Sólo 24 Horas más

Autor: Day_Swan
Género: Fantasí­a
Fecha Creación: 31/12/2013
Fecha Actualización: 16/01/2014
Finalizado: NO
Votos: 9
Comentarios: 6
Visitas: 11505
Capítulos: 9

Sólo 24 horas más

Sinopsis

“Todas mis posesiones por un poco más de tiempo”. Edward ha prometido un amor eterno a Bella; no obstante, un accidente automovilístico hace lo impensable: los separa. ¿Cuáles son los pensamientos de Edward antes de morir? Bella. Sólo ella. Tiempo. Sólo un día, para decirle todo lo que no le dijo. Un deseo de navidad, un amor inmortal y la intensidad de dos almas con el único deseo de estar juntas, sólo 24 horas más… para luego decir adiós.


Hola chicas, creo que tardé en subir el fic en esta página. La tengo en Fanfiction bajo mi usario "Day M. Odair" Está prohibido publicarla sin autorización previa. 

La trama es completamente de mi autoría. Es súper triste, pero con final feliz.

¡Espero se animen a leer!

Day_Swan

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Capítulo 7: Capítulo VI

ADVERTENCIA: PUEDEN NECESITAR PAÑUELOS, POR DIALOGOS Y ESCENAS REALMENTE TRISTES.

ESPERO LES GUSTE ELC APÍTULO, ¡A LEER!


Capítulo VI

Desde que morí no he dejado de pensar en lo injusta que puede llegar a ser la vida.
No sufro por haber muerto, sufro por el dolor que he dejado en las personas que me extrañan.
¿Cómo puedo irme en paz cuando sé que muchos están sufriendo por mí?
Por esa misma razón me aferro a la vida,
una vida que ya he perdido.

24 de diciembre, 2013. Lexington Kentucky. (9:15 am)

Edward

Comimos en un Starbucks cercano y Bella se encargó de curar las heridas del cuerpo de Anthony y colocó unas cuantas gazas nuevas. Me dijo que estaba muy débil y que debía comer alimentos nutritivas, yo bromeé con que ansiaba verla con ese traje sexy de enfermera que se puso una vez para mí. Ella se sonrojó y evadió mi mirada, pero para la sorpresa de todos los clientes del Starbucks y mía, ella se sentó en mis piernas y me dio un memorable y profundo beso que nos dejó sin aliento a ambos.

Ahora estoy conduciendo su coche rumbo al parque de diversiones —el cual no sé si abrirán el día de hoy pero no me importa— y Bella está radiante, casi feliz; sin embargo cuando me descuido la veo sufriendo en silencio con la mirada perdida y puedo decir con seguridad que sus pensamientos están envueltos con la conversación que tuvimos hace cuatro horas atrás.

—¿Adónde vamos? —pregunta ella, bostezando.

—Puedes dormir si quieres —le digo.

—¿Qué? De ninguna manera. Estás muy débil, debes dormir, aunque sea por dos horas. ¿Adónde vamos? —Vuelve a preguntar y sé que no debo contradecirla—. Yo manejaré, sólo dime adónde vamos.

De pronto, estoy sonrojado y ella se echa a reír.

“Eres una marica, Edward Cullen”, comenta Anthony con absoluta diversión.

—Al parque de diversiones —respondo a Bella evitando sus ojos.

—¿Parque de diversiones?

—Sí.

Ella se halla completamente interesada y sus ojos brillan, entonces sé que probablemente lo del parque de diversiones fue una buena idea.

—¡Eso es genial! ¡Imagina el montón de niños que debe haber el día de hoy! —grita ella ilusionada—. Saca tu trasero de ahí, yo manejaré. —Se baja del auto para que cambiemos de asientos. En cuanto estoy fuera, ella ríe—. Te ves terrible.

—Tal vez porque Anthony es feo.

“¡Oye!”, reclama Anthony indignado.

—Estoy segura que Anthony ha oído eso —repone Bella con una sonrisa, para después ponerse de puntillas y darme un tierno beso en la mejilla.

Ella sonríe ahora y mientras duermo sueño sólo con esa sonrisa suya, y pienso que debo recordarla de esa forma: sonriendo. Pero sé que esa sonrisa va a borrarse en cuanto me vaya. ¿Podré soportar el saber que sufre? Imposible. Quiero tenerla, quiero sostenerla y acompañarla por siempre. Quiero todo con ella, absolutamente todo, y sobre todas las cosas, quiero en ella esa sonrisa por siempre.

En cuanto despierto, me doy cuenta de que la voz de Bon Jovi está sonando en mis oídos. Cuando abro los ojos me encuentro con una sonriente y alegre Bella que me acaricia la frente y la nariz con sus dedos. Me espabilo y me percato de que los auriculares de su Ipod se hallan en mis oídos.

—Eres cursi —le digo acercándome a ella—. ¿Quieres dedicarme más canciones? —sugiero alzando mis cejas con picardía.

—Todas las canciones que tengo en este Ipod, Edward, ninguna explica lo suficiente cuánto significas para mí —susurra con dulzura, sin apartar sus manos de mi rostro—. ¿Sabes por qué? Pues porque no hay palabras suficientes.

"Ella realmente es maravillosa —piensa Anthony—, tienes suerte de haberla conocido, hermano".

"Lo sé".

—Bella, no sé cómo puede haber tanta dulzura en una persona —contesto sonriendo de oreja a oreja cuando me encuentro con su mirada—, maldición, eres tan perfecta.

Ella sonríe y se acerca aún más a mí. Casi sentándose en mi regazo, en aquel auto suyo. En su Ipod suena una canción de Lifehouse que es muy apropiada para la ocasión.

—¿Sabes cuándo soy perfecta? —pregunta ella, a lo que yo niego con la cabeza—. Cuando estoy contigo. Cada persona tiene su otra mitad, el que la complementa. Desde que tengo dieciséis años yo encontré la mía, y desde aquel momento no he vivido más que alegrías.

Está sonriendo; no obstante, en sus palabras hay un trasfondo de tristeza. Mierda, hasta yo quiero llorar, quiero echarme a llorar y rogar por una vida que ya me fue arrebatada; no puedo hacerlo sin embargo, Bella me necesita fuerte.

O quizás...

Entonces lo descubro.

Los seres humanos en ocasiones nos creemos invencibles y en cada momento que podemos, alardeamos qué tan fuertes somos; yo te diré lo que en realidad ocurre: mientras más fuertes digamos que somos, más frágiles nos convertimos. Lo he descubierto al conocer la vida de Anthony, un chico con una vida llena de dolor y miseria, un chico que fingió ser fuerte para protegerse de todo lo que en realidad le dañaba. Todos en esta vida tenemos ese escudo que Anthony creó.

Mi infancia, sin embargo, no fue difícil como la de Anthony, pues nunca llegué a vivir tal sufrimiento, pero el accidente cambió mi modo de ver las cosas, necesité ese escudo, necesité sobreponerme y asumir que he perdido el derecho a vivir, fue en ese entonces en el que aquel escudo se creó dentro de mí, el que me protege del daño —o sólo me ayuda a sobrellevarlo— y me da fuerzas para continuar. Ahora me doy cuenta que todas las fuerzas que he adquirido me las ha dado Bella, su amor, sus lamentos, sus lágrimas, las lágrimas de toda mi familia.

Yo quise, quiero, ser fuerte por ellos —o al menos fingir serlo— y eso me vuelve más frágil porque tendré que marcharme.

—Bella, mi Bella... tú me inspiras —susurro mirando sus ojos—, eres mi fortaleza y mi debilidad.

—Lo mismo digo, mi guapo Edward. —Sonríe juguetonamente y algo se remueve en mi pecho—. Eres adorable.

—Vaya gracias, aunque pensé que era sexy.

Ella se ríe mientras apaga el motor del auto, por ende me doy cuenta de que ya hemos llegado al atestado parque de diversiones.

—Bueno. ¿Quieres que te diga sexy? —Arquea una ceja en mi dirección—. Porque la verdad es que Anthony no está tan mal... —Me mira de pies a cabeza.

—¡Oye! —exclamo cuando bajamos del auto—. ¡Pero es que no estamos hablando de él!

Anthony, en mi mente, se echa a reír.

Bella me guiña un ojo conforme acomoda su cabello en una coleta y se coloca su bufanda. Afuera el clima es ligeramente frío a pesar que el leve sol nos acobija a todos con su presencia.

—Pero es su cuerpo, por lo menos debo darle un cumplido.

—¿Ah sí? —La miro fingiendo estar indignado—. Vaya, que generoso de tu parte.

—Y que celoso de tu parte —completa Bella con sorna, mientras me toma de la mano y caminamos juntos hacia el parque de diversiones.

"No puedo creer que estén haciendo esto —me dice Anthony con un tono de reprimenda—. ¡Es su último día juntos!"

"Por eso estamos aquí, Anthony. Queremos hacer cosas normales, como si no fuese una despedida", contesto.

"¿Y eso le quitará el dolor?".

"No. Nada va a disminuir el dolor cuando llegue el momento de marcharme", aprieto la mano de Bella en cuando le digo esto a Anthony.

"Es lo que pensé", es lo único que responde, con tono reflexivo.

Bella compró dulces para repartir en el parque. Cuando se aburre de aquello, subimos a unos cuantas atracciones y nos dirigimos a un puesto de hog dogs y comemos sin dejar de platicar en ningún momento. No tardamos mucho en el parque, cuando faltan 5 minutos para las 11 de la mañana, nos estamos dirigiendo al auto cine y miramos una estúpida película de comedia que resulta ser una de las más malas que hemos visto. Lo irónico, es que igual reímos.

Almorzamos dos rebanadas de pizza en aquella pizzería donde Isabella y yo tuvimos nuestra cuarta cita —fue allí cuando le robé su primer beso y le confesé que el dinero que utilicé desde nuestra primera cita lo estuve ahorrando desde semanas— Bella se sentó en mis piernas y comimos de esa manera —ante la mirada incrédula de los demás— y cuando comenzó a sonar una canción de Bon Jovi en el estéreo del local, Bella comenzó a cantarme utilizando el bote de su pepsi como micrófono.

1 de la tarde cuando salimos del local riendo a carcajadas cuando ocurre algo que no nos esperábamos.

Alice y Jasper están justo al frente de nosotros; no obstante, ninguno ha reparado en nosotros.

—Oh Dios mío —masculla Bella halándome de la mano de vuelta al interior del local—. Ellos seguramente reconocerán el auto de mamá.

—¿Dónde creen que estás? —pregunto con el ceño fruncido. Y cuando Bella escucha mi pregunta, enrojece.

—Dios... ellos probablemente están preocupados por mí —balbucea con frenesí—. Debería llamarlos.

—¡Por supuesto! —exclamo alzando las manos hacia el cielo—. Debiste haberlo hecho desde hace horas. Probablemente estén detectándote como desaparecida. O tal vez piensen que...

Ella sacude la cabeza y me calla colocando sus dedos en mis labios.

—Tranquilízate.

Hago una mueca.

—Eres exasperante.

Ella me guiña un ojo, ¡me guiña!

—Y tú eres un bombón.

No puedo creer que haya dicho eso.

—¿Te refieres a Anthony o a mí?

—¡Y qué celoso eres, por el amor de Dios! —exclama riendo—. ¿Anthony está escuchando esto?

Asiento con la cabeza.

—Sí. Y lo has emocionado con tu comentario anterior.

—¡Oh! Y se me olvidó decirle que tiene unos extraordinarios ojazos —riñe ella con una sonrisa perversa.

Le doy una suave palmada en su trasero y ella da un saltito de asombro; afortunadamente, nadie se da cuenta de aquello.

—¡Eres exasperante! —Vuelvo a exclamar, pero esta vez estoy divertido porque siento aquella familiaridad volviendo a ceñirse entre nosotros.

“Quisiera un amor como el de ustedes —suspira Anthony—. Pero seguramente no lo merezco".

"Todos merecemos un amor —contesto con entusiasmo—, lo que pasa es que al no encontrarlo, nos cerramos ante la esperanza. Y para encontrar el amor que merecemos hay que llenarnos de paciencia, para amar hay que ser paciente en todos los sentidos existentes".

"Wow, te has convertido en todo un sabio, Edward".

"Hago lo que se puede".

—¿Entonces... qué haremos? —pregunta Bella después de unos minutos en silencio.

—¿Hacer? ¿Debemos hacer algo? —Frunzo el ceño y finjo no saber de lo que está hablando.

—¡Obvio! ¿Crees que podemos salir y saludar a Alice y a Jasper con toda la naturalidad del mundo? Pues no, si me ven contigo enloquecerán, se supone que estoy triste porque has muerto, nadie va a creer que estoy saliendo con otro chico, así que, indudablemente, cuando te vean pensarán que me secuestraste o algo así.

“Wow, que imaginación”, susurra Anthony entretenido.

—Evidentemente tienes razón. Deberías esperar un poco para salir de aquí —sugiero un tanto divertido por la obstinación de Bella—. No te alteres y llama a tus padres.

—De acuerdo, Sr. Mandón —murmura marcando unos cuantos números en su móvil.

Bella platica con su madre por un par de minutos y le da una vaga explicación de lo que está haciendo. Le dice que lamentablemente no pasará la navidad con ellos porque necesita tiempo para estar sola, que no la busquen en mi departamento, porque no estará allí y que les enviará mensajes para asegurarles que se encuentra bien.

—¡Listo! Ella enloqueció, pero supongo que mi estado de ánimo le dijo que estoy bien, ¿no? —Sonríe tímidamente—. Iré a ver si ellos ya se han ido.

Cuando me mira, se encoje de hombros.

—Están en la tienda de discos.

—¿Se supone que sólo nos quedaremos aquí por el resto de la tarde? Tal vez debería salir yo, mover el auto hasta aquí e irnos.

—Es probablemente algo tonto, porque si mueves el auto llamarás la atención de ellos. Y Alice se sabe el número de placa del auto de mamá. —Frunce el ceño y muerde su uña con impaciencia—. Debemos esperar.

Observo mi reloj y refunfuño. Son las 1:45 de la tarde. ¿Cuándo se podrán tardar Alice y Jasper para largarse de aquí? Demonios, podría ser una eternidad.

—De acuerdo, sólo salgamos. —Beso su mano ante su mirada consternada—. Tú sales por tu lado, yo por el mío, si ellos te ven sólo saluda y diles lo mismo que le dijiste a tu madre. ¿Está bien?

Bella asiente con la cabeza rápidamente.

Ante la mirada atónita de las personas que se hallan en la pizzería, Bella se asoma cuidadosamente por la ventana del lugar para ver si Alice y Jasper permanecen todavía afuera. Cuando se vuelve hacia mí y veo su gigantesca sonrisa me doy cuenta de que ellos se han marchado, por eso tomo su mano entre la mía y salimos del local como una pareja normal, enamorados y felices.

—Bueno, creo que nos ahogamos en un vaso de agua, ¿no? —interroga ella apretando mi mano—. ¿Adónde vamos ahora?

Me encojo de hombros.

—¿Patinar?

—No sé patinar, Edward.

—Pero siempre quisiste aprender, así que te voy a enseñar —explico como si fuera lo más obvio del mundo—, eso es lo más normal que una pareja haría. Y dijiste que querías normalidad en esto. ¿Recuerdas?

—Sí, pero tengo dos pies izquierdos, además...

Pero ella no puede continuar hablando, porque a lo lejos —del otro lado de la calle justo al lado del auto de la madre del auto— escuchamos una exclamación, el sonido de un taconeo, y luego una voz muy conocida por nosotros dos grita en una exhalación:

—¡¿Bella?!

Y abruptamente retiro mis manos de las de Bella y palidezco y me tenso, al igual que Bella quien abre los ojos como platos a ver a Alice acercándose a nosotros dos, con una mueca de confusión en su precioso rostro. Jasper la sigue a paso ligero, pero puedo notar en él un poco de incredulidad, y sé que él ha visto mis manos unidas a las de Bella, por lo tanto no me extraña que Alice Brandon también lo haya notado.

—Bella, ¿qué estás haciendo aquí? —Alice nos mira ambos (sin prestarme mucha atención) esperando una respuesta—. ¿Quién es tu amigo?

Alice siempre tan indiscreta...

—Él es Anthony y...

Alice me sonríe ampliamente, me ofrece su mano para estrecharla con la mía, y por un momento, sólo por un par de segundos que parecen toda una vida, veo algo cambiar en sus orbes negros cuando ellos se encuentran con mi mirada. Algo aparece, aunque desaparece abruptamente, pero no me importa, lo he visto, estuvo allí: un poco de reconocimiento. Puedo asegurar que ella ha notado algo en mí que le parece familiar, pero no esperaba, ni por asomo, ver las lágrimas en sus ojos cuando se alejó de mi agarre y miró a Bella buscando respuestas.

—¿Bella qué...? —Su voz tiembla.

—¿Qué pasa, Alice? —Se apresura a preguntar Jasper.

—No me siento bien, yo... —Ella no abandona mi mirada. Inclina su rostro a un lado, haciendo un gesto parecido al de un ave—. Estoy confundida, Bella. ¿Anthony? ¿De dónde lo conoces?

—De... sólo nos conocimos hoy —contesta Bella sin molestarse en ocultar su nerviosismo—, justo... justo nos despedíamos.

Alice y Jasper fruncen el ceño casi a la vez y estoy seguro que se han dado cuenta de que Bella miente. Sin embargo, aunque quiero ayudarla, no puedo hacer nada, porque Alice y Jasper no me conocen —al menos al cuerpo de Anthony—, y sería demasiado fuera de lugar que me explicara ante ellos cuando ninguno se ha atrevido a inmiscuirme en la conversación.

—Estás mintiendo —gruñe Alice.

Bella se encoge.

—No lo estoy.

—Sí lo estás.

—¿Bella, estás bien? —interroga esta vez Jasper—. ¿Este señor te está molestando? —Me señala con la barbilla.

Bella sacude la cabeza.

—No. Es un amigo.

—Y me resulta familiar, además —añade Alice, paralizada —. ¿Te he visto en alguna parte?

Sacudo la cabeza.

—Yo, probablemente, estoy perdiendo la cabeza —piensa ella en voz alta, colocando una de sus manos por encima de su pecho para después aproximarse a Bella y le da un fuerte abrazo y puedo notar la mirada de confusión plasmada en sus ojos—. Te veré después, Bella. —Luego de soltar a Bella, me observa fijamente—. Un gusto conocerte, Anthony.

Jasper estrecha su mano con la mía y asiente con la cabeza hacia Bella después de susurrarle algo en el oído y besarla en la frente. Ellos se marchan después de aquello, y Bella y yo nos damos cuenta de que, de alguna forma u otra, Alice me reconoció por un momento.

—Pensé que se desmayaría en cualquier momento —susurro sin aliento.

Pero Bella no me responde, sólo me mira con ojos tristes y susurra:

—¿Cuánto tiempo nos queda?

—No te preocupes por el tiempo. —Sólo contesto. ¿Cómo le digo que sólo son horas y no días como ella antes pensaba?

—¡Que no me preocupe por el tiempo! —exclama ella, invadida por una furia que no comprendo—. ¡¿Cómo no quieres que me preocupe?! ¡Voy a perderte en cualquier momento, Edward Cullen! ¿Cómo quieres que no me preocupe? —Se echa a llorar, y la alegría se ha ido de su rostro, y comprendo que al ver a Alice y Jasper, fue para ella como un golpe para volver a la realidad—. Te amo, Edward. Y aunque no lo quieras... aunque, maldita sea, no lo quieras, ¡voy a irme contigo!

Me apresuro a besarla y pruebo el sabor de sus lágrimas, lo cual añade más dolor a mi alma porque aquellas lágrimas suyas no son de alegría, son de tristeza, y descubro el por qué me he aferrado todo este tiempo a la idea de vivir, no es por mí, es por ella, quiero vivir para ella y para las personas que me extrañan. ¿Los segundos deseos se hacen realidad? ¿Podría negociar con Jane y pedirle que, por favor, me conceda una oportunidad para sobrevivir a toda esta tragedia?

Cuando me aparto de Bella, estamos jadeando, y abro la boca para decirle algo, pero una voz, la de Anthony, se hace escuchar en mi mente, y me hace retroceder.

“Yo puedo concederte una segunda oportunidad, Edward. —Hay tristeza en su voz y yo temo escuchar lo que él quiere decirme—. Mereces más que esto, mereces vivir y yo merezco morir.

Y por la forma en la que lo ha dicho, y lo que ha dicho, yo sólo quiero echarme a llorar como un niño pequeño y solamente rendirme. Porque es más fácil rendirse, ¿no?


Hola chicas, agradezco sus votos y comentarios, Kris_9 y Sadahy, estoy muy agradecida de que les guste la historia.

Como vieoron subí dos capítulos, mañana subiré el capítulo 7 y el epílogo. :') Espero les hayan gustado estos dos capítulos que subí, saludos y abrazos!

Capítulo 6: Capítulo V Capítulo 8: Capítulo VII

 


 


 
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