Me desperté desnuda al lado de Edward, quien aun dormido, seguía abrazándome. Ese día, Edward y yo no iríamos a trabajar hasta las11 de la mañana, pues teníamos que ir al médico a hacerme la ecografía de los 4 meses, en la que me dirían el sexo del bebé. Edward y yo lo teníamos claro: si era niña, se llamaría Daniella, y si era niño, se llamaría
Edward, como su padre. Salimos tarde de casa, pues Edward estaba muy cariñoso. Eran las 10 cuando llegamos al médico. Nos sentamos en la sala de espera y a los 5 minutos nos llamaron para entrar. -Buenos días chicos- nos dijo la doctora mientras entrábamos y yo me tumbaba en la cama.
-Buenos días- contestamos Edward y yo a la vez con una enorme sonrisa en la cara. La doctora comenzó a examinarme, el bebé se resistía a moverse para poder verle, pero al fin lo hizo.
-Es- dijo la doctora- Es una niña- nos dijo finalmente.
-¿En serio?- la pregunté con alegría mirando a la pantallita donde se la veía. La doctora asintió con la cabeza. Edward quería un niño y yo prefería una niña.
-Es maravilloso- respondí riéndome por la alegría que sentía.
Miré a Edward, quien estaba de pie al lado mía. Me cogió la mano y me sonrió.
-Daniella- dijo Edward mirando hacia la pantallita. Él también estaba muy contento a pesar de que iba a ser una niña y no un niño, como él prefería.
Aquel día, en el trabajo, no hicieron más que preguntarme acerca del sexo del bebé. Todos me dieron la enhorabuena a mí y a Edward. Una vez en casa, me llamaron Jessica, Alice y mi padre. Mi padre estaba muy contento de ser abuelo, y aun más de que ese nieto fuese una niña. Alice me felicitó numerosas veces y Jessica me dijo que me compraría algún regalito para Daniella.
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