Mi corazón siempre sera tuyo (+18)

Autor: solcullen
Género: Romance
Fecha Creación: 11/08/2011
Fecha Actualización: 11/02/2013
Finalizado: SI
Votos: 100
Comentarios: 536
Visitas: 374048
Capítulos: 32

Fic recomendado por LNM

 

La lluvia caía sin cesar, golpeaba fuertemente mi ventana, el viento azotaba fuertemente las copas de los árboles, ya sin hojas. Era invierno, un crudo y frío invierno, pero más frío se había vuelto su corazón... Y aquí estaba yo, perdida en mis pensamientos, como cada día preguntándome: ¿cómo un amor tan grande podía haber terminado en esto? Juntos, pero tan lejos a la vez... ¿Será que esta lucha constante terminará alguna vez? ¿Será que alguna vez el corazón de mi gran amor, Edward Cullen, Mi Edward, volverá a latir por mí otra vez?Mi nombre es Isabella Swan y esta es mi historia...

 

 

 

La historia es completamente salida de mi imaginación, los personajes pertenecen a Stephenie Meyer.

 

 

Este Fic. esta protegido por derechos de autor por Safe Creative. ¡NO APOYES EL PLAGIO!

 

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Las invito a pasar por mi nuevo Fic. "El Chico de Ipanema"

 

 

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Capítulo 8: La decisión equivocada

 

 

 

Capitulo 8: La decisión equivocada

 

 

 

Bella’s Pov

 


Estaba sentada en una pizzería en North End, el barrio italiano de Boston esperando por Rosalie y Alice. Hoy mi Edward había ido por el día a Newport a la base de la Armada, para dejar sus papeles.

 

Ya llevábamos una semana y media juntos, en la cual había pasado de ser una condenada en el amor, a convertirme en una tonta enamorada. Era un hecho estaba total e irrevocablemente enamorada de Edward Cullen, no podía despegar esa tonta sonrisa de mis labios cada vez que pensaba en Edward. Edward susurré su nombre suspirando…

 

En esta semana habían pasado muchas cosas.

 

Angie tuvo que volver a Nueva York a estudiar, pero no se fue sin antes hacerme prometer que la mantendría informada de mis “avances” con mi “amante Top Gun” como ella llamaba con una sonrisa pícara a Edward.

 

Con mis padres estaba todo igual. Renée literalmente llegaba a babear cada vez que veía a Edward, “ya no doy más de felicidad” argumentaba emocionada cada cinco segundos, ya que según ella, mejor partido no podría haber encontrado en la vida. Solo esperaba que Charlie pensara lo mismo al regreso de su viaje de negocios por Europa y sobre todo después de que se enterará de que Edward sería un Oficial de la Marina.

 

Edward… volví a suspirar enamorada.

 

Ya me parecía verlo con su pulcro uniforme blanco con botones dorados cual príncipe encantado o con su sexy traje de piloto de combate caminando por la losa de la base aérea con su andar elegante y felino, el casco tomado en una mano colgando de forma desinteresada, observándome con su penetrante y profunda mirada, regalándome una de sus deslumbrantes y perturbadoras sonrisas pasando una de sus suaves y grandes manos por su alborotado cabello… ¡Oh por Dios! ¿Qué sería de su alborotado cabello?, ¡Uf! Bella deja de alucinar…vuelve al presente me habló la voz de mi conciencia. Bueno, así era desde que estaba con Edward, estaba absolutamente todo el día en las nubes, me parecía un sueño.

 

Por otro lado mi relación con Jake se había ido al trasto de la basura, literalmente pasó de ser mi mejor amigo a mi peor enemigo. Por más que he intentado hablar con él, no he logrado conseguir nada.

 

Estaba muy enojado. Me había dado un largo discurso de burdos argumentos sin justificación alguna, donde juraba y perjuraba que Edward era un viejo y que no era para mí “¡vamos Jake solo tiene veintitrés!” defendía a mi Edward con la esperanza de que mi amor y mi mejor amigo pudiesen llevarse bien, cosa que obviamente no pude lograr. Primero, porque jamás llegué a un acuerdo con Jake y segundo porque Edward era extremadamente celoso y Jacob no le había agradado nada de nada es más fue “odio a primera vista” y para sumarle a todos estos desencuentros, la próxima semana lo vería todos los días, cosa que no tenía nada feliz a Edward.

 

Aún tengo en la mente el espantoso e incómodo momento en que Edward y Jake se conocieron…

 


FLASHBACK

 

Veníamos llegando a la universidad. Edward fue a buscarme temprano esa mañana después de escabullirse silenciosamente de mi cuarto por la madrugada luego de una maravillosa noche de apasionados besos y ardientes caricias, como lo hacía ya desde hace una semana. Ese día me entregarían mi horario, junto con las materias que tendría que estudiar este semestre.

 

Cuando íbamos de camino a la facultad de economía, nos encontramos con Rosalie que venía acompañada de una chica hermosa, pequeñita de perfectas facciones, su pelo corto, negro y desordenado apuntando a un millón de direcciones a la vez, tenía unos hermosos ojos verdes de gato y parecía un duende.

 

— ¡Hola Bella, hola Edward! —nos saludó Rosalie sonriendo cariñosa.

 

— ¡Hola Rose! —dijimos ambos al mismo tiempo, mientras el pequeño duende nos observaba ansiosa.

 

—Ella es Alice Brandon mi mejor amiga, viene llegando de Los Ángeles.

 

— ¡Hola Chicos! —saludó muy sonriente dándonos un abrazo y un beso en la mejilla a ambos como si nos conociera de años.

 

—Alice —dijo Rosalie solemne— ellos son mi cuñado Edward Cullen y su novia Isabella Swan.

 

— ¿Y qué te ha traído a Harvard Alice? —preguntó mi curioso Edward.

 

—Bueno, en Los Ángeles soy una diseñadora muy conocida, ¡la mejor! —Exclamó emocionada, aplaudiendo y dando saltitos— pero no sé nada de negocios, y lo necesito para internacionalizar mi carrera, así que he venido a Harvard a estudiar economía.

 

— ¡Qué bien entonces seremos compañeras! —le dije sinceramente. Sin conocerla ella me agradaba y mucho.

 

— ¡Estoy feliz! —gritó nuevamente dando saltitos. ¡Uf! sí que tiene energía, pensé— ¡estoy encantada de que seamos compañeras, se que seremos muy buenas amigas! —afirmó completamente segura de que así sería.

 

Edward y yo solo la observamos divertidos.

 

Era muy extraño, por un momento me sentí viviendo en la película Legalmente Rubia, “será que un día se levantó en la mañana y dijo… ¡iré a estudiar economía a Harvard!”. Y de pronto aquí estaba una diseñadora de vestuario estudiando economía.

 

—Chicos acompañaba a Alice a buscar su horario y sus clases, ¿Bella tú ya fuiste por el tuyo? —me preguntó Rosalie.

 

—No. Ahora íbamos hacia allá.

 

—Perfecto ¿Vamos?

 

— ¡Vamos! —contestamos todos a la vez.

 

Cuando llegamos a la facultad de economía había mucha gente, por lo que nos tocó esperar y hacer una larga fila. Edward estaba conversando con Rosalie sentado en unas bancas de la entrada sobre algo que haríamos este fin de semana todos juntos o algo por el estilo.

 

Alice y yo conversábamos animadamente conociéndonos mejor. Se veía que era una chica muy linda, cada minuto que pasaba me sentía más cómoda con ella, era como si fuésemos amigas de toda la vida. Estábamos distraídas, felices con nuestra conversación.

 

Mientras esperábamos nuestro turno, sentí unas manos abrazarme por detrás recorriendo lujuriosamente mi cintura, para luego besar mi oreja exhalando un asqueroso aliento y decir…

 

—Hola cariño ¿me extrañaste? —susurró con voz caliente.

 

¡Pero qué diablos! ¡Jacob!. ¿Jacob?, ¡Qué diablos le pasa a Jacob! pensé, mientras sus manos se aferraban fuertemente a mis caderas y me atraía hacia él dejando mi espalda pegada a su pecho.

 

— ¡Jacob suéltame! ¡Me aprietas! —lo regañé para que me soltara. Ya veía los moretones aparecer en mis caderas.

 

El roce era muy desagradable, asqueroso, no entendía porque me tocaba así.

 

— ¡Oh Bells! ¿Por qué? —preguntó el muy papanatas— hoy estás tan preciosa que no me puedo contener ¿es que acaso ya no me quie…? — no alcanzó a terminar la pregunta cuando un grito furioso lo interrumpió y luego unas suaves y fuertes manos me salvaban de la incómoda posición en la que me tenía Jacob. Edward…

 

— ¡QUITA TUS ASQUEROSAS GARRAS DE MI MUJER! —gritó, mi Edward, que estaba con su mandíbula fuertemente apretada, sus ojos ennegrecidos, fieros, daba la impresión que en cualquier momento se le saldrían de sus cuencas.

 

— ¿Tu mujer? —Jacob preguntó y lo miró sin entender nada, encarándolo furioso también— Bells ¿y este? —exigió una explicación señalando a Edward con un dedo— ¿quién es?

 

—Jake, el es mi novio Edward Cullen. Amor, él es mi mejor amigo Jacob Black —los presenté sin tomar en cuenta sus inquisidoras preguntas con la esperanza de que al saber quiénes eran se aplacarían sus ánimos.

 

Pero la presentación produjo todo lo contrario...

 

Edward me estrechaba más hacia él y le seguía mandando rayos asesinos con sus ojos, definitivamente si mi guapo y sexy novio fuera un súper héroe en este momento Jacob Black estaría desintegrado de la faz de la tierra en un abrir y cerrar de ojos asesinado por sus poderosos rayos luminosos.

 

Jacob abrió sus ojos negros inmensos, no podía creer lo que le acababa de decir, no daba crédito a lo que escuchaba, luego hizo una mueca de asco y habló.

 

—Cullen —dijo mientras asentía con la cabeza.

 

—Black —Edward hizo lo mismo, pero Jacob con su gran bocota siguió.

 

— ¿Novio? ¿Y de dónde lo sacaste si se puede saber?, nunca me habías hablado nada de este…

 

— ¡Oh, Jacob para! —le grité exasperada, se me estaba acabando la paciencia con su actitud hacia Edward y a decir verdad a Edward ya se le había acabado, tenía los puños firmemente cerrados, en cualquier momento le partiría la cara estaba completamente segura…

 

— “ESTE” —dijo Edward levantando un ceja señalándose, en un tono tan mordaz que intimidaría al mismo demonio si estuviera aquí presente— es el NOVIO de Bella te guste o no, y ella no tiene que darle explicaciones ni a ti, ni a nadie. Y “TÚ”, ¡jamás! ¿Me oyes? ¡Jamás! vuelvas a tocar a Bella con tus sucias garras si quieres conservar tu cabeza pegada al cuerpo maldito perro…

 

FIN DEL FLASHBACK

 


Entonces era oficial, Edward y Jake se odiaban a muerte, solo con nombrarlo Edward se ponía de un humor ¡uf!, a decir verdad lo entendía, Jacob se comportó como un verdadero idiota ese día.

 

Mientras me preguntaba porque Alice y Rose tardaban tanto, sonó mi celular, sonreí como tonta, era Edward.

 

— ¡Hola Amor! —saludó mi precioso novio.

 

— ¡Hola Eddie! ¡Te extraño! —contesté haciendo un puchero como si me pudiera ver.

 

— ¡Diablos! princesa, no hagas eso me vas a matar, sabes bien como me traes, eres perversa —me acusó divertido adivinado mi gesto y haciendo alusión a cierta parte de su privilegiada y excitada anatomía que se mantenía en estado de constante alerta por estos días, sobre todo por nuestras acaloradas noches— yo también te extraño ¿qué tal tu día de chicas?

 

—Bien, aunque aún las espero. ¿A qué hora llegarás? —ya quería que estuviera aquí.

 

—Como a las seis de la tarde.

 

— ¿Y cómo te ha ido? —pregunté curiosa, con el miedo recorriendo mi columna vertebral.

 

—Bien, ya está casi todo listo —respondió contento, pero con un dejo de melancolía en la voz.

 

— ¡Oh qué bien! —Contesté intentando ocultar lo mejor posible el pesar que me provocaba esta situación. —Tú lo elegiste así— me habló aquella maldita voz, para recordarme lo tonta que había sido— Entonces nos vemos en tu casa a las seis.

 

—Si amor, ya estoy contando las horas para verte, pásalo bien con las chicas, adiós gatito.

 

—Adiós amor.

 

Suspiré pesadamente, esta semana había sido la mejor de mi vida. Edward y yo prácticamente no podíamos estar separados más que unas cuantas horas, salíamos a pasear, a comer, al cine, solos o con los chicos. Alice se había unido al grupo y por las tardes cuando Emmett y Jasper salían del trabajo siempre teníamos alguna actividad que hacer, incluso una vez jugamos Twister, claro que borrachos era el plus de la situación. Lo pasamos genial, nos tomamos muchas fotos en las posiciones más entretenidas, con Emmett siempre alegando que Edward no nos dejaba jugar en paz porque todo el tiempo estaba pendiente de que nadie me aplastara. Lo que si no quiero recordar jamás es el dolor de cabeza que tenía después. Nota mental, Ron y Twister no son buena combinación pensé. Solo nos quedaba esta semana de vacaciones a Rose, a Alice y a mí.

 

Por las noches Edward se quedaba a dormir conmigo en mi cuarto, aunque a esta altura las ojeras me las pateaba, porque lo menos que hacíamos era dormir. Sonreía tontamente al recordarlo y ese inclemente calor que se alojaba en mi parte más íntima, palpitaba impaciente una y otra vez por ser apagado.

 

Nos besábamos y nos acariciábamos toda la noche sin parar, nuestros juegos habían subido bastante de nivel. Ya no lo soportaba más, sentía que me iba a quemar viva en este mismo instante tan solo en pensar por un segundo en las grandes manos de Edward con aquellos dedos largos recorriendo con caricias abrasadoras mi cuerpo, en su lengua atrapando codiciosa la mía, en su perfecto y esculpido cuerpo como el mármol fundido con el mío, mil mariposas se alojaban en mi estomagó y mi corazón latía desbocado, de solo imaginar su cuerpo desnudo explorando, conquistando el mío, lo necesitaba, moría porque me hiciera suya, por sentirlo dentro de mí.

 

Volví a suspirar pesadamente recordando también la estupidez que cometí hace dos noches atrás.

 


FLASHBACK

 

Estábamos con Edward, acostados en mi cama, comenzamos a besarnos como todas las noches, lento, suave, con amor y sin prisa. Pronto nuestras lenguas codiciosas, comenzaban una danza excitante, lujuriosa. Edward acariciaba ardientemente el contorno de mi cuerpo, pasaba su mano dejando un camino de enloquecedor fuego por el lado de mis pechos, para seguir su recorrido hasta mi cintura, mis caderas a las cuales apretaba levemente acercándome más hacia él. Luego abarcaba mis muslos hasta llegar detrás de mis rodillas, para luego hacer el mismo camino de vuelta quemando con cada caricia hasta la fibra más íntima de mí ser.

 

Eran abrasadoras, embriagantes, sus dulces labios iban dejando un camino de húmedos besos en el lóbulo de mi oreja, en mi cuello, hasta llegar al inicio de mis pechos.

 

Mis manos se colaron por dentro de su camiseta explorando avariciosas la parte baja su perfecto abdomen, provocando que Edward soltara un sensual gruñido. Examiné cada centímetro de su piel suave como la seda, cada músculo de su sexy y esculpida espalda.

 

Nuestras respiraciones eran agitadas, nuestros gemidos más fuertes. Una de sus manos volvió a recorrer el mismo camino, se aferró a mi rodilla y en un solo movimiento me puso a horcajadas sobre él. Nuestros sexos se comenzaban a rozar tímidamente por encima de la ropa deseosos de un contacto más íntimo. Podía sentir su erecto miembro en mi intimidad. ¡Dios! ¡Es enorme! Pensé nuevamente al igual que lo sentí la primera vez.

 

Sus ojos eran dos luceros de fuego que me observaban lujuriosos, ardientes. Coló sus manos dentro de mi camiseta para acariciar lento, suave, tortuosamente mi espalda, mis pechos por encima del sostén, pasando sus pulgares afanosamente por mis pezones.

 

Estaba tan perdida en las deliciosas sensaciones que él me provocaba que no sé en qué momento ambos estábamos sin camiseta. Nuestros sexos se rozaban ansiosos, sus manos fuertes acariciaban mis glúteos y me apretaban más hacia él, nuestros besos eran furiosos, demandantes, exigentes, estaba en el mismo cielo entregada en cuerpo y alma al placer que Edward me brindaba. ¡Te amo Edward! ¡Te amo! ¡Hazme tuya ahora! pensaba, cuando de pronto, el se tensó y nuestra burbuja explotó…

 

— ¡Bella ya no lo soporto más! —dijo con una expresión mortificada.

 

— ¿Qué? ¿Qué pasa amor? —Pregunté con miedo ¿habré hecho algo mal? pensé.

 

— ¡No puedo Bella! ¡No puedo! —dijo desesperado.

 

— ¿No entiendo Edward? ¿Qué no puedes? ¿Hice algo mal? Yo… —las dudas ya me estaban matando.

 

—Sshh, cariño, no has hecho nada mal todo lo contrario, ¿acaso no sientes como me tienes? —se restregó un poco contra mí y sonrió, pero su sonrisa no llegó a sus ojos.

 

— ¿Entonces?... — ¡explica de una vez ya! pensé exasperada.

 

—No puedo. No puedo, ni quiero dejarte sola…

 

— ¿Sola? — ¡Oh Dios! ¡Es lo que yo pienso! No por favor Edward…

 

—Si mi princesa, ahora que te he encontrado, no me siento capaz de seguir con esto, ya no me interesa ser piloto, no si eso significa que estaremos separados, no puedo vivir sin ti, no puedo imaginar un solo día de mi vida sin ti —dijo serio con su aterciopelada voz profunda.

 

—Edward, pero tu sueño…

 

—Mi sueño nada Bella, lo he pensado y aceptaré el puesto de pediatra en el hospital de Carlisle, la verdad me gusta ser médico y trabajar con niños, me encantan, siempre me han gustado. Creo que mi sueño no es más que un mero capricho para llevarle la contra a papá, si también disfruto siendo doctor debo aceptarlo —su afirmación sonaba llena de seguridad.

 

¡Oh Dios! ¿Por qué me haces esto?...

 

Era lo que más quería, lo que moría por escuchar, que se quedaría conmigo para siempre. Lo amaba con locura, no podía ni siquiera imaginar que sería de mí ahora, si él no estuviera conmigo, pero… ¿podría ser tan egoísta? ¿Podría permitir que mi hermoso Edward se quedara sin cumplir su sueño? ¿Que fuera infeliz por mi culpa?

 

Después de todo Newport estaba solo a una hora y media de Boston, nos veríamos todos los fines de semana -¿y después?- atacó mi ángel malo. -¡cállate! ¡No seas egoísta! es lo que te hubiese gustado que hicieran por ti, el amor es entrega no mezquindad- le contestó para callarlo el bueno.

 

Sacudí mi cabeza para evitar la lucha interna que tenía en estos momentos.

 

Estaba decidido, no había nada más que pensar, me sacrificaría como un carnero, que llevan al matadero, así mi Edward cumpliría su sueño, sería feliz…

 

Sí, tengo que hacerlo, es más debo hacerlo. Sí, tengo que soportar esta dolorosa separación aunque mi alma se desgarre por dentro y me falte mi aire para poder respirar.

 

-¿Y tú?- Preguntó nuevamente el malvado. -Bueno yo estaré junto a él para apoyarlo siempre-. -¿podrás?- Atacó de nuevo el muy maldito. -¡agghh! ¡Déjame en paz de una vez!-

 

Tomé fuerzas de no sé dónde y hablé…

 

—Escúchame bien Edward Cullen, porque lo diré una sola vez. Te amo, pero por sobre todo, también amo que seas feliz, solo así seré feliz yo también. Nunca deseches tus sueños ni por mi ni por nadie, podremos con esto amor, te lo aseguro, permaneceremos juntos pase lo que pase, y te lo digo aquí y ahora de la única forma en que me perderás es si no me haces caso y no conquistas el cielo… conquístalo por mi ¿sí? —me moría por dentro con cada palabra pronunciada, pero por mi Edward sería capaz de hacer esto y mil cosas más.

 

Estaba hecho, me había sacrificado, mientras la maldita pregunta seguía latiendo fuertemente en mi cabeza ¿Podrás?

 

Edward me miraba intensamente, dudoso sin poder creer lo que le estaba pidiendo. Sus hermosas esmeraldas brillaban con miedo, con tristeza.

 

—Pero Bella, tú no entiendes, yo no puedo, yo no quiero…

 

— ¡Pero nada Edward! —lo corté. Si lo escuchaba una vez más cambiaría de opinión y no debía flaquear— no hay nada más que hablar de ese tema.

 

En ese mismo instante algo se quebró dentro de mi corazón, lo sabía, pero no lo veía. Había tomado la decisión equivocada.

 

FIN DEL FLASHBACK

 


Desde que tuvimos esa conversación luchaba contra el extraño miedo que se alojó en mi pecho, que no estaba por su labor dejarme en paz. ¡Tonta Bella! ¡Eres una tonta! Cometiste el error más grande de tu vida me reprendía mentalmente. En eso estaba cuando aparecieron Rose y Alice.

 

— ¡Hola Chicas! ¡Al fin! tardaron mucho.

 

— ¡Hola Bells! —Contestaron ambas sentándose a la mesa.

 

—Es culpa del duende —dijo Rose frunciendo el seño— cada vez que vamos a salir se arregla como si fuésemos a una fiesta —señaló Rose mirándola con reproche.

 

— ¡Por supuesto! ¡Mejor muerta que mal vestida! —replicó Alice al ataque de Rose— por lo demás tu tampoco te quedas atrás.

 

—Ya chicas, otro día discuten por quien es la más vanidosa y pasa horas adorándose frente al espejo —les dije rodando los ojos y negando con la cabeza— se han demorado mucho y muero de hambre.

 

Llamamos a un mesero al cual le pedimos nuestra orden, al cabo de un rato nos trajo una pizza española, con tres Coca Light.

 

Comencé a comer con muchas ganas hasta que…

 

— ¿Por qué tienes tanta hambre Bella? ¿Mucha actividad nocturna? —preguntó Rose sonriendo pícara.

 

— ¡Qué!...oh…yo…no…no sé de qué me hablas…—estaba segura mi cabeza era un verdadero tomate.

 

— ¡Vamos Bells! —dijo Rose divertida— para nadie es un secreto que Edward pasa todas las noches en tu casa — ¡maldito Emmett, eres un bocazas! pensé.

 

Luego caí en cuenta…

 

— ¡Para nadie! —grité.

 

—Sí, para nadie, Esme y Carlisle también los saben —corroboró feliz de la vida, se notaba que la estaba pasando en grande.

 

Yo solo pude esconder mi rostro entre mis manos, ¡todos lo saben! ¡Que ya no existe nadie quien pueda guardar un secreto!

 

—Ya Rose, déjala tranquila, no ves que se muere de vergüenza, solo a ti y a Emmett les importa un carajo que todos sepan que son unos conejos pervertidos, que lo andan haciendo en cualquier parte.

 

—Si claro, solo te mueres de envidia, porque mi osito es muy ardiente y apasionado, como te gustaría que mi hermano te hiciera lo mismo a ti.

 

— ¡Y lo hará! ¡Ya lo verás! estoy segura que este fin de semana en la playa me pedirá que sea su novia —dijo Alice suspirando con ojos soñadores, muy segura como si pudiese ver el futuro— Bueno basta de hablar de nosotras y concentremos en algo más importante ¿Bella tienes todo listo para mañana, para el viaje a Martha´s Vineyard?

 

—Bueno si, más o menos —contesté tímida.

 

— ¡Como que más o menos! ¡Estás loca Bella! —Gritaba perturbada la duende — te vas cinco días a la playa con ese monumento de hombre que es Edward y me dices más o menos, ¡Rose la escuchas! ¡Esto requiere una salida de compras ya!

 

— ¡¡Síí!! —gritaron ambas tan felices como si hubiesen ganado la lotería.

 

A decir verdad, no tenía muy claro que iba a llevar y no me caería mal la ayuda de ambas. Lo único que tenía en la mente era Edward y yo solos en la playa, y las incontenibles ganas que tenía de hacer el amor con él.

 

Estos últimos días solo eso tenía en mente, mis hormonas estaban más alborotadas que nunca, y como no, si con solo pensar en Edward en lo hermoso que era, su cuerpo sobre el mío, cierta parte de mi anatomía se comenzaba a humedecer, pero como les explicaba, como les decía…

 

—Ajam —carraspee un poco— chicas verán yo…este…necesito…ayuda en… —Rosalie abrió sus ojos como platos y comenzó a reír a carcajadas.

 

—Bella por tu cara, creo entender lo que pasa. Lo que no entiendo, es como Edward lleva más de una semana durmiendo en tu casa y aún no te has acostado con el —dijo Rosalie muy pagada de sí misma.

 

— ¿QUÉ? —Gritó Alice estupefacta— esta mujer enloqueció.

 

—Es que chicas verán… yo… yo…aún…— me moría de vergüenza.

 

—No nos expliques nada, mi querida Bella, entendemos —dijo Rose— lo que tu entenderás ahora es que con nuestra ayuda, dejarás a Edward tan duro, que no podrás caminar en una semana —soltó pícara. Si supieras que ya lo está pensé.

 


Después de que terminamos de comer, las chicas y yo nos encaminamos al centro comercial. Nuestra primera visita fue a Victoria’s Secret, me hicieron comprar prendas que ni en mis mas pervertidos pensamientos sabía que existían, bragas, sostenes, y por supuesto unos pecaminosos camisones de dormir aunque de todas maneras llevaría pijamas normales ya que solo serían tres días los que estaríamos solos, los otros dos los compartiríamos con los chicos que llegarían el Sábado por la mañana.

 

Luego visitamos no sé cuantas tiendas más, donde me obligaron a comprar de todo, bikinis, shorts, camisetas, pantalones, vestidos y una lista interminable de cosas. Realmente admiraba las energías que tenían para todo esto, yo ya me sentía como si hubiese corrido la maratón de Nueva York.

 

Luego de una extenuante visita al centro comercial, fuimos al Spa, ya que según ellas, mi piel debía estar perfecta, además de perfectamente depilada.

 

Así pasamos nuestra tarde. Mis nuevas amigas eran un encanto, no sé que habría hecho sin ellas, sin su ayuda. Cuando miré mi reloj eran las cinco y media, mi corazón comenzó a latir desbocado, impaciente, ya se acercaba la hora de ver mi hermoso dios griego, las mariposas en mi estómago revoloteaban impacientes por la anticipación.

 

Me despedí de Rose y de Alice con un cálido abrazo, no sin antes darles las gracias por todo, ellas me desearon suerte. Subí las millones de bolsas a mi jeep como pude y me fui en busca de mi Edward.

 

Cuando llegué a su casa, me estacioné en el gran garaje y pude ver que aun no llegaba. Me bajé del jeep y no alcancé a tocar la puerta cuando tenía en frente de mí, a una muy sonriente Esme.

 

—Bella, hija que gusto de verte —me abrazó y besó muy cariñosamente como siempre lo hacía— Edward aun no llega, pero pasa linda, pasa, se te ve cansada.

 

—Gracias Esme, y sí, estoy agotada.

 

— ¿Día de chicas?

 

—Uf, ni te imaginas —le dije rodando los ojos.

Cuando nos sentamos en la sala me disponía a contarle mi “día de chicas” a Esme, cuando lo recordé “Esme y Carlisle también los saben” me ruboricé furiosamente.

 

— ¿Pasa algo Cariño? —preguntó curiosa.

 

—Este…Esme…yo quería explicarte algo…este Edward y yo…bueno Edward…

 

—No es necesario que lo expliques linda, lo entiendo —dijo sonriente.

 

— ¿Qué? ¿Cómo?... —las palabras no me salían.

 

—Simple —dijo muy tranquila— están enamorados, ni te imaginas las cosas que hacia Carlisle para no separarse de mí —contestó divertida, con la mirada perdida seguramente recordando algo, esbozó una sonrisa y luego me guiñó un ojo cómplice.

 

Conversamos un buen rato, hasta que tuvo que salir a buscar un traje a la tintorería, me dejó en la pieza de Edward para que descansara un rato mientras lo esperaba.

 

Me recosté en su cama, olía maravilloso, olía a él. Estaba tan cansada que no me di cuenta cuando me quedé profundamente dormida aspirando su embriagador y masculino aroma.

 

Estaba durmiendo feliz en la cama de mi milagro personal, cuando me sentí observada, de pronto unos suaves y delicados dedos quitaban el pelo que caía sobre mi rostro con mucho cuidado para colocarlo detrás de mi oreja. Era el, mi Edward.

 

Sonreí mentalmente y seguí haciéndome la dormida. Besó con amor mis párpados, mejillas y me dio un tierno y casto beso en los labios.

 

—Mi pequeña —dijo de pronto— te voy a extrañar tanto, no imaginas cuanto —su voz sonaba llena de ternura y tristeza, mi corazón se encogió… ¡Dios!, si sigue así me voy a poner a llorar a gritos ahora mismo. ¡Oh Edward, amor mío, yo también te extrañaré, voy a morir cada día que no estés aquí junto a mí!

 

Traté de controlar lo mejor que pude las emociones que luchaban por salir a flote, para abrir mis ojos poco a poco y regalarle mi mejor sonrisa, la que siempre quería que llevara en su mente y en su corazón cada vez que pensara en mi.

 

—Hola —saludé perezosa, con mi voz ronca.

 

—Perdón mi gatito ¿te he despertado?

 

—Sí, pero no me importa ¡te extrañé! —dije estirando mis brazos hacia él para que me abrazara.

 

—Yo también cariño, ha sido un día muy largo sin ti —me contestó mientras me abrazaba con sus fuertes brazos.

 

Qué bien me sentía, completa al fin, en mi lugar favorito de todo el mundo. En el único lugar que quería estar para siempre, en los brazos de mi adorado Edward.

 

— ¿Llevas mucho rato observándome? —pregunté temerosa, pensando en que burrada habré dicho esta vez mientras dormía.

 

—Un poco —contestó como si nada mientras intentaba apretar sus labios para contener su risa.

 

¡Diablos! era un hecho, seguro que había hablado más de la cuenta otra vez.

 

— ¿Y…y que fue lo que dije esta vez?

 

—Si te lo digo tendré que matarte —bromeó con una sonrisa pícara plasmada en sus perfectos y apetecibles labios.

 

— ¡Oh! tan malo fue —exclamé avergonzada.

 

No pude más que esconder mi rostro en su pecho, mientras el acariciaba mi pelo y besaba el tope de mi cabeza.

 

—Tonta Bella —besó la punta de mi nariz— no te avergüences, no dijiste nada que ya no hubiese escuchado antes, excepto por eso por lo que tendré que matarte después si te lo digo —rió a carcajadas, y yo ya me estaba enojando.

 

—Edward Anthony Cullen, si no me lo dices ahora te juro, pero te juro que no te volveré a besar nunca más en tu vida —le dije amenazante, pero lo único que logré fue que riera a carcajadas mas fuertes otra vez— mmm... veo que estas de un humor inmejorable —repliqué con sarcasmo enfurruñándome.

 

—Veo, que ha vuelto mi gatito enfurruñado —sonrió mostrando todos sus relucientes y blancos dientes, ¡demonios! ¿Por qué era tan malditamente perfecto? — te lo diré…déjame ver…mmm…dijiste que me amas, que me extrañas, discutiste algo con Alice y luego dijiste algo que me hizo inmensamente feliz, eso es todo lo que diré, pero si te adelantaré, que pronto, mas pronto de lo que imaginas lo sabrás. Y ahora pequeña vamos a tu casa aún tienes que arreglar tus cosas para mañana.

 

—Okey, me rindo —dije rodando mi ojos— solo porque has prometido que pronto lo sabré —no quise insistir ya que terminaría sonrojada y muerta de vergüenza, me hacia una idea de lo que podría ser, ¿será posible que lo haya dicho en voz alta?

 

Cuando nos subimos a mi jeep Edward miraba la cantidad de bolsas incrédulo.

 

—Amor, no puedo creer que tu hayas comprado todo esto —dijo mientras manejaba.

 

—No digas nada —le contesté bufando— no tienes idea.

 

—Alice —dijimos a la vez para terminar riendo juntos.

 


Cuando llegamos a mi casa, Edward me ayudó a bajar todas mis compras y llevarlas a mi habitación, también me ayudó con mis maletas, claro que no guardé delante de él las cosas que había comprado en Victoria’s secret.

 

— ¿Qué compraste en Victoria’s Secret? —Me preguntó con aquella voz con la cual era capaz de derretir hasta los hielos eternos— déjame ver ¿sí? —insistió sonriendo con aquella sonrisa torcida que me robaba el aliento y hacía latir desbocado mi corazón, no sé cómo lo resistiría, pero no me iba a convencer.

 

—NO —dije firme— eso es todo lo que diré, pero si te adelantaré, que pronto, más pronto de lo que imaginas lo sabrás —contesté misteriosa usando el mismo juego de palabras que él, hace unas horas atrás.

 

—Okey, veo que no conseguiré nada, eres una pequeña tramposa —contestó rozando incitadoramente mis labios haciendo alusión a que había ocupado sus propias palabras, para luego atrapar mis labios codiciosamente de aquella forma que debería estar absolutamente prohibida para los simples mortales.

 

Esa noche por primera vez en muchos días nos acostamos a dormir. Me imaginaba que Edward estaría muy cansado por el viaje y por las emociones que habría tenido que pasar en Newport.

 

Mientras miraba embelesada su hermoso rostro de ángel al dormir, las mismas preguntas tormentosas venían a mi mente una y otra vez y más ahora, que ya era un hecho, ya había comenzado todo. ¿Cuánto tiempo nos quedaría para estar juntos?

 

Me abracé bien a él como si de aquel abrazo dependiera mi vida y me dormí dejando de lado aquellos pensamientos que tanto dolor me causaban. Mejor pensar en los maravillosos días que me esperaban junto a mi príncipe encantado. Mañana al fin sería su mujer, mañana al fin haría el amor con mi Edward.

 

 


 

Mis queridas amigas les dejo un nuevo capitulo, no me maten las que esperaban que pasara algo mas entre mi amado Edward y bella, ya llegará no impacienten.

Espero les guste, este capitulo es algo así, como de transición para lo que viene mas adelante. Y me ha costado UF!!!! Ni se imaginan.

Bueno como saben en el próximo cap. Hay Lemmons, dios se apiade de mi para poder escribirlos!!!!  Jajaja y no morir en el intento.

¿Quién quiere matar a Bella por su decisión?, bueno yo soy la primera jajaja

 

Voten y comenten!!!!

 

Les dedico este capitulo a cada una de mis amigas que me animan cada día a seguir, y también a las que pasan por aquí silenciosas.

 

Las quiero

besos

Sol

Capítulo 7: ¿Quieres ser mi novia? Capítulo 9: Un amante enamorado

 


 


 
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