En el capitulo anterior….
Mi sangre hirvió en tan solo un ínfimo segundo de escuchar aquella desagradable voz que sabía muy bien a quien pertenecía. Comencé a ver todo rojo y a convertirme en una salvaje fiera y esta fiera defendería a su amado hombre con uñas y dientes, hoy tendría que pasar sobre mi cadáver para que nuevamente intentara acercase tan solo un milímetro a mi Edward. Ahí estaba exigiendo ver a Edward como siempre altiva y descarada la maldita zorra regalada de Tanya.
Capitulo 25: La verdad
Bella
Apresuré el paso todo lo que pude presa de una incontenible furia, olvidándome de todos, olvidándome de donde estaba, lo único que tenía en mente era “muerte para Tanya”. Al ver a la muy descarada ahí muy altanera plantada, dando órdenes como si estuviésemos en la marina hizo que mi ira creciera exponencialmente.
Mis manos crispadas de rabia y mis uñas convertidas en garras con las cuales primero arrancaría uno a uno sus ojos para que jamás osara volver a mirar tan solo un segundo a mi Edward y luego la torturaría lentamente arrancándole uno por uno todos los pelos de su oxigenada cabeza.
Mi respiración era agitada, iracunda, sentía que de mis ojos salían llamas, con las cuales la haría arder en las profundidades del infierno de tan solo recordar por un segundo aquellas espantosas imágenes en las cuales la muy maldita había osado intentar poseer aquel hermoso cuerpo que era solo ¡mío! ¡MIO!
-¡Te digo que lo llames!- exigió demandante una vez más.
-¡Maldita zorra de mierda!- siseé con todo el odio que tenía por ella alojado en mi corazón, cuando escuché nuevamente como estaba tratando a Rebecca.
-¿Belly que te sucede? ¿Quién es ella?- me preguntó Alice estupefacta al ver mi reacción sin entender nada dándome alcance.
-Tanya- espeté con asco.
Era obvio que ella no la había reconocido, Alice jamás la había visto en persona, pero yo jamás podría olvidar aquel cabello oxigenado y esa desagradable voz nasal que estaba de espalda a nosotras.
Al darse cuenta de quién era, Alice abrió sus ojos como platos, para luego lazarle verdaderas dagas afiladas con la mirada.
-¡La mato, juro que la mataré! ¡Como tiene el descaro de aparecer por aquí!- exclamó Alice mordaz, tomando mi mano, ahora era ella quien apuraba el paso.
Cuando llegamos donde Tanya con una fuerza descomunal, que ni yo sabía que tenía, la jalé fuerte de un brazo para poder encararla de frente y me abalancé sobre ella como una verdadera fiera.
-¡PUTA! ¡ERES UNA MALDITA PUTA MAL NACIDA!- le grité fuera de todos mi cabales sin importarme donde me encontraba y le estampé con todas mis fuerzas una bofetada en aquella maldita cara de muñeca.
-¿Qué diablos te pasa?- preguntó desconcertada dando un paso hacia atrás sobándose la mejilla en la cual había dejando todos mi dedos marcados.
-¿QUÉ ME PASA? ¡ESTO ME PASA!- y le estampé una bofetada, nuevamente, esta vez dejándole dos rasguños en su ya amoratada mejilla- ¡NUNCA, NUNCA MAS EN TU VIDA TE QUIERO VER CERCA MI EDWARD!- y ya absolutamente enloquecida y viendo absolutamente todo rojo la agarré del pelo para darle de una vez lo que se merecía.
-¡Si, matémosla Belly!- me secundó Alice prometiendo que hoy de aquí Tanya Denali no saldría viva para contarlo.
Edward
Estaba firmando unos últimos papeles en mi oficina, ya había terminado de atender a mis pacientes y ahora me dedicaba a dejar todo en orden, para no volver al trabajo hasta dentro de un mes, sonreí como un tonto de solo pensarlo. Aun me parecía mentira, apenas ayer me lamentaba porque había intentado de todo para recuperar a mi Bella sin resultado y hoy casi por un milagro estaba aquí dejando todo listo para que mi Bella y yo nos fuéramos los dos absolutamente solos de luna de miel, un mes para amarla todos los días y todas horas solo como mi amada Bella se merecía.
Me había preocupado de todos los detalles para que fuera inolvidable, para que fuera uno de los recuerdos más hermosos que conservara en su vida, nuestros primeros días como el señor y la señora Cullen.
Miré la hora, ya era pasado el medio día, mi Bella ya debía estar a punto de llegar para que fuéramos a ver juntos a nuestros bebés, ya había hablado con Annie que accedió más que encantada a recibirla otra vez, necesitaba hacerle muchas preguntas, quería asegurarme que mi Bella estaba en perfectas condiciones para hacer nuestro viaje, ya que bien sabía que los embarazos múltiples eran de mucho cuidado y aunque Bella me había dicho que hasta el momento andaba todo perfectamente bien, necesitaba confirmarlo yo mismo para poder cuidarla debidamente y no exponerla a ningún riesgo.
Nuevamente sonreí como un tonto al recordar que eran dos bebés, creo que aun no caía bien de la impresión, me derretía de solo pensar en tener a dos mini Bellas mirándome con esos preciosos y curiosos ojos chocolates iguales a los mi Bella.
Perdido en mis maravillosas alucinaciones estaba cuando escuché unos gritos afuera de mi consulta.
-¡NUNCA, NUNCA MAS EN TU VIDA TE QUIERO VER CERCA MI EDWARD!- ¿Bella? ¿Esa era mi Bella?
Me paré de un salto muy preocupado por averiguar qué es lo que la tendría así de alterada. Atravesé mi oficina a toda velocidad y cuando abrí la puerta me encontré con una imagen que me dejó absolutamente con la boca abierta y con mis ojos a punto de salirse de mi cuencas.
Ahí estaba mi Bella, enfurecida como una verdadera leona apunto de arrastrar por el pelo a la maldita zorra de… ¿Tanya?... ¿Pero qué diablos estaba haciendo Tanya aquí?... Un aterrador escalofrió recorrió todo mi cuerpo, y rogué porque su desagradable e inesperada aparición no me trajera nuevos problemas con Bella, aunque a juzgar por su reacción realmente lo dudaba.
-¡MALDITA ZORRA PLÁSTICA! ¡Ya lo verás, después de hoy no te quedaran ganas de acercarte a mi Edward nunca más! ¡TE MATARÉ, JURO QUE TE MATARÉ!- le gritaba mi Bella convertida en una fiera mientras Tanya intentaba zafarse como podía del fuerte agarre que ella ejercía en su oxigenado cabello.
-¡Las extensiones Belly! ¡Arráncale esas horribles y vulgares extensiones!-la animaba Alice que estaba encaramada en la espalda de Tanya golpeándola una y otra vez sin darle tregua.
Miré unos segundos a Rebecca que estaba con su boca mil veces más abierta que la mía y miraba completamente estupefacta la divertida escena, porque si, debía reconocerlo, era más que divertida, por lo que decidí dejar que mi Bella y Alice le dieran su merecido unos segundos más, ya que además ganas a mi no me faltaban y evidentemente yo no podía hacerlo.
Tanya intentaba escapar de las garras de mi sexy y enfurecida Bella, y solo lo logró cuando Bella le arrancó gran parte de sus extensiones provocando que Tanya cayera al piso por el impulso y a esa altura yo estaba que me partía de la risa.
-¡Ah no, no te me escaparas!- sentenció Bella buscando con su mirada frenética presa de la adrenalina, con que mas atacarla y para mi sorpresa ahí estaba Rebecca extendiéndole un florero que había encima de su escritorio. Sin percatarse de mi presencia ella lo tomó y se lo dio vuelta encima bañándola de agua, hojas y flores que quedaron enredadas en lo que le quedaba de cabello.
-¡Rebecca usted…!- dije llamándole la atención a lo que ella solo respondió encogiéndose de hombros riendo maliciosamente.
Decidí que ya era suficiente, Bella cada minuto que pasaba esta mas alterada y aquello le podía hacer mal a ella y a nuestros bebes.
Le quité el florero de las manos lo dejé nuevamente en el escritorio de Rebecca, la tomé suavemente por la cintura y la atraje hacia a mí.
-Shh, ya amor tranquila, tranquila mi princesa- intenté calmarla acariciando tiernamente su espalda, hablándole suavemente al oído.
-¡No déjame! ¡Ella viene a separarnos otra vez, no se lo permitiré!- intentaba separarse de mí con todas sus fuerzas para atacarla nuevamente.
Levanté su rostro del mentón para que me mirara directo a los ojos y escuchara con atención lo que le iba a decir.
-Mi Bella, gatito eso no sucederá nunca más, tranquila amor, nunca, pase lo que pase jamás nos separaremos otra vez.
Ella me miró con sus preciosos ojos castaños bien abiertos, brillantes, luego volteó a mirar a Tanya y sus ojos se llenaron de lágrimas cuando se dio cuenta de cómo había reaccionado y se llevó una de sus manitos a su vientre.
-¡Oh, Edward perdón! ¡Los bebes!- dijo sollozando en mi pecho.
A penas Alice escuchó las palabra bebés de un salto estaba junto a nosotros abrazándonos también.
-¿Bebes? ¿Edward, Belly?- nos preguntó Alice con sus ojos de gato ilusionados y con una enorme sonrisa estampada en sus labios.
Mi Bella solo asintió y yo le contesté con un silencioso “después” dándole a entender que le explicaría todos los detalles que ella quería escuchar, pero primero había algo que debíamos arreglar.
-Tranquila mi amor, te aseguro que ellos están bien, no llores princesa- secaba sus lágrimas cariñosamente con una de mis manos mientras con la otra la estrechaba protectoramente hacia mí.
Si que tenía las hormonas alborotadas mi Bella, hace solo unos segundos era una sexy fiera dándole su merecido a Tanya y ahora lloraba como una niña pequeña en mis brazos.
-¡Estúpida e insignificante niña! ¡Cómo te atreves a tratarme de esa forma! ¡Ni siquiera has sido capaz de preguntar a que he venido!- vociferó Tanya cuando logró ponerse nuevamente de pie e intentó acercarse peligrosamente a Bella.
-¡No te atrevas!- le advertí mordaz- intentas tocarle tan solo un pelo a mi Bella y ahora te las verás conmigo, me olvidaré de que soy un caballero y te daré lo que realmente mereces como la maldita zorra que eres- espeté con todo el odio y asco que ella me provocaba.
Ella se estremeció al escuchar mis frías y amenazadoras palabras y retrocedió unos pasos.
-Perdón Edward, no es a discutir a lo que he venido- se disculpó nerviosa intentando arreglar como pudo lo que quedaba de su largo cabello que estaba lleno de hojas- necesito hablar contigo urgente.
-¡Tú y yo no tenemos nada de qué hablar! ¡Vete Tanya nada tienes que hacer aquí!- sentencié frio como el hielo, nada que proviniera de ella, nos haría bien a mi Bella y a mí.
-Es importante por favor, no me iré de aquí hasta que me escuches- contestó firme.
-¡Te dije que te vayas! ¿Acaso a parte de tonta estás sorda?
Tanya se encogió unos segundos ante mis duras palabras, pero rápidamente recobró su altiva postura.
-¿No quieres saber la verdad?- soltó como si nada la muy maldita sonriendo ladina.
Con esas simples cinco palabras mi Bella se paralizó en mis brazos, buscó mi mirada y me miró con ojitos suplicantes negando con su cabeza diciéndome que no le importaba.
Observé a Tanya evaluándola un momento, se veía tan resuelta a no marcharse sin poder decir a lo que había venido, que de seguro si no aceptaba tendríamos un nuevo escándalo aquí afuera, por lo que decidí que lo mejor era entrar a mi oficina, menos mal que ha esta hora ya no había nadie más que Rebecca y yo en mi consulta.
-Está bien, pero que sea rápido- accedí resoplando cansado.
-Edward, no- susurró suplicando mi Bella.
-Tranquila amor, escucharemos a que vino y después de eso se irá y no la veremos nunca más- le dije suavemente besando su frente.
-Bueno creo que mejor yo me voy esto solo les compete a ustedes, pero más tarde tienen que contarme todo con lujo y detalle, ¡nos vemos más tarde papis!- anunció Alice feliz de la vida dándonos un beso a cada uno en la mejilla y se fue feliz canturreando y saltando por el pasillo “¡seré tía, seré tía!”
Tomé la mano de mi Bella y casi estallo en carcajadas al ver que en una de sus pequeñas manitos aun tenía firmemente empuñada casi la totalidad de las extensiones de él cabello de Tanya. Abrí sus deditos uno a uno con mucho amor, tomé las extensiones y se las devolví a Tanya haciendo un esfuerzo sobre humano para contener la risa que aquella situación me provocaba.
-Entremos- anuncié sosteniendo la puerta para dejar entrar a Tanya que intentaba guardar avergonzada las extensiones en su cartera- ¿Rebecca serías tan amable de traerle un vaso de agua a mi Bella?
-Si doctor Cullen- accedió enseguida aun sorprendida y divertida de toda la situación que había tenido que observar.
Cerré la puerta y guié a Bella para que sentara conmigo en mi sillón de cuero, la senté en mis piernas y mi Bella se acurrucó en mi regazo como niña pequeña mientras abría los botones de su abrigo para acariciar más de cerca su inexistente pancita.
-Tranquila amor, ya verás que todo irá bien- intentaba calmarla rozando tiernamente su vientre.
-Es que no me interesa escuchar lo que tenga que decir esta mujer, ya sabes que no importa- susurró con su seño enfurruñado.
Se veía tan adorable que no pude evitar comerme sus labios a tiernos besos.
-¡Edward!- me llamó la atención soltando melodiosas carcajadas en mis labios.
-Es que te extrañé como un loco toda la mañana- ronroneé perdido en el dulce sabor de sus labios para besarla apasionadamente mientras acariciaba febril una de sus piernas que estaban enfundadas en unas sensuales medias negras con diseño para colar mi mano por debajo de aquel vestido que debería estar absolutamente prohibido vender para la integridad de la salud mental de los celosos cavernícolas como yo, era tan corto que de seguro podía ver hasta lo que había comido el día anterior. Me daba una vista más que privilegiada de sus largas y torneadas piernas y de sus sensuales curvas.
Gruñí como un animal en celo, cuando mi mano se encontró con algo que no esperaba, un ligero y la sedosa piel de sus piernas lo que provocó que la besara atrapando su lengua lujuriosamente perdiendo absolutamente la poca cordura que ya a esa altura me quedaba, haciendo que Bella soltara un gemido apremiante en mis labios y enredara sus dedos en mi cabello.
Comenzábamos a perdernos en nuestro propio y enardecido mundo cuando un carraspeo nos trajo de nuevo a la tierra haciendo que bufara absolutamente frustrado cuando tuve que separar nuestros labios y no poder continuar lo que habíamos comenzado.
-Eres una pequeña traviesa- susurré vehementemente en su oído aferrando mis manos en sus caderas para acercarla mi enorme erección y sintiera como me tenía, mi Bella soltó una risita traviesa y un adorable sonrojo adornó sus mejillas- mala, me quieres matar, eres mala- volví a susurrar escondiendo mi cabeza en el hueco de su cuello inhalando como un drogadicto aquel perfume a fresas que me volvía completamente loco.
Tanya volvió a carraspear al ver que no le prestábamos la más mínima atención, es que aunque realmente deseaba saber la verdad de lo que había ocurrido esa noche, ahora que mi Bella me había perdonado, todo aquello había dejado de tener importancia no solo para mi si no que también para ella.
-Bueno Tanya ya que estas aquí habla y que sea rápido- espeté con desagrado, lo único que quería era continuar donde nos habíamos quedado con mi preciosa Bella.
Tanya nos miró como si hubiese chupado un limón agrio, y su mirada se perdía estupefacta en las paredes de mi consulta en las miles de fotos que tenía de mi Bella, abrió su boca y la volvió a cerrar varias veces antes de poder articular palabra. Su cara era absolutamente impagable se notaba que aquello la torturaba por sobre manera, sonreí internamente disfrutando de su martirio.
-Eh…yo…este…yo…yo…
-¿Sabes? no tenemos todo el día para perderlo en tu tartamudeos, así que ¡hablas de una buena vez o te vas!- la amenacé una vez más.
Tanya dio un respingo nervioso al escuchar el tono intimidante de mi voz, inspiró profundamente como queriendo tomar el valor que le faltaba para comenzar a hablar y lo soltó todo de golpe de manera cansada.
-Bueno primero que todo, quiero decir que aunque no seas de mi agrado, es un alivio para mí ver que te encuentras bien- anunció dirigiéndose a mi Bella, no tenía la mas mínima idea de cómo se había enterado de todo lo que había pasado, pero esas simples palabras me confirmaban que ella lo sabía todo.
-Tanya aquí a nadie le interesan tus sentimientos o lo que piensas así que no dilates más lo que viniste a decir- insistí una vez más con voz afilada, para que se apurara con su relato, la verdad y para ser sinceros a esta altura lo único que tenía en mente era aquel sexy ligero con el que jugaban mis dedos.
-Que ingrato que eres Edward y yo que venía con las mejor de las intensiones a contarte la verdad de lo que ocurrió esa noche para que pudieras volver con Bella- contestó haciéndose la víctima.
Bella se removió inquieta en mis piernas al escuchar las palabras “esa noche” y pegó aun más, si es que se podía su cuerpo al mío aferrando sus delgados bracitos a mi cintura todo lo que podían. Al sentirla tan indefensa besé su frente y acaricié su cabello para indicarle que todo andaría bien.
-Por favor Tanya eso no te lo crees ni tú…- dije con desdén.
-¡Es verdad!- me cortó- es que yo nunca pensé, yo nunca…
Suspiró abatida, sus ojos se llenaron de lágrimas, su mirada se veía más bien aterrada al recordar y continuó:
Me pregunté a que o a quien le tendría tanto miedo.
-Cuando Bella te visitó en Pensacola hace muchos meses atrás- tragó pesado- al día siguiente de su llegada, un chico me buscó diciéndome que necesitaba urgente hablar conmigo y proponerme un trato que nos convendría a los dos- contaba sonriendo tristemente.
Era un hecho era un maldito pervertido o todo lo demás había dejado de carecer importancia ahora que tenía a mi Bella a mi lado, no me podía concentrar en escuchar la verdad de lo que había pasado esa noche, lo intentaba de verdad, pero lo único que tenía en mente era que se fuera Tanya de una buena vez para poderle hacer el amor a mi Bella.
-Al principio no le di importancia, es más, ni siquiera le presté atención pensando en que trato podría proponerme prácticamente un niño, un adolescente y menos aun sin conocerme, pero él no pensaba darse por vencido y así me insistió tanto convirtiéndose prácticamente en mi sombra, que no me quedó más que rendirme y accedí a escucharlo.
¿Adolescente?... ¿Adolescente?....esa simple palabra me alejó inmediatamente de mis candentes cavilaciones… ¡Maldición!...sabía perfectamente de quien se trataba. Mis brazos rodearon protectores a mi princesa como si estuviera dentro de una jaula de cristal, lo mataría, juro que mataría lentamente al maldito chucho de mierda si es que estaba realmente involucrado en esto.
-Jacob- musitamos juntos, su mirada asustada buscó la mía y su pequeño cuerpo busco asustado refugio en el mío.
-Sí, Jacob- lo nombró estremeciéndose con terror- veo que se han dado cuenta inmediatamente que él está detrás de todo esto- dijo sonriendo con tanto pesar que casi sentí pena por ella, pero solo casi, ella no se merecía la mas mínima compasión de parte de nosotros.
Al instante que escuché su nombre, mis puños se cerraron con fuerza, apreté tan duro mis dientes que juro que los podía escuchar rechinar, bufé como un animal salvaje presto para el ataque y miles de formas de tortura se instalaron en mi mente, porque si, lo martirizaría lentamente por todo lo que había hecho sufrir a mi Bella.
Unos golpes en la puerta interrumpieron el curso de homicidas pensamientos.
-Adelante.
-Permiso doctor Cullen aquí traigo el vaso de agua para me pidió para su prometida- anunció Rebecca entrando por la puerta siempre señorita.
-Gracias- dijo mi Bella recibiendo el vaso entre sus pequeñas manitos temblorosas, bebió un poco de agua muy nerviosa.
¡Diablos! tenía ganas de salir corriendo como un demonio a dar caza al maldito perro desgraciado inmediatamente sin escuchar absolutamente nada más, el monstruo que habitaba en mi interior clamaba por venganza, pero al ver así de indefensa a mi Bella no me quedó más que intentar calmarme, no quería que se pusiera más nerviosa de lo que ya estaba, lo único realmente importante aquí era ella.
-De nada, lo que necesite- le contestó Rebecca sonriéndole amablemente, le dio una mirada de desprecio a Tanya y rápidamente se retiró.
-Shhhh, ya mi gatito, tranquila, el maldito chucho no nos volverá a separar nunca más- intentaba tranquilizarla acariciando tiernamente su pancita, mientras la forma de tortura número mil atacaba nuevamente mi consciencia-¿quieres más?- le pregunté cuando vi que dejo de tomar agua.
-No, gracias- saqué el vaso de sus manos y lo dejé encima de mi escritorio.
Tanya nos miraba con absoluta envidia, su rostro estaba crispado en una mueca de asco, esas pequeñas muestras de cariño, la mortificaban de manera tal, que miraba a mi Bella como si la quisiese acribillar. Cuando vio que la pillé como nos estaba observando recompuso el gesto lo mejor que pudo y continuó.
-Incrédula escuché sus palabras, donde en cada una podía ver que los conocía perfectamente bien a los dos y con cada palabra que pronunciaba no pude evitar sentirme más interesada. Me explicó que él y Bella estaban enamorados de pequeños, que ellos eran novios y que se amaban con toda el alma, pero que no habían podido continuar su relación por culpa del padre de Bella que la estaba obligando a casarse contigo por un trato económico que habían hecho sus padres.
¡Maldito chucho cabrón! ¿Qué jamás se cansaría? ¿Qué acaso nunca entendería que mi Bella no lo ama? Que Bella era MIA, MIA, ¡MIA!... ya me encargaría de aquel chucho maldito…pero primero…me encargaría de aquel mortal sexy liguero… pensé nuevamente perdiéndome unos instantes el maravilloso contacto de tenerla sentada en mis piernas… ¡Edward! ¡Céntrate por Dios!...me reprendió la voz de mi conciencia, logrando que por el minuto me preocupara de lo que era realmente importante.
-¡Por dios Tanya! tu sí que eres estúpida- solté sin poderme contener, retomando el curso de sus palabras- ¿en qué época piensas que vivimos en la edad media? ¿Un matrimonio arreglado?
-¡Tenía pruebas! - se defendió inmediatamente- ¡me mostró fotos de él y Bella besándose! muchas pruebas de que ellos mantenían una relación y al ver todo aquello si ya odiaba a Bella, la odié aun mas, no podía creer que fuera un ser tan malditamente falsa, fingiéndote amor, cuando no era así y más aun al ver lo enamorado que estabas tú de ella.
-Y tú inteligentemente le creíste- le dije sarcasmo- no lo puedo…
¡Diablos! ¡Maldito chucho truculento! Si esas fotos eran falsas ¡malditamente falsas!
-¡Eres una tarada!-me interrumpió mi Bella en un grito desgarrado ¿Qué acaso no nos viste juntos? ¿Cuánto se nota que como nos amamos? ¿Cómo fuiste tan imbécil al pensar que yo fingía? ¿Quién diablos puede fingir de esa manera? ¿Dime? ¡DIME!- le exigió mi Bella enfurecida a punto de saltarle nuevamente encima, pero la ceñí fuerte contra mi cuerpo, no quería que ella se alterara de nuevo.
Tanya dio un saltó del susto al ver su reacción e instintivamente llevo sus manos su cabeza para proteger lo que quedaban de sus extensiones. Nuevamente tuve que contener mis carcajadas cuando se me vino a la mente la imagen mi Bella y Alice dándole su merecido.
-Ya amor, shhhh -le decía besando su frente.
Cuando Tanya vio que Bella no la atacaría nuevamente, continuó:
-Esa vez cuando te intenté seducir en mi consulta, nunca pensé que ofreciéndome a ti como lo hacía, te fueras a negar- maldita zorra siseó mi Bella entre dientes- pero lo hiciste y cuando me explicaste los sentimientos que tenías hacia Bella deseé con toda mi alma, que yo fuese esa afortunada, pero también me di cuenta que jamás sería así, porque a mí jamás me mirarías con la devoción que la miras a ella y solo rogué porque algún día pudiera encontrar a alguien que me amara así. Ese día realmente pensé en dejarte en paz viendo que definitivamente no tenía ninguna oportunidad.
Bella soltó una risa endemoniadamente malvada, la miré sorprendido sin entender la razón de su espeluznante risa.
-¿Amor?- la llamé sin entender, pero ella continuaba riéndose sin parar.
Si que tenía alborotadas las hormonas mi Bella pasaba de una emoción a otra, en segundos.
-Esta mujer piensa que yo me creeré eso de que pensaba dejarte en paz, cuando la maldita zorra regalada te seguía a todas partes, pegada a ti como si fuera tu sombra y ahora tiene el descaro de decir que viene ayudarte, pero larga sin más que te trató de seducir en su oficina ¿Qué hubiese pasado, si yo aun no confiara en ti? ¿Si no supiera la verdad de lo que paso aquella vez? Edward amor, no quiero seguir escuchando esto, dile que se vaya, no me interesa- me pidió mi Bella enredando sus pequeños deditos en mi cabello- solo me importa que estamos juntos ahora, nada más- dijo dándome una mirada enamorada, comenzando a perderse en las caricias que le daba debajo de su vestido.
-No, por favor déjenme continuar- rogó Tanya una vez más. Su posición seguía tan firmé que inmediatamente supe que no saldría de aquí hasta ser escuchada, la muy desgraciada lo único que quería era limpiar su conciencia.
-Está bien, pero apúrate- la urgí.
Aclaró su garganta y siguió:
-Cuando llegó Jacob a contarme todo esto, vi que el cielo se abrió frente a mis ojos y que ahora realmente tenía una oportunidad real de que al fin fueras mío y accedí a escuchar el trato de me venía a proponer.
Cerró sus ojos fuertemente, contuvo el aire unos segundos y suspiró derrotada.
-Él quería que te tendiéramos una emboscada, alguna prueba convincente para el padre de Bella entendiera al fin, que tú no eras el novio maravilloso y perfecto que él creía para su hija y cancelara la maldita boda. Le pregunté por qué no simplemente le mostraban las fotos que tenía de él con Bella y me dijo que eso solo le traería más problemas a él con el padre de ella, puesto que a él no lo quería nada de nada. Y así viendo que quizás cuando ella te dejara al fin, tendría alguna posibilidad, accedí a seguir su juego y esperar el momento perfecto para atacar.
>>Cuando vi que renunciabas, que dejabas todo por ella, que te irías de mi lado para no volver a verte nunca más, me hirvió la sangre, aun no podía creer como aquella maldita niña tenía tanta suerte de que la amara de tal forma un hombre que ella ni siquiera quería y que yo si amaba con toda mi corazón, por lo que decidí avisarle a Jacob como él me había pedido, no podía permitir que volvieras junto a ella, que te casaras con ella y sobre todo porque quedaba tan poco para la fecha del matrimonio.
>>Y así fue que lo llamé desesperada rogando por ayuda, explicándole que si no reaccionábamos ahora sería demasiado tarde, él me contestó que solo esperara, que él me buscaría, pero que ese mismo día nos encargaríamos de separarlos al fin.
La dejamos continuar con su historia sin interrupciones ya que solo quería que terminara pronto y se largara para siempre de nuestras vidas, pero cada segundo que pasaba la ira contenida que tenía, aumentaba a límites insospechados. Me estaba costando un trabajo sobre humano mantener el control, si no tuviera a Bella sentada en mis piernas de seguro la me hubiese levantado de mi asiento y la hubiese estrangulado sin compasión y después de ello iría como un energúmeno a encargarme del chucho, pero tenía que hacerlo por mi Bella, no quería asustarla, tenía que mantenerme tranquilo por ella y nuestros bebes.
-Por lo que esperé impaciente, desesperada ya que veía que las horas avanzaban y el momento de tu partida se acercaba peligrosamente, hasta que cerca de las once de la noche apareció y urdimos nuestro plan. Sabiendo que mis intentos de seducirte serían en vano, decidimos drogarte con un medicamento suave para que te rindieras a mis encantos de una buena vez.
No daba crédito a semejante locura, en mi mente no cabía semejante maldad…
-Cuando me encontraste en tu departamento, prácticamente no podía creer que hubieses accedido a escucharme una vez más y no te imaginas como mi corazón bailó de felicidad en mi interior, aunque debía reconocer también que seguramente no me echaste como las otras veces, porque lo más probable es que estuvieses muy feliz y nada te importara ya.
-Y exactamente así fue, ¿por qué me más podría haber sido? ¿Por la inmensa felicidad de tenerte ahí conmigo?- le pregunté con sarcasmo- Tanya realmente estas para que te internen en un psiquiátrico, no sé qué parte, no fue la que no te dejé clara de las millones de veces que te rechacé, que te dije que amaba a Bella que ella era todo para mí…
-¡Pero tenía que intentarlo! y ese día afuera de la oficina de papá por primera vez me trataste bien… y bueno me ilusioné… no te podía perder, por lo que muy atenta y nerviosa comencé con mi ruegos para que por favor te quedaras esperando la oportunidad perfecta para darte el medicamento y el momento se presentó cuando te giraste en el mueble para buscar una galletas. Lamentablemente para mí con mi nerviosismo se me pasó la mano con la dosis y a los pocos minutos ya te comenzabas a quedar dormido por lo que te disculpaste conmigo y te fuiste acostar y yo tuve que pagar terriblemente las consecuencias de mi error.
>>Nerviosa llamé a Jacob avisándole que subiera al departamento que en cualquier momento te quedarías dormido y que no podríamos hacer nada más contigo.
No lo aguanté mas, me sentí nuevamente como un completo imbécil, los recuerdos de los días vividos en el hospital me azotaron sin compasión. La humillación que sentí de al darme cuenta de que me habían usado, la agonía que experimenté al ver que mi Bella moría en mis brazos. El sufrimiento por el que paso mi Bella al pensar que yo la había engañado, caminando sola congelándose en aquel acantilado, mi relación ahora inexistente y quebrada con Emmett y Rose…todo este maldito mes de soledad y tristeza…
-¡ERES UNA DESGRACIADA! ¡Viste lo feliz que estaba! ¿No pensaste por un segundo que estabas arruinando mi vida? ¡Qué hicieras lo que hicieras jamás te amaría! Y así dices que me amas, estás loca Tanya…LOCA- le comencé a gritar totalmente descontrolado- TE MATARE A TI Y AL HIJO DE PUTA DEL CHUCHO, ¡JURO QUE LOS MATARE!
Tanya se encogió en su asiento aterrada al ver mi enardecida y descontrolada reacción.
Dos suaves manitos tomaron mi rostro delicadamente y dirigieron mi mirada en su dirección.
-Edward, amor- me llamó Bella- tranquilízate por favor, piensa en nosotros, que estamos juntos otra vez, eso es lo único que importa ahora, tranquilo mi amor, por favor, por favor- asentí suspirando rendido mientras Bella me calmaba dulcemente dejando un casto beso en mis labios pasando sus deditos entre medio de mis cejas para ayudarme a relajar el seño. Era tan perfecta mi Bella que con tan solo es simple gesto había logrado que prácticamente se esfumara todo mi enojo.
-¡Tú no solo sufriste con todo esto Edward! Yo también sufrí y mucho- sollozó Tanya en un intento pobre de defenderse- cuando él llegó y te vio como estabas, me abofeteó sin compasión por mi equivocación y me instó a que me sacara la ropa y te intentara seducir lo más rápido posible… pero todo fue inútil…inútil- relataba llorando con la mirada perdida- por más que lo intenté nada paso, solo repetías el nombre de Bella una y otra vez.
Al escuchar aquella parte del relato mi Bella buscó mi mirada, me observó con sus preciosos ojos castaños llenos de lágrimas de emoción y me sonreía maravillosamente. Nos perdimos unos instantes contemplándonos en aquella mirada llena de amor sin necesidad de decir ninguna palabra. Bella tomó mi rostro y lo acarició dulcemente y su susurró…
-Mi Edward, eres asombroso, único, te amo tanto mi amor - expresó con voz dulce, colmada de sentimientos de admiración.
-Te lo dije, nunca, nunca en la vida habrá otra mujer, porque jamás podré amar a otra que no seas tú- sequé sus lágrimas con infinita ternura para luego fundirnos en un maravilloso beso- te amo, te amo, te amo- repetí besándola sin parar entre los te amo.
Centré nuevamente la atención en Tanya, que otra vez nos miraba taladrándonos con la mirada. Todo esto para ella era un sufrimiento, pero jamás sentiría compasión por ella, todo lo por lo que le tocó padecer se lo buscó sola y no se comparaba ni en una ínfima parte todo lo que habíamos sufrido mi Bella y yo, por culpa su enfermo egoísmo y maldad, no era nada más que una zorra sínica arrepentida.
-Tanya termina de una buena vez, ya ha sido suficiente de tus locuras, ¿Qué esperas? ¿Qué te perdonemos? ¿Qué sintamos lástima por ti?
-Está bien veo que poco les ha importado, están más preocupados en su propio mundo que lo que les estoy contando- dijo algo decepcionada, quizás de ver que no le teníamos lo más mínima compasión.
-Así es cuando se está enamorado, ¿Amor? ¿Conoces esa palabra? No claro que no, las malditas perras como tú no tienen esa palabra en su vocabulario ¿Qué más nos dirás ahora? ¿Qué Jacob te maltrato aun más?- le preguntó mi Bella siendo cruelmente sarcástica.
-¡No me acuses! ¡Tú no sabes lo que es vivir con terror!
-¿Qué no lo sé? ¡Que no lo sé! ¡Déjame reír por favor!, aquí la única que no tiene idea de nada eres tu- la acusó duramente-meses estuve con guardaespaldas por culpa de Jacob y cuando creímos que todo se había calmado vienes tu, a aliarte con un hombre que está totalmente enfermo, para destruir nuestras vidas, pero sorpresa mi querida Tanya- se burló malvadamente- no les ha resultado y ahora morirás sola y abandonada que es lo mínimo que se merece un ser tan vil y malnacido como tú.
Tanya rompió en llanto nuevamente y entre sollozos continuó:
-El me maltrató tanto, no imaginas cuanto, eres cruel…- dijo hipando mas para ella que para nosotros-me golpeó una y otra vez sin compasión- abrazó su cuerpo que se estremeció de los pies a la cabeza al recordar- luego llamó a una persona que aun no sé quién es, solo sé que es una mujer y que ella lo amenazó que nos mataría a los dos si no salíamos del problema en que nos habíamos metido. Por lo que no nos quedo más, que simular las fotos y usar tu cuerpo como un muñeco de trapo sobre el mío en posiciones comprometedoras que parecieran reales. Aterrada accedí aun con la esperanza de que después de todo eso tendría alguna posibilidad y aquella se me presentaría por la mañana cuando me vieras acostada junto a ti en tu cama, pero cuando me quise quedar Jacob no me lo permitió, se rió de una forma siniestra y me amenazó que su “jefa” me mataría y que no dudaría en hacerlo, si me veía cerca de ti otra vez, yo solo había sido un instrumento para lograr sus planes y yo como una tonta había caído, me mandó a decir que si Edward no era de ella no sería de nadie.
¿Que jamás acabarían las sorpresas? Era más que obvio que el desgraciado del chucho no tenía la suficiente astucia e inteligencia, para haber urdido todo esto el solo y sin poder evitarlo mi mente viajó a un momento específico hace un año atrás.
Flashback
-¡Suéltame Edward! ¡Maldición! ¡SUELTAME!- vociferaba Heidi a punto de sufrir un colapso de la furia y la humillación que poseía.
Cuando abrí la puerta del departamento escuché…
-¡ME LAS PAGARAS! ¡Tú y tu pequeña puta! ¡Nadie! ¡Nadie humilla a Heidi Vulturi y queda entero a contarlo! Si no eres mío, jamás serás de nadie ¡Nadie! ¡NADIEEEE!
Cerré la puerta y caminé a tomar el ascensor mientras sus gritos amenazadores se retumbaban como eco por el pasillo… ¡Edward!… ¡Edward!…
Llamé al ascensor pensando que estaba absolutamente loca y hasta un poco de lástima sentí por ella, realmente estaba para internarla en un manicomio… pero jamás en la vida se me ocurrió pensar que cumpliría con sus amenazas…
Fin Flashback
-Heidi…- espeté con asco.
-¿Sabes quién es?- preguntó Tanya asombrada.
-Por supuesto que se quien es, otra zorra que está bastante más desquiciada que tú, por lo menos tu mantienes algo de conciencia- contesté con desprecio.
-Estoy muy asustada Edward, no me parecieron simples amenazas, por lo que llevo casi un mes escondida aterrada. Por eso huí, no soporté el miedo y menos la demoledora verdad, cuando me di cuenta que había sido presa y víctima de un maquiavélico plan inventado por unos locos.
Era increíble como estaba de demente Heidi, aun no caía del asombro, como sería el grado de locura que tendría que esperó pacientemente todos estos meses el momento perfecto para atacar, para destruirnos y de seguro así mismo estaba esperando pacientemente el momento adecuado para volver acercarse a mí.
Pero ella no contaba cómo nos amábamos mi Bella y yo y ahora lo más probable al ver que estamos nuevamente juntos aquello la enloquecerá aun más e intentará un nuevo plan.
Abracé a mi Bella protectoramente hacia mí todo lo que podía, al darme cuenta de la veracidad de mis pensamientos. Heidi no se quedaría tranquila, ella no descansaría hasta tenerme a su lado o vernos separados. Un espantoso terror se alojó en mi corazón de tan solo imaginar por un segundo que le haría daño a mi Bella.
Tenía que protegerla con todas mis fuerzas, teníamos que estar muy atentos a todo lo que nos rodeara. Lo único que me tranquilizaba, era que a partir de hoy, estaría todo el día con mi Bella para cuidarla de la maldad sin límites de Heidi.
-Edward no me odies por favor- me rogó Tanya con sus ojos inundados de lágrimas- cuando me enteré por mis hermanas que Riley me andaba buscando como un loco y que Bella prácticamente había muerto, me sentí terriblemente culpable, yo solo quería separarlos, jamás quise que algo te ocurriera- dijo dirigiéndose a Bella- por lo que me costó mucho tomar esta decisión, sabiendo que quizás Edward me odiaría por siempre, pero por el amor que le tengo, decidí a pesar del terror que tengo, venir y contar la verdad y las consecuencia que tenga que pagar por ello, aunque eso signifique que nunca me perdones por lo menos, así tú podrías ser feliz aunque yo jamás te pueda olvidar.
-Yo no te odio Tanya, simplemente para mí no existes- espeté con desdén.
Se estremeció frente a mis duras palabras, sonrió tristemente y dijo:
-Veo que mis intentos han sido en vano, y que el amor de ustedes es a toda prueba ya que he llegado tarde, porque ya están justos nuevamente y por lo que he observado veo que serán padres, felicitaciones de verdad, bueno por lo menos me queda la tranquilidad de que lo intenté.
-Tanya, tu jamás vivirás tranquila y ¿sabes por qué? Porque tú no te amas a ti, ni a nadie, aquello que tú entiendes por amor es solo una desviada obsesión, no dañas a las personas que amas, las proteges y haces hasta lo imposible, porque nada, ni nadie les haga daño. Ya ha sido suficiente de tus insignificantes y siniestras locuras, ahora por favor si no tienes nada más que decir vete por donde viniste y espero que no se te ocurra buscarnos nunca más en tu maldita vida.
Ella nos miró por última vez con una mirada lastimera, se puso de pie alzó el mentón intentado recuperar su postura como siempre regia y altanera se dio la media vuelta y se fue.
Esa fue la última vez que veríamos a Tanya…
Apenas Tanya cerró la puerta mi Bella me llamó muy preocupada.
-¡Edward, por favor! prométeme que no intentarás vengarte de Heidi otra vez, tengo miedo de que te suceda algo, esa mujer es peligrosa, mira lo que pasó con Tanya, en el monstruo que se convirtió Jacob, por favor di me que si, prométeme que no harás, ¡promételo amor!- me suplicaba con su dulce voz torturada, cuando me amaba mi Bella que solo le preocupaba que no me pasara nada olvidándose de ella.
La verdad aun seguía con unas inmensas ganas de torturarlos a todos ellos, por el inmenso sufrimiento que nos habían hecho pasar, pero en algo mi Bella tenía razón. Una nueva venganza solo aumentaría su sed de destrucción y ahora que mi Bella y yo teníamos la posibilidad de ser nuevamente felices jamás permitiría, que nada, ni nadie nuevamente nos separa.
Acuné su hermoso rostro de princesa entre mis manos con delicadeza y la miré con todo el amor que sentía por ella directamente a sus preciosos pozos color chocolate, para que supiera que mi promesa sería sincera.
-Lo prometo gatito, juro que no me vengaré, por ti, por nuestros hijos.
-Gracias amor- suspiró aliviada al ver que no le había dado batalla- no quiero vernos más involucrados en situaciones como estas, ahora solo quiero que nos preocupemos de ser felices de nada más, nos amamos, no lograron separarnos y jamás lo harán dejemos que el destino se encargue de ellos, porque de algo sí que estoy segura más pronto que tarde las pagaran.
Una vez dicho esto sus labios buscaron los míos con desesperación y los míos los atraparon en una caricia perfecta y necesitada de aquellos besos que me llevaban en un solo segundo al mismísimo cielo.
Nuestras lenguas danzaban en una lujuriosa sincronía, mientras poco a poco nuestras manos comenzaban a explorar nuestros cuerpos, buscando aquel roce majestuoso y sublime, aquel que nos hacía sentir que volábamos directo al cielo, ahora mi Bella era mi perfecto cielo, el cual era el único donde que quería surcar.
Mis instintos más primitivos me guiaron cuando una de mis manos nuevamente se coló bajo su vestido y otra vez se encontró con aquella sensual prenda que me moría por arrancar. Gruñí como un animal y mi Bella soltó una sexy sonrisa en mis labios, pero es que no lo podía evitar, de tan solo pensar en admirar el cuerpo de mi Bella ataviado de aquel pecaminoso atuendo, mis pensamientos volaban alto y mucho más allá, lo que provocaba que buscara fundirme en el cuerpo mi preciosa mujer una y otra vez como un sediento busca agua en el desierto.
Tomé mi Bella cariñosamente de la cintura, la dejé sentada en mi escritorio y le saqué su abrigo mientras ella desataba el nudo de mi corbata y la disparaba por alguna parte de mi oficina. Caminé a la puerta la cerré con llave y volví a toda velocidad donde ella y me posicioné entre sus piernas acercándola hacia mí de su redondo y firme trasero.
-Y ahora señora Cullen ¿Dónde estábamos nosotros?- ronroneé atrapando sus labios buscando su lengua ardientemente con la mía, una de mis manos se coló nuevamente debajo de su vestido para jugar con aquel ligero que me moría por observar y arrancar con mis dientes.
-Edward amor- jadeó excitada cuando mis labios viajaron hasta el lóbulo de su oreja donde exhalé mi aliento y atrapé con mis dientes.
-¿Sí?
-Tengo algo… importante… que… decirte…- dijo apenas intentando desabotonar mi camisa, cuando mi mano traviesa acarició su intimidad por encima de su ropa interior de seda provocando que instintivamente enrollara sus piernas en mis caderas.
-Después, ahora usted y yo tenemos algo mucho más importante que hacer- le dije sensualmente ayudándome con mi otra mano a subir su vestido.
-¡Dios!-exclamó cuando mis dedos hicieron al lado su ropa interior para acariciar aquel exquisito botón de placer, quería hacerla enloquecer, no había nada más excitante en este mundo que escuchar los ruegos entrecortados de mi Bella, suplicando por que la haga mía, porque le haga el amor.
-Rebecca- la llamé a la recepción con voz ronca mientras me adentraba lentamente en su húmeda, cálida y estrecha intimidad embistiéndola suavemente con dos dedos provocando que Bella arqueara sensualmente su espalda- que nadie nos interrumpa por favor, mi Bella aun está muy alterada, gracias- cuando le corté, las manos de mi bella viajaron ansiosas a desabrochar el botón de mi pantalón y a bajar el cierre con una rapidez deslumbrante haciendo que mi pantalón se deslizara por mis piernas.
Ataqué su apetecibles labios nuevamente que estaban rojos e hinchados de tantos besos apasionados que nos habíamos dado entre ayer y hoy. Las manos de mi Bella jugaron con el elástico de mi bóxer rozando con la yema de sus dedos la cabeza de mi miembro y de pronto de un tirón lo bajó liberando así de su presa a mi necesitada erección que suplicaba por atención. La tomé de sus glúteos y la alcé para que nos sentáramos nuevamente en mi butaca de cuero con ella a horcajadas sobre mí.
Masajeé su trasero atrayéndola hacia mi erección haciendo que nuestros sexos se rozaran deliciosamente clamando por algo más de esa ardiente pasión.
Bella se restregaba contra mi ansiosa, estaba tan húmeda que lo único que quería era perderme en la calidez de su interior profunda e intensamente.
-Amor te necesito, quiero sentirte dentro de mí, ahora- suplicó en un susurro tan ardiente que sentí que me quemaría en el fuego del mismísimo infierno.
Y como nada podía negarle a mi preciosa princesa, la tomé de sus caderas , la alcé un poco y me introduje en su interior de una estocada ayudándola a bajar con mis manos, intentando ser lo más suave y delicado posible dentro de lo que mi perdida razón me lo permitía, no debía olvidar que mi Bella estaba embarazada.
Bella entrelazó sus manos en mi cuello y me comenzó a cabalgar de una manera absolutamente necesitada y frenética, su mirada estaba convertida de las más pura y pecaminosa de las lujurias, se mordía su labio inferior para intentar acallar los incontrolables gemidos que escapaban de sus labios cada vez que me introducía más profundo en su interior cuando levantaba mis caderas para ayudarla en su labor.
-Mi sexy leona, eres tan exquisita, tan estrecha, me vuelves loco amor- gruñí atrapando nuevamente sus labios para intentar silenciar nuestros gemidos con apasionados besos.
-Más Edward, más… más… - jadeaba encima de mis labios intentando corresponder mis besos- más duro, maaaas…
-Amor no…-intenté negar, la verdad me moría por embestirla como un animal, y sabía que no le pasaría nada, pero mi necesidad de amarla con ternura, primaba por sobre todas las cosas ahora que mi Bella estaba embarazada.
Pero alborotadas y exigentes hormonas de mi Bella, necesitaban todo lo contrario.
-Por favor no lo aguanto más, por favor, por favor…- y con aquel ruego ardiente mandé lo poco que me quedaba de cordura al demonio.
La tomé nuevamente de sus caderas la sujeté con un brazo y con el otro empujé al piso todo lo que estaba encima de mi escritorio, nos recosté en la mesa con rápida delicadeza, Bella rodeó mis caderas con sus piernas y sus manos viajaron abrasadoramente acariciando mi espalda hasta clavar sus uñas en mi trasero incitándome a que le hiciera el amor manera dura y animal.
Prisionero de un incontenible deseo la comencé a penetrar como un loco, dominado por aquella hermosa mujer que me hacia olvidar absolutamente todos mis sentidos. Mis embestidas eran rápidas, profundas y duras, el cuerpo de mi Bella palpitaba de placer bajo el mío y así y todo, me seguía suplicando por más en sensuales jadeos que se le escapaban de cuando en cuando de nuestros furiosos besos con nuestras lenguas danzando en el más puro mar de ardiente placer.
-¡Edward!- un gemido fuerte escapó de sus labios cuando alcanzamos juntos un espectacular y prolongado orgasmo.
-¡Bella!- gruñí como un animal cuando sentí derramar toda mi esencia dentro de su ser.
Continué moviéndome lentamente para prolongar un poco mas aquella desbordante e inigualable sensación de alcanzar el cielo junto a la persona que amas, mientras dulces besos le daba en sus labios y Bella acariciaba mi espalda y mi cabello tiernamente haciéndome suspirar como un tonto enamorado.
-Wow, ha estado increíble, me vuelve loca cuando te comportas como un sexy cavernícola- me dijo divertida mirando en dirección al suelo donde estaban repartidas todas las cosas que habían estado encima del escritorio.
-Tú me conviertes en ese cavernícola, viniéndome a provocar a mi oficina con ese insulto de vestido que andas trayendo y para sumarle debajo de él, andas vestida de un sexy demonio.
-¿Yo?- afirmó inocentemente culpable- Yo no le he hecho nada doctor Cullen que usted no haya disfrutado tanto como yo, además usted es el que tiene las manos largas y sin control pareciera que tuviesen vida propia ya que prácticamente me asaltaron bajo mi vestido.
-Pequeño demonio, como si no supieras que eso era lo primero que haría al verte con este vestido sugestivo- le contesté sugestivamente mordiendo su labio inferior y acariciando una de sus piernas- ya muero por llegar a casa y ver por completo tu sexy atuendo.
Mi Bella rió culpable, pero su expresión cambió rápidamente abriendo sus ojos castaños muy grandes asustada.
-¡Amor! ¡La hora al doctor! ¡Qué vergüenza! ¿Cómo veré a Annie ahora?- exclamó adorablemente sonrojada escondiendo su cabeza en el hueco de mi cuello.
-Tonta Bella- dije levantando su rostro dejando un beso en la punta de su respingona nariz- Annie hoy no te revisara nada no tiene para que, eso ya lo hizo ayer, solo verá tu pancita, para que juntos podamos ver a nuestros bebés.
-¿Estás seguro?- preguntó aun algo insegura.
-Si amor segurísimo ¿nos arreglamos?
-Sí. ¿Edward?
-¿Si, mi princesa?
-Te amo.
-Yo más que a mi vida.
Arreglamos nuestra ropa mutuamente entre tiernos besos y una vez que estuvimos perfectamente arreglados, Bella me ayudó a dejar mi escritorio en orden entre miradas cómplices, no era justo que Rebecca ordenara tal desorden, además de seguro si viera todo desparramado por el piso sabría inmediatamente lo que estuvimos haciendo aunque a esta altura de seguro ya lo tenía más que claro entre tanta pasión desenfrenada casi imposible de controlar, definitivamente jamás volvería a mirar mi oficina con los mismos ojos.
Sonreí como un maldito pervertido de solo pensar en que otros lugares y formas que podría hacerle el amor que de hecho ya estaba ansioso por volver a perderme en el dulce sabor de su piel, en su estrecha calidez, por mí la encerraría en una habitación y de ahí no la dejaría salir por días hasta que estuviese completamente saciado de ella, de mi droga necesaria para existir cada día, aunque para ser sinceros jamás en la vida tendría suficiente de mi amada Bella.
-¿De qué te ríes Edward?- preguntó mi Bella pareciendo adivinar el curso de mis pervertidos pensamientos mientras me arreglaba el nudo de mi corbata y pasaba sus manitos por mi pecho intentando estirar el desastre que era ahora mi camisa antes de salir de mi oficina.
-De nada importante amor- la tomé posesivamente de su pequeña cintura y la pegué a mi cuerpo- solo en que estoy loco por hacer el amor nuevamente contigo-susurré ardientemente sobre sus labios y los atrapé codicioso del dulce néctar que me entregaban sus besos.
Bella enredó sus dedos en mi cabello atrayéndome hacia ella como si quisiera mantenerme por siempre entre el calor de sus brazos y nos fundimos en un beso lleno de amor y sentimientos. Exploré su boca hasta el lugar más recóndito expresándole la inmensa necesidad que tenía de ella, así era como me quería pasar el resto de mis días perdido en el inconmensurable amor que sentía por mi Bella.
Lamentablemente nos tuvimos que separar por falta de aire, terminamos el beso acariciando suavemente nuestros labios y apoyé mi frente en la suya suspirando extasiado.
-Tenemos que recuperar el tiempo perdido amor- le dije guasón, sonriéndole con aquella sonrisa que sabía que ella de derretía.
Bella me miró por unos instantes deslumbrada y luego me dio un pellizco en mí ante brazo.
-¡Auch! ¡Eso duele!- me quejé divertido.
-Eso te pasa por engreído- me dijo sacándome la lengua como niña pequeña para luego darme un tierno beso donde me había pellizcado- pero así te amo- terminó la frase por mí.
-¿Lista para ir a ver a nuestros bebes?
-Sí, vamos- me contestó sonriendo adorable.
Salimos de mi oficina tomados de la mano, felices balanceando nuestras manos mi corazón latía tan fuerte que de pronto me sentí como un adolecente de quince años. Nos despedimos de Rebecca haciéndole prometer que asistiría a nuestra boda el próximo sábado ella que nos miraba divertida y algo avergonzada, era un hecho, ella nos había escuchado.
-¡Ay, dios! Nunca la podré mirar nuevamente a la cara- se lamentaba mi Bella con sus mejillas rojas como un tomate.
-Entonces ¿no me harás más visitas ardientes a mi oficina? y yo que ya lo estaba deseando- dije con falso pesar soltando su mano y abrazándola por la cintura, sabiendo que eso no pasaría y que la haría sonrojar aun más.
-¡Edward!- me reprendió aun mas sonrojada lo que provocó que riera a sonoras carcajadas- Me encanta divertirte amor- dijo fingiendo estar muy enojada.
Se veía tan preciosa con aquel seño enfurruñado que no pude más que robarle un apasionado beso justo cuando llegamos a ginecología, no importándome ni el lugar ni la cantidad de personas que había.
-Sube esa mano Cullen- amenazó en mis labios cuando sintió que una de mis manos juguetona viajaba explorando mas allá de su espalda baja.
-Perdón- reí como un niño travieso, quizás Bella tenía razón y mis manos cobraban vida propia cuando tenía su pequeño cuerpo entre mis brazos, pero es que había extrañado tanto tenerla pegada a mí como dos perfectas piezas de un rompecabezas, que no podía evitar besarla y acariciarla una y otra vez.
Pero un desagradable individuo tenía que interrumpir nuestros besos.
-Pero si no es nada más que Edward Cullen con su hermosa novia la cual no quiso que fuera mi paciente, que bueno que al fin tengo el placer de conocerte linda- dijo arrastrando las palabras en un intento pobre de parecer seductor el asqueroso de Royce King- aun me debes una explicación por eso Edward.
Tomé a mi Bella firme de la cintura y comencé a caminar con ella hasta la recepción ignorándolo olímpicamente no dejaría que ese degenerado ni siquiera intentara saludar a mi mujer.
-¡Pero qué grosero! ¿No piensas presentármela?- preguntó el miserable sin darse por vencido.
¡Diablos! ¡Maldito cabrón degenerado de mierda! como tenía la facultad de acabar con mi paciencia en un segundo.
-No, no pienso presentártela y no te debo ninguna explicación, depravado- espeté con desagrado.
Mi pobre Bella se pegó a mi cuerpo y me miró sin entender absolutamente nada.
-¡Esfúmate! ¡Ahora!- amenacé justo cuando llegamos a la recepción.
-Permítame presentarme bella dama, soy Royce King, el que podría haber sido su ginecólogo- anunció el muy asqueroso creyéndose el mismísimo premio mayor de la lotería, haciendo una reverencia e intentado besar la mano de mi Bella.
Simplemente no lo aguanté mas, tomé su hombro y lo detuve con fuerza, con ganas de quebrarle todos los huesos de su maldita humanidad, jamás en su vida le que darían ganas de volver tan solo a mirar en segundo a mi preciosa Bella, ni a ninguna mujer más con esa mirada asquerosamente lasciva.
-¡Ni siquiera lo intentes! si quieres salir con la cabeza pegada al cuerpo de este hospital.
-Edward.
-Amor, ¿déjame si?
Mi Bella resopló rendida, ya bien sabía intentar razonar conmigo en estos momentos era absolutamente tarea perdida.
-¡Ya me escuchaste! ¡Esfúmate! ¡Ahora!- amenacé mordaz convertido en el mismo Satanás.
No sé, qué grado de locura abra visto en mis ojos, ya que retrocedió dos pasos y se fue sin decir absolutamente nada. Sabía que no había actuado bien, pero me no importaba, mi sentimiento de protegerla de todos y de todo había crecido exponencialmente ahora que la había recuperado y no permitiría jamás que mi Bella estuviese rodeada de personas como ese malnacido.
-Celoso cavernícola- susurró mi Bella divertida, pero con desaprobación.
-¡Estúpido degenerado! ¡No sé porque Carlisle aun no lo despide!- continué alegando malditamente cabreado.
Unas suaves manitos tomaron mi rostro y lo guiaron en su dirección.
-Ya mi celoso maniaco compulsivo- se calmaba suavemente, se puso en punta de pies y besó dulcemente mis labios para tranquilizarme, pasando una de sus manitos por mi cabello- ¿mejor?- me preguntó sonriéndome con aquella sonrisa que la hacía parecer un verdadero ángel caído del cielo y me hacía caer en un segundo rendido a sus pies haciendo que me olvidara hasta de mi mismo y solo la viera a ella, a la maravillosa deidad que tenía la fortuna de tener frente a mis ojos.
El desagradable momento se evaporó tan rápido como se había esfumado Royce King. Enamorados y felices entramos a la consulta de Annie para ver a nuestros bebés.
No tengo palabras para describir la sensación que se alojó en mi interior desde el día que supe que sería papá, solo sentía que un hermoso y abrazador calor se extendía por todo mi interior llenando de dicha y felicidad mi corazón. Y hoy que nuevamente pude verlos y escuchar los latidos de su corazón junto a la mujer de mi vida entre mis brazos me sentía que había muerto y que ahora estaba viviendo en el mismo cielo, ahora solo nos faltaba una cosa para que nuestra felicidad fuera completa y solo quedaba una semana para que mi Bella se convirtiera al fin en mi esposa como tanto lo venía soñando desde el día que la encontré otra vez.
Todo estaba en perfectas condiciones, nuestros bebés estaban creciendo sanos y fuertes y hoy Annie nos daría otra importante noticia, nuestros bebés serían gemelos idénticos ya que compartían su placenta, por lo que ahora solo tendríamos dos posibilidades o dos niñitas o dos niñitos, demás está decir lo que yo prefería o lo que mi Bella prefería, algo me decía que este sería motivo de intensas y divertidas discusiones que añoraba que terminaran como todas, haciendo el amor como dos locos enamorados.
Salimos de la consulta con un listado enorme de indicaciones, que por supuesto ella hubiese preferido que jamás me enterara, dieta balanceada y descanso adecuado, además que tenía que tomar muchas vitaminas y hierro, pero lo bueno es que Annie no vio ningún impedimento para que nos fuéramos de luna de miel ya que el embarazo aun no estaba muy avanzado, lo que mi hizo inmensamente feliz ya contaba los minutos, segundos y ahora para estar disfrutando con mi Bella de nuestro viaje que con tanto amor había planeado para nosotros.
Mi Bella iba enfurruñada en su asiento camino al estudio de Alice, uno porque no le quería decir donde iríamos de luna de miel y dos porque sabía que me encargaría personalmente de que la dieta que le había dado Annie se cumpliera a cabalidad.
-Vamos gatito, no estés enojada, si comer comida sana no es tan malo-intentaba animarla
-Eso lo dices porque no eres tú, el que la tendrá que comer- se cruzó de brazos y se enterró en el asiento como niña pequeña aun más de lo ya iba- tuve que apretar fuertemente mis labios para contener la risa que me provocaba verla así de molesta
-Me ofendes amor, que crees, ¿que sería tan egoísta de estar comiendo frente a ti, todo lo que no puedes comer?- acaricié su rostro con infinito amor tomé su pequeña manito y la entrelacé con la mía dejando un casto beso en su dorso.
-No, pero… ¿ni un poquito?- me preguntó haciendo esos adorables pucheros a los cuales sabía me era imposible resistir.
-Bella.
-¿Si? ¿Sí? ¿Por favor, di que si? ¿Sí?- rogó mirándome con ojos del gato de Shrek.
-Está bien-accedí rendido- eres un pequeño demonio consentido, nunca te puedo decir que no, pero no abuses- le advertí cariñosamente tocando con el dedo índice su nariz.
-Prometo que seré buena- anunció sonriendo triunfal colgándose de mi brazo y dejando un beso en mi mejilla- te amo Edward.
-Y yo a ti gatito- contesté dejando un beso en el tope de su cabeza pasando el brazo derecho por sus hombros para acerarla más hacia mí.
Íbamos disfrutando de nuestra compañía escuchando música en un perfecto silencio cuando sentí que Bella se removió algo inquieta, separándose de mí buscando mi mirada.
-¿Edward?... yo… amor… yo…hay algo que tengo que decirte, pero tengo miedo- dijo cautelosa.
-¿Miedo de que amor?- pregunté extrañado.
-De tu reacción…
Continuara…..
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Les gustó como Bella dejo Tanya sin pelo???? Merezco algún votito, algún hermoso comentario….
Las adoro chicas a todas!!!!
Besos sol!!!! Nos Vemos en Facebook :Sol Cullen.
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