SI SUPIERAS!!

Autor: nunezna
Género: Romance
Fecha Creación: 18/08/2015
Fecha Actualización: 17/11/2015
Finalizado: NO
Votos: 5
Comentarios: 17
Visitas: 10597
Capítulos: 10

Lo amaba, era lo único que sabía como una certeza insoldable, él era todo lo que necesitaba para seguir viviendo, solo había un pequeño detalle, está casado con la chica más linda del pueblo, es un ascendado de los más ricos del condado, y mi mejor amigo de la infancia.

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Capítulo 4:

-¡¡Maldita sea!!- el dolor era intenso, trataba de contenerme, pero llegado este punto, entre el dolor y la frustración, ya no lograba contenerme.

-Esto es una maldita pérdida de tiempo, para que me esfuerzo. Con suerte, podre cojear el resto de mi vida.- Jacob me miraba con las sejas fruncidas y los labios apretados hasta formar una fina línea.

-Sabes que, me rindo, tres semanas, solo eso llevo trabajando contigo, y ya no lo soporto más. Renuncio, lo lamento, porque sé que necesitas el tratamiento, pero mi paciencia tiene un límite y contigo ya lo supere.- dijo saliendo y cerrando de un golpe la puerta.

Me quede allí, acostado en la colchoneta, con mis piernas sobre una bolla gigante de Pilates. Los últimos tres meses habían sido los peores de mi vida, mi mundo se desmorono en una noche y no lograba encontrar la forma de que algo tuviera sentido para mí.

-¿Qué pretendes? Sabes lo que me costó hacer que él quisiera volver a trabajar contigo luego de tú último ataque de autocompasión. Sabes, tú has pasado mucho los últimos meses, pero por si no te has enterado, nosotros no hemos estado de fiesta que se diga.- la vos de Alice  me saco de mi autoflagelación, si, ellos tampoco lo estaban pasando bien, y yo no ayudaba con mi actitud.

-Lo siento, es que el dolor me sobrepaso. Trate de controlarme, pero no pude.- mi voz monocorde sonó más apática de lo común.

-Sabes, a veces me pregunto, ¿Dónde está?- la tristeza en las palabras de mi hermana me hicieron sentir culpable, que yo tenga mi propio infierno personal, no quería decir que debía arrastrar a todos mis seres queridos a él, a las únicas personas que han estado incondicionalmente a mi lado a pesar de todo.

-No lo sé Alice, creo que ella se llevo también eso.- era verdad, ella había destrozado todo lo bueno que una vez habito en mí, hoy solo quedaba rencor, dolor y un inmenso vacío.

-Sé que el Edward que sonreía, el que creía en la vida y  en que un atardecer era un regalo de la vida, aún está ahí, en alguna parte.-

Salió de la habitación, dejándome con mis pensamientos y mis fantasmas.

Hacia nueve meses desde la fatídica noche en que todo comenzó a desmoronarse, había salido del rancho la noche del evento de primavera, salude a Emmet quien se dirigía allí.

-¿No iras?- pregunto desde el porche de la casa

-Iré por Iriana, hemos tenido algunas diferencias estos días, y creo que es una buena ocasión para reconciliarnos, iré por ella al apartamento y luego iremos. Dile a nuestros padres.- dije mientras subía a la vieja camioneta de la casa, la utilizaban los peones para hacer los recados en el pueblo.

Conduje por más de dos horas, en mi mente sopesaba las formas de reconciliarme con mi esposa, en más de una ocasión mire la argolla que llevaba en mi dedo, símbolo de nuestro amor, eso me daba la certeza de que resolveríamos nuestras diferencias, al fin y al cabo, todos los matrimonios tienen  sus dificultades, pero superarlas juntos era lo más importante, sabernos escuchar y amar sobre nuestras diferencias.

Llegue al departamento a las once y algo, era tarde, tal vez estuviera durmiendo, baje de la camioneta y salude al Tom el portero de la noche.

-Hola Tom, ¿Cómo has estado? – Era un buen hombre, tendría unos cincuenta años, vivía con su esposa y su hijo en las afueras de la cuidad.

-Bien joven, gracias por preguntar.- sonreí y toque el borde de mi gorra de vaquero a modo de respuesta, en la cuidad las personas casi no se conocían entre sí, a pesar de que muchas veces Vivian hasta en el mismo edificio, mis padres me habían criado con otras normas, donde uno conocía a sus vecinos y trataba de ayudar en lo que pudiera, eso era algo que no quería perder, y aunque parecía un campesino extraño, trataba de conocer por lo menos a las personas que vivían y trabajaban en el edificio.

Llame al ascensor y llego enseguida, a esa hora un sábado, seguramente deberían estar todos cenando y bailando fuera, pensé mientras ingresaba en este y pulsaba el piso donde se encontraba nuestro departamento, eso me hizo sentir culpable, era una linda época para pasear en las noches, el aire cálido ya era presente y habían bonitos sitios donde podría llevar a Iriana, pero también era la época de mayor trabajo en el rancho y no podía dejar a mi padre haciendo todo, con Emmet haciendo las practicas, casi no venia, así que Denia compensar su falta cuando podía, ya que yo también estaba terminando mi carrera como veterinario, el año entrante yo tendría que hacer las practicas y le tocaría a Emmet ayudar más a papá, así que debía tratar de hacer lo mejor esta primavera; pero Iriana era una mujer joven, que pasaba mucho tiempo en el  rancho conmigo, era normal que quisiera salir y divertirse, más luego de haber estudiado todo el semestre, ella estaba haciendo la carrera de nutricionista, aunque las ultimas pruebas no le había ido bien, sabía que ella lo lograría. La campana del ascensor me aviso que habíamos llegado, Salí al pasillo, donde estaba nuestro departamento y el de Jacob, un joven que estudiaba para medico, o algo relacionado con la medicina, era un joven simpático, aunque algo alocado, en los últimos tres años, le había contado más citas que pelos en la cabeza debía tener, me reí de solo pensarlo,  se lo había comentado una vez, cuando nos encontramos en el ascensor una tarde.

…-No he conocido a la correcta, cuando la encuentre, me quedare ahí, solo para ella, pero si no sigo buscando, como la hallaré. Además dicen que la practica hace al maestro.- dijo riendo mientras entraba a su departamento….

Llegue a la puerta del departamento y para mi sorpresa se escuchaba música y risas, dude en entrar, pero al  fin y al cabo, era mi departamento también.

Habían unas treinta personas, tomando, riendo, bailando, besándose y mucho más en la sala, la biblioteca y hasta la cocina, camine entre ellos sin poder creerme el desorden y el ambiente libertino del lugar, no lograba ver a Iriana por ningún lado, gire y fui a el dormitorio, la puerta estaba entornada, así que mire por el espacio que quedaba.

-Vamos, pruébalo, veras que es muy bueno, de la mejor calidad, no encontraras nada igual, te hará gozar nena.- un hombre estaba sentado sobre un lado de la cama, dándole la espalda a la puerta,  tomándole el cabello a mi esposa, quien se tenía su cabeza inclinada sobre el regazo de él.

-¿¡Que rayos estás haciendo!?- Grite mientras azotaba la puerta y me impulsaba sobre el hombre, lo tome de la camisa y lo aleje de ella, de la rabia y el impulso, lo arroje al otro lado de la habitación, haciendo que callera al piso, cuando gire mi vista hacia ella, mi horror era aun mayor, no era lo que yo creía, era algo mucho peor.

Su mirada era extraviada, como si no tuviera idea de lo que sucedía a su alrededor, como si no me reconociera, mire el piso donde se hallaba un espejo que se había roto cuando separe al tipo de ella, y un polvo blanco se esparcía por la moqueta.

Camine en grandes zancadas hacia ella, y la tome por los hombros, sus ojos no se enfocaban en ningún lado.

-¿Henry?, tenias razón, esto es mejor que el sexo…- sus palabras eran balbuceadas, cuanta de esa porquería se había metido en el cuerpo.

-¿Iriana, puedes escucharme, amor, puedes oírme?- Estaba en shock, entre la histeria y el horror.

-¿Edward?, amor, ¿crees que soy hermosa?, sabes, tú no me tocas, a mí, tienes ideas a cuantos hombres he rechazado por estar a tu lado, para que tu prefieras a un puñado de animales mal olientes antes que a mí?- No entendía nada, yo no prefería a nadie antes que a ella, si vivía para hacerla feliz, y ahora esto, pero saldríamos de esto juntos, solo sería un mal recuerdo por la mañana, sacaría a toda esta gente y ………… ¿que se supone que hace uno con un apersona intoxicada? Mi mente no podía procesar todo esto ahora, debía enfocarme en solucionar lo primordial, sacar esta gente de aquí y llevar a Iriana a un medico.

La recosté sobre la cama, con cuidado, no sabía que tan mal podía sentirse, yo nunca había usado drogas, ni siquiera fume un maldito cigarrillo en mi vida.

Levante al idiota que estaba con mi esposa con más fuerza de la necesaria y lo saque a empujones de mi recamara.

-Oye amigo, no te pongas así, si es porque la quieres solo para ti, puedo esperar, es toda tuya, solo avísame cuando termines y yo seguiré, sabes es muy dócil cuando esta calada….- el horror me paralizo, que maldita cosa decía este imbécil.

-¿Qué has dicho?- Mi voz era un susurro

-¡Maldita seas! Repite lo que acabas de decir.- la ira se estaba apoderando de mi, mi mente solo repetía las palabras que este mal nacido acababa de decirme y la imagen que vi al entrar en la recamara, lo tome por la camisa y lo coloque contra la pared, nunca me considere un hombre violento, pero en este momento podría matar a este infeliz.

-Oye cálmate, tranquilo, si no quieres no la compartiremos…. Pero es muy buena con los tríos, lo sé…- la sonrisa de suficiencia me termino de superar, lo golpie, lo golpie con todas mis fuerza, la rabia, el asco y la humillación corrían por mis venas, impidiéndome pensar en nada más, no sé cuánto tiempo estuve golpeándolo, pare cuando sentí u voz.

-Para lo vas a matar, sueltaloooo!!!!!!- Iriana jalaba de mi camisa, mi cabello o cualquier parte de mí que pudiera alcanzar, no quería parar, solo lo quería muerto. Cuando mire al bulto de sangre, cortes y dientes rotos que estaba arroyado en el piso, me di cuenta de la brutalidad de mi descontrol.

-Eres una bestia, lo has matado. Eres un animal, igual que los que cuidas en ese maldito rancho.- Iriana se abalanzo sobre el cuerpo de ese hombre llorando, la imagen me hizo volver a la realidad, en ese momento entendí que nada volvería a ser igual, que ella era alguien a quien no conocía en realidad, que mi dulce niña de ciudad, no era más que una fantasía. Me falto el aire, me sentía mareado y un extraño en mi propia casa. Mire a mi alrededor, todos me miraban con horror, me sentí un animal, un despojo se ser humano.

-Yo solo estaba …. Defendiéndote- me miro con esos ojos que una vez fueron la razón de mi vida, llenos de asco y odio.

-Yo no necesito que me defiendas, sabes lo que has hecho, iras preso por esto, te denunciare por esto, lo mataste. Eres un asesino, un maldito asesino.- sus  ojos anegados de lagrimas eran fanas dagas, quien era esta mujer y que así en el cuerpo de mi esposa. Me agache para hacer que se pusiera en pie, seguía aferrada al tipo que parecía estar muerto.

-Suéltame maldito, no me toques. Eres un asesino, nunca más vuelvas a tocarme, te odio Edward Cullen!!!- si algo me faltaba para morir en mi interior eran esas palabras.

Aturdido y desorientado, comencé a buscar la salida, choque con algunas personas, las cuales se abrían al verme aproximarme, no se que aspecto tendría, pero sus caras de horror me quedaron en la memoria como marcadas a fuego.

Baje por las escaleras de emergencia, ni siquiera me tome el trabajo de llamar al ascensor, cuando llegue a la recepción, Tom me miro con horror en sus ojos.

-Sr. Cullen,¿ se encuentra usted bien?, ¿está herido?- él se acerco a mí

-¿Alguien lo ha lastimado?, ¿algún invitado de su esposa?,  ¿ella esta herida?.- las preguntas entraban en mi mente perdida y seguían asía la nada, no podía pensar, solo observaba a Toma balbucear cosas como ambulancia, policía… cuando escuche mencionar a la policía entendí que debía salir de ahí, si Tom la llamaba, no demorarían en llegar.

Salí rumbo a al estacionamiento,  desde lejos vi la camioneta estacionada, fui asía ella, intente entrar, pero estaba cerrada, revise mis bolsillos frenéticamente, no las pude hallar, debieron habérseme caído en algún momento, desesperado, mire en redondo buscando una forma de salir de ahí, entonces vi mi auto, mi Volvo, corrí hasta el, tantee sus puertas y estaba abierto, Iriana lo había tomado cuando se vino del rancho, y tenía la mala costumbre de dejarlo abierto.

Entre en él, rogando por que las llaves de repuestos estuvieran bajo el tapete del acompañante como siempre, y gracias a Dios, ahí estaban.

Encendí el coche cuando a lo lejos escuche las sirenas, me asuste, sabía que tendría que dar explicaciones a la justicia por lo que había sucedido esta noche, pero quería por lo menos hablar con mi familia antes y contarles mi versión, antes de pasar el resto de mi vida encerrado en prisión.

Salí del estacionamiento lo más rápido que pude, gire rumbo a la autopista sin dejar de mirar el espejo retrovisor, no veía patrulleros tras de mí, mire al frente, la luz estaba en rojo a menos de diez metros, me apoye con todas mis fuerzas en el freto, pero aun así no logre evitarlo, un autobús me impacto, pude ver las luces y toda su estructura de hierro avanzar asía mi, solo recuerdo el haberme cubierto la cabeza con los brazos, cerrar los ojos y pensar…”No pude verlos por última vez, pero sepan que los amo a todos…”

Desperté cinco semanas después, conectado a tantas cosas que no sabría describirlas, tubos, cables, y hasta fierros entraban y salían de mi cuerpo en todas direcciones,   en esas semanas inconsciente, escuchaba voces a lo lejos, pero en mi estado de semiinconsciencia solo reconocí a mi madre.

-Vamos hijo, hazlo por mí, por nosotros, todos estamos aquí, te amamos y te extrañamos mucho.- eran fragmentos, frases sueltas

-Ella ha venido a verte hoy de nuevo, no puede entrar, pero igual viene…-

-Ha llamado, le dije que ya te han quitado el respirador..-

-Abre tus ojos, por favor, necesito saber que estarás bien..-

La luz me lastimaba, sentía tanta sed, que podría llorar  como un niño pequeño solo por un sorbo de agua, no podía moverme, sentía que alguien caminaba alrededor de mi, pero lo lograba ver quién era, y mi no lograba encontrar mi vos para pedirle que me dijera dónde estaba.

-Veo que  has despertado, eso es muy bueno, todos esperábamos que lo hicieras.- Una mujer de no más de treinta años, me observaba, vestía un guardapolvo blanco.

-Soy la Dra. Tanya Deaneli, ¿sabes cómo te llamas?¿cuantos años tienes? ¿O que te ha sucedido?- su vos me sonaba ligeramente familiar, como si ya la hubiera escuchado, pero no recordaba de donde. Mientras me hablaba, saco una linterna pequeña de su túnica y me ilumino los ojos, eso me cegó un instante. Me costó encontrar mi voz, tenía la boca seca y mi garganta ardía como si miles de fieros calientes hubieran sido clavados en ella.

-Me llamo Edward Culle, tengo 25 años, y creo que tuve un accidente de tránsito.- mi vos sonaba extraña hasta para mí.

-Así es Sr. Cullen, se encuentra en el Hospital de Bexar, debió ser trasladado en helicóptero debido a su grave estado, ha estado cinco semanas en estado de coma, fue operado del hombro, la cadera y la rodilla del lado izquierdo, la operación ha sido todo un éxito, tuvo varias costillas fracturadas, y temimos por su medula espinal, la cual gracias a un milagro divino, resulto intacta, no así dos vertebras, que aun están sanando, por lo que le recomiendo, no moverse demasiado.-  lo dijo como quien dice el pronóstico del tiempo, yo estaba en shock, pensando en todo lo que me había dicho, cuando medianamente lo entendí, comencé a mirarme, me encontraba en una sala, de cuidados intensivos, ya que no habían camas vecinas, y el silencio indicaba que no era un lugar donde circulara gran cantidad de personas, mis brazos tenían cicatrices frescas, ya estaban curando, pero se veían claramente, mi hombro tenía unos fierros clavados en mi carne, no me dolía, pero a la vista era muy desagradable, el resto de mi cuerpo no estaba mejor, más fierros salían de mi rodilla y en el área de mi cadera un arnés de metal impedía que las sabanas me tocara, levante la tela con mi mano sana, y lo que vi me angustio, suturas atravesaban gran parte de mi cadera y mi pelvis, marcas marrones, las que supongo que en algún momento fueron moradas la rodeaban, pero lo que más impresionaba, era el color morado, casi violeta que cubría toda la parte izquierda de mi cuerpo, mi pecho y mi abdomen.

Me observe durante un rato, sin poder creer que ese cuerpo destrozado y  lleno de marcas, y cortes, hematomas, y suturas fuera el mío, cuando al fin me convencí, de que el lunar en mi mano derecha, era el mismo que había tenido toda la vida, así que el resto debía ser también mío, solo pude cerrar los ojos y llorar.

Ese día agradecí a Dios por seguir vivo, mi mente comenzó a recordar los últimos instantes antes de la inconsciencia, el impacto que me hizo volar hasta el otro lado del auto, pasando al lado del acompañante, recuerdo haber sentido el dolor el mi lado izquierdo, justo antes de salir disparado, el ruido ensordecedor de los fieros chocando entre si y doblándose bajo la fuerza del impacto y el peso del colectivo, la explosión de los cristales, sentir mi cuerpo como si no fuera mío, sentirme solo un peón en una escena sin sentido, no poder controlar ni evitar los golpes que el impacto me estaban generando, permanecía con los ojos cerrados, sentí mi cabeza golpearse duramente y nada…. Luego nada.

Dios si era todo poderoso, si pude salir vivo, solo debía ser obra de él. Me quede dormido en algún momento, cuando desperté, el rostro feliz de mis padres, me lleno de esperanza.

-Hola! Gracias a Dios estas de vuelta.- la voz de mi madre reflejaba lo mismo que sus ojos, felicidad y un enorme alivio, me sentía feliz, aunque en ese momento, aun no sabía que sería por muy poco tiempo.

 

 

 

 

Bueno, aqui les dejo un pedacito más de la historia, espero les guste, pensaba hacer este capitulo más corto, pero simplemente salio así. Espero les guste, tengo una idea general de lo que quiero de la historia, aunque en su mayoria va surgiendo a meida que escribo, pero recibo de buen agrado todas las sugerencias y comentarios. No sean timidas, dejen sus comentarío, y sus votos, es importante para mi. Bueno, les deseo buen fin de semana, besos

Capítulo 3: Capítulo 5:

 


 


 
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