Al salir por la puerta del trabajo, vi que diluviaba, así que saqué mi paraguas del bolso, lo abrí y me puse a correr en dirección a mi Mercedes. Entré y arranqué el coche, estaba deseando llegar a casa y ponerme calentita. Llegué a mi casa a las3, me puse ropa cómoda y me preparé para comer una ensalada acompañada de un filetito. Tenía muchísima hambre, así que no tardé en comérmelo.
Pronto llegó la hora de acostarse, y eso fue lo que hice.
Me desperté por la mañana y pensé en que iba a ver a Edward otra vez, lo que me hizo dar un pequeño salto de la cama y arreglarme. Esta vez, me solté mi pelo castaño y me puse un vestido cortito con tacones, hoy hacía un soleado y caluroso día de Junio.
Al llegar al trabajo, fui directamente a mi despacho y me puse a trabajar cuanto antes. A la 1 y media, tenía una reunión con el resto de jefes de la empresa, y cuando llegué a la sala de juntas, le vi allí, sentado en una silla con las manos puestas sobre la mesa y jugueteando con un bolígrafo. Al verme, se sobresaltó y se levantó a saludarme.
-Hola Bella- me dijo con una gran sonrisa en su cara mientras se ponía de pie para saludarme.
-Hola- le dije sonriendo y tendiéndole la mano con gesto de saludo. Él me la cogió y yo me estremecí. Estuvimos toda la reunión mirándonos mutuamente el uno al otro, él me gustaba, y creo que yo a él también.
-Bella, ¿te gustaría ir hoy a cenar conmigo?- me dijo mientras salía de la sala de juntas. Yo me quedé paralizada, no sabía que decir, aunque sabía lo que quería.
-Claro, ¿dónde y a qué hora? – le dije en tono gracioso y sonriéndole. Él me devolvió la sonrisa.
-En el “Silk” a las 9- me dijo con una sonrisa pícara.
-Genial, allí nos vemos- le dije con la voz entrecortada. Cada vez que se me quedaba mirando me ponía muy nerviosa y tartamudeaba. Nos despedimos y me fui a mi casa, comí y me arreglé: me alisé el pelo, me puse un vestido de palabra de honor rojo que me llegaba por encima de la rodilla y unos tacones altos también rojos, y salí por la puerta.
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