Me desperté por la mañana al lado de Edward, que estaba tan dulcemente dormido y abrazado a mí. Eran las ocho y media de la mañana y había que ir a trabajar, así que me dispuse a despertar a Edward.
-Cielo- le moví un poco- Cariño…- le besé y él se despertó.
-Hmmmm…- se quejó, pero a la vez se alegró por despertarle así.
-Vamos, hay que ir a trabajar- comencé a besarle poco a poco, hasta que él me animó con sus manos a subirme encima de él. Me subí y comencé a besarle el pecho mientras el me lanzaba una mirada pícara. Pude notar su erección, lo que me excitó mucho y pasé de besarle el pecho a lamérselo. Él comenzó a lamerme los pechos, y al fin me penetró fuertemente. Ambos gritamos de placer. Íbamos a llegar tarde al trabajo, pero supongo que me daba igual, Edward estaba hecho totalmente para mí, y yo para él. Su cuerpo era perfecto, y no podía desperdiciarlo de cualquier manera, así que seguí subida encima de él, y seguimos moviéndonos cada vez más aceleradamente. Yo subía y bajaba, subía y bajaba, y él me tocaba los pechos a la vez que gemíamos.
Seguimos en la cama unos cuantos minutos, hasta que ambos nos dimos cuenta de que eran casi las nueve y llegaríamos tarde a trabajar.
Nada más llegar al trabajo, el jefe Michael me llamó para que fuera a mi despacho, me tenía que decir algo importante ¿Qué sería? Llamé a la puerta del despacho y entré.
-Buenos días Isabella- me dijo Michael, que estaba sentado en su silla esperándome.
-Hola- le respondí y me senté en una de las sillas. Michael respiró hondo y comenzó a hablar.
-Isabella, para poder renovar a Edward en la empresa, tendrá que irse dos semanas a trabajar fuera del país- me quedé sin palabras, Edward se tendría que ir un par de semanas.
-Oh- tragué saliva- ¿A dónde tendría que ir?- pregunté
-A Madrid, España. Serían un par de semanas.- me respondió cogiendo el teléfono- Voy a llamarle- se puso el teléfono en la oreja- Edward, ven a mi despacho un momento por favor.
Edward entró por la puerta y se sorprendió de verme allí sentada.
-Hola.- se sentó en la silla de al lado mía.
-Edward, para renovarte aquí en la empresa, tendrás que marcharte un par de semanas a trabajar a Madrid, España- le entregó un papel y Edward lo cogió, era el contrato.
-Oh, vale. ¿Cuándo sería?- Edward me miró a mí, y luego volvió a mirar al contrato.
-Mañana a las nueve de la mañana sale el avión- le respondió Michael.- Tienes que firmarlo- le entregó un boli.
-Vale- Edward lo firmó y se lo dejó sobre la mesa.
Llegamos a casa a eso de las 3 de la tarde. Nos preparamos para comer unos macarrones con tomate, los que hacía Edward estaban buenísimos. Estuvimos durante la comida hablando del viaje que tendría que hacer mañana a Madrid por temas de trabajo. La tarde se pasó rápida, y pronto llegó la cena, en la cual cené poco, pues no tenía mucho hambre.
-¿Has hecho ya la maleta?- pregunté a Edward mientras entraba en la habitación.
-Sí- se dispuso a cerrarla y se acercó a mí- Te voy a echar mucho de menos- me dijo agarrándome por la cintura
-Y yo a ti- no podía parar de mirar sus finos labios
-Bueno, os voy a echar mucho de menos- puso su mano en mi tripa y me la acarició. Se refería a mí y a nuestro bebé, y ambos nos reimos.
Me puse de puntillas y le besé, le besé como si fuera la última vez que pudiera hacerlo. Él me alzó y me tumbó suavemente en la cama. Me besó. Enredé mis manos en su pelo e incliné la cabeza para atrás para que pudiera besarme el cuello más fácilmente. Mientras él me besaba el cuello con dulzura, yo comencé a desabrocharle la camisa y toqué su pecho como pude, pues estaba atrapada entre sus brazos. Él me quitó la camiseta y me besó los pechos por encima del sujetador. Yo estaba excitada. Me dio pequeños besos desde mis pechos hasta el principio de mis vaqueros, los cuales me desabrochó y quitó. Me besó el vientre mientras me quitaba poco a poco las braguitas. Mi respiración se volvió más acelerada cuando Edward me las quitó del todo. Él se quitó rápidamente los pantalones y a la vez el bóxer. Pude notar su erección, lo cual me provocó gemir. Estaba aferrada a la sábana y él encima mía besándome todo el cuerpo. Era nuestra última noche y había que aprovecharla. Me penetró suavemente y ambos gemimos.
-EDWARD- grité. Comenzó a moverse dentro de mí.
-BELLA- gritó- TE AMO- volvió a gritar. Cogió mis muñecas con sus manos y me las depositó a ambos lados de la cabeza. Ahora yo estaba totalmente atrapada entre sus brazos y entregada a él. Era toda suya, pero quería más.
-EDWARD- grité y él me besó
-BELLA- gimió.
Sus movimientos eran cada vez más fuertes y más rápidos. Ambos alcanzamos el orgasmo unas cuantas de veces, pues estuvimos haciendo el amor toda la noche.
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