DADDY 23 (+18)

Autor: Indi
Género: Romance
Fecha Creación: 09/11/2013
Fecha Actualización: 09/01/2014
Finalizado: NO
Votos: 15
Comentarios: 40
Visitas: 21166
Capítulos: 12

"Edward Cullen, el jugador de fútbol más exitoso tiene una vida bastante complicada con un revoltoso niño de cinco años. Lo que menos necesita ahora mismo es esa atractiva mujer que llegará a controlar su carrera y probablemente su corazón."

  

Los personajes son propiedad de  S. Meyer

 

Esta historia no me pertenece es de una buena amiga , Daniela Ramirez(DaniiStewart)


La historia también la pueden encontrar en:

http://www.fanfiction.net/s/9283961/1/Daddy-23

 

Espero les guste tanto como a mi.

Indi.

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Capítulo 4: CAPITULO 4

Chicas, gracias por todos sus comentarios y sus votos, la verdad estoy muy agradecida pero quería recordarles que esta historia "NO ES MIA" pertenece a una gran escritora y amiga .......

Dani (Daniistewart) gracias por darme tu autorizacion para poder publicar tu historia.

Bueno no las aburro más con tanta palabra.....

con ustedes el Capítulo n° 4

 


 

CAPÍTULO CUATRO. .

 

—Y entonces… pie grande comenzó a caminar por todo el bosque… Sus pisadas se escuchaban por todo el lugar y los niños estaban aterrorizados. Y de repente… salió de entre los árboles y… ¡Sé comió a los niños!

Niklaus pegó un salto cuando dijo eso último y se lanzó sobre su padre, cuidando de no derrumbar la casa de campaña improvisada que habían hecho en la enorme sala de estar. Edward soltó una risa cuando sintió el peso de su hijo caer sobre él y lo atrapó, cuidando su cabeza de que no se pegara con algún mueble.

— ¿Así que pie grande se comió a todos los niños? — preguntó Edward, siguiendo el juego a su hijo. Con la espalda apoyada en el suelo lleno de cojines, vistiendo un pantalón de pijama y una camiseta desmangada. Niklaus estaba vestido de la misma manera —. ¿No crees que pie grande coma mucho?

Niklaus sacudió la cabeza y golpeó a su padre en el pecho.

— ¡No se comió a todos! ¡Yo mate a pie, grande! ¿Recuerdas?

— ¡Ow! Es cierto… lo había olvidado — asintió varias veces y dejó descansar al niño sobre su duro abdomen —. Había olvidado que tu vengaste la muerte de ellos.

Niklaus rodó los ojos y Edward lo miró de manera suspicaz, pensando de nuevo en que su hijo lo creía un completo idiota.

—Sí, papá, yo lo hice — rodó los ojos de nuevo y después se recostó sobre las piernas dobladas de su padre detrás de él.

— ¿Entonces fuiste tú el único sobreviviente?

—Sí — asintió rápidamente —. Y después volví aquí porque… ¡Faltan ocho días para mi fiesta!

El niño se puso de pie al decir eso y cuidó en levantar por completo las manos para no deshacer un desastre y destruir la casa improvisada. Edward gruñó muy bajo al escuchar a su hijo decir eso. Él estaba totalmente harto de saber de los preparativos de la fiesta de su pequeño diablo. Rosalie le había pedido que se vistiera también de algún superhéroe, pero por por suerte, Edward argumentó que él no podía dañar su imagen pública vistiéndose ridículamente de esa manera.

— ¿Qué es lo que quieres de regalo? — Preguntó de manera distante, colocando una almohada debajo de su cabeza y mirando con atención a su pequeño —. Espero que quieras algo realmente especial. Puedes tener lo que tú quieras.

— ¿Lo que yo quiera? — Edward asintió — Quiero una lancha — dijo sonriendo —. Donde yo pueda conducir.

Edward se sorprendió por eso un poco, pero no hizo una escena, además, no era como si no pudiera dársela. Edward tenía ya un yate para él y su familia, fácilmente podía conseguir una lancha para su hijo pequeño, pero, definitivamente, no iba a dejar que él la condujera.

—Entonces tendrás eso, podremos conducirla cuando estemos en la playa, ¿Qué te parece al siguiente día de tu fiesta?

Los ojos de Niklaus — que estaban a punto de cerrarse por el sueño —se abrieron de golpe al escuchar la idea de su padre. Sus mejillas se tornaron rojas de la excitación y se lanzó a abrazarlo.

— ¡Sí! Yo quiero eso, papá.

—Eso tendrás, campeón — palmeó su espalda y le dio un beso para después sentarse al estilo indio —. Pero ahora tenemos que ir a dormir, mañana tienes clase y yo tengo que verme con Isabella en el estadio en una junta.

La relación que Edward estaba teniendo con Bella superaba casi lo profesional. Cabe destacar que las ventas de los artículos deportivos de Edward y su línea de ropa interior habían aumentado con los contratos que Bella estaba haciendo. Edward la había subestimado, lo sabía, y ahora le daba a cambio una amistad que nadie de todo el equipo tenia.

Edward tomó a su hijo en brazos y salió de la casa improvisada hecha de sabanas y cojines y listones. Se preparó para subir a su habitación con el niño mirándolo fijamente.

— ¿Quién es Isabella?

Edward rio por lo bajo.

—Isabella es mi nueva agente, ya te lo había dicho, Klaus. ¿Recuerdas que Roch se fue? — Niklaus sonrió — Ahora esta una señorita llamada Isabella, es muy bonita.

Niklaus golpeó a su padre.

—No lo es.

—Sí lo es — asintió —. Y ella es quien maneja la ropa y los comerciales y todo mi trabajo.

— ¿Ella te pone en revistas? — se dejó caer en la cama y se colocó entre las almohadas, esperando por su padre.

—Sí, ella se encarga de ponerme en revistas y comerciales.

— ¡Yo quiero! Papi, quiero conocer a Isabella.

Edward arrugó la nariz. Niklaus llevaba ya tres faltas en ese mes sólo por placer, no podía hacer que faltara de nuevo al colegio sólo por acompañarlo.

—Mañana tienes clase, y mañana es tu primer examen de karate.

—No importa — se encogió de hombros — Yo quiero ir contigo, papá.

Los ojos de Niklaus se agrandaron para mirar fijamente a su padre e hizo sobresalir su labio inferior.

—De acuerdo — aceptó el cobrizo —. Pero es la última vez que faltas al colegio, ¿de acuerdo?

—Te lo prometo papá.

 

 

 Estar en el estadio de nuevo con Niklaus indicaba que Edward pasaría a ser segundo plano. Todos los ojos y comentarios iban dirigidos a ese pequeño niño galán que sólo servía para alimentar aún más su ego.

—Buenos días, pequeño — saludó la encargada de la limpieza.

A Niklaus se le iluminaron los ojos cuando lo saludó y se separó de la mano de su padre para ir y darle un abrazo a la señora de cuarenta años con bastante fuerza. Esa señora era fácil de querer por sus simples actos y Niklaus, sorprendentemente le agradaba.

—Hola, Zoe — saludó con sus ojos brillando — Papá me trajo el día de hoy para conocer a una persona muy bonita.

Edward atinó a rodar los ojos ante la mirada atenta que le estaba enviando Zoe, siempre acompañada de una sonrisa llena de diversión. Claro que ella sabía de quién estaba hablando Niklaus.

— ¿Enserio? ¿Quién es esa persona? — preguntó fingiendo tener mucho interés.

—Se llama, ¡Isabella! — Exclamó Niklaus — Papá dice que es bonita, ¿ya la has visto?

Zoe soltó una carcajada al escuchar al niño y éste sonrió al oírla.

—Claro que la he visto y si — asintió — es muy hermosa. Tu papá sabe quién es bonita y quién no.

—Papá dice que tú también eres bonita — sonrió y un sonrojo se instaló en las mejillas de Zoe.

—Sí, bueno, algunas veces las personas cometen errores.

Esta vez fue el turno d Edward en reír.

—Claro, lo que digas Zoe. Bien, Klaus, es hora de irnos. Isabella me va a cortar la cabeza si le hago esperar más.

Antes de que Zoe pudiera decir otro tipo de cosas que alimentaran la mente de Niklaus con comentarios comprometedores, Edward lo tomo de un brazo y de una pierna, alzándolo por el aire y colocándolo en su espalda para subir por las escaleras y llegar a la oficina de Bella, con la mirada atenta de las personas que estaban alrededor.

Cuando llegaron al pasillo Edward dejó a Niklaus en el suelo.

— ¿Ella es agradable? — preguntó el niño con la mirada sobre su padre.

—Lo es, bastante. Aunque cuando se enoja… nadie puede hacerla contentar muy rápido.

Niklaus mordió su labio inferior.

— ¿Crees que yo pueda hacerlo?

Edward se encogió de hombros.

—Probablemente.

Edward sabia de los encantos que tenía su hijo con todas las personas. Casi no había excepciones en las personas que le agradase Niklaus. Incluso Roch, él decía que no le agradaba Niklaus para nada, pero cuando se encontraban en una misma habitación, Niklaus mandaba y Roch obedecía.

Los nudillos de Edward tocaron tres veces la puerta de color café, esperando que Bella respondiera. Niklaus miró impaciente a su padre, preguntándose porque estaba llamando a la puerta y no simplemente pasaba como lo hacía con las demás personas.

Se escuchaba el murmullo de Bella al otro lado de la habitación, pero sólo el suyo. Al parecer estaba hablando por teléfono. Edward espero hasta que recibió un "adelante" de parte de ella. Edward abrió la puerta dejando entrar primero al niño y después a él, cerrando la puerta a sus espaldas.

—… entonces definitivamente el señor Cullen no puede hacer ese contrato. No, lo lamento, ¿sabe cuánto va a disminuir las cifras? — la voz de Bella sonaba calmadamente firme —. Lo lamento, señorita, declinaré su oferta. Que tenga buen día.

En cuanto Bella se volteó en su silla de cuero y miró a las personas que estaban frente a ella abrió mucho los ojos con la sorpresa palpada en su rostro. Edward la estaba mirando con la maldita sonrisa seductora de siempre y Niklaus la miraba con una sonrisa bastante agradable y que derretiría el maldito corazón de cualquier persona. Bella estaba a punto de morir allí.

— ¿De quién hemos roto el corazón esta vez? — preguntó Edward tomando asiento en una de las sillas que estaba frente al escritorio de Bella con gesto despreocupado, más digno de un adolescente malditamente hermoso que de un padre de familia malditamente hermoso.

Ella no le hizo caso porque seguía mirando al pequeño niño de ojos azules con una gran sonrisa.

—Tú debes ser el pequeño señor Cullen, ¿no es así? — le preguntó de manera simpática y el niño se sonrojó.

"Es muy bonita" pensó Niklaus, "Papá tenía razón"

—No soy pequeño, mira — se apresuró a llegar a su lado, detrás del escritorio y se alzó la manga de su camiseta color azul marino. Coloco el brazo en forma de escuadra y lo apretó mostrando el pequeño pero duro musculo que tenía allí. — ¿Lo ves?

Edward rio por lo bajo al ver a su hijo allí, mostrándole las extrañas partes duras de su cuerpo. Isabella abrió los ojos un poco sorprendida pero con una sonrisa simpática en su rostro, alzó la mirada hacia a Edward y éste sólo se encogió de hombros en forma de excusa.

— ¡Y mira! — siguió Niklaus. Alzó su camiseta con bastante facilidad y contrajo su pequeño abdomen, haciendo que pequeña líneas se marcasen en él.

Bella quedó con la boca abierta. ¿Cómo era posible que un niño de seis años tuviera el abdomen marcado? Ella sólo podía verlo como algún tipo de explotación hacia el pequeño. ¿Acaso Edward también le hacía hacer los mismos ejercicios?

— ¡Que… cosa! — Tartamudeó y Niklaus, pensando en que era un buen asombro sonrió — ¿Cómo es que tienes el abdomen marcado? ¿Acaso tu padre te pone a trabajar igual que él?

Edward frunció el ceño, negando con la cabeza.

—No, claro que no. Él tiene muchos deportes a la semana y los sábados entrena conmigo. Es por los ejercicios que hacen allí. Nada de explotación, mujer.

—No me llames mujer — Bella entrecerró los ojos y Edward sonrió en grande — Borra esa sonrisa de tu rostro. Tu hijo es muy…

— ¿Guapo? — Interrumpió Niklaus — Lo sé.

Bella se volvió a ver asombrada por las palabras de un solo niño. Edward no podía tener una mejor sonrisa arrogante en su rostro. Su hijo era una muestra exacta de él, y Bella estaba consciente de eso ahora mismo. Ella sabía que podía lidiar con uno, pero tener a los dos Cullen delante de ella, o en una misma habitación era algo arriesgado para su salud y hormonas.

Ella tomó un respiro y agitó su cabeza.

—Sí, cariño, eres bastante guapo.

—Y tú una mujer muy bonita — halagó Niklaus. Para placer del niño, Bella se sonrojó. — Papá dijo que eras muy bonita, así que he venido a conocerte. — esta vez fue el turno de Edward hacer una expresión. Taladró a su hijo con la mirada mientras Bella no lo miraba —. Así que aquí estoy, señorita. Me llamo Niklaus Cullen — extendió su mano.

Bella rio por lo bajo, evitando más aun la mirada de Edward y se dedicó a observar al precioso niño que tenía delante de ella.

—Es extraño, ¿sabes? Hace unos minutos estabas mostrándome cuán musculoso estás y ahora estás extendiendo tu mano para que la tome.

El niño la miró confundido.

— ¿Eh?

—Nada, nada — ella se apresuró a agitar su cabeza y estrechó su delgada mano con la del niño — Soy Isabella Swan, pero puedes llamarme Bella.

El niño sonrió.

— ¿Papá te dice Bella? — Edward sonrió en dirección a ambos y fue Edward quien respondió a la pregunta de su hijo.

—Yo la llamo Bella, pero ella no me dijo que lo hiciera.

Bella rodó los ojos, claramente de acuerdo con lo que el mayor estaba diciendo. No era como si ellos dos estuvieran planeando matarla con tanta inocencia/no inocencia, rostros hermosos y cuerpos perfectos… ¿o sí?

—Nik, tu padre normalmente hace muchas cosas que pido que no haga — explicó Bella —. Pero tú, hermoso niño de ojos azules, no debes ser como tu padre, ¿entiendes?

— ¿No debo ser futbolista?

—Sí, si quieres serlo entonces puedes hacerlo. A lo que me refiero es que no seas… — Bella suspiró —. Sólo olvídalo.

Edward no sabía cómo era posible, pero su hijo no hizo más preguntas al respecto como lo hubiera hecho con alguna otra persona. Estaba sospechando que a su hijo le gustara Bella por la forma en la que se ponía a juguetear con la delgada pulsera que ella tenía en la muñeca. Si era así, Edward correría a decirle a Cara y Niklaus olvidaría su fijación hacia a Bella.

—Klaus, ¿Por qué no vas a jugar abajo? Isabella y yo necesitamos hablar sobre asuntos de mi trabajo. 

Niklaus miró a su padre receloso, sin embargo, con un suspiro bastante dramático soltó la muñeca de Bella y se dirigió a la salida.

—Esta vez usaré toda la cancha.

—No puedes usar toda la cancha — alegó Edward —. Es muy grande, Klaus.

—Bella, ¿verdad que puedo usar toda la cancha yo solo?

Dos pares de ojos se voltearon a verla, verde esmeralda y azul cielo. Esos dos pares de ojos estaban enmarcados por largas pestañas y la estaban mirando con mucha intensidad

—No creo que sea conveniente, Nik — dijo Bella, apoyando la decisión de su padre —. Si utilizas la mitad de la cancha podrás tener más goles, ¿no quieres eso?

Niklaus, meditando las cosas, se paró un momento con la mirada sobre ella y sobre su padre. Después de decidir que no quería quedar mal con Bella asintió, de acuerdo con ella.

—Sí, tienes razón.

Y después desapareció, cerrando la puerta detrás de él.

Una vez que Edward y Bella quedaron solos en la habitación Bella soltó todo el aire que estaba conteniendo, causando la risa de Edward al otro lado del escritorio.

—Parece que le gustas a mi hijo — anunció Edward, con una pequeña sonrisa en el rostro, algo que hizo sonrojar levemente a Bella, lo que realmente disminuyó, sabiendo que ese tipo de demostraciones no se hacían frente a él.

—Tienes un hijo bastante simpático.

—Eso me han dicho — se encogió de hombros y le sonrió de nuevo.

Bella estaba teniendo serios problemas con las sonrisas de Edward últimamente y lo peor de todo es que él era inconsciente de que lo estaba haciendo. Ella sabía que trabajar con Edward Cullen no sería fácil, pensando profesionalmente en su carrera, pero nunca se imaginó que ese sería el trabajo más sencillo. Lo que ella creía que sería difícil, lo tenía más que fácil y lo que ella creía que no debía importarle —la apariencia de Edward— era lo que más le hacía desconcentrarse.

Así que moralmente Bella evitaba hablar con Edward en persona y todo lo hacía por vía telefónica. O casi todo. Edward tan sólo quería una pobre excusa para acercarse a la oficina de Bella en el estadio.

—Bien, ¿para que soy bueno?

Bella asintió, sabiendo que debía comenzar con el verdadero trabajo.

—Quieren que te remuevas a Inglaterra de nuevo. Lo único que tendrías que cambiar seria tu horario en lo que respecta al trabajo.

Edward casi había perdido la cabeza al escuchar eso.

Él y el equipo tenían un acuerdo. Edward iría a todos los partidos que ellos tuvieran, sin excepciones, si le dejaban estar en Los Angeles. Él no quería separar a su hijo de su familia, ni siquiera sabía con quién dejaría al niño las veces en que Edward no pudiera llevarlo ahora que estaba más grande y necesitaba a alguien con quien entretenerse. Edward necesitaba realmente apoyo con eso y su madre y Esme le ayudaban con eso de vez en cuando. Cuando en realidad sí necesitaba esa ayuda.

—Pero tenemos un acuerdo, Bella. No puedo irme simplemente así, como si nada — le habló casi de manera desesperada.

Bella lo estaba mirando casi como si lograra comprender lo que estaba diciendo. En realidad, todo el equipo de Edward, — el equipo personal — se trasladaría con él a Inglaterra, incluyéndola, principalmente a ella.

—Sé que es un acuerdo, Edward, pero tu contrato con el Manchester estará acabado si no haces lo que te están pidiendo, ¿entiendes? Sé que es un cambio para ti y para Niklaus, sobre todo para él. Intenté que entrara en razón pero no ha sido posible. — ella se encogió de hombros inconscientemente en un gesto de debilidad —. Lo lamento.

Edward sabía que estaba a punto de gritarle a Bella acerca de cómo hacer su trabajo, cuáles serían las medidas adecuadas para que su trabajo siguiera en pie y tal como lo llevaba a cabo ahora. También quería decirle que su trabajo no era el mismo que Roch y que Roch era mucho mejor.

Pero él no podía hacer eso. No podía porque en primer lugar, Bella era una excelente trabajadora y muchos lo reconocían, y en segundo lugar… no era culpa de ella que las personas encargadas fueran lo suficiente desgraciados como para aprovecharse de que ella fuera nueva y le desafiaran a que casi perdiera su trabajo y el de él.

Edward tomó una gran respiración y un momento de silencio tan sólo para calmarse. No podía ponerse a gritar como un loco cuando Isabella no tenía la culpa de lo que le estaba pasando así que debía controlarse. De alguna manera tenía que sacar aquel enojo que tenía.

Él estaba dando resultados, de eso no había ninguna duda, y de hecho, era un buen tiempo para el equipo de futbol. No podían simplemente darle en cara cualquier tipo de excusa tonta.

Odiaba Inglaterra por su clima. Odiaba casi nunca tener los rayos de sol como lo estaban en Los Angeles; pero a Klaus parecía gustarle eso. El único motivo por el que a Edward se le estaban complicando las cosas era por su pequeño, su cambio de amigos tan drástico, cambio de escuela y cambio de actividades.

Suspiró y se limitó a asentir un par de veces con sus ojos poderosamente verdes sobre Isabella.

—Está bien, no es tu culpa. De hecho, ellos se estaban tardando en decirme algo como eso sólo para joder — imitó su gesto y se encogió de hombros —. ¿Cuál es el día límite?

—Antes de tu próximo partido ya debes estar allá — dijo después de carraspear —. Organizaré todo para cuando me digas que debemos irnos, no tienes que preocuparte, ya tengo un equipo de trabajo allá.

Edward frotó su rostro con sus manos un par de veces, negando para sí mismo.

—Mi próximo partido es en una semana, un día antes de la fiesta de cumpleaños de Niklaus. Esto es una mierda — murmuró.

Bella se lo quedó mirando sin saber muy bien que era lo que tenía que decirle ahora. Entendía que debía hacer lo que le decía su trabajo pero no sabía qué hacer con los problemas personales de Edward a la hora de cumplir con ello.

—Bien, creo que comenzaré a buscar una escuela para Niklaus y mirar unas casas… — arrugó la nariz ante esa idea — No tengo ni la menor idea de cómo hacer toda esa mierda. Al menos, el expediente de las niñeras en Inglaterra está limpio, Niklaus tendrá a muchas inglesas para asustar allá.

Bella sonrió ligeramente al escuchar eso ultimo y miró en dirección hacia la puerta donde había salido Niklaus.

—Nuevos retos para Niklaus, aunque no creo que sea difícil para él —. Edward le dedicó una sonrisa —. Y si quieres, puedo buscar una escuela para Niklaus que quede cerca de una casa a la que también puedo buscar, no es como si nunca hubiera hecho eso antes.

—Te lo agradecería mucho, pero creo que debo encargarme de eso yo mismo antes de que mi madre y mi hermana comiencen con tanto ajetreo de fiesta.

Bella lo miró negativamente.

—Así que supongo que te harás cargo del entrenamiento todos los días durante esta semana para estar listo en el partido; también te encargarás de Niklaus; vas a buscar una casa y una escuela por vía internet y te vas a encargar de muchas cosas más tú solo.

Él sonrió de manera encantadora.

—No me crees capaz de eso, ¿cierto?

—No, la verdad es que no — contestó ella —. Así que será mejor que vayas a disfrutar de lo que queda de tu día libre con ese pequeño diablillo.

Edward la miró con cierta diversión.

— ¿Me estás echando de tu oficina?

— ¿Es tan obvio? — ella bufó —. Anda, no creo que a él le guste jugar solo, ¿o sí?

Se puso de pie al mismo tiempo que Edward y caminaron hasta la salida para después ir por el pasillo y salir al campo en una charla acerca de cómo se "echa" a la gente cordialmente de las habitaciones y con una invitación que no hace sentir a las personas mal.

Cuando llegaron al final del túnel del estadio, observaron como Niklaus estaba corriendo detrás de una pelota y huyendo a la vez del entrenador. El niño estaba riendo abiertamente mientras a aquel hombre casi le falta el aire.

Como si lo hubieran llamado, Niklaus volteó la mirada hacia Edward y Bella después de haber pateado la pelota al otro lado de la cancha, haciendo correr aún más al entrenador. Él sonrió a su padre y a Bella y corrió hacia a ellos. El sudor se extendía por toda su cabeza y su rostro estaba oscurecido por el sudor también. Estaba parpadeado cuando llegó con ellos a causa del sudor. Su cabello se le pegaba a la frente y su respiración era muy agitada, tanto, que Bella creyó que eso era anormal.

—Hola Bella — saludó — ¿quieres venir a jugar conmigo? Es divertido y voy ganando, John sólo ha metido dos goles.

— ¿Y cuantos llevas tú? — preguntó ella con simpatía.

— ¡Cinco! Me falta uno, ¿sabes? Para que sea el mismo número que mis años cuando sea mi fiesta — comenzó a saltar con bastante energía y siguió mirándola, sin poner su atención en su padre — ¿Quieres venir a mi fiesta, Bella? Estas invitada.

Edward suspiró al escuchar a su hijo hablar sobre eso. No quería arruinar el cumpleaños de su hijo con su actitud en ningún momento.

—Papi, Bella puede venir, ¿cierto? — el niño miró a su padre con los ojos muy abiertos y suplicantes.

—Claro que sí, enano, Bella está invitada a ver a Iron Man — le sonrió su padre.

Bella, al darse cuenta que Edward seguía estando con esa actitud por la noticia que le dio, se dedicó a entablar una conversación con el niño.

— ¿Vas a estar disfrazado de Iron Man? — preguntó Bella con sorpresa y el niño la miró con entusiasmo.

—¡Sí! ¡Es mi superhéroe favorito!

—A mí también me gusta Iron Man, pero creo que prefiero al nuevo Superman.

Edward resopló a su lado al escucharla y recordar al hombre tan deliciosamente bueno de la película. Probablemente, lo único bueno que tenía la nueva película de Superman, era él, y sólo bueno físicamente.

Niklaus le echó un rápido vistazo a su padre.

—Papá dice que él es mejor que Superman.

Bella rio a escuchar el niño y Edward volvió a resoplar.

—Es sólo que Superman no sabe jugar futbol tan bien como él. Por eso lo dice, pero Superman es muy, muy guapo.

— ¿Cómo yo? — el niño pegó otro salto con las manos entrelazadas.

—No, no, tú eres más guapo que él.

—Bella, lo único que causarás con eso es que su ego se haga más grande que el mío — dijo Edward con una expresión divertida en el rostro.

—No creo que este niño tenga más alta su autoestima — Bella miró al niño, que se estaba hurgando la nariz de manera muy entretenida.

Edward miró a su hijo con una mueca.

—Creo que hay una competencia entre él y yo sobre ese tema — accedió Edward y le sonrió a Bella de manera simpatía. Ella rodó los ojos.

—De acuerdo, señor autoestima le sugiero que…

— ¡Ya está! — gritó Niklaus. Tenía su brazo extendido con su dedo índice alzado — Ya no tengo moco en la nariz — canturreó y comenzó a dar vueltas con el brazo alzado.

Edward miró a su hijo sacudiendo la cabeza y Bella, con una mueca se acercó hasta él, le tomó la muñeca con suavidad, haciéndolo parar y con un pañuelo le quitó el modo del dedo.

—Eso es desagradable, Niklaus — ella arrugó la nariz y fue a tirarlo al bote de basura.

—Pero el moco me molestaba — se defendió el niño y después se cruzó de brazos —. Tú también lo haces.

Bella le sonrió ligeramente e ignoró a Edward, que la estaba mirando con burla.

—Sí, lo hago, pero en mi casa y con un pañuelo en la mano.

—No, probablemente lo hagas en la oficina mientras nadie te ve — ofreció Edward su opinión con una sonrisa y Bella le lanzó una mirada asesina.

—Creo que será mejor que cierres la boca.

Niklaus soltó una carcajada.

—Papá, vamos al cine, ¿sí? — se lanzó contra él y le abrazó la cintura.

Edward se encogió de hombros.

—Seguro, no creo que tenga algo pendiente que deba hacer, ¿o sí, Bella? ¿Hay algo importante que deba hacer ahora?

Ella lo miró fijamente. Sabía que no debía decirle "tienes que buscar una casa y ponerte a pensar que vas a hacer con él". Ella sería la que se pondría a buscar una casa y una escuela para él. Así que simplemente le dedicó una brillante sonrisa.

—Estás libre, así que puedes ir con tu hijo.

—Gracias jefa — contestó Edward sin dejar de sonreír mientras tomaba a su hijo en brazos.

—Vamos, Bella. Yo te puedo dar de mis palomitas si quieres, y podemos compartir refresco — sugirió el niño.

Edward lo miró con el ceño fruncido.

—Tú nunca das palomitas.

— ¡Pero ella es Bella! — dijo como si fuera lo más obvio del mundo y Bella se sonrojó.

—Creo que le gustas a mi hijo… — la voz de Edward dejaba claro que no estaba muy contento con ello.

 

 


 

Muchas Gracias y nos leemos pronto.....

INDI

Capítulo 3: CAPITULO 3 Capítulo 5: CAPITULO 5

 
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