Mi corazón siempre sera tuyo (+18)

Autor: solcullen
Género: Romance
Fecha Creación: 11/08/2011
Fecha Actualización: 11/02/2013
Finalizado: SI
Votos: 100
Comentarios: 536
Visitas: 374067
Capítulos: 32

Fic recomendado por LNM

 

La lluvia caía sin cesar, golpeaba fuertemente mi ventana, el viento azotaba fuertemente las copas de los árboles, ya sin hojas. Era invierno, un crudo y frío invierno, pero más frío se había vuelto su corazón... Y aquí estaba yo, perdida en mis pensamientos, como cada día preguntándome: ¿cómo un amor tan grande podía haber terminado en esto? Juntos, pero tan lejos a la vez... ¿Será que esta lucha constante terminará alguna vez? ¿Será que alguna vez el corazón de mi gran amor, Edward Cullen, Mi Edward, volverá a latir por mí otra vez?Mi nombre es Isabella Swan y esta es mi historia...

 

 

 

La historia es completamente salida de mi imaginación, los personajes pertenecen a Stephenie Meyer.

 

 

Este Fic. esta protegido por derechos de autor por Safe Creative. ¡NO APOYES EL PLAGIO!

 

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Las invito a pasar por mi nuevo Fic. "El Chico de Ipanema"

 

 

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Capítulo 7: ¿Quieres ser mi novia?

 

Capitulo 7: ¿Quieres ser mi novia?

 

Edward's Pov

 

Fue un día simplemente perfecto, Bella era hermosa, encantadora, ya sabía yo que mi familia la amaría. Todos la adoraron, incluso Rosalie, se veía que serían buenas amigas.

 

Era imposible no amarla, para mí era ya imposible no amarla, era un ángel, mi ángel.

 

Conversamos de muchas cosas, de nuestra vida y nuevamente de nuestros intereses. Era divertida e inteligente, me gustaba como me miraba atenta con sus hermosos ojos castaños curiosos, inteligentes, pendientes de cada palabra que yo le decía de cada detalle.

 

Por mi parte yo no podía dejar de admirarla, todos sus gestos me tenían hipnotizado. Como movía pequeñas manitos al hablar, y aquel gesto malditamente sexy que hacía de morder su labio inferior cuando se ponía nerviosa.

 

Siempre lo supe, ella era perfecta para mí, inocente y hermosa con esa aura angelical con la cual era capaz de eclipsar a la más brillante de las estrellas, la mujer que llevaba esperando por años, la que haría a mi medida y amaría hasta los últimos días de mi vida.

 

Que decir cuando mi precioso ángel apareció vistiendo aquel diminuto bikini negro, convirtiéndola en aquel demonio sexy de mis más perfectas perversiones. Demás está decir que tuve que hacer uso de mí ya hasta esa altura empobrecido autocontrol para intentar aplacar mi enorme erección, solo quería que todos desaparecieran y hacerla mía de mil formas posibles.

 

Mil latigazos mentales me daba recordándome cada dos segundos "con ella no Edward, con ella no "debes ser un caballero".

 

Pero por otro lado estaba muy mortificado, ya que aquel empobrecido autocontrol, hoy se fue muchas veces literalmente al demonio. Me había prometido a mi mismo que con Bella sería diferente, que sería mejor persona para ella, pero es que es tan hermosa, tan sensual y sexy como ella ni se imagina, que me era imposible controlarme y yo como el animal que soy, me había sobrepasado hoy varias veces más de la cuenta.

 

Estaba enojado, pero solo conmigo… ¡ni siquiera le has pedido aun que sea tu novia!... me reprendía mentalmente, pero lo había decidido, mañana llevaría a mi Bella a dar un hermoso paseo y se lo pediría, ¡no dejaré pasar un día más!

 

Necesitaba pedirle disculpas, sobre todo por lo que pasó hoy en la piscina. Estaba tan perdido en el seductor juego que teníamos que sin querer este fue subiendo de nivel, hasta que fue inevitable, estaba jodidamente excitado, me olvidé de todo y de todos y cuando ella notó mi erección rozando insistentemente su estómago, me pidió que parara con un sonrojo adorable adornando sus mejillas… ¡demonios! ¡Que no te puedes controlar! ¡Pareces un adolescente hormonado!

 

Esta vez tenía que hacer las cosas de forma distinta, yo era un hombre en ese aspecto y ella aun era una niña, no me lo había dicho, pero yo lo sabía, se le notaba. Como le podría explicar que la deseaba como un loco, que quería hacerla mía de todas las formas posibles, sin que ella piense que es solo eso lo que quiero, como el Edward que ella conoció en el instituto, que la necesito como el aire que respiro para sentirme completo.

 

Y ahora aquí estaba acostado en la cama de mi Bella, junto a ella sin poder encontrar las palabras exactas para poderle explicar y para sumarle a todo esto, se había puesto un diminuto pijama lleno de gatitos, se veía muy tierna, pero endemoniadamente sexy a la vez, un ángel caído para tentar peligrosamente mi infierno personal. Tapaba lo justo y necesario, tenía una excelente vista de sus piernas y de sus hermosas curvas, lo que no ayudaba en nada y mucho menos saber que su madre no llegaba a casa aún.

 

Entonces decidí que lo mejor sería que ella se metiera dentro de la cama y yo me quedaría encima para no tentar al demonio que llevaba dentro.

 

Me levanté y abrí las cobijas, la tomé en brazos para meterla dentro.

 

— ¿Edward que haces? — preguntó extrañada sonriendo.

 

— Te acuesto dentro de la cama, si te quedas dormida fuera te puedes enfermar  -contesté en un tono serio para que me creyera ¿qué más le iba a decir?…te acuesto dentro de la cama porque el demonio que llevo dentro, no sabe cuánto más aguantará admirando tu hermoso cuerpo antes de poseerte con locura.

 

— ¡Pero hace calor! — replicó enfurruñándose como niña pequeña.

 

-Si princesa, pero más tarde se pone fresco, no quiero que te enfermes.

 

— Bueno Doctor Cullen— me contestó burlándose de mí y rodando los ojos.

 

La arropé bien y me tendí a su lado. Bella se acurrucó junto a mí y recostó su cabeza en mi pecho. Mientras le acariciaba suavemente la espalda me decidí a hablar.

 

— Bella…yo…yo…necesito… que hablemos de lo que sucedió hoy en la tarde en la piscina — ella se levantó un poco y se apoyó en un codo mirándome con sus hermosos ojos castaños muy abiertos, muy roja, para luego esconder su cara en mi hombro.

 

—Edward, no es necesario, no ha pasado nada — dijo con vergüenza.

 

Se notaba que lo menos que quería era conversar de este tema.

 

— Si mi pequeña es necesario, necesito explicarte, no quiero que pienses mal de mí es que yo…es que yo…yo… ¡uf porque era tan difícil! ¡Maldito pasado que me perseguía!

 

—Dilo Edward— dijo con temor, como si le fuera a dar su sentencia de muerte— que tan malo puede ser que no lo puedes decir —susurró con cautela.

 

— Verás, no quiero que pienses que me quiero aprovechar de ti, o que solo estoy buscando acostarme contigo y nada más, porque no es así si no que todo lo contrario. Te necesito Bella, te necesito junto a mí y te deseo tanto como nunca desee a nadie, me haces sentir cosas que jamás he sentido por ninguna mujer, por lo que con solo verte mi cuerpo reacciona solo, no lo puedo evitar, te quiero junto a mí, todo el tiempo junto a mí, pero quiero hacer las cosas bien, no quiero presionarte, ni obligarte a nada— me miraba incrédula con los ojos muy brillantes no daba crédito a mis palabras.

 

—No te disculpes, Edward, yo te he dejado, yo también lo quiero…yo…yo también te deseo—lo dijo todo de un tirón, como si así le resultara más fácil decirlo.

 

No pude más que sonreír y regalarle mi sonrisa torcida, tan inocente y tierna que era mi Bella.

 

— Pero me cuesta creer que provoco todas esas cosas en ti, si yo no tengo…yo, yo no sé nada… yo… yo aun soy…

 

—Shh—la callé con un tierno beso— no me lo expliques pequeña, lo sé… y sí, provocas en mi todo eso y mucho más, no sabes cuánto. Por eso mismo quiero hacer las cosas bien, quiero que tu primera vez sea hermosa, perfecta e inolvidable, quiero que sea perfecto para ti— le dije sinceramente, me miró con los ojos llenos de lágrimas.

 

— ¡Oh! Edward eso es hermoso gracias.

 

—Solo es lo que te mereces, mi hermoso gatito—. La besé de forma dulce, lenta y apasionada demostrándole todo el amor, respeto, y devoción que sentía por ella.

 

Le di un último casto beso y terminé besando su frente. Ella se volvió a acurrucar junto a mí, y apoyó su cabeza en mi pecho nuevamente. Así nos quedamos guardando silencio por unos momentos.

 

Bueno, ahora que habíamos aclarado "ese punto", estaba mucho más tranquilo, esperaría lo que fuera necesario a mi hermosa Bella, tan inocente, tan pura, tan bella.

 

Mañana le pediría que fuera mi novia, aunque a esta altura me parecía solo una mera formalidad, ya que para mí ya lo era, pero era importante que lo hiciera. Era lo que más quería, que fuera mía porque ya no podría vivir sin ella.

 

Sé que soy un maldito egoísta, porque más o menos en un mes me iré y la dejaré aquí sola esperándome, pero la necesito conmigo, necesito que me ame, la necesito toda, por lo que trataré de pasar todo el tiempo que sea posible con ella. Quiero que este mes sea inolvidable, quiero hacerla feliz más que a nada en el mundo.

 

— ¿Bella, estas durmiendo? — le pregunté bajito.

 

— ¿Ya te quieres ir? — contestó apretándose más a mí en un tono tan triste que se me partía el alma tan solo pensar en dejarlo sola.

 

— No princesa— acaricié tiernamente su cabello— solo quería preguntarte que quieres hacer mañana.

 

—Mmm, no sé ¿tienes alguna idea?

 

—Algunas…

 

—Bueno entonces haremos alguna de esas, mientras este contigo no me importa.

 

Reí ante su contestación.

 

— ¿Estás segura? creo que tienes sueño, no me estas discutiendo nada — dije divertido, mientras le besaba la punta de su nariz.

 

—Sí, muy segura mientras sea junto a ti, lo que hagamos estará bien— que tierna es mi Bella, me está demostrando que confía en mí. Me besó de forma tierna en el pecho.

 

—Te cobraré la palabra, no te quejes después.

 

—No lo haré…— contestó dando un gran bostezo.

 

— ¿Ves? definitivamente tienes sueño duerme linda, me quedaré aquí hasta que te quedes dormida.

 

Luego de unos momentos su respiración se fue acompasando, se aferraba tanto a mí, como si su vida dependiera de ello, si me movía la despertaría por lo que decidí quedarme un rato más.

 

La observé un buen rato mientras dormía, se veía tan hermosa, tan frágil, tan inocente.

 

—Edward— susurró.

 

— ¿Si? — contesté en susurros también.

 

— Edward…— volvió a repetir. ¡Oh! Hablaba en sueños ¡que linda! está soñando conmigo.

 

Me puse a escucharla muy atento a ver que más decía.

 

— Te amo… — mi corazón no daba más de felicidad ¡me amaba!

 

De pronto sus facciones cambiaron, frunció el seño, se puso muy inquieta.

 

—Edward, por favor… no Edward, no…— era una pesadilla pobrecita.

 

Me preguntaba si tenía que despertarla o no cuando vi algo que me partió el corazón. Dos gruesas lágrimas caían por sus mejillas.

 

—No me dejes Edward, no te vayas…— al escuchar esas palabras se me apretó el corazón y me sentí como la peor bestia del mundo.

 

¿Será que soñaba que terminaba con ella o el momento en que me iría? Sus lágrimas caían sin cesar por lo que decidí que lo mejor era despertarla.

 

—Gatito despierta— le dije bajito— ya mi pequeña no llores, estoy aquí contigo, no me iré— le decía mientras acariciaba su cabeza.

 

Abrió sus ojos castaños muy grandes y me observó fijamente, para luego aferrarse a mi cuello y llorar desconsoladamente. Era insoportable verla llorar.

 

—Tranquila pequeña, fue solo un sueño ¿quieres contarme? — Negó con la cabeza— ¿tan malo era? — volví a preguntar.

 

—Si— susurró apenas.

 

— ¿Quieres que hablemos de eso?

 

—No, solo quiero que te quedes conmigo— dijo con la voz quebrada y sorbiendo por la nariz.

 

—Sí, amor tranquila no me iré.

 

Continuaba llorando sin consuelo, mientras le hacía cariño en su cabeza y en su espalda para consolarla, pero no paraba de llorar. No sabía qué hacer para calmarla, hasta que tuve una idea, le comencé a cantar la canción que compuse para ella.

 

Poco a poco se fue calmando. Le canté sin parar hasta que se quedó dormida y sin querer la bella melodía que compuse para ella se convirtió en su nana.

 

Ahora se veía tranquila ¿Qué habrá sido lo que le causó tanta pena?, quizás mañana me lo contaría.

 

Sentí frío, así que me saqué los zapatos y me metí a la cama con ropa. La atraje hacia mí nuevamente y me quedé dormido con mi linda princesa.

 

A las seis de la mañana desperté, debía irme antes de que su mamá se diera cuenta que había pasado la noche aquí. Bella estaba durmiendo prácticamente encima mío, me tenía agarrado con un brazo y una pierna, parecía un koala, ¡que tierna!

 

Me deshice de su agarre cuidadosamente y salí con mucho sigilo de la cama, me puse mis zapatos, la arropé, besé su frente y me fui, no sin antes buscar papel y lápiz para dejarle un mensaje en una de sus almohadas.

 

Ha sido hermoso despertar junto a ti. Levántate temprano dormilona a las diez te vendré a buscar.

 

Un beso, tu Edward

 

Cuando llegué a casa, abrí la puerta con mucho cuidado para no meter ruido. Cuando pensé que lo había logrado…

 

— ¡Pero que ven mis ojos! nada más y nada menos que el hijo pródigo llegando a las seis y media de la mañana — gritó Emmett a todo pulmón — ¿Dónde andabas hermanito? — preguntó moviendo sugestivamente sus cejas.

 

—Sshh Emmett, vas a despertar a mamá— le contesté cabreado— ¿y tú qué haces levantado a esta hora?

 

—Algunas personas tenemos que trabajar ¿sabes? — Me dijo sarcásticamente— no has contestado mi pregunta pequeño Eddie— atacó nuevamente.

 

—De la casa de Bella— le dije quitándole importancia, dándole una mirada envenenada, como odiaba que me dijera Eddie.

 

— ¡Lo sabía! — Soltó unas sonoras carcajadas— ¿y qué tal tu noche Romeo? ¿Calmó sus pasiones "tu pequeño Eddie"? mira que después de lo que vi ayer en la piscina…

 

—Cállate Emmett no sabes nada— lo corté comenzando a subir las escaleras.

 

— ¡Oh, sí! ¡Si lo sé! Edward Anthony, se ha enamorado— dijo dramáticamente suspirando.

 

De pronto se puso serio, algo muy raro en Emmett.

 

— Edward— me volvió a llamar cuando ya estaba llegando al segundo piso.

 

— ¿Qué? — ¡rayos! ¿Que nunca se cansaría?

 

—Estoy feliz por ti, Bella es una chica encantadora, no podrías haber encontrado mejor mujer para ti hermano— me dijo sonriendo sincero.

 

—Lo sé hermano, lo sé.

 

Era extraño ver a Emmett hablar cosas en serio, solo lo hacía cuando lo consideraba realmente importante, pero su gesto cambió serio cambió rápidamente y en un segundo volvió a ser el mismo Emmett de siempre.

 

—Pero, no te salvarás de venir llegando a esta hora, sin contarme los detalles interesantes, Edward Cullen el dios del sexo de Dartmouth — gritó nuevamente a viva voz y se fue rumbo a la cocina riendo a carcajadas. Negué con la cabeza nunca cambiaria.

 

¡Diablos como se entero! Solo esperaba que Esme no lo haya escuchado…

 

Me recosté un rato en mi cama, pensado en la noche anterior, un sentimiento que no supe descifrar se alojó en mi pecho ¿Sería capaz de irme, ahora que Bella estaba en mi vida? ¿Podría dejarla sola? Mil sentimientos bullían en mí ser.

 

De solo pensar en dejarla aquí, sola con todos esos babosos que abundan en la universidad, buitres, unos buitres acechando a mi inocente Bella, mirando lujuriosos a mi mujer, de solo pensarlo me entraban ganas de arrancarles la cabeza y torturarlos lentamente a cada uno de ellos sin a verlos visto jamás.

 

Pero había esperado tanto este momento, al fin podría hacer lo que tanto había soñado, pero ¿podría dejarla?...si tan solo lo hubiera encontrado unos años atrás…el debate interno que tenía era el mismísimo infierno, ¡Porque a mí! ¡Porque ahora!

 

Sacudí mi cabeza fuertemente para despejar los tortuosos pensamientos que amenazaban con opacar mi creciente felicidad. Sí, me concentraría en el ahora, en el presente. Decidí que era mejor descansar un poco más, a las ocho de la mañana llamaría al puerto para dejar todo dispuesto para un hermoso día con Bella.

 

Tenía planeado el día perfecto, para pedirle a Bella que fuera mi novia. Una vez que hice las llamadas, bajé a la cocina, donde estaba Esme y la Sra. Sue.

 

— ¡Hola mamá! , buenos días Sra. Sue— le di un beso a ambas— ¿qué hay de rico para desayunar?

 

—Buenos días hijo ¿dónde vas tan temprano?

 

—Voy a llevar a Bella a Cape Cod.

 

—Qué bien, que hermoso paseo, ¿en que irán?, espero que no se te haya ocurrido ir en el ferry, no sería caballeroso de tu parte llevarla con tanta gente y con tanto turista.

 

—No mamá no te preocupes, he llamado al puerto para que tengan todo listo para hoy a las diez.

 

—Excelente, no esperaba menos de ti. Hijo recuerda llevar ropa de abrigo, la necesitarán para el regreso, en la costa se pone fresco, no se vayan a enfermar, sobre todo Bella, se ve una niña tan frágil— dijo mientras se levantaba de la mesa.

 

—Gracias por recordármelo, lo había olvidado.

 

—Que tengas un bello día Edward, mándale mis cariños a Bella, espero verla pronto, adiós.

 

—Adiós mamá.

 

Me estaba comiendo una tostada, cuando sonó mi celular. Era mi Bella.

 

—Hola amor, ¿cómo amaneciste hoy? — saludé sonriendo como un tonto enamorado.

 

—Mal— dijo con voz de niña pequeña, se notaba que sonreía— te fuiste— me reprochó.

 

—Cariño, ¿querías que tu mamá nos viera durmiendo juntos?

 

—No me importa— siguió con el juego— me lo prometiste y no cumpliste, mereces un castigo, has sido un niño muy desobediente— dijo insinuantemente.

 

Bien a este juego podemos jugar dos.

 

— ¿Ah sí? ¿Y cuál será mi castigo? — le pregunté con una sexy voz.

 

—No te lo diré, tendrás que venir aquí y pagar por lo que has hecho— se reía— cuando llegues lo sabrás— me dijo sensual, dejando claramente una invitación abierta— ¿Edward? — preguntó luego.

 

— ¿Si princesa?

 

— ¿Dónde iremos hoy?, necesito saber que me pongo ¿recuerdas? no puedo adivinar si no me dices nada.

 

— ¡Oh!, perdón, si tienes razón, bueno iremos a dar un paseo a la costa, que durará todo el día, a si que también necesitarás tu bikini y algún abrigo para la tarde.

 

— ¡No! ¡Por qué! — Reclamaba como niña— ¡todo tiene que ser con bikini! — dijo mortificada.

 

Ya me parecía que la podía ver haciendo un adorable puchero.

 

—Bella recuerda lo que me dijiste anoche…

 

—No vale, tenía sueño…

 

—Eres un gatito muy tramposo— dije riendo.

 

—No, no lo soy.

 

—Sí, si lo eres.

 

—No.

 

—No— jugué al revés para hacerla picar.

 

— ¡Sí!... ¡ay no! — Gritó cuando se dio cuenta— ¡me has engañado! Eres malvado— me acusó y reímos juntos a carcajadas.

 

—Ves, lo has admitido, eres una pequeña tramposa. Adiós Bella nos vemos a la diez.

 

—Pero, Edward el biki….

 

—Adiós amor — y le corté para no dejarla continuar.

 

Cuando estuve listo, tomé las llaves de mi Volvo, y me fui en busca de Bella, estaba feliz esperaba que fuera un día maravilloso.

 

Llegué a su casa, me bajé y toqué el timbre.

 

—Buenos días Sra. María.

 

—Buenos días joven Edward, pase mi niña lo está esperando.

 

—Gracias.

 

La estaba esperando al pie de las escaleras cuando ella apareció como una hermosa diosa vestida con un short blanco muy corto y con una camiseta azul de tiritas. Bajó corriendo las escaleras y dos escalones antes de llegar hasta a mí, tomó impulso y saltó a mis brazos. La atrapé en el aire.

 

— ¡Edward! — venia feliz, se aferró a mí con sus brazos en mi cuello, sus piernas alrededor de mi cintura y me besó apasionadamente.

 

—Si este es mi castigo, entonces me voy a portar muy mal todos los días— dije divertido besando la punta de su nariz.

 

—Sí, este es tu castigo por dejarme sola esta madrugada— y se apretó mas a mí con sus piernas y brazos— eres mi prisionero— dijo de una forma malditamente sexy para su seguridad y más aun con nuestras partes íntimas rozándose de forma tan peligrosa.

 

Tuve que cerrar los ojos un momento para contener mis impulsos más primitivos, que clamaban por salir a flote y poseerla con locura como llevaba soñando hace varios días.

 

— ¿Nos vamos? — le dije mientras la dejaba en el suelo con cuidado.

 

—Sí, estoy lista, vamos.

 

Nos encaminamos hacia Wharf Boston Long, donde estaba el yate de mi familia. Estacioné el auto, tomé nuestras cosas, luego como el caballero que soy, la ayudé a bajarse del auto y la tomé de la cintura, para llevarla hacia el muelle. Cuando llegamos la tripulación nos esperaba lista.

 

—Buenos días señor Cullen, está todo listo como lo pidió.

 

—Buenos días Garret, gracias, mira te presento a Isabella Swan.

 

—Un gusto conocerla señorita Isabella.

 

—Solo Bella, y el gusto es mío— saludó mi princesa sonriéndole tímida mientras le estrechaba su mano.

 

Subimos al yate para acomodarnos y comenzar así, nuestro paseo.

 

El yate de mi familia, era muy cómodo, tenia de todo, fácilmente podríamos pasar un mes aquí sin que nos faltara nada. Bella se veía nerviosa, algo le molestaba.

 

— ¿Pasa algo princesa? ¿Necesitas algo?

 

—Edward, ¿dónde me llevarás? — preguntó temerosa.

 

—Ah, es eso. Recuerda nuestro trato Bella, te aseguro te gustará. Vamos a Cape Cod — abrió sus achocolatados ojos como platos, para luego esbozar una sonrisa nerviosa.

 

—Vamos…vamos a nadar con…con…

 

—Delfines — dije regalándole mi mejor sonrisa mata mujeres para terminar la frase por ella y no obtener réplicas. Su boca se convirtió en una perfecta "o", para luego regalarme una deslumbrante, pero nerviosa sonrisa.

 

— Vamos te mostraré el lugar, para que luego te acomodes— tomé su mano para hacerle un recorrido por el yate.

 

Después de presentarle al resto de la tripulación y enseñarle todos los lugares del yate, la cubierta, living, comedor, el puente, etc., la llevé donde estaban las habitaciones.

 

— Esta es la habitación de mis padres, la del frente es la de Emmett y la del final la mía, mandé a dejar nuestras cosas aquí, a si que ahora ponte tu bikini y te espero en la cubierta — besé su frente y salí.

 

No dejé que me dijera nada, para que no comenzara a quejarse por el bikini. Mi Bella era muy insegura no era consciente de lo hermosa que es y mucho menos de lo loco que me traía.

 

Al cabo de unos quince minutos apareció mi princesa en la cubierta, perfecta con un bikini azul, y un pareo a juego atado a sus caderas… ¡dios que mujer! ¡Con su sola presencia me va a matar! ¡Y el bikini tenía que ser más pequeño que el de ayer! ¡Demonios!...

 

Ven aquí— la llamé— abrí mis brazos para ella protectores y la senté entre mis piernas apoyando su espalda en mi pecho y dejando mi mentón en su hombro, besé su cuello, ella se estremeció ante mi contacto.

 

Rodeé con mis brazos su estrecha cintura y nos quedamos un momento así, disfrutando de nuestra compañía, observando el inmenso mar. Ella apoyo su cabeza en mi hombro y cerró sus ojos, mientras yo acariciaba sus brazos con la yema de mis dedos logrando erizar su piel. Se entregaba al placer que le brindaban mis caricias.

 

Era tan agradable estar así con ella en un silencio perfecto, en nuestro propio mundo, sintiendo el calor de nuestros cuerpos y los latidos de nuestros corazones con la brisa del mar acariciando nuestra piel. Era tan cálida, tan exquisita, el suave roce de su espalda desnuda contra mi torso desnudo era el mismísimo cielo.

 

El embriagante aroma de de su piel, de su sedoso cabello "fresas" se colaba por mi nariz para nublar todas mis sentidos, podría pasar horas, días, semanas abrazando su hermoso y pequeño cuerpo el cual encajaba perfectamente con el mío como dos piezas de un rompecabezas.

 

Podía imaginar el perfecto momento en que nuestros cuerpos se fundieran en uno solo, ese sublime momento de la más perfecta entrega, donde amaría hasta el más recóndito centímetro de su piel, de su ser, de mi Bella de mi hermosa Bella.

 

Después de este perfecto momento, decidí que era hora de comenzar a divertirnos.

 

—Gatito ¿quieres bañarte conmigo en el jacuzzi?

 

—Sí, me gustaría— me respondió siempre tímida, con un adorable carmesí adornando sus mejillas.

 

Nos levantamos de la reposera para introducirnos en el jacuzzi y disfrutar de la hermosa vista que nos entregaba la bahía de Provincetown, ya faltaba poco para que llegar a nuestro destino.

 

— ¿Quieres algo de tomar?

 

—Sí, ¿Qué puede ser?

 

—Lo que tú quieras princesa no hay límite — le dije divertido.

 

—Mmm… bueno entonces una piña colada— contestó feliz.

 

Salí del jacuzzi, para ir al bar que estaba junto a este a preparar la piña colada de Bella y para mí un whisky como siempre.

 

Volví junto a ella con los tragos y me metí al jacuzzi nuevamente.

 

El sol estaba en lo más salto, era un día hermoso, increíble. El mar estaba calmo, de un azul intenso, estábamos disfrutando de la vista del océano Atlántico, disfrutando de nuestra compañía.

 

Ya llevábamos un buen rato besándonos intensamente, acariciándonos, haciéndonos mimos, regaloneando. Ella acariciaba mi cabello de manera suave mientras me besaba mientras yo pasaba mis manos suavemente por su espalda por su cuello, sin prisa, con calma, nuestros besos eran tiernos, con amor, nuestras lenguas danzaban al suave ritmo de las olas.

 

Estábamos en nuestro perfecto mundo, cuando el teléfono de Bella nos interrumpió. La estreché más hacia mí para no dejarla ir, no quería que nada estropeara nuestro momento.

 

—Edward— murmuró en mis labios— mi cel…— la besé más intensamente— Edward…— volvió a repetir.

 

El timbre sonaba sin cesar, mientras mi lengua atrapaba la suya codiciosa.

 

— Puede ser mamá— murmuró otra vez.

 

—Okey, me rindo— ¡quiero matar al impertinente que arruinó nuestro momento!

 

Salió del jacuzzi, entregándome una perfecta vista de su cuerpo, en busca del maldito teléfono, para volver junto a mí y sentarse en mi regazo. Pasó una mano por mi cuello y continuó acariciando mi cabello, mientras que con la otra contestaba.

 

— ¡Hola Jake! — saludó feliz ¿quién demonios es el maldito Jake?

 

—No, Jake, lo siento no estoy en casa — le contestó a la pregunta del maldito que me imaginaba quería ir a ver a mi Bella.

 

Tratando de contener mis crecientes e incontrolables celos me dediqué a besar su cuello.

 

— ¡Oh! Jake, no te enojes, sabes que te quiero— ¿te quiero? ¡Te quiero! ¡Demonios! ¡Tengo ganas de estrangularlo!

 

Intentaba no poner atención para contener mis irracionales celos, mientras continuaba dando besos húmedos detrás de su oreja, pero me era absolutamente imposible.

 

— ¿Qué donde he estado metida estos días?... oh… este… bueno…— ¡conmigo maldito! ¡Conmigo! Pensaba intentando controlar mi furia para no agarrar el teléfono y lanzarlo a la profundidad del mar donde mismo quería que se ahogara el "famoso" Jake.

 

— ¿Ahora?...Voy a Cape Cod…— ¿voy? ¡Vamos! ¡Vamos a cape cod! Ya mis puños estaban furiosamente cerrados a mis costados, junto con mi mandíbula y dientes. Ella me miró de reojo y al ver mi gesto fiero sonrío pidiendo disculpas.

 

— ¿Con quién?... bueno con…con un…amigo…— ¡amigo! ¡AMIGO! Okey, ya la furia había arrasado con mi buen humor… no te quejes, tu decidiste esperar hasta el final del día para pedirle que fuera tu novia… me recordó aquella voz.

 

—No, no lo conoces…— y si me conocieras ya no tendrías la cabeza pegada al cuerpo por estar interrogando a mi Bella maldito perro.

 

— ¿Y porque tengo que darte explicaciones?... — ese maldito le estaba pidiendo explicaciones, ¡quien se cree que es! ¡Ella es MI Bella! ¡MIA! ¡Donde lo encuentre le volaré la cabeza de una patada!

 

— Lo siento Jake si te pones así, no tenemos nada más que hablar…— ¡eso! ¡Eso! ¡Mándalo al demonio!

 

— Sí, mañana iré, lo sé— dijo impaciente rodando sus ojos— adiós.

 

Tomó cariñosa y pacientemente mis manos y abrió mis dedos para besarlos uno a uno con devoción y luego darme un tierno beso en los labios.

 

—Lo siento Edward, no quería arruinar el momento— sus ojos me miraban suplicantes, mi mal humor se aplacó inmediatamente al ver su indefensa expresión.

 

—No importa princesa, no te disculpes no ha pasado nada— pero aun quiero saber quién diablos es ese maldito perro pensé. Le di un casto beso y le sonreí— creo que ha llegado la hora de que almorcemos.

 

Fuimos al comedor donde nos esperaban con todo listo.

 

Nuestro almuerzo fue tranquilo. Ahí supe quien era el imbécil de Jake "compañero del instituto", mañana lo conocería, ya que Bella mañana tiene que ir a la universidad a buscar su horario y sus materias.

 

Para mala suerte mía también será su compañero en Harvard. Se notaba a leguas que el maldito perro estaba interesado en mi Bella, pero el desgraciado no cuenta con que mañana conocerá a su novio, no a su amigo como hoy. Sonreía malvadamente de solo imaginar en su cara de decepción.

 

Cuando terminábamos el postre vino Garret a avisarnos que habíamos llegado.

 

— ¿Lista para nadar con los delfines mi bella sirena?

 

—Eh, bueno sí, estoy un poco nerviosa— sonrío tímida.

 

—No debes temer pequeña yo cuidaré de ti.

 

—Lo sé— sonrío sincera.

 

Fue una experiencia increíble. Había muchos delfines, nadamos junto a ellos un buen rato, algunos se acercaban mucho a nosotros, nos rozaban, cuando esto pasaba Bella se aferraba a mi cuello como niña pequeña y gritaba riéndose a carcajadas, para luego soltarse y seguir nadando junto a ellos.

 

La tripulación nos tomo muchas fotos. La miraba embelesado, verla feliz era la mejor sensación del mundo, a si quería verla siempre y haría hasta lo imposible, para que cada día fuera más.

 

Cuando me di cuenta que sus labios se estaban tornando morados, decidí que había llegado el momento de vestirnos. Sacar a Bella del agua fue un triunfo, como siempre alegó que no tenía frío y que quería estar un rato más, solo lo pude lograr prometiéndole que vendríamos otra vez.

 

Me encantaba cuando se comportaba como mi gatito enfurruñado.

 

—Tú sí que eres cabezota— le acusé divertido cuando llegamos mi cuarto a ducharnos y vestirnos.

 

—No lo soy tanto— dijo encogiéndose de hombros como si nada.

 

—Si como no— le contesté riendo caminando hasta el baño para prepararle la ducha. Cuando dejé todo listo salí.

 

— Te espero en el living— dije atrapando codiciosamente sus labios, besos a los que Bella respondía gustosa enredando sus dedos en mi cabello acto que me volvía absolutamente loco provocando que la quisiera besar hasta desgastar sus labios, para no tener que separarme de ella jamás.

 

Lamentablemente nos tuvimos que separar por falta de aire. Besé su frente y me fui al cuarto de mis padres a bañarme y a arreglarme también.

 

Cuando estuve listo, fui a ver si estaba todo en su lugar tal como la había pedido. Había llegado el momento por el cual había esperado todo el día, junto al piano estaba el champagne y las fresas con chocolate.

 

Me senté a tocar mientras esperaba a Bella una canción que me encantaba faithfully de Journey. De pronto me sentí observado y aquel embriagador aroma a fresas inundó la atmósfera nublando todos mis sentidos. Dejé de tocar y me di vuelta, Bella estaba justo detrás de mí, sus ojos intensos me miraban con fervor.

 

—Bella ven, siéntate junto a mi— solo asintió y se acercó lentamente se sentó muy cerca, nuestra piel se rozaba— ¿quieres tocar algo para mí?

 

— ¿Yo? — cuestionó adorable, abriendo sus ojos desmesuradamente.

 

—Hagamos un trato. Tú tocas algo para mí, y yo algo para ti, ¿te parece?

 

—Mmm… — pensó unos segundos—me parece justo, está bien—aceptó.

 

— Okey, tu primero.

 

Inspiró fuerte, cerró sus ojos y puso sus hermosas manos en las teclas de marfil.

 

My Love de Sia, comenzó a tocar la introducción de la hermosa melodía. Bella tocaba muy bien, recuerdo esa noche en el club donde me dijo que cada día tocaba más mal, pues a mí me parecía todo lo contrario, pero mi sorpresa no termino ahí, la boca se me abrió de par en par hasta el piso cuando comenzó a cantar.

 

No salía de mi estado de shock, era la voz más hermosa que jamás había oído en mi vida… su sueño era estudiar en Julliard, recordé. Seguí escuchándola, su voz era un embrujo para mi alma, para todos mis sentidos, nublaba mi mente, mis pensamientos, el perfecto embrujo del canto de una sirena.

 

Cuando terminó se giró hacia mí y me miró con sus hermosos ojos brillantes, nostálgicos, como queriendo decir sin palabras lo que yo ya sabía… esto era lo que mi Bella amaba mas hacer.

 

—Gracias— beso—gracias —beso— gracias— le dije visiblemente emocionado.

 

—Gracias a ti Edward, hace mucho que no lo hacía, ha sido maravilloso, ha sido un día maravilloso. He cantado para ti, fue un regalo para ti— me miró con ojos anhelantes—y ahora— dijo componiendo el gesto te toca a ti.

 

Sin pensarlo comencé a tocar su nana. La toqué con el corazón, con todo el amor que sentía por ella, de pronto dos lágrimas traicioneras rodaron por sus mejillas, cerró sus ojos y apoyó su cabeza en mi hombro, besé su cabeza mientras seguía tocando, rápidamente pasé uno de mis brazos por su cintura para atraerla más hacia mí y continuar tocando con ella entre mis brazos. Cuando llegué al final besé sus labios con amor.

 

—Edward, esta es la melodía que me cantaste anoche.

 

—Si princesa y es tuya, tú la inspiraste, tu nana.

 

— ¿Yo? — dijo incrédula.

 

—Si cariño, la escribí para ti, pensando en ti y en todo esto que me haces sentir.

 

—Gracias Edward, muchas gracias — dijo con su voz quebrada.

 

Había llegado el momento, me paré serví dos copas de champagne, luego la tomé de la mano y la llevé a la cubierta para ver la puesta de sol. La abracé por detrás mientras la suave brisa marina acariciaba nuestros cuerpos…

 

— ¿Bella?

 

— ¿Si, Edward?

 

— Soy el hombre más feliz del mundo desde que te encontré. No sabes la cantidad de veces que soñé con volverte a ver, para mirar por un instante tus hermosos ojos y hoy al fin sin poder creerlo estás aquí entre mis brazos. Quiero hacerte feliz y quiero estar junto a ti para siempre, ya no concibo un día de mi vida si tú no estás a mi lado, me eres indispensable para vivir. Ya sé que es una locura, que es muy pronto, pero Bella yo te amo ¿Quieres ser mi novia?

 

Ella se giró en mis brazos, y me miró con sus ojos llenos de lágrimas, llenos de amor.

 

—Sí, sí quiero.

 

Y sin más que decir sellamos nuestro compromiso con un beso apasionado con la luz del ocaso como testigo silencioso de nuestro amor.

 


 

Hola Chicas!!!!!!! Les gusto la decaración de amor de Edward??? Espero que si!!!!!!! ahora me regalarían algún votito?? algún hermoso comentario????

Gracias a todas las chicas que comentan y a las que pasan silenciosas las quiero!!!!

Besos Sol!!!

 

 

 

Capítulo 6: Los Cullen Capítulo 8: La decisión equivocada

 


 


 
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