DADDY 23 (+18)

Autor: Indi
Género: Romance
Fecha Creación: 09/11/2013
Fecha Actualización: 09/01/2014
Finalizado: NO
Votos: 15
Comentarios: 40
Visitas: 21174
Capítulos: 12

"Edward Cullen, el jugador de fútbol más exitoso tiene una vida bastante complicada con un revoltoso niño de cinco años. Lo que menos necesita ahora mismo es esa atractiva mujer que llegará a controlar su carrera y probablemente su corazón."

  

Los personajes son propiedad de  S. Meyer

 

Esta historia no me pertenece es de una buena amiga , Daniela Ramirez(DaniiStewart)


La historia también la pueden encontrar en:

http://www.fanfiction.net/s/9283961/1/Daddy-23

 

Espero les guste tanto como a mi.

Indi.

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Capítulo 9: CAPITULO 9

 

CAPÍTULO NUEVE .

 

—Y entonces… ¿Qué dices?

La nuca de Edward estaba roja e irritada; su mano pasaba varias veces allí, frotándose la piel en señal de nerviosismo. Edward Cullen estaba nervioso y eso no era bastante normal, sin embargo, se encontró sabiendo que le estaban pasando cosas que no eran normales en él, sino que eran absurdas, y así como sabía que eso pasaba, también sabía su causa: Isabella Swan.

¿Cuándo se había puesto tan idiota por una chica? No quería compararla pero… ni siquiera con Chelsea le pasó eso. Y todo esto le estaba dando miedo.

Sus ojos color esmeralda recorrieron el pequeño rostro de su hijo, ese niño que lo estaba mirando con los ojos entrecerrados, brazos cruzados y con una posición rígida. ¿Enserio ese era Niklaus? ¿el que nunca se quedaba quieto?

—Niklaus, por favor, si no lo apruebas entonces está bien, no voy a preguntar nada —dijo Edward de nuevo con la voz desesperada.

— ¿Te gusta Bella? —Respondió el niño con la voz un poco contenida, sin embargo, Edward podía ver un brillo de felicidad en los ojos de su pequeño diablo—. Porque a mi ella me gusta mucho.

Edward suspiró resignado.

—Sí, Bella me gusta mucho.

— ¿Y ya la besaste? —los ojos de Niklaus no podían estar más hechos rendijas porque si no, entonces sus ojos se cerrarían.

—No, no le he besado, ¿por qué todo el mundo pregunta eso?

—Tú besas a muchas chicas guapas, papá.

—Sí, pero ahora sólo quiero besar a Bella, y para que eso pase necesito que contestes la pregunta que te hice hace unos momentos.

— ¿Qué pregunta?

Edward gruñó.

—Joder, Niklaus, ¿enserio?

El pequeño niño se tiró a reír hasta caer de espaldas en la cama.

—Sí, papá, puedes preguntarle a Bella si viene con nosotros mañana —se puso de pie rápidamente y comenzó a saltar en la cama con sus mejillas rebotando con cada salto—. ¡Yo le llamaré! —Y antes de que Edward pudiera moverse, el niño ya tenía el teléfono celular en sus manos—. Número, por favor, señor.

Edward comenzó a citar el número de teléfono de Bella con una mueca divertida de su hijo sobre él al saber que su padre sabía de memoria el número telefónico de Bella. Finalmente tomo asiento junto al pequeño y lo observó escuchando los pitidos de llamada. Niklaus tenía una uña en su boca, la cual se dedicaba a morder en señal de nerviosismo. ¿Qué tenía Isabella Swan para poner nerviosa a estos dos hombres? El misterio más grande del mundo.

— ¿Hola?

Edward contuvo la respiración al escuchar la suave voz al otro lado de la línea. Parecía un chiquillo de secundaria pidiendo una cita. Era más su nerviosismo de que Bella dijera que sí a poder preguntarle. Edward podría persuadirla, por supuesto, podría decirle muchas cosas que le hicieran sonrojar, y ella aceptaría quisiera o no… eso estaba de más a la hora de llevar a Bella con su madre. Dios la libre de una mirada asesina por parte de Elizabeth Cullen.

Niklaus esperó a que su padre dijera algo y al verle perdido en sus pensamientos rodó los ojos, tomando el teléfono sólo para él.

—Hola Bella, habla el niño más guapo y profesional del mundo.

Bella sonrió con ganas al otro lado de la línea.

—Es un honor hablar contigo muchas veces el día de hoy, Niklaus.

—Lo sé, no suelo estar disponible mucho rato —dijo el niño con una sonrisa también. Edward, que ya había reaccionado, rodó los ojos. Se escuchó la risa de Bella también.

— ¿Cómo es que pudiste marcar tu solo mi número telefónico?

—Mi papá me lo dijo —respondió rápidamente—, ¿sabías que él lo tiene muy bien guardado en su memoria? Parece que le gustas.

— ¡Niklaus! —Edward se apresuró a sacarle el pequeño aparato de las manos a Niklaus con la misma rapidez que el balón volaba cuando Edward lo golpeaba con fuerza.

Niklaus sonreía en grande aun recargado en la cabecera de la cama.

—Papá, la verdad es buena.

—Ojala dijeras eso cuando realizas una travesura —murmuró el cobrizo aun con el teléfono es su mano. Suspiró y apretó los puños—. Hola, Bella, lamento sucedido ¿Cómo estás?

—…

— ¿Bella? ¿Estás ahí? —el ceño de Edward estaba fruncido ahora, y al parecer no era el único que estaba preocupado porque Niklaus rápidamente se puso de pie, pensando en las posibilidades que tenía Bella de ser atacada por alienígenas en bikini, porque claro, estaban en California y allí todo el mundo andaba en bikini—. ¿Bella?

Niklaus miró a su papá con pánico.

— ¿y si le ha sucedido algo…? —No, no —interrumpió la voz ronca pero femenina al otro lado de la línea—. No ha pasado nada, chicos, como que he tenido una pequeñísima siesta.

Edward sonrió con arrogancia.

— ¿Estás mejor?

—Por supuesto, ¿puedo saber el motivo de su llamada?

Por supuesto que Edward no se imaginaba el enorme sonrojo que cubría fuertemente las mejillas de Bella. Aquella noticia que le dio Niklaus hacia unos segundos le había dejado estupefacta por unos instantes.

—Mamá va a dar una comida el día de mañana y allí estarán los padres de Alice y no se han visto desde hace mucho tiempo y Alice quiere ir pero…

Un bufido lleno de frustración interrumpió a Edward. El pequeño niño de ojos azules le miró con los ojos entrecerrados.

—Lo que mi papá quiere decir es: ¿Nos acompañarías a la comida mañana? ¿Por favor?

Y aun así, por vía telefónica, Niklaus se portaba bastante convincente cuando se trataba de Bella.

Otra vez, la línea quedó en silencio.

— ¿Bella? ¿Sigues allí? —Los ojos azules se dirigieron a su padre—. ¿Crees que tomó otra siesta corta? Tal vez debería dormir un poco más por las noches…

—Yo… amm… Niklaus, cariño, ¿puedo hablar con tu papá un momento, por favor?

—Seguro, habla.

—No, mi amor, sólo él y yo.

—Oh… —el pequeño colocó su labio inferior entre sus dientes y le dio el teléfono a su padre rápidamente, y de la misma manera se alejó corriendo de él, desapareciendo por la puerta.

Edward carraspeó un poco cuando tomó el teléfono y se lo colocó en la oreja, pensando en las palabras que Bella podría decirle al tener semejante pregunta por parte del niño.

—Bella —comenzó Edward con un tono inseguro. ¿Desde cuándo Edward Cullen era inseguro? — Te juro que no pretendía que Niklaus lo soltara así.

— ¿Es qué estabas pensando? Era mejor como Niklaus lo ha hecho, en realidad, así se deja de tanto rollos como planeabas hacerlo tú. Estoy segura de que tal vez es por tu físico que las chicas con las que has salido te dicen que sí y no por la manera de convencerlas, porque déjame decirte que eres un poquito tonto.

Bella tenía carácter, bastante, más que Edward, y Bella era un 20% más inmune a los encantos de Edward que cualquier otra persona, salvo por su propio hijo. Y eso era casi toda la razón por la cual se sentía muy atraído hacia a ella.

— ¿Acabas de llamarme tonto? —la sonrisa en el rostro de Edward no podía ser más divertida esta vez. De acuerdo, Edward tal vez no podía convencer con algunas palabras pero si podría cambiar de tema bastante rápido y hacer sonrojar a la chicas con sólo un tono de voz. Además, podía convencer a las chicas también por teléfono con una retorcida conversación.

— ¡No cambies de tema!

— ¿Enserio me has llamado tonto?

—Edward…

—No, de verdad —interrumpió él—. Es la primera vez que alguien me llama tonto después de haberle invitado a salir.

—No entiendo por qué es la primera vez, haciendo esto eres patético —pudo distinguir la sonrisa en el rostro de Bella mientras hablaba—. Y no es una "salida" es una comida en casa de tu madre, ¿Por qué mierda debería ir?

—Ese lenguaje, Bella…

— ¡A la mierda el lenguaje! Quiero explicaciones, además, sé que Niklaus se molestó porque te preferí a ti antes que a él para hablar y ahora está lejos de allí.

Ella tenía un punto, se recordó Edward.

—Espero tu respuesta de manera paciente, no te preocupes.

— ¿Puedes esperar hasta mañana después de acompañarme?

—Creo que voy a golpearte.

Edward rio por lo bajo al escuchar eso y se recargó en la cabecera de la cama.

—Alice está planeando algo entre nosotros —soltó Edward de manera sincera. ¿De qué le servía mentirle si se enteraría igual? Además, no quería a una Bella enojada—. Y ella quiere ir también pero no quiere ir sola y creo que te quiere a ti de acompañante.

Se escuchó un suspiro frustrado al otro lado de la línea.

—No le daré muchas vueltas a esto, Edward. Esto va contra mis propias reglas —dijo con voz contenida—. Así que… ¿a qué hora pasas por mí?

La sonrisa de Edward en esos momentos no podía ser más grande.

—Paso por ti a las tres, nena.

—Ah, no, no, no. Nada de "nenas" conmigo —dijo ella con una enorme sonrisa también—. Me llamo Bella, y así me llamarás siempre, nada de apodos tontos por aquí.

La carcajada de Edward se hizo escuchar por toda la habitación.

 

—De acuerdo, intentaré algunas otras frases contigo, nada te impresiona.

—Soy anti-Edwards.

—Yo no creo que eso sea verdad —contestó con una enorme sonrisa en el rostro—. Sigue intentándolo.

—Tienes mucha confianza, ya va siendo hora de que eso termine. Creo poder hacerlo.

—Primero tienes que acompañarme a mí y a mi reencarnación a la comida de mañana, entonces, podrás hacer todo lo que te propones.

Bella bufó con ganas.

—Nunca aceptas un "no" por respuesta, ¿cierto?

—Cierto.

—Yo seré la primera vez.

—Pero ya has aceptado, y Niklaus sabrá de esto si tú no asistes mañana en la tarde. Además, tu amiga necesita apoyo moral.

—Al diablo con Alice —gruñó Bella con su puño ligeramente apretado—. Por su culpa estoy teniendo esta conversación contigo cuando tengo cosas que hacer.

— ¿Cómo qué?

—Eres muy entrometido, ¿lo sabías? —dijo con una pequeña sonrisa en sus sonrosados labios.

—Ya me lo habían dicho.

—Olvídalo, ¿puedo hablar con Niklaus antes de que cuelgue? Ya me has metido en un aprieto, necesito ir a buscar algo que ponerme mañana temprano y por suerte, aquí no llueve como en Londres. Tal vez a Alice le guste eso.

Edward se mordió el labio con gesto nervioso. Nunca le había escuchado decir a Bella ese tipo de cosas, informarle demasiado sobre su vida privada o sus gustos o que se ponía nerviosa al no saber que vestir para tener una salida con él. Ciertamente eso le agradaba.

—Alice me está dando muchos problemas —anunció él con su ceño ligeramente fruncido; sus pobladas cejas casi se tocaban de lo extraño que se sentía—. Ha peleado bastante con Niklaus.

—Alice es Alice —dijo la castaña con un tono de voz que decir que era de lo más obvio lo que ella decía—. Ahora, por favor, comunícame con ese pequeño guapetón, necesito disculparme con él. .

El lujoso auto color plateado se detuvo frente a un edificio bastante sencillo. ¿Cómo es que ese BMW estaba estacionado frente a ese edificio humilde? Ese tipo de preguntas estaban en la boca de todos los residentes del lugar.

Bella comenzó a escuchar pasos apresurados en el pasillo, algo que sólo sucedía cuando había algún cotilleo en el lugar. Miró una vez más el reloj que tenía en la pared y sonrió comprendiendo el motivo del escándalo. Sólo le bastó una mirada por la ventana del estacionamiento para ver el motivo de su nerviosismo también. Se echó otra mirada en el espejo para comprobar su imagen: un pequeño short de color negro y una blusa larga con mangas hasta las muñecas de rayas blancas y azules. Su manera de vestir era bastante fresca y el tipo de clima que había en California en esos momentos le encantaban, tenía mayor libertad de vestir como le gustaba.

Su teléfono celular sonó interrumpiendo su momento de admiración y se apresuró a contestar.

— ¿Hola?

—Hola, Bella, habla Niklaus —la voz infantil del niño se escuchaba bastante alegre en el teléfono lo que le hizo sonreír—. Mi papá y yo queremos saber el número de apartamento para poder ir por ti y portarnos como buenos caballeros que somos. A él se le olvidó ese pequeño detalle el día de ayer.

—Oh, cariño, no es necesario, bajaré en unos segundos.

— ¿Estás segura?

El sonido de la puerta dela apartamento de Bella se escuchó por el pequeño aparato telefónico que Niklaus tenía contra su oreja y después se encogió de hombros, regresándoselo a su padre.

—Ya viene.

Todas las miradas estaban sobre Bella una vez que ella salió del edificio con su cabello color chocolate alzándose al viento de la tarde de California. Eso parecía un mandito paraíso, pensó Edward. La chica les sonrió a Niklaus y a Edward, que la estaban mirando bastante embobados para tan sólo tener unos siete segundos de duración. Cuando Bella entró al auto, le sudaban las manos, ella estaba nerviosa, bastante.

—Uff —suspiró con la mirada al frente.

— ¡Bella!

De pronto se vio rodeada por unos delgados brazos con vellos rubios. En la parte trasera yacía Niklaus sonriendo en grande al ver a Bella entrar en el auto. Su sonrisa estuvo bastante tiempo para ser un pequeñín que podría tener otro tipo de interés que darle la bienvenida a Bella.

—Hola, Niklaus —saludó ella, estirándose para poder darle un beso en la mejilla al niño. Miró a Edward con una sonrisa también—. Hola, Cullen.

Fue turno de Edward sonreír de manera arrebatadora, haciendo que las mejillas de Bella se tiñeran de un rojo profundo. Edward estaba vistiendo un suéter de color gris bastante ligero, acompañado de una bermuda color blanco. Bastante informal, al igual que ella, por suerte.

—Buenas tardes, señorita Swan —saludó con un asentimiento sin borrar la sonrisa. En un segundo, el auto estaba en marcha de nuevo saliendo del estacionamiento—. ¿Qué tal estuvo tu día de compras? Te ves muy hermosa, por cierto.

El sonrojo se intensificó.

—Gracias, y bien… las plazas están bastantes llenas gracias a que es verano. Sobre todo las de trajes de baño.

— ¿compraste un traje de baño, Bella? —Niklaus se hizo escuchar aun de pie y con los codos recargados en los hombros de cada sillón—. Yo tengo un traje de baño en la mochila, la abuela Elizabeth tiene una piscina en su casa y creo que podré entrar esta tarde, ¿quieres entrar conmigo?

Bella miró a Edward con nerviosismo palpado en su rostro; sin embargo, éste sólo se dedicó a sonreírle diciéndole: Arréglatelas tú sola.

—No creo que eso sea posible, Nik. No lo he traído puesto, y lo dejé en mi habitación.

—Podemos regresar por él —apuntó el niño de cabellos dorados, mirando pacíficamente los ojos color chocolate que le miraban diciéndole que parara con sus palabras—. Papi puede regresarse, ¿verdad, papi?

—Claro que sí, campeón, será genial ver a Bella en la piscina contigo.

Bella le lanzó una mirada fulminante.

—No es necesario, Edward. Ahora me encuentro un poco enferma de la garganta, Nik, pero cuando me recupere te prometo que iré a pasar un rato contigo en la playa, ¿de acuerdo?

La desilusión en los ojos de Niklaus era visible, sin embargo, después de pensar muy bien en la oferta que le estaba dando Bella, asintió con una brillante sonrisa.

—Papá me dijo que me enseñaría a surfear pronto, tal vez él pueda enseñarte también, ¿Qué dices?

—Yo creo que es una buenísima idea —se apresuró a decir Edward con la sonrisa ladeada.

Bella suspiró a su lado.

—Sí, una buenísima idea.

Cuando Edward entró a un vecindario donde todas las casas eran igual de lujosas Bella sintió pánico. ¿Aquí era donde vivía la familia de Edward? Y entonces pensó: Edward era el jugador de futbol soccer más exitoso de la década, así como también modelo de ropa y tenía su propia línea, por supuesto que su familia podía vivir en ese lugar, y tal vez todas esas casas podían ser de su propiedad y eso no les afectaría en nada, por supuesto, bastaba con recordar de qué tamaño era la casa de Edward en Londres. Se obligó a respirar un par de veces más, sintiendo su cuerpo tenso.

Por supuesto que los dos chicos que estaban en el auto habían sentido el cambio de humor de Bella. Niklaus miró a su padre un poco confundido y con el ceño fruncido. Edward le sonrió al pequeño, esa sonrisa tranquilizadora que le daba cuando el niño llegaba de un entrenamiento con una raspada en la piel.

La mano de Edward pasó de estar en la palanca de cambios al delgado y sonrosado antebrazo de Bella, dándole un suave apretón.

—Solo tengo una cosa que decir —anunció él con un poco de humor—, bueno, en realidad son dos. Asegúrate de seguir jodiendo a mi padre y a Emmett con tus buenos comentarios y… lamento haberte metido en este asunto.

—Supongo que es muy tarde para arrepentirme de haber aceptado tu propuesta.

—Supones bien —contestaron Niklaus y Edward al mismo tiempo.

—Ustedes dos van a sacarme canas antes de los treinta.

— ¿No tienes treinta años, ya? —preguntó Edward, estacionándose en la casa más hermosa del vecindario.

—No, tú yo no nacimos el mismo año, guapo —le respondió Bella con una enorme sonrisa en rostro sabiendo que Edward no podía decirle alguna otra cosa.

Edward bufó a su lado.

—Soy más joven de lo que tú crees.

Antes de que Bella pudiera decir otra cosa, Edward alió del auto rápidamente al mismo tiempo en que Niklaus abría la puerta para salir también y el grito/saludo de Emmett se hacía escuchar por la puerta principal.

— ¡Superestrella está aquí! —La risa se hizo escuchar también mientras caminaba hacia el elegante auto—. Y vaya que trae una hermosa compañía con él.

Bella se recordó que Emmett era más adorable, tierno y carismático de lo que parecía. Sin embargo, estaba convencida de que tenía que volver a entablar una conversación con él para estar completamente segura de sus propios pensamientos. Miró como detrás de él aparecía un niño rubio junto con una mujer del mismo color de cabello. Los ojos de ésta eran de un color azul verdoso, y toda ella parecía algo así como una modelo con carácter. El parecido que tenía con Edward era bastante notorio.

Tomó una gran respiración antes de salir por la puerta que Edward tenia abierta para ella, le sonrió un momento y después se vio rodeada por unos delgados brazos alrededor de su cintura. Al bajar su mirada se encontró con el rostro sonrojado de Niklaus, la mirada que éste le daba le decía que podía estar en confianza en ese lugar. Bella recordó que él era sólo un niño y no tenía ni idea de las actitudes de todos los demás.

—Hola a ti también, Emmett —saludó Edward a su cuñado con una voz alegre.

—Sí, sí, como sea —respondió el aludido—. ¡Esa pequeña pulga se va a convertir en un modelo! —su enorme dedo señaló al niño de cabellos dorados, que seguía aferrándose a Bella.

— ¡Tío Emmett! No soy ninguna pulga. En poco tiempo seré más alto que tú, ya lo verás —le guiñó un ojo y corrió a chocar los cinco con el grandulón. Pasó directamente por la puerta dándole una palmada en la frente a su primo Aaron y corrió dentro de la casa—. ¡Abuela!

Bella se obligó a respirar profundamente una vez más y recordar las palabras de Alice: no dejes que la rubia y la madre de Edward te intimiden. Bien, no era algo que ella podría manejar, por supuesto, pero lo intentaría, después de todo, por ella era que estaba en esa lujosa casa. El número de ceros que estaban en su cheque en cada pagó le recordó que tanto como esa familia y ella pronto tendrían la misma cantidad de dinero.

Le regaló una sonrisa de complicidad a Emmett y éste le devolvió el saludo alzando las cejas de manera sugestiva.

—Señorita Swan, es un placer volver a verla.

—Lo sé, no me muestro seguido a la gente que no sabe apreciarlo —le respondió con una sonrisa sincera esta vez en su rostro. Se detuvo junto a Edward y este le dio un pequeño codazo que solo le hizo mover el brazo—. A excepción de Edward, por supuesto. Tengo que hacer sacrificios.

La carcajada de Emmett se volvió a escuchar en el porche, seguida de una risa bajita por parte de Edward.

—Esta chica me gusta, definitivamente —le dijo a Edward sin borrar la sonrisa.

Detrás de Emmett comenzó a acercarse la rubia vestida de ropa de marca, eso ni siquiera hizo que Bella borrara su sonrisa.

— ¿Qué te entretiene tanto, Emmett? —llamó Rosalie, estudiando con la mirada a Bella con una sonrisa de dientes centellantes—. Tú debes ser Bella, la chica a la cual Edward y Niklaus defienden bastante.

La castaña se preguntó que jodidos podían estar defendiéndola y por qué era un tema de conversación en las reuniones de su familia.

—Amm… sí, soy Bella.

—Fantástico. Alice también habla mucho de ti.

—Espero que sea algo a mi favor.

—Oh, vamos, Alice es incapaz de decir algo malo de ti después de que le has soportado mucho tiempo —la rubia hizo un gesto con su mano haciendo que se notara bastante el anillo de novia que cargaba y su brazalete de diamantes—. Por cierto, mi nombre es Rosalie McCarty, es un placer conocerte.

A Bella no le pasó desapercibida la mirada de asombro que Edward y Emmett intercambiaron.

Después, se vio envuelta en sus delgados brazos.

Sorprendida, Bella dio un par de palmadas en la espalda de la rubia y sonrió un poco.

—El placer es mío, Rosalie.

—Pero deberíamos entrar ya, adelante, nos vamos a tostar aquí afuera y estoy segura de que Alice quiere verte, es sólo que Niklaus no le deja salir de allí.

Edward bufó, colocando distraídamente su palma en la espalda baja de Bella para guiarla dentro de la casa. A Bella se le subieron los colores al rostro al sentir el contacto caliente con su piel aun sobre la tela de su ligera blusa.

—Tener a esos dos juntos por sólo un corto periodo de tiempo ha sido un infierno.

—Te quejas bastante, hermano —señaló Rosalie caminando dentro de la enorme casa. Allí se encontró con su hijo que los esperaba con los ojos entrecerrados y los brazos cruzados—. Aaron, ella es Isabella Swan y es amiga de Alice, Niklaus y tu tío Edward.

Las mejillas de Aaron se sonrojaron levemente y carraspeó su garganta rápidamente.

—Aaron McCarty —saludó extendiendo la mano hacia a la castaña, la cual le respondió con una deslumbrante sonrisa.

—Mucho gusto, Aaron, puedes llamarme Bella.

Y entonces, al escuchar el tono de confianza que Bella tenía en su voz, Niklaus estuvo enganchado a ella discretamente mientras caminaban por el enorme pasillo de la enorme casa.

—Bella, fantástico. ¿Eres italiana?

—Si te refieres al por qué de mi nombre, no, no lo soy. Pero mi madre tenía cierta fascinación por los chicos italianos, supongo que ha sido por eso.

— ¿Tú tienes algún tipo de fascinaron por algún tipo de chico? —la voz de Aaron se había elevado tan sólo un poco, siendo la atención de los cuatro adultos. Emmett no se podía aguantar la enorme sonrisa burlona que cargaba y la expresión de Edward no era nada diferente—. Papá tiene familia italiana.

Bella miró de reojo a Emmett, las arrugas en sus ojos daban a entender que la sonrisa era enorme aunque no pudiera verlo exactamente de frente.

—Pues él no parece nada italiano.

—Soy puramente californiano, querida Bella —contestó el grandulón.

Bella rodó los ojos.

—Entonces… ¿tienes alguna fascinación o no?

Rosalie también tenía una sonrisa de simpatía en su fino rostro.

—A Bella parece gustarle los chicos británicos.

— ¡Genial! Quiero decir… eso es bueno, los británicos somos geniales —se apresuró a decir Aaron.

— ¿Eres británico? —Preguntó Bella, ignorando el comentario hecho por la rubia—. No pareces tener el acento.

—Fui criado todo el tiempo en América y…

De pronto, un grito de rabia se escuchó por toda la casa, haciendo que todo el mundo se quedara en su lugar sin mover ni un musculo.

— ¡No!

Y entonces, Niklaus comenzó a caminar dando pasos fuertes justo donde estaba Bella de pie junto con Aaron, alejándose de su abuelo, Alice y abuela que tenía su rostro con terror en él. Una vez que Niklaus llegó con Bella apartó con fuerza el brazo de Aaron del de ella.

—Aléjate de ella, Aaron. Bella es mi amiga, no tuya.

Una impactada Rosalie logró murmurar algo con cierto tono de asombro.

Por suerte, antes de que Aaron pudiera responderle con agresividad o simplemente con uno de esos golpes que solía lanzar, Edward intervino.

—Hey, Niklaus, cálmate, ¿quieres? —sus enormes manos se colocaron en los hombros de su hijo. El niño se apartó de manera brusca de él.

— ¡No!, papá, él nos va a quitar a Bella, ¡él siempre hace lo mismo! —la agresividad con la que Niklaus hablaba hacía pensar a Edward que su garganta estaba siendo lastimada—. Así que no me digas que me calme.

—No pasa nada, Niklaus, tu primo sólo está conociendo a Bella, no tienes por qué dirigirte a ella de esa manera, ¿está bien? Bella no irá a ninguna parte, ella dijo que vendría contigo.

Después de esas palabras, todo el mundo estaba en silencio, mirando la escena que Niklaus estaba montando. Bella estaba totalmente asombrada por la actitud del niño y los sentimientos que ese pequeño tenia. Se sintió mal por haber aceptado ir allí, pero se sentía aún más mal por hacerles pasar un mal rato. Sin embargo, ella no podía simplemente dar media vuelta y salir de allí por donde había llegado. Eso era algo patético, sin duda.

Los rostros en el lugar mostraban diferentes emociones, desde asombro, angustia y tristeza, hasta arrogancia y diversión.

Por suerte y para alivio de Edward, Bella se apresuró a agacharse a la altura del pequeño, colocando sus delgadas manos en la cintura del pequeño.

—Nik, cariño, cálmate, ¿de acuerdo? No voy a ir a ningún lado, ¿Por qué estas actuando así? —la voz que estaba utilizando era inteligentemente tranquila, haciendo que Niklaus se relajara tan sólo un poquito al escucharle.

Bella por supuesto que no obtuvo respuestas verbales de parte del pequeño, sino que su cuello se vio envuelto por los delgados brazos del pequeño. Como reflejo, Edward colocó su mano en la espalda de Bella para que no callera al suelo de madera. El pequeño también envolvió sus piernas alrededor de la cintura de Bella y escondió el rostro en su cuello. Bella sintió de inmediato las calientes lágrimas contra su piel.

—Está bien, Nik, no pasa nada —le susurró acariciando su espalda suavemente—. ¿Quieres decirme por qué estás así?

—No quiero decírtelo con todos mirándonos —respondió el niño en un murmuro, haciendo que sus lágrimas se deslizaran por el cuello de Bella hasta perderse dentro del escote de su blusa.

Edward, que estaba demasiado cerca como para poder escuchar los que se estaban diciendo, sin apartar la mano de la espalda de Bella, los condujo a otra espaciosa habitación hasta llegar a una donde había una puerta con cerrojo. Los tres entraron allí en silencio y Bella tomó asiento en el sillón más cercano y amplio. Niklaus siguió quedando sentado sobre ella a horcajadas por un largo rato hasta que apartó el rostro del cuerpo de Bella.

Ahora se encontraba con el rostro rojo y los ojos levemente hinchados. Para Edward significó bastante lo que estaba haciendo su hijo ahora con Bella. Jamás, en sus cortos seis años, había dejado que le vieran derramar lágrimas personas que no fueran de su familia.

—Está bien, cariño, no pasa nada —Bella limpió las lágrimas que aun rodaban sobre las mejillas de Niklaus con sus pulgares y le sonrió de manera amable—. ¿Estás bien? —El pequeño asintió—, entonces dime porque estás así, Nik. No me gusta verte llorar, ¿sabes?

—Lo siento —murmuró sorbiendo su nariz y dejando que Bella siguiera limpiándole las lágrimas—. Odio que Aaron haga siempre eso.

— ¿Hacer qué?

—Eso, estar con alguien a quien yo conocí primero, o también que me quite las cosas que yo tengo o quiero… —inconscientemente se formó un puchero en su sonrosada boca haciendo que a Bella se le oprimiera el pecho—. Y él siempre gana, Bella, ¿y si también te gana a ti? Entonces ya no vas a querer estar conmigo y ya no te va a gustar mi papá. Yo te quiero mucho.

Bella se obligó a alejar las lágrimas que comenzaban a formarse en sus ojos. Ella podía sentir la mirada de Edward sobre ellos dos y se sintió extrañamente nerviosa de lo que ella pudiera decirle a su hijo en esos momentos y Edward no lo tomara como algo bueno.

—No sé qué tipo de rivalidad tengas con Aaron, Nik —comenzó ella—, pero debes saber que eso no debe involucrarme a mí porque yo soy tu amiga, ¿entiendes? También puedo ser amiga de Aaron, pero él nunca va a hacer que yo me aleje de ti o de tu papá. Además, ustedes dos me conocieron primero, Aaron sólo traba de ser amable conmigo y darme una sana bienvenida a la casa de tus abuelos.

Edward reprimió las ganas de rodar los ojos.

—Pero… ¿y si dejas de querernos después de estar con Aaron?

—Yo nunca dejaría de quererte, mi amor —la sonrisa de Bella fue bastante contagiosa que Niklaus le imitó—. ¿Cómo es que yo podría dejar de quererte a ti después de ser tan gracioso conmigo?

—No quiero que seas amiga de Aaron…

—No puedo simplemente no serlo, Nik. Es como si me pidieras que no tuviera amistad con tu tía Alice.

—Pero Alice es una niña —las manos de Niklaus se fueron directamente a la finísima cadena de oro que Bella tenía alrededor de su cuello, comenzando a retorcerla en sus dedos—. Alice no va a querer besarte después como Aaron.

Bella sonrió con diversión.

— ¿Y tú si puedes besarme cuando quieras?

—Sí, yo sí —se inclinó y besó su mejilla—. Pero no le digas a Cara, ella no me deja besar a otras chicas que o sea ella.

Edward y Bella sonrieron al mismo tiempo.

—Está bien, no le diré. Será nuestro secreto sólo si me prometes que no actuarás así de nuevo, ¿de acuerdo? —Los ojos de Bella se encontraron con los de Niklaus—. Porque, Nik, no me gusta cuando reaccionas así.

— ¿Te pone triste que yo haga eso?

—Sí, porque me hace pensar que no confías en mi —su mano viajó por los cabellos dorados del pequeño—. ¿Sabes lo que es la confianza?

—Sí, papá dice que también la confianza se gana.

— ¿Y yo no me la he ganado contigo?

—Sí, desde hace mucho tiempo.

—Entonces no hagas eso de nuevo ¿de acuerdo? Yo a ti te quiero mucho, sobre a todos los demás niños en el mundo.

— ¿Me lo juras? —Te lo juro —asintió ella con una sonrisa que le fue correspondida inmediatamente.

—Te quiero mucho, Bella —el pequeño fue a rodearle el cuello con los brazos de nuevo, manteniéndose muy apretado a ella y con una ligera sonrisa en su rostro—. Mucho, mucho.

En ese momento, Bella dirigió la mirada a Edward, quien les estaba mirando con una ligera sonrisa llena de satisfacción. Éste le sonrió con más ganas haciendo que Bella relajase por completo su cuerpo y se dejara abrazar por el pequeño.

—Bueno, parece que ustedes dos se quieren bastante eh —señaló Edward con una sonrisa—. Klaus, enano, Bella tiene razón, no vuelvas a actuar de esa manera de nuevo, ¿está bien? —Fue contestado con un asentimiento—. Bien, ahora deberíamos volver.

Cuando Bella, Edward y Niklaus se volvieron a unir a la enorme familia, Esme y Carlisle ya estaban allí, y Bella pudo observar como Esme sostenía con bastante fuerza a Alice con una brillante sonrisa.

Por supuesto que fue el centro de atención cuando los tres ocuparon un lugar en la enorme estancia de los Cullen. Niklaus seguía enganchado en Bella, negándose por completo a ir con su padre. Rosalie y Emmett miraban a Edward y Bella con una sonrisa de disculpa, sin embargo, al pequeño de los McCarty se le veía bastante complacido. Carlisle, Esme y Alice les estaban mirando de manera simpática, sin embargo, esta última tenía cierta sonrisa pícara en el rostro, algo que casi hace rodar los ojos a Bella. Por otro lado la mirada que Elizabeth Cullen le estaba enviando a la castaña no era para nada amable, ni si quiera con algo de simpatía falsa.

Elizabeth Cullen no era una mujer falsa y cuando una persona no le agradaba, se los dejaba bastante claro.

La mujer se apresuró a caminar justo donde ellos tres estaban de pie, comenzado a integrarse con los demás y miró a Niklaus con cierta angustia en su rostro.

— ¡Oh! ¡Kai, mi querubín! —Con bastante esfuerzo fue a quitárselo a Bella de los brazos—. Cariño, ¿estás bien? ¿Quieres un dulce?

Entonces Bella comprendió que el único culpable del comportamiento berrinchudo de Niklaus no sólo era Edward, sino que, seguramente, toda su familia también, especialmente su abuela.

— ¿Quieres algún helado? Puedes comer algo de postre antes de la comida si así lo quieres.

Antes de que Niklaus pudiera correr a la cocina por todo lo que Elizabeth Cullen le había ofrecido, Edward intervino con gesto serio, uno que Bella no le había visto usar nunca.

—Mamá, es suficiente, Niklaus va a esperar al igual que los demás para comer algo dulce, ¿no es así, Niklaus?

— ¡Oh, por favor, Edward! Actúas de manera patética. El pequeño ha tenido cierto ataque de emociones hace unos minutos por culpa de tu agente y merece alguna recompensa.

Niklaus frunció el ceño.

—No fue culpa de Bella, fue culpa de Aaron —apuntó el niño con voz acusadora—. Y ella también es mi amiga.

—Oh cariño, claro que no puede ser tu amiga, ella es mucho mayor que tú, tú no puedes ser su amigo porque no compartes las mismas cosas que ella. Gracias a Dios… —carraspeó, enviándole una mirada a Bella—. Además, ella trabaja para tu papá y para ti. Sólo es amiga de Alice.

Una mano bronceada y vieja se posó en el hombro de Elizabeth Cullen, haciendo que ella pegara un respingo y alejara la vista de su hijo, el cual en ese momento estaba bastante enfadado.

—Elizabeth, basta —la voz de Edward padre sonó bastante pesada, sin embargo, se suavizó una vez que se dirigió a una Bella muy avergonzada—. Bella, es un placer que hayas acompañado a mi nieto y a mi hijo hoy, ¿te gusta el marisco?

Bella tuvo que carraspear para poder contestar de manera decente.

—Sí, por supuesto, señor Cullen.

—Recuerdo que te dije que me llamaras Carlisle para primera vez que nos conocimos —le sonrió de la misma forma arrebatadora como lo hacía Edward y Niklaus, sólo que él ya tenía varias arrugas e su rostro—. Ahora, preciosa —acarició el hombro de Elizabeth suavemente—, baja a ese niño y vayamos a comer.

Cuando todo el mundo entró al enorme comedor, ya habían vuelto a sus habituales pláticas. Rosalie estaba felizmente conversando con Alice, Esme y Elizabeth. Lo mismo hacia Carlisle, Emmett y Edward padre. Aaron, por su parte, estaba completamente sumido en uno de esos aparatos modernos con los audífonos puestos. Alice ya había parado a hablar con Bella y le había agradecido que le acompañara ese día, Bella se preguntó cuál era tal acompañamiento si le estaría ignorando casi la mayoría del tiempo. Se dijo también que ir a ese lugar no había sido una buena idea. Edward había estado bastante callado desde el segundo incidente en el salón y solo respondía a las preguntas que le hacían de manera cortante. Bella estaba igual de callada aun cuando todos comenzaron a comer. Por supuesto que no fue grosera para rechazar la comida y comió lo poco que se había servido. Niklaus era una buena distracción en ese momento, el niño se había negado alejarse de ella y ahora estaba comiendo en sus piernas, aun después de que Bella le dijo a Edward que estaba bien y que no le molestaba alrededor de cinco veces.

El padre de Edward, junto con Carlisle, se interesó bastante en el trabajo de Bella. Ambos eran fanáticos de futbol y ella compartía esa pasión con ellos, por lo que se dedicaron a discutir sobre ellos casi al final de la cena. Elizabeth les calló diciéndoles que estaba harta de escuchar sobre el futbol todo el tiempo teniendo a su hijo siendo el jugador estrella. Eso dejó a Bella callada por un gran rato y a Edward aún más enfadado.

—De acuerdo —llamó Emmett de pie en medio del enorme patio trasero junto a la piscina—. Comiencen a hacer sus equipos de juego.

— ¡Sí! —exclamó Niklaus dejando caer el helado que su abuela le había colocado en un vaso cuidadosamente—. ¡Juguemos! ¡Yo elijo a papá! ¡Vamos, papá!

Edward hizo una mueca al escuchar a su chiquillo llamarle. Todo el buen humor que había tenido al llegar ya no estaba, y le bastaba con echarle un vistazo a la sonrisa falsa que Bella tenía en su rosto para recordar el motivo por el cual estaba cabreado. Se puso de pie suspirando y se colocó detrás de su hijo, tomándolo por las axilas y colocándolo sobre sus hombros.

—Escojo a papá, también —habló Aaron, mirando a su padre sonriente.

Niklaus rodó los ojos murmurando: copión para sí mismo.

—Escojo a Bella —sonrió Niklaus en grande—. Vamos, Bella, tu sabes cómo jugar, ven aquí, ¿recuerdas que dijiste que alguna vez jugarías con nosotros?

Y con eso, Bella se puso de pie, dejando a Alice sentada y con una enorme sonrisa en su rostro. Se colocó junto a Edward, chocando su palma con el pequeño. Deliberadamente ignoró la mala mirada que Elizabeth le había dado.

Finalmente, los equipos quedaron divididos de una manera justa. Niklaus, Edward, Bella, Carlisle y Elizabeth estaban en un quipo. Aaron, Emmett, Rosalie, Edward padre y Alice estaban en otro. Esme había decidido no jugar porque en esos momentos se sentía un poco cansada por pasar toda la mañana de pie cocinando la comida que ahora estaba en sus estómagos.

Se debía mencionar, y era algo que a Edward le había cabreado aún más, sintiendo que en cualquier momento podía golpear algo, que Elizabeth Cullen —la cual resultó ser muy buena jugadora—, intentó golpear a Bella con el balón en cualquier oportunidad que tuvo. Para tragedia de aquella señora, Bella era mucho más rápida. Bella aceptó con admiración que para tener la edad que tenía… se movía bastante bien; también se compadecía de aquel que pasara la noche con ella y le escuchara quejarse de sus adoloridas articulaciones.

Cuando todo había terminado y los premios se habían entregado a cada uno del equipo de Niklaus —que era nada más nada manos que una enorme galleta de balón de futbol—, Edward decidió que no soportaría mas miradas llenas de recelo a Bella por parte de su madre y dijo que era hora de irse.

—Gracias por invitarnos, —dijo de manera seca a su madre— intentaremos venir después, tal vez tenga alguna cita programada y eso. Te llamaré después.

—Haz que esa chiquilla haga una cita pronto a América, cariño —le respondió apretando suavemente sus muñecas—. Te amo, cuídate mucho.

—Sí, como sea —asintió y se apresuró a salir de la casa, presionando el botón del control del auto para que Bella pudiera a entrar al auto. Sin embargo, ella se dedicó a abrirle la puerta trasera para que pudiera acomodar a Niklaus en el asiento trasero, quien estaba dormido en el regazo de su padre—. Hasta luego, papá, te llamaré cuando tenga entradas para algún partido de beisbol o hockey.

—Eso me parece fabuloso, hijo, pero lo tengas o no, llámanos.

Con otro asentimiento, Edward se alejó de allí hasta llegar donde Bella le esperaba con la puerta abierta para él. Edward se dedicó a colocar allí a su pequeño y a asegurarlo con el cinturón de seguridad y después de abrirle la puerta a Bella para que entrara, subió y comenzó a manejar de manera moderada fuera de allí.

Después de cinco minutos de absoluto silencio, Edward lo rompió, sintiendo su cuerpo tenso.

—Escucha, Bella, sobre cómo te trató mi madre el día de hoy... yo, lo lamento, nunca creí que ella hiciera eso. Me avergüenzo mucho de ello y…

—Edward, está bien, no hay problema. ¿Recuerdas porqué he venido aquí? —el tono de simpatía de Bella hacia que Edward se sintiera aún más terrible porque sabía que ella, en la oscuridad trataba de mantenerse fuerte cuando en realidad no era así—. Vine por Alice, ella te lo dijo y tú me lo pediste a mí. No vine para agradarle a nadie, y de verdad me halaga que Rosalie y los padres de Alice me hayan recibido muy bien, pero la actitud de tu madre no me molestó. No sé por qué reaccionó así y no es como si me importara porque hay muy pocas posibilidades de que vuelva a verla de nuevo. Al menos que sean eventos donde yo y tu familia tengamos que estar presente.

Los nudillos de Edward estaban blancos y colocó el freno con bastante brusquedad que Bella le miró directamente mientras esperaba a que él se tranquilizara.

—Actúas como si de verdad no te importara —dijo él con voz contenida—. Jamás creí que mi familia fuera irrespetuosa con una amiga.

Bueno, también trabajamos juntos y… no fue toda tu familia, Aaron intentó ser un galán conmigo.

Una de las comisuras de la boca de Edward se levantó suavemente.

—Sí, bueno, eso no le resultó muy bien.

Bella miró hacia atrás, donde se veía a Niklaus profundamente dormido, con el cabello un poco húmedo aun por haber pasado lo que restaba de la cita en la piscina.

—El pequeño es muy celoso.

—Bastante —asintió—, y lo peor es que no se de quien haya sacado eso.

Bella sonrió con ganas por primera vez desde que subió al auto.

—Yo creo que con el tiempo lo averiguaré, por ahora, tengo que ir a dormir, mañana temprano tienes un vuelo a Inglaterra y después de una reunión con el entrenador, estarás libre por dos semanas con tu pequeño renacuajo.

Bella se apresuró a salir del auto y casi de inmediato Edward le siguió asegurándose de que el auto estuviera lo suficientemente cerrado para que su hijo no saliera sonámbulo del allí. Se detuvieron cuando Bella comenzó a abrir la puerta principal que dirigía al pasillo de algunas habitaciones.

—Bella, yo… enserio siento lo que pasó, no sé cómo disculparme sinceramente contigo.

El tono de voz de Edward hizo sonreír a Bella. Jamás había escuchado a alguien hablarle de manera tan desesperada como él, y sólo era por algo que ni siquiera había sido su culpa.

—Está bien, ya te dije que no tienes que disculparte de nada.

—Pero…

—Edward —murmuró ella con frustración al momento en el que le tomaba el rostro con sus delicadas manos de manera involuntaria—. Ya te dije que no pasa nada. Y si esto te hace sentir mejor… está bien… —suspiró y lo miró a los ojos— te perdono aunque la culpa no haya sido tuya, ¿de acuerdo? —sus manos se separaron de él con gesto de exasperación.

Pero Edward se había quedado en piedra al sentir el toque de Bella sobre él, así que, sabiendo las consecuencias y desconociendo las reacciones de Bella, fue él quien le tomó su rostro entre sus manos y se inclinó para poder juntar sus labios con los suyos.

Por supuesto que Bella le tomó por sorpresa aquel movimiento, y al principio pareció preocuparle el hecho de que algún vecino pudiera salir y verlos haciendo semejante escena. Pero, ¿a quién quería engañar? Llevaba queriendo hacer eso desde hacía mucho tiempo, así que, sin pensárselo demasiado, le rodeó el cuello con sus delgados brazos y le correspondió el beso.

Fue un beso bastante inocente, sin embargo, ese fue un beso que los dos, y casi por igual, habían disfrutado. Bella se vio obligada a tirar suavemente de los cabellos cobrizos de Edward para que le diera un respiro. Descansó su frente en la de él tomando suaves respiraciones, intentando tranquilizarse.

—Ere exasperante, ¿sabes?

Él sonrió, estrechándola suavemente en sus brazos.

—Ya me lo has dicho antes.

Bella sonrió perezosamente y se obligó a no pensar en las cosas que tenían que ser pensadas cuando el jugador de futbol más exitoso y del cual era gente y publicista te besaba. Suspiró y le dio una suave palmada en el pecho, separándose por completo de él.

—Deberías irte para descansar y eso.

—"Y eso" sí, claro —Edward fingió cierta severidad y se apartó de ella también—. Supongo que nos veremos mañana y no podrás escaparte de mí como quieres hacerlo en estos momentos porque pasaremos algunas horas compartiendo cierto espacio reducido.

—Lamento decirte que eso no se comparará nada al espacio que tenemos aquí ahora y la soledad. Mañana tendrás un niño lleno de energías contigo.

—Mierda.

—Así que buenas noches, Cullen.

— ¡Espera! —Bella le miró con una ceja levantada—, ya que nada se va a comparar esto con lo de mañana… tengo que aprovecharlo —. Y antes de que Bella pudiera captar sus palabras y alejarse, Edward le tomó de nuevo de las cintura y le plantó otro beso en sus labios—. Ahora sí, Swan, buenas noches.

Y con una sonrisa arrogante, Edward subió a su auto y despareció por las escaleras, dejando a Bella con una sonrisa en su rostro y con sus pensamientos y sentimientos de cabeza.

 

Capítulo 8: CAPITULO 8 Capítulo 10: CAPITULO 10

 
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