Bella POV
- ¡No!- grite a la vez que empujaba al doctor guapo lejos de mí, alejándolo. Pero para cuando había hecho esto, la cabellera cobriza ya había desaparecido. Mierda.
No supe cómo fue que Emmett de pronto estuvo a mi lado, tan furioso como yo. Pero ni siquiera pregunto. Solo lo escuche sisear algo que nunca me espere
- El único idiota con derecho a besar a mi hermana es Cullen- dijo- Y tú no tienes ese apellido pendejo
Y el golpe fue memorable. Emmett dio un puñetazo gigantesco, con tal fuerza que lanzo al doctor guapo a los brazos de Charlie, quien miraba espantado la escena.
- ¡Pervertido de mierda! – bufo Emmett
- Emmett, eso no estuvo nada de bien – dijo Charlie- deberías disculparte
- No – dijo el doctor, poniéndose de pie mientras con una mano se tapaba el rostro.- Esta en su derecho de haberme golpeado, me deje llevar por un impulso. Yo soy quien debe pedir disculpas…
Charlie no agregó nada más, probablemente sabía que tenía razón. Mientras yo me limpiaba los labios compulsivamente, para tratar de sacarme el sabor del beso del doctor lunático. Me tocaban siempre los lunáticos.
- Te lo buscaste – dijo Emmett, acercándose a mí y revisándome como si temiera que me faltara un ojo o algo – ¿Estás bien Bells?
- Si- dije avergonzada por todo el show- espero que olvidemos esto y nos enfoquemos en la operación… no quiero estar más tiempo acá.
El doctor asintió y se sacó la mano del rostro. Emmett lo había molido de un solo trancazo. Seguro quedaría con el ojo en tinta por unas buenas semanas. Su labio tampoco se veía muy bien.
- Lo siento doctor, pero ha sido su culpa- dije, tratando de que comprendiera. Mal que mal el mismo iba a operarme.
- No Isabella, ha sido mi culpa, Espero que puedas disculpar mi falta de ética… no volverá a ocurrir
Y salió rápidamente de la habitación.
Charlie me quedo mirando y lanzo una sonora carcajada.
- Bueno Bells, creo que tienes admiradores- rio Charlie
- No es divertido – bufe yo, disgustada
- Bueno, nosotros estábamos aquí… no entiendo qué clase de locura se le coló en la mente al doctorcito para hacer tal cosa…
- Ni yo- dijo Emmett- pero creo que no lo volverá a hacer
- Bueno- dijo Charlie- Iré a completar algunas formas que me dijeron debía firmar para todo esto… cuida a tu hermana Emmett- dijo Charlie sonriendo.
Salió de la habitación aun riéndose. Bueno, mirado desde otra perspectiva era gracioso.
Mire a Emmett que todavía tenía el ceño fruncido y miraba la ventana con los labios rectos. Siempre había sido tan paterno, más que el mismo Charlie. Comprendí que debió dolerle lo que había sucedido con Phil cuando se entero…
Phil. No era momento para recordar monstruos del pasado. Estaban enterrados y con suerte, enterrados seguirían. Al menos eso creía.
Emmett me miro y me sonrió. Me acomodo la ropa de cama y le tome una mano, dispuesta a preguntar algo que me daba vueltas.
- Emmett, ¿cómo es eso de que solo Cullen puede besar a tu hermana? – pregunte
Emmett se rio y se cruzo de brazos, mirándome con ojo crítico.
- Bueno, creo que es cierto… al menos tu no pareces querer alejarte de él, por más que sea la mejor idea del mundo… se babean el uno por el otro y me dan nauseas… pero supongo que es su vida…
- El no se babea por mi- musite haciendo un puchero infantil. Quería con fervor que Emmett me sacara de mi error si fuera posible
- Por favor Bella, hasta yo que no soy muy observador me doy cuenta de que ustedes no viven lejos el uno del otro…. Y el más, aun después de todo lo que ha hecho. Tu te haces la fuerte y la ofendida y la verdad es que lo único que quieres es sanarte luego para ir y correr donde él esté… ¿a qué no?
No conteste, molesta por ser tan obvia. No podía negarlo, pero me molestaba saber que tenía tan poco orgullo. Aunque hay que reconocer que Edward se ha esforzado como nunca en demostrar que es digno de mi perdón…
- Además me cae bien… no me tiene miedo y eso que ha conocido el poder de mi puño- se rio sobándose la mano- en realidad su quijada es mucho más dura que la del doctorcito… y se queja menos.
Me reí ante las observaciones tan poco ortodoxas de Emmett. Solo él podía querer a alguien porque era más duro que el otro.
- El encontró al donante… a Renee…- murmure, dejando que la pena volviera a invadirme.
- Si- dijo Emmett- no sé como dio con ella, pero a pesar de que tengo mis reservas, me agrada que al menos haya sido capaz de ayudar a su propia hija… es lo menos que puede hacer, después de lo mal que se porto…
- Lo sé Emmett, pero no quiero hablar de eso ahora. Es pasado y se que tendré que conversarlo con ella alguna vez… pero no ahora. Ahora hay cosas más importantes…
- Tienes razón- dijo Emmett. Primero estas tu. Espero que todo salga bien pequeña…
- Gracias Em, yo también lo espero…
- Y así podrás tirarte a tu Edward de nuevo – rio Emmett, sacándome de pronto de mi pena
- Pendejo- le dije entre dientes.
Pero Emmett no estaba tan equivocado.
No tardaron en llegar las personas que me llevarían al pabellón. Vi como ponían algo en el suero, y todo el mundo me sonreía. Desee que estuviese Edward a mi lado, pero probablemente el estaba muy ocupado odiándome por haber visto el beso con el doctor. ¡Qué mala suerte! El siempre pensaba lo peor de mí, así que no esperaba que esta vez fuera diferente. No me di cuenta cuando la gente a mi alrededor comenzó a desvanecerse, pero aun así no me sentí asustada. Mi último pensamiento coherente fue para Edward.
Edward
Y caí en la inconsciencia.
Tenía recuerdos de algún tipo de sueño nublado y extraño. Estaba Edward y Charlie… y yo era extrañamente feliz. Incluso Renee estaba allí en mi sueño, acariciándome como cuando era más pequeña y mi vida era feliz. Pero de pronto el sueño cambio y todos parecían desaparecer. Solo quedo Edward, mirándome con tristeza, mientras yo trataba de acercarme a el corriendo, pero nunca llegaba a su lado. Yo gritaba su nombre y él me miraba, y me extendía su brazo. De pronto una mano firme me tomaba del brazo y una voz conocida, pero sin rostro me siseaba en la oreja:
Te encontré
Desperté chillando, y Charlie estaba allí, lo mismo que el médico y dos enfermeras. Se acercaron todos a la vez, pero yo suspire aliviada al saber que todo no era más que un sueño sin sentido. Gracias a Dios.
- Charlie- susurre cuando vi que él estaba allí, mirándome
- Todo está bien hija… la operación salió muy bien
Mire al doctor para asegurarme de que corroborara lo que Charlie había dicho. Mierda, su cara estaba peor. Reprimí la risa y trate de ponerme seria para escuchar su diagnostico
- La operación salió bien, pero deberemos ver como lo acepta tu cuerpo – explico- siempre hay probabilidades de un rechazo, aun con el alto grado de compatibilidad existente entre tú y Renne. Así que habrá que dejarte en observación unos días y si todo va bien, podrás irte a casa
- A casa- murmuré casi extasiada
El doctor anoto algunos datos en la ficha y me receto un calmante suave. Converso algunas cosas más con Charlie y el y las enfermeras salieron de la habitación.
- ¿Y Emmett?- pregunte
- Esta donde los Cullen- dijo Charlie- Creo que con su novia… no sé como aguantó estos días sin verla.
- Sí, creo que lo de ellos va en serio- musite yo
- Y lo tuyo con Edward… ¿eso como va?- pregunto Charlie, sin tapujos
Me sonroje furiosamente antes de contestar.
- No sé si algo va entre nosotros- murmure
- El se ha portado muy bien contigo- dijo- y ha estado acá tanto como nosotros…
Abrí mis ojos asombrada
- ¿Es que Edward no se ha ido?- pregunte dudosa
- No- me aseguro Charlie- El se ha quedado todo este tiempo, tanto como yo o Emmett, incluso más que Emmett mismo. Aun esta aquí.
Mi corazón se acelero de solo oír eso. Pensé que estaría odiándome o algo así. Trate de que Charlie no lo notara, pero me parece que fue inútil.
- Si quieres lo envío a buscar- me dijo, mientras me observaba con ojo critico
- No- dije yo – ahora es mi tiempo de estar contigo. Déjalo. Si quiere verme, encontrara su tiempo- dije
- Ok- dijo Charlie
- Tu deberías irte- le dije, mirándolo para cambiar de tema- se nota que no has dormido nada y además… deberías hacerte cargo de Renee
- Ya me hice cargo de ella – dijo Charlie- ella se quedara en casa. Espero que no te moleste…
Lo mire asombrada. No, en realidad no me molestaba, pero la idea de Charlie y Renne bajo el mismo techo resultaba casi chocante para mí.
- No, claro que no- le conteste- está bien, ella ha sido buena conmigo… me ha ayudado mucho…
- Si- murmuro Charlie- pero creo que deben tener una conversación
- Lo sé- dije yo- Pero no por ahora… quiero descansar.
- Ok, estaré aquí contigo… por si necesitas algo o te ataca otra pesadilla…
- Charlie, no es necesario… vete a casa, ayuda a Renne…
- No se diga mas, yo no me moveré de acá… estás convaleciente.
Y se sentó en la silla, con aires de seriedad. Pero no habían pasado ni quince minutos cuando ya tenía los ojos cerrados y la boca algo abierta. Pobre, debía estar muy cansado.
Yo también cerré los ojos. Para venir saliendo de una operación tan delicada, no me sentía tan adolorida, pero supuse que se debería a los analgésicos. Me pregunte como se sentiría Renne. Me perdí en mis pensamientos, incluso creí haberme quedado dormida. Pero de pronto, un aroma muy familiar lleno la habitación, haciéndome tensarme levemente. Edward podría jurar que él había entrado a la habitación. Empuñe las manos, inconscientemente. Sentí como se acercaba a la cama y me observaba. Luego pude sentir que se acercaba a mí y casi creí que me tocaría… pero no lo hizo. Su aroma me llenaba los sentidos, mareándome. Menos mal que estaba sobre una cama. De pronto, lo sentí alejarse, y el pánico me lleno el pecho. Abrí los ojos para ver como se iba retirando, en silencio. No quería que se fuera.
- Edward – lo llame, casi asustada de que se marchara, aun llamándolo.
Edward se dio la vuelta lentamente. Me perdí automáticamente en sus ojos verdes, hermosos, aun a pesar del cansancio que se leía en ellos. Me invadió un golpe de ternura. No se había marchado, a pesar de todo. Pero no se movió, tan solo se limito a mirarme. Yo lo quería cerca de mí.
- Edward, ven- le dije, haciéndole señas para que lo hiciera.
Le tendí la mano, y él se acercó, y la tomo con emoción, lo cual me alegró internamente. No se veía molesto conmigo. Eso era bueno. Un frio me recorrió la espalda ante su contacto. Había cosas que no cambiaban.
- Bueno… yo solo quería darte las gracias… por encontrar a Renne- le dije despacio, concentrándome en sus dedos enredados en los míos
- No ha sido nada Isabella – me dijo, con tranquilidad
- Ha sido mucho para mí. De todas maneras hay cosas que conversar con Renne- suspiré- pero por ahora todo va bien
Me movió la cabeza en forma afirmativa, asintiendo. Se notaba nervioso y lo vi lanzar una risita boba, que probablemente se le había escapado. Si supiera que yo estaba mil veces más nerviosa que él y que su contacto me bombardeaba el cuerpo. ¡Dios como lo deseaba!
Recordé la situación incómoda en que me había encontrado la última vez. Debía darle una explicación con urgencia, para que no pensara mas estupideces de mi… quizás era tarde…
- Edward- le dije - Yo quería que supieras que el beso que me …
Pero no me dejo continuar.
- No te preocupes-dijo– no ha sido nada. Sé que el doctor es un imbécil hormonal. Además de eso, no hay nada que conversar.
No lo podía creer. En realidad estaba siendo tan comprensivo solo porque yo estaba enferma o lo decía de verdad. Mi corazón galopo como loco en mi pecho.
- Gracias por comprender- le dije, sin que me saliera nada más inteligente.
Le apreté un poco más la mano, tratando de que aceptara mi agradecimiento de alguna forma. Pero lo vi revolverse un poco y soltarse levemente de mi agarre.
- Yo creo que debo irme-dijo, sin mirarme
- ¿Tienes que irte?- pregunte, casi sin darme cuenta de lo que decía. No quería que se fuera… ¿qué podía hacer para que se quedara?
- Si- me contesto – tengo algunas cosas que hacer…pero prometo volver por la tarde.
- Gracias por todo Edward –le dije, y se me ocurrió una loca idea. Lo dije casi sin pensarlo- Pero eso no te salva de la metida de pata que tuviste conmigo pendejo
Me miro con la boca abierta, como si no pudiera creer lo que estaba oyendo. Hace tempo que no lo trataba así, y me encanto su cara de desconcierto. Se veía tan lindo con su ceño fruncido…
- ¿Qué te crees tú, que una operación va a hacer que cambie mi genial sentido del humor?-me reí
- Por supuesto que no- me dijo sonriendo- me agrada que estés de vuelta
Me causo muchísima gracia su rostro. Reí con todas las ganas, echando mi cabeza hacia atrás. Estaba contenta. Lo volví a mirar y me distraje viendo como su rostro se endurecía y él se tensaba, mientras se metía las manos a los bolsillos, evidentemente nervioso. No tenía ni idea que era lo que le sucedía ahora.
- Isabella, por favor –me suplico de pronto– ¿podrías taparte un poco…?
- ¿Qué Edward?- pregunte yo, confundida, mientras baje la vista hacia abajo… allí estaba. Se me veía gran parte de los senos, pero sin mostrar demasiado. Solo era… demasiado sugerente
-Ohhhhh- dije mirándolo – lo siento, no pensé que te molestara
- Deja de hacer eso, me estas matando – dijo, aun más complicado.
Yo sonreí, triunfante. Me encantaba causar efectos de ese tipo en Edward…
- No tienes idea de como te extraño Bella- murmuro él, de pronto, dejándome de una pieza. No me esperaba ese tipo de declaración.
Suspire, emocionada y mire al techo, tratando de retener mis emociones. Quería lanzarme sobre él y decirle que yo también lo extrañaba y que por favor me desnudara y me hiciera olvidar todos mis problemas… pero las cosas no se solucionaban así. De todas formas, tampoco creí que se mereciera una mentira. Sonreí y vi como Edward abría los ojos asombrado
- Yo también te extraño Edward- le dije- pero las cosas entre nosotros no parecen funcionar. Yo te hice daño, ahora tu a mi… así no funcionan las cosas. Nuestra relación esta llenas de problemas… quizás nunca debí cruzarme en tu vida, para empezar. Pero eras un hermoso reto… y termine enamorada como una idiota. Y luego pague todos mis pecados. Me parece que es justo.
- Yo nunca me arrepentiré de haberte conocido… ni de nada que te involucre – me dijo atropelladamente.
- Deberías – le dije , con un peso enorme en el pecho.
- Pero yo te amo… te seguiré amando siempre…
El corazón casi se me sale por la boca… era tan hermoso escucharlo hablarme así… pero esto no podía ser. No estaba bien.
- Edward… no… no es buena idea, deberíamos ser amigos… es el amor que yo puedo entregarte…
- Si esa es tu forma de amar, te ruego que me odies –me dijo, casi arrodillándose a mi lado - pero no aceptare que me saques de tu corazón… yo sé que me amas…
- De qué sirve… ¡tú no confías en mí! –le dije, de pronto sobrepasada por mi propia emoción.
Lo vi callar y morderse el labio. Quizás había ido demasiado lejos, lo estaba haciendo sufrir. Me arrepentí al momento, pero no me salió ninguna palabra de la boca.
Edward enterró su cabeza sobre las sábanas blancas de la cama, suspirando. Me deje llevar por un extraño sentimiento y pose mis manos sobre su nuca, acariciando el nacimiento de su cabello. Era tan suave…
De pronto se alejo de mí, como si yo fuese la peste. ¿Qué le sucedía? Lo mire contrariada, pero su rostro no demostraba recelo o rechazo… en realidad Edward tenía los ojos oscurecidos por el deseo. Yo le había visto esa mirada antes.
Mis ojos bajaron con vida propia hacia su entrepierna y pude ver el problema de todo. ¡Dios mío!. Edward tenía una enorme erección. Y yo pensando que me estaba rechazando… El problema de Edward era que me deseaba. Y al parecer tanto como yo a él. Los labios se me abrieron, inconscientemente, pero pronto quite la mirada, deseando no haber sido tan obvia. Era una causa perdida. Ahora yo estaba tan excitada como el… ¡malditas hormonas!
Volví a mirarlo de reojo y el también se observaba. Demonios, se me hacia agua la boca. Entonces, el hizo algo sorpresivo e inesperado… que me dejo acelerada a más no poder. Deslizo su mano por la dureza del pantalón y aferró su miembro con fuerza, apretándolo. Se me abrió la boca de asombro y se me olvido todo disimulo. Dios, había olvidado lo grande que era. Me sentí humedecer al momento. "Dios…ayudame..."
Entonces se excuso sin mirarme y se retiró de la habitación. Yo estaba anonadada y empapada, no sabía qué era peor. Suspiré y me toque el rostro, estaba con las mejillas ardiendo. Entonces mis ojos se posaron en la silla y recién entonces recordé que todo este tiempo había estado Charlie en la habitación. Mi vergüenza era increíble, pero él estaba en la misma posición que al dormirse. No había movido un solo músculo. ¿Cómo podía haber olvidado que Charlie estaba allí…?
Llame a una enfermera con urgencia. Le pedí que me diera un sedante, a ver si conseguía dormirme, argumentando dolor. En realidad quería olvidarme de lo vivido hace unos momentos, y no me vi capaz de dormir en la forma normal. El sedante era poderoso. A los pocos minutos, conseguí dormirme. Y volví a soñar con Edward.
Cuando volví a abrir los ojos, había pasado un buen tiempo. No sabía cuánto había dormido, pero Charlie ya no estaba allí. Recordé que entre sueños me comentó algo sobre el resultado de los exámenes, que habían salido bien y sobre Renee. El se haría cargo.
Me desperecé y mire a mí alrededor. No parecía haber ningún cambio aparente. Las maquinas de soporte vital me tenían medio vuelta loca con sus incesantes sonidos… pero nada podía hacer. Que fastidio. Pronto entro una enfermera con una bandeja de comida. Le sonreí como pude y comí un poco de cada cosa. No tenía mucho apetito, pero si tenía mucha sed. Bebí toda el agua que me trajeron. Finalmente la enfermera se dio por vencida y decidió llevarse la bandeja. En ese preciso momento, en que yo aun tragaba, apareció el por la puerta.
- No estás comiendo bien- lo oí decir
Casi me atragante.
No podía verse tan bien. Era increíble. Lo debo haber quedado mirando con cara de imbécil. Trate de componerme.
- Edward- dije, con un leve dejo de asombro- No pensé que vendrías
- Te lo prometí- me dijo.
Fue acercándose a la cama y yo no me creía esta visión tan celestial. Se veía tan bien que dolía la vista. No pude evitar evaluarlo completamente. Sentí que el rubor traidor subía a mi rostro. El tomo una silla y la acerco, para sentarse al lado de la cama. Olía tan bien… mi estomago se hizo un nudo y sentí cosquillas en la espalda. Su pelo desordenado se veía divino.
- ¿Cómo te encuentras? – pregunto, mientras hacia formas con sus dedos
- Mucho mejor, gracias –le conteste, tratando de sonar serena- Charlie me conto que los exámenes han arrojado buenos resultados, por lo que quizá me den de alta antes de lo previsto…
- Eso sería maravilloso –dijo despacio, mientras tomo una de mis manos.
Me tense sin proponérmelo, ante su contacto. El sentirlo sobre mi piel era abrumador. Mi cuerpo respondió y sentí que mi corazón se aceleró, mientras mi respiración se hacía pesada. Solo esperaba que no notara el escalofrío que me recorrió cuando deslizo uno de sus dedos por la piel de mi muñeca. Lanzo un suspiro y derribo mis barreras
- ¿Qué haces Edward?-pregunte ansiosa
- ¿Qué hago con qué?- me contesto, con aire inocente
- Tu sabes- le dije, un poco molesta
- En realidad Bella, no sé de lo que me hablas- me contesto, sin mirarme
Lance un bufido, enojada por sus respuestas evasivas, pero me fue imposible retirar mi mano. Aunque debí hacerlo. Su contacto me quemaba y todo fue peor cuando llevo mi muñeca a sus labios y depositó un beso húmedo allí. Una descarga eléctrica me recorrió el cuerpo y no pude evitar lanzar un pequeño gemido. Me ruborice. Solo esperaba que no lo hubiese oído. Tenía que detenerlo… debía o me lo devoraría a besos… y yo no podía ceder tan fácil, no podía…
- Edward, las cosas no son tan simples… yo no volveré contigo-le dije, con un hilo de voz
Note un brillo de decepción en sus ojos y lo sentí mucho, pero tenía que ser así… Yo tenía que dejar mis puntos claros… pero mirándolo frente a mí, ya no sabía ni de qué puntos estaba hablando…
Me sonrió.
- No quiero volver contigo- me dijo besando un poco más arriba, por mi brazo- te deseo – murmuro despacio.
No me podía creer lo que había escuchado. Edward me deseaba y yo quede sin armas. Yo también lo deseaba como loca y la forma de decírmelo, me activo por completo…
El levanto la mirada y lo vi decidido y hermoso, como nunca. Fui incapaz de decir algo, pues mis labios se negaron a moverse. El a su vez siguió besando mi brazo, mientras sentía como su lengua salía de su boca para lamer la piel expuesta. Jadee, asombrada. No pude más. Saque mi brazo de su agarre y el no se opuso. Solo se dedico a observarme.
Desee con toda el alma que me besara. Era lo único que tenía en mente. Es por eso que no hice absolutamente nada cuando lo vi acercarse con lentitud y entreabrir sus labios, para depositar un húmedo y casto beso en mis labios palpitantes. No hizo nada más. Cerró los ojos y lo sentí inhalar, sintiendo mi aroma. Yo estaba excitada. Y no me conformaría con solo eso. Cuando lo vi alejarse, mi mente quedo en blanco. Mi mano automáticamente lo tomo del cabello, con fuerza y lo jale hacia mí, casi con violencia. Entreabrí mis labios para poder sentir su aliento, y mi lengua se coló entre los suyos, impetuosa. Y él me contesto. Con pasión y deseo. Mi cuerpo se sintió derretir. Estaba perdida.
Si no hubiese sido porque entro la enfermera a la habitación, me tiro a Edward ahí mismo, en la cama del hospital, con todo y agujas, maquinas y toda la mierda. Estaba tan excitada que me dolía, y allí no era mucho lo que podría hacerse. Apreté los puños, frustrada, mientras Edward seguía pegado a mí, acariciando una hebra de mi cabello, mirando a la enfermera que anotaba algunas cosas y nos lanzaba miradas reprobatorias.
Ya estaba todo perdido. Yo misma lo había besado… así que supongo que no podía seguir enojada.
- ¿Eso significa que me perdonas? – pregunto Edward, mirándome con cara tierna
- Lo estoy pensando- murmure, perdida en sus labios entreabiertos
- Quiero que salgas pronto de aquí- me dijo con voz ronca
- Yo también quiero salir- murmure
La enfermera salió y al poco tiempo entro un medico que no había visto. Era más viejo y se veía con experiencia.
- Srta. Swan- dijo el acercándose- Soy el doctor Nielsen, mucho gusto- dijo tendiéndome su mano. Le di un suave apretón
- Debemos hacer algunas pruebas – me explico el - hicimos las de las respuestas reflejas anteriormente, pero nos gustaría saber que se desenvuelve bien en todas las formas… una intervención de su tipo siempre es riesgosa y necesitamos saber que no ha tenido ninguna complicación… ¿me podría acompañar?
- Bueno… yo… ¿debo levantarme? – pregunté, mirando a Edward, que me sonreía.
- La llevaremos en silla de ruedas. Su novio nos puede ayudar.
Edward me tomo por las piernas y me deposito en la silla de ruedas que habían traído. Me arregle un poco y me llevaron a otra sala. Edward me seguía de cerca.
- Usted puede entrar si quiere- dijo el doctor, mirando a Edward- solo haremos algunos ejercicios básicos
- Si Edward… acompáñame- le dije, tendiéndole una mano
- ¡Qué miedosa!- me murmuro Edward al oído
- Pendejo- le dije, bajito, ganándome una suave risa.
Llegamos a una sala, en donde había múltiples muebles y aparatos. Edward ayudo al doctor a pasarme a una caminadora y luego me tomaron un chequeo general de mi estado físico. Luego de varias pruebas, finalmente me sentaron frente a un escritorio. Ahí ya no entendía nada. El doctor me sonrió.
- Bueno, veremos cómo va todo con tu mente- me explico- queremos descartar cualquier tipo de problema debido a la anestesia.
Me dejaron sentada y unos cuestionarios encima. Eran como los test de inteligencia que había hecho alguna vez. Eran simples, así que no tarde mucho en terminarlos. El médico se excuso y me dejo en la sala con Edward. Ya prácticamente había terminado cuando mi torpeza hizo presencia y golpee el recipiente con lápices al suelo. Iba a agacharme a recogerlos, pero antes de que lo intentara Edward ya estaba en ello.
- No puedes estar haciendo eso- me gruño- estas convaleciente como para estarte doblando.
Suspire resignada y descanse en la silla, mirando al techo. Pero lo que sucedió a continuación no me lo imagine ni en un millón de años.
De pronto sentí unas manos entre mis muslos. Di un salto gigantesco y mire hacia abajo, más espantada que cualquier cosa. Edward estaba arrodillado frente a mí, debajo del escritorio y me sonreía con maldad. Dios mío.
Mi corazón se agito al momento mientras sentía sus suaves manos ascender por mis muslos, con demasiada lentitud. Jadee y trate de moverme, pero me lo impidió.
- Edward no… - susurre, mirándolo- No estamos solos y vendrá alguien…
- ¿Eso lo hace más emocionante no crees? – me dijo
- No serias capaz- lo rete, excitada de pronto con su idea
- Pues obsérvame- me dijo, con voz ronca, mientras sus cabellos desordenados se perdían entre mis piernas.
Apreté el lápiz en mi mano y la boca se me abrió de asombro. Solo cuando sentí los labios de Edward en mi intimidad recordé que no traía ropa interior.
- ¡Ay por Dios!- susurre, golpeada por una oleada de placer repentino.
Puse casi los ojos en blanco, embelesada con la suavidad de sus caricias. Mis piernas se tensaron, mientras Edward las separaba un poco mas, dándose mejor acceso en el reducido espacio bajo el escritorio.
Sentí la lengua de Edward deslizarse rítmicamente entre mis pliegues, haciendo que me humedeciera como nunca. No me podía creer que estuviera haciendo eso en este lugar. Esto superaba cualquiera de mis morbosas expectativas, con creces.
La lengua de Edward se enrosco sobre mi clítoris, haciéndome gemir ahogadamente, mientras mis ojos viajaban del escritorio a la puerta, temerosa de que alguien entrara. Observe hacia abajo y las manos de Edward habían levantado por completo el camisón, dándome una vista privilegiada de lo que hacía. Vi su boca entreabierta y su lengua saliendo de ella, serpenteando en mi sexo como una lujuriosa serpiente, mientras mis piernas temblaban y yo gemía casi desesperada. El muy maldito se entretenía en mirarme, clavando sus verdes ojos en mi rostro excitado y yo sentía derretirme ante el poder de sus bellos ojos.
- Edward nos van a atrapar- jadee extasiada
- No lo harán- murmuro, sin dejar de lamer mi sexo- Quédate muy quieta…. Y simula estar escribiendo- me dijo
- No… creo… que pueda… ¡Oh por Dios, Edwaaaard!-gemí
Las manos de Edward acariciaban mi pubis, enroscando los dedos en los vellos y la otra mano se abría camino en la entrada de mi vagina, entrando en ella con lentitud extrema. Su lengua se deslizaba hambrienta, y su dedo comenzó con un bombeo incesante, doblándolo levemente cada vez que entraba, haciendo que me faltara el aire de pronto, desesperada por las sensaciones de los labios de Edward en mi intimidad. Pronto sumo otro dedo a su penetración, haciendo que mi cuerpo completo temblara. Estaba casi a punto de llegar a la cima, perdida en las sensaciones, cuando se abrió la puerta de la sala.
"Mal- di - cion".
- ¿Ya ha terminado señorita Swan?- preguntó una enfermera, amablemente
"No maldición, no he terminado" pensé al borde del colapso
Edward escucho perfectamente la entrada de la enfermera, pero aunque intente cerrar las piernas, no me lo permitió, abriéndolas aun más si fuera posible y hundiendo su lengua en mi entrada. Mierda. Mi corazón bombeaba a tal velocidad que pensé que me daría un infarto allí mismo.
- Yo… yo .. no me… Uhmmmm- dije, entre aterrada y excitada a más no poder. Debía estar roja o quizás de qué color. Esto era innombrable.
- ¿Se siente bien?- me pregunto ella, acercándose
" No tiene ni una maldita idea de lo bien que se siente" pensé
- ¡Si! - casi grité, algo ahogada- es solo que… te- tengo mucho calor…. ¿Ud.. Ud… po- podría trae-erme un poco de a- a - agua?- pregunte de alguna manera
- Claro- dijo ella, mirándome preocupada- en seguida vuelvo, y traeré al doctor
- Uhm- fue lo único que pude decir, mientras la lengua de Edward seguía en su labor, aumentando el ritmo de sus lamidas, mientras su lengua se enroscaba dentro de mí.
Mire hacia abajo, con la boca abierta, jadeando descontrolada mientras Edward me miraba, con los ojos oscurecidos en lujuria, lamiendo con deleite mientras volvía a enterrar sus largos dedos en mi interior.
- ¡Ahhhhh...!- gemi - Eres un maldito hijo de…
No termine de hablar. En realidad no pude. El orgasmo más poderoso de mi vida me embistió con fuerza, haciéndome temblar de tal manera que el escritorio completo tembló cuando me aferre de él, gimiendo como una posesa. Grite como nunca y de seguro pensarían que me había sucedido algo. El muy maldito me miraba feliz desde debajo del escritorio, acariciando mi muslo desnudo, mientras se relamía los labios con sensualidad.
Eso había sido el cielo.
Me arregle como pude, tratando de componerme, mientras Edward salía de debajo del escritorio, sonriente. No sabía cómo demonios iba a salir de esta, pero lo seguro es que Edward me las pagaría...
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waooooooooooooooooooo edward jajajajja lo amooooo
quien no verdad? jejejeje
ya lo perdimos sinceramente... jejejeje quien se encarga del mounstruo obsesionado con el sexo?? jejejeje
ahi no este capitulo da calor jajajajajaja
espero que les haya gustado chicas =)
espero sus votos y comentarios =D
saludos a todas
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