Entramos por la puerta de casa, eran las ocho y media de la tarde, pero no tenía mucho hambre, ya que Alice había sacado cosas para picar.
-Edward, ¿tienes hambre?- le pregunté mientras dejábamos los abrigos en el perchero.
-No mucha- me dijo poniendo sus manos en mi cintura y acercándome a él con cara pícara.- ¿Y tú?- comenzó a besarme el cuello y a acariciarme los muslos por encima del vaquero.
-No, no mucha- le dije con la voz entrecortada, Edward me excitaba, me excitaba mucho, y esta noche también tendríamos sexo. Comencé a desabrocharle la camisa mientras él me acariciaba. Él se quedó con su pecho al aire y yo se lo acaricié con mis manos. Nuestras respiraciones, se volvieron más entrecortadas y Edward me cogió por las nalgas y me sentó en la mesa del salón. Aparté, como pude, algunos adornos que había sobre la mesa, pues podríamos romperlos. Edward comenzó a lamerme el lóbulo de la oreja y a la vez, a quitarme la camiseta. Yo estaba excitaba, necesitaba sentirle dentro de mí, esa noche volvería a ser suya. Era nuestra segunda vez, pero parecía la última, pues Edward me acariciaba y me besaba descontroladamente.
-Edward- le susurré al oído y él me quitó los vaqueros tirándonos al suelo. Yo me quedé con las piernas colgando por fuera de la mesa, pero él me las aferró a su cintura mientras me besaba mis pechos por encima del sujetado hasta que me lo quitó por completo y también me lo tiró al suelo. Gemí, gemí al sentir como su lengua lamía mis pechos mientras sus manos acariciaban mis muslos de arriba abajo. Él se quitó los pantalones y se quedó en boxers. Yo estaba solo con las braguitas, aunque no tardó en quitármelas y tirarlas al suelo. Con mis piernas, fui bajándole el bóxer mientras él me besaba el cuello y me acariciaba los muslos. Nos quedamos completamente desnudos y yo abrí mis piernas para que él se introdujera cuanto antes, pero Edward optó por ir besándome y lamiéndome por todo el cuerpo desde mi boca hasta mi parte más íntima, que al llegar a ella, me provocó el emitir un gemido. Edward era increíble. Yo jamás lo había hecho encima de una mesa y jamás me habían hecho el amor tan bien como me lo hacía Edward. Siguió lamiendo mi parte íntima.
-EDWARD- grité.-EDWARD- grité más de placer. Quería sentirlo dentro de mí.- HAZME TUYA YA – le grité, no aguantaba más, estaba totalmente desnuda y empapada en sudor debajo de él y quería sentirlo dentro, muy dentro. Edward sujetó mis muñecas y me puso cada una a un lado de mi cabeza, una a la derecha y otra a la izquierda. Estaba totalmente inmóvil, era toda para él, y él era para mí. Por fin, se dispuso a penetrarme. Gemimos, ambos gemimos y él me tapó la boca dándome un beso y metiéndome la lengua en ella. Él se movía muy bien, y ambos sentíamos mucho placer.
-Bella- me susurró al oído.- Te amo- me dijo moviéndose dentro de mí mientras me besaba el cuello- BELLA- gimió gritando.
-EDWARD- le grité- Te amo- le dije alto, muy alto. Seguimos moviéndonos sin parar, hasta que alcanzamos el orgasmo. Nos quedamos casi sin respiración, tratando de recuperarla encima de la mesa. Nos quedamos allí varios segundos, hasta que Edward me cogió, aun dentro de mí, y me llevó a la cama, donde seguimos haciéndolo hasta que ambos nos dormimos más tarde de las 12.
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