Mi corazón siempre sera tuyo (+18)

Autor: solcullen
Género: Romance
Fecha Creación: 11/08/2011
Fecha Actualización: 11/02/2013
Finalizado: SI
Votos: 100
Comentarios: 536
Visitas: 374066
Capítulos: 32

Fic recomendado por LNM

 

La lluvia caía sin cesar, golpeaba fuertemente mi ventana, el viento azotaba fuertemente las copas de los árboles, ya sin hojas. Era invierno, un crudo y frío invierno, pero más frío se había vuelto su corazón... Y aquí estaba yo, perdida en mis pensamientos, como cada día preguntándome: ¿cómo un amor tan grande podía haber terminado en esto? Juntos, pero tan lejos a la vez... ¿Será que esta lucha constante terminará alguna vez? ¿Será que alguna vez el corazón de mi gran amor, Edward Cullen, Mi Edward, volverá a latir por mí otra vez?Mi nombre es Isabella Swan y esta es mi historia...

 

 

 

La historia es completamente salida de mi imaginación, los personajes pertenecen a Stephenie Meyer.

 

 

Este Fic. esta protegido por derechos de autor por Safe Creative. ¡NO APOYES EL PLAGIO!

 

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Las invito a pasar por mi nuevo Fic. "El Chico de Ipanema"

 

 

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Capítulo 13: Cartas para Bella

 

Capítulo 13: Cartas para Bella

 


Bella’s Pov

 

—Bella, Bella. —Oí que me llamaban—. ¿Estás bien? —sentí los delgados brazos de Alice rodearme suavemente.

—Eh…si…si —respondí secando las lágrimas que aun caían por mi rostro saliendo de mí estado estupor.

No me había dado cuenta que aun seguía parada mirando en la dirección que se había ido Edward.

Edward, solo recordar su nombre dolía.

— ¿Vamos? —preguntó una preocupada Alice girando mi cuerpo hacia la salida.

—Bella cariño ¿quieres ir a cenar a nuestra casa? también te puedes quedar a dormir. Si quieres, puedo llamar a Renée para avisarle —me invitó Esme como siempre con su semblante cariñoso y maternal.

—Muchas gracias Esme —sonreí con tristeza— pero mañana temprano debo ir a la universidad —la verdad solo quería estar sola, además sabía perfectamente lo que ella estaba haciendo, no dejarme sola como les había pedido Edward.

—Oh, vamos Bellita di que si, veremos películas divertidas y comeremos cosas ricas hasta reventar. —Insistió Emmett pasando uno de sus pesados brazos por mis hombros—.Y así te perdono que le hayas puesto mi nombre a tu peludo hijo.

—Sí, Bella, di que si, será divertido —rogaron juntos esta vez Rose y Jasper.

—Gracias a todos de verdad, pero estoy muy cansada y solo quiero dormir. Les prometo que esta semana me quedaré ¿sí? —contesté brindándoles la mejor cara que pude para que me dejaran ir.

—Ya chicos déjenla tranquila. Bella, hija, sabes bien que puedes ir a la casa cuando lo desees ¿verdad? Cariño entendemos que ahora quieres estar sola, si nos necesitas no dudes en llamar —ofreció Carlisle cariñoso y compresivo.

—Gracias Carlisle —le contesté sinceramente me había sacado de una incómoda situación.

Al final todos me fueron a dejar al auto, no sin antes darme un millón de besos, abrazos y dejarme miles de advertencias de que los llamara cualquier cosa.
Abrí la puerta de atrás del Volvo, subí a Emmy y me introduje en el asiento del conductor.

Una vez dentro, el masculino y embriagador perfume de Edward golpeó fuerte todos mis sentidos provocando que me sintiera mas sola que nunca al darme de lleno con mi triste realidad; solo unos cuantos minutos llevaba sin él y ya lo extrañaba con locura. Sonreí con pesar al recordar lo alto que era mi amor, cuando me di cuenta que no alcanzaba los pedales, moví el asiento hacia delante y puse en marcha el auto.

A penas arranqué la sexy y aterciopelada voz de Edward se hizo presente:

“Mi amada princesa, te dejo este CD de regalo con mi música para que no me extrañes tanto, te amo gatito nunca lo olvides y espero puedas dormir mejor, ahora que me escucharás todas las noches aunque no esté. Te amo mi vida y ya te extraño, te amo, te amo, te amo, te amo”


Las delicadas notas comenzaron a sonar, mientras nuevas lágrimas corrían por mis mejillas, mi corazón latió furiosamente amenazando con salirse de mi pecho de la incontenible emoción. ¡Dios mío! ¡Este hombre me matará uno de estos días de un ataque cardiaco! Cuando pensaba que ya no me sorprendería se le ocurría una cosa más perfecta que la otra, siempre tan tierno y amoroso mi Edward.

Cuando llegué a casa estacioné el Volvo de Edward al lado de mi Jeep, saqué el CD de la radio, lo metí en mi cartera y bajé a Emmy del auto, después le pediría a la señora María que bajara el resto de las cosas, realmente no tenía ganas de nada. Cada vez que estaba más cerca de mi cuarto el agujero en mi pecho se hacía más y más grande.

Puse la llave en la puerta, cuando la iba a abrir, Renée me sorprendió abriéndola por mí. Fue justo en ese momento que recordé algo o alguien en quien no había reparado, Emmy…

— ¡Hola hija! ¿Qué tal tu fin de semana estudiaste mucho? —preguntó Renée guiñándome un ojo cómplice.

¿Será posible que ella lo sepa? ¿Le habrá contado algo Edward?

—Si mucho —contesté con un hilo de voz, no muy segura de que decir.

— ¡Hola Emmy! —se agachó y acarició a mi osito.

Un momento ¿Emmy?... ¡Dios!...Edward...

Definitivamente el estaba absolutamente involucrado en esto. Sonreí y negué con la cabeza incrédula.

Parecía que no había dejado ningún cabo suelto mi Edward ¿Entonces si mi mamá sabia de Emmy?, algo hizo clic en mi cabeza… ¡Edward Cullen! ¡Te voy a asesinar! ¡Mi madre sabe todo, “todo”! ¡Qué vergüenza! sentía que mi cabeza se había convertido en un tomate.

—Mamá…yo…yo…tú…tú…sabías que…que… —fantástico ahora era tartamuda.

—No te preocupes Bella —me tranquilizó con una cálida sonrisa— te entiendo hija y sabes bien que adoro a Edward, es un chico tan tierno y bueno y por sobre todas las cosas y la más importante de todas se ve que te ama tanto —dijo suspirando como si la amara a ella.

—Gracias —fue lo única palabra que logró salir de mi boca y me fui volando hacia mi cuarto. Esta situación era más que incomoda.

— ¿Bella? —me llamó cuando estaba a punto de llegar al segundo piso, no me percaté de que me había seguido.

— ¿Si mamá? —me giré para enfrentarla cansada, pensando que se le habría ocurrido ahora.

—Bella. —Dijo tímida retorciendo sus manos, nerviosa—. Yo sé, que estos últimos años tu padre y yo hemos viajado mucho y nos hemos dedicado poco a ti cuando lo has necesitado, pero ahora te prometo que trataré de quedarme más en casa y cualquier cosa que necesites hablar, quiero que sepas que cuentas conmigo —terminó de decir mirándome con amor, sonrió retraída esperando mi reacción como pidiendo disculpas.

¡Uf! para esto sí que no estaba preparada. ¿Por qué algo me decía que Edward también tenía que ver con esto? Sentía que me había dejado blindada por todos los flancos. Con qué sorpresas más me encontraría en este mes.

Si me preguntaba que hacía Edward en las mañanas mientras me esperaba, ahora sí que lo tenía más que claro, pero jamás ni en mis locos pensamientos me habría imaginado que se atrevería a hablar con Renée de esto.

Miré a mi madre que aun esperaba por mi respuesta, pobre, a veces era tan inmadura, le sonreí y abrí mis brazos invitándola a que me abrazara. No dijimos nada solo permanecimos abrazadas unos minutos y en aquel simple gesto nos dijimos muchas cosas que no son necesarias decir con palabras.

Después de ese hermoso, pero extraño momento me fui a encerrar a mi habitación.

Fue una sensación terrible estar aquí sola. Me tiré pesadamente en la cama mientras los recuerdos golpeaban mi mente, casi tenía la impresión de no haber estado aquí sola jamás.

La aterciopelada voz de Edward resonaba fuerte en mi cabeza, llena de frases sueltas…

“Bella nos amamos y es lo único que importa, jamás, jamás nos separaremos”

“Aunque estemos lejos, mi amor siempre está contigo”

“Adiós mi amor, no estés triste solo es un adiós no un hasta siempre”

Y él tenía razón, nos amábamos y era lo único importante. Tenía que ser fuerte y creer en las palabras de Edward, el me lo había prometido, el volvería por mí.

“Te vendré a buscar y estaremos justos para siempre mi Isabella Cullen”

Bella Cullen, no hacía más que suspirar como tonta cada vez que lo recordaba.

Miré la hora eran las siete y media de la tarde, faltaba otra hora y media más para que mi Edward llegara a Chicago. Maldije una y otra vez las manecillas del reloj ¿por qué cuando eres feliz las horas pasan a una velocidad vertiginosa llevándose con ella tus momentos de felicidad? y cuando estás triste las muy malditas no parecen avanzar. Si me parecía que hasta las podía escuchar… tic, tac, tic, tac, tic, tac…

Me levanté de la cama sin ánimo, ya la señora María me había traído las cosas de Emmy y una bandeja con fruta y yogurt. No tenía hambre no tenía ganas de hacer absolutamente nada, si tenía que estudiar no me importaba, al fin y al cabo eso no fue nunca lo que quise estudiar yo, lo único que quería es que los días pasaran rápido para estar otra vez protegida en los brazos de mi adorado Edward.

Le serví comida a Emmy en su platito y lo acaricié por un buen rato, el me miraba con sus ojitos brillantes como diciendo “mami yo también lo extraño”, saqué el CD de mi cartera y lo puse en el reproductor de música, encendí mi notebook y me conecté a Msn, a Facebook y a Skype, todos los medios posibles por donde me podría contactar Edward.

Fui al closet a ponerme el pijama. Sonreí con tristeza al recordar que no me acordaba cuando fue la última vez que dormí con pijama… ¡uf!... moví mi cabeza a ambos lados para aclarar mis pensamientos que a esta altura nada inocentes estaban siendo. ¡Ay Dios!, que terrible, no sé que me había hecho Edward, pero me había vuelto adicta a él… un mes…

Un mes sin poder sentir su perfecto y tonificado cuerpo entrelazado al mío, un mes sin hacer el amor, sin sentir su calor, sus suaves y grandes manos recorrer mi cuerpo, sus besos… ¡Diablos! Perfecto ahora necesitaba una ducha fría urgentemente.

El sonido del teléfono me sacó de mis pensamientos poco decorosos.

— ¿Si? —contesté sin ganas ya que por el tono sabía que no era Edward.

—Bella cariño. ¿Cómo estás? —Jacob.

—Hola Jake, bien ¿y tú? —pregunté por cortesía más que nada, ya que no tenía ganas de hablar.

— ¡Bien! ha sido un fin de semana genial. —exclamó feliz—. ¿Y el tuyo?, no te noto feliz ¿Edward ya se fue? —fantástico ahora el también tenía que recordármelo.

—Sí, hace un rato —contesté restándole importancia, no quería darle mayores detalles.

—Hmm ya veo. ¿Y cómo estás con eso linda? ¿Quieres que te vaya a hacer compañía?, siento que estás triste; Bells tu mundo no es solo Edward, arriba ese ánimo nena, el ya pronto volverá — ¡ash!, que fastidio.

Que se creía con decirme eso, Edward no solo era mi mundo, lo era todo.

—Si lo sé Jake, gracias y no es necesario que vengas estoy bien sola —respondí algo cabreada.

—Okey, solo me cercioraba. ¿Bella?

— ¿Si? — ¡Ay ya me estaba cansando! ¿Qué querría ahora?

—Este…—dudo unos segundos—. Lo que pasa es que mi moto se estropeó ¿tú puedes pasar por mí, mañana para llevarme a la universidad?, solo serán unos días hasta que me la entreguen.

—Oh, no sé Jake no creo que sea buena idea —contesté tratando de zafarme de la situación, esto a Edward no le gustaría nada.

—Vamos nena, me portaré bien, te lo prometí el viernes ¿cierto? — ¡Maldición porque tenía que recordármelo!

—Eh, bueno, es cierto, lo prometiste. —pensé por unos segundos ¿qué malo podría pasar?… a Edward no le gustara… —. Okey Jake, pero solo por mañana.

—Gracias Bells, mañana nos vemos, te quiero, adiós.

—Hasta mañana Jake.

¡Diablos! Vaya lio en el que me había metido Jacob. Ahora le tendría que contar a Edward que mañana pasaría por él para ir a la universidad y lo menos que quería es que se molestara conmigo estando tan lejos.

De pronto noté que había mucho silencio, el CD había terminado, me paré de la cama, le di play de nuevo, tomé el notebook, me senté en la cama y acosté a Emmy junto a mí para ver las fotos que nos tomamos con Edward en la playa.

Se me encogía el corazón de solo verlas, eran tan lindas, nos veíamos tan felices y ahora tan lejos que se había ido mi felicidad. Debía reconocerlo tenía miedo, mucho miedo de perderlo y aunque Edward me lo había prometido, la sensación de que lo perdería para siempre no me dejaba en paz. ¡Ay dios que haría sin él!, ya nada tendría sentido en mi vida.

El sonido de una llamada por Skype me sacó de los tortuosos pensamientos que azotaban mi alma; mi corazón comenzó a latir desenfrenadamente cuando vi que era mi Edward. Hice clic a la nube y en un segundo apareció en la pantalla, tan perfecto y hermoso como siempre.

—Hola princesa —saludó sonriéndome tiernamente— veo que estás acompañada de un hombre que no soy yo —dijo divertido.

 

—Mmm, si y este hombre es muy hermoso y regalón. —Contesté siguiéndole el juego—. Saluda a papi Emmy —dije levantándole una pata a modo de saludo.

— ¿Mas que yo? —Preguntó haciendo un puchero de lo más adorable—. Eres un traidor Emmy, no llevas ni medio día con mamá los dos solos y ya te prefiere a ti —acusó juguetón.

¡Ay como lo extrañaba! Emmy levantó su cabeza de mi estómago buscando a su papi.

—Nunca amor, sabes bien que tú, eres mi preferido. —Dije pasando las manos por la pantalla como si pudiera acariciar su masculino rostro—. ¿Cómo llegaste amor? ¿Dónde estás?

La curiosidad y los celos me mataban, quería saber todo. Con quien estaba, donde dormiría y con quien, ya me imaginaba como estarían devorando con la mirada a mi Edward las zorras regaladas que ahí habrían o que suponía que habían.

—Bien amor, llegué bien, aun no llega mi compañero de cuarto, y mañana me dijeron que nos explicarán las reglas del lugar, pero creo que por lo que me adelantaron no podremos hablar más por Skype y podremos llamar solo una vez al día. —Me explicó todo esto con una mueca de desagrado—. Lo siento amor, pero tiene que ser así para que nos acostumbremos, creo que el régimen será más duro de lo que pensé.

—No te preocupes amor, con saber algo de ti me bastará —contesté intentando ocultar lo mejor que pude la tristeza que aquella información me producía, para tranquilizarlo.

Se veía tan afligido con la situación, que por supuesto a mí tampoco me gustaba nada, es más, era mucho peor que no gustar, era terrible no poder verlo, aunque sea unos cuantos minutos por la pantalla del computador.

—Importa princesa, quería ver tu hermoso rostro todas las noches antes de dormir —contestó suspirando derrotado.

De pronto su mirada cambió y sonrió pícaro.

— ¿Gatito estás con pijama? —preguntó sonriendo sexy, acercándose más a la pantalla como si así se acercara mas a mi o me quisiera ver mejor, mientras me preguntaba como lo haría sin ver a diario su intensa mirada y sus deslumbrantes sonrisas.

—Eh sí. ¿Por qué? —pregunté estirando el brazo para encender la lámpara de la mesa de noche para que me pudiera ver mejor.

—Te ves sexy, recuerda cuando vuelva ponerte ese mismo pijama para sacártelo o más bien arrancártelo —sonrío coqueto mostrándome todos sus relucientes dientes cual modelo de comercial de pasta de dientes.

— ¡Edward Cullen eres un pervertido! —lo acusé y me eché a reír con ganas de las ocurrencias que tenía.

—Pero soy solo tu pervertido, me traes como un loco amor ya cuento los días, las horas y los minutos para volver a hacerte el amor —¡uf! si seguía así ahora la ducha fría sería más que segura y no solo para mí.

Ahora su mirada se tornaba triste, ladeó su cabeza y cerró sus ojos como queriendo escuchar mejor.

—Veo que escuchas mi regalo —dijo acomodándose mejor apoyando su espalda en el respaldo de la cama y colocando el notebook en sus piernas.

—Sí, Edward muchas gracias es hermoso.

—No es nada amor, solo quiero que te sientas acompañada por mí, aunque yo no esté —contestó estirado su mano y tocando la pantalla como si quisiera alcanzarme, no pude más que imitar su gesto juntando mi mano con la suya como si pudiera entrelazar sus dedos con los míos; nos miramos por un largo instante con un intenso amor.

Perdida estaba en ese mar esmeralda cuando nuevamente me habló:

—Bella supongo que mañana irás en mi auto a la universidad —dijo más como una afirmación que una pregunta.

—Hmm, no sé, pensaba ir en mi Jeep ¿Por qué? —meditó un poco su respuesta frunciendo el seño.

—Porque quiero que lo uses Bella —contestó como quien no quiere la cosa, pero yo ya veía por donde iba todo esto.

Mi hermoso y protector novio pensando que algo me iba a pasar y por supuesto su auto tenía un millón de airbags más que mi Jeep.

—Okey iré en el Volvo —sonreí accediendo vencida. Era tan obstinado que no sacaría nada con negarme.

Y apenas respondí, recordé mi “problema de mañana”, Jacob…

Tienes que decirle, a Edward no le gustará nada que lo pases a buscar y menos en su auto, me recordó mi ángel bueno. ¡Diablos qué problema! ¿Y ahora como le digo? No le digas nada, el no está, no te verá, me recordó el malo, ¡cállate! lo silenció el bueno, la base del amor es la confianza…

— ¿Edward? — lo llamé insegura, mordiendo mi labio inferior.

— ¿Qué pasa Bella? ¿Qué tienes amor? —preguntó preocupado notando mi inseguridad.

Le conté rápidamente lo que me había pedido Jacob esperando que no se enfadara, mientras veía como sus facciones se endurecían y sus ojos se tornaban asesinos. Había aparecido en pleno mi protector y celoso cavernícola.

— ¡Y ese chucho no tiene más amigos a quien molestar! —Bramó enfurecido y continuó— ¡Tiene que llamarte justo a ti! ¿Es que acaso eres su maldito chofer ahora? —dijo escupiendo las palabras.

—Solo será por mañana amor, no te enfades ¿sí?, no quiero que te enojes conmigo estando tan lejos de mi —rogué haciendo el puchero que sabía que le era imposible resistir.

—Está bien. —resopló cansado y rendido—. No quiero hablar del perro inmundo ese ahora.

—Gracias amor, te amo —le sonreí regalándole mi mejor sonrisa.

Conversamos un buen rato de todo y nada aprovechando los últimos minutos que nos quedaban para poder vernos. Como añoraba poder estar entre sus brazos haciendo esto mismo y dormirme escuchando los fuertes latidos de su corazón.

—Te extraño cielo, no sé si podré dormir sin ti —confesé con tristeza.

¿Cómo me iba a dormir ahora sin sentir sus manos acariciando mi cabello? mi espalda, sin escuchar su aterciopelada voz.

—Yo también amor, no imaginas cuanto. —de pronto sonrío como si hubiera hecho un descubrimiento espectacular—. ¡Ya se! tengo una idea; ¿quieres que te cante como todas las noches antes de dormir?

—Si —contesté consentida, como niña pequeña.

—Entonces ahora a la cama gatito.

Tomé a Emmy en brazos para acostarlo en su camita, luego volví hasta mi cama abrí las cobijas y me tapé con ellas, respiré profundamente, aun el olor de Edward estaba impregnado en ellas. Puse el notebook en la almohada de al lado y me recosté de costado a mirar a mi hermoso ángel.

—Buenas noches pequeña.

—Buenas noches amor.

—Te amo —dijimos juntos mientras ambos acercamos nuestros labios a la pantalla para darnos un beso.

Me comenzó a arrullar con su hermosa voz hasta que mis párpados comenzaron a pesar y poco a poco caí en un profundo sueño en el cual me encontraba protegida en los brazos de mi amor, donde nunca más se alejaría de mí.

—Te amo —fue lo último que susurré.

—Dulces sueños princesa y yo te amo más.

Me levanté a la mañana siguiente sin ánimo, preguntándome que estaría haciendo mi Edward a esta hora y por supuesto con el maldito dolor en mi pecho que me recordaba que esté sería el primer día de muchos que quedaban por venir sin él. 

Miré el reloj las 7:15, ya se me hacia tarde. Me duché y me vestí lo más rápido que pude, bajé corriendo las escaleras con Emmy jugueteando en mis pies, para ir a la cocina tomar una manzana e ir a buscar a Jacob.

— ¿Para dónde vas tan rápido? —me preguntó mi nanita riéndose de mi apuro.

— ¿Donde más? a la universidad —contesté sin entender.

— ¿Entonces supongo que no quieres ver el regalo que te llegó esta mañana?; está ahí, encima de la mesa, pero como andas corriendo no lo ves —me regañó a modo de broma.

Me di la vuelta para mirar en dirección a la mesa de la cocina y mis ojos se abrieron como platos. Una hermosa rosa roja junto a una carta de elegante papel, me esperaban, sonreí como una tonta al tener la certeza de quien era.

Tomé la rosa y la llevé a mí nariz suspirando enamorada, luego con dedos temblorosos abrí la carta. La caligrafía clara y elegante de Edward apareció ante mí.

“Una rosa por un día menos sin ti, cuando juntes las treinta ya estaré junto a ti”

Te amo y te extraño princesa, que tengas un hermoso día

 

Siempre tuyo
Edward Cullen

 

Cerré mis ojos, llevé la carta a mi corazón que latía desbocado y volví a suspirar profundamente mientras imaginaba a mi Edward sonriéndome con una de sus arrebatadoras sonrisas.

Ya lo había dicho, Edward jamás terminaría de sorprenderme.

Le pedí a la señora María que la llevara a mi cuarto junto con la nota, le di un beso en la frente a Emmy y salí apresuradamente de la cada casa ya que si no me apuraba llegaría tarde, como se notaba que no estaba mi amor para apurarme.

No alcancé a pasar el umbral de la puerta cuando choqué con un pequeño cuerpo y ambos caímos al piso.

— ¡Bella por Dios! ¿Cuál es tu apuro tan grande? —exclamó Alice levantándose del piso y sacudiendo su ropa de diseñador.

— ¿Alice? ¿Qué haces aquí tan temprano? —pregunté extrañada mientras juntaba otra vez mis libros.

—Lo que pasa mi querida amiga es que me quedé a dormir donde Jasper y no fui en mi Porsche y hoy en la mañana mi Jas no alcanzaba a pasarme a dejar a la universidad… porque bueno…bueno… nos entretuvimos un poco mas e iba tarde y por eso me dejo acá. ¿No te molesta cierto? —era la explicación más extraña que le había escuchado a Alice, sobre todo porque no se le iba una, pero se hacía tarde, no era momento de cuestionamientos.

—Okey, ¿vamos? —Dije rodando los ojos—. Aun tengo que pasar a buscar a Jake.

Nos subimos al auto y conduje a la casa de Jake lo más rápido que me permitió el tráfico de la mañana.

—Bells, ¿por qué tenemos que ir a buscar a Jacob? —preguntó Alice con un dejo de desagrado en su voz.

—Solo será por hoy amiga, su moto se descompuso.

—Hmm justo hoy —expresó dejando escapar cierto sarcasmo con su cantarina voz.

— ¿Qué quieres decir?

—Nada no te preocupes, son cosas mías. —Apuntó sin darle importancia—. Tienes claro que a Edward no le cae bien ¿cierto? —recalcó con reproche.

—Sí, Alice lo sé, no tienes para que recordármelo, solo será por hoy —le aclaré cabreada justo cuando llegamos a la casa de Jacob que me estaba esperando afuera.

—Hola Bells, Hola Alice —saludó subiéndose en la parte de atrás del Volvo.

—Hola Jake —saludamos juntas.

Y nos encaminamos a la universidad.

Había un silencio más que incómodo en el auto hasta que Jacob habló:

— ¿Bella que le pasó a tu Jeep? —preguntó con claro desagrado en sus palabras, mientras Alice soltaba una risa sarcástica asintiendo algo para sí misma.

—Nada Jake ¿Por qué? —no entendía por donde iba la cosa.

—No, solo preguntaba. —Dijo encogiéndose de hombros—. Como conduces el auto de Edward.

—Jake te informo, que conduzco el auto de mi novio porque me place y punto —mascullé a punto de estallar.

¿Qué les pasaba a todos esta mañana conmigo? ¿Será que hoy era el día de reprochemos a Bella?

Pronto llegamos a la universidad y el día trascurrió con su normal calma o mediana calma si es que así se le podía llamar. Hoy Heidi “Barbie regalada” Vulturi había llegado más ensañada conmigo que de costumbre haciéndome preguntas de materia que ni siquiera había enseñado aun y que por supuesto no pude contestar, al final solo terminé sonrojada, humillada, y hundida en mi asiento lo mas que pude.

—Bien alumnos. —Llamó nuestra atención cuando llegó al final de la cátedra—.

Ahora les diré quién será su compañero para el trabajo y posterior presentación que me entregarán dentro de tres semanas —y comenzó a recitar la lista.

Con Alice nos quedamos mirando atemorizadas, eso significaba que no podríamos hacer el trabajo juntas, no sé porque algo me decía que solo hacia esto para fastidiarme. Esto era ridículo, no estábamos en la preparatoria para que nos dijera con quien podíamos hacer nuestros trabajos y con quien estudiar.
Solo esperaba que no me tocara con algún compañero flojo o desagradable o con alguna de las tontas babosas que miraban a mi Edward cuando me venía a dejar a la universidad.

Decidí que era mejor poner atención a la lista que ya avanzaba.

—Lauren Mallory y Eric Yorkie — ¡Qué bien! ella era una de las tontas regalas.

—Alice Brandon y Mike Newton —pobre Alice, Mike era insoportable y siempre nos estaba mirando lascivamente.

—Jessica Stanley y Tyler Cronwley. —Otra regalada—. Y finalmente, Isabella Swan y Jacob Black —anunció esbozando una sonrisa malvada.

¡QUE! ¿Por qué a mí? ¡Diablos! ¿Por qué tenía tan mala suerte?

Si Edward se enteraba, ahora sí que moriría de los celos y más encima en Chicago sin poder hacer nada. Miré a Jacob; una sonrisa triunfal atravesaba por sus labios, si hasta me dio la impresión que una mirada cómplice intercambió con la “Barbie regalada”

¡Oh vamos Bella! ya estás imaginado cosas, me reprendí mentalmente.

Cuando salimos de clases Emmett y Rosalie nos esperaban afuera del salón.

— ¡Bellita! —exclamó a viva voz tomándome en brazos y dándome vueltas por el aire.

— ¡Emmett bájala! —Lo reprendió Rose— la marearás.

— ¡Oh vamos osita! ¿Ahora tú también me regañarás? Es que acaso, no ves, que tengo que aprovechar que ahora no está Eddie para regañarme como lo hace siempre —le sonrió a Rose mostrando sus adorables hoyuelos.

Se veía tan divertido, vestido con su serio traje y comportándose como niño.

— ¿Qué hacen aquí chicos? —Pregunté sorprendida—. ¿Emmett no tienes que trabajar? ¿Rose no tienes que ir a clases? Tu horario es totalmente distinto al nuestro.

— ¡Si mi Bellita tienes toda la razón! —Soltó Emmett lleno de felicidad—. Pero como mi hermanito te tiene convertida en una pequeña consentida hoy vamos a almorzar pasta, tu favorita —dijo besando mi frente como lo hacía Edward.

Mis ojos se llenaron de lágrimas no podía tener mejores amigos.

Es cierto que no me gustaban mucho los regalos y las sorpresas, pero con Edward me había dejado consentir, y él me había consentido hasta decir basta. Y ahora era más que hermoso que ese papel, no estando mi amor lo haya tomado Emmett, mi hermano oso. El era para mí, como el hermano que nunca tuve.

— ¿Bella podemos hablar? —preguntó Jacob llegando donde estábamos para sacarme de mis ensoñaciones.

— ¿Bella este quién es? —preguntó Emmett poniéndose frente a mí, mostrando todos sus músculos y mirándolo furioso, me recordó tanto a mi Edward.

—Tranquilo Emmett, el es mi mejor amigo Jacob Black, vengo enseguida ¿sí?

—Ah, okey bellita. —accedió asintiendo—. pero que sea rápido no me gusta cómo te mira este imbécil.

Caminamos un poco más allá por el pasillo alejándonos de donde estaban Rose, Emmett y Alice.

—Bells, esta semana tenemos que ponernos de acuerdo para hacer el trabajo —dijo nervioso por las miradas que le daba Emmett.

—Si sé, Jacob, te llamo en la noche y hablamos ¿te parece? —contesté apurada ya que si Edward era capaz de molerlo a golpes, Emmett lo dejaría muerto, si es que a Jacob se le ocurría abrir su bocota como siempre.

—Está bien espero tu llamada —dijo esto, mirando desafiante a Emmett y se fue.
Después de eso nos fuimos felices todos juntos a almorzar.

Las siguientes semanas fueron pasando lentamente, entre estudio, los chicos y la universidad.

Toda la familia Cullen estaba más que preocupada de mi, sobre todo Emmett que me llamaba varias veces al día y siempre estaba preocupado que no estuviera sola. Salíamos con todos los chicos o simplemente me iba a la casa de Edward a estar con Esme, varias veces me quedé a dormir en casa de mi amor.

Con respecto al famoso trabajo, Alice ideó un plan genial, donde haríamos el informe en conjunto con ella y Mike, pero lo escribiríamos de forma distinta, así no estaría sola con Jake y mi Edward no moriría de los celos ya que estaba más que enterado de la situación que se vivía y me hizo un escándalo de aquellos por teléfono cuando supo tendría que hacer este trabajo con él. Así que nos juntábamos día por medio a trabajar en él y nos íbamos turnando de casa.

Con mi Edward hablaba todos los días en la noche. Las rosas y las cartas por supuesto que siguieron llegando junto con los mails donde me contaba como lo estaba pasando y que le estaban enseñando. Cada carta tenía una declaración de amor más hermosa que la otra, era tan perfecto mi adorado novio, cada día que pasaba sin él era una agonía.

Si pensé que me acostumbraría, debo decir que jamás nunca en la vida me acostumbraré a estar sin él. Cada día que pasaba lo extrañaba mas, cada día que pasaba sentía que se desvanecía su exquisito aroma, me faltaba para vivir, para poder respirar, para poder ser feliz.

Estos días solo me habían servido para darme cuenta de una cosa, y es que jamás podría ser feliz si Edward no estaba a mi lado. Aunque estuviera lejos, a una infinidad de kilómetros, mientras supiera que él estaba para mí y aun me amaba, eso me bastaba para seguir viviendo aunque lo extrañara horrores y muriera día a día sin su divina presencia, nuestra promesa prevalecería a todas las vicisitudes del tiempo y algún día estaríamos juntos para siempre.

Día 20

Esa mañana me levanté muy animada, corrí junto con Emmy escaleras abajo a buscar mi rosa y mi carta del día, me senté en la mesa de la cocina bajo la mirada atenta de la señora María y de Renée, que se les había hecho costumbre observar mi cara de felicidad y de tonta enamorada cada vez abría una carta de Edward. Yo solo las observaba divertida, ni que fuera para ellas, pensé, pero parecía que de verdad, gozaban con nuestra historia de amor.

Mi hermosa Princesa:

Hoy te contaré un sueño. ¿Recuerdas cuando estábamos en la playa y te dije que quería tener seis hijos y todos contigo?, pues a veces sueño o constantemente sueño que ese sueño se hace realidad.

Estoy en la playa jugando con dos hermosos niños, una niña y un niño, hacemos castillos de arena para mostrártelos a ti después, de pronto los niños se percatan de tu presencia y corren hacia ti, que vienes caminado hacia nosotros, nos miras sonriendo tiernamente mientras acaricias tu pancita, porque si, estás embarazada y déjame decirte que te ves hermosa, el más precioso ángel que he visto en mi vida con el fruto de nuestro amor creciendo dentro de ti. Corro hacia a ti, te beso en los labios y le doy millones de besos a tu vientre, mientras lo acaricio suavemente con mis manos.

Quizás pensarás que estoy loco, como me dices en el sueño, pero la única verdad es que estoy loco de amor por ti, lo único que deseo es que pase el tiempo rápido para estar de nuevo junto a ti. Ya queda poco mi amor, solo quedan diez días, para volver a perderme en el paraíso de tus hermosos ojos castaños, para sentir tus suaves y pequeñas manos acariciar mi rostro, mi cabello, para tener tu pequeño cuerpo protegido entre mis brazos, para hacerte mía, para perderme en tu exquisito olor a fresas, para volver a besar tus dulces labios.

Amor, lo que más deseo en la vida es que ese sueño se haga realidad, quiero que seas la madre de mis hijos, quiero que seas mía para siempre, porque cada noche contigo es un sueño y cada despertar una sonrisa. Te necesito para respirar, necesito tus ojos para ver, necesito tu alma para vivir, necesito tu existencia para sonreír y te necesito para saber amar, porque tú me enseñaste a amar.

Te amo más que a mi vida, nunca lo olvides

Tu Edward

Mis ojos estaban llenos de lágrimas, lágrimas de felicidad, como era de romántico y tierno mi Edward. Jamás me cansaría ni de escuchar ni de leer sus palabras de amor, porque estas solo confirmaban el amor que sentía por mí, y que algún día se cumpliría la promesa que hicimos en la playa y estaríamos juntos para siempre.

Mi madre y la señora María me miraban expectantes, pero esta no se las mostraría era demasiado personal.

Subí a mi cuarto y puse la rosa junto a las otras y leí la carta una vez más, para guardarla después junto a las demás, como el más preciado tesoro que tenía, las hermosas cartas de amor que me había escrito mi Edward. Gracias a ellas soporté lo mejor que pude todo este tiempo sin él.

La mañana pasó rápidamente.

Iba caminado con Alice hacia en Harvard Squeare, donde almorzaríamos con Rose, después en la tarde tendríamos que juntarnos con nuestras respectivas parejas de trabajo por separado para ultimar los detalles de la presentación de mañana, cosa que no me hacía mucha gracia, ya que Jacob aunque prometió que se portaría bien estaba algo raro.

Su mirada era cada vez más dura, mas fiera, sentía que cada vez que estábamos juntos, me tocaba de forma algo más que cariñosa, más que un simple amigo. Su presencia me intimidaba y esto lo hacía siempre que podía o no estaba Alice a la cual detestaba con el alma aunque no lo dijera.

— ¡Bella mira! —me llamó Alice dándome un codazo en las costillas.

— ¡Auch Alice! eso duele. —Me quejé—. ¿Qué? ¿Qué miro?

 —Allá —dijo apuntando con uno de sus pequeños y finos dedos.

 

Abrí mis ojos inmensos. No, no podía ser cierto lo que veían mis ojos, debía ser una coincidencia o un mal entendido.

¿Qué demonios hacia Jacob almorzando con la Barbie regalada?

Estaban sentados en la pizzería del frente. Su conversación se veía animada, pero también daba la impresión que discutían algo, luego de un rato estrecharon sus manos como si estuvieran cerrando un trato, Jacob se levantó y se fue mientras Heidi Vulturi siguió almorzando con la sonrisa más malvada que le he visto nunca tatuada en su cara. Un escalofrío de terror recorrió mi espalda, gracias a dios justo llegó Rose para sacarnos de nuestro estado de estupor.

— ¡Hola chicas! ¿Qué miran? —preguntó Rose mirando en dirección a la pizzería tratando de averiguar lo que en ese estado nos tenía.

— ¡Viste lo que yo vi! —exclamó Alice sin salir del estado de asombro.

—Si —contesté en un susurro tratando de procesar lo que había visto.

— ¿Qué? ¿Qué? ¡Hey estoy aquí! —nos llamó Rose pasando una mano por delante de mis ojos para llamar mi atención, para luego poner sus brazos en jarra.

—Perdón Rose es que acabamos de ver algo de lo más extraño.

Le contamos sobre el extraño encuentro ente Heidi y Jacob. Después de discutir un rato sobre las posibilidades, llegamos a dos brillantes conclusiones, o le preguntaba algo sobre el trabajo o en algo andaban esos dos. Realmente quería creer la primera, pero algo en mi interior me decía que tuviera cuidado. ¿Sería posible? ¡Vamos ella es una profesora, eso no es ético!, si es verdad, pero ¡está loca!...

Cuando llegó nuestra comida traté de cambiar la conversación por una más agradable.

—Chicas quiero darles las gracias —dije con sinceridad.

— ¿Por qué? —preguntaron juntas y se echaron a reír a carcajadas por la coincidencia.

—Porque han sido las mejores amigas que alguien jamás podría llegar a tener.

—Les confesé mientras mis ojos se comenzaban a llenar de lágrimas—. Gracias a todos ustedes de verdad.

— ¡Ay Bells! ¡Que linda eres! —Dijo Alice abrazándome—. No tienes nada que agradecer, andas muy sentimental amiga —dijo de forma dramática.

—Si es verdad chicas, hace días que todo me emociona y lloró.

—Yo creo que esas cartas que te manda Edward te están comenzando a afectar

—me dijo Rose a modo de broma.

—No es eso chicas, solo que aunque no esté Edward, este mes me he sentido más querida que nunca en mi vida.

—Hmm y cuando vuelva Edward te van a querer aun más. ¿Has pensado como vendrá verdad? —me preguntó Rose guiñándome un ojo pícara.

—Rose, tu no piensas en otra cosa. —La regañó Alice rodando los ojos—. Con razón tú y Emmett son tal para cual.

Me eché a reír con ganas amaba cuando discutían me divertía tanto.

— ¿Qué? es la verdad. —Dijo Rose suficiente—. Si antes no se podían contener, imagínate como vendrá Edward después de un mes sin sexo.

—Rose las cosas que dices —contesté sonrojada y mordiendo mi labio inferior, tan solo pensarlo comenzaba a sentir un calor imposible en cierta parte de mi anatomía.

—Bells, no te hagas la tonta con nosotras. ¿Crees que no los escuchamos el día de la despedida de Edward? —me acusó Rose riendo a carcajadas.

—Eh…yo… ¡Edward Cullen te lo dije! ¡Qué vergüenza!

—Lo siento Bells, pero después de eso ahora ustedes son los nuevos pervertidos oficiales de la familia —dijo Alice bromeando.

— ¡Oh chicas! —Exclamó Alice con fastidio mirando su reloj—. Debo irme tengo que juntarme con el baboso de Mike Newton a terminar los detalles de la presentación de mañana.

— ¡Uf! Y yo llegaré tarde a mi clase —saltó Rose de su silla tomando el último sorbo de su jugo.

— ¡Bella! ¡Rose! —Nos llamó Alice antes de irse— ¿Qué les parece un fin de semana de chicas? Así dejamos a Bells muy bonita antes de que llegue Eddie ¿sí?

— ¡Genial! —expresó Rose— hablamos y nos ponemos de acuerdo en la semana.

Yo no dije nada total aunque me negara tendría que ir igual y no estaba mi Edward para salvarme. Nos abrazamos las tres juntas a modo de despedida y las chicas se fueron.

Llamé al camarero para pedirle otro jugo de frambuesa, abrí mi notebook para comenzar a ver los detalles de la presentación mientras esperaba a Jacob.

Estaba totalmente absorta de lo que ocurría a mí alrededor mirando unas fotos de Edward antes de comenzar mi trabajo, hasta que sentí una desagradable voz justo en mi oído. El tono fue filoso, intimidante.

— ¿Es realmente bello, cierto? —cerré mi ojos y tomé aire Heidi.
No le contesté, aunque ganas no me faltaban, debía mantener la compostura, ella era profesora y yo alumna, pero a ella eso poco le importaba pues siguió:

— ¿Te crees muy importante para él, verdad? —Preguntó riendo siniestra —niñita insulsa, cuando menos lo esperes Edward volverá a mis brazos. ¿Crees que con tu escuálido cuerpo eres capaz de dejarlo satisfecho en la cama? ¿Que algún día le podrás hacer las cosas que le hice yo?

Abrí la boca para intentar callar sus implacables ataques, pero me fue absolutamente imposible, las imágenes mentales que me provocaban sus palabras eran espantosas.

—A Eddie le gusta el sexo duro ¿sabes? y tú no creo que seas capaz de aguantar su insaciable apetito sexual. ¿Aprendiste a cabalgarlo de la forma salvaje como a él, le gusta? Por tu cara de estúpida imagino que no. Ya verás niñita, Edward era mío, solo mío, hasta que tu apareciste, mi nombre era el que gritaba cuando me hacía el amor. Me las pagarás, cuando menos te lo esperes me las pagarás —amenazó mordaz y sin más se fue caminado en dirección a la biblioteca de la universidad.

Estaba echando chispas, sentía que me salía humo por las orejas de la rabia que tenía. ¡Que se creía esa mujer! ¡Maldita! ¡Para Edward no era nada! ¡Nada! Solo se aprovecha la muy descarada porque no le podía contestar nada. ¡Dios que frustración!

Definitivamente estaba chiflada. Mi Edward jamás tuvo algo importante con ella, eso no tenía ni que dudarlo, él me lo había asegurado y yo le creía, además me ha demostrado de mil formas que solo me ama a mí.

¡Diablos! que ganas de denunciarla, ¿pero qué pruebas tenía? ninguna, solo la palabra de ella contra la mía. Respiré hondo varias veces para tranquilizarme y poder continuar con el trabajo; en eso estaba cuando llegó Jacob.

— ¡Hola Bells! —Me saludó besando la comisura de mis labios—. Estás hermosa.

Lo miré mal, pero él, no pareció ni inmutarse.

—Jake ¿no me habías visto hoy ya? —le reproché.

—Sí, pero no pude decirte lo hermosa que estás, porque siempre que nos vemos estás acompañada de alguno de los guardaespaldas que dejó tu chupasangre contigo —contestó con una mueca de asco.

— ¿Chupasangre? ¿Qué te pasa Jake? No me habías prometido que aceptarías a Edward — ¡uf! Cada día estaba más bipolar.

—Si nena, es verdad, te lo prometí, pero es muy desagradable que ninguno de tus “amigos” me deje acercarme a ti, sobre todo ese mastodonte que te viene a buscar de vez en cuando.

—Perdona Jake que te lo diga, pero es tu culpa. Si tú, no tuvieras una bocota tan grande no les caerías mal y podrías ser amigo de todos perfectamente —le aclaré.

—No gracias, no tengo amigos tan viejos —negó con desagrado.

— ¡Ay Jake, deja de hablar tonterías! ¿De qué viejos me hablas? el mayor es Emmett y solo tiene 25 —le dije rondando mis ojos y negando con la cabeza su testarudez.

—Igual, mejor veamos los detalles del trabajo ¿sí?

Estuvimos un buen rato ultimando todos los detalles para la presentación de mañana, hasta que estuvo todo listo.

De pronto Jacob se me quedó mirando fijamente, sus ojos negros me miraban intensamente, eran intimidantes; estiró uno de sus brazos y acarició mi mejilla, después quitó el mechón de pelo que caía sobre mi rostro y lo puso detrás de mi oreja. El contacto fue muy incómodo, sentí que no me tocaba como un amigo, que fue una caricia más bien pasional y sobre todo porque me estaba devorando con la mirada.

—Jake —lo reproché

— ¿Qué pasa? ¿Es que ahora tampoco te puedo hacer cariño de amigos? —me preguntó dolido.

—No es eso Jake, me haces sentir incómoda.
No dijo nada, solo guardó silencio por unos momentos y luego habló.

—Nunca seré suficiente para ti ¿verdad? —Me preguntó con ojos cargados de pesar y rabia contenida— ¿Qué tiene tu perfecto Edward que no tenga yo?

—Jake, no empieces por favor. —Rogué—. No se trata de eso, ya te lo he explicado miles de veces, no sigas, simplemente me enamoré de Edward y ya, no hay mucho que cuestionar ni que pensar.

—Conmigo sería más fácil Bells, todo sería más fácil. —Dijo acercándose peligrosamente hacia mí—. Yo jamás te hubiese dejado sola. ¿Así es como te ama tu Edward?

—No estoy sola, Edward volverá por mí y lo sabes —defendí a mi Edward, quien se creía que era, cuestionado nuestras decisiones.

—No Bella, te dejo sola, se fue. Es un egoísta, no le importó dejarte aquí, en cambio yo jamás te haría algo así.

Esto se tornada muy desagradable tenía que cambiar el tema como fuera, además no estaba dispuesta a seguir escuchando sus reproches contra Edward.

—Jake, me puedes explicar ¿Qué hacías con Heidi Vulturi hace un rato en la pizzería de enfrente? —pregunté cabreada dando un giro de ciento ochenta grados a la conversación.

—Nada importante ¿Por qué? ¿Qué viste? —preguntó todo de un tirón cambiando su expresión a una muy nerviosa.

—No sé, por eso te lo pregunto. Tú dímelo, sabes bien que esa mujer me odia. ¿Qué, acaso no has visto como me trata en clases?

—Nada Bells, nada importante, solo aclaraba unas dudas para el trabajo de mañana nada más. —Miró la hora—. Se hace tarde nos vemos mañana —dijo levantándose intempestivamente de su silla.

Se acercó a mí y me dio un rápido y húmedo beso en los labios y se fue sin darme tiempo de reaccionar.

¡Cobarde! mañana me las pagaría. ¡Quien se creía que es, para besarme sin mi permiso!; además fue un beso asqueroso, muy desagradable ¡puaj! que agradezca que no está Edward, el ya lo habría matado a golpes por fresco. Guardé mis cosas y me fui a casa. 

En la tarde repasé varias veces la presentación y salí a pasear a Emmy que estaba cada día más grande y más lindo.

Me acosté temprano con Emmy a mi lado esperando la llamada de Edward antes de dormir mientras escuchábamos la hermosa y relajante música de mi amor.

Día 21

Me levanté más temprano que de costumbre, hoy tenía que ir mas arreglada a la universidad por la presentación del trabajo. Me puse un vestido negro corto arriba de la rodilla de manga larga, medias negras con diseño y mis botas de taco alto que me llegaban justo debajo de las rodillas.

Mientras me maquillaba, pensaba que ya quedaba prácticamente solo una semana para estar otra vez junto a Edward. Anoche hablamos muy cortito, ya que estaba casi al término del curso y los instructores estaban más estrictos que nunca, solo me alcanzó a decir “te amo gatito” y a desearme suerte para hoy, pero por lo menos había podido escuchar su voz aunque sea por unos segundos. Me dio pena, ya que estaba acostumbrada a que me contara sus aventuras diarias con su nuevo amigo Riley.

Cuándo estaba terminando de arreglar mi pelo entro mi nanita con la bandeja del desayuno, junto con mi rosa y mi carta.

— ¿Y esto? —pregunté sorprendida.

—Has estudiado mucho mi niña, deja que tu vieja te consienta —me besó la mejilla mientras palmeaba mi cabeza y se fue.

Como todos los días llevé la rosa a mi nariz y tomé su olor por unos instantes después la dejé en el florero junto con las otras, un hermoso ramo se había ido creando con los días. Las rozas eran de un furioso carmesí, como así era la pasión y el amor que nos teníamos mi Edward y yo.

Me senté en la cama y abrí mi carta.

Mi amada Bella:

El amor nos llegó sin preguntar de distancias ni nada, sólo nos encontró preparados para amar, y aquí estamos tú y yo tan enamorados como siempre. Mi vida no tenía sentido hasta que llegaste tu, el amor que me da todas las fuerzas que necesito para seguir adelante, te amo mi amor, más que a nada en este mundo.

Haré que mi amor no olvides, que mi nombre en tus recuerdos quede y si es verdad que el amor con el tiempo, muere haré que el tiempo detenido espere. Iré a buscarte cuando te tenga lejos, iré a buscarte cuando te tenga cerca, recuerda siempre lo que prometimos...

Yo siempre estaré sólo para ti, yo no quiero a otra que no seas tú, no quiero alguien que se parezca a ti, no quiero alguien que me recuerde a ti, te quiero solamente a ti.

Soy alguien que te ama tanto que no sabe explicarlo con exactitud, alguien que compulsivamente te escribe cartas de amor en las noches de lluvia, alguien que quiere estar a tu lado desde que supo de tu existencia. Alguien quiere contarte una historia de amor en el que tú eres la protagonista. Soy yo quien que escoge las palabras que te envío en esta carta, palabras que te indican que te amo más que ayer.

Recuérdalo siempre mi amor, nos amaremos siempre, es nuestra promesa, amarnos eternamente.

Siempre tuyo

Edward

 

Suspiré como una tonta enamorada unos instantes, como era de perfecto mi Edward. Llevé la carta a mi corazón como todos los días, ya queda poco amor, ya queda poco para que estés nuevamente junto a mí. Guardé la carta junto a las otras y me fui a la universidad.

Estaba nerviosa poco quedaba para que llegara nuestro turno. Una a una, fueron pasando las parejas, bajo la atenta mirada de la “Barbie” regalada.

Hasta que llegó nuestro turno. Hoy no le había dirigido la palabra a Jacob en toda la mañana después del beso robado de ayer, tampoco la había contado a Alice, esperaría a que llegara Edward para que arreglara cuentas con él, ya me había aburrido.

Gracias a Dios la presentación pasó sin contratiempos, ni interrupciones de la loca y creo que nos salió mejor de lo que pensábamos. Terminaron de pasar las parejas y la clase terminó.

—Bien alumnos, las notas las dejaré puestas en el fichero que está afuera de la salón, eso es todo por hoy.

Y cuando estábamos por salir…

—Señorita Brandon, puede quedarse unos minutos necesito hablar con usted.
Alice me miró dudosa y después le contestó.

—Si, por supuesto Señorita Vulturi, Bella nos vemos en la biblioteca.

—Okey te espero Alice —y salí del salón preguntándome que querría esa mujer con mi querido duende.

Esperé un buen rato a Alice en la biblioteca, pero ya se estaba demorando más de la cuenta así que decidí salir a buscarla, ya que no me atreví a llamarla a su celular por si aun estaba con Heidi.

Cuando llegué a la facultad de economía estaba casi desierta, todas las clases ya habían terminado. Saqué el celular de mi cartera para llamar a Alice, pero no alcancé a marcar ya unas fuertes y violentas manos se aferraron salvajes a mi cintura y me arrastraron a un salón vacío, en un abrir y cerrar de ojos me tenía aprisionada entre su cuerpo y la muralla.

— ¡Jacob! ¡Suéltame! ¿Qué haces? —grité tratando de zafarme.
Pero no pude hablar más.

Me atacó en un beso furioso, su lengua entró a explorar mi boca sin ningún permiso, me retorcí entre su cuerpo y la muralla tratando de arrancar, pero era muy fuerte, era imposible, solo podía darle pequeños golpes en su pecho. La sensación era asquerosa su lengua áspera buscando desesperadamente la mía.

— ¡Vamos nena! No te resistas, se que tu también lo deseas —exigió con voz caliente exhalando su aliento en mis labios, no pude más que sentir asco.

— ¡Jacob par…! —y no alcancé a decir nada más porque volvió a besarme violentamente. Comenzaba a asustarme, se notaba que no quería soltarme.

Rogaba mentalmente que no pasara nada más y me dejara ir de una vez al ver que yo no reaccionaba a sus besos, pero pasó todo lo contrario, sus manos se colaron por debajo de mi vestido. Acarició mis muslos y fue subiendo lentamente hasta mis nalgas, las cuales apretó brutalmente haciendo que soltará un quejido de dolor al cual no prestó atención.

Estaba aterrada ningún hombre en mi vida me había tocado de esa forma, solo mi Edward y por supuesto que esto no tenía comparación alguna con eso.

Una de sus manos recorrió el camino hasta tocar mi intimidad de forma brusca, insistente, dos gruesas lágrimas rodaron por mis mejillas al sentir el íntimo y brutal contacto, pensé aterrada que este era el fin, Jacob me iba a violar. Edward…

— ¿Por qué lloras? si sabes que te gusta. ¿Te gusta cierto? —preguntó siniestro, me apretó mas a él restregando su erecto miembro en mi intimidad, oprimiendo violentamente mis caderas.

—Jacob por favor —le rogué sollozando, con mi cuerpo temblando del terror que tenía.

—Vamos, si al final terminaste siendo una zorrita igual que todas, no tuviste ningún problema para entregarte a él, cuando yo tendría que haber sido el primero, pero eso ya no importa, ahora lo harás conmigo. No lo niegues, se que también lo quieres, es lo único que te gusta, igual que a todas.

—Por favor. —Volví a rogar—. Suéltame me haces daño— supliqué llorando sin parar— no quiero.

— ¿No quieres? ¡No quieres! —gritó furioso— ya verás zorra —me amenazó exhalando su escalofriante aliento en mi oído, me tomó de los hombros violentamente, me dio una bestial bofetada y me empujó contra la muralla provocando que me golpeara fuertemente la cabeza— ya llegará el día en que rogarás que te haga gemir mi nombre como la puta que eres cuando el desgraciado ese te deje —siseó mordaz— y ni una palabra de esto a tu maldito chupasangre, sino cuando el no esté, te ira peor que ahora, ya estás advertida —y sin más se fue dejándome ahí, tirada y aturdida.

Me deslicé lentamente por la muralla y me senté en el piso abrazando mis rodillas. Estaba destruida.

¿Qué la había pasado a Jacob? El era mi mejor amigo desde que éramos niños y ahora se había convertido en este terrible monstruo que me aterrorizaba. No entendía que había sucedido ¿cómo era posible que haya cambiado tanto?

La tristeza y la amargura inundaron mi corazón. ¿Qué cosa tan grave le hice a Jake para que me odiara tanto, que nunca me di cuenta?


Edward… lo llamé bajito como si me pudiera oír, Edward te necesito tanto…y mis lágrimas siguieron cayendo, dolorosas sin cesar…

 

 

 


Ya chicas aquí esta el nuevo capitulo, no me maten las que querían que volviera mi adorado ed. ya volverá no impacienten. Siento no haber subido antes pero como algunas saben mi conexión a Internet murió, pero estoy de vuelta.

 

Comenten y voten plis!!!! Es lo que me anima a seguir!!!!!! J

 

Como siempre a mi adorada  e inmensa familia del chat las quiero!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

 

¿Quién odia al chucho?

¿Bella le contara a Edward?

Gracias también a las chicas que me leen y pasan silenciosas.

 

Besos, las quiero

Sol

Capítulo 12: Adiós mi amor, no estés triste solo es un adiós no un hasta siempre Capítulo 14: Edward Cullen v/s Jacob Black

 


 


 
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