Mi corazón siempre sera tuyo (+18)

Autor: solcullen
Género: Romance
Fecha Creación: 11/08/2011
Fecha Actualización: 11/02/2013
Finalizado: SI
Votos: 100
Comentarios: 536
Visitas: 374074
Capítulos: 32

Fic recomendado por LNM

 

La lluvia caía sin cesar, golpeaba fuertemente mi ventana, el viento azotaba fuertemente las copas de los árboles, ya sin hojas. Era invierno, un crudo y frío invierno, pero más frío se había vuelto su corazón... Y aquí estaba yo, perdida en mis pensamientos, como cada día preguntándome: ¿cómo un amor tan grande podía haber terminado en esto? Juntos, pero tan lejos a la vez... ¿Será que esta lucha constante terminará alguna vez? ¿Será que alguna vez el corazón de mi gran amor, Edward Cullen, Mi Edward, volverá a latir por mí otra vez?Mi nombre es Isabella Swan y esta es mi historia...

 

 

 

La historia es completamente salida de mi imaginación, los personajes pertenecen a Stephenie Meyer.

 

 

Este Fic. esta protegido por derechos de autor por Safe Creative. ¡NO APOYES EL PLAGIO!

 

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Las invito a pasar por mi nuevo Fic. "El Chico de Ipanema"

 

 

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Capítulo 9: Un amante enamorado

Chicas cuando Edward comienza a cantar verán que la letra cambia de color. Si la pinchan ahí esta el Link de la canción, escuchenla!!!!! para que se compenetren con la situación!!!!

 

 


Capítulo 9: Un amante enamorado

Edward’s Pov


Iba de camino al aeropuerto junto con mi Bella. Mientras que manejaba llevaba tomada firmemente su mano, sonreía como un tonto al recordar las palabras que dijo ayer en mi cuarto mientras la observaba dormir “Edward, hazme el amor”

Me hizo el hombre más feliz del mundo, la necesitaba con locura, quería que fuera mía de todas las formas posibles. Bueno, era obvio que ambos lo deseábamos, pero escucharlo de sus labios era música para mis oídos, mi alma y mi corazón.

Esta semana las cosas habían subido bastante de nivel entre nosotros, pero no era correcto hacerlo de esa forma en su cuarto, con su madre durmiendo unos cuantos metros más allá, sin la intimidad suficiente, sin que fuera el momento perfecto para su primera vez. Y ahora íbamos de camino a pasar unos perfectos días completamente solos, para amarla solo como ella se lo merecía.

Sería el amante perfecto para ella, hoy dejaría de ser “Edward Cullen el dios del sexo” de Dartmouth, para ser por primera vez un amante enamorado. Sí, porque para mí también será mi primera vez, la primera vez que haré el amor. Mi sonrisa se ensanchó de solo pensarlo. Bella me miraba curiosa cada vez que sonreía.

— ¿Por qué sonríes tanto? ¿En qué estás pensando Edward? —preguntó mi niña curiosa.

—Por nada gatito, solo estoy feliz de pasar estos días junto a ti —levanté nuestras manos unidas y besé el dorso de su mano.

—Mmm…no sé, algo me dice que hay más —como me conoce, pensé— ¿tiene que ver con eso por lo que me tendrás que matar después? —preguntó acercándose peligrosamente sensual, para luego pasar su lengua por el lóbulo de mi oreja.

Sentí sus labios esbozar una sonrisa, ¡diablos que mujer! Con ese leve roce logró que mi “amigo” despertara en un segundo. Perfecto Edward ahora te has convertido en un adolescente hormonado.

— ¡Por Dios Bella! No hagas eso, ¡voy manejando!

— ¿Qué? No he hecho nada —dijo riendo traviesa para volver a pasar su lengua ahora por mi cuello hasta el lóbulo de mi oreja el cual atrapó con sus dientes.

— ¡Diablos Bella, para! ¡Quieres que nos matemos! —le advertí exasperado.

En que condenado minuto mi tierna Bella, se había convertido en esta hermosa y sensual diabla venida desde el mismo infierno para tentar ya a estas alturas, mi precario autocontrol y por supuesto a mi “amigo” que ahora estaba completamente despierto reclamando dolorosamente por atención.

Ella bajó su vista a mi entrepierna y abrió sus ojos como platos, soltó una risa nerviosa y bajó su mirada. Volvía a ser mi tierna y tímida Bella.

—Lo siento —musitó.

—Amor, no me tientes ¿sí? —le pedí acariciando su mejilla.

—Edward, yo solo estaba...no pensé que tú…que tú… —volvió a clavar sus ojos en mi entrepierna y se sonrojó furiosamente.

— ¡Uf! ni te imaginas como estoy, así que por favor amor se buena y pórtate bien, porque si sigues tentándome no llegaremos ni a la puerta de embarque y te tendré que raptar en este mismo instante —ella me sonrió tímida, pero no me contestó nada.

En ese momento llegamos al Aeropuerto Internacional Logan, mientras intentaba con todas mis fuerzas imaginar a Emmett vestido con traje de bailarina de ballet rosa, para procurar que mi dolorosa erección se durmiera otra vez.

Dejamos mi Volvo en el estacionamiento, nos dirigimos a chequear nuestros boletos y a dejar nuestras maletas, aún faltaba media hora para el despegue. Era un vuelo corto de cuarenta minutos aproximadamente, a las nueve y media de la mañana estaríamos en Martha’s Vineyard.

Nos subimos al avión e iba pensando en los hermosos paseos que daríamos por la playa y en lo que íbamos hacer hoy. Cuando note que Bella iba muy callada.

Mi niña era muy curiosa y preguntona, y ahora no me estaba bombardeando con preguntas de todo tipo como solía hacerlo. Se frotaba nerviosa sus manos, es más, estaba algo extraña, era raro que no se hubiera acurrucado junto a mí en su asiento. ¿Será que la regañe muy fuerte? Sí puede ser, a veces te cuesta controlar tu temperamento me reprendió aquella voz ¿o será otra cosa?...

Desde que llegué ayer de Newport no me había preguntado nada sobre eso, y tampoco se había dado el momento para conversar de lo que pasará de ahora en adelante, nuestra inminente separación, que ahora tenía más que claro cuándo sería. -Dos semanas, solo te quedan dos semanas Edward, ¿podrás hacerlo? -Ella te lo pidió, ella quiere lo mejor para ti. -Lo sé, pero es que la extrañaré tanto…ya buscaría el mejor momento para hablarlo.

Pasé mi brazo por encima de sus hombros y la atraje hacia mí, colocando su cabeza en mi pecho, mientras acariciaba su cabello. Así era como quería tenerla siempre, protegida entre mis brazos oliendo su exquisito aroma a fresas.

—Amor ¿Qué tienes? Vas muy callada, ¿te ha pasado algo? —le pregunté tiernamente, para que viera que no estaba molesto con ella, por si se me pasó la mano cuando estábamos en el auto.

—Nada —contestó bajito, haciendo un puchero, para luego pasar sus brazos por mi cintura y esconder su rostro en mi pecho.

— ¿Entonces que tienes? —insistí levantando con una mano su mentón para mirarla a los ojos, tenían una tristeza tal, que me partió el alma.

— ¿Estas enojado? —preguntó con ojos temerosos.

— ¿Yo? —ah, ya veía por donde iba la cosa— Tonta Bella, jamás podría enojarme contigo, yo he sido un bruto no debí gritarte así —me disculpé mirándola directo a los ojos para que viera que mis palabras eran sinceras, logrando que esbozara una pequeña sonrisa, pero volvió a enterrar su rostro en mi pecho sin decir nada— mi pequeña no estoy enojado, solo me has pillado desprevenido, sabes bien como me tienes cierto y tú has sido muy mala jugando conmigo, pequeña traviesa —le dije divertido para calmar su tristeza— te prometo que cuando lleguemos a la playa puedes jugar conmigo todo lo que quieras, soy tuyo, es más lo estoy deseando.

— ¿Todo lo que quiera? —preguntó sonriendo con cierta picardía.

—Todo los que quieras amor.

—Te amo Edward.

—Y yo a ti pequeña.


Llegamos a las 9: 30 de la mañana al aeropuerto de Martha´s Vineyard como estaba previsto, era un día muy soleado y cálido a pesar que estábamos en los primeros días del otoño. Nos bajamos del avión, fuimos por nuestras maletas y tomamos un taxi. Íbamos felices y abrazados, ninguno de los dos paraba de sonreír.

La casa de mis padres era de una planta pero muy amplia, con todas las habitaciones orientadas hacia el mar, grandes ventanales y lo mejor de todo, la playa era privada, solo para mi Bella y yo. Ya me podía imaginar haciéndole el amor a la luz de la luna en la orilla de la playa.

Cuando entramos fuimos directo a dejar las maletas a mi habitación, que era las más alejada de todas, por suerte, lo más lejos de Emmett pensé. Ya lo podía ver haciendo bromas incómodas sobre ruidos nocturnos o algo por el estilo.

— Bella ¿Quieres cambiarte de ropa y guardar tus cosas, mientras voy a ver que este todo en orden?

—Sí, ¿Dónde puedo guardar mi ropa?

—Aquí amor, en esa puerta está el closet.

Fui a revisar la casa. Abrí las ventanas y busqué las llaves del auto, cuando fui a la cocina a revisar que había para comer me encontré con la despensa y el refrigerador vacío, maldito Emmett pensé. Siempre hacia la mismo cada vez que venía. Aunque pensándolo bien, me venía bien para lo que quería hacer esta noche, quería que fuera una noche especial, íntima, tranquila, sencilla, como era mi Bella, sin grandes restaurantes y fastuosas sorpresas. Quería que solo fuésemos ella y yo amándonos.

Volví a la habitación y me encontré a Bella dentro del closet guardando su ropa, se había puesto un vestido de algodón blanco, corto sin mangas, que me dejaba observar sus hermosas y torneadas piernas, estaba descalza parada en la punta de sus pies tratando de alcanzar un colgador. Me acerqué sigilosamente por detrás, la abracé por la cintura y besé su cuello, sentí como se estremeció en mis brazos.

— ¿Ahora puedo ver lo que compraste en Victoria’s Secret? —pregunté rozando mi nariz desde su hombro hasta su cuello, para llegar al lóbulo de su oreja al cual le di una leve lamida, mientras la acercaba más a mí y la acariciaba por encima del vestido.

—Mmm…quizás —me contestó dándose la vuelta en mi brazos, para terminar besándome dulcemente— pero primero señor Cullen ha sido muy malo, a si que si quiere verla, primero tendrá que alcanzarme —y salió corriendo en dirección a la sala riendo a carcajadas.

—No escaparás pequeño demonio, ya verás cuando te atrape —amenacé riendo igual que ella y salí a toda velocidad tras ella.

— ¡Uy que susto! —gritó de algún lugar de la casa y volvió a reír mas fuerte— lo espero doctor Cullen, estoy enferma, como ve soy una niña inexperta y necesito un pediatra que sane el dolor que tengo justo aquí —volvió a gritar pícara.

La alcancé justo cuando iba saliendo por la terraza en dirección a la playa. La tomé de la cintura y me la puse al hombro.

— ¡Ahora te daré un par de nalgadas, has sido una niña muy traviesa! —le dije mientras le daba una pequeña nalgada en el trasero.

— ¡Edward! —Gritó riendo a carcajadas— ¡bájame! —reímos juntos mientras la acostaba delicadamente en un sofá de la terraza y me recostaba encima de ella.

— ¿Y bien? ¿Dónde es que le duele a la paciente? —pregunté insinuante.

—Aquí y aquí —dijo mostrándome sus labios y restregando su intimidad con la mía, mientras se mordía sensualmente el labio inferior. -¡Diablos! si sigue así le haré el amor ¡aquí mismo! -tranquilo Edward, lo prometiste, prometiste hacer las cosas bien- me recordó mi conciencia -mejor cambio el tema…

Le di dos castos besos, en cuello y en sus labios.

— ¿Mejor?

—Un poco —me contestó como niña pequeña, no muy conforme.

— ¿Qué quieres hacer hoy mi princesa?

—No sé ¿Qué tienes pensado?

—Bueno, primero tenemos que ir a comprar porque el muy glotón de Emmett ha dejado la despensa vacía, después podemos ir a almorzar o si quieres en la noche ir a cenar, pero me gustaría más que cenáramos en casa ¿Qué dices?

—Prefiero cenar en casa.

— ¡Okey, que bien! ¿Vamos? —me puse rápidamente en pie, ya no soportaba ni un segundo más encima de ella sin hacer nada más.

Salimos en dirección al pueblo en el Aston Martin de Carlisle, aún no entendía porque tenía este auto aquí, pero según él lo tenía para pasear por la playa.

Llegamos a la tienda, tomamos un carro y nos dispusimos a comprar. Íbamos abrazados, no podíamos separarnos, ni dejar de darnos pequeños besos en todo momento. Me encantaba esta situación, parecíamos una pareja de recién casados.

— ¿Edward, sabes cocinar?

—Eh…algo ¿y tú?

—Nada de nada —rió nerviosa— ¿entonces como sabremos que comprar?

—Simple, lo compraremos todo.

— ¡Oh! —Abrió como platos sus hermosos ojos castaños— ¿todo? ¿No crees, que es mucho? ¿Entonces que te gustaría comer? Mmm…quizás podría intentar cocinar lasaña, he visto muchas veces como la prepara la señora María, además es tu favorita y la también la mía, prometo que no te intoxicaré —dijo divertida.

—Me parece una excelente idea amor, pero cocinaremos juntos ¿okey? siempre juntos, además podemos llamar a Esme para que nos ayude.


Después de comprar todo lo necesario para nuestra cena romántica, además de velas y un hermoso ramo de rosas rojas para mi Bella, fuimos a almorzar langosta a Edgartown, un lindo restaurante frente a la playa.

Bella estaba enfurruñada, desde que salimos de la tienda no decía nada. Se veía tan adorable. Yo solo sonreía, sabía perfectamente porque era, así que decidí dejarla tranquila hasta que se decidiera a hablar.

— ¡Por que le dijiste que estoy embarazada! —dijo de pronto. Sus cejas estaban juntas y sus brazos cruzados, mientras yo apretaba mis labios para no estallar en carcajadas.

—Amor, lo dije para que no saltaras encima de la cajera para matarla y además para que viera que tengo una sola dueña —le contesté divertido mientras la atraía hacia mí y besaba el tope de su cabeza.

— ¡Tú tienes la culpa Edward Cullen! por ser tan malditamente bello y sexy. La muy estúpida no dejaba de comerte con los ojos, pero eso no lo justifica —dijo como gatito enojado. La situación cada vez me divertía más.

— ¿Me encuentras bello y sexy? —pregunté haciéndome el desentendido.

— ¡Oh, vamos Edward! te conozco hace mucho ¿sabes? ¿A quién quieres engañar? “dios del sexo Cullen”.

— ¡Que! —maldito Emmett, cuando te encuentre… ¡tenias que decírselo a ella!...

Y siguió alegando como si nada.

—“Cariño, es necesario que lleves tantos dulces, le puede hacer mal al bebe” —dijo intentando imitar mi voz lo que provocó que me riera nuevamente.

—Mi hermosa Bella ¿y si así fuera? ¿Qué tiene de malo? ¿No quieres tener hijos? ¿No te gustan los niños? —ahora era yo el que estaba interesado en saber.

—Eh…bueno sí, pero es que nunca lo había pensado en realidad… y ¿tú? —me miraba curiosa.

—Yo quiero tener por lo menos seis —contesté muy convencido y sonriente, y más si son contigo amor, pensé.

— ¡Seis! —gritó mientras se atragantaba con el vino.

—Y todos contigo mi amor, pero eso será más adelante —ella solo abrió su boca y la volvió a cerrar, la había dejado sin palabras.


Terminamos de almorzar y nos dirigimos de camino a la casa, cuando recordé algo importante que me faltaba a raíz de la conversación de los hijos, así que me desvíe hacia una farmacia.

—Amor ¿Qué hacemos en una farmacia? —me preguntó curiosa, mientras me estacionaba en la puerta de esta.

—Este…yo… verás amor, yo…yo… —me ruboricé furiosamente como niño de quince ¡maldición que me pasa! ¡Por qué tengo vergüenza!— me esperas aquí, voy y vuelvo, no me demoro nada —contesté tratando de salir de la situación. Ella me miró comprendiendo mi vergüenza.

—No es necesario que bajes a comprar nada cariño —me sonrió y me dio un pequeño beso en los labios.

— ¿Por qué? —no entendía nada.

—Bueno…verás… —ahora era ella la que tenía vergüenza— yo tomo la píldora —lo dijo todo de un tirón, como si así le fuera más fácil— la tomo para regularizar mi periodo.

—Ah, que bien —no fui capaz de decir nada más.

De solo pensar que estaría dentro de ella sin condón “mi amigo” comenzaba a despertar sin darme tregua. Encendí el auto y nos fuimos a la casa.

Cuando llegamos, Bella se fue directo a la pieza a ponerse su bikini, mientras yo bajaba todas las bolsas del auto y las dejaba en la cocina.

Estaba intentando dejar todo en su lugar cuando apareció mi Bella con un diminuto bikini blanco. No podía dejar de admirarla, era una diosa, perfecta, dejé lo que estaba haciendo para ir abrazarla y besarla con locura. Eran increíble las sensaciones que ella provocaba en mi, jamás me había sentido tan atraído por una mujer en toda mi vida, era un droga… una droga que necesitaba para vivir. Cuando terminamos el beso Bella se veía abrumada, se notaba que me necesitaba tanto como yo. Besé su frente y le pedí que me esperara en la playa, mientras yo también iba a ponerme mi traje de baño.

Estábamos en la playa, tumbados en la arena, disfrutando del sol, Bella estaba con sus ojos cerrados, tranquila. Así quería verla siempre, feliz junto a mí, con su pequeña y delicada mano entrelazada con la mía, mirando esa pequeña sonrisa que se formaba en sus labios cuando soñaba conmigo.

Podría admirarla durante horas, no quería perderme nada, ni el más mínimo detalle, cada lunar, cada peca, cada cicatriz por pequeña que fuera de mi tierna y dulce Bella. Tan bondadosa, siempre pensando en los demás menos en ella, nunca más quería ver esos tristes ojos de hoy en la mañana…

¿Será que realmente su tristeza era por mi regaño? -Bien sabes que no es por eso- me recordó esa maldita voz -ella esta triste porque sabe que te irás, no te lo dice porque ella te lo pidió, porque no quiere hacerte sufrir con su dolor…quiere que seas feliz. Y era cierto ella era capaz de hacer eso y mucho más…

¡Diablos, ya no puedo más con esto! ¡Qué ganas de arrancar el corazón de mi pecho para no sentir esto! ¡Estoy haciendo sufrir a mi ángel, a mi hermoso ángel!

Mientras la miraba mis ojos se llenaron de lágrimas ¡como la amaba! Ella era todo ¡era mi vida! Era un hecho, era el ser más perverso y egoísta del mundo por dejarla sola, esperándome, pero buscaría una salida para poder tener ambas cosas, realmente me sentía incapaz de separarme de ella, la tendría conmigo o no tendré nada. Sin poderlo aguantar más me abracé a ella apretándola hacia mí todo lo que podía, sentía que se escapaba de entre mis dedos. La estrechaba fuerte, era la única forma que encontraba de no sentir esto, solo quería sentir que jamás la perdería, que estaría conmigo para siempre, besé su frente con devoción y cerré fuertemente mis ojos.

—Edward amor ¿Qué tienes? —Me preguntó preocupada, ella notó mi desesperación— ¿Por qué lloras?

— ¿Sabes que te amo cierto? —le dije con todo el amor que sentía por ella.

—Lo sé Edward, pero dime qué te pasa por favor, me estoy preocupando —se levantó un poco para mirarme intensamente, mientras me acariciaba el pelo con ternura.

—Nada amor, no es nada, solo que te amo más que a mi vida y quería que lo supieras —y la besé con todo el amor que sentía en mi alma y en mi corazón.

Después de eso no dijo nada, tampoco me preguntó nada, creo que entendía bien como me sentía, porque debía de ser de la misma forma que se sentía ella.

Nos besamos y nos hicimos cariño toda la tarde recostados en la arena con el mar mojando nuestros pies, reconociendo poco a poco nuestros cuerpos.

Nos bañamos y jugamos como dos niños en el mar. Luego al caer el sol caminamos tomados de la mano por la orilla de la playa para ver la puesta de sol. Bella iba de lo más entretenida, buscando caracolitos o jugando con pequeñas estrellas de mar que encontraba en la orilla, las tomaba y las observaba un buen rato para luego devolverlas al mar, parecía una niña que descubría el más maravilloso de los tesoros. Como siempre yo la miraba embelesado, sorprendiéndome con cada gesto, con cada palabra.

Cuando el sol cayó completamente en el firmamento, nos fuimos a la casa para comenzar a preparar nuestra cena romántica.

—Bueno, ¿por dónde partimos? —preguntó divertida.

—Creo que mejor llamamos a mamá.

—Sí creo que es lo mejor, antes que hagamos explotar su cocina —dijo para luego reírnos a carcajadas.

Mi paciente madre nos explicó una y mil veces como hacer la bendita lasaña. Bella hablaba con ella mientras ambos seguíamos las instrucciones de Esme. Luego de una hora y media donde la volvimos prácticamente loca, la lasaña estaba dentro del horno y la cocina parecía un campo de batalla.

Mientras limpiábamos el desastre, nos mirábamos cómplices, como dos tontos enamorados, de vez en cuando estallábamos en carcajadas de vernos llenos de salsa por todos lados y el pelo alborotado como si hubiésemos tenido un batalla campal, bueno… el mío más que el de ella obviamente. Dejamos puesta la mesa y fuimos al cuarto a ducharnos y a cambiaron de ropa.

Quedamos de arreglarnos, como si fuésemos a salir fuera, para nuestra cita en la terraza. Bella llevaba un vestido morado strapless muy corto de satén que se pegaba a su cuerpo como una segunda piel, me daba una vista privilegiada de sus perfectas y sexys curvas. Yo me puse un Jeans desgastado con una camisa blanca. Salimos del cuarto tomados de la mano a nuestra cena romántica, la noche recién comenzaba.

Cenamos a la luz de la velas, acompañando nuestra lasaña con un buen vino Cabernet Sauvignon, una suave música inundaba el ambiente haciéndolo más perfecto si se podía. Conversamos de todo y nada, cuando nuestras miradas se encontraban nos perdíamos en nuestro propio mundo, en ese donde no había cabida para nadie más solo para mi Bella y yo.

Cuando terminamos de comer, la invité a bailar conmigo a la terraza. La luz de la luna iluminaba nuestros cuerpos, nuestra piel brillaba como si estuviese hecha de hielo. La abracé estrechándola fuerte contra mí, ella como siempre, como un acto reflejo apoyó su cabeza en mi pecho mientras pasaba sus esbeltos brazos por mi cintura, una vez más me perdía en su embriagante aroma a fresas cuando besé su frente.

Comenzamos a dar vueltas lentamente al ritmo de la música. Estábamos en nuestro mundo perfecto, sintiendo nuestras respiraciones, el latir de nuestro corazón. De pronto una canción que me gustaba mucho comenzó a sonar, I don’t want to miss a thing de Aerosmith…me recordaba a ella.

Levanté su rostro con una mano para mirarla profundamente, quería atravesar su alma con mi mirada, que viera cuanto la amaba. Sus ojos brillaban expectantes, emocionados, pegué mi frente a la suya y le canté…

♪I Could stay awake just to hear your breathing, watch you smile while you are sleeping, while you´re far away and dreaming♪
(Podría permanecer despierto solo para escucharte respirar, mirarte sonreír mientras duermes, a lo lejos y soñando)

Ella me miraba encandilada, pasó sus brazos alrededor de mi cuello y enredó sus dedos en mi pelo, mientras yo acariciaba su espalda perdiéndome en su suave y sedosa piel, deseoso, lleno de amor.

♪Every moment spent with you is a moment I treasure. I don´t wanna close my eyes I don´t wanna fall asleep ´cause I´d miss you babe and I don´t wanna miss a thing♪
(Cada momento que paso contigo es un momento que aprecio. No quiero cerrar mis ojos, no quiero quedarme dormido, porque te extrañaría nena y no quiero perderme de nada)

No aguanté más y la besé con todo el amor que le era capaz de demostrar. Fue un beso suave, tierno, nuestras lenguas jugaban suavemente al ritmo de la bella melodía, terminé el beso con un beso casto en sus labios y la volví a estrechar junto a mí para cantarle a su oído, la parte que mejor reflejaba lo que sentía por ella.

♪Lying close to you feeling your heart beating and I´m wondering what you´re dreaming, wondering if it´s me you´re seeing. Then I kiss your eyes and thank God we´r together and I just wanna stay with you in this moment forever, forever and ever♪
(Acostado cerca de ti siento latir tu corazón, y me pregunto con que estás soñando, me pregunto si es a mí a quien estás viendo. Entonces besos tus ojos y agradezco a Dios que estemos juntos y solo quiero estar contigo en este momento por siempre, por siempre y para siempre)

Nos volvimos a besar apasionadamente, nuestras lenguas danzaban furiosas, luchando por besarnos más intensamente. Ya no podía más, moría por hacer el amor con ella. La alcé de la cintura para que rodeara con sus piernas mis caderas y me fui caminando con ella en mis brazos mientras nos seguíamos besando desesperadamente, mientras la hermosa canción seguía sonando.

Cuando llegamos a la habitación la deposité con cuidado en el suelo, la tomé suavemente de su nuca y deslicé mis dedos desde el inicio de su cabello bajando por su columna hasta llegar al cierre de su vestido. Ella cerró los ojos entregándose así al placer que mi tacto le daba, echó la cabeza hacia atrás, su pelo cayó de forma sensual por su espalda. ¡Qué increíble! con ese simple gesto me estaba matando, era una diosa ¡una perfecta diosa! pensé, mientras que aceptaba la invitación a besar su piel, la cual llené de húmedos y mordelones besos desde el lóbulo de su oreja, bajando por su cuello hasta llegar a su hombro, para luego devolverme hasta la base de su cuello y subir por su mentón, para volver a besar sus labios.

Nuestros besos cada vez eran más demandantes y lujuriosos. Sus manos que estaban firmemente agarradas a mi cabello bajaron temblorosas hasta los botones de mi camisa intentando desabrocharlos, pero estaba tan nerviosa que sus intentos eran inútiles…Que hermosa e inocente era mi princesa…

—Amor, no debes temer —le dije mirándola directamente a los ojos, con ternura. Ella me regaló una pequeña sonrisa y asintió.

Tomé sus manos entre la mías y la ayudé a desabotonar los botones de mi camisa uno a uno. Cuando mi torso quedó desnudo frente a ella, mordió su labio inferior y tímidamente posó sus manos en mi abdomen para acariciar suavemente, ganándose un excitado gruñido de mi parte.

Lentamente, fue dejando caricias con sus manos en forma ascendente hasta mi pecho, donde sus dedos jugaron unos momentos con el vello de este para luego llegar a mis hombros y deslizar mi camisa por mis brazos, repasando ardientemente cada curva hasta que cayó al suelo. Su toque era el mismo cielo, sus suaves manos me daban un placer inexplicable, único, un mar de sensaciones que jamás había sentido.

Luego imitando mis movimientos, rozó con la yema de sus dedos toda la extensión de mi columna vertebral, mi respiración se volvió pesada, sus tímidas e inexpertas caricias me estaban volviendo completamente loco.

Bajé lentamente el cierre de su vestido, mientras rozaba ardientemente su espalda con mis dedos, este se deslizó acariciando su cuerpo sensualmente hasta que cayó al suelo a hacerle compañía a mi camisa.

Mis ojos vieron una diosa hermosa y pecaminosamente sexy. Tenía puesto un sujetador de seda morado y una pequeña braguita del mismo color. Tragué pesadamente, ya no aguantaba más, quería hacerla mía ahora. Pero era su primera vez, sabía que sería dolorosa, que debía ser delicado.

La tomé en brazos como a una novia y la recosté en la cama con mucho cuidado como si del más delicado cristal se tratase.

Comencé a besarla nuevamente con mucho amor, con ternura. Sus manos se aferraban fuerte a mi espalda mientras nuestros sexos se comenzaban a rozar tímidamente por encima de la ropa, me separé un poco de ella para quitarme el pantalón, los zapatos y calcetines para quedar en bóxer.

Me acerqué a ella nuevamente, le quité sus zapatos uno a uno y besé sus pies con devoción, para luego tomar uno de ellos y comenzar a acariciarlo ardientemente con mis labios y la punta de mi lengua desde su tobillo hasta la parte interna del muslo, por donde lamí lenta y tortuosamente hasta llegar a su intimidad. Rocé con mi lengua por encima de su ropa interior inhalando el perfume de su adictiva esencia, lo que provocó que a Bella se le escapará un sensual gemido y su respiración se hiciera más agitada, entrecortada, disfrutando de mis caricias.

Continué mi camino de lujuriosos y húmedos besos pasando por su ombligo hasta llegar a sus pechos los cuales besé por encima de su ropa interior mientras que con la otra mano me dedicaba a desabrocharlo.

Cuando le saqué el sujetador, mi Bella hizo el intento de taparse con las manos, pero no la dejé.

—No te avergüences amor, eres hermosa, simplemente perfecta —le dije mirándola sin contemplaciones, deleitándome con la vista que me entregaba su hermoso cuerpo.

—Edward yo…

—Tranquila amor, tranquila.

Besé cada uno de sus perfectos senos con dedicación, mientras le daba placer a uno con mi lengua el otro lo masajeaba intensamente. Bella tenía sus ojos cerrados, suaves gemidos tormentosamente sensuales salían de sus labios sexys, me estaban llevando a la peor de las locuras.

Mientras continuaba lamiendo uno de sus erectos y rosados pezones, bajé una de mis manos para acariciar nuevamente su intimidad por encima de sus braguitas, con ese simple roce Bella me regaló la más sensual y erótica escena jamás vista por mis ojos, arqueó su espalda levemente, dejando caer su cabeza hacia atrás, apretando fuertemente las sábanas de seda.

Mi mano se introdujo dentro de su braguitas masajeando lento, delicadamente su botón de placer, mientras continuaba succionando sus hermosos senos. Deslicé un dedo dentro de su intimidad con cuidado de no causarle ningún dolor, ella abrió sus ojos asustaba por la intromisión.

Puse mi rostro a su altura y la miré intensamente mientras continuaba con mi labor masajeando su clítoris mientras otro de mis dedos entraba y salía de ella. La besé tierna y apasionadamente indicándole que todo estaba bien, logrando que se relajara y se rindiera al placer, sus gemidos eran más altos, mientras mi dedo entraba y salía más rápido de su interior.

Quería hacerlo más fácil para ella, para no causarle ningún daño, ningún dolor. Me moría por probar el sabor de su intimidad, pero eso lo dejaría para otro día, no quería abrumar a mi inocente Bella. Su interior era cálido estrecho, lo único que deseaba en estos momentos era estar dentro de ella.

Cuando sentí que estaba cerca del clímax, introduje otro dedo y aceleré mis movimientos para hacerle alcanzar el éxtasis total, sus gemidos inundaban toda la habitación, su rostro estaba distorsionado de placer, cuando de pronto lo sentí, soltó un fuerte gemido, mientras arqueaba su espalda y apretaba fuerte las sábanas con sus manos, su respiración era agitada. Mi Bella había tenido su primer orgasmo.

Mientras intentaba recuperarse quité la última prenda que tenía puesta deslizándola despacio por sus piernas, después me quité el bóxer. Ella miró mi erecto pene por primera vez con ojos curiosos muy abiertos, ruborizada, y mordió nuevamente su labio inferior, gestó inocente y sensual que me traía loco, que me hacía amar aun más si es que se podía su angelical candidez.

Me posicioné entre sus piernas rozando con la punta de mi pene suavemente su húmeda intimidad, estaba lista para mí. Me recosté encima de ella con cuidado para que no soportara ni un gramo de mi peso.

—Amor, si te duele o te hago daño me avisas inmediatamente ¿sí?

—Sí —susurró.

Apoyé mi frente con la suya y la miré intensamente expresándole todo mi amor.

—Te amo —susurré mientras lentamente comenzaba a introducirme en su interior.

Ella se aferró a mi espalda y cerró sus ojos.

—Bella mírame, no cierres tus hermosos ojos para mí —le pedí mientras comenzaba a embestirla suave, lento, con cuidado.

Nuestras miradas se conectaron.

Poco a poco fui introduciéndome en su estrecha y cálida cavidad, conteniéndome del devastador placer que esta me producía y las ganas dementes de penetrarla con más fuerza cada vez que escuchaba sus sensuales y doloridos gemidos, los primeros que eran solo para mí.

Pero esta vez la mujer que tenía entre mis brazos era mi Bella y mientras iba más adentro me repetía una y otra vez que debía ser delicado, hasta que me topé con la barrera de su virginidad. Empujé lentamente hasta que sentí que algo se desgarró, mientras el monstruo egoísta y cavernícola que habitaba en mi interior se regocijaba de felicidad, mi Bella ahora era completamente ¡MIA!

Bella soltó un gemido de dolor, clavó fuertemente sus uñas en mi espalda mientras dos lágrimas rodaron por sus mejillas.

— ¿Princesa te he hecho daño? —pregunté muy preocupado, intentando salir de su interior, secando sus lágrimas tiernamente, quizás no había sido cuidadoso como yo creía.

—No, espera —me contestó bajito, mientras me abrazaba más fuerte para no dejarme ir— ya pasará —dijo en un susurro adolorido.

Esperé unos instantes, muy quieto sin moverme hasta que pasara su dolor. Pronto sentí como se relajaba y con un leve movimiento de sus caderas me invitó a continuar.

Comencé a embestirla nuevamente, suave, lento, profundo. Amándola con pasión, sin prisa, nunca despegué mi frente de la suya, nuestras miradas se mantuvieron siempre unidas.

Estaba en el mismo cielo, mientras mi cuerpo se estremecía, una hermosa sensación se alojó en mi pecho ¡Dios como la amaba! Con cada embestida que le daba mi cuerpo temblaba de pies a cabeza, era maravilloso tenerla entre mis brazos, hacer el amor con la persona que amas.

Los ardientes gemidos y palabras sin sentido inundaban la habitación, nuestros movimientos eran más rápidos, más urgentes, mientras nos seguíamos mirando con amor, con pasión.

—Eedwaard…—gimió mi Bella.

— ¿Si amor? —pregunté jadeando extasiado en sus labios.

—Más…—logró decir como pudo.

— ¿Así? —pregunté comenzando a penetrarla más hondo, más intenso.

—Si —gimió más fuerte rodeando mis caderas con sus piernas y abrazándose fuertemente a mí con piernas y brazos.

Aceleré mis movimientos, más duros, más profundos, sentía que Bella estaba cerca del final, sus paredes se comenzaron a estrechar, entregándome el más abismal y enloquecedor de los placeres, pero debía aguantar un poco más, ella debía llegar primero. Sentía que iba a morir de placer con cada embestida que daba, hasta que sentí sus uñas clavadas en mi espalda, su mirada se desconectó de la mía, dejó caer su cabeza hacia atrás y un fuerte gemido salió de sus labios junto con mi nombre, había llegado al clímax.

— ¡Edward! —y en ese momento me dejé ir.

Sentí el más intenso de los orgasmos que jamás había tenido. Un fuerte gruñido, casi animal salió de mi garganta, cuando derramé mi cálida semilla en su ser.

— ¡Bella! —grité gruñendo.

Continué moviéndome lentamente para absorber los últimos latigazos de placer hasta que caí sobre ella y apoyé mi cabeza en su hombro.

Permanecimos un rato abrazados, tratando de normalizar nuestras respiraciones. Nuestros cuerpos estaban empapados de sudor, ella acariciaba mi espalda y mi pelo tiernamente, mientras yo le daba pequeños besos en sus labios y por todo su rostro. Me levanté para salir de ella, no sin antes darle un dulce beso en sus labios.

Me acosté sobre mi espalda, la atraje hacia mí rodeándola con mis brazos y nos tapé con las sábanas.

—Te amo Bella —le dije mientras besaba su frente.

—Y yo a ti Edward —me contestó besando mi pecho.

Hacer el amor con mi Bella, había sido el acto más perfecto de amor y profunda entrega que había hecho en mi vida. La amaba con locura. Ella había conseguido lo que ninguna mujer había logrado, Bella me había enseñado a amar.

Así nos quedamos dormidos, desnudos con nuestros cuerpos entrelazados, amándonos intensamente.

 

 

 

 

 

 

 


 

Mis queridas y lindas amigas, espero que les haya gustado el nuevo capitulo, se los dejo con todo cariño, en especial a todas mi amigas del chat y a las que comentan, ustedes son las que me animan a seguir cada día las quiero!!!! Ya que esta historia es tan mía, como suya.

A si que ahora a comentar y a votar!!!!

Siento si a alguien no le gustó la canción o la música en inglés, en lo personal a mi me encanta.

 

LAS QUIERE

SOL
BESOS

 

 

 

 

Capítulo 8: La decisión equivocada Capítulo 10: Un compromiso de amor "siempre juntos"

 


 


 
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