Eran casi las 9 y media de la mañana y Edward y yo estábamos esperando a que saliese su avión rumbo a Madrid. No quería que se marchara, ni él tampoco quería irse, pero tenía que hacerlo si no quería perder su puesto de trabajo en la empresa. De pronto, por el megáfono, dieron la salida del vuelo hacia Madrid. Edward cogió sus cosas para disponerse a pasar el escáner y entrar en el avión, lugar en donde yo no podía entrar.
-Te voy a echar mucho de menos- me acarició la mejilla
-Y yo a ti- le miré fijamente a sus preciosos ojos azules y me puse de puntillas para poder besar sus finos y carnosos labios. Aquel beso fue un beso especial, un beso de despedida. Duró más tiempo de lo normal.
-Te quiero- podía notar el dulce aliento de Edward en mi cara
-Y yo a ti- le respondí
Edward agarró su maleta y caminó hasta el escáner. Una vez pasado este, se despidió de mi lanzándome un beso con su mano, y yo me puse de puntillas para devolvérselo. Comenzó a caminar por el pasillo del avión hasta que desapareció por completo de mi vista. Eché alguna que otra lágrima, estas dos semanas, iban a ser las peores de mi vida, no sabía si iba a poder aguantar.
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