Mi corazón siempre sera tuyo (+18)

Autor: solcullen
Género: Romance
Fecha Creación: 11/08/2011
Fecha Actualización: 11/02/2013
Finalizado: SI
Votos: 100
Comentarios: 536
Visitas: 365777
Capítulos: 32

Fic recomendado por LNM

 

La lluvia caía sin cesar, golpeaba fuertemente mi ventana, el viento azotaba fuertemente las copas de los árboles, ya sin hojas. Era invierno, un crudo y frío invierno, pero más frío se había vuelto su corazón... Y aquí estaba yo, perdida en mis pensamientos, como cada día preguntándome: ¿cómo un amor tan grande podía haber terminado en esto? Juntos, pero tan lejos a la vez... ¿Será que esta lucha constante terminará alguna vez? ¿Será que alguna vez el corazón de mi gran amor, Edward Cullen, Mi Edward, volverá a latir por mí otra vez?Mi nombre es Isabella Swan y esta es mi historia...

 

 

 

La historia es completamente salida de mi imaginación, los personajes pertenecen a Stephenie Meyer.

 

 

Este Fic. esta protegido por derechos de autor por Safe Creative. ¡NO APOYES EL PLAGIO!

 

NO DOY AUTORIZACIONES, PARA SU PUBLICACIÓN, EN NINGUNA PÁGINA DE FACEBOOK, BLOGS O SIMILARES. LAS ÚNICAS PÁGINAS AUTORIZADAS, SON: LUNANUEVAMEYER Y FANFICTION.NET. GRACIAS POR LA COMPRESIÓN.

 

Las invito a pasar por mi nuevo Fic. "El Chico de Ipanema"

 

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 18: Mi corazón siempre será tuyo. Parte 3

Chicas aquí les dejo mi regalo de navidad es un capitulo súper extralargo con como tres capítulos en uno. Espero lo disfruten son 92 páginas de Word en letra 14.

 

 

Bella P.O.V

 

No pude más que echarme a reír, como me conocía mi Edward siempre iba un paso mas adelante que yo en mis intensiones. Lo doblé nuevamente como estaba para que no notara que me había pillado y guardé nuevamente la caja en su bolsa. Cuando me disponía a bajar…

 

-¡Isabella Marie Swan!- sentí la voz divertida de mi amor detrás de mi- ¡lo sabía, sabía que no lo podrías resistir!

 

Solté un gritó de la impresión. Con el susto que me llevé, perdí el equilibrio y caí del closet, pero jamás llegué al suelo, los brazos fuertes y protectores de Edward me atajaron en el aire.

 

No me atrevía a mirarlo a la cara estaba roja como un tomate.

 

-Ahora gatito curioso me debes una buena explicación.

 

-Eh…yo…yo…este…yo…yo…- no sabía que decir, a lo único que atiné fue a esconder mi rostro en su pecho, mientras me llevaba en brazos devuelta a la habitación.

 

Me sentó en la cama, se puso en cuclillas para quedar a mi altura y mirarme directamente a los ojos, se veía que no estaba enojado, es mas en sus ojos había un cierto de brillo de diversión por la situación, ¿pero que explicación podría darle?…amor me subí al closet porque tengo tantas ganas de casarme contigo, que no aguante la curiosidad de saber si me habías comprado el anillo de compromiso…

 

-¿Y?- insistió mirándome a través de sus espesas pestañas cobrizas.

 

-Perdón- susurré mirando el piso-es que quería ver que le habías comprado a Esme, pero no alcance a ver nada- mentí lo mejor que pude.

 

-¿Segura que no te encontraste con nada? ¿Con algún recado para ti quizás?

 

-¿Recado? ¿Cuál recado?- pregunté lo mas inocente y convincente que pude.

 

-Mmm, no te creo nada de nada, pero lo dejaré pasar, solo porque eres una pequeña consentida que no puede aguantar hasta la navidad para saber cual es su regalo.

 

-¿Mí regalo de navidad? ¿No dijiste que era para Esme?

 

-Isabella Marie Swan, no sabes mentir estoy más que seguro que encontraste el recado que dejé para ti, así que no intentes cambiar el tema- me dijo intentando parecer serio incluso hasta una pequeña sonrisa se le escapaba de sus labios.

 

Se veía tan encantador tratando de parecer enojado, me derretía con solo una mirada, que no me quedo otra que decir la verdad. 

 

-Está bien lo asumo, soy culpable, si la leí, es que me mataba la curiosidad y como tú no me los quisiste mostrar- le reproché como niña pequeña encogiéndome de hombros.

 

-Eso me pasa por que te he convertido en una pequeña consentida, primera vez que te niego algo y el gato curioso que tengo por novia espía mis compras navideñas.

 

-Mentira, no soy consentida, me consientes muy poco- le dije enfurruñándome y haciendo un puchero para jugar con el.

 

-¿Crees qué te consiento poco?- preguntó seductoramente avanzando peligrosamente hacia delante como un felino para dejarme recostada en la cama.

 

-Si.

 

-¿Quieres qué te consienta más?- preguntó colando una de sus manos por debajo de mi sweater acariciando abrasadoramente mi cintura.

 

-Siii.

 

-¿Cuánto mas?- demandó dejando húmedos besos en mi cuello.

 

-Muchísimo más- le pedí en un jadeo ardiente al sentir su erecto miembro rozar insistentemente mi intimidad y su otra mano acariciaba un muslo subiendo lentamente para colarse por debajo de mi falda.

 

Seguimos jugando el insinuante y entretenido juego hasta que rendidos por la pasión, terminamos haciendo el amor

 

 

Esa noche cenamos sin problemas en casa de mis padres, Charlie continuó con su postura casi amable hacia Edward, hasta evitó decir que Thomas había traído mi reloj esta mañana justo después de que salimos hacia el centro comercial; estaba muy feliz al parecer algo de la conversación de la mañana había removido su conciencia.

 

Como siempre esperamos que todos se fueran a dormir para que Edward se pudiera quedar conmigo en mi cuarto.

 

El siguiente día pasó a una velocidad vertiginosa. Charlie y Renée ya tenían listas sus maletas para partir a Francia mañana en la mañana y yo me había dedicado a ayudar a mi madre hablando por teléfono para ultimar los últimos detalles de la cena de esta noche. No había visto en todo el día a Edward ya que  decidimos que era mejor no tentar la paciencia de Charlie que se estaba portando de lo más amable y así pasar un tranquilo día en familia hasta que llegara la noche.

 

Ya tenía mi maleta lista con mis cosas para esta semana con los regalos de Edward cuidadosamente guardados, hoy solo nos entregaríamos un pequeño regalo, ya que mañana en la mañana celebraríamos nuestra propia navidad en el departamento.

 

A las ocho teníamos que estar en casa de los Cullen, así que a las seis y media decidí que era hora de comenzar a arreglarme. Me di una relajante ducha, luego sequé mi pelo y me peiné con una coleta alta. Me puse un vestido rojo con tirantes de tiritas con un corte justo debajo del  busto, desde ahí caía holgadamente hasta un poco mas arriba de mis rodillas acompañado con unas bailarinas a juego decoradas con unos hermosos cristales swaroski. Cuando estuve perfectamente vestida comencé a maquillarme.

 

-¿Hija estás lista?- preguntó Renée entrando a mi cuarto.

 

-Si, solo me falta ponerme brillo y buscar a Emmy ¿lo has visto?

 

-Esta con Edward y tu padre en el living.

 

-¿Ya llegó Edward? no sentí el timbre.

 

-Si hace cinco minutos.

 

-Mamá lo dejaste solo con papá, pobre Edward quizás que cosas le este diciendo Charlie- la regañe muy preocupada.

 

-Tranquila Bella, creo que tu padre ha decidido bajar la guardia, no sé que le habrás dicho porque no ha querido contármelo, pero creo que ha surtido efecto- dijo divertida- vamos ya estamos en la hora no hagas esperar mas a Edward.

 

Cuando salíamos del cuarto continuó.

 

-¡Ah!- exclamó como si hubiese hecho el más espectacular de los descubrimientos- ¿te dije lo guapo que está Edward hoy? ¡Dios que chico! Cada día me asombra mas, hasta con ese pelo tan corto que trae se ve más que estupendo.

 

-¡Mamá!- la callé… ¡ash!... que hasta mi propia madre se derritiera por Edward era más que el colmo.

 

Bajé las escaleras rápidamente rogando que otra vez no encontrara a mi pobre Edward sometido a los ataques de Charlie.

 

Cuando entre a la sala mis ojos no podían creer lo que veían.

 

Estaba mi amor enfundado en un elegante traje azul marino con corbata y camisa negra se veía arrebatadoramente sexy, pero no era eso lo que me tenía sorprendida, si no que mientras Edward jugaba con Emmy, Charlie lo observaba con ¿ternura?

 

Cerré fuertemente mis ojos, seguramente mi mente me estaba jugando una mala pasada, cuando los volví abrir ahí estaba la misma escena. Emmy corrió hasta mí para sacarme de mi estado de ensoñación, Edward levantó su vista y nuestras miradas se encontraron perdiéndonos en ellas unos segundos. Caminé hasta su lado para saludarlo.

 

-Hola amor- saludé tímida debido a la presencia de Charlie.

 

-Hola princesa, estás hermosa como siempre- dijo dejando un casto beso en mis labios.

 

-Vamos chicos, si no, llegaremos tarde no debemos hacer esperar a Esme- nos apuró Renée.

 

-Si vamos.

 

Edward fue por mis cosas a mi cuarto, luego las subió al Volvo y nos fuimos a la casa de sus padres.

 

Cuando llegamos Esme y Carlisle ya estaban parados en la puerta esperándonos como buenos anfitriones que eran.

 

-Charlie, Renée que felicidad tenerlos en casa hoy- saludó cariñosamente Esme.

 

-Gracias Esme el gusto es nuestro- contestó Charlie besando su mejilla, para luego estrechar las mano de Carlisle.

 

-Tanto tiempo Charlie, has viajado mucho estos últimos meses.

 

-Si mucho la verdad, espero que este próximo año pueda estar mas en  casa- lo dijo mirándome significativamente.

 

-Edward, Bella hijos, como me gusta verlos cuando están juntos mis niños- dijo Esme abrazándonos a los dos juntos- hola Emmy- lo saludó acariciando su cabecita.

 

-¡Oh! Esme estoy tan feliz, toda la familia reunida, tenemos tantas cosas de que hablar- se tomaron del brazo y entraron a la casa, no sin antes echarnos a Edward y a mi una mirada de lo más extraña que ninguno de los dos pudo descifrar o por lo menos yo, ya que me dio la impresión que una sonrisa misteriosa por los labios de Edward se asomó.

 

Esme había decorado la casa de manera realmente hermosa no había ningún rincón de de esta que no tuviese un motivo navideño, algún detalle, si yo creía que me había vuelto loca comprando esto lo superaba con creces.

 

Entramos a la sala y ahí ya nos esperaban Emmett, Rose, Alice y Jasper.

 

-¡Bellita hermanita! ¿Donde te raptó mi hermanito? llevan dos días totalmente desaparecidos del mapa, no hemos visto ni siquiera tu respingona naricita.

 

-Donde mas Emmett, comprando regalos de navidad- le dije abriéndole mis ojos enormes para advertirle que Charlie venía detrás mió.

 

-Comprando regalos si, seguuuuro… ¡Auch!- se quejó cuando Rose le dio un fuerte codazo en sus costillas para que callara su gran bocota.

 

-¡Emmett!- le advirtió Edward.

 

Terminamos de saludar a los chicos junto con mis Charlie y Renée y nos sentamos en la sala a tomar los aperitivos.

 

Nuestros padres conversaban para ponerse al día, desde la última vez que se habían visto y nosotros sobre que haríamos estos días de vacaciones 

 

-Chicos miren los que les traje- anunció Alice saltando de su puesto, fue en busca de su enorme cartera de diseñador y volvió rápidamente a la sala.

 

Alice sonreía como una poseída cuando abrió su cartera y de ella comenzó a sacar gorritos navideños para todos.

 

-Nada de alegar no todos los días tienen el privilegio de usar un Alice Brandon en su cabecita- nos advertía dramáticamente según las caras que iban poniendo a medida que les entregaba su gorrito.

 

Emmett por supuesto se lo pudo sin chistar, es mas se veía que estaba encantado con el gorrito de santa puesto en su cabeza hasta me daba la impresión que de repente diría jo jo jo. Rose se lo puso no muy convencida preocupada por su peinado, Jasper si era de su Alice ni siquiera lo cuestionó y bueno nosotros tampoco después de todo era imposible discutir con la energía de Alice, Edward se veía tan tierno y adorable.

 

-Bien ahora si están perfectos-decía Alice sacándonos fotos.

 

-¿Qué vamos hacer para año nuevo?- preguntó Rose mientras Alice continuaba sacándonos fotos.

 

Al escuchar esto su rostro se iluminó, sonrió un instante y al segundo se encontraba sentada al lado de Edward.

 

-¿Edward cuanto me quieres?- preguntó con esos ojos de súplica a los que era imposible resistirse, algo quería mi amiga.

 

Edward le sonrió y negó con la cabeza como diciendo que me ira a pedir.

 

-Mucho Tink, pero no es necesario el chantaje ¿qué es lo que quieres?

 

-A bueno si lo pones a si, entonces respondiendo la pregunta de mi querida Rose, quiero que hagamos una fiesta de año nuevo de disfraces en su departamento.

 

-¡Si genial idea duende!- saltaron Emmett con Rose.

 

Edward se debatía porque contestar y ahora yo era la que lo miraba suplicando que le dijera que no, no porque no quisiera, si no porque ya me imaginaba lo que vendría con esto, preparativos y mas preparativos de la famosa fiesta volviéndome loca en la semana de vacaciones que tenía junto a mi Edward.

 

-A no, eso si que no, no se vale Bells, no lo mires  de esa forma, sabes que contra esa cara no puedo competir- me reprochó cuando vio como miraba a Edward.

 

-Alice es que…

 

-Es que nada- me cortó- No seas aguafiestas Bellita, por favor, por favor, por favor, yo me encargaré de todo, les juro que nos les pediré ayuda ni nada.

 

-Excepto nuestro departamento- ataqué mordaz.

 

-Vamos princesa, será divertido- el ahora también me miraba poniendo esos ojos del gato de con botas, ¡maldición Alice lo había convencido!

 

-Traición-mascullé y le hice un mohín como niña pequeña, lo que provocó que Edward soltará sonoras carcajadas.

 

-Amor te aseguro, que será una fiesta genial, ¿qué malo puede suceder?- aparte de que Alice nos vuelva locos durante la semana, no, nada más… pensé con sarcasmo y rindiéndome ante esa sonrisa y mirada que me derretían en un segundo, a la que me era imposible decirle que no.

 

-Esta, bien- acepté resoplando rendida- pero no digas después que no te lo advertí.

 

-¡Si!- exclamó Alice triunfal- mañana mismo me pongo a trabajar en sus disfraces.

 

-Chicos pasemos a la mesa- nos llamó Esme- esta servido.

 

La cena estuvo realmente deliciosa. Esme y Renée se habían esmerado en la organización de esta. Cenamos tranquilamente, la conversación fue entretenida, relajada contando anécdotas familiares, escuchando historias  de cuando nuestros padres eran jóvenes.

 

Después de la cena pasamos nuevamente al living para esperar las 12 de la noche. Esme y Renée se sentaron juntas en el sofá para dos, Carlisle y Charlie cada uno en una poltrona y nosotros en el sofá más grande que estaba junto al árbol. Rose arriba de las piernas de Emmett,  Alice apoyando su cabeza en el pecho de Jasper y Edward y yo  tomados de la mano un poco separados para no molestar a Charlie.

 

-Esme ¿no encuentras qué se echa mucho de menos tener niños en casa para navidad?

 

-Si definitivamente, como me encantaba mirar sus ojitos ilusionados esperando a santa, eso es algo no tiene precio y más cuando ves sus caritas llenas de felicidad al abrir sus regalos.

 

-Gracias mamá ¿entonces que somos Eddie y yo?-reprochó Emmett como niño pequeño, provocando la risa de todos.

 

-Ya no son niños bobo- se burló Alice riéndose a carcajadas de Emmett mientras Jasper rodaba los ojos.

 

-Habla por ti duende malvado, yo seré un niño toda la vida-anunció Emmett suficiente.

 

-Dímelo a mí - bromeó Rosalie riendo, para luego dejar un pequeño beso en los labios de Emmett.

 

-Jasper amor, dile algo ya me esta diciendo duende malvado, es Tinkerbell burro te lo he dicho muchas veces.

 

-Si, si, solo porque tu Eddie te puso el nombre.

 

-Emmett te he dicho mil veces que no me llames Eddie- lo reprendió Edward cabreado.

 

-Emmett, ya no molestes a Alice ni a tu hermano- lo reprendió Esme- además Edward y tu siempre serán mis niños. Si cierro mis ojos y me parece que los veo pequeñitos jugando con sus regalos de navidad- suspiró cerrando sus ojos y sonriendo recordando seguramente alguna navidad hace muchos años ya.

 

-Recuerdas cariño que a Edward le gustaban muchos los dinosaurios- preguntó Carlisle también sonriendo.

 

Miré a Edward y sonrió avergonzado con los ojos destellantes como diciendo bueno aun me gustan los siento.

 

-Jajaja dinosaurios- se burló Emmett-lo que mas le gustaba a Eddie era jugar con sus aviones, imaginar que él, era el piloto y que lo atendieran sus azafatas. Es más, aun recuerdo, que cuando me tocaba de pasajero en el juego tenía una que se llamaba Bella. Claro que ahora tiene una de verdad que le hace otro tipo de atenciones- acotó estallando en sonoras carcajadas mientras Edward le lanzaba miradas en veneradas y yo solo quería salir arrancando después de la mirada que nos echó Charlie a Edward y a mi.

 

-Mira quien habla de juguetes Emmett- atacó Edward de vuelta sonriendo malvadamente-  quieres que le cuente a Rosalie que hasta los 18 años dormiste con tu osito teddy que te trajo santa cuando tenías 5 y que si no lo encontrabas llorabas como niña sin poder irte a dormir.

 

-Jajaja Emmett eso es digno de análisis- bromeó Jasper, mientras Rosalie y nuestros padres observaban la pequeña discusión de entre hermanos divertidos.

 

-¿Y qué? el era el único que me entendía- contestó de lo mas normal encogiéndose de hombros como si el oso realmente lo hubiese podido entender - además ya no importa porque ahora tengo a mi osita Rosie que hace harto mas que entender.

 

-Emmett, Edward paren ya -les reprendió Esme divertida- que van a pensar Charlie y Renée de ustedes.

 

-No te preocupes por nosotros Esme, me divierte mucho verlos discutir, es mas me hicieron recordar los juguetes favoritos de nuestra Bella. Aunque lo que más recuerdo  es que todos los Ken que tenía, se llamaban Edward o Anthony.

 

-¡Mamá!- grité más alto de lo  que debía llamando su atención roja como un tomate lo que provocó que todos rieran a mandíbula batiente.

 

¡Ash!... la quería matar y que me tragara la tierra… ¿qué este era el minuto avergoncemos a Edward y Bella? Pensé.

 

-¿Ha si que Edward o Anthony?- susurró sugerentemente Edward en mi oído haciéndome estremecer de la cabeza a los pies- esta semana tendrás a tu Edward Anthony de carne y hueso, mañana tarde y noche, ha si que prepárate amor- terminó de decir sonriendo pícaro.

 

Emmett notó como se me acercó Edward y seguramente adivinó por mi cara, que nada muy casto me dijo, porque sonrió perverso  y habló:

 

-Bueno yo que ustedes no extrañaba tanto no tener niños para la navidad, porque al paso que van algunos, que practican y practican como se hacen los bebes, pronto tendremos muchos corriendo por esta casa.

 

Charlie abrió sus ojos enormes y le dio una mirada asesina a Edward.

 

-¿Charlie otro whisky?- se paró Carlisle como un resorte para salvar la situación, en donde nos había metido el bocón de Emmett.

 

Se pararon juntos y caminaron hacia el bar.

 

-Emmett Cullen, silencio, ¿quieres que Charlie asesine a tu hermano, antes que lleguen las 12?- lo reprendió Rose.

 

-¡Qué! Charlie comprende mi humor, al que no comprende es a Eddie.

 

-¡Emmett! Será que alguna vez, puedas mantener tu bocota cerrada y no me dejes en vergüenza- lo regaño Edward exasperado- Amor voy hablar con Charlie a ver si logro arreglar algo de lo que este, habla de más.

 

Edward se paró y caminó hacia el bar donde aun estaba Carlisle con Charlie, vi que se sirvió un whisky y se quedó conversando con ellos.

 

Toda mi atención estaba puesta es esos tres, ya no escuchaba los comentarios de Emmett, ni a mi súper ansiosa amiga, que comenzaba a planear la fiesta de año nuevo con Rose, a nadie.

 

Pasaron unos minutos en la conversación se veía tranquila, hasta que algo le dijo Edward a Charlie que este se puso de todas las tonalidades de rojo, hasta pensé que le daría algo. Cuando iba a pararme para ir donde ellos Renée se paró y se sentó a mi lado.

 

-Déjalos- me susurró- Edward sabe lo que hace.

 

-Pero tu sabes que…

 

-Solo déjalos- me dijo sonriendo tranquilizadoramente.

 

Los seguí observando muy nerviosa, vi que Carlisle palmeó la espalda de mi padre y le sonrió cálidamente, Charlie poco a poco fue relajando el gesto, resopló rendido y asintió, luego le ofreció la mano a Edward, este la tomó y lo atrajo hacia el para darle un pequeño y corto abrazo. Edward sonreía triunfal.

 

Luego los tres volvieron al living.

 

-Edward, Bella siempre nos cuenta que tocas tan bien el piano ¿tocarías algo para nosotros?

 

Sabía lo que estaba haciendo Renée, quería relajar en ambiente de la conversación de esos tres, además de demostrarle a Charlie que Edward y yo teníamos mas cosas en común de las que él pensaba.

 

-¡Si toca un villancico!- exclamó Alice feliz, aplaudiendo y dando saltitos en su puesto.

 

-Esta, bien, solo si Bella me acompaña- contestó Edward parándose y ofreciéndome su mano para que lo acompañara.

 

La tomé si dudar, aunque no tenía la más mínima idea de lo que quería hacer.

 

Caminamos hacia el piano y nos sentamos juntos en el banco.

 

-Amor, yo toco y tu cantas- propuso Edward en susurros.

 

-Pero esta Charlie, tu sabes que no le gusta- contesté en susurros también.

 

-Por eso mismo amor, para que todos alaben tu talento y para que vea además que hacemos una excelente pareja y se convenza algo mas.

 

-¿De qué lo quieres convencer? ¿Qué le dijiste en el bar a Charlie?- pregunté curiosa, aun no se me olvidaba la cara que tenía Charlie.

 

-Nada amor, solo que te amo mas que a mi vida. Y ahora creo que será mejor que comencemos porque Emmett esta muy atento a nuestra conversación- dijo clavando sus hermosos ojos verdes en su hermano.

 

Edward puso sus manos hermosas y grandes en las teclas de marfil y comenzó a tocar I´ll be home for christmas.

 

http://www.youtube.com/watch?v=2eaN0Xia9rE&feature=BFa&list=PLECF7ADD2F77C3F12&lf=mh_lolz

Me armé de valor inspiré profundo y comencé a cantar. Edward tenía razón, ahora que Charlie parecía entender algo más nuestra relación este era el momento de demostrárselo y con creces.

 

Mientras cantaba pude ver los rostros de nuestras familias nos miraban emocionados, cada uno se abrazó a su pareja suspirando enamorado. Los ojos de todos se brillaban emocionados, me imaginaba que tal vez ellos verían cuanto nos amábamos  al observarnos.

 

Apoyé mi cabeza en el hombro de Edward cuando llegaba al final de la canción y el besó tiernamente mi cabeza mientras unas delicadas notas sonaron dando por terminada nuestra actuación, miré a mi padre con nos observaba sonriendo sinceramente y visiblemente conmovido, mientras todos nos aplaudían y nos daban gracias por el precioso momento que le habíamos regalado.

 

Cuando llegó la medianoche nos abrazamos y nos deseamos feliz navidad unos a otros y brindamos con champagne. Alice hizo el honor de repartir los regalos.

 

Regalos de todo tipo recibí, hasta un vergonzoso conjunto de encaje que me compró Emmett y Edward escondió rápidamente de los ojos de Charlie… ¡Dios como nos había echo pasar vergüenza esta noche Emmett!... con Edward prometimos que de alguna forma nos la iba a pagar. 

 

Para mi sorpresa con Edward nos regalamos exactamente lo mismo, un libro de partituras de Debussy y al fin pude ver las famosas cajas de Tiffany, aros para Alice, Renée y Rose y la caja del anillo era para Esme cosa que me desilusionó un poco debo reconocer… que esperabas tonta solo llevan casi 4 meses me recordó aquella voz.

 

Casi a las tres de la mañana Charlie y Renée se fueron que ya partirían muy temprano a Francia. A penas ellos se fueron nos despedimos de la familia y nos fuimos a nuestro departamento ilusionados por celebrar los dos solos nuestra propia navidad.

 

 

Sentí los suaves labios de Edward rosar los míos, tiernamente, mientras acomodaba el pelo que caía en mi cara detrás de mi oreja.

 

-Feliz navidad amor.

 

-Feliz navidad- dije perezosamente mientras abría lentamente mis ojos y me abrazaba más apretado a Edward con mi pierna y mi brazo.

 

-¿Quieres ver que te trajo Santa?- me preguntó ilusionado, sonriendo, mientras nos giraba para ponerse arriba mío y besar la punta de mi nariz.

 

-¡Siiii!- exclamé como niña pequeña.

 

-¿Quieres que te haga el desayuno primero?

 

-¿Te ayudo?

 

-No princesa, yo lo quiero hacer para ti- dicho esto, dejó un dulce beso en mis labios y se levantó de la cama dejándome una vista privilegiada de su musculosa y sexy espalda y de su firme trasero. Tomó su pantalón del pijama que estaba tirado en el piso, se lo puso y salió de la habitación rumbo a la cocina.

 

-Me levanté de la cama, tomé mi camisa de dormir del suelo me la puse y fui al baño, lavé mis dientes y cepille mi pelo. Luego fui a mi maleta a sacar el regalo de Edward, solo esperaba que le gustara, no le había dado un pista de lo que podía ser, pero Riley me había ayudado a conseguirlo.

 

Salí de la pieza en dirección al living, Edward había puesto música de navidad y estaba poniendo las cosas del desayuno en la mesa de centro que estaba al frente de la chimenea. Dejé su regalo debajo del árbol, junto con lo que supuse que eran los míos. Ahí estaban las anheladas bolsas de Tiffany, en que momento las había puesto ahí, ni idea, ya que después de que me pilló arriba del closet, me imagino que las había escondido mas que bien para que yo no las encontrara.

 

Mi corazón latió desbocado, tan tierno mi Edward también había comprado joyas para mi; solo esperaba que no hubiese gastado mucho dinero aunque conociéndolo eso era casi imposible al ver el anillo que le había regalado a Esme ayer.

 

-Amor quieres chocolate caliente o café- preguntó cuando me sentaba en el sofá que estaba frente a la chimenea.

 

-Chocolate caliente- y salió rumbo a la cocina a buscarlo.

 

Llamé a Emmy que jugaba frente a la chimenea con uno de sus tantos dinosaurios para que se acostara conmigo arriba del sofá, cuando escuché que sonaba el teléfono de Edward.

 

-¡Amor puedes contestar!- me gritó de la cocina - debe ser Emmett, quién más llamaría a esta hora para molestar.

 

-¿Dónde lo dejaste?- le pregunté levantándome para ir a buscarlo.

 

-En la mesa de la entrada junto a mi billetera- me contestó saliendo de la cocina con dos tazas de chocolate caliente.

 

Tomé el teléfono sin mirar quien era y contesté mientras iba de vuelta al living.

 

-¿Si?

 

-¡Eddie! mi amor ¡feliz navidad!- miré el teléfono unos segundos sin entender que pasaba hasta que caí…Tanya

 

Esa zorra por lo visto no pensaba dejarlo en paz ni siquiera el día de navidad, pero le daría un poco de su propia medicina…

 

-Hasta donde yo sé, Edward es “mí” amor y no el tuyo... ¿perdón? ¿Tu quién eres?-le contesté con sorna para descolocarla.

 

-Eh… perdón es que…es que… pensé que…- ese es tu problema, es que no piensas estúpida… tuve ganas de contestar.

 

Jajaja, había logrado dejar sin palabras a la muy tonta. Edward me observó curioso, por mi contestación y le contesté con un silencioso Tanya, lo que hizo que hiciera una mueca de desagrado.

 

-No importa olvídalo, espera que lo llamo, veré si te puede atender.

 

Mire a Edward con cara pícara para que me siguiera el juego y lo llamé:

 

-¡Edward amor, ya te metiste al jacuzzi! ¡Una mujercita que dice que tú eres su amor te llama!

 

Edward me miró divertido mientras le tendía el teléfono para que contestara, pero me hizo un ademán para que lo siguiera sosteniendo yo.

 

-¡Si amor, ya me metí en el jacuzzi! ¡Ven que muero por hacerte el amor de mil formas, no te imaginas como me tienes cariño!

 

Estábamos que nos partíamos de la risa, no sé como no estallamos en carcajadas en ese mismo instante. Traté de componerme lo mejor que pude para contestarle:

 

-Lo siento, pero como ves tu amor se muere por hacerme a “mí” el amor, adiós.

 

 

Tanya POV

 

¡Maldición!  ¡Qué había hecho! Me deje humillar por esa insignificante niñita… ¡como podía tener tan mala suerte!

 

Realmente lo llamé ilusionada, hasta había pensado en darle otra oportunidad después de como me trato en la librería y en el restaurante mexicano, pero justo tenía que atenderme esa niñita poca cosa… ¡agh!...

Me era imposible aceptar que estuviera de novio con esa, no se que le veía, no se comparaba conmigo, con mi cuerpo, con mi belleza… Tanya eres una tonta te dijo mil veces que tenía novia y tu no lo quisiste escuchar…me habló la voz de mi conciencia. Pero es que realmente no lo podía aceptar, desde el primer día que lo vi, supe que sería mío.

 

Edward era lo mas sexy y hermoso que había visto en mi vida, perfecto, con un cuerpo de escándalo y ese mismo día que lo examiné en mi consulta, jure que sería mío… y ahora…ahora había quedado como una estúpida…su sexy voz retumbaba en mi mente… ¡Si amor, ya me metí en el jacuzzi! ¡Ven que muero por hacerte el amor de mil formas, no te imaginas como me tienes cariño!...  ¡ash!...

 

Realmente aun no podía entender que le veía, ella no era nadie comparada conmigo, insignificante sin gracia, pero el la miraba como si fuera la única mujer existente en el universo. Su forma de besarla, de tocarla me volvían realmente loca y sus palabras ahora me lo confirmaban, de solo pensar que estarían haciendo el amor en este mismo instante me hervía la sangre…, pero lucharía por él, Edward sería mío, esas miradas y esas caricias serían completamente para mi.

 

Esa decisión fue la que me hizo venir a Newport desde Chicago y esa misma decisión me harían ir a Pensacola junto a él… y ella…ella no estaría ahí…

 

 

Bella POV

 

Apenas le corté Edward vino hacia mi me tomó en brazos y me dio vueltas por el aire riendo.

 

-Es una malvada señora Cullen-dijo sonriendo sobre mis labios mientras me daba un dulce beso.

 

-Usted tampoco lo hace nada de mal señor Cullen. Además para que aprenda de una vez por todas que tienes dueña, aparte de insistente parece que es tonta, realmente me comienzo a preguntar si se tituló de la escuela de medicina.

 

-Jajaja, amor créeme, con Riley nos preguntamos lo mismo muchas veces en la semana, ahora ¿tomemos desayuno?

 

-Si, tengo mucha hambre.

 

Nos sentamos frente a la chimenea a disfrutar del exquisito desayuno que mi Edward había preparado para nosotros.

 

Cuando terminamos ayudé a Edward a retirar las cosas y a dejar todo limpio. Cuando terminamos me fui a sentar al sillón frente a la chimenea nuevamente, Edward se acercó al árbol, tomó las bolsas de Tiffany y luego se sentó junto a mí.

 

-Feliz navidad gatito curioso- me dijo besando dulcemente mis labios.

 

Me entregó mi regalo sonriendo de manera hermosa como si estuviera  recordando mi fechoría de hace dos días atrás.

 

Ansiosa abrí mi regalo, debía reconocerlo, aunque ya sabía que no era el anillo que había imaginado me mataba la curiosidad.

 

Dos cajitas de terciopelo estaban en su interior una más larga que la otra. Las saqué con mucho cuidado y abrí la primera.

 

Unos hermosos y delicados aros de diamantes aparecieron frente a mí, eran pequeñitos cada uno parecía una deslumbrante estrellita.

 

-Gracias Edward están preciosos, los adoro- le agradecí colgándome de su cuello y besando sus labios.

 

-De nada amor, pero aun te queda- me invitó a abrir la otra caja impaciente.

Tomé la cajita mas larga y la abrí. Mis ojos casi se salen de mis cuencas cuando al fin se reveló lo que había en su interior.

 

-Edward, es…es…no debiste…es…

 

-Tonterías mi amor te mereces esto y mucho mas- dijo tiernamente.

 

Tomó la hermosa pulsera de diamantes y esmeraldas y la puso en mi muñeca después la besó y estiró mi brazo para que la admirara.

 

Era simplemente perfecta, las esmeraldas relucían elegantes atractivas, como los ojos de mi adorado Edward.

 

-Para que me recuerdes- anunció como si leyera mi pensamiento.

 

Me abracé a mi Edward y lo besé con todo el amor que sentía en mi corazón.

 

Me paré del sillón y fui a buscar el regalo de Edward.

 

-Feliz navidad amor, esperó te guste.

 

Edward tomó el regalo y sus ojos brillaron expectantes e ilusionados como los de un niño pequeño. Tiró la cinta roja que rodeaba la caja dorada y lentamente la destapó. Cuando sus ojos se encontraron con lo que había en el interior su boca se transformó en una perfecta “o”.

 

-Bella, tu, tu, como… -lo había dejado sin palabras, frunció su seño sin entender nada, solo pude sonreír se veía tan tierno.

 

-¿No te lo vas a probar?- pregunté expectante.

 

Edward sacó el buzo de vuelo de su caja y a toda velocidad de se lo probó. ¡Dios, que sexy se veía!, mucho mas sexy que en mis mejores sueños, con solo un segundo que lo tenía puesto y a mi ya me estaba dando algo de calor.

 

Una vez puesto lo examinó, las yemas de sus dedos pasaron por su nombre “E. Cullen” en el parche que tenía al lado izquierdo a la altura de su pecho y debajo de este tenía otro con su nombre de combate “Emperador”.

 

-Gracias gatito, es el mejor regalo que me han dado en mi vida, pero no debiste, era mi responsabilidad mandarlo hacer- me dijo visiblemente emocionado.

 

-No, no lo era, puesto que quiero, que cada vez que te lo pongas, recuerdes que fui yo quien te lo regaló y así te acompañare cada vez que te subas a un avión.

 

Se acercó a mí, me estrechó fuerte entre sus brazos y besó mi frente con devoción.

 

-Siempre amor. Siempre donde yo vaya, estarás conmigo, siempre junto a mí, dentro de mi corazón- anunció con su aterciopelada voz haciendo latir desbocado mi corazón.

 

Nos sentíamos dichosos y muy felices, nuestra primera navidad juntos de las muchas que estaba mas que segura estaban por venir, tanto o mas hermosas que esta.

 

 

Edward P.O.V

 

Esta semana ha sido simplemente maravillosa y una de las mas felices de mi vida, como siempre que tenía la posibilidad de quedarme junto a mi Bella, felices solo los dos, sin nadie que interrumpiera nuestro perfecto mundo. Solo que esta vez había un pequeño problema “la fiesta de año nuevo”.

 

Maldito el momento cuando accedí a esta locura, entraba y salía gente del departamento todo el día, Bella me miraba mortificada diciéndome con  la mirada “te lo dije”, pero me era imposible negarle algo a mi Tinkerbell.

 

Mientras miraba como montaban la fiesta de año nuevo en nuestra terraza recordé la navidad y la conversación que tuve con Charlie. No sé si me había ganado algo de su confianza, pero las cosas quedaron mucho mejor entre los dos.

 

Fue bueno que le haya aclarado mis sentimientos hacia Bella, yo no era un niño y no estaba jugando, mi Bella era mi vida y no vacilé en dejárselo muy claro.

 

No tuve ningún miedo en confesarle que queríamos estar juntos para toda la vida y esa confesión al parecer fue la que le hizo flaquear y bajar su guardia. Ahora realmente tenia mas esperanzas de que me al fin me aceptara y entendiera de un vez por todas que el amor que teníamos con mi Bella era para toda la eternidad.

 

Y ahora volviendo al presente teníamos un ejército de personas metidas en nuestro departamento y una Bella muy enojada encerrada en el cuarto.

                                                                                                     

-¡Edward!- me llamó mi Bella exasperada.

 

-¿Si amor?- contesté inocentemente mientras caminaba hacia nuestro cuarto.

 

Entre a la pieza y la imagen que tenía frente a mi era más que divertida.

 

Alice tenía a Bella a medio vestir probándole el disfraz que usaría mañana y mi gatito en estos momentos estaba mas que enfurruñada.

 

-¡Tu eres el culpable de esto!- me acusó apenas me vio- ¡mira! ¡Esta cosa tapa apenas lo esencial!

 

La verdad para mi, estaba mas que bien que tapara solo lo esencial se veía tan malditamente sexy y hermosa con su disfraz de mi bella genio, aunque pensándolo bien mañana no podría despegar un segundo los ojos de mi Bella pensado en la cantidad de gente que había invitado Alice y entre ellos habría muchos babosos mirando lujuriosamente el cuerpo de mi mujer.

 

-¡Cielos Bella, por dios que eres complicada! ustedes son los anfitriones de la fiesta tienen que estar mas que perfectos- la trataba de convencer Alice.

 

Bella le dio una mirada envenenada  y siguió alegando sin control.

 

-Claro, es fácil para ti decirlo- le dijo con sarcasmo- nadie tiene un disfraz tan destapado como el mío. Emmett y Rose vienen de Pedro y Wilma Picapiedra, Jasper y tu de Romeo y Julieta y Edward del Mayor Anthony Nelson, ¡como si no usara uniforme ya! ¡Media novedad!

 

-Belly se buenita ¿si?, te ves preciosa amiga, ¿no es cierto Edward? ¿Cierto que se ve hermosa?- Alice buscaba mi ayuda.

 

-Ah y te lo advierto- la amenazó- no me pondré esa ridícula peluca rubia- ¡diablos! era de temer, nunca la había visto tan enojada, sin embargo no podía negar que me divertía muchísimo verla así.

 

-Amor te ves hermosa, deja tu berrinche de niña consentida ¿Si?- llegué hasta su lado y la abracé por la cintura- lleguemos aun acuerdo, te pones el disfraz pero sin la peluca, dime que si gatito, te ves tan bonita, además no me gustan las rubias, puedes ser la hermana mala de yenni, sabes que me gustan mas las morenas y me gustas aun mas cuando te portas muy mala- le dije insinuantemente mordiendo su labio inferior.

 

Sonreí internamente cuando la sentí estremecerse en mis brazos, estaba apunto de ceder.

 

-Mmm- contestó mi bella no muy convencida.

 

-¿Amor?

-¡Ash!...esta bien- resopló rendida como niña pequeña- porque nunca puedo decirte que no.

 

-Porque me amas tanto como te amo yo- le contesté guiñándole un ojo divertido.

 

-Engreído- se quejó y me sacó la lengua, lo que hizo que riera a carcajadas.

 

-Me encanta divertirte amor- me dijo con sarcasmo.

 

-Gracias Edward, solo tu podías convencer a esta obstinada- dijo Alice sonriendo triunfal.

 

-¿Alice cuanto queda para que terminen de arreglar la terraza? Ya quiero que se vayan, me tienen loca- se quejó mi Bella nuevamente.

 

Definitivamente este no era su día.

 

-Amor ya queda poco….

 

-¡Dios bellita! Pero que poca paciencia, no seas aguafiestas, esta quedando todo perfecto, ya veras será la fiesta mas genial de año nuevo que has pasado en tu vida, ya no les queda nada y cuando se vayan podrás estar con tu Edward solos al fin- anunció Alice en su elemento, feliz de la vida.

 

-Edward Cullen tú eres el culpable por acceder a los caprichos de Alice- me reprochaba mi Bella.

 

-Amor esta quedando perfecto ya ves que lo pasamos genial, además quien puede negarle algo a Alice y lo sabes.

 

Y así pasamos todo el día, y el siguiente con mi Bella enfurruñada hasta que llegamos a la fiesta de año nuevo.

 

 

Ya estábamos con mi Bella perfectamente vestidos con nuestros disfraces los invitados comenzarían a llegar a las diez de la noche.

 

Mi Bella se veía malditamente pecaminosa con ese pequeño corpiño color rosa y esos bombachas transparentes que dejaban poco para la imaginación tapando lo justo y necesario dejando  traslucir sus largas y torneadas piernas. 

 

Alice revoloteaba por la terraza con Jasper detrás, revisando el buffet que estaba apostado en uno de los lados de la gran terraza, ultimando detalles con el Dj, con los barman y meseros que trabajarían esta noche. La terraza fue cerrada con una carpa temperada y habían mesas y sillones por doquier, la iluminación era espectacular simulaba la mas de las modernas discotecas.

 

Rose, Emmett y Riley que había llegado hoy estaban sentados en el living del departamento esperando que comenzara la fiesta “la familia Picapiedra” se veían tan graciosos y digo la familia porque Riley estaba disfrazado de Bam Bam.

 

Poco a poco los invitados comenzaron a llegar con los más diversos disfraces algunos muy elaborados y otros de lo más ridículos que hacía que Emmett y Riley se partieran de la risa burlándose como si ellos no se hubiesen visto al espejo.

 

Después de saludar a una infinidad de personas que asumía asistían a la universidad con Bella, Alice y Rose ya me estaba dando la impresión que Alice había invitado a todo Boston a nuestra fiesta.

 

La gente bailaba animada y el ambiente estaba cada vez más efervescente.

 

Llamé un mesero para que nos trajera unos tragos mientras conversábamos animadamente con unos amigos de Emmett. A mi Bella la tenía tomada posesivamente de la cintura ya que había notado que no le era indiferente a muchos de los hombres que habían asistido a la fiesta.

 

-¡Bella!- oí que la llamaban.

 

-¡Angie!- gritó mi Bella saltando de felicidad.

 

Cuando Ángela llegó a nuestro lado se abrazaron por largo rato emocionadas.

 

-Angie soy tan feliz, pensé que no vendrías- le dijo Bella conmovida.

 

-Como crees amiga, ¡no me perdería esta fiesta por nada del mundo!, además hace muchos meses que no nos vemos, ¡tienes que contármelo todo!- exigió pícara dándome una divertida mirada.

 

-Hola Ángela, gusto de verte.

 

-Hola Edward- me saludó feliz dándome un sonoro beso en mi mejilla- veo que no pierdes en tiempo, te tienen totalmente atrapada amiga- se burló de Bella.

 

-Angie.

 

-Ya, ya no te me escaparás, vamos que ya no me aguanto la intriga-  y se la llevó arrastrándola de la mano hacia adentro del departamento- nos vemos Edward.

 

No pude más que reír, ya me imaginaba la cara de mi Bella con el interrogatorio de su amiga.

 

Caminé entre medio de los invitados buscando a Alice cuando una persona llamó mi atención… Thomas… ¡que diablos estaba haciendo Thomas en mi casa!... son compañeros de universidad me recordó la voz de mi conciencia, cálmate Edward…¡Me  importa un carajo!, ahora mismo le preguntaré que diablos esta haciendo aquí…le respondí a la muy maldita  que todo el tiempo se empeñaba en recordarme mis celos de cavernícola.

 

Me acerqué hasta él que conversaba con unos compañeros de universidad de Bella y lo llamé con la mirada, el se acercó a mi, sonriendo y yo solo quería borrar esa tonta sonrisa de su rostro.

 

-Thomas.

 

-Edward.

 

-Me puedes explicar que demonios estas haciendo aquí- traté de preguntar lo mejor que pude, pero lamentablemente mi mal genio salió a relucir.

 

-Bueno con Bella y Alice somos compañeros no pensé que abría problema, Alice me invitó.

 

Y el pobre tenía razón, pero tenía miedo de que si Bella se enteraba de quien era, volveríamos a discutir por lo mismo, además ella lo había querido así.

 

Lamentablemente tampoco podía negar que le tenía unos celosos brutales sin ninguna razón sustentable, pero a veces me ganaban de solo pensar que él estaba todo el día detrás de ella y yo no.

 

-Esta, bien- dije tomándome el puente de la nariz para tratar de contener mi furia- disculpa, no era mi intención hablarte de ese modo, pero tu solo limítate a hacer tu trabajo cuando te corresponda y precisamente hoy, no es el día ¿estamos?

 

-Si, Edward, descuida.

 

Y me fui en busca de Alice nuevamente. La encontré Bailando con Jasper Emmett y Rose.

 

-¡Edward ven a bailar con nosotros!- me llamó feliz Alice.

 

-Hermano cuídala un rato por mí, voy por unos tragos- me dijo Jasper.

 

Comencé a bailar con Alice preguntándome si mi Bella aun estaría con Ángela, cuando Emmett tuvo la “genial” idea jugar a cambiarse las pajeras.

 

-Cambio de pareja- gritó a toda voz.

 

Alice terminó bailando con un chico rubio y yo con una chica colorina que me devoraba con la mirada y me trataba de entablar conversación.

 

Seguí buscando a Bella con la mirada hasta que vi, que venía con Ángela hacia la terraza, muy sonrientes, cuando Riley las intercepto y las invitó a bailar.

 

Hubo nuevamente otro cambio de pareja y a esta altura ya ni siquiera sabía a quien tenía parado al frente, solo podía seguir a mi Bella con la mirada para que ningún baboso se propasara con ella al bailar.

 

Vinieron dos cambios de pareja más cuando una canción que me encantaba empezó a sonar Super masive black hole de Muse.

http://www.youtube.com/watch?v=KrRyERVi7aA&feature=related

 

 

¡Maldición! en  que momento había terminado bailando con Rosalie no lo sé, solo sabía que entre tanto cambio de pareja mi Bella ahora estaba bailando con Thomas.

 

Solo quería comportarme como un maldito cavernícola, arrancarle la cabeza y arrebatar a bella de los brazos de ese idiota, la furia estaba haciendo estragos en mí, pero la rescataría esos movimientos de cadera no era para él, era para mi, solo para mi.

 

En un momento mi iracunda mirada se encontró con la de ella entrecerró sus ojos observándome y se bamboleó sensual a cada lado con su pelo moviéndose al ritmo de la música rozando su pequeña cintura,

 

-Cambio de pareja- gritó mi bella y en un dos por tres llego a hasta mí.

 

Se dio la vuelta y contorneó sus caderas de lado a lado con sus manos en su cabeza moviéndose sensualmente al ritmo de la música mientras sus manos bajaban sugerentemente por su cuerpo, por su cuello por el lado de sus pechos hasta llegar a su cintura.

 

-¡Diablos! ¿Este sexy diablo era mi Bella? mis pantalones estaban a punto de explotar.

 

En un rápido movimiento se dio vuelta nuevamente para quedar de frente a mi y se volvió a contornear sensualmente, mientras sus manos recorrían ardientemente mi cuerpo se mordía el labio inferior y sus ojos me miraban abrasadores.

 

Ya no era dueño de mi cuerpo, ese diablo que tenia al frente era dueño de todo.

 

Me tomó de la mano y me arrastró a nuestro cuarto moviendo sus caderas al ritmo de la música y yo solo podía mirar ese exquisito trasero  moviéndose de lado a lado para mi.

 

Cuando entramos cerró la puerta con llave y me estampó en uno de los muros mientras la sugerente canción seguía sonado….

 

Sus manos viajaron a su cabeza y bailo sensual para mí moviendo sus caderas de lado a lado, estaba sin palabras sin poder reaccionar a esta sensual mujer.

 

-Nunca he hecho el amor con un astronauta- dijo  pasando su mano sensualmente por los botones dorados de mi blusa.

 

Uno a uno los desabotono rápidamente y la tiró en algún lugar de la pieza.

 

Se dio la vuelta y restregó su trasero en mi enorme erección que suplicaba por atención.

 

Se separó un poco de mi dando pasos sensuales se agachó dejando sus piernas extendidas mostrándome una privilegiada vista de su trasero y subió lentamente.

 

Esta mujer me quería matar… ¿ella era mi Bella?... con ella iría hasta el mismo infierno, y yo solo me dejaría hacer.

 

Nuevamente giró y caminó hacia mí y desabrochó el botón de mi pantalón, luego bajo el cierre acariciando lentamente mi erección, así como con mi blusa me sacó los pantalones junto con mi boxer y los tiró salvajemente el algún lugar de pieza.

 

Se acercó sensualmente y tomó mi pene con una de sus suaves manos y lo masajeó lentamente haciéndome enloquecer, mis gemidos de placer se escuchaban fuertes por toda la pieza.

 

Lentamente fue bajando dejando mojados besos por mi abdomen hasta que atrapó mi erección con sus labios.

 

-¡Dios amor!- jadeé cuando sentí su cálida lengua lamer codiciosamente mi pene.

 

Si seguía así terminaría aquí mismo, pero ella al parecer me conocía tan bien que bajo el ritmo y se detuvo.

 

Me miró ardientemente unos segundos contemplando mi cuerpo sin miramientos y me dijo:

 

-Ahora mayor Anthony Cullen hazme el amor- me ordenó sugerentemente, aun jugando en su papel de mi bella genio.

 

Me tenía tan vuelto loco que me abalancé encima de ella como un desquiciado, le quité su disfraz a la velocidad del rayo la tomé de las caderas y la levanté invitándola a que me rodeara con sus piernas mis caderas. La estampé contra la muralla con toda la delicadeza que pude y la embestí de una estocada provocando que soltara un sensual gemido.

 

-ahhhhh Edward….así amor…eres tan exquisito, hazme el amor duro mi amor- me suplicó en un gritó ardiente en mi oído, mientras la sensual canción seguía aun sonando.

 

La embestí una y otra vez sentía que desfallecería de placer. Mi Bella siempre me llevaba a la peor de las locuras, y esta vez no se quedaba atrás, esta era una de las mas hermosas fantasías que un hombre puede tener y que mejor si era con mi preciosa Bella.

 

-ahhhh amor…. Si, eres tan hermosa, tan deliciosa- jadeé mientras la embestía mas duro.

 

-Si, así…así… poséeme amo…más…maas- gimió mi bella.

 

¡Maldición! Ahora si quería que muriera en sus brazos al llamarme amo.

 

Mis movimientos se volvieron frenéticos hasta que llegamos juntos a un espectacular e intenso orgasmo.

 

Seguí moviéndome lentamente para prolongar nuestro placer, dejando tiernos besos en sus labios.

 

-Estuvo grandioso amor- dijo acariciando mi espalda tiernamente.

 

-Mas que grandioso amor, ¿me querías matar?- le pregunté divertido.

 

-No, solo quería que se te pasaran tus celos de cavernícola, que veas de una vez que eres tú a quien amo y eres tú el que provoca que me vuelva así de loca.

No pude más que sonreírle y besarla apasionadamente demostrándole todo mi amor. Mi Bella era una mujer tan asombrosa, cada día que pasaba con ella me sorprendía más y mas.

 

Salimos de nuestra pieza hacia la fiesta, cuando el reloj estaba casi apunto de dar la medianoche. Caminamos entre los invitados para acercarnos a una de las orillas de la terraza para poder apreciar el espectáculo de fuegos artificiales que comenzarían con el nuevo año.

 

Abracé posesivamente a mi Bella de la cintura cuando la cuenta regresiva comenzó, mientras todos los invitados emocionados buscaban a su pareja y comenzaban a contar a viva voz…

 

-9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1,  ¡Feliz año nuevo!...

 

-Feliz año nuevo princesa- ronroneé en sus labios que comenzaba  a atrapar con pasión.

 

-Feliz año nuevo amor- susurró en mis labios mi Bella quien devolvía mis besos con ardor.

 

-¿Pediste tu deseo de año nuevo?

 

-Si, pero no te lo diré, o si no, no se cumplirá- me contestó misteriosa.

 

-Yo creo que se cumplirá mas pronto de lo que te imaginas mi amor- Bella abrió sus ojos como platos y solo me sonrió.

 

Abracé a mi Bella por detrás pegando mi pecho a su espalda pasando mis manos por su estrecha cintura. Las hermosas luces de colores de los fuegos artificiales iluminaban nuestros rostros, dándole la bienvenida a un nuevo año.

 

El año en que mi Bella sería por fin completamente mía, el año donde se cumpliría nuestro mayor deseo, estar juntos por siempre y para siempre, un nuevo año en que todo sería perfecto simplemente mucho mejor que el anterior.

 

 

Bella P.O.V

 

Los tres meses siguientes pasaron a una velocidad vertiginosa, estábamos a finales de Marzo. Tres meses que tenían de dulce y agraz.

 

Con Edward nos seguíamos viendo todos los fines de semana y tratábamos de disfrutar todos los momentos que pasábamos juntos, aunque nuestra relación ya no era tan perfecta como al principio.

 

 A veces discutíamos por cosas sin sentido, o por lo celos enfermizos de Edward, pero lo que mas me desconcertaba de todo es que a veces parecía como que Edward no estuviera aquí conmigo se perdía horas en sus pensamientos y no me dirigía la palabra lo me exasperaba profundamente y terminábamos  nuevamente discutiendo por cosas sin sentido cuando le preguntaba que le sucedía y él simplemente me contestaba que nada, cosa que me hacía enfurecer.

 

Ahora me encontraba protegida entre sus brazos, habíamos terminado haciendo el amor, después de una nueva pelea sin razón, aunque debía reconocer que lo único bueno de esas peleas eran las reconciliaciones que eran muy apasionadas y ardientes.

 

-Te amo gatito, perdóname, soy un idiota- susurró tiernamente mientras acariciaba mi espalda- es que no sé que diablos me pasa.

 

-No importa Edward, ya no quiero discutir otra vez, solo me importa que ya no estamos enojados y yo también te amo.

 

-¿Quieres que te cante tu nana hasta que te duermas?

 

-Si- contesté dejando un casto beso en sus labios.

 

Pensando en que le sucedía a mi Edward y escuchando su aterciopelada voz me quedé dormida profundamente entre sus cálidos y fuertes brazos.

 

La siguiente mañana nos levantamos muy temprano cuando salí de la ducha mi Edward tenia preparado el desayuno para mi, ya no sabia que pensar, Edward había cambiado un poco, pero a veces era el mismo, el mismo del cual me había enamorado y eso me hacia olvidar que nuestra relación ya no era igual que al principio, que no había comenzado el principio del fin como me sentía cada vez que pensaba que Edward estaba lejos, como me sentí morir ese día que lo dejé en aeropuerto para que fuera a cumplir su destino a Chicago.

 

Solo quedaba una semana para que el me dejara aquí sola, definitivamente sola,  sentía que mi vida se escurría entre mis dedos, sentía que mi vida se acababa, sentía que por todo lo que había temido y luchado estaba cada vez mas cerca acechándome como si fuera una indefensa presa frente a su verdugo, frente a su verdad…Se fuerte me repetí una vez mas, tu puedes, por Edward tienes que poder no eres nada sin él….tu vida es él, se fuerte bella se fuerte…

 

-Amor huele delicioso- lo felicité por su desayuno sentándome en la mesa del comedor intentando olvidar mis tortuosos pensamientos.

 

-Espero te guste, sabes que me gusta consentirte gatito- dijo besando tiernamente mis labios.

 

Ciertamente esta mañana era “mi Edward”

 

-¿Por qué nos levantamos tan temprano?- pregunté curiosa.

 

-Es una sorpresa mi amor, ya verás como te gusta, espera no seas impaciente- me contestó dejando un dulce beso en mis labios sin dejar un indicio de lo que íbamos a hacer

 

-Esta bien esperaré- le contesté sonriente y expectante las sorpresas de Edward eran siempre hermosas, pero jamás imaginé lo que me esperaba.

 

Después de vestirnos muy abrigados hasta con guantes y gorros, salimos del departamento, aunque ya había comenzado la primavera aun hacia mucho frío.

 

Edward iba feliz, sonreía hermosamente mientras manejaba llevando mi mano entrelazada con la suya, a la cual de cuando en  cuando besaba cariñosamente, no sabía donde me llevaba pero no me importaba, mientras fuera junto a él era capaz de ir al mismo infierno si el así lo quisiera.

 

Poco a poco vi como nos alejábamos de la cuidad y de pronto reconocí el camino, íbamos al claro, a ese hermoso claro donde meses atrás nos prometimos amarnos por siempre.

 

-¡Vamos al claro!- exclamé feliz.

 

-Me has pillado- me respondió con su sonrisa torcida- pero aun no has descubierto mi sorpresa.

 

Se estacionó en el mismo lugar que la ves anterior, bajo del auto y abrió la puerta para mi, me llamó la atención que esta vez no sacara de la maleta del auto la canasta para picnic.

 

Mi corazón comenzó a latir desenfrenadamente pensando que era lo que se le había ocurrido esta vez.

 

Tomó mi mano cariñosamente y al igual que la vez anterior, me ayudó todo el camino para que no tropezara con las enormes raíces que sobresalían de los árboles.

 

Cuando estábamos llegando se paró detrás de mí y tapó mis ojos con sus manos.

 

-¡Edward!

 

-Amor es una sorpresa, confía en mi no dejaré que caigas.

 

-Siempre.

 

 

Caminamos unos metros mas, en los cuales mi Edward cuidó que no tropezara, mientras mantenía sus manos tapando mi vista.

 

Cuando sentí que llegamos al claro me preguntó expectante con su aterciopelada voz:

 

-¿Lista?

 

-Si-contesté firme y segura, ya quería ver que había preparado para mí.

 

Quitó despacio sus manos de mis ojos y susurró en mi oído.

 

-Sorpresa princesa.

 

Poco a poco fui aclarando mi vista y mis ojos no daban crédito a lo que veían.

 

Un hermoso globo aerostático estaba en el medio del claro, era de un rojo intenso con forma de corazón  en el medio de el estaba escrito con letras blancas “Edward y Bella se aman por siempre”, mis ojos se tornaron cristalinos, mi corazón latió desbocado, sentí mis piernas temblar, Edward estaba definitivamente loco, esto superaba con creces cualquier sorpresa que me hubiese dado antes, este era mi Edward, el de siempre el que me amaba con locura, sin medida y sin razón.

 

Dos gruesas lágrimas cayeron por mis mejillas y Edward me tuvo que sostener para que no cayera al piso de la impresión. Tomó mi rostro con ambas manos con si del mas delicado cristal se tratara y me miró directamente a los ojos con sus preciosas esmeraldas que brillaban hermosas como el sol, era tan intensa su mirada que hasta sentí que se me paraba el corazón de tanto amor.

 

-No llores mi gatito hermoso, me rompe el corazón verte llorar- me dijo besando mi frente y estrechándome fuerte hacia el, abrazándome con sus protectores brazos.

 

Estuvimos unos minutos en un perfecto silencio, disfrutando del hermoso momento hasta que nuevamente habló.

 

-¿Amor?

 

-¿si?

 

-¿Lista para nuestro paseo en globo?

 

-Si-contesté tímida, la verdad me daba un poco de miedo, pero estaba con Edward y era lo único que me importaba.

 

Tomó de mi mano y caminamos hacia el globo, ahí nos esperaba un hombre de mediana edad, se veía muy amable y simpático.

 

-¡Edward!- saludó cordial- los esperaba.

 

-Hola Benjamin, ¿Cómo estas?- lo saludó Edward dándole un abrazo.

 

-Bien, gusto de verte amigo, supongo que esta bella señorita es tu Bella.

 

-Si- contestó Edward orgulloso- esta hermosa princesa es mi novia Bella Swan, amor el es Benjamín un buen amigo de Carlisle y de la familia.

 

-Hola Benjamín gusto de conocerte.

 

-El gusto es mío Bella, espero que te guste el paseo; Edward ya esta todo listo como me lo pediste.

 

-Gracias Benjamín, nos vemos a la vuelta- palmeó su espalda, luego me tomó de la cintura y me preguntó:

 

-¿Nos vamos amor?

 

-Edward, ¿tu elevaras el Globo?- pregunté sorprendida y un poco asustada, ¿existía algo en este mundo que Edward no supiera hacer?

 

-Tranquila amor, recuerda que los artefactos voladores son mi especialidad- me respondió divertido, guiñándome un ojo para calmar mi ansiedad

 

Mi corazón comenzó a latir frenéticamente, cuando subí al globo, ni siquiera quise mirar como Edward lo comenzaba a elevar, solo me percaté que era bien espacioso, cabrían muchas personas dentro.

 

Poco a poco se fue elevando y nos fuimos alejando del prado. Cuando estuvo lo suficiente alto Edward me abrazó por la espalda y apoyó su mentón en mi hombro.

 

Era un día hermoso, el sol brillaba en todo su esplendor dando la bienvenida a nuestro amor, la vista era realmente maravillosa se podía ver toda la bahía de Boston, las playas, el mar calmo de un azul profundo e intenso, Cape Cod donde fuimos a nadar con los defines, la cuidad completa, los parques, era una vista realmente irreal era una paseo de realmente ensueño.

 

Como niños disfrutamos reconociendo los lugares, riéndonos de las ocurrencias que tenía Edward, conversamos de los lugares que según el le faltaba aun por llevarme a conocer. De pronto sentí que afianzo su agarre a mi cintura y carraspeó un poco.

 

-¿Amor?- me llamó con cariño y cierto nerviosismo dejando un dulce y casto beso en mi cuello.

 

-¿Si?

 

-¿Sabes que soy el hombre mas feliz del mundo desde que estoy a tu lado? que llegaste a mi vida para iluminarla y cambiarlo todo, que eres la fuerza que me sujeta a este mundo- dijo con una ternura indescriptible con su hermosa voz, mientras me soltaba unos segundos para ahora abrazarme de frente y mirarme intensamente a los ojos.

 

Quise contestarle que para mi también los era, pero cuando me vio mis intensiones, puso unos de sus dedos en mis labios y no me dejó continuar. Inspiró fuerte como para armarse de valor y siguió:

 

 

-Te he amado desde siempre, desde que eras pequeña, desde que veía a esa hermosa y tierna niña en la cafetería del instituto, tímida, inocente, siempre concentrada en sus infaltables libros de Jane Austen con su carita de gatito enfurruñado leyéndolos con esos preciosos ojos chocolate, curiosos, ilusionados, aquellos ojos que cuando se encontraron por primera vez con los míos  atravesaron mi alma he hicieron prisionero mi corazón.

 

Los ojos de Edward brillaban de manera impresionante, ellos me miraban con nostalgia, ilusión, anhelo, esperanza, cada palabra que me decía me estremecía el alma y mi corazón palpitaba desbocado al escuchar la hermosa confesión.

 

-Pero esa hermosa niña, se fue de mi lado sin poder decirle jamás, que mi adolescente corazón era prisionero de su amor, nunca pude decirle que yo no era quien parecía ser y me quedé solo viviendo de su recuerdo. Por supuesto cuando la perdí, mi vida se volvió vacía y me puse más engreído aun de lo que ya era y así pasaron los años para mí en un total y absoluto vacío, buscando en otros  brazos  lo que jamás iba a encontrar en ninguna parte, por que la única dueña era aquella niña que había robado mi corazón.  

 

-Hasta que un día, después de muchos años, sin poderlo creer la encontré. Mi inocente niña se había convertido en una hermosa mujer y esta vez al tenerla frente  a mí, juré que esta vez no se me volvería a escapar jamás. Con miedo me acerqué a ella y la invité a bailar, pensando que nuevamente al verme me iba a rechazar, pero el destino esta vez estuvo de mi lado y ella me contestó que si y mi corazón se hinchó de felicidad. Cuando al fin pude estrecharla entre mis brazos, sentí que ese era el único lugar en el mundo donde quería estar, abrazando a mi dulce e inocente Bella.

 

Mientras escuchaba sus hermosas palabras, mis ojos se volvieron cristalinos, Edward siempre fue sincero con sus sentimientos, pero ahora me estaba contando su historia, era tan hermosa, tan tierna y sensible como mi Edward.

 

Una lágrima traicionera cayó por mi mejilla, Edward la secó besándola con devoción y continuó:

 

-Y ahora, que aun tengo la fortuna de tenerte protegida entre mis brazos, puedo decirte que los mejores recuerdos y momentos de mi vida los he vivido junto a ti mi princesa. La primera vez que besé tus labios, la primera vez que hicimos el amor, esa indescriptible y estremecedora sensación cuando al  fin, fuimos un solo cuerpo y un solo corazón, amándonos sin medida, sin razón, desde ese día que nuestros cuerpos se fundieron en una sola alma, me até a ti de por vida, ese día supe que jamás nunca podré amar a nadie mas, porque tu me enseñaste a amar.

 

-Desde ese día sueño mi vida junto a ti, que construyamos un futuro, juntos, que seas la madre de mis hijos y que hagamos todos nuestros hijos como dos locos enamorados a la orilla del mar bajo la luz de luna y las estrellas como testigos silenciosos de nuestro amor, quiero que seas completamente mía, quiero envejecer junto a ti, juntos por siempre y para siempre.

 

Se separó un poco de mi, tomó de mis manos y me miró unos instantes inconmensurables a los ojos con su penetrante y abrasadora mirada. Mi corazón amenazaba con salirse de mi pecho, latía absolutamente sin control, todo lo que me había dicho cada palabra, era simplemente perfecta, era la más hermosa declaración de amor.  

 

-Y ahora estoy muriendo día a día por dejarte aquí, pero quiero sepas que te amo con toda el alma, mas que al principio, mas que ayer y te amaré cada día mas si eso es posible, nunca lo dudes y nunca lo olvides ¿si?

 

Estaba nervioso,  inspiró varias veces para armarse de valor y clavó una de sus rodillas al suelo… ¡no podía ser cierto! ¡Como no me había dado cuenta! …Edward me iba pedir lo que llevaba soñando por meses… ¡Dios que mis lágrimas no impidan que no pueda ver el rostro de mi hermoso y adorado Edward!

 

-Isabella Marie Swan, ¿Me harías el extraordinario honor de aceptarme como esposo? Prometo amarte todos los días de mi vida, por siempre y para siempre, por toda la eternidad.

 

¡Dios! me estremecía el alma lo lindo que era mi Edward, quería que yo lo aceptara como esposo, si eso era con lo que venía soñando desde que estamos juntos. No pude contener más mis lágrimas, estas comenzaron a caer sin cesar por mis mejillas, mientras Edward me miraba ansioso a través de sus espesas y largas pestañas cobrizas.

 

Vi que metió una mano a unos de los bolsillos de su pantalón y sacó una cajita de terciopelo negro la abrió y la puso frente a mi.

 

Era el anillo más hermoso que había visto en toda mi vida, simplemente perfecto, me llevé las manos a mi pecho de la impresión el diamante era enorme.

 

Con manos temblorosas lo tomé, luego miré a mi Edward que aun esperaba en la misma posición por mi respuesta, lo miré con todo el amor que sentía por él y le regalé una deslumbrante sonrisa.

 

-Si, es lo que más quiero, quiero que seas mi esposo y que ames todos los días por lo que duren nuestras vidas. Te amo Edward, tú siempre has sido y serás el único amor de mi vida.

 

Cuando Edward escuchó mi respuesta una sonrisa triunfal atravesó por sus labios y sus ojos brillaron deslumbrantes, tomó mi mano izquierda y deslizó el anillo por mi dedo anular para luego dejar un dulce beso en el, donde permanecería todos los días de mi vida.

 

No alcanzó a ponerse de pie y me lancé a sus brazos para comérmelo a besos, casi caímos al piso del globo por mi ímpetu. Llené su rostro de dulces besos, para terminar besando sus labios con pasión.

 

Nos besamos por unos instantes para sellar nuestro compromiso de amor, fue un besó tierno, apasionado profundo, lleno de sentimiento, nuestras lenguas danzaron con amor buscándose acariciándose, hasta que poco a poco fuimos terminando el beso, para terminar dándonos un último y tierno beso en los labios.

 

-Mi prometida, mi esposa, mi Bella-dijo mi Edward con la voz desbordada de emoción apoyando su frente en la mía.

 

Permanecimos abrazados por un buen rato, perdidos en nuestra mirada enamorada en un cómodo y perpetuo silencio que solo era interrumpido por el viento que acariciaba nuestros rostros.

 

Todo era simplemente perfecto, estábamos muy felices al fin estaríamos juntos por siempre como tanto lo habíamos soñado, nunca mas tendríamos que estar separados y la próxima e inminente separación solo sería un pequeño trago amargo en el camino, ahora sentía que podía contra todo y todos, ahora era un poco más fácil luchar con el terrible sentimiento que azotaba mi corazón cada ves que pensaba en nuestra separación.

 

Edward se separó de mí y caminó a uno de los extremos del globo, ahí estaba la canasta de picnic, tan nerviosa me había subido al globo que no me había percatado que estaba aquí. La abrió, sacó una botella de champagne y dos copas. Me tendió las dos copas, descorchó la botella sirvió las copas y dejó nuevamente la botella en la canasta cuando estuvo otra vez junto a mi le pasé su copa.

 

-Por mi hermosa y amada prometida- brindó mirándome abrasadoramente con usos ojos verdes como el jade, brillantes de felicidad, chocando su copa con la mía.

 

 

-Te amo Edward- me puse de puntitas y besé dulcemente sus labios.

 

Terminamos de beber el champagne y Edward guardó nuevamente las copas en la canasta.

 

-Soy el hombre más feliz de este  mundo, por mi te secuestraba ahora mismo, para que nos casemos apenas nos bajemos del globo-dijo divertido abrazándome por la cintura atrayéndome seductoramente hacia él dejando un sensual beso en mi cuello que me hizo estremecer de la cabeza a los pies.

 

-Edward- gemí en sus brazos.

 

-Pero por ahora te raptaré solo para mí, a nuestro departamento, muero por hacer el amor con mi prometida, quiero amarte sin medida de tiempo y espacio, quiero que seamos uno solo, tu y yo mi amor, para demostrarte con mis suaves caricias cuanto te amo, quiero perderme un tu piel sedosa como el satén y desfallecer una y otra vez en tus brazos.

 

¡Diablos!, yo ya había desfallecido con semejante declaración y aun no me había tocado un pelo.

 

Me miró con sus preciosas esmeraldas deslumbrantes de felicidad y nos besamos apasionadamente. Nuestras manos recorrían con ardiente fervor nuestros cuerpos, nuestras lenguas danzaron codiciosas, expresando en un grito silencioso como se necesitaban nuestros cuerpos, nuestra alma.

 

Comenzábamos a dejarnos llevar por la desbordante pasión cuando el sonido de mi teléfono nos interrumpió, Edward gruñó en mis labios.

 

-Déjalo que suene- susurró, mientras volvía a atrapar mis labios tiernamente.

 

-Puede ser importante amor- dije como pude en sus labios.

 

-Esta, bien- resopló rendido.       

 

Contesté sin mirar quien era, mientras  Edward aún me tenía abrazada y acariciaba mi espalda.

 

-¿Si?

 

-¡Isabella Swaaaaaaaan!- gritó Alice emocionada, grito que también escuchó Edward por que lo vi sonreír.

                                                                                             

-Alice…                                                 

 

-No, Alice nada, porque no me contaron- reprochó como niña pequeña.

 

-¿Contarte qué Alice? no te entiendo.

 

-Bella todo Boston, ya se dio cuenta de que Edward te pidió matrimonio.

 

-¡Qué!- exclamé sorprendida, miré a Edward como pidiendo una explicación, pero el negó con su cabeza.

                                                                                          

-Obvio Bellita, como crees que no, escucha la siguiente imagen. Un enorme globo rojo en forma de corazón donde dice “Edward y Bella se aman por siempre” paseando por la bahía de Boston, siento decirte mi querida amiga que es chisme por Twitter, Facebook y en Youtube, ya hay un video de ustedes, hay millones de chicas suspirando, pidiendo a gritos un novio como Edward.

 

-¿Alice estas hablando en serio?- pregunté asustada pensando en que Charlie se enteraría de esa forma y no por nosotros.

 

-Muy en serio Belly, pero no es eso para lo que te llamo- dijo impaciente- ¡tenemos qué ver tu vestido ya!

 

-Alice si aun no tenemos….

 

-¡Déjame hablar con ella!- sentí que grito Rose detrás.

 

-¡Edward cómo nos haces esto! ¡Ahora estas mujeres también se querrán casar!... ¡auch!... Lo siento osita- se quejó Emmett.

 

Solo pude sonreír imaginado la situación, todos luchando por el tomar el teléfono, Rose pegándole a Emmett y Jasper observando en silencio toda la entretenida discusión.

 

En un gesto silencioso Edward me pidió el teléfono. Se lo entregué gustosa el mejor que nadie me sacaría de la situación.

 

-Hola Tink.

 

-¡Edward Cullen eres un ingrato y yo que te quiero como a un hermano!- se escuchó el gritó indignado de Alice, Edward solo sonreía y negaba con la cabeza.

 

-No te sientas Tinkerbell, el Lunes interrogan todo lo que quieran  a  mi gatito, este fin de semana es completamente mía, lo siento, te quiero, adiós-y le colgó-Ahora amor, vamos a casa- anunció dejando un beso en la punta de mi nariz.

 

Lentamente Edward hizo que el globo retornara su camino y comenzara a decender mientras admirábamos en silencio, en nuestro perfecto mundo, el maravilloso paisaje,  hasta que nuevamente divisamos el prado.

 

Sin poderlo evitar me abracé a él con todas mis fuerzas visiblemente emocionada, cerré mis ojos aspiré su adictivo y varonil perfume y apoyé mi cabeza en marmóreo pecho.

 

-Gracias Edward nunca jamás en mi vida dejaré de recordar este día- dije sinceramente con mi voz cargada de emoción. 

 

Edward acarició mi cabeza con ternura y besó mi frente.

            

-Esa era la idea, mi amor, que recordáramos este día por siempre, para que se lo podamos contar a nuestros hijos y nuestros nietos- me contestó ilusionado como si se pudiera imaginar rodeado de todos ellos en este mismo momento- bueno ahora tampoco lo podrás olvidar ya que todas las chicas quieres un tener un sexy novio como yo- me dijo en broma guiñándome un ojo.

 

-“Prometido” Edward, “prometido”- recalqué la palabra con posesión afianzando mi agarre a su cintura.

                                                                       

-Jajaja, esa es mi chica, tan posesiva como yo, me encanta que seas así amor.

 

Cuando llegamos nuevamente al prado, ahí estaba Benjamín aun esperándonos. Edward me ayudó con sus fuertes manos a bajar del globo y nos despedimos de él.

 

-Espero que todo resultará como querías Edward- afirmó un sonriente Benjamín al observar mi mano izquierda.

                                           

-Mucho mejor que eso amigo, mucho mejor. Gracias por todo- dijo estrechando su mano- ahora solo espera a que te llegue la invitación.

 

-Créeme la estaré esperando con ansias- le contestó feliz- adiós chicos, felicitaciones y nos vemos.

                                               

-Adiós- nos despedimos juntos y comenzamos a caminar hacia el Volvo abrazados.

 

Cuando llegamos al Volvo Edward abrió la puerta del auto para mí, siempre caballero dejo un dulce beso en mis labios y luego con pasos elegantes camino hacia la puerta del conductor.

 

Edward manejaba rápidamente como siempre en dirección a la ciudad, me apoyé en su hombro y me aferré fuertemente con mis dos manos a su brazo derecho, mientras una hermosa canción comenzaba a sonar en la radio, no me quería separar de él ni un solo centímetro.

http://www.youtube.com/watch?v=xCBy9SJRBAU&feature=BFa&list=PLECF7ADD2F77C3F12&lf=mh_lolz

Era increíble parecía que todo estaba confabulado para acompañar nuestra creciente felicidad. No podía borrar es sonrisa tonta de mis labios mientras escuchaba las dulces palabras de la canción que expresaban casi en totalidad las hermosas palabras de la declaración de amor de mi Edward, ahora sería completamente mío y yo de él.

 

Edward pareció notarlo, también sonreía como un tonto enamorado al igual que yo, con esa sonrisa malditamente arrebatadora que detenía mi corazón por segundos.

 

De cuando en cuando estiraba mi mano izquierda y contemplaba el hermoso  diamante que descansaría por toda la eternidad en mi dedo anular, sin aun poderlo vislumbrar realmente, no sabía cuando, pero nos casaríamos  y sentía que mi corazón iba a estallar de tanta felicidad.

 

-¿Te gustó el anillo mi amor?- preguntó dudoso al percatarse de que no lo dejaba  de admirar.

 

-Es hermoso, más que hermoso, es perfecto, pero no debiste gastar tanto dinero Edward. 

 

-¿Sabes que  te regalaría el mundo entero si pudiera, con tal de verte feliz?  Que vendería hasta mi alma, con tal de ver solo por un instante una de tus hermosas sonrisas, tus adorables sonrojos y poder perderme en esos hermosos pozos color chocolate que hacen latir mi corazón.

 

¡Ahhh!... me había dejando sin palabras nuevamente, era tan adorable, tan tierno, tan intenso en su de forma de amar. No pude evitarlo y mis ojos nuevamente se volvieron cristalinos.

                                                                         

-Además  de que me sirve tener tanto dinero si no lo puedo gastar en mi adorable y llorona princesa- dijo divertido al ver que mis ojos de llenaban de lágrimas otra vez dejando un dulce beso en le tope de mi cabeza.

 

Ya casi llegábamos al departamento cuando recordé, la llamada de Alice y un escalofrío recorrió mi espalda…Charlie…teníamos que hablar con el, si bien es cierto desde mi pelea con él antes de navidad se portaba bastante mas amable con Edward, realmente me aterraba pensar como se tomaría esto.

 

-¿Amor? - lo llamé nerviosa afianzando mi agarre a su brazo- tenemos que hablar con Charlie, sabes que Renée y tus papas no serán problema cuando le contemos, es más, estarán mas que felices, pero Charlie…

 

-Tranquila mi princesa- me calmó con su aterciopelada voz- Charlie ya lo sabe- me anunció sonriendo triunfal.

 

-¿Cómo? ¿Qué?....- no entendía nada de nada….

 

Hasta que algo hizo clic en mi cabeza…Charlie junto a Edward y Carlisle conversando en la navidad junto al bar, Charlie poniéndose de todas las tonalidades de rojo existentes en el mundo, luego asintiendo resignado…lo misterioso que estaba Edward con sus regalos de navidad… 

 

-¡Edward Cullen! ¡Eres un perverso maquinador de enredos!- exclamé divertida y el río a carcajadas al ver que me había dado cuenta- ¡tenías el anillo desde navidad!- lo acusé.

                                                                                           

-Pero así de perverso me amas- me contestó suficiente riendo sin parar- y sí tenía el anillo desde navidad y tu casi arruinas mi sorpresa- me acuso devuelta divertido.

 

Me puse roja como un tomate al recordar la nota que Edward había dejado para mí.

 

-Lo que no puedo creer es que fue lo que le dijiste a Charlie para que no te matara ahí mismo.

 

-Me ofendes princesa, ¿no acabas de decir qué soy un perfecto maquinador de enredos? pues muy simple, le dije que te amaba mas que a mi vida, que me casaría contigo le gustase o no, pero que no me gustaría que te hiciera pasar la tristeza de no tenerlo junto a ti el día mas importante de tu vida, que te cuidaría y haría feliz por todo la eternidad y que si no, el junto a Carlisle me podían dar caza y torturarme hasta la muerte cosa a la cual mi padre accedió encantado para ayudarme a convencer a Charlie - me guiño un ojo divertido.

                                                                                                      

-Ya veo porque accedió, creo que tiene esperanzas de matarte aún- le contesté riéndome enternecida, por el valor de mi Edward, el sabía que Charlie no lo quería nada de nada, pero aun así lo enfrentó como el gallardo caballero que es, con su espalda en alto para defender a su dulce doncella y su eterno amor.

 

 

-Jajaja, yo también lo creo amor, pero como ves, no le daré en el gusto, no te dejaré viuda antes de tiempo- dijo esto justo cuando se estacionaba en el garaje del edificio.

 

Nos bajamos del auto y caminamos tomados de la mano para tomar el elevador.

 

Apenas nos subimos al elevador Edward me tomó cariñosamente de la cintura pegando su cuerpo al mío y me comenzó a besar dulcemente, mientras nuestras manos recorrían nuestros cuerpos como si fuera la primera vez.

 

Nuestros labios se acariciaron tiernamente hasta que las puertas del elevador se abrieron. Caminamos abrazados por el amplio pasillo con piso de mármol, cuando llegamos a la puerta Edward sacó la llave del bolsillo de su pantalón abrió la puerta y me tomó en brazos como a una novia.

                                                        

-¡Edward! ¡Aun no nos casamos!- le dije divertida.

 

-Pero para mi ya eres mi esposa hace mucho tiempo amor- me dijo tiernamente dándome un apasionado beso mientras cerraba la puerta del departamento con el pie.

                                                                

Me llevó en brazos directo a nuestro dormitorio, sin dejar de besarme.

  

Me bajó con cuidado y no me soltó hasta que sintió que mis pies estuvieron firmes en el piso.

 

Nos miramos unos instantes frente a frente expresando nuestro mutuo amor y nuevamente nos besamos tiernamente esta vez no había prisas, sus manos acariciaban lentamente mi espalda, mientras mis manos se afianzaban fuertemente en su cuello.

 

En suave y sensual movimiento se separó unos segundos de mí y me dio vuelta, tomó delicadamente mi pelo y lo dejó descansar por completo en mi hombro izquierdo.

 

Sus labios y su nariz acariciaron ardientemente toda la extensión de mi cuello, mi nuca haciendo que se me erizara el bello de la piel cada vez que su exquisito aliento quemaba mi piel, mientras sus grandes y suaves manos bajaron por mis hombros, mis brazos, para terminar acariciándome la cintura, luego subió nuevamente por mi vientre hasta llegar a mis pechos los cuales masajeó y apretó levemente por encima de la ropa mientras dejaba un ardiente beso en el lóbulo de la oreja haciendo que mi respiración se volviera errática, pesada y pequeños gemidos se escaparan de mis labios.  

 

Sin pensarlo dos veces levanté mis brazos invitándolo a que sacara mi polera, necesitaba sentir mas de aquellas caricias que me hacían sentir amada y deseada, aquellas caricias que desde el primer día que fueron mías, con en mas leve rocé fueron mi absoluta e irrevocable perdición, aquellas que me llevaban al cielo y al infierno, por las que vendería mi alma por sentirlas una y otra vez sobre mi cuerpo.

 

Delicada y tiernamente quitó mi blusa y la dejó caer al piso, pegó su pecho a mi espalda e inhaló el perfume de mi cabello.

 

-Amo tu perfume a fresas- susurró con voz ronca mientras sentí que bajaba lentamente dejando un camino de sensuales y excitantes besos por toda mi columna vertebral dios me estaba volviendo tan loca que no podía ni pensar.

 

Me rodeó como un felino acechando a su presa y volvió a su susurrar en mi oído haciéndome estremecer.

 

-Me enloquece, me encanta.

 

Nuevamente sus ojos se encontraron con los míos, eran dos luceros de fuego, abrasadores, perturbadores, como siempre me atravesaban el alma con esa mirada colmada de amor.

 

Nos sonreímos hipnotizados por unos instantes y nos volvimos a besar. Nuestras lenguas jugaban una excitante danza sin ganador ni final, podríamos estar así toda la vida fundiéndonos en un interminable beso, eterno como nuestro amor.

 

Imitándome alzó sus brazos invitándome a casar su  sweater, sin dejarme de besar. Sonreí en sus labios

 

-Ayúdame- dije divertida, aun con sus labios pegados a los míos y su codiciosa lengua volvía a atrapar la mía sin cesar.

 

-Perdón- contestó sonriendo mientras me ayudaba a terminar de sacarle su sweater y terminaba en el suelo junto a mi blusa.

 

Mis manos viajaron a los botones de su camisa, mientras Edward volvía a atacar mis labios ansioso, rápidamente los desabotoné uno a uno, cuando terminé colé mis manos para acariciar su esculpido y sexy abdomen haciendo que Edward soltara un sensual gruñido en mis labios, fui subiendo lentamente hasta su pecho, pasé la yema de mis dedos por sus clavículas hasta llegar a sus fuertes hombros donde comencé a deslizar las camisa por sus brazos hasta que esta cayó al suelo con el resto de la ropa.

 

Seguimos desvistiéndonos lenta y dulcemente, el amor se podía respirar en el aire. Cuando estuvimos ambos en ropa interior Edward me tomó en sus brazos y me acostó delicadamente en la cama.

 

Besó cada parte de mi cuerpo con pasión, con devoción, estaba perdida en las sensaciones que el me brindaba, siempre experto, siempre perfecto.

 

Quitó mi sostén con deliberada lentitud y admiró mi cuerpo unos segundos.

 

-Eres lo más hermoso que he visto en mi vida, mi amada Bella.

 

Se acercó lento y tomó uno de mis pezones con sus labios haciendo que arqueara la espalda al sentir su lengua lamer sin tregua la suave y sensible piel, mandando olas de lujuriosa pasión a todas mis terminaciones nerviosas.  

 

Nuestros sexos se rozaban ansiosos por encima de la ropa interior suplicando por un contacto mas íntimo, todos nuestros movimientos desbordaban pasión, nuestras caricias eran cada vez más urgentes y ardientes, perdida entre las sensaciones de estar en brazos de mi Edward terminamos de despojarnos de esa molesta ropa que impedía que fuésemos uno solo.

 

Edward se posicionó entre mis piernas y se recostó sobre mí sin dejar que soportara un gramo de su peso. Me miró a los ojos, estos brillaban deslumbrantes, estaba pletórico, su brillo era capaz de iluminar el más negro de los días, besó mis párpados con adoración, me dijo te amo y lentamente me penetró.

 

Me aferré fuertemente a su espalda mientras Edward comenzaba a moverse lenta y profundamente dentro de mí, nos besamos apasionadamente.

                                 

Los besos y caricias de Edward estaban tan llenos de amor, que hacían vibrar mi alma, me abracé a el con todas mis fuerzas y rodeé su cintura con mis piernas quería sentirlo mas profundo mas adentro, quería que me hiciera el amor toda la vida, quería morir en sus brazos siendo amada por él, solo por él.

 

Con cada embestida sentía mi cuerpo estremecer, una hermosa y nueva sensación se alojó en mi pecho y en mi vientre. Al fin sería su esposa, al fin estaríamos juntos por siempre, al fin seríamos una familia, aquella que tanto quería tener Edward.

 

Cerré mis ojos mientras Edward me seguía amando con ardor y de repente como si el futuro se presentara frente a mi, me vi rodeada de seis pequeños, niñas y niños de todas las edades, todos con su pelo cobrizo y esos penetrantes ojos verdes que atravesaban el alma, todos igualitos a mi Edward, todos igualitos a su hermoso padre. Fue la sensación mas hermosa que he tenido en mi vida, por primera vez quería ser madre.

 

Sin quererlo lágrimas de felicidad se escaparon de mis ojos, mientras sentía que las desbordantes sensaciones me harían desfallecer.

 

Edward sintió mi estado emocional y se levantó un poco para mirarme, mientras me seguía haciendo el amor  lenta y ardientemente.

 

Me observó unos segundos y sonrió dulcemente, como siempre,  parecía que me leía el pensamiento, porque susurró mirándome directamente a los ojos con sus esmeraldas cristalinas.

 

-Yo también quiero- y me volvió a besar mientras me volvía a abrazar a él con fuerza.

 

Nuestros movimientos se hicieron cada vez más urgentes y segados por el amor y la pasión nos amamos en busca de aquel roce majestuoso saboreando palmo a palmo la felicidad sin límites que nos hacía sentir en el paraíso.

 

Fundiendo nuestra pasión en una sola, llegamos a tocar el cielo con nuestras manos y cuando pudimos ver las estrellas iluminar todo a su paso, gritamos nuestros nombres en nuestros labios.

 

-Te amo- dijo besándome dulcemente, mientras aun se movía lentamente, disfrutando de los últimos latigazos de placer.

 

-Y yo más- contesté acariciando su espalda y su cabello del cual caían pequeñas gotas de sudor.

 

Nos quedamos abrazados sin separarnos hasta que nuestra respiración volvió a la normalidad. Lentamente se separó de mí dejando un beso en mi frente y acariciando mi cabeza.

 

Sentí un vacío inmenso al no sentir su cuerpo unido al mío, vacío que me dio la impresión que el también sintió porque rápidamente me atrajo a su cuerpo dejando mi cabeza apoyada en su pecho y me rodeó con sus brazos.

 

Un leve estremecimiento me atravesó.

 

-¿Tienes frío amor?- preguntó acariciando mi espalda.

 

-Ahora si, un poco- contesté apretándome mas al él, pasándole una pierna por encima de sus piernas y dejando un beso en su pecho.

 

-Mi gato koala- dijo divertido riendo- si te aprietas mas a mi no nos puedo tapar.

 

Me separé de él solo unos segundos para que nos pudiéramos meter dentro de la cama. Nos tapó a ambos y me atrajo de nuevo hacia a él.

 

-¿Princesa?- me llamó con su aterciopelada voz cauteloso mientras jugaba a hacer figuras imaginarias en mi espalda con sus suaves y largos dedos.

 

-¿Si?

 

-¿De verdad quieres?- me preguntó ilusionado, sin decir realmente lo que quería preguntar, quizás tenía temor de haber entendido otra cosa.

 

Me levanté un poco y apoyé mi cabeza en la palma de mi mano para mirarlo directamente a los ojos y viera que era verdad lo que le iba a decir, aunque para ser sincera con Edward no me servía de nada mentir, siempre me pillaba.

 

-Si Edward con toda mi alma, lo he sentido aquí mientras me hacías el amor y ha sido un sentimiento inexplicable, hermoso- dije mostrándole mi corazón con un dedo.

 

-Amor, me haces el hombre más feliz el mundo, lo sabes, siempre te he dicho que quiero tener muchos hijos contigo, que seamos una familia grande, hermosa y feliz, pero no puedo dejar de pensar que aun no terminas de estudiar, no puedo ser tan egoísta, ya lo estoy siendo arrastrándote conmigo y mi sueño.

 

-Edward no me estas arrastrando a nada, yo lo elegí así, yo te pedí que lo hicieras hace varios meses atrás, además no tiene porque ser ahora, aun tomo las pastillas y no me quiero casar gorda como un balón ¿Cuándo quieres que nos casemos amor?- le contesté restándole importancia, no quería que se mortificara en un momento tan feliz y tampoco quería pensar que en una semana más se iba a Florida.

 

-Ahora- afirmó sonriendo con su sexy sonrisa torcida mientras me tomaba de los brazos y me ponía encima de su cuerpo- además no parecerás un balón te veras hermosa gatito- dijo acariciando mi espalda y dejando un beso en la punta de mi nariz.

 

-Edward Cullen, estoy hablando en serio- lo reprendí divertida dándole una sonora palmada en su pecho.

 

-¡Auch! yo también- dijo como niño travieso riendo a carcajadas, no pude mas que rodar mis ojos a veces era tan tonto y eso solo hacia que lo amara mas.

 

-Edward…

 

-Esta bien… mmm…, bueno el curso de piloto de combate termina en septiembre… creo que después de eso esta bien ¿Qué te parece? Así puedes terminar este semestre en la universidad y después  puedes seguir estudiando en…

 

-¡Quieres que estudie lo mismo!- lo interrumpí exclamando asustada - ¡jamás! ¿Estas reemplazando a Charlie? ¡Dios!

 

-En Florida alguna otra cosa que te guste Bella-me contestó como si fuera más que obvio.

 

-Ah okey - suspire aliviada- ¿Entonces después de Septiembre?

 

-Si amor, elige tú el mes que mas te guste y  así le damos tiempo a todas las locas de la familia para que nos ayuden a preparan la boda mas hermosa que habido en Boston jamás.

 

-¿La mas hermosa?- solo de pensar como me volverían loca entre Alice, Rosalie, Renée y Esme me daba terror- me volverán loca Edward- resoplé mortificada.

 

-La mas hermosa boda, con la novia mas hermosa del mundo también, y no te preocupes amor, no se los permitiré, las dejaré advertidas, solo serán nuestras decisiones las que influyan, ellas solo te ayudarán cuando yo no esté.

 

Suspiré aliviada, aunque realmente estaba más que segura que serían muy difíciles de controlar.

 

-¿Entonces, cómo quedamos con el primer tema?

 

-¿Y tus estudios princesa? ¿No quieres estudiar algo que te guste?

 

-Si es lo que mas quiero. Quiero retomar mis estudios de piano, pero no creo que ese sea un impedimento, no requiere tantas horas de estudio ni trasnoches como ahora, sería muy fácil para mí.

 

Me quedó mirando con sus ojos resplandecientes de felicidad y me dio un cálido y tierno beso en los labios al cual correspondí gustosa.

 

-Serás la mamá más maravillosa del mundo mi gatito enfurruñado, te amo, te amo, te amo- dijo besándome entre cada te amo.

 

-¿Entonces te parece que deje de tomar las pastillas cuando nos casemos?

 

-Me parece una excelente idea amor, pero por ahora nos dedicaremos a practicar y mucho - dijo seductoramente guiñándome un ojo y posando sus manos en mis glúteos para acercarme más si se podía a su creciente virilidad.

 

 

Anunciamos la noticia de nuestro compromiso en un almuerzo familiar al día siguiente, en mi restaurante favorito, por supuesto, estaba muy nerviosa por Charlie.

 

Cuando les contamos como nos habíamos comprometido, nuestras madres estaban exultantes de felicidad, nos abrazaron, besaron y lloraron emocionadas, he inmediatamente comenzaron a parlotear de la lista de invitados, donde nos debíamos casar, de la fiesta, de todo, todo.

 

Edward me sonreía y me decía que las dejara por hoy, susurrando en mi oído que sería mas entretenido planificar la luna de miel pasando sugerentemente su mano por mi pierna por debajo del mantel, cosa que hacia que diera respingos de cuando en cuando y que Charlie me mirara frunciendo el seño preguntándose seguramente que me ocurría, haciendo que Edward sonriera pícaramente divertido.

 

Nuestros padres también se emocionaron, Charlie resignado, volvió hacerle prometer a Edward que me cuidaría y me haría feliz, si no lo torturaría hasta los últimos días de su existencia, apoyado por Carlisle obviamente que me miraba sonriente y me guiñaba un ojo como diciendo hay que seguirle la corriente a Charlie.   

 

Emmett y Jasper estaban felices por nosotros, pero totalmente enfurruñados con Edward, se sentían prácticamente traicionados por él, cosa que nos daba mucha gracia, ya que ahora Rose y Alice estaban locas por casase diciendo que jamás superarían una sorpresa como la que Edward me había dado y que no era justo, que yo era la mas joven y me casaría primero.

 

Mis amigas estaban realmente locas por supuesto que ellas inmediatamente me bombardearon a preguntas para que les contara detalladamente todo. Evidentemente omití algunas partes para mal de Rose. Mi pervertida amiga solo quería los detalles sórdidos de cómo Edward y yo habíamos hecho el amor.

 

 

La semana siguiente pasó a un a velocidad vertiginosa. Todo frente a mi pasaba como rápidos flashes, me sentía en las nubes. Aun no podía borrar esa sonrisa tonta de mi rostro al recordar la hermosa declaración de amor de mi Edward, la apasionada y ardiente forma como nos amamos todo el fin de semana, nuestra decisión de tener hijos apenas nos casáramos, volvería a estudiar lo que me gusta, todo, todo, era simplemente perfecto en nuestro pequeño mundo.

 

 Bueno excepto por ese “pequeño inconveniente”…Edward se iría este domingo y eso era algo a lo cual me negaba rotundamente a pensar, ya vería como me las apañaba el domingo con la cruda realidad, además ahora tenía una razón mucho mas poderosa para confiar que todo saldría bien y rogar por que los meses pasaran volando.

 

Pasaba interminables minutos contemplando mi hermoso anillo, que aun me costaba creer que descansaba en mi mano, tanto fue que hasta algún regaño me llevé del profesor de administración, el señor Burns que bromeó a mi costa, pidiéndome que bajara de mi nube:

 

“Tierra llamando a la señorita Isabella Swan” “conteste señorita Swan ¿se encuentra entre los simples mortales?”

 

Lo que provocó las risas de mis compañeros y yo solo quería volver a la tierra como me pidió él, pero para que me tragara, aunque me hubiese gustado contestarle:

 

“No estoy. Me encuentro entre los dioses del olimpo cual Afrodita, con mi Adonis personal Edward Cullen”

 

Toda la semana había sido así y como no, si apenas llegué el lunes a la universidad y me encontré con Alice, si quedaban pocas personas sin enterarse del asunto del globo, ella se encargó de publicarlo a los cuatro vientos preguntándome o más bien exigiéndome que comenzáramos con el vestido de novia ahora ya.

 

A si que para mi desgracia personal, fui el centro de atención toda la semana, aunque debía reconocer que muchas personas me felicitaron sinceramente. Claro que no faltaron las envidiosas como las compañeras que tenía cuando estaba en el otro curso, Lauren y Jessica que se acercaron para que les mostrara mi anillo con sus ojos saliendo de sus cuencas de rabia y envidia.

 

Ahora me encontraba en la biblioteca buscando entre sus millones de libros, estantes e interminables pasillos un libro de macroeconomía que aun no podía encontrar, me parecía realmente absurdo seguir con esto, pero bueno terminaría mi primer año por lo menos, no lo perdería tampoco, además me daba mucha tristeza dejar a Alice sola estudiando este martirio así que la acompañaría hasta el final del primer año a mi querida Tinkerbell.

 

-¡Al fin!

 

Exclamé en voz alta cuando encontré el bendito libro, me elevé en la punta de mis pies para tratar de alcanzarlo, cuando una nívea mano lo tomó por mí, me di la vuelta para ver quien era y sonreí.

 

-¡Hola Thomas!- lo saludé mientras el ponía el grueso libro en mis manos.

 

-Hola Bella ¿Qué haces tan sola en este pasillo tan oscuro de la biblioteca? ¿Dónde esta Alice?- ¿y a este qué bicho le habrá picado? me pregunté. Por un momento me recordó a Edward, lo miré extrañada.

 

Observé el pasillo por un momento y realmente era tenebroso, tan perdida en mis pensamientos me encontraba, que no me había dado cuenta de lo oscuro que era. Me reprendí mentalmente por mi estupidez, sabía que no era bueno que me encontrara  en un lugar como este y mas encima sola.

 

-Gracias Thomas, buscaba este libro para terminar el trabajo de macroeconomía ¿tu lo hiciste ya?

 

-De nada Bella. No, aun no lo hago y perdona mi actitud es que es extraño verte sin Alice.

 

-No hay problema Thomas, ahora mismo espero que llegue, según ella tenía que hacer unas llamadas muy importantes a Los Ángeles- dije rodando mis ojos y sonriendo, ya me imaginaba para que era y yo aun ni siquiera tenía la fecha de la boda.

 

Tomé el resto de mis libros que había dejado en el piso, para encaminarme al sector de estudio donde me encontraría con Alice.

 

-¿Te ayudo?

 

-No hay problema, puedo sola.

 

-Déjame ayudarte- dijo sonriendo amablemente sacando los libros de mi brazos.

 

Me acompañó hasta una mesa desocupada y dejó los libros arriba de ella.

 

- ¿Y como esta la novia mas linda y simpática de Harvard?- dijo divertido guiñándome un ojo.

 

-eh…bien, feliz - contesté roja como un tomate, sentándome en la silla y poniendo atención a mis libros.

 

Me caía muy bien Thomas, en estos meses aunque no había llegado a conocerlo muy bien, me había dado cuenta que era un buen chico y compañero, pero me ponía nerviosa recibir halagos que no fueran de Edward.

 

-Tienes suerte Bella, se ve que Edward te adora estoy seguro que serán muy felices.

 

-Gracias, es lo que mas quiero.

 

-Bueno ahora que ya estas sana y salva y no te ha caído ningún libro de las estanterías en la cabeza me voy para dejarte estudiar- dijo burlándose de mi inevitable torpeza, no sé porque últimamente cada vez que me estaba a punto de pasar algo me daba la impresión que aparcería Thomas… estas paranoica bella…

 

-Adiós Thomas y gracias otra vez.

 

-Nos vemos- me besó en la mejilla, se dio la vuelta y desapareció entre las estanterías.

 

 

Agarré el enorme volumen de macroeconomía y me puse a buscar los tópicos referentes al trabajo que debíamos hacer mientras esperaba a Alice.

 

Concentrada estaba en términos como exportaciones, importaciones, balanza comercial, superávit, déficit cuando sentí que alguien se sentó en la silla que había a mi lado, evidentemente no era Alice ya que no era aquel torbellino de energía.

 

Levanté la vista de mi libro y miré hacia el lado para ver quien era y el aire se atascó inmediatamente en mi garganta, un escalofrío recorrió mi espalda y mi cuerpo comenzó a temblar…Jacob…

 

Sabía que no debía quedarme aquí que tenía que salir de la biblioteca cuanto antes, pero mi cuerpo estaba paralizado.

 

-A si que te casas- preguntó sin emoción en la voz, levantó su vista y me miró con sus enormes ojos negros, en ellos ya no existía el odio con que me miraron la última vez, en ellos solo había una infinita tristeza y desolación. Me partió el alma verlo tan triste, ese chico que estaba observándome sentado junto a mi había sido mi hermano y mi mejor amigo.

 

-Jacob por favor, te lo suplico no quiero tener mas problemas contigo ¿no te basto cómo te dejo Edward la última vez?

 

Sonrió pero la sonrisa no llegó a sus ojos.

 

-Si que pega fuerte el desgraciado- dijo sobándose le nariz como si aun le doliera.

 

No estaba dispuesta a pasar por esto nuevamente, y menos ahora sabía que no habría próxima vez para Edward. Tomé fuerzas de flaqueza y comencé a reunir mis libros dispuesta a salir a toda velocidad del lugar.

 

-Espera- dijo con voz torturada y suspiró profundamente- te extraño, perdóname, perdóname Bells por favor- rogó con los ojos llenos de lágrimas.

 

Mis oídos no daban crédito a lo que escuchaban, ya había escuchado esto hace meses atrás y Jacob traicionó mi confianza de la forma más espantosa y vil.

 

-Jacob por favor no me hagas esto, si algo aun me quieres, si en algo aun aprecias la amistad que alguna vez tuvimos, por favor no me hagas mas daño…

 

-Bella yo no quería te lo juro, no sé que fue lo que se apoderó de mi, yo te amo, jamás te haría daño, jamás, pero es que mi mente se nubló, los celos me cegaron.

 

-Yo, si sé que se apoderó de ti Jacob, te dejaste manipular por una maniática desquiciada, te creíste mi dueño, me atacaste tocándome de la forma mas asquerosa y aterradora, me trataste como una vil prostituta, dejaste mi cuerpo lleno de moretones y lo más importante rompiste mi corazón en mil pedazos. Pase días enteros llorando, preguntándome que había hecho mal, que te había hecho tan terrible para que me odiaras de esa forma, yo te quería como a un hermano Jake, aun te quiero- musité lo último, ya no podía estar un segundo mas aquí, no podía perdonarlo, aunque gran parte de mi lo quisiera y lo extrañara, simplemente no podía.

 

A punto de romper en llanto, tomé mi cartera y mis libros dispuesta a salir del lugar, me paré de la silla, cuando iba a dar el primer paso Jacob se paró y me tomó del brazo impidiendo que me fuera, gesto que me aterró, solté  un grito ahogado y mis libros cayeron al piso.

 

-¡Suéltala ahora!- ordenó una conocida voz masculina en un tono bajo pero mordaz, pero Jacob no aflojó su agarre.

 

-Tu no te metas es esto, Bella y yo somos amigos, estamos arreglando un problema.

 

Me giré para corroborar si era quien yo pensaba y ahí estaba Thomas, atento, en una posición listo para saltar encima de Jacob ante cualquier movimiento de el, sus ojos parecían dos afiladas estalactitas de hielo.

 

-Se exactamente que clase de problema quieres arreglar con Bella, suéltala ahora mismo- volvió a ordenar.

 

Abrí mis ojos como platos al escuchar las palabras de Thomas era imposible que él lo supiera, a menos que…. y en un segundo las palabras de Edward se vinieron a mi mente.

 

“Bella, sabes que el próximo lunes me voy  a Newport y aunque ahora nos veremos todos los fines de semana me preocupa mucho dejarte aquí desprotegida con ese chucho dando vueltas por la universidad mientras yo no esté, bueno mi idea es que yo… yo quiero contratar a alguien que te cuide todo el tiempo mientras vayas a la universidad”

 

Ahora comprendía todo, Thomas era mi guardaespaldas.

 

Jake al parecer entendió el mensaje y soltó mi brazo, retrocedió unos pasos y Thomas se interpuso entre nosotros dos.

 

-Bien, así me gusta y no te vuelvas a acercar a ella jamás si no quieres que te vuelvan a dar la paliza del siglo- lo amenazó.

 

-Bells por favor tenemos que hablar, tienes que escucharme- insistió Jacob- si quieres puede estar él presente, si quieres hasta Edward puede estar presente, pero por favor escúchame- sonaba realmente desesperado.

 

-Lo siento Jake, ahora no, toda la biblioteca nos esta mirando, ahora no es el momento.

 

-¿Pero lo harás? prométeme que lo harás- volvió a suplicar.

 

-Ya la escuchaste, este no es el momento, vete.

 

-¿Bella?

 

-No lo sé Jake, déjame hablar con Edward primero ¿si? Por favor dejemos esto hasta aquí.

 

Jacob se resignó, me dio una última mirada que no supe descifrar y se fue.

 

Mis piernas flaquearon y me sentí algo mareada, me senté en la silla y suspiré aliviada. Realmente me daba terror estar a solas con Jake, pensé que era un asunto superado para mi, pero ahora me había dado cuenta que no.

 

-¿Te encuentras bien?- me preguntó Thomas recogiendo mis cosas del suelo- se ve como que te falta el aire.

 

Solo pude asentir, aun estaba atónita.

 

-Vamos al patio a que tomes aire estás muy pálida.

 

Me ayudó a levantarme y llevó mis cosas. Cuando salimos de la biblioteca nos sentamos en unas bancas bajo unos árboles.

 

Respirar el aire fresco realmente me sentó mejor.

 

-Muchas gracias Thomas, nunca pensé que trataría de volverme a  hablar, pero veo que estaba equivocada y Edward tenía razón-dije con tristeza.

 

-No hay nada que agradecer, es mi trabajo y lo hago encantado, sobre todo si se trata de cuidar a una chica tan simpática como tu.

 

-¿Por qué nunca dijiste nada?- le pregunté curiosa, calculaba que ya hace cuatro meses debía estar cuidando de mis espaldas.

 

-Ah, eso- y se largó a reír- bueno un cierto novio muy preocupado  y celoso se lo pidió a mi jefe con las palabras exactas que uso su novia…mmm…déjame pensar cuales fueron… ¡ha ya se!.. “no quiero andar llamando la atención, ni dando explicaciones de porque un gorila anda detrás de mí toda la mañana”

 

Cito a la perfección las palabras que había usado hace meses atrás, cuando acepté a regañadientes las locas y protectoras ideas de Edward.

 

Me sonrojé furiosamente nunca pensé que mi aversión a la supuesta persona que me cuidaba se la expresarían claramente, y nunca tuve curiosidad por saber quien era, mientras se mantuviera alejado y no me molestara, para mi era como si no existiese. Por esa razón nunca le pregunté nada a Edward y él seguramente tampoco dijo nada imaginando que probablemente me molestaría y me volvería a negar a la situación, pero jamás en la vida se me abría ocurrido que aquel hombre pudiera ser Thomas.

 

-Lo siento nunca pensé que te lo dirían- le dije avergonzada.

 

-No importa, así tiene que ser, debemos conocer bien a quien cuidamos y también no debemos incomodarlo, y bueno como tú, no querías saber nada de nada de mí, obviamente nunca lo mencioné, hasta que fue estrictamente necesario como hoy. Además ya sospechaba que algo como esto pasaría, hace días que te esta observando de lejos, me imagino que desde que se enteró que te vas a casar- me dijo sonriendo amablemente.

 

-¿Realmente somos compañeros? o te torturas tanto como me torturo yo con todas las cosas que debemos estudiar- le pregunté curiosa y con un poco de lástima pensando que tedioso debiese ser hacerse pasar por estudiante toda la mañana.

 

-Sabes, siempre pienso que caíste del cielo para mi y por eso te cuido gustoso- dijo con melancolía mirando a la nada y sonrió- hace cuatro años ingresé feliz a estudiar economía aquí en Harvard, pero de un día a otro mi vida cambió, mi padre murió en un accidente automovilístico y nos dejó a mi madre y a mi llenos de deudas que pagar, tuve que dejar de estudiar y comenzar a trabajar. Como estudie artes marciales desde pequeño conseguí un el trabajo de guardaespaldas en la agencia del señor Stefan, pero siempre eran trabajos esporádicos o tenía que viajar con las personas que cuidaba. Hasta que llegó Edward a la agencia  y el señor Stefan pensó inmediatamente en mí, el trabajo era de tiempo completo, y lo mejor de todo que es podría volver a estudiar ya que la persona que cuidaría estudiaba lo mismo que yo había ingresado a estudiar años atrás y además ahora me podría pagar la universidad.

 

Pensé unos segundos en la historia de Thomas, era un chico muy esforzado y bueno, su vida había cambiado de un día para otro, sin embargo se veía que era muy feliz y agradecido de lo que aun tenía ¿Qué pasaría con el en unos meses mas, cuando me casara con Edward y dejara la universidad? Era una situación que me entristecía en verdad.

 

-Thomas, pero yo terminaré este año y no volveré a la universidad, que harás después de eso.

 

-Lo sé, por eso ya le he pedido a Stefan que me busque algún cliente con tus características, porque esta vez no dejaré la universidad pase lo que pase, pero  eso no es lo que me preocupa ahora. Ahora lo importante es llamar a Edward.

 

Sacó su teléfono y comenzó a buscar su número.

 

-¡Llamarás a Edward!- exclamé un poco mas fuerte de lo normal.

 

El me miró extrañado por mi pregunta.

 

-Por supuesto, tengo que informarle lo que ha pasado.

 

-¡No espera!- me paré de un salto y le quité el teléfono de sus manos.

 

-No entiendo Bella, por que no quieres que lo llame- me preguntó molesto con el seño fruncido sin entender mi actitud- ¿acaso piensas creer las palabras de ese mentiroso y escucharlo?

 

-¡No, claro que no! solo que no ha pasado nada y bueno Edward es un poco impulsivo, la última vez por poco lo mata y no quiero verlo involucrado en ninguna cosa, conociéndolo partirá a darle caza a Jacob y no es necesario, nada ha pasado, tampoco quiero que deje de hacer sus cosas por mi y si le dices lo mas seguro es que no vaya a Florida y se quede aquí por mi… no es una mala idea… me habló mi ángel malo…¡cállate!, la decisión ya esta tomada ¡no seas egoísta!…le contestaba el bueno…¡ahg déjenme en paz! … cerré mis ojos unos segundos para alejar esos tortuosos y tentadores pensamientos.

 

-Bella, entrégame el teléfono, lo siento tengo que llamar a Edward ese es mi trabajo y para eso me pagan. Prometo que no lo alarmaré.

 

¡Diablos! ¿Qué haría ahora para convencerlo? Lo observé unos segundos mientras mantenía su mano extendida para que le pasara su celular.

 

¡Piensa, piensa Bella! Y si… ¡No!... si resulta con Edward resultara son Thomas…no, no podré… imagina que es Edward no pierdes nada con intentar…

 

-Thomas por favor- rogué meciéndome coquetamente de lado a lado pestañando un poco mas de la cuenta.

 

-Bella, si Edward se entera se pondrá furioso contigo y yo me quedaré sin trabajo, ya me di cuenta del carácter de los mil demonios que tiene, para el año nuevo llegué a pensar que me tiraría del octavo piso hacia la calle con el ataque de celos que le dio, no sé como después de eso no me despidió.

 

-¿Y porque lo haría? no hiciste nada, él es el celoso cavernícola y lo tiene mas que claro. No se enterará te lo juro, si llega a saber seguro ira a por Jacob y esta vez las cosas no terminaran bien, por favor, me muero si le pasa algo, por favor- volví a rogar pestañando y sonriendo de manera encantadora.

 

-Bella…- dijo resoplando cansado, ya casi lo convencía.

 

-Por favor, por favor.

 

-¡Esta bien! No le diremos nada, ya veo porque Edward no te puede negar nada y está tan enamorado, es imposible decirle que no a esa carita y a esos ojitos.

 

-Gracias, gracias- salté a sus brazos para abrazarlo y darle un sonoro beso en la mejilla- te juro que no se enterará.

 

-Eso espero. Ahora creo que es mejor que hagas el trabajo en tu casa. Vamos te iré a dejar al estacionamiento para seguirte hasta tu casa.

 

-Espera que llamo a Alice para avisarle.

 

Saque mi celular y llame a Alice.

 

-¡Bellita!- me contestó feliz de la vida.

 

-Hola Alice, ¿ya terminaste de hacer tus llamadas?

 

-Si recién termine de arreglar todo, el lunes llega todo lo que pedí de Los Ángeles, morirás Bella, ¡estoy tan feliz!

 

-¡Que bien yo también estoy muy feliz Tink!- debía reconocerlo Alice me volvía loca a veces con su energía y su  compulsividad a las compras, pero me hacia tanta ilusión mi vestido de novia e imaginar la cara con que me miraría Edward mientras me espera en el altar. Suspiraba como tonta de solo imaginar la situación.

 

-¿Bella aun estas en la biblioteca? voy para allá ahora.

 

-Para eso te llamaba Alice, estoy cansada ¿podemos estudiar en mi casa?

 

-¿Te paso algo Bella? ¿Estás bien?- tan intuitiva que era siempre Alice, no podía dejarle ver que Jacob me había hablado, ella le contaría a Edward en un dos por tres sin dudarlo un segundo.

 

-No Alice solo estoy cansada, ha sido una semana de locos, además tengo que preparar mi maleta para este fin de semana y quiero que me ayudes- con eso la despistaría y no me preguntaría nada mas.

 

-Mmm, realmente debes estar cansada, para que quieras que te ayude, pero acepto, nos vemos en tu casa.

 

Thomas me acompaño a mi Jeep, y se despidió de mí en el estacionamiento, asegurándose mil veces que si estaba tranquila para manejar.

 

Cuando llegué a mi casa observé como Thomas esperó que estacionara mi Jeep, que entrara a mi casa y se fue.

 

Luego de un rato llegó Alice, tratamos de avanzar  lo más posible en el trabajo, ya que este fin de semana no podríamos hacer nada, todos viajaríamos a Newport a la graduación del curso de oficial de la marina de Edward, pasaríamos el fin de semana allá.

 

Esta vez Edward no partiría de Boston hacia Pensacola, ya que al terminar su curso, pasaba oficialmente a formar parte de las filas de la marina con el grado de Teniente y los llevarían en un portaaviones hasta la base naval de Pensacola.

 

Alice me ayudó a preparar mis cosas y la verdad fue buena idea pedirle que me ayudara, porque cada minuto que pasaba sentía que mi ánimo decaía mas y mas, era una sensación espantosa, sabía que tenía muchas razones por las que estar feliz, pero tenía mucho miedo, la fecha que no quería pensar, que había evitado tan solo recordar por un segundo, se acercaba a pasos agigantados como un verdugo esperando terminar con mi último suspiro, por que así me sentía, sentía que esta era mi sentencia de muerte.

 

A penas estuvo mi maleta lista Alice se fue no sin antes recordarme que descansara porque mañana tenía que estar deslumbrante y que pasaba por mi a las ocho treinta.

 

Tomé una ducha y me acosté. Me sentía muy triste, llamé a Emmy  para que se recostara a mi lado, mi cachorrito que estaba muy grande y lindo apoyó su cabeza en mi vientre y me miró con sus inocentes ojitos como si pudiese entender mi estado de ánimo.

 

Comencé acariciar su cabeza preguntándome que estaría haciendo Edward en estos momentos y si quizás se sintiera tan triste como yo ahora. Cuando me comenzaba a quedar dormida sonó mi celular, sonreí como tonta al escuchar la música… era mi Edward.

 

Conversamos un buen rato, al parecer él estaba tan melancólico y triste como yo, ninguno de los dos tenía la más mínima intención terminar la llamada. Conversamos mucho rato de todo y nada y nos repetimos mil veces te amo, cuanto nos extrañábamos y como todas las noches me cantó mi nana hasta que caí rendida escuchando su hipnotizante y tranquilizadora voz.

 

 

-¿Edward?

 

-Lo siento Isabella.

 

-¿Isabella? ¿Amor, porque me llamas así?- pregunté extrañada.

 

Edward me miró con sus ojos fríos como hielo y el terror azotó implacable mi corazón, jamás me había mirado de esa forma, en sus ojos no había ni el más mínimo rastro de amor.

 

No entendía que le pasaba, porque se había vuelto tan frío su corazón, si hace una semana éramos felices, hace una semana me había pedido matrimonio de la forma más romántica y hermosa.

 

Mis ojos se llenaron de lágrimas al ver como su fría mirada atravesaba como dos afiladas dagas mi frágil corazón.

 

-Ya no hay nada de que hablar- dijo con su aterciopelada voz,  esta ya no era cálida ni tierna, era dura, gélida - ya te lo he dicho, ya no te amo, lo siento, he llevado esto demasiado lejos nunca debí pedirte matrimonio, perdóname y adiós- me dio una última mirada, acarició mi mejilla se dio la vuelta y se fue.

 

-¡Edward! ¡No, por favor!- grité con todas las fuerzas que me lo permitió mi desgarrado corazón- ¡Edward! ¡Edward!- seguía gritando mientras mis lágrimas caían por mis mejillas sin control y lo veía alejarse de mi vida, de muestro amor.

 

Corrí tras él con todas mis fuerzas, pero no lo podía alcanzar, se  desvanecía frente a mis ojos como un cruel recuerdo. Mis piernas flaqueaban ya no me daban mas, caí de rodillas y abracé mi cuerpo con desesperación intentando rescatar los pedazos de mi destrozado corazón y lo vi alejarse hasta que desapareció.

 

-Edward, amor mío  no te vayas, no me dejes, te amo… te amo con toda mi alma…-alcancé a musitar.

 

Desperté sobresaltada, mi corazón latía desbocado amenazando con salirse de mi pecho,  gruesas lágrimas aun adornaban  mis mejillas…fue un sueño, solo fue un terrible sueño…repetía tratando dejar de llorar.

 

Me senté en la cama, procurando calmar mi agitada respiración, miré la hora 7:22, suspiré pesadamente, debía levantarme, solo quedaba una hora para que llegara Alice y Jasper por mi para irnos a Newport.

 

Me levanté sin ganas y me fui al baño. Me di una relajante ducha para tratar de olvidar las crudas imágenes de mi sueño… Edward te ama, me repetía una y otra vez, te ama, te ama, ya verás como pasan estos meses muy rápido… me trataba de convencer.

 

Salí del baño envuelta en una toalla, suspiré pesadamente y me senté en la cama dándome cuenta que no estaba preparada para esto, a pesar que había tenido muchos meses para hacerme la idea … eres una estúpida Isabella, tú te hiciste esto, tú lo mandaste lejos, tú lo alejaste de ti… me reprendía mentalmente mientras la demoledora y aplastante verdad golpeaba sobre mi como una bola de demolición de dos toneladas.

 

Mi Edward dejaría su vida en Boston para conquistar el cielo, lamentablemente para mi el cielo era donde estuviera él, donde pudiera respirar su mismo aire y sus cálidos brazos me estrecharan protectores contra su pecho…tarde te diste cuenta…

 

Ya no pude más con el lacerante dolor que sentía en mi pecho y comencé a llorar desconsoladamente. Fuertes sollozos convulsionaban mi cuerpo… ¿como lo haría ahora?... no le podía pedir a Edward a estas alturas que se quedara, aunque fuera lo que mas quisiera en el mundo, había dejado que las cosas llegaran demasiado lejos.

 

No sé cuanto rato estuve llorando inconsolablemente, hasta que sentí unos pequeños y delgados brazos abrazarme y acunarme amorosamente entre ellos.

 

-Sshh, ya, ya, tranquila mi Bells, ya verás como todo va bien- me decía Alice mientras acariciaba mi cabeza y me mecía en sus brazos.  

 

-No puedo Alice, no puedo- sollozaba sin control, abrazándola con todas mis fuerzas- no puedo soportar este dolor, algo me dice que todo ira mal, que todo ira muy mal, Edward me olvidará, dejará de amarme- dije en un gritó desagarrado de dolor mientras nuevas lágrimas volvían a bañar mi rostro.

 

-Ya tontita, Edward te ama, nunca he visto a un hombre mas enamorado que él, tu tranquila que Edward no te olvidará. Vamos cariño anímate, haber dime ¿Quién es la chica mas envidiada de todo Boston?- me preguntó en un tono maternal.

 

-Yo- contesté en un susurró apenas audible.

 

-¿A quien le pidieron matrimonio de la manera más hermosa y romántica del mundo?- dijo suspirando dramáticamente.

 

-A mi- contesté casi con una sonrisa asomándose por mis labios.

 

 -¿Quién tiene el anillo mas precioso que he visto en mi vida descansando en su dedo anular?

 

-Yo- dije sorbiendo la nariz.

 

-¿Ves?, no tienes nada por que temer, vamos mi Bells ya verás como nos entretenemos preparando su boda, te tendré tan ocupada que ni te darás cuenta como pasan los meses. Ahora sonríe mi amiga que ese loco enamorado espera ilusionado que su hermosa y amada prometida llegue a su encuentro. Vamos te ayudaré a arreglarte muy bonita para que dejes a todo el mundo con la boca abierta y así de paso nos divertimos un rato viendo como el celoso de  Edward se le salen los ojos de rabia viendo como todos los hombres te miran- dijo esto riendo divertida frunciendo el seño imitando la cara de rabia de Edward, lo que logró que le regalara una sonrisa sincera, se veía tan graciosa.

 

-Gracias Alice, te quiero mucho- besé su mejilla y le di una abrazo apretado.

 

-¡Bella, estas reemplazando a Emmett, no puedo respirar!

 

-Perdón- dije soltando un poco mi agarre.

 

Alice me arregló a la velocidad del rayo. Arregló mi cabello haciéndole suaves ondas que caían en cascada hasta mi cintura, me maquilló suavemente resaltando mis ojos y puso brillo en mis labios.

 

-Y ahora el toque final- dijo dando saltitos y aplaudiendo y salió de mi cuarto a toda velocidad.

 

No alcance a darme cuenta cuando ya estaba de vuelta con un zipper y una caja de zapatos en sus manos, bajó el cierre impaciente y sacó un hermoso vestido azul de su interior, luego sacó los zapatos de su caja.

 

-Alice, yo…

 

-Alice nada, para que veas que tu amiga piensa en todo. ¿Qué pensabas? ¿Qué irías a la graduación de Edward con cualquier cosa?, no, no, no, tienes que ir más que perfecta- anunció suficiente.

 

Me puse el vestido y los zapatos, me miré al espejo, era precioso y me queda muy bien, realmente a Edward le gustaría mucho y sobre todo por que era azul.

 

-Ahora si estas lista vamos que se nos hace tarde- tomó de mi mano y me arrastró a toda velocidad por el pasillo escaleras abajo.

 

En el hall de entrada de mi casa nos esperaban Jasper, Charlie y Renée, estos dos últimos estaban tan arreglados como yo, cosa que me extraño.

 

-Hola Jas.

 

-Buenos días Bella.

 

-¿Mamá, Papá, dónde van tan temprano?

 

-Donde más- afirmó Charlie encogiéndose de hombros, como si fuera tan obvio- a Newport- mientras Renée me miraba con una sonrisa de oreja a oreja colgada del brazo de mi padre.

 

-¿Qué?- pregunté sin entender nada.

 

-¿Crees que nos perderíamos un día tan importante para mi yerno?- y yo seguía son entender nada- Bella que no me guste la elección de Edward, no significa que no lo apoyemos, él ahora es nuestro hijo también.

 

Las palabras de Charlie calaron hondo mi corazón, a pesar de todas sus aprensiones hacia Edward, lo estaba aceptando como un hijo ahora que nos casaríamos, mis ojos se llenaron de lágrimas de emoción y me lancé a los brazos de mi padre.

 

-Gracias papá me haces muy feliz.

 

-Ya, ya, hija, tranquila- dijo cariñosamente Charlie palmeando mi cabeza- además a si aprovecho de recordarle otra vez a Edward que si te hace sufrir tan solo una vez lo mato.

 

-¡Papá!- lo reprendí y todos rieron a carcajadas.

 

-¡Charlie no la hagas llorar, se le correrá el maquillaje!- lo reprendió Alice, logrando que todos no riéramos a carcajadas por la cara que puso Charlie- Jas ve a buscar la maleta de Bella para que nos vayamos ya.

 

 

Charlie y Renée se fueron en el BMW de papá ya que ellos solo irían a la graduación y volverían inmediatamente a Boston  porque tenían una comida importante de negocios en la noche.

 

En el camino se nos unió Esme, Carlisle, Emmett y Rose que iban en el Mercedez de Carlisle.

 

El viaje a Newport era corto de aproximadamente una hora y media. Iba muy nerviosa, traté de dormir un rato para tranquilizarme, pero me fue imposible, a si que al final opté por apoyar mi cabeza en el frío cristal y observar el paisaje que se presentaba frente a mis ojos, intentando no pensar en nada, intentando no pensar en nuestra triste despedida, pero me era imposible.

 

Miles de imágenes de estos maravillosos seis meses pasaban por mi mente, nuestro primer encuentro, nuestro primer beso, cuando fuimos a Martha´s Vineyard he hicimos el amor por primera vez, navidad, las divertidas salidas con los chicos, el inolvidable paseo en globo, todos ellos, hermosos recuerdos a los cuales me trataba de aferrar con todas mi fuerzas para armarme de valor para lo que venía, para mantenerme entera, para no quebrarme en mil pedazos del miedo que sentía, para soportar el tiempo que fuese necesario hasta que nos volviésemos a encontrar, para recordar que Edward me amaba y no me iba a olvidar.

 

El paisaje que se presentaba ante mi era hermoso como todas las provincias de nueva Inglaterra. Elegantes mansiones, amplios y preciosos parques, jardines, enormes puentes que atravesaban el mar y unían las islas.

 

Sentía mil mariposas revolotear en mi estómago cada vez que estábamos más cerca de la base naval.

 

-¿Bella?- me llamó Jasper, que cada cierto rato me observaba por el espejo retrovisor seguramente como buen psicólogo analizando mi decaído estado de ánimo.

 

-¿Si, Jasper?

 

-Se que no es fácil por lo que les tocará pasar,  así como tampoco lo es llevar una relación a distancia, pero trata de animarte. Ustedes se aman demasiado, no creo que unos pocos meses sin verse pueda terminar con su amor, Edward quiere estar contigo para siempre y lo sabes, trata de sonreír, hoy es un día muy importante para él como para ti, hoy comenzarán a forjar el futuro que ambos eligieron vivir y por el que les tocará luchar hasta que puedan estar nuevamente juntos. No estarás sola, sabes que todos te amamos y no permitiremos que estés triste, ¿Sabes que será mas triste?  Cuando se casen y definitivamente se vayan los dos, porque los echaremos muchísimo de menos.

 

-Pero tendremos una excusa perfecta para ir a tomar el sol a Florida- acotó Alice tratando de alivianar la situación.

 

No pude contestarles nada, solo les devolví una sonrisa. Jasper tenía razón, me estaba comportando como una estúpida, pero es que no tenía explicación alguna del porque tenía tanto miedo.

 

El auto se detuvo, frente a nosotros estaba una imponente entrada, Naval Station Newport rezaba su nombre con letras doradas en la parte de arriba. Un hombre con uniforme de combate se acercó a la ventana del auto.

 

Jasper le informó donde íbamos, le paso su identificación y el le explicó donde debíamos ir y estacionar.

 

Cuando nos bajamos de los autos caminamos todos juntos hacia un gran edificio blanco, rectangular de 5 pisos “Academy Of War” U.S Navy, decía la placa al lado derecho de una de sus puertas de cristal, subimos unos escalones y otro uniformado nos dio la bienvenida, nos acompaño por un  extenso pasillo hasta el lugar donde se realizaría la ceremonia.

 

Entramos a un auditorio gigante, el lugar estaba atiborrado de gente, familiares y uniformados. Tomamos unos asientos en la tercera fila, justo detrás de los oficiales que esta mañana se graduarían.

 

Comenzaba a preguntarme como distinguiría a Edward entre tanto marino vestido de igual forma con su impecable uniforme blanco de gala, mis ojos solo veían gorras, espaldas y nucas con el pelo cortado de igual forma. Alice notó que lo buscaba impaciente con la mirada.

 

-No te preocupes, te aseguro que aunque ahora solo veas espaldas  sabrás quien es- me dijo amablemente palmeando cariñosamente una de mis manos.

 

Seguí mi ansioso escrutinio cuando algo llamó mi atención. En la primera fila una de las gorras sobresalía mas alta que las demás, fijé mi mirada en aquel joven, vi su pelo cobrizo y esos perfectos e inolvidables lunares en su cuello, ese era mi Edward, ahí estaba vestido cual príncipe encantado esperando que comenzara la ceremonia, y casi en un acto imposible de procesar giró su perfecto y hermoso rostro hacia mi como si hubiese sentido mi presencia que se lo devoraba con la mirada. Me regaló aquella sonrisa torcida que tanto amaba y me susurró un silencioso te amo el cual correspondí lanzándole un beso al aire.

 

En ese mismo instante salió un locutor al escenario y saludó  a todos los presentes nos invitó a ponernos de pie para cantar el himno nacional.

 

Observé a mi Edward mientras cantaba en posición firme con su mano puesta  en la visera de su gorra mirando su bandera, se veía tan orgulloso de lo que había logrado y de lo que estaba por lograr.

 

Cuando terminó el himno nacional tomamos asiento nuevamente y salió el comandante en jefe de la base naval a dar su discurso.

 

Mi mente se perdió entre las palabras misión cumplida, deber, honor, lealtad, disciplina, realmente quería ponerles atención, pero solo tenía cabeza para admirar a mi Edward que se veía arrebatadoramente hermoso con su impecable uniforme blanco.

 

Cuando terminó el discurso, comenzó la entrega de diplomas.

 

Uno a uno, fueron nombrando  a los alumnos que se graduaban esta mañana, subían al escenario recibían su diploma y tomaban su puesto nuevamente.

 

El orden para subir al escenario era partiendo desde el último puesto que habían obtenido en el curso hasta llegar al primero, este orden era debido a las calificaciones obtenidas estos meses.

 

Cuando faltaban unos pocos por pasar, subió Riley con su eterna sonrisa y cara pícara, se notaba que estaba que estallaba de la risa, hacia un esfuerzo sobrehumano por mantenerse serio.

 

Miré a Emmett y se notaba que le picaba la lengua por gritarle alguna cosa, solo esperaba que se contuviera tan bien como ahora cuando le tocara a Edward.

 

Pasaron tres alumnos más ya me comenzaba a preguntar cuando le tocaría el turno a Edward y como por arte de magia…

 

-Teniente Edward Anthony Cullen Platt- llamó el locutor.

 

Solo bastó que se nombraran esas cuatro palabras y un revuelo se formó a mí alrededor. La familia completa estalló en aplausos, Alice se paró como un resorte de su silla y preparó la cámara de fotos y Emmett tomó posición para gritar a todo pulmón.

 

-¡Eddie te ves tan sexy con  ese uniforme!

 

-¡Emmett!- gritaron todos juntos, provocando las risas de todos los presentes del lugar.

 

Edward se paró de su puesto y subió al escenario con su andar elegante y felino, se veía tan hermoso y sexy con uniforme, parecía un príncipe encantado, sonriendo con esa arrebatadora sonrisa torcida que hacia latir desbocado mi corazón.

 

No dejó ni un segundo de mirarme, sus ojos brillaban orgullosos. Como siempre al encontrarse nuestras miradas el mundo desapareció a nuestro alrededor, no existía Emmett gritando como un loco avergonzando a su hermano, ni Alice sacándole fotos como una desquiciada, ni las risas de los presentes,  absolutamente nadie.

 

Edward bajo del escenario y la ceremonia terminó, entonces solo ahí me di cuenta que Edward había obtenido el primer puesto, tan inteligente que era, eso solo hacía que me sintiera mas orgullosa de el si es que se podía.

 

-Señores Tenientes de la promoción de Marzo de 2012, felicitaciones, ahora pasan a formar parte oficialmente del cuerpo de marina de los Estados Unidos.

 

Nuevos aplausos, chiflidos y gritos se sintieron en todo el lugar mientras miles de gorras eran lanzadas al aire de felicidad.

 

-Vamos chicos esperemos a Edward a fuera- dijo Carlisle en tono paternal.

 

Íbamos caminando hacia la salida del auditorio, cuando sentí unas fuertes, grandes  y conocidas manos acariciar mi cintura por detrás.

 

-¿Para donde crees que vas tan sola?- susurró en mi oído pegando su pecho a mi espalda haciéndome estremecer de la cabeza a los pies- estás demasiado hermosa para tu propia seguridad y hay demasiados hombres en este lugar que pueden intentar robarme a mi preciosa prometida.

 

Me giré en sus brazos sonriendo, era tan celoso y protector mi Edward.

 

-¿Hombres qué hombres? ¿Hay más hombres en este lugar? ¿Dónde que yo no veo ninguno?- bromeé- Teniente Cullen, para su mayor información su prometida solo tiene ojos para usted. Felicitaciones mi amor estoy muy orgullosa de ti- le dije sonriendo y me colgué de su cuello para besar sus labios, Edward se sacó su gorra y me devolvió el beso gustoso.

 

-¿Amor cuándo pensabas decirme que tenías el primer puesto?- le reproché amorosamente.

 

-Es que quería que fuera una sorpresa para ti y para la familia, pero ya me estoy arrepintiendo de haber invitado a cierto personaje - dijo feliz y cabreado frunciendo el seño pensando en Emmett.

 

-No le hagas caso a Emmett amor, sabes que le es imposible contener su gran bocota.

 

-Si lo sé, pero la contuvo con Riley, simplemente disfruta dejándome en ridículo.

 

-Esa es su forma de decirte que te quiere.

 

-Pues yo prefiero que no me quiera.

 

-Edward- lo reproché.

 

-Está bien no diré nada más. ¿Vamos?- me invitó a salir del auditorio que ya estaba casi vacío ofreciéndome galantemente su brazo- sonreí al ver ese gesto tan antiguo, si Edward ya era muy caballero, con uniforme lo era aun mas.

 

Tomé su fuerte y tonificado brazo y salimos a encontrarnos con la familia.

 

A penas llegamos a su encuentro, no se hicieron esperar los abrazos y felicitaciones para Edward, todos estaban extremadamente orgullosos de él.

 

Edward nos invitó a dirigirnos con él, hacia un hermoso jardín, donde ofrecerían un cóctel para los recién graduados y sus familiares.

 

-Muchas gracias por venir hoy  señor Swan- ha sido una grata sorpresa para mí verlos hoy aquí.

 

-No nos agradezcas nada hijo, como no venir, sabemos que es muy importante para ti y para Bella- Edward abrió sus ojos enormes y su boca se convirtió en una perfecta “o” al escuchar la palabra hijo de la boca de Charlie.

 

-De todas maneras muchas gracias- dijo mi Edward sonriendo tímido.

 

-Ya, ya no sigas niño, además puedes dejar de llamarme señor Swan, solo Charlie de ahora en adelante ok.

 

La cara de Edward era un absoluto poema, cada día que pasaba Charlie nos sorprendía más.

 

Estuvimos un rato mas compartiendo en familia, Riley y sus padres se acoplaron a nosotros y a la celebración. Nuestras madres conversaban felices de nuestra próxima boda. Carlisle trataba de convencer a Charlie y al papá de Riley que se quedaran con nosotros este fin de semana en la mansión que había alquilado para todos y nosotros estábamos planificando que sitios visitar, mientras Alice continuaba sacándonos millones de fotos.

 

De vez en cuando se acercaba algún compañero a felicitar a Edward por haber obtenido el primer puesto, incluso el comandante en jefe de la base de acercó a él nuevamente.

 

-¿Listo para partir el Domingo Cullen?

 

-Si mi Coronel.

 

-Que bien, cuanto me alegro, estoy más que seguro que será un excelente piloto de combate, si es que no, el mejor- anunció muy confiado, luego me miró y preguntó- ¿Y esta hermosa jovencita es?

 

-Mi prometida, Bella Swan señor- se apresuró Edward a contestar- amor  te presento a mi Coronel Eleazar Denali.

 

Denali…Denali… pensé, cuando de pronto lo entendí… lo que me faltaba…  el era el padre de Tanya y de sus oxigenadas hermanas.

 

-Encantada de conocerlo- lo saludé con la mejor sonrisa que pude y le ofrecí mi mano.

 

El la tomó, se inclinó un poco, la besó y me sonrió amablemente.

 

-¿Prometida? ¿Se casa Cullen?

 

 -Si mi Coronel a penas termine el curso- le contestó Edward muy seguro, tomándome de la cintura y acercándome mas hacia el si se podía.

 

-¡Oh!- expresó algo incrédulo- felicitaciones, hermosa chica, se ven muy enamorados y felices. Bien no los molesto mas, los dejo disfrutar, nos vemos el domingo, adiós.

 

Y se fue caminando entre los invitados.

 

Estuvimos conversando animadamente un rato más hasta que llegó la hora de irnos. Nos fuimos caminando hasta donde habíamos dejado los autos.

 

Charlie y Renée se despidieron de Edward, dejándole buenos deseos y buena suerte, haciéndole prometer que nos visitaría a penas pudiera, se abrazaron los tres juntos y una emocionada Renée beso su frente y acarició su cabello diciéndole que lo extrañaría mucho, gesto que me dejó al borde de las lágrimas. A pesar de que ella siempre estaba hablando de lo guapo, tierno y sexy que era Edward ella lo quería como si fuera un hijo más.

 

Luego se despidieron de todos deseándonos que tuviéramos un feliz fin de semana, se subieron al BMW  de Charlie y partieron con rumbo a Boston.

 

-¿Alice nos llevas a los dormitorios? están un poco alejados de aquí, quiero ir a buscar mis cosas y mi Volvo.

 

-Claro vamos- contestó Alice feliz sacando de su cartera las llaves de su Porsche para llevarlos.

 

-Chicos nosotros nos vamos, quiero ver que todo este en orden como lo pedí, los esperamos en la casa. Edward hijo tu sabes donde  es  ¿cierto?

 

-Si papá, no demoraremos, nos vemos en un rato.

 

 

Fuimos por las cosas de Edward y Riley.

 

Mientras esperaba con Alice afuera de los dormitorios que volviera Edward y Riley con sus cosas, a lo lejos pude divisar a las zorras regaladas. La muy cínica hizo como que no me vio, pero estoy más que segura que hasta a la ceremonia asistió, claro que esta vez había tenido el decoro de no acercarse, solo esperaba que se mantuviera alejada de mi Edward como hasta ahora la muy condenada.

 

Edward salió de los dormitorios junto Jasper y Riley, guardó sus cosas en el Volvo y nos fuimos.

 

A penas me subí al auto me apoyé en su hombro y me aferré a su brazo como si mi vida dependiera de él.

 

-Te extrañe tanto amor- dije en un triste suspiro.

 

-Yo también mi vida, no sabes cuanto- contestó dejando un beso en mi frente mientras manejaba- ¿Algo va mal princesa? Te noto triste.

 

-Nada- traté de contestar lo más convincente que pude.

 

-Mi pequeña, esos hermosos ojos chocolate no me mienten, aunque Alice te haya maquillado muy bien, se nota que estuviste llorando hoy en la mañana.

 

¡Diablos!, mis ojos siempre delataban mi estado de ánimo y Edward me conocía tan bien.

 

-Esta bien lo acepto, se que tendría que estar feliz, que tengo muchas razones para estarlo, pero realmente me mata no saber cuando te volveré a ver. 

 

-Mi gatito hermoso, no quiero que estés triste amor, yo también lo estoy y mucho, pero estoy intentando aferrarme a la idea que nos veremos cada vez que podamos y estaremos tan ocupados que los días se pasaran volando hasta que nos podamos ver otra vez. Por eso mismo quiero pasar este fin de semana como cualquier otro, no quiero discursos ni despedidas, solo quiero estar contigo y con la familia, que nos divirtamos como si no fuera a ir ninguna parte, por que por lo demás no me voy al fin del mundo. Todo saldrá bien amor ya lo verás, mas pronto de lo que piensas estaremos juntos otra vez, ya pasamos por esto una vez- dijo tratando de convencernos a ambos que nuestra triste separación no sería tan difícil.

 

Cuando llegamos a la mansión que había alquilado Carlisle por el fin de semana, toda la familia nos esperaba para almorzar en los inmensos y maravillosos jardines que tenían vista al mar.

 

-Hijos al fin llegan los esperábamos para almorzar- dijo Esme besándonos a ambos en la mejilla.

 

Ya todos estaban sentados a la mesa cambiados con ropa cómoda y las personas que me imagino trabajaban en la casa los estaban atendiendo.

 

-Que bien muero de hambre, nos cambiamos de ropa y venimos en seguida, quiero sacarme el uniforme.

 

-Está, bien no demoren-contestó sonriente Esme.

 

Edward me tomó de la mano y nos condujo hacia adentro nuevamente. La mansión era enorme y elegante un verdadero sueño. Subimos al segundo piso por una interminable escalera de mármol y caminos por un largo y extenso pasillo en forma de L hasta que al final de este llegamos a una puerta doble de antigua y fina madera.

 

Edward la abrió y entramos al cuarto. Era todo decorado elegantemente  tenía una enorme cama con un vaporoso dosel blanco, dos puertas que supongo que una era el baño y la otra el vestidor, unos enormes ventanales que daban a un inmenso balcón con vista a los jardines y al paseo de Cliff Walk, que era el paseo público que atravesaba todas las propiedades privadas por la orilla de la playa.

 

-Espérame en el baño amor, voy por nuestras cosas al auto y vengo, no termines de ducharte sin mi- me dijo pícaro dejando un dulce beso en mis labios y salió a toda velocidad por la puerta.

 

Solo pude sonreír como una tonta al escuchar sus palabras mientras me estremecía por la anticipación.

 

Entre al baño me saqué el vestido y el resto de mi ropa abrí el agua, me metí a la ducha dispuesta a relajarme y hacer caso a las palabras de Edward y disfrutar de estos dos días juntos para así olvidar por un momento nuestra dolorosa separación.

 

A penas pasaron unos minutos cuando Edward entro al baño. Me quedó mirando con sus verdes esmeraldas llenas de pasión y amor.

 

Rápidamente fue desbotonado los botones dorados de su uniforme se sacó la blusa y la dejó caer al suelo. Luego siguió con los botones de su camisa dejando su perfecto y esculpido torso a la vista haciendo que me mordiera mi labio inferior al observar tanta perfección su sexy abdomen, su esculpido pecho. Cuando quiso sacar las mancuernillas de sus mangas una de estas se atoró haciendo que Edward soltara un gruñido de frustración, solo pude sonreír se veía tan adorable.

 

-Amor, acércate yo te las quito- le llamé para ayudarlo.

 

Edward se acercó a mí sonriendo de una manera malditamente sexy, tomé sus muñecas y una a una las quité y se las entregué.

 

-Gracias, en un segundo estoy contigo- dijo dejando un dulce beso en mis labios.

 

Se terminó de sacar el resto la ropa a toda velocidad disparándola salvajemente por el baño. Solo alcancé a admirar su divino cuerpo desnudo unos segundos, porque a penas estuvo listo ya lo tenía junto a mi atacando mis labios ferozmente mientras nuestras manos recorrían nuestros cuerpos ansiosas de acariciar nuestra piel, por no dejar ningún lugar si explorar y así sin mas terminamos haciendo el amor sexy y salvajemente en la ducha.

 

Cuando estuvimos perfectamente vestidos fuimos a almorzar con el resto de la familia, claro que esta vez no solo tuvimos que aguantar las bromas de Emmett, si no que también  las de Riley que se empeñaban en recordar que nos habíamos tardado en cambiarnos de ropa más de la cuenta y que si ahora tenía que aguantar a Edward así, que sería de el, cuando lo tuviese que aguantar en Pensacola y estuviera en cuarentena.

 

Por supuesto que Edward les mandaba miradas asesinas como siempre y yo me escondía en el pecho de Edward roja de vergüenza, que dijeran esas cosas delante de Esme, Carlisle y los padres de Riley.

 

-Emmett, Riley, cuando será el día que dejen a Bella y Edward en paz- los regañaba Rose rodando los ojos.

 

-Nunca osita, me divierte mucho ver las caras de rabia que pone mi hermanito.

 

-Edward hijo, estaba pensando que mañana en la noche podríamos hacer una fiesta de despedida para ustedes que dices- preguntó Carlisle sonriendo divertido para sacarnos de la vergonzosa situación.

 

-No papá, no quiero despedidas, solo quiero que pasemos estos días en paz, como si fuera cualquier otro fin de semana, como si me fueran a ver en cinco días mas. Las despedidas solo sirven para deprimirse y es lo que menos quiero en estos momentos.

 

-Esta bien hijo como tu quieras, creo que tienes razón, aprovechemos de disfrutar en familia, es una sabia elección.

 

Cuando terminamos de almorzar salimos a caminar por Cliff Walk, visitamos las mansiones históricas de Newport reflejo de la opulencia de nueva Inglaterra de fines del siglo diecinueve. El paseo era hermoso. El camino iba por la orilla de la playa hasta llegar a un hermoso acantilado.

 

Con Edward íbamos caminando abrazados, ninguno de los dos se quería separan un centímetro del otro. Los chicos iban unos pasos mas adelante entretenidos, se sacaban fotos poniendo divertidas caras y posiciones.

 

Cuando ya veníamos de vuelta Emmett llevaba a Rose colgada de su espalda ya que solo a mi querida amiga se le ocurría venir a caminar con zapatos de diseñador, bueno Alice también lo había hecho, pero era Alice, lo que hacia que Rose la mirara enfurruñada con su cabeza asomada por el hombro de Emmett.

 

Jasper tan calmado y serio como siempre se vio más interesado en la ruta histórica y en los carteles de información que había cada cierto tramo del camino y Riley esta vez, iba entretenido molestando a Emmett  y a Rose.

 

-¿Estas cansada gatito?

 

-No aun, no ¿Por qué ya quieres volver?

 

-No, ¿te sientas conmigo a mirar la puesta de sol?

 

-Claro.

 

Caminamos hacia unas bancas que estaban en un mirador justo al frente de la playa. Edward me sentó en sus piernas, y me estrechó protector hacia él, yo apoyé la cabeza en su pecho y pasé mis brazos por su cintura.

 

Así estuvimos por un largo rato, mirando como el sol poco a poco, se iba ocultando en el horizonte reflejando toda su inmensidad en el mar, mientras el cielo se teñía de distintas tonalidades de rosa y morado. El momento era muy romántico, perfecto, solo sintiendo nuestras acompasadas respiraciones y el calor de nuestros cuerpos unidos, oliendo el embriagador y adictivo perfume de su cuerpo.

 

-¿Amor?- me llamó tiernamente mi Edward, mientras acariciaba mi cabello- ¿ya pensaste la fecha en quieres que nos casemos?

 

-Si, pero aun no estoy segura.

 

-¿Y cual es?

 

-El 25 de noviembre.

 

-¿Noviembre?- preguntó decepcionado- yo pensé que sería terminando Septiembre o los primeros días de Octubre, son prácticamente dos meses mas amor, me quieres matar de la ansiedad.

 

-Es que estuve hablando con Esme y Renée de la lista de invitados y son tantos como no te puedes imaginar, creo que alrededor de seiscientos o setecientos y dicen que necesitan todo el tiempo que sea necesario para organizar la boda. Me da terror solo pensarlo, hasta he evaluado pedirte que me raptes y me lleves a Las Vegas- le dije bromeando cosa que no le gustó nada por que juntó inmediatamente sus cejas, se veía tan adorable.

 

-Bella, ¿crees qué te llevaría a Las Vegas para que nos casemos como si fueras una cualquiera?- me llamó la atención muy molesto.

 

No pude más que echarme a reír, era tan exagerado, pasé un dedo por entremedio de sus pobladas cejas para relajar su expresión y le di un tierno beso en los labios.

 

-No es gracioso- me dijo enfurruñándose

 

-Si lo es, di que lo es- lo incité volviendo a reír y sentándome a horcajadas encima de él, me colgué de su cuello y me eché hacia atrás para imitar su seño fruncido divertida.

 

No aguantó más y rió junto a mí.

 

-Me encanta divertirte amor- me dijo con sarcasmo- Así que el 25 de noviembre entonces- afirmó.

 

-Si.

 

-No veo la hora que pasen los meses, estoy loco por que seas mi esposa princesa, ya no soporto estar mas lejos de ti, quiero tenerte para mi todos los días, quiero ver todas las mañanas tu dulce rostro al despertar y que sea lo último que vea todas las noches antes de dormir- me dijo con todo el corazón y me besó tierna y profundamente afianzando su agarre a mi cintura.

 

Fue un beso lleno de sentimiento y ternura, fue tan hermoso que me tocó profundamente mi alma.

 

Seguimos mirando la puesta de sol abrazados hasta que prácticamente el sol se escondió.

 

-¡Hermanito!- de pronto a pareció Emmett feliz con Rose aun colgada de su espalda, junto con todos los chicos- ¿Una carrera hasta la casa?- reto a Edward como niño pequeño, sonriendo desafiante mostrando sus adorables hoyuelos.

 

Edward lo observó unos segundos y una sonrisa traviesa cruzó por sus labios.

 

-Acepto, pero con las chicas en nuestra espalda.

 

-Edward estas…

 

-Vamos amor además, ganaremos, Emm  jamás me ha ganado corriendo, por mas que lo intente.

 

-Eso lo veremos. Riley hermano tu serás el arbitro- anunció Emmett.

 

-Súbeme Jazzy- apremiaba Alice saltando impaciente con sus manos puestas en los hombros de jas.

 

-¿No estamos un poco grandes para esto?- pregunté para tratar de salir de la situación.

 

-Mira quien lo dice, la señora casada- dijo dramáticamente Alice.

 

-Y la mayor de todos nosotros por supuesto- añadió Rose burlándose de mí.

 

Edward se paró y a mi me dejó parada arriba del banco para que me pudiera subir mas fácil a su espalda.

 

-Vamos gatito, será divertido- me animó.

 

Edward se veía tan feliz jugando con su hermano, que no me pude negar, así quería recordarlo siempre, sonriendo hermosamente, con sus ojos brillantes de felicidad, con ese hermoso rostro de ángel mirándome con intensidad.

 

Así que sin dudar más, me subí a su espalda y me aferré a él con piernas y brazos.

 

Nos pusimos en posición uno al lado del otro y Riley dio la salida.

 

-¡En sus marcas!… ¡listos!… ¡ya!

 

Y Edward se echó a correr como un loco, reía a carcajadas cada vez que Emmett o Jasper nos pasaban diciendo que les estaba dando ventaja. Alice y Rose gritaban divertidas animando a sus novios a ir mas rápido.

 

-Afírmate amor, que ahora solo nos verán el polvo- anunció Edward suficiente con su aterciopelada voz.

 

Y en un abrir y cerrar de ojos los pasamos sacándoles mucha distancia. Las carcajadas de Edward eran la música más hermosa que habían escuchado mis oídos.

 

Llegamos a la casa mucho antes que los chicos, Edward me bajo con cuidado de su espalda y luego me tomó en brazos para darme vueltas por el aire para celebrar nuestro triunfo.

 

-Ganamos amor, te lo dije, Emmett jamás ha podido ganarme, no sé para que aun sigue intentándolo.

 

-Eres un presumido Cullen, pero así te amo- le dije divertida.

 

Ni siquiera se veía cansado, era tan perfecto, ni un pelo de su cabeza su había movido de su lugar.

 

Cuando llegaron lo chicos no dijeron una palabra. Hace meses que no veía a Emmett mantener la boca cerrada y Edward como nunca parecía un loro, hablando hasta por los codos, sacándoles pica cada cinco minutos, se veía tan divertido y adorable nunca lo había visto comportarse de esa manera tan infantil y ese aspecto desconocido de él para mi, solo hizo que lo amara aun mas si eso era posible.

 

En la noche nos quedamos en casa mandamos a pedir pizza y vimos películas de terror con los chicos. Carlisle y Esme junto con los papas de Riley salieron a divertirse al casino.

 

Casi hasta la media noche estuvimos viendo la famosa película, “actividad paranormal” claro que yo poco vi, por que mi cara paso mas enterrada en el pecho de Edward que mirando las espantosas imágenes que de seguro no me dejarían dormir.

 

Edward acariciaba tiernamente mi espalda y me protegía con sus fuertes brazos, me sonreía tranquilizadoramente, mostrando todos sus perfectos y blancos dientes.

 

Cuando la película ya casi terminaba, Edward se levantó sigilosamente del sillón donde estábamos sentados, me tomó de la mano y nos llevó a nuestro cuarto. A penas traspasamos el umbral de la puerta, comenzó a acariciarme abrasadoramente por todo mi cuerpo con sus manos suaves y fuertes.

 

No tardamos en fundir nuestra pasión en una sola, la necesidad de sentirnos unidos en cuerpo y alma era tan desesperada y demandante que casi rayaba en el dolor.

 

Al día siguiente prácticamente no salimos del cuarto nada mas que para tomar desayuno y almorzar, tampoco nadie nos interrumpió y milagrosamente ni Emmett ni Riley se burló. Al parecer entendían mejor de lo que pensábamos lo que se nos venía y respetaron nuestro espacio. Ellos sabían que nos amábamos demasiado que uno no podía vivir sin el otro y que esta separación sería larga y tortuosa para ambos.

 

Aunque ninguno de los dijera nada, la tristeza de la próxima separación se podía sentir en el aire. Nos acariciamos, besamos y nos miramos a los ojos prácticamente todo el día expresando con una sola mirada lo que no hace falta decir con palabras, por que las preciosas esmeraldas de mi Edward eran el espejo de su alma.

 

-Amor, vamos a cenar y a bailar los dos solos, ¿te gustaría?

 

-Si me encantaría.

 

Nos duchamos juntos, lavamos nuestros cuerpos con caricias suaves y tiernas, entre intensas miradas  y emotivos besos.  Cuando terminamos Edward como siempre me envolvió en una toalla, ató una a sus caderas y secó mi cuerpo con delicadeza.

 

Me vestí con unos pantalones negros ajustados un top strapless azul y me puse botas de tacón hasta mis rodillas, deje que mi pelo se secara al aire. Mi Edward se puso unos pantalones negros de vestir, una camisa celeste con sus primeros botones desabrochados dejando ver parte de su marmóreo y esculpido pecho y zapatos cafés, como siempre se veía arrebatadoramente hermoso.

 

Salimos de nuestro cuarto tomados de las manos, hacia nuestra cita romántica.

 

Al llegar a la sala estaban todos reunidos en una entretenida conversación. Nos despedimos y ninguno de ellos preguntó donde iríamos, solo nos desearon que lo pasáramos bien y nos dejaron ir.

 

Edward manejó hacia el centro de Newport, hasta un área de hermosos y elegantes restaurantes. Se estacionó afuera de uno que estaba todo iluminado con pequeñas luces como las de navidad por fuera se veía que era elegante e íntimo,  Tucker`s Bistro decía en su entrada.

 

Se bajó del auto y como siempre caballero abrió la puerta del copiloto y me ayudó a bajar. Me tomó de la cintura y me atrajo hacia él y entramos al restaurante.

 

El ambiente era ecléctico, íntimo y fantástico, muy romántico una suave música se escuchaba por todo el lugar. Estaba decorado con cuadros de todos los tamaños y portes, espejos antiguos también adornaban sus muros, las mesas eran para dos y cada una tenía una lámpara distinta que las iluminaba, dándole un encanto interesante al lugar.

 

-Buenas noches tenemos una reserva a nombre de Edward Cullen.

 

La chica buscó en el libro de reserva y luego le sonrió como tonta batiendo sus pestañas… zorra pensé.

 

-Si aquí está, síganme por aquí- dijo echándome una mirada envenenada.

 

Edward sonrió y me dio un beso en la frente. Nos condujo por el restaurante hacia un apartado.

 

Caballerosamente, Edward corrió la silla para que me sentara, luego tomó su lugar frente a mí y entrelazó una de nuestras manos por encima de la mesa haciéndole cariño al dorso de mi mano con su dedo pulgar.

 

Llegó el mesero a pedir nuestra orden, como siempre pedimos pasta, nuestra favorita y una botella de un buen vino tinto.

 

Comimos en un cómodo silencio entre miradas enamoradas y sinceras sonrisas de amor, creo que ninguno de los dos era capaz de expresar absolutamente nada.

 

Cuando terminamos de comer, el mesero retiró nuestros platos y luego nos trajo el trago de la casa un exquisito baileys irlandés.

 

Cada minuto que pasaba, nos mirábamos más intensamente, era como si los dos tuviésemos miedo que la persona que teníamos al frente fuera a desaparecer de nuestra vista por siempre. Y aunque no sería exactamente así, el maldito reloj avanzaba y avanzaba robándose nuestro tiempo, robándose nuestros momentos, robándose los preciados y pocos minutos que me quedaban junto a mi Edward.

 

-Mi amor ¿quieres bailar?- me invitó poniéndose de pie extendiendo se mano hacia a mi para que la tomara.

 

-Si- solo fui capaz contestar tomando su mano con devoción.

 

Edward me estrechó hacia él pasando sus manos  por mi cintura y yo como siempre apoyé mi cabeza en su pecho para sentir los fuertes latidos de su corazón y respirar su maravilloso perfume. Edward me dio un beso en el tope de mi cabeza y luego apoyó su mejilla en ella.

 

Nos comenzamos a mecer al ritmo de la suave y romántica música.

 

Con cada canción que pasaba lo abrazaba mas fuerte como si así, jamás se fuera a alejar de entre mis brazos.

 

Mis manos acariciaban sus cabello, su hermoso rostro, para que quedara grabado a fuego bajo mi piel, para que cada vez que cerrara mis ojos solo apareciera él, mi adorado y amado Edward.

 

No sé cuanto tiempo estuvimos bailando, hasta que me percaté de que sonaba una hermosa canción, que describía a la perfección los sentimientos que bullían en mi corazón. When you´re gone de Avril Lavigne.

 

Levanté mi vista para mirar a Edward directamente a los ojos, sabía como el amaba que yo cantara, sin embargo por alguna estupidez mía yo casi siempre se lo negaba. Esta vez sería diferente este sería mi regalo de despedida para mi Edward. El me sonrió y me miró de manera expectante y sus ojos brillaron emocionados cuando la primera nota cantada por mi escuchó.

 

http://www.youtube.com/watch?v=cCHHn524uao&feature=BFa&list=PLECF7ADD2F77C3F12&lf=mh_lolz&index=23

♫I always needed time on my own. I never thought I'd need you there when I cry. And the days feel like years when I'm alone. And the bed where you lie, is made up on your side♫

(Siempre necesite tiempo para mi, nunca pensé que te necesitaría allí cuando llorara. Y los días se sienten como años, cuando estoy sola. Y la cama donde duermes esta tendida de tu lado.)

 

♫When you walk away. I count the steps that you take. Do you see how much I need you right now♫

(Cuando te marchas, cuento los pasos que das. ¿Ves cuánto te necesito ahora mismo?)

 

♫When you're gone. The pieces of my heart are missing you. When you're gone. The face I came to know is missing too. When you're gone. The words I need to hear to always get me through the day. And make it OK. I miss you♫

(Cuando no estás, los fragmentos de mi corazón te extrañan. Cuando no estás, el rostro que llegué a conocer es extrañado también. Cuando no estás las palabras que necesito oír para siempre sobrellevar el día y hacerlo mejor son: te extraño)

 

Las preciosas esmeraldas de mi Edward se tornaron cristalinas, al escucharme cantar, me robó un dulce y casto beso y me susurró un silencioso, gracias. Se formó un nudo en mi garganta, ya casi no podía seguir cantando ya que mi respiración se había vuelto entrecortada por la emoción, pero continuaría para él.

 

♫I haven't felt this way before. Everything that I do reminds me of you. And the clothes you left are lying on the floor. And they smell just like you. I love the things that you do♫

(Nunca antes me había sentido así. Todo lo que hago, me recuerda a ti. Y la ropa que dejaste, esta tirada en el piso y huele tal y como tú. Me encantan las cosas que haces)

 

♫When you walk away. I count the steps that you take. Do you see how much I need you right now♫

(Cuando te marchas, cuento los pasos que das. ¿Ves cuánto te necesito ahora mismo?)

 

♫When you're gone. The pieces of my heart are missing you. When you're gone. The face I came to know is missing too. When you're gone. The words I need to hear to always get me through the day. And make it OK. I miss you♫

(Cuando no estás, los fragmentos de mi corazón te extrañan. Cuando no estás, el rostro que llegué a conocer es extrañado también. Cuando no estás las palabras que necesito oír para siempre sobrellevar el día y hacerlo mejor son: te extraño)

 

Dos traicioneras lágrimas cayeron por mis mejillas, cuando llegué a la parte que mejor me identificaba todo lo que sentía por Edward y como me sentía cada vez que se iba.

 

♫We were made for each other. I'm here forever. I know we were. Yeah♫

(Fuimos hechos el uno para el otro. Salgamos de aquí para siempre. Se que lo fuimos ¡si!)

 

♫All I ever wanted was for you to know. Everything I do I give my heart and soul. I can hardly breathe I need to feel you here with me. Yeah♫

(Todo lo que siempre quise que supieras,  fue que lo haría todo, daría mi corazón y mi alma. Me cuesta mucho respirar, necesito sentirte aquí conmigo ¡Si!)

 

No pude mas con los sentimientos que remecían mi corazón y me eché a llorar a sus brazos.

 

Nos seguimos meciendo al ritmo de la música mientras ambos intentábamos controlar nuestras intensas emociones.

 

-Ya mi gatito, no llores mas, no me iré para siempre te lo juro amor, por favor cariño, yo también estoy sufriendo con esto, pronto estaremos juntos para siempre te lo prometo- me intentaba calmar con su aterciopelada voz, mientras acariciaba tiernamente mi espalda.

 

-Te amo Edward, te amo con todo mi corazón, no me olvides amor- susurré con la voz quebrada.

 

-Nunca, nunca podría, mi vida no es nada sin ti-  me dijo tomando delicadamente mi rostro entre sus manos, para mirarme directamente a los ojos, luego besó si frente y me abrazó nuevamente.

 

Cuando logré calmarme me senté nuevamente en la silla y Edward llamó al camarero para pagar la cuenta.

 

Salimos del restaurante abrazados.

 

-Amor la noche aun esta cálida ¿quieres dar un paseo conmigo por la playa?

 

-Si, me encantaría.

 

Me abrazó por detrás apoyó su mentón en mi hombro y nos  fuimos caminando en dirección a la playa.

 

La noche estaba estrellada y la luna plateada reflejaba toda su inmensidad en el mar. Cuando íbamos llegando al paseo de la costanera, un niño que vendía rosas se acercó a nosotros.

 

Edward sin dudarlo inmediatamente le compró una para mí y el niño le entregó la rosa más grande y hermosa que tenía.

 

-Gracias amor esta hermosa- dije llevándomela a la nariz para aspirar su suave y embriagador perfume.

 

-No más hermosa que tu mi princesa- y me sonrió con aquella sonrisa torcida que hacia estragos en mi corazón.

 

Caminamos hacia la orilla de la playa donde el mar rompía en la arena en suaves olas. La luna estaba inmensa iluminaba todo impresionantemente como si fuera el mismo sol, una cálida brisa de primavera acariciaba nuestros cuerpos.

 

-Gatito ¿estas mejor?-me preguntó estrechándome en sus brazos, siempre protector.

 

-Si, perdona Edward no quería emocionarme tanto, lo siento.

 

-No me pidas disculpas Bella, sabes mejor que nadie que yo me siento exactamente igual que tú, pero tenemos que ser fuertes amor. No quiero verte llorar nunca mas como hace un rato, no te dejaré amor y no te olvidaré, no tengas miedo. Igual como te lo prometí hace meses atrás, te lo prometo ahora, volveré por ti amor, y esta vez estaremos juntos para siempre por toda la eternidad, nunca mas  habrá distancia que nos separe, y este tiempo que estemos separados no significara nada, solo será un insignifícate recuerdo, una prueba mas  de que nuestras almas nacieron para permanecer unidas mas allá de nuestras vidas. Porque el día que esos ojos chocolates hicieron prisionero mi corazón, este nunca mas fue mío, nunca más me perteneció, desde ese día tú te volviste la dueña de mi corazón, porque mi corazón siempre será tuyo mi Bella Cullen.

 

¡Dios! como me estremecía el alma, era lo que estaba esperando escuchar, lo que necesitaba escuchar, que me confirmara que todo estaría bien, que me amaba sin medida que me amaría por siempre. Solo pude abrazarlo mas fuerte si es que se podía y lo besé con mucho amor, con todo el corazón.

 

Cuando nos separamos un destelló dentro de la rosa llamó mi atención, miré a Edward sin entender nada y el sonrió invitándome a averiguar que es lo que hacía relucir la rosa con tal intensidad.

 

Abrí con cuidado sus pétalos, como si fuera un delicado cristal y mi corazón latió desbocado cuando mis ojos se encontraron con el tesoro escondido que había en ese pequeño lugar.

 

Con dedos temblorosos lo tomé. Una delicada cadena de la cual pendía un hermoso diamante en forma de corazón hizo presencia ante mí, el corazón era hermoso, tan hermoso como el puro y sincero corazón de mi Edward. En el broche de la cadena había otro pequeño corazón de oro blanco con una pequeña inscripción.

 

“Mi corazón siempre será tuyo”

Te amo gatito

Edward

 

Y tal como el me había dicho, Edward me estaba regalando simbólicamente su corazón.

 

No pude más de la emoción y me eché en sus brazos para besarlo con todo mi amor.

 

-Te amo mi amor, te amo con toda mi alma.

 

-Y yo mas, mi hermosa Bella mucho más.

 

 

Sentí los suaves pétalos de una roza, acariciar delicadamente mi nariz, mis labios, mis mejillas. Sonreí internamente, hasta para despertarme Edward era tierno, perfecto.

 

Hermosas imágenes mentales vinieron a mi cabeza de la noche anterior, el intenso momento en el restaurante, Edward regalándome de la manera más romántica del mundo su corazón y después Edward y yo haciendo el amor. Mil sentimientos nos habían abordado al momento de convertir nuestros cuerpos en uno solo, pasión, amor, ternura, lujuria, anhelo, nostalgia, esperanza, pero por sobre todo amor. Nos amamos de la una manera tan maravillosa y perfecta que aun podía sentir sus suaves labios acariciar hasta el lugar mas recóndito de mi piel y escuchar su aterciopelada voz susurrarme al oído mil veces te amo.

 

Sentí sus labios rozar cariñosamente los míos y arropar levemente mi cuerpo aun desnudo, vestido solamente con el corazón de mi Edward colgado de mi cuello y mi anillo descansando en mi mano izquierda en el dedo anular, lugares donde ambos permanecerían por toda la eternidad.

 

Lentamente abrí mis ojos y ahí estaba mi dios personal, contemplándome como si fuera la octava maravilla del mundo con esa mirada intensa y profunda  como el mismo mar.

 

Solo llevaba puesto el pantalón de su pijama, por lo que no pude evitar recorrer con mi mirada aquella imagen tan irreal, el magnifico  y sexy cuerpo que tenía mi Edward.

 

-¿Te gusta lo que ves?- me preguntó divertido.

 

-Si mucho. Buenos días amor.

 

-Buenos días princesa- me saludó dejando un dulce beso en mis labios- traje el desayuno.

 

-Que rico muero de hambre.

 

Y como si me hubiese escuchado, apenas pronuncié esas palabras, mi estómago rugió dejándome en evidencia, lo que provocó que Edward riera con sonoras carcajadas.

 

Edward se paró y trajo la bandeja que descansaba el la mesa del pequeño living que había en nuestra habitación.

 

-¿No tomamos desayuno con todos?

 

-Todavía es temprano amor, los chicos aun duermen, solo se ha levantado mi mamá para llevarle desayuno a Carlisle a la cama al igual que yo a ti. 

 

-Ya veo a quien saliste tan consentidor- lo acusé sonriendo, se me hacía una imagen de lo mas tierna, madre e hijo haciendo el desayuno juntos en la cocina, sin duda Edward había salido a Esme en eso.

 

-Me gusta consentirte amor- me contestó acariciando mi mejilla.

 

Cerré los ojos para disfrutar del contacto y apoyé mi cabeza en su mano para prolongar el momento, ya que sabía que en unas cuantas horas más, estas hermosas sensaciones ya estarían privadas para mí. Mi corazón lloró desconsolado tan solo pensarlo.

 

Cuando terminamos de tomar desayuno Edward se metió nuevamente en la cama junto a mí y nos abrazamos como si nuestra vida dependiera de aquel significativo abrazo.

 

Pasamos toda la mañana acariciándonos  tiernamente, mirándonos por largos momentos, besándonos hasta desgastar nuestros labios, gravando cada segundo y minuto que nos quedaba juntos en nuestras me memorias, para que nuestro infinito amor no se perdiera en el recuerdo.

 

Pero como todo lo bueno es esta vida alguna vez tiene que terminar, la suerte no podía estar para siempre de nuestro lugar y la hora temida y esperada llegó.

 

Nos miramos ambos con los ojos llenos de lágrimas por un largo momento, Edward se acercó lentamente a mi juntó nuestros labios en el beso mas tierno que me había dado jamás, sentí tanto amor que creía que mi corazón explotaría, que ya no podría mas con tanta intensidad. Luego apoyó su frente en la mía.

 

-Te extrañare tanto mi amor, cada día que pase sin verte será una lenta y tortuosa agonía, solo me siento vivo junto a ti.

 

Lo dijo de tal forma que me dio nuevamente la impresión que me estaba suplicando en un grito silencioso que le pidiera que se quedara junto a mí, pero yo como siempre nada de egoísta y muy tonta callé, mucho había logrado mi Edward como para dejar sus sueños truncados por mí.

 

Nos duchamos juntos para así prolongar cualquier momento, cualquier segundo donde pudiéramos estar tocándonos y besándonos.

 

Cuando salimos de la ducha nos secamos entre mimos y caricias. Observé cada movimiento de Edward mientras me secaba el pelo, quería guardar estos últimos momentos como el tesoro mas preciado dentro de mi corazón. Esa imagen arrebatadoramente sublime, de su torso desnudo con la toalla atada a sus caderas mientras se afeitaba su hermoso, masculino y anguloso rostro, como peino su corto cabello que aun tenía un poco rebelde en el frente que lo hacia verse mas  sexy aun si es que se podía. Como lavó sus dientes. No quería olvidar ningún gesto por pequeño que fuera de mi amado Edward.

 

Salimos del baño para vestirnos. Fui a mi maleta y saqué un lindo vestido blanco de tiritas que caía holgado un poco mas arriba de mis rodillas me vestí rápidamente cuando miré a mi Edward ya tenía puesto los pantalones de su uniforme.

 

Una idea posesiva cruzó por mi mente. Me acerqué hasta a él y le quité la camisa de sus manos.

 

-¿Qué haces amor?- inquirió curioso.

 

-Yo quiero ser la única que saque y ponga este uniforme para siempre amor.

 

-Mi celoso gatito- dijo negando tiernamente con su cabeza y sonrió- siempre serás la única y lo sabes.

 

-Me da igual, quiero hacerlo, déjame ¿si?- Edward me observó con su penetrante mirada y solo asintió.

 

Tomé la camisa y me puse detrás de él, pasé cada manga por sus manos, me elevé en la punta de mis pies, besé con devoción cada uno de sus hombros y la subí suavemente por sus brazos, me puse nuevamente frente a él y la abotoné lentamente desde abajo hacia arriba, luego doble los puños dobles de sus mangas y le puse las mancuernillas. Cuando terminé besé sus dos manos con inmenso amor.

 

Después tomé la blusa de su uniforme y la pasé exactamente de igual forma por sus brazos, nuevamente me puse frente a él y fui abotonando uno a uno sus botones dorados desde abajo hacia arriba hasta llegar al broche en su cuello, lo cerré con delicadeza me puse en la punta de mis pies y besé tiernamente sus labios. Luego pase mis manos por encima de su pecho como queriendo alisar mas aun su pulcro uniforme y lo observé unos segundos… ¡dios que hermoso se veía!

 

-Estas listo mi amor- anuncié admirándolo orgullosa.

 

-Eres tan tierna mi hermoso gatito. Me has mal acostumbrado como lo haré ahora para ponerme de igual forma esta molesta cosa- dijo como niño pequeño haciendo un puchero, se veía tan adorable.

 

-Simple cierras los ojos y te imaginas que soy yo la que te esta vistiendo- anuncié sonriente, encogiéndome de hombros restándole importancia.

 

-Nunca será lo mismo- dijo con tristeza estrechándome entre sus brazos para besarme dulcemente.

 

Cuando estuvimos listos y nuestras maletas hechas salimos del cuarto para encontrarnos con la familia, se encontraban conversando animadamente en los sillones de la terraza que daba al jardín enfrente de la playa.

 

-Buenos días hijos- nos saludo cariñosamente Carlisle.

 

-Buenos días contestamos los dos juntos.

 

-¿Ya estás listo Edward?- preguntó Esme con tristeza en su mirada.

 

-Si mamá ya estamos en la hora, debemos irnos.

 

Apenas Edward pronunció estas palabras un silencio sepulcral se apoderó del lugar. La animada conversación que tenían Alice y Rose se interrumpió, y la mirada de Jasper y Emmett se entristeció, solo Riley mantenía una expresión relativamente serena.

 

Todos ellos lo echarían mucho de menos, pero jamás como yo, que sentía que cada minuto con se convertía en el verdugo de mi corazón.

 

Salimos de la casa y nos fuimos en dirección a la base Naval.

 

Llegamos a un enorme muelle donde descansaba impertérrito el impresionante portaaviones  que se llevaría mi amor surcando las impasibles olas a través del mar.

 

El muelle estaba llegó de gente, familiares y marinos esperando que sus seres queridos partieran. Nos bajamos de los autos y caminamos acercándonos a lo que a mis ojos era mi sentencia de muerte, mi destino final.

 

Emmett ayudó a llevar las cosas de Edward así como Jasper ayudó con las de Riley, caminaron todos juntos hasta un uniformado al cual le entregaron sus cosas para que las ingresaran al portaaviones.

 

Sentí las cálidos brazos de mis amigas abrazarme mientras observaba a Edward dejar sus maletas.

 

-Tranquila Bells, todo estará bien- dijo Rose besando mi mejilla- ya verás como la pasamos en grande planeando su boda.

 

-Si, y mejor lo pasaremos cuando vayamos a ver a Eddie a Florida, a penas podamos estaremos todos por allá para hacerlo rabiar ya lo verás- acotó Alice mirándome tiernamente.

 

Ni siquiera un gracias salió de mis labios, el nudo que tenía en la garganta me impedía hablar, si abría mi boca tan solo para decir una palabra sabía que estallaría en llanto y ese era un lujo que por el momento no me podía dar. Solo les asentí y una sonrisa casi inexistente elevó las comisuras de mis labios.

 

Cuando Edward llegó junto a mi me abrazó y me estrechó fuerte contra su pecho. Cerré mis ojos y me dejé disfrutar de la hermosa sensación de sentirme protegida entre sus brazos mientras escuchaba el sonido más hermoso del mundo el fuerte latir de su corazón.

 

Su embriagante perfume se coló por mi nariz nublando todos mis sentidos, al estar en sus brazos me sentía en el mismo cielo, pero tenía mas que claro que en unos pocos minutos más me encontraría en el mismísimo infierno.

 

Y así como si hubiesen escuchado mis tortuosos pensamientos un silbato con alguna orden militar se sintió por todo el lugar. Edward inmediatamente se tensó en el lugar lo que me indicó que el momento de nuestra despedida había llegado.

 

Mi corazón latió como un loco, cada palpitar amenazaba con hacerlo estallar de dolor, de desolación, sangraba y desgarraba mi alma dejando a su paso solo una profunda e infinita tristeza.

 

Riley se despidió primero. Se abrazó a sus padres, ellos lo besaron y  abrazaron cariñosamente, luego se despidió de la familia de Edward y todos ellos le desearon éxito y suerte.

 

Se acercó a mi y me dio un cálido abrazo y me susurró en el oído “no te preocupes, lo cuidaré por ti” besó mi mejilla y se fue sonriente.

 

-Te esperó arriba hermano- le dijo a Edward y este solo asintió.

 

Observé a mi Edward y sus ojos brillaban cristalinos, se separó de mí para comenzar a despedirse de su familia.

 

Abrazó a Esme y a Carlisle y estos besaron la frente de su de hijo con devoción, los amo le escuché decir con emoción.

 

Luego abrazó a Emmett y a Rose.

 

-Te quiero hermano- dijo Emmett como niño pequeño tratando de hacerse el fuerte, sus ojos estaban llenos de lágrimas- te extrañaré.

 

-Cuídate mucho, ya te extraño- Rose besó su mejilla y se abrazó a los dos.

 

-Los quiero, cuida al oso Rose.

 

No alcanzó a girarse hacia Jasper y Alice cuando ya la tenía colgada del cuello.

 

-Suerte, te quiero mucho pitufo gruñón, visítanos pronto ¿Si?-Alice acarició su cabeza y besó su mejilla.

 

-Y yo a ti Tink, te prometo que apenas pueda estaré por aquí.

 

-Éxito hermano- dijo Jasper y se abrazaron palmeando sus espaldas.

 

-Los quiero familia- dijo mi Edward con su voz cargada de emoción- cuiden a mi Bella por mi, ella es todo lo que tengo, ella es mi vida- les pidió con fervor, sus ojos estaban llenos de lágrimas se notaba que estaba haciendo un gran esfuerzo por no botar ninguna.

 

Y por último se giró hacia mí. Tomó de mi mano y caminó conmigo hacia donde debía embarcar.

 

Me sentí desfallecer cuando atravesó mi alma con su penetrante y desolada mirada, me tomó por la cintura y pegó su frente a la mía.

 

-Te amo mi vida, te amo mi Bella- susurró con la voz quebrada.

 

-Edward…- solo pude musitar y sin poder evitarlo me puse a llorar.

 

Pasé mis brazos por su cintura y me abracé a él como si mi vida dependiera de ello, suspiré profundamente tratando de contener las palabras que estaban a punto de salir por mi boca, pero gritaban desconsoladas dentro de mi corazón… ¡no me dejes Edward, no me dejes! ¡Quédate amor, quédate por favor!…

 

Edward secó las malditas lágrimas traicioneras que rodaban por mis mejillas, acercó sus labios a los míos y me besó como si fuera el último besó que nos daríamos en la vida, era un beso de doloroso amor.

 

-Adiós mi amor y recuerda, mi corazón siempre será tuyo,  cuídalo porque lo he dejado aquí contigo- me recordó pasando la mano delicadamente por el diamante que descansaba colgado de mi cuello.

 

-Te amo Edward, te amo mi amor, aquí estará tu corazón, conmigo para siempre.

 

Me estrechó por última vez entre sus brazos besó mi frente y acarició mi cabello… volveré por ti mi amor… susurró en mi oído, se separó de mi, me miró por última vez se dio la vuelta y se fue dejándome devastada en el lugar.

 

Nuevos silbatos se escucharon provenientes desde el portaaviones, y poco a poco los marinos se fueron formando en su cubierta paralelos al muelle.

 

Los familiares se acercaron buscando ansiosos a sus seres queridos, así como yo busqué también ansiosa a mi Edward.

 

Ahí estaba mi príncipe encantado el primero de una enorme fila. Nuestras miradas se encontraron y me sonrió con melancolía.

 

Salió un oficial de alto rango dio una orden militar, todos los marinos se cuadraron y saludaron con la mano en la visera de su gorra a la bandera y apenas pasó esto el portaaviones lentamente comenzó a avanzar.

 

Ahora si se materializaba mi cruda realidad y mi corazón latía desbocadamente amenazando con estallar en mil pedazos de tristeza y soledad, nuevas lágrimas cayeron por mis mejillas, mientras comenzaba a caminar por el muelle siguiendo a mi Edward como si así pudiera tenerlo conmigo un instante más.

 

Este avanzó más y más rápido mientras vi que una lágrima traicionera rodó por una de las mejillas de mi Edward. Corrí por el malecón mientras la brisa agitaba mis cabellos al viento y mis lágrimas parecían volar entremezclándose con los cabellos que acariciaban suavemente mi rostro.

 

Corrí hasta que ya no lo pude alcanzar, corrí hasta que quedé parada estática en su final mirando como se iba mi Edward, observando como se iba mi vida, hasta que se perdió en el horizonte y ya no lo pude ver más…Vuelve por mi Edward, vuelve por mi, mi vida… fueron las últimas palabras que pude susurrar.

 

 

-------------------------------------------------------------------------------

¿Chicas que les pareció? Espero sus votitos y comentarios son los que me ayudan a seguir. J

 

Como siempre lamento la demora, en compensación a esa larga espera les escribí un enorme capítulo espero no haberlas aburrido con tanto, ya que en Enero viene mi cambio de casa y ciudad, seguiré escribiendo pero quizás menos o más lento, espero que me tengan tanta paciencia como me han tenido hasta ahora. Muchas gracias.

 

Se que no acostumbro hacer cambios de personaje, la verdad no me gusta mucho. Pero era tan largo que quise variar un poco.

 

Silmo lo prometido es deuda, espero disfrutes tu POV Tanya.

 

Nuevamente gracias por la paciencia.

 

Les deseo a todas una muy feliz navidad y un próspero año nuevo que el nuevo que venga sea un mejor. Gracias por acompañarme en esta aventura.

 

Familia las adoro!!!!!!! A todas y también a mis lectoras silenciosas.

 

Besos

SOL

Capítulo 17: Mi corazón siempre será tuyo. Parte 2 Capítulo 19: Corazón de Hielo

 


 


 
14436537 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10755 usuarios