cuando. ¿Quieres que te dé más motivos? Bella es una monada de persona con Niklaus, ella prácticamente lo ama. Y tú le gustas, mucho. A Bella no es que le gusten muchos chicos.

—Sí, bueno, te recuerdo que le gusto a la mayoría de la población femenina de América y también me atrevo a decir lo mismo de los hombres —rápidamente le dirigió una mirada a Tyler, que estaba tomando fotografías para Niklaus.

—Hay muchos hombres guapos por los que la mayoría de la población femenina y masculina babean, pero Bella no lo hace por ellos, lo hace por ti. Joder, Edward esto es fácil: si llevas a Bella contigo, yo iré a ver a mis padres y también pasado mañana.

Edward pareció pensárselo durante una eternidad haciendo que Alice se inquietara aún más. Finalmente, el cobrizo suspiró en forma de derrota.

—Le pediré a Bella que vaya conmigo el día de mañana, te lo prometo.

— ¿Prometes ser convincente y hacer que ella acepte sin importar las medidas que utilices?

— ¿A qué mierda te refieres con eso?

— ¿Usaras tus encantos de chulo?

Edward rodó los ojos.

—Lo haré.

—Eso será bastante perfecto.

 

Capítulo 7: CAPITULO 7 Capítulo 9: CAPITULO 9

 
14439850 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10757 usuarios