La semana se pasó rápido. A Edward le compré un pantalón y una camisa para su cumpleaños, que sería el sábado. El viernes, fuimos a casa de Alice para verla y felicitarla por su embarazo de apenas un mes y medio. Estaba estupenda junto con Jasper. Los dos tenían cara de felicidad y estaban muy ilusionados. Edward también lo estaba, pues iba a tener un sobrino o sobrina. Jasper y Alice me sorprendieron ya que ambos tenían claro el nombre del bebé: si era niño se llamaría Peter, y si era niña se llamaría Samantha.
El sábado por la mañana me desperté sobresaltada, pues era el cumple de Edward. Éste aun estaba dormido, eran las 10 de la mañana y Jasper, Alice y mi padre vendrían a comer y a pasar el día. Me duché y me alisé el pelo para la ocasión. Ya tenía los regalos preparados y envueltos para dárselos en cuanto llegaran los invitados. Pero de pronto me percaté de algo. Fui a mi habitación, donde seguía Edward durmiendo, a mirar mi calendario del periodo. Me di cuenta de que estábamos a día 20 de Junio y la regla me tendría que haber bajado el 14 de ese mismo mes. Me puse a contar los días y daba exacto, tenía 6 días de retraso. Jamás, en mi vida, se me había retrasado tanto. ¿Estaría embarazada? ¿Edward y yo íbamos a ser padres? No me lo podía creer, así que para salir de dudas, bajé a la farmacia que había al lado de mi casa y me compré una prueba de embarazo. Le pedí a la farmacéutica que me diera la más fiable, y ella me la dio, y además venía de cuanto estaba, si es que lo estaba. Subí corriendo a casa, estaba impaciente por saber el resultado. Por una parte me hacía ilusión si de verdad estaba embarazada, pero por otra no, pues no sabía cual iba a ser la reacción de Edward. Me hice el test y esperé 2 minutos, tal y como ponía en el prospecto. De pronto vi que en la pantallita empezaban a salir letras. Ponía: embarazada. No me lo podía creer. Me quedé paralizaba, estaba embarazada, ¿cómo era posible? De pronto me acordé de que las dos primeras veces que Edward y yo nos habíamos acostado, no utilizamos protección, y me había quedado en la primera vez, ya que además de poner que estaba embarazada, también ponía de cuánto. Ponía que estaba de 17 días, los mismos días que habían pasado desde nuestra primera vez.
No sabía como se lo iba a decir a Edward, no sabría si le haría ilusión, o si me abandonaría a mí y a mi bebé. Entonces me empezó a doler la tripa de nervios y mi mano no dudó en tocarla, allí estaba mi niño, el niño de Edward y mío, nuestro hijo.
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