Capitulo 4: No lo puedo creer, la encontré
Edward’s Pov
Bueno después de todo, la conversación con mi padre no había ido tan mal, algo me decía en mi interior, que quizás por primera vez en mi vida mi familia intentaba comprenderme, y se los agradecía. Al fin comenzaba a ver una luz de esperanza, por lo que comencé a sentirme más animado.
Mis padres ya se habían retirado a dormir, por lo que nos quedamos Rosalie, Emmett y yo, conversando por algún tiempo más en la sala.
— ¿Qué esperamos Emmett? ¿Por qué no nos vamos ya? — pregunté impaciente. La verdad, no tenía mucho ánimo para salir, pero tampoco tenía ganas de seguir haciendo mal tercio.
—Tranquilo hermanito — rió socarrón —en unos quince minutos nos vamos. Lo que sucede es aun no pueden entrar los chicos al club por la hora.
— ¿Por la hora? — pregunté sin entender.
— Es que al principio de la noche, el club es solo para “chicas” contestó Rosalie enfatizando la palabra chicas, haciendo un gesto de comillas con sus dedos. Sin quererlo torcí el gesto.
— ¿Dónde me llevarás Emmett? sabes bien que no me gustan esos lugares que están llenos de mujeres con las hormonas desbocadas, ya suficiente he tenido con las locas mujeres que hay en la universidad.
— ¡Uf!, ¡pero qué sensible estas hoy hermanito! ¿Por qué no vives feliz con nuestros genes? sabes bien que los hombres Cullen somos irresistibles para las mujeres — dijo sonriendo suficiente.
— ¡Engreído! — le dijo Rosalie sacándole la lengua como una niña pequeña. Yo no pude más que reír.
— Bueno suficiente conversación, ¿nos vamos?
—Vamos — contesté y nos encaminamos al garaje.
Nos fuimos en autos separados, por si me daban ganas de volver antes.
Cuando llegamos al lugar, había una fila impresionante de hombres queriendo entrar e inevitablemente me pregunté que de tendría de especial el lugar. Yo solo veía un club como cualquier otro, con un cartel sugerente. “Calígula” rezaba arriba de la puerta de entrada.
Cuando nos acercábamos a la puerta un guardia enorme le sonrío a Emmett.
— Hola Emmett, tiempo sin verte.
— Hola Sam, ¿cómo has estado? — Saludó sonriendo — si tiempo en realidad, he tenido mucho trabajo, pero hoy estamos festejando que el pequeño Eddie ha vuelto a casa
— Le informó como si yo no estuviera ahí.
— ¡Ah! Hola - me ofreció su mano —tú debes ser el hermano menor de Emmett, pero pasen chicos, ¡las chicas de hoy están espectaculares! — Rosalie le dio una mirada asesina, mientras Emmett solo se encogía de hombros y entramos al lugar.
Realmente el lugar estaba a todo dar y la música era excelente.
Nos dirigimos directamente al VIP, donde Emmett tenía reservada una mesa para nosotros. Llegó un mesero con un ridículo traje de esclavo romano a tomar nuestra orden, luego de un rato apareció con nuestros tragos. Mojito para Rosalie y whisky para nosotros.
Estuvimos conversando un tiempo animadamente de nuestros estudios, trabajos, y de lo bueno que era el lugar.
Así pude conocer un poco más a Rosalie. Se veía que era una chica muy buena e inteligente, estaba en segundo año en la escuela de leyes en Harvard, pero además de todo me parecía una joven muy fuerte y con mucha entereza después de lo que le había ocurrido a sus padres. Ahora eran solo ella y su hermano Jasper.
Luego como de una hora en aquel lugar, la situación entre Rosalie y Emmett se comenzó a tornar más cariñosa. Se besaban apasionadamente, y yo comenzaba a sentirme incómodo, por lo decidí dirigirme a los ventanales del VIP, para observar a las personas que bailaban en el primer piso.
Estuve mirando un tiempo como la gente se veía muy feliz y animada, hasta que mi vista reparó en un grupo de chicas. Eran muy bonitas, pero había una entre ellas, que era totalmente distinta a cualquier mujer que había tenido en mi vida. Era simplemente angelical, hermosa.
Me dediqué a mirarla un buen rato, a observar todos sus movimientos, pero desde el lugar que estaba, no la podía admirar como quería, por lo que bajé a toda velocidad al primer piso, para no perderla de vista. Por un minuto pensé que la había perdido, pero luego la encontré…
Me quedé sin respiración por unos segundos, era un verdadero ángel, una diosa. Tenía la piel tan nívea como la mía, desde donde me encontraba se veía tan suave como la seda. Su cara en forma de corazón, unos labios preciosos, sensuales, que invitaban a besarlos.
Observé por largo rato embelesado todos sus gestos, todos sus movimientos, en estos momentos no existía nadie más que la preciosa mujer que tenía frente a mis ojos. Cuando de repente frunció el ceño, algo le molestaba…se parecía a…
Inquieto por aquel ceño fruncido, caminé cerca de la barra, de donde podía observarla mejor, recompuso el gesto y siguió bailando con sus amigas.
Presté atención a mí alrededor y pude ver que no le era indiferente a muchos de los hombres que había. La miraban con cara de babosos, y yo tenía unas irrefrenables ganas de arrancarles la cabeza, tan solo de ver la forma en que miraban a mi ángel. ¿Mi ángel? ¿Qué te diablos te pasa Edward?
En un momento nuestras miradas se conectaron y ahí estaban esos hermosos ojos castaños, como el mismísimo chocolate derretido, que me recordaban a… “no, no, no puede ser”…
Nuevamente me sostuvo la mirada, volvió a fruncir el ceño y ahí se me vino literalmente el mundo abajo... ¡era ella!... me quedé sin respiración, era… mi gatito enfurruñado…Isabella Swan…“mi Bella”…
Se había convertido en una hermosa mujer, tenía una melena hermosa que caía por su espalda de forma sensual, un cuerpo hermoso, flaca, pero con unas hermosas curvas, piernas largas y torneadas y yo aquí paralizado, con todos esos hombres mirándola como si fuera carne… ¡Haz algo Edward!....
Sin quererlo mi mente viajo 6 años atrás…
Flashback
Yo tenía casi diecisiete, era casi cuatro años mayor que ella, recuerdo que era una niña hermosa, adorable, muy pequeña para mí en ese entonces con la nariz respingona, tímida y un poco torpe, lo que la hacía más tierna aún, si es que eso era posible.
Ella siempre fue diferente a las demás…
Cierro mis ojos y aun la veo sentada en la cafetería del instituto con su infaltable libro “orgullo y prejuicio” de Jane Austen, desde niña una romántica empedernida, como yo, claro que nadie lo sabía.
De repente tuve miedo, un escalofrío recorrió mi espalda… ¿me recordaría?... ¡uf!, ¡qué difícil!… En ese entonces no tenía la mejor reputación que digamos. Aun tengo en la mente la única vez que tuve el valor para hablarle y ella arrancó de mí, como si hubiese visto al mismo demonio en persona, pero el tiempo ha pasado y yo he cambiado, con ella las cosas siempre han sido diferentes.
¡Sí! esta vez no se escaparía…
Me armé de valor y me acerqué sigilosamente por su espalda, cuando estuve lo suficientemente cerca, le susurré al oído.
— Hola ¿quieres bailar? — con la voz que sabía que volvía loca a las mujeres. Soy malo, lo sé, pero tenía que provocarla un poco.
Se dio la vuelta lentamente y abrió los ojos como platos… ¡diablos me reconoció! ¡Que no salga arrancando por favor!...se mordió el labio inferior gesto que recordaba que hacía cuando estaba nerviosa… ¡que gesto malditamente sexy!..., si seguía así mandaría al demonio mi autocontrol y me lanzaría encima… ¡NO!, con ella ¡NO!, debes ser un caballero Edward…me dijo aquella voz que me regresaba a la cordura.
Me observó un momento y asintió sonrojándose.
Por primera vez en mi vida la suerte estaba de mi lado, la música cambio por una lenta, entonces me acerqué a ella tomándola por su estrecha cintura. La poca piel que mis manos tocaban era extremadamente suave, perfecta y cuando posó tímida sus manos en mis hombros, miles de descargas eléctricas me recorrieron de la cabeza a los pies, si solo con ese contacto sentía esto, como sería tenerla bajo mi ¡Edward!, me reprendió de nuevo aquella voz.
No podía dejar de contemplarla fijamente, tenía ganas de atravesar su alma con mi mirada. Ella me miraba nerviosa, adorable, simplemente adorable.
De pronto una hermosa y romántica canción comenzó a sonar, era simplemente perfecta para el momento que estábamos viviendo por lo que por mero instinto la estreché aun más cerca de mi cuerpo al fin después de tantos años la tenía aquí protegida entre mis brazos.
Bella en un gesto que no esperaba apoyó su cabeza en mi pecho, como si quisiera escuchar los latidos de mi corazón. Yo no pude hacer otra cosa que acercarla más a mi si es que podía, apoyé mi mejilla en su cabeza y le susurré justo la parte de la canción que era perfecta para ella.
— Be the one I’ve been waiting for my whole life (Se la única, por la que llevo esperando la vida entera).
Tenía un olor embriagador, a fresas, exquisito, que nublaba todos mis sentidos, era tan cálida, maravillosa, encajaba perfectamente entre mis brazos, protectores para ella, solo para ella. Las sensaciones que estaba experimentando jamás las había sentido, necesitaba aclarar mi mente, a si que después de otra canción mas muy a mi pesar me separé de ella y hablé.
— ¿Cómo te llamas? — le pregunté como si no lo supiera.
— Bella ¿y tú?
— Edward — ¿será posible que no me recuerde?
— ¿Bella quieres sentarte un rato? te invito algo de beber— pregunté con la esperanza de que aceptara, no podía permitir que se me escapara.
Ella me miró con aquellos hermosos ojos color chocolate, nerviosa, su semblante estaba lleno de duda. Di que si, di que si….pensaba mientras los segundos se me comenzaban hacer eternos.
—Sí, me gustaría gracias— aceptó tímida con un adorable sonrojo adornando sus mejillas.
La tomé de la cintura y la encaminé hacia algún sillón desocupado. La noche había avanzado bastante y muchas parejas estaban dándose más que simples besos. Se veía nerviosa, tímida, inocente, se notaba de lejos que no tenía ningún tipo de experiencia, pero no había nada que temer, me comportaría como un caballero.
La dejé sentada y me encaminé a buscar nuestros tragos, no sin antes advertirle divertido, que no se fuera.
Fui lo más rápido que pude a la barra y pedí un whisky y una Coca Light… ¡si hasta para tomar era adorable!...la barwoman me paso las tragos, se los pagué y ella me dio un pequeño papel que decía… “te espero a la salida guapo”, ¡aghh! ¿Que nunca se cansarían?
Al final demoré más de lo que pensaba. Regresé como un rayo donde la había dejado, temiendo que se hubiese marchado, para mí alivio aun me esperaba. Se frotaba sus manos, nerviosa y mordía su labio inferior.
Cuando me senté junto a ella, me dispuse a saber más de ella, lo quería saber todo. Así me contó, que este año entraría a la universidad de Harvard a estudiar economía, conversamos de muchas cosas, de mi profesión y de mis sueños. Ella se mostró sorprendida, pero me dio la impresión que lo comprendió.
Fue una grata sorpresa darme cuenta que teníamos muchas cosas en común. Cada minuto que pasaba estaba más maravillado, con sus gestos, sus palabras, ella era hermosa por dentro y por fuera.
Luego de un rato, sentí que lo mejor era volver a bailar, ya que si seguíamos aquí, ya no resistiría las ganas de besarla y yo la veía demasiado nerviosa, no quería obligarla a nada.
Comenzamos a bailar, pero la música sugerente y sus movimientos sensuales lo único que lograron es que no lo resistiera más. Lo había decidido, necesitaba besar a Bella, como un sediento necesita agua en el desierto.
Miré sus apetecibles labios, hambriento y comencé a acortar la distancia entre nosotros, acercándome peligrosamente. Ella estaba nerviosa, se notaba que se debatía internamente y yo estaba cerca, muy cerca, estaba a punto de rozar sus labios cuando de repente…
— ¡BELLA! — escuché que la llamaban y no me quedo más que separarme de ella con unas ganas enormes de matar a su amiga.
Ella llegó a decirle que era tarde y se debían ir, la reprendió alegando que donde se había metido y que Bella ni siquiera tenía ganas de salir hoy… ¿Sería posible que se quedara más tiempo porque estaba conmigo?
No quería que lo noche terminara, no quería perderla otra vez. Busqué por todos los medios que tuve a mi mano para prologar el momento, pero ella andaba en su auto… ¡maldición! Bueno es ahora o nunca, le pediría el teléfono.
Estaba nervioso ¿nervioso? ¡Pero qué diablos pasa contigo Edward!
— ¿Bella?
— ¿Si?
—Quizás te parezca un atrevido o que es muy pronto, pero realmente me ha gustado conocerte… y…y me encantaría verte de nuevo, para salir... no sé… donde tú quieras…para conocernos mejor…tu…tu…me… ¿darías tu teléfono?
— Pregunté atropellándome con mis propias palabras, me sentí como un verdadero estúpido. Por primera vez en la vida la seguridad de Edward Cullen se había convertido en polvo ¡demonios!
Para mi sorpresa ella accedió de inmediato. Guardé su número en mi celular, luego la tomé de la mano y la acompañe al estacionamiento. Había tomado una decisión…Isabella Swan, sería mía y esta sería mi forma de comenzar.
Camino hacia el auto de Bella bajo la atenta mirada de sus amigas.
Cuando llegamos a su jeep abrí la puerta del conductor para ella. Bella se giró hacia mí, cuando estaba punto de ingresar al jeep, se puso de punta de pies para besar mi mejilla, en cambio de devolverle el beso, hice algo de lo que yo mismo me sorprendí…
— ¿Bella?
— ¿Si?
— ¿Tienes novio?
— No— mi corazón se hincho de felicidad al escuchar su respuesta.
—Ahora, sí — sentencié lleno de seguridad.
Me acerqué a ella rápidamente y le robé un dulce y tierno beso en labios y me fui corriendo como alma que lleva el diablo.
No pude resistirlo más y le grité a lo lejos…
— ¡Adiós, gatito enfurruñado! — y feliz entré al club. A partir de mañana cambiaría mi vida.
Busqué a Emmett para decirle que me iba…
— ¡Edward!, ¿dónde te habías metido? te hemos buscado por todas partes. ¿Por qué esa cara de felicidad? — me preguntó sospechosamente.
—No sé de qué me hablas Emmett, solo me entretenía mirando.
— ¡Claro! Mirando, se le dice ahora. Seguro.
— ¡Ya Emmett! — lo corté— mañana si quieres te cuento.
— ¡Y lo harás! me tienes que explicar porque tienes esa cara de tonto enamorado— miré para otro lado haciendo el desentendido.
—Ya déjalo Emmett — le dijo Rosalie.
— ¡Ok Emmett! Adiós, nos vemos Rosalie— besé su mejilla y me fui.
— Adiós — contestaron ambos
Me encaminé a mi Volvo y no aguanté más, tenía que mandarle un mensaje a Bella. Quería que supiera lo feliz que era de haberla encontrado…
Encontrarte fue lo mejor que me ha pasado en la vida Siempre tuyo E. C.
Manejé a mi casa feliz, mañana debía planear la cita perfecta para Bella.
Desperté feliz, aun podía sentir los dulces labios de Bella en los míos. Me levanté de un salto y fui a tomar desayuno, cuando entre en la cocina, toda la familia estaba ahí.
— ¡Hola familia! ¡Buenos días! — besé a mi mamá en la frente y le di un cariñoso beso en la mejilla a la señora Sue.
— ¿Y a que debemos tanta felicidad? — preguntó Esme, yo hice como que no escuché.
— Ayer tu niño— anunció Emmett con sorna — desapareció no se cuanto rato, para luego volver con cara de tonto enamorado.
— ¡Emmett! — le reproché, cuando aprendería a cerrar su bocota.
— ¡Qué!, es cierto mamá, a si que suéltalo Eddie.
— ¿Será por alguna chica? — dijo mi madre expectante.
De repente tenía, toda la atención de la cocina puesta en mí, hasta mi padre había dejado su periódico a un lado. Todos esperaban mi respuesta, sonrientemente. ¡Maldición! Era terrible vivir en una casa donde no existían los secretos.
—No sé de qué me hablan— contesté con mi mejor cara de póker, poniendo atención al jugo de naranja que me servía la señora Sue.
— ¡Y yo soy Santa Claus! — Gritó Emmett — ¡Vamos Edward!
— Está bien, solo voy a decir que es un ángel— les informé rendido si no les decía algo jamás me dejarían en paz.
— ¡Un ángel! —Exclamó Esme llevándose las manos al pecho ilusionada — por dios Edward, sí que tiene que ser especial esa chica.
—Lo es — contesté seguro.
— Que feliz que me haces hijo, primera vez que te escucho hablar así de una chica, ¿cuando la traerás a la casa para conocerla? — dijo mamá con ojos soñadores.
— Por qué no la traes mañana a almorzar, podemos hacer una barbacoa en el jardín, aprovechando que aún es verano —intervino Carlisle — por supuesto Rosalie también está invitada.
— Eso sería genial — dijo mamá con una ilusionada sonrisa, pobre siempre quiso tener una hija y ahora que parecía que sus hijos estaban enamorados eso le hacía ilusión.
—Lo intentaré, pero no prometo nada — ni siquiera sabía como lo haría, para convencerla que saliera hoy conmigo.
Luego todos se fueron a atender sus asuntos, y yo me quedé un rato más en la cocina, quería preguntarle algunas cosas a mamá.
Me paré y me senté junto a ella, apoyé mi cabeza en su hombro y ella acarició mi cabello, como cuando era niño, era una sensación increíble.
— ¿Mamá?
— ¿Sí, hijo?
— Me puedes decir ¿Cuál es el restaurante más romántico y lindo de todo Boston?
— ¡Oh, Edward! que tierno, déjame pensar…en hotel Four Seasons hay un lugar perfecto, íntimo, muy romántico, tengo entendido que todas las chicas sueñan con que las lleven allá, incluso las que no lo somos tanto — dijo divertida.
Nos quedamos unos minutos mas así, era tan reconfortante, luego me levanté le di un beso en la mejilla y le susurré un gracias.
— No hay de qué hijo, solo espero que esa linda chica te corresponda como te mereces y quiero conocerla pronto.
— Yo también mamá, yo también — y así, salí de la cocina dispuesto a organizar mi cita con Bella, para llamarla horas más tarde.
Pase la mañana intentando hacer hora como pude, primero llame al restaurante para hacer la reservación, luego arreglé una sorpresa para esta noche, después que tenía todo listo estaba muy inquieto y aun era temprano para llamar a Bella, así que me dirigí a la sala de música, para tocar el piano y relajarme un rato.
Cerré mis ojos, y vi el dulce rostro de Bella, me imaginé junto a ella en el piano y las notas comenzaron a fluir de una manera calmada y hermosa. Hace tiempo que no dejaba volar mi imaginación, pero pensando en ella todo era más fácil y sin querer una hermosa melodía había creado para ella, para mi Bella.
De pronto tomé conciencia de que era observado. Mi padre me miraba en el umbral de la puerta emocionado, no sé que abra visto en mí, porque cuando se acercó, pronunció las palabras que jamás esperé escuchar.
— Edward, eres el ser más puro y bondadoso que he conocido jamás, tu alma es noble y transparente, tienes un espíritu indomable, pero calmado a la vez, eres creativo, tierno, cariñoso, inteligente y un hijo ejemplar — inspiró profundo y lo soltó— Hijo he decidido apoyarte en tu sueño, sal a conquistarlo, muéstrale al mundo quien es Edward Cullen y vuela, vuela alto, muy alto — me dijo mi padre visiblemente emocionado, yo no pude más que abrazarlo y echarme a llorar en su hombro; me abrazo muy fuerte demostrándome todo el amor y cariño que me tenía.
— Gracias, papá, gracias — le susurré, no podía hablar.
— No me agradezcas nada Edward, tu solo preocúpate por ser feliz.
Luego de besar mi frente y alborotar mi cabello se fue.
Yo no cabía más de la felicidad, definitivamente, mi vida estaba cambiando y me da daba la impresión que todo tenía que ver con la llegada de Bella a ella.
Me dirigí a mi cuarto a grandes pasos, ya era una hora prudente para llamarla; nervioso marqué su número y esperé…al cuarto timbrazo me contestó su dulce voz…
— ¿Si?
— ¡Hola Bella!
— ¿Ed, Edward? — estaba nerviosa tanto o más que yo.
—Sí, ¿Cómo amaneciste preciosa?
—Bien, gracias por preguntar y ¿tu?
—Mejor que bien, ¡ha sido una mañana excelente! — Contesté exultante de felicidad, entonces tomé valor y le pregunté — ¿Bella te gustaría ir a cenar conmigo hoy?
— ¿Hoy? — ¡Oh no, me va a rechazar…!
— Sí, hoy. ¿Por qué? ¿Tienes algún problema? — pregunté con temor.
-¡No! no, lo siento es que me pillaste desprevenida, me encantaría — me dijo tímida
— Bien, paso por ti a las ocho.
— Okey, nos vemos Edward. Adiós
— Adiós.
Pasaron unos segundos y me di cuenta que no le había pedido su dirección, cuando iba a llamarla un mensaje de texto llegó a mi celular.
348, Douglas St, Beacon Hill Te espero
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