Edward POV
Fui un total pendejo al siquiera pensar que Isabella podía ser remotamente distinta a lo que recordaba. Ella era y seguiría siendo igual. Se veía diferente, externamente, pero por dentro… Lo supe cuando me tope con sus ojos y lo segundo que vi, fue a ella besando a un chico. Se me revolvió el estomago y la comida me hizo daño. Tenia ganas de vomitar o algo peor… como ahorcar al muchacho y a Isabella de pasada. Luego tirarles los espaguetis encima y reírme de los dos… Pero no hice nada. Solo me puse de pie y puse cien dólares en la mesa.
- Vámonos de acá por favor – dije casi susurrando
Todos habían visto lo mismo que yo, así que en silencio, me siguieron hasta el estacionamiento, a buscar el jeep de Emmett.
Me lleve la mano al puente de la nariz y sentí que el pulso me golpeaba en los oídos. No estaba dolido… estaba realmente furioso. Y entonces, oí una voz que termino por quebrarme lo poco de cabalidad que tenia.
- Cariño –
Esa voz me rondo por meses en la cabeza. El mismo timbre lascivo. El mismo timbre codicioso. Isabella.
Me volví despacio para mirarla y me quede sin aire.
No podía verse tan bien. No podía ser más hermosa de lo que recordaba. Allí estaba, de pie ante mí, luciendo como un ángel. Aunque fuese uno caído. Seria porque ahora su ropa no mostraba, solo insinuaba. O sería por el pelo que caía hermosamente por sus hombros, libre del color azabache que solía usar y extensiones… O tal vez esos labios, hermosos, frutales, lustrosos, invitando a ser besados, o las curvas de su cuerpo… o sus senos, apenas visibles ahora… El aire me empezó a faltar y creí que me daría un ataque de calentura o algo así. Pero recordé lo que acababa de suceder y la ira me embargo de nuevo. Ella era como un demonio maligno y no me dejaría arrastrar. No esta vez.
- No me llamo cariño Isabella –le dije, tratando de sonar sereno – mi nombre es Edward
La vi temblar levemente, como si mi voz la hubiese dañado. Era evidente que estaba nerviosa. No parecía ella misma, siempre tan llena de confianza. Se veía vacilante, como una niña. Muy inteligente Swan.
- ¿Cómo has estado Edward? – pregunto, remarcando mi nombre
Sentí a Ángela alejarse de mí para darnos algo de espacio. No quería que se fuera, pero no podía quitar mis ojos de Isabella. Maldita bruja. Era hipnotizante.
- No tan bien como tu – le dije, sin medir lo que decía.
- Tú te ves bien… me dijo con algo de temblor en su voz – muy bien- repitió
- Gracias – le dije, nervioso.
Su comentario me había tomado por sorpresa, y me había causado un temblor nada agradable a nivel de mi entrepierna. No podía estar pensando con mi intimidad en un momento como este… "por dios Edward, enfócate" me exigí. "Deja de mirar las piernas de ella y di algo sensato", me recrimine
- No te gustaría… dar una vuelta – me dijo
No me podía creer lo que había escuchado… ¿en realidad quería estar conmigo como si nada? ¿Estaba loca? ¿Y qué demonios hacia yo analizando la posibilidad de hacerle caso?
- ¿¡Que!?- se me escapo de los labios antes de pensarlo. Pero luego me calme y le pregunte con ironía- ¿Por qué Isabella… tu mascota de hoy no se encuentra disponible?
Sabía que estaba siendo demasiado desagradable, pero era inevitable. Ella sacaba lo peor de mí, de una forma increíble. Deseaba tanto ahorcarla como comérmela a besos… ¿se podrían hacer las dos cosas…?
- Es solo mi amigo – me dijo con torpeza
"Amigo… si, seguro, maldita sea… y yo soy el jodido Peter Pan. Yo no ando besando a mis amigos" pensé
- ¿Así como lo era yo?- le pregunte irónico
- No – me dijo algo nerviosa- Edward…
Y se acerco hacia mí, alzando su mano, lista para tocarme. Pero yo no estaba listo para ser tocado. Temía que su roce me idiotizara. Eso era muy posible. Di un paso hacia atrás y vi un gesto de dolor en su rostro. Esto se estaba complicando
- Estoy ocupado Isabella, dime qué diablos quieres –le dije, con ánimos de huir
Me miro asustada y por un segundo me arrepentí de ser tan rudo.
- Quisiera que habláramos – me dijo
Claro, ahora quería hablar.
- No tengo nada que hablar contigo –le dije, molesto
- Edward – me dijo, tratando de alcanzar mi mano…
"No, Isabella, tú no me vas a volver a tocar" pensé
Le tome la mano antes de que pudiese hacer algo, y no me preocupe por estarla aferrando demasiado fuerte. Quizás hasta le gustara a la muy desviada. Quién sabe. La ira me invadió como una enfermedad infecciosa y letal. Podría jurar que hasta veía rojo.
- Te dije que no te acercaras a mí, ¿no lo recuerdas…?- le gruñí
No sé cómo termine quedando tan cerca de ella. El olor que emanaba de su cuerpo me golpeo y por un segundo quede en estado de coma. Atontado. Embriagado. La mire firmemente, fijo a sus ojos y se me derritió el corazón. Sus ojos. Tan hermosos… Un flash me golpeo la mente y recordé varios sucesos a la vez. Bella golpeándome. Bella besándome. Bella acostándose con el jodido de Jacob. Maldita. Mil veces maldita.
Algún tipo de demonio se ha de haber apoderado de mí, porque no supe como escupí la sarta de palabras que dije luego. Parecía verme desde una pantalla, porque yo mismo no me reconocí. Lo que hace el odio y el despecho. No reconocí mi voz, y no supe de donde saque lo que dije.
- A menos que quieras darte una vuelta conmigo atrás del restaurant y darme una buena mamada… cariño…- le dije, enfatizando esa palabra que ella misma utilizaba en mi– es todo lo que mi pene podría soportar el día de hoy… está un poco cansado… tu sabes…
- ¿Qué? – escuche que me susurró temblorosa. Yo solo quería que sufriera.
- Siempre fuiste buena con esa boquita cariño- dije sonriéndole - ¿no te gustaría arrodillarte ante mí un momento? Si quieres puedo pagarte…
Ella estaba pasmada. Y yo también en realidad. No sabía de dónde mierda había sacado tanto odio y tanta mala palabra. Yo no era así. Aun así seguí con mi veneno.
- No creo que esté disponible para ti cariño… - le susurré al oído- no soy plato de segunda mesa de ninguna golfa - le dije, soltándola con brusquedad y largándome, para aferrar la mano de Ángela como si fuese mi tabla de salvación.
Nos subimos al jeep de Emmett y este partió sin hacer un solo comentario. Yo estaba furioso todavía, y sentía que la sangre me golpeaba las sienes. Gruñí enojado conmigo mismo. De donde mierda había salido toda esa furia. Yo nunca trataría así a una mujer. No importa quien fuera. Esme se moriría si se enteraba que su hijo era un maldito HDP que trataba a las mujeres como basura… ¿en realidad le ofrecí dinero a Isabella por sexo oral…? Mil veces cabrón…
Le di un par de golpes a la puerta, asustando a todo mundo. Emmett me miro por el espejo retrovisor y vi su mirada acusadora por el espejo. No podía decirle nada, al final era su hermana.
- Soy un maldito pendejo – murmuré para que todos oyeran
- Nadie te juzga Edward – murmuro Rosalie
- Ella se lo busco – sentencio Alice, ponzoñosa
- Creo que te excediste – ese fue Emmett. No esperaba que me apoyara de todos modos.
- No tengo disculpas… soy un maldito pendejo cabrón frustrado, que se desquita con otra pendeja frustrada… al final ella no me hizo nada ahora… excepto besarse con un maldito hijo de…
No me di cuenta que mi vocabulario se estaba pareciendo demasiado al de Isabella. Estar con ella definitivamente sacaba lo peor de mí. Increíble.
- Yo no hablo así- murmuré algo más calmado. Lo siento. No sé qué es lo que me pasa
Nadie me dijo nada y eso me hacía sentir peor.
- Estas celoso- escuche la suave voz de Ángela
- No – negué inútilmente
- Edward, alguien indiferente no actúa de esta forma- me explico, acariciando mi cabello
- No me importa lo que haga ella… se puede acostar con todo Forks… quizás ya lo haya hecho- murmure dolido
- Edward- me susurro – deberías hablar con ella y enfrentarla… ¿no dijiste que es lo que harías?- me recrimino ella
- Eso era antes de ver que seguía siendo una jodida…- no termine la frase. Estaba usando vocabulario de alcantarilla otra vez
- No sé lo que hare – corregí- no esperaba encontrarme con esto. Solo quiero descansar y ver que pasa después.
Di el tema por zanjado. No quería hablar de Isabella y al final era lo único que terminaba haciendo. Maldición.
Llegamos a casa y todos bajamos en silencio. Alice decidió quedarse y Emmett dijo que tenía que hacer. Supuse que iría a ver a Isabella.
- Emmett- le dije antes de que se fuera
El me miro como si estuviera en una encrucijada. Lo entendía. Me tenia cariño, pero Isabella era su hermana. No podía hacer nada contra eso.
- Edward no hagas esto – me suplico- No me hagas elegir
- No lo hago – le dije
- Si lo haces
- Emmett, se que tienes que estar con ella… le dije- sé que es tu hermana. Yo nunca desconoceré eso… pero entiéndeme, ella… me hace mal
- Pensé que después de todo este tiempo podrían hablar o algo – dijo Emmett triste – pero veo que ambos siguen tan pendejos como siempre.
- Emmett, yo – trate de explicar
- Yo le dije a ella que tú volvías. Y le dije que tenias una novia
Mi rostro palideció. ¿Emmett le dijo que?
- Pero Emmett… - balbucee. Ángela no es mi novia…
- Lo sé- dijo Emmett- Pero tenía la esperanza de que esa pendeja despertara e hiciera algo por recuperarte- gruño- ahora veo que no sirvió de nada.
Lo vi alejarse y fui incapaz de seguirlo. Isabella sabía. Ella pensó que tenía novia. ¿No estaría actuando… por celos?
No. Imposible. Eso implicaría que ella me quiere y eso es imposible. Ella no quiere a nadie. Ni siquiera a ella misma.
Me senté un rato en la entrada de la casa, porque no tenía ganas de ningún interrogatorio. No sabía qué diablos iba a hacer con toda esta situación, esto era superior a mí en cualquier sentido. Cerré los ojos y ella apareció en mi mente.
La recordé con una extraña mezcla entre la Isabella de hoy y la antigua, la que me había vuelto loco. La veía sensual, pero tierna y mía… totalmente mía. La imagine desnuda, así como la vi hace tiempo, acariciando sus piernas y besando sus labios de los cuales sería incapaz de cansarme… me imagine tocándola viendo como se retorcía bajo mi cuerpo… haciéndole el amor, con ternura, y también loco de pasión y deseo, enterrándome en ella como un poseso, perdiendo mis manos en su intimidad, probándola, aferrándome a sus caderas blancas o enredando mis dedos en su cabello mientras ella susurraba mi nombre con desesperación… y entonces, me di cuenta de que no tenía problemas de índole sexual como pensaba. Y yo creí que los tenia, porque era incapaz de acostarme con alguien. El problema no era ese, sino más bien que yo no podía acostarme con nadie que no fuese Isabella. Ahí estaba seguro que funcionaria de inmediato. Jodida mente masculina, haciéndome pensar depravaciones. No podía evitar pensar en Isabella bajo de mi cuerpo, sudorosa, diciendo que quería mas y mas….
- ¡Mierda! - grite demasiado fuerte
Me volví a meter a la casa, demasiado excitado para hacer nada más que ir al baño. Me quite la ropa y me di una merecida ducha fría. Quizás Jasper tenía razón y todo no fuesen más que frustraciones sexuales. Si me acostara con Bella… ¿se me pasaría todo este martirio que llevaba?
Comencé a pensar que quizás era eso lo que necesitaba.
Pero mi mente traicionera me la traía una y otra vez convertida en un monstruo. Isabella golpeando, Isabella maldiciéndome… Isabella besando a otro… Isabella partiendo mi corazón en mil pedazos.
La había visto con mis propios ojos… como aun así deseaba estar con ella… debía estar rematadamente loco. Demente.
Además, yo no podría simplemente acostarme con alguien por gusto. Yo ya lo había intentado y era imposible. Si sentía que con Isabella podía hacerlo era por una razón muy simple. La amaba. Todavía y a pesar de todo. Podían pasar seis meses como seis años y no podría sacármela de la mente.
Me enfurecía de nuevo. En la casa estaban todos descansando, Ángela había sido acomodada en la habitación de huéspedes y todos ya estaban dormidos o al menos eso parecía. Yo no podía ni pensar en pegar un ojo.
Salí de la casa, frustrado y me subi al coche de Ángela, acelerando con furia. Luego de unos minutos, me di cuenta que me encontraba en la casa de Isabella. No sabía que mierda hacia allí. Mire la casa y vi que la habitación de ella estaba con la luz encendida. Eran las jodidas tres de la mañana…. ¿Es que ella estaría con alguien…?
Otra vez la furia. Si seguía así me iba a terminar dando algún problema de índole cardiaco. Y entonces, la vi asomarse a la ventana. Estaba triste. Lo vi en su cara. Salí del coche como un autómata y al cerrar la puerta ella se volvió hacia mí y me vio.
Mierda. Esto no estaba en los planes.
La vi desaparecer y me dio miedo de que corriera a llamar a seguridad o algo peor. Ya me estaba arrepintiendo de haber ido hasta allá y me estaba metiendo de nuevo al coche cuando la vi aparecer en la puerta de entrada.
Estaba vestida solo con un diminuto short y una camiseta que le quedaba algo grande y se le deslizaba por un hombro. Con el cabello suelto. Me miro con rostro anhelante.
Me quede detenido. Toda mi vida se puso en pausa y me la quede viendo como si viera una aparición celestial. Sus piernas largas, su cintura y sus suaves curvas… llamándome.
Sentí que se me escapaba un gruñido y me acerque a ella. La vi nerviosa y casi al borde de la hiperventilación. Ella me miraba. Yo la miraba.
Entonces, sucedió.
La tome con tal fuerza que la levante del suelo de un solo abrazo, dando la vuelta y poniéndola sobre el capo del auto de Ángela. Mis manos le aprisionaron el cuerpo y su calor me invadió hasta la medula espinal. Sublime. Luego vi sus labios entreabiertos y todo se fue por el caño. Mis labios se estamparon con furia sobre los suyos, desesperados y ella perdió sus manos en mi cabello, tan desesperada como yo.
Mis manos levantaron su camiseta y acariciaron su suave piel. Se me escapo un gemido extasiado al sentir su suavidad y apreté mi agarre. Sus manos no se quedaron atrás y se perdieron bajo mi camisa, acariciando mi pecho y mi abdomen, haciéndome gemir audiblemente, mientras mis manos se aferraban a sus senos, libres debajo de su escasa indumentaria. Isabella lanzo un gemido ahogado, mientras se separaba de mis labios solo para pegarlos a mi cuello, haciendo que la electricidad avanzara por mi cuerpo, centrándose en la parte baja de mi cintura. La aferre del trasero para apegarla a mi intimidad, ganándome otro gemido desgarrado. Quería poseerla, llenarla. Mis labios enfebrecidos se apoderaron de su cuello, bajando por su piel hasta poder posar mis labios en la curva delicada del nacimiento de sus senos. Comencé a moverme sobre ella sin percatarme de que ya casi estaba sobre su cuerpo, aplastándola, pero a ella no parecía importarle. Aferre sus muñecas sobre su cabeza, para tener mejor accesos a la piel de su cuerpo. Mis manos acariciaron, mientras apretaba, demasiado extasiado con su aroma. Desee hacerle el amor de tal forma, que se pudieran borrar las huellas de todos los hombres que habían estado antes de mí. No era posible. Los pensamientos se me entremezclaban entre los recuerdos de su cuerpo y los recuerdos de ella con otro. Furia mezclada con deseo. Mala combinación.
Sin pensarlo mucho mis manos rasgaron su camiseta, dejando expuesta la suave piel de su vientre. Isabella lanzo un grito asombrado, mientras la sentí tensarse bajo mi peso
- Edward – escuche que me decía
Pero yo no escuchaba. De la pasión, pase a un deseo desesperado besándola con rudeza y jalando su cabello con más fuerza de la necesaria. Mordí su hombro, con fuerza, marcándola. Mis manos aumentaron su presión de agarre, sin que yo me diese demasiado cuenta. Estaba enceguecido.
- ¿Esto es lo que te gusta, verdad?- le pregunte mientras perdía una mano dentro de su short- la volví a morder- ¡Responde!, ¿esto es lo que querías?- Casi le grite.
Mis manos de nuevo se aferraron con fuerza a ella, mientras mis caderas empujaban para buscar más roce. Sus manos se apretaban en puños y vi que su rostro palidecía levemente.
- ¡Edward! – volvió a decir ella, con un poco mas de fuerza en su voz
Comencé a sentir que sus manos me daban un ligero rechazo, lo cual no hizo más que enfurecerme, y tome el borde de su pequeño pantalón, rasgándolo también.
No supe en qué momento me gane una sonora bofetada, y yo retrocedí asustado.
- No de esta manera – escuche que me dijo, con voz temblorosa.
Vi a Isabella temblando, mientras trataba inútilmente de tapar su cuerpo con la ropa que yo mismo había roto. Me lleve las manos al cabello, desesperado por lo que acababa de hacer. No sabía qué demonios me había sucedido para actuar como un poseso.
- Yo… lo siento- fue lo único que pude decir, mientras Isabella se encaminaba a la puerta de su casa.
Ella no respondió y yo subi al coche con rapidez, metiendo el acelerador afondo y huyendo una vez mas del lado de Isabella.
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que les pareció el cap chikas???
creen que edward se comporto mal en tratar asi a bella en el restaurante???
creen que este celoso???
y WOW que le paso a edward ahi cuando fue a la casa de bella???
y bella xq lo habra rechazado???
en el proximo cap entenderan el comportamiento que ha tenido bella en el transcurso de la historia, con respecto a los hombres..!
espero que les haya gustado..!
saludos a todas..!
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