Agente secreta

Autor: BaaarbyGuffanti
Género: + 18
Fecha Creación: 29/01/2013
Fecha Actualización: 28/04/2013
Finalizado: NO
Votos: 17
Comentarios: 48
Visitas: 32373
Capítulos: 22

Él… Edward Cullen. Coqueto, seductor. Con sólo mover su cabello dorado y lanzar una mirada con sus orbes verdosos, tenía todas a sus pies. Cursa último año de preparatoria en “Imperial London School” Escuela privada, donde sólo estudia gente con una muy buena posición económica. Está amenazado críticamente, pero el todavía desconoce eso. 
Ella… Isabella Marie Swan, agente 023, una importante espía, de uno de los centros de espionaje más importantes a nivel internacional. Irónica, sarcástica, sensual y muy atractiva, tiene todo fríamente calculado. Amante de los riesgos y de la adrenalina. Proviene de Estados Unidos Forks
Es encargada a una nueva misión, la cual implicará una nueva vida, una nueva escuela, un nuevo físico. Ella dejará atrás su sensualidad y atractivo, para entrar a Imperial London School, donde tendrá que simular ser una persona totalmente diferente, para proteger, especialmente, a él, Edward Cullen.
¿Pero que sucederá cuando su trabajo se cruce con los sentimientos?

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 22: Cobarde

Caminaba sin prisa por los pasillos de la escuela. Pronto sería la hora del receso y como yo había terminado las actividades de matemática sumamente rápido, me habían dejado salir antes. 

— ¡Moon! – Me llamó Edward, mientras corría tras de mí. - ¡Al fin te encuentro! Necesito un consejo. – Voltee a verlo, suspiré pesadamente. Había estado evitándolo toda la mañana. Ignoré su comentario y seguí caminando. – Soy yo o… ¿Me has estado evitando? – Preguntó, tomando mi brazo, impidiendo que siguiera caminando. Me jaló, de modo que quedamos frente a frente, sin embargo, yo no lo miraba a los ojos, no, mi mirada vagaba por los casilleros. – ¿Puedes contestarme?

— ...

— Moon…

— …

— ¿Qué paso? ¿Por qué no me contestas? ¿Alguien te hizo algo? Sabes que somos amigos, me puedes contar. Si algún imbécil te hizo algo, te juro que lo mato, porque…

— Nadie me hizo nada Cullen, ahora tengo prisa, con tu permiso. – Lo interrumpí y seguidamente me solté de su agarre. Seguí mi camino y me senté en una mesa de la cafetería. 

Anoche le había dado mil vueltas al tema de Harry, una, dos, hasta tres horas estuve pensando en eso y, me di cuenta, que no podía seguir jugando con Edward. Yo un día me tendría que ir y él se quedaría aquí, no podía sentir nada por él, así que opté por alejarlo. Ésta mañana volví a pensar en todo esto y al final decidí intentar pasarlo por alto. Pero el condenado me la ponía difícil. 

— ¡Eliiii! – Me llamaron y voltee hacía la portadora de esa voz, era Alice. No me había dado cuenta que ya había sonado la campana, indicando el primer receso. 

— Ah, hola Ali. – Sonreí saliendo de mis pensamientos. 

— Hola despistada. ¿Cómo estás? No te ves muy bien. 

— Mira quién habla de despistadas. Estoy bien, sólo tengo sueño

— Tú siempre tienes sueño. – Dijo llegando por atrás Rosalie. 

— Bueno, algunas veces. – Sonreí.

— Ohh Bella, que raro que te hayas sentado acá, como últimamente sólo estás con Edward. – Una Alice se sentó a mi lado. ¿Acaso todo el mundo quería recordarme a Edward?

— No siempre estoy con Edward…

— ¡Claro que sí! Todo el mundo lo comenta. Hasta el grupo de las plásticas lo saben y por eso no dejan en paz a Harry, ni a sol ni a sombra. – Afirmó Rosalie

— Eso es cierto, hasta Jasper me dijo que Edward había estado distanciado del grupo esta semana, porque estaba todo el tiempo contigo. – Dijo Alice. 

— Edward y yo sólo somos amigos… - dije apoyando mi cabeza en mi mano. – O eso creo. – Esto último lo susurré, siendo imperceptible para las demás. 


— Si, eso lo sé, Edward me contó de su chica especial. Pero no me dio muchos detalles. –Dijo Rosalie, mientras le pegaba en la mano a Alice porque trataba de robar su comida— Cambiando el tema, ¿Están listas para la excursión? 

— ¡Yo sí! Ya empaqué todo. – Exclamó aburrida Rosalie.

— Cierto que es mañana, todavía me quedan muchos atuendos por escoger. – Murmuró pensativa Alice, ideando que ropa llevaría.

— Alice, sólo son tres días, no hay mucho que empacar. – La reprochó Rosalie y Alice le sacó la lengua. - ¿Y tú Bella? 

— Si, ya empaqué. – Mentí, no me acordaba de a excursión, no tenía nada listo, no sabía qué tipo de cámaras llevaría, ni que armas, en caso de que apareciera la secuestradora y se pusiera violenta. 

Excusión,Edward, Misión,Edward, Victoria, Edward, doble identidad, Edward, mentiras, Edward. Demasiadas cosas para mi pobre mente. 

------------
Luego de un verdaderamente pesado jueves, llegué a mi casa. Había comido, me había bañado, había escuchado música, ¡Hasta había limpiado! Y eso que yo nunca limpio. Pero no importaba lo que hiciera, una persona seguía en mi cabeza y, aparentemente, le había gustado el lugar, porque no pensaba irse. Suspiré derrotada y me dispuse a empacar para la excursión.

— Ropa, listo. Cámaras, listo. – Repasaba la lista de las cosas que llevaría. – Protector para mosquitos, listo. Tienda de acampar, listo. Sleeping back para dormir, listo. Almohada… Me falta la almohada. – Me recordé a mí misma, mientras tomaba mi almohada. Apenas la levanté, algo cayó de ella, así que la ubiqué encima de mi maleta y me agaché para buscar que se había caído.
Y como si Dios no quisiera que me olvidara de Edward, ahí estaba, impregnado en dos fotos. Es cierto, había guardado las fotos de Edward de bajo de mi almohada. 

Mordí mi labio y guardé la foto de bajo de mi almohada. No sabía el porqué, pero quería tener esa foto cerca de mí. La coloqué junto a la foto que nos habíamos tomado ayer. Ahora, tenía dos fotos de Harry muy cerca de mí. 

Sonreí levemente tomando nuestra foto entre mis manos. Recuerdo perfectamente ese día…

— ¡Fotos! ¡Fotos! ¿Quién quiere tomarse una foto con este clima playero? – Preguntaba un señor, con una cámara colgada del cuello. 
— ¡Yo quiero una foto! Vamos Bella. – Se levantó de la arena rápidamente y me levantó a mí. Parecía un niño pequeño. – Señor, ¿Nos puede tomar una foto? 

Contemplé por un tiempo esta foto y la pegué a mi pecho. Luego mi atención pasó a la siguiente, era una de Edward en el baile de primavera, la había robado de las fotos del baile de primavera.

Me tumbé en el piso a recoger las fotos. Tomé una en mis manos y antes de ponerla en la carpeta, la observé. Esa sonrisa, esos ojos, ese pelo sexy. Edward estaba en esa foto. Salía riendo alocadamente, se la habían tomado cuando estaba desprevenido, pero aún así salía bello. 

Tomé las dos fotos y las guardé en mi carpeta personal. Me levanté del suelo y decidí despejarme, así que me dirigí a un parque, el mismo parque donde Edward y yo nos habíamos conocido. Un sentimiento me atravesó. La nostalgia de haber dejado a Edward ahí y luego no haber respondido sus llamadas, seguía en mi pecho. Toda mi vida había estado acostumbrada a seguir a mi cabeza. Mi trabajo lo había sido todo. No estaba acostumbrada a que alguien me diera amor, cariño o tan sólo afecto, el único sentimiento que conocía era el “respeto” respeto hacía mis mayores, respeto de los demás hacía mí. Desde que mis padres murieron, eso era todo lo que conocía. 

Cuando Edward me dijo eso, me asusté, sí, me asusté, no porque no me agradara, ni nada de eso, sino porque era la primera vez que alguien me quería. No estaba acostumbrada al cariño, es más, aún no estoy acostumbrada. Me asustan esas cosquillas que siento cada vez que lo veo, me asusta pensar todo el tiempo en él, me asusta que me quiera. Pero lo que más me asustaba de todo esto era… Lo que más me asustaba de todo el caso era que un día, ya no lo vería más. 
Y entonces entendí, que era una cobarde. Podía salvar vidas, podía usar una pistola tan grande que casi no podía sostenerla en mis manos, podía emplear un cuchillo tan filoso que podía matar a alguien con una sola cortada, pero… ¿No podía encarar al chico que me gusta? 
Yo tenía miedo… Miedo del amor. 

Mi trabajo era mucho, mi vida en realidad, pero… Uno no puede controlar lo que siente… Yo no podía controlar esto que sentía.
Mis ojos se enfocaron en mi chico de cabello despeinado, que caminaba un poco más adelante que yo, dándome la espalda. ¡Conocía ese pelo! Él estaba en el mismo parque que yo. El destino jugaba con nosotros y nos quería hacer encontrar.
Él no me había visto, pero yo si a él. Un impulso me hizo correr hacía donde estaba y abrazarlo por detrás, fuerte, muy fuerte. Con sólo pensar en no hablarle nunca más, mi corazón soltaba una descarga de dolor por alrededor de todo mi cuerpo. Él se sobresaltó, pero yo me puse de puntitas, apoyé mi cabeza en su hombro y susurré unas simples palabras. 

— Yo también te quiero… -Al instante él se giró, haciendo que ya no me diera la espalda e hiciéramos contacto visual.

— Te tardaste un poco.

— Mejor tarde que nunca. 

— Tienes razón. – Sonrió, para luego presionar sus labios con los míos. Su boca empezó a jugar con mi labio inferior. Mis manos se posicionaron en su cuello y sus manos en mi cintura. Nos separamos lentamente, con una sonrisa. ¿Había dicho que amaba que él sonriera sólo para mí? Si no lo había dicho, ahora lo digo, amaba que él sonriera sólo para mí. 

— Lo siento por lo de ayer, pero…

— Ya no importa. Bella, yo te quiero, de verdad te quiero y mucho, pero te lo dije ayer por mensaje, no puedo seguir en este misterio. Siento que yo me abro completamente a ti, pero yo de ti no sé nada.

— Edward te conté lo de mis padres…

— Sí Bella, pero eso es parte de tu pasado y me encanta que me lo hayas contado, pero quiero saber cosas de tu presente. ¿Dónde estudias? O ¿Trabajas? ¿Dónde vives? De vez en cuando me gustaría pasarme por tu casa y no tener que llamarte para ver en donde nos encontramos. A veces me gustaría llegar de sorpresa y no tener que planear cada paso. 

— Edward, yo…

— Te quiero, pero necesito que dejes de ser un misterio. 

— Yo… Yo no puedo, lo siento. – Besé su mejilla y me di media vuelta, destinada a irme.

— Si te vas ahora, no te llamaré, ni te mandaré mensajes, ni siquiera me acercaré a ti si nos encontramos,Bella. 

Voltee a verlo y asentí, para luego seguir mi camino en dirección contraria. Pero, ¡Bella! ¿Lo dejarás de nuevo ahí? ¡Cuéntale todo! ¡Dile la verdad! ¡Anímate! Decía mi voz interna. 

No, no podía, no puedo…

Cobarde, cobarde, cobarde.

Capítulo 21: Un lugar especial

 
14445369 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10762 usuarios