Agente secreta

Autor: BaaarbyGuffanti
Género: + 18
Fecha Creación: 29/01/2013
Fecha Actualización: 28/04/2013
Finalizado: NO
Votos: 17
Comentarios: 48
Visitas: 32411
Capítulos: 22

Él… Edward Cullen. Coqueto, seductor. Con sólo mover su cabello dorado y lanzar una mirada con sus orbes verdosos, tenía todas a sus pies. Cursa último año de preparatoria en “Imperial London School” Escuela privada, donde sólo estudia gente con una muy buena posición económica. Está amenazado críticamente, pero el todavía desconoce eso. 
Ella… Isabella Marie Swan, agente 023, una importante espía, de uno de los centros de espionaje más importantes a nivel internacional. Irónica, sarcástica, sensual y muy atractiva, tiene todo fríamente calculado. Amante de los riesgos y de la adrenalina. Proviene de Estados Unidos Forks
Es encargada a una nueva misión, la cual implicará una nueva vida, una nueva escuela, un nuevo físico. Ella dejará atrás su sensualidad y atractivo, para entrar a Imperial London School, donde tendrá que simular ser una persona totalmente diferente, para proteger, especialmente, a él, Edward Cullen.
¿Pero que sucederá cuando su trabajo se cruce con los sentimientos?

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Capítulo 11: Sacrificio y Secretos

Me acerqué lentamente a él y me agaché a su altura. Su espalda recostada de la pared, sus rodillas contra su pecho y su rostro acunado entre sus piernas, las lágrimas recorrían sus mejillas.

— Edward… - Levanté su cara y la tomé entre mis manos, me miró fijamente. Sus ojos verdes tenían un suave tono rojizo por el llanto, estaban hinchados y sin su brillo, tan peculiar de él. Rápidamente apartó mis manos de su rostro, con un movimiento brusco se levantó y limpió sus lágrimas. Se encaminó hacía el ascensor — ¡Edward! – Exclamé de nuevo, pero él me ignoró. - ¿Qué te sucede?

— ¿Qué te importa a ti lo qué me pase a mi? ¿Por qué mejor no sales huyendo cómo acostumbras hacerlo? – Preguntó con rabia, impactándome. Llegó el ascensor y vi lentamente como se subía, para luego desaparecer tras las puertas mecánicas. Suspiré.

Es lógico que estuviera molesto, lo había dejado solo en la fiesta, justo cuando me decía palabras tan lindas. Lancé una última mirada al ascensor y pensé en perseguirlo, olvidarme de la maldita misión y preguntarle qué le sucedía. Estar ahí para él, darle mi hombro para que pueda llorar. Pero no, las cosas no eran así. Me encaminé hacía la habitación de Mike, cada paso que daba era como una punzada de tristeza. 

Me topé con la puerta y acerqué mi mano para tocarla. Ahí estaba Mike y debía interrogarlo, ahora. Era uno de esos momentos en los que sacrificaba cosas por su misión, en éste instante esas “cosas” tenían nombre. 
Sacrificaba a Edward por su trabajo. Pero no… Ésta vez lo que sería sacrificado era su misión, no Edward, no ahora, no cuando la necesitaba. Miró la puerta por última vez y corrió en dirección al ascensor, apretó incontables veces el botón y éste por fin llegó. 

Las puertas mecánicas se cerraron para abrirse a los segundos. ¿Dónde pudo haber ido Edward? Corrí un poco más rápido y el dolor volvió a mi pie. Salí del inmenso hospital y me topé con una pequeña plaza al frente. Me acerqué a ésta algo agitada y lo vi ahí, en un banco, sus manos tapaban su dulce y angelical rostro. Tomé asiento junto a él y lo obligué a verme de nuevo, limpié sus lágrimas con mi pulgar y me acerqué más a él. Lo envolví en un delicado abrazo.

— Sé qué estás molesto, lo siento por lo de la otra noche, lo siento muchísimo. A su tiempo te explicaré porque me fui. – Susurré en su oído, apoyando mi cabeza en su hombro. Era verdad, lo sentía y mucho, pero obviamente esa explicación nunca llegará. – También sé qué quizás ahora no quieras hablar, sólo quiero que sepas que aquí estoy Edward, si necesitas que te escuchen, soy toda oídos, si necesitas que te apoyen, estoy para apoyarte. Hay momentos en los que uno no puede seguir aguantando las lágrimas y el sufrimiento y necesita a alguien para desahogarse, sólo quiero que sepas que yo puedo ser tu alguien. 

Me estrechó fuerte entre sus brazos y sentí que mi hombro se empezaba a humedecer. Me aferré a él, quería que supiera que aquí estaba, que podía confiar en mí. 

—Elizabeth, yo… No puedo con esto, ya no puedo. Necesito soltarlo. – Susurró, su tono débil y ronco retumbó en mis oídos, haciendo llegar un sentimiento de tristeza a mi corazón. Era raro que las personas tocaran mi corazón, pero él lo hacía con sólo murmurar unas palabras. Me separé un poco de él y tomé sus manos, él se aferró a ellas y lo animé a seguir. – Cuando era pequeño, mi padre murió, tuvo un accidente automovilístico, fue muy difícil para mi madre y para mí. Con mucho dolor, mi mamá tuvo que salir adelante. Se hizo cargo de mí, de la empresa de mi padre y de la casa. Ella se esforzó mucho, para que yo viviera con todas las comodidades del mundo, para que todo fuera como si papá nunca se hubiera ido. Sin embargo, ella sufría y demasiado, tenía que buscar una salida a ese sufrimiento y su salida fue el cigarro, era una fumadora compulsiva. Hace un año le diagnosticaron cáncer de pulmón, igual siguió fuerte y hacía como si nada pasara, pero yo sabía que algo pasaba. Se sobre exigió a ella misma y fue empeorando poco a poco. Tuvo una decaída muy fuerte y tuvieron que ingresarla al hospital hoy. Los médicos me dijeron que estaba empeorando y que tenía riesgo de muerte. Estoy… estoy destrozado. Más de una tarde tuve que salir del colegio corriendo, porque ella tenía decaídas, nunca le confié esto a nadie, odiaría que alguien me tuviera lástima, no quería la compasión de nadie. Sólo necesitaba soltar éste dolor. Era muy difícil tragarme las lágrimas y sonreír todos los días, siendo el chico perfecto en el colegio. Pero contigo siento que… No tengo que ser el chico perfecto, simplemente ser yo y nunca pensé en confiarle esto a alguien, pero llegaste tú y…

— Oh Edward, yo no tenía idea de esto. Lo siento tanto cariño, pero te aseguro que ella estará mejor, se mejorará y saldrás de esto, mejor dicho, saldremos de esto juntos, puedes confiar conmigo, siempre, ¿Oyes? Siempre.

— Me hizo muy bien desahogarme Elizabeth. Gra…cias. – Murmuró débilmente y yo me acerqué aún más a él, tomé su rostro en mis manos y apoyé mi frente en la de él. Nuestras narices rozaban y pude sentir su aliento chocar contra el mío. Lentamente presioné sus labios con los míos, él atrapó mi labio inferior. Este beso estaba lleno de dulzura, era delicado, lento, podía saborear sus labios y él los míos. Su lengua pidió permiso para entrar a mi cavidad bucal, le abrí paso y ladee mi cara para facilitar el beso. Nuestra lengua empezaron a jugar lentamente, mis manos se posicionaron en su hermoso cabello y sus manos descendieron hacía mi cintura, acercándome más a él. Todo era perfecto, hasta qué, por falta de aire, nos separamos. 

Sentía un millón de emociones al azar, nunca en mi vida había besado yo a un chico, ellos siempre me besaban a mí, a menos que la misión ameritara ser seductora y coqueta, pero aún bajo esas condiciones, nunca había anhelado tanto un beso como anhelaba besar a Edward. Mis labios pedían a gritos los suyos. Él despertaba sensaciones en mí que yo misma desconocía. 

Al separarnos él pegó su frente a la mía.

— ¿Sueles besar en la tercera cita? - Preguntó y me dedicó una sonrisa.

— Sólo si eres especial y si esto se puede considerar un cita. — Reí levemente. — Edward, yo… Yo también sentí eso cuando te conocí.

— ¿De qué hablas?

— Esa conexión instantánea, si la sentí. – Él sonrió y yo lo hice junto con él. 

— ¿Por qué viniste a la clínica? – Preguntó él levantándose y tomando mi mano, entrelazándola junto con la mía, yo también me levanté y empezamos a caminar. Su mirada se notaba un poco perdida, pero el beso había borrado cualquier señal de llanto. 

— Es que… me dolía mucho el pie, sí, eso. – Mentí.

— Wow, a una amiga mía también le dolía el pie, ¿Cuál es el que te duele? Ella casi ni podía caminar, le dolía mucho el derecho. 

— ¡Es el izquierdo! – Me apresuré a exclamar, él no notó mi nerviosismo y yo suspiré. 

— Bueno Eli, si quieres vamos a la clínica y te revisamos el pie, supongo que no pudiste ir por mí.

— No, tranquilo, ve tu, tu mamá te necesita. – Sonreí y él me tomó de la cintura, acercándome más a su cuerpo.

— ¿Segura? – Asentí — Está bien hermosa, te llamo en la noche. Por favor, no más huídas ¿Si? Y se te agradece contestarme. Adiós. – Dijo dándome un beso en la mejilla. Y corriendo a la dirección contraria a la que nosotros caminábamos. 

Suspiré y me acerqué al árbol más cercano, deslizándome por él y tocando el suelo. De ahora en adelante le tenía aprecio a esta plaza. Toqué mis labios acordándome del beso con Edward, parecía una niña tonta, acabando de experimentar su primer beso. 
Ya había besado a Edward una vez, bueno, él la había besado a ella, pero este beso fue diferente, sentí algo nuevo, algo raro. 

Mi expresión cambió al recordar lo de su madre. Con razón tenía esa mirada cada vez que hablábamos de algo relacionado con la salud.

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— Soy muy delicado en los temas de la salud, es todo. – Murmuró con una mirada qué… no pude descifrar. Se levantó de la mesa, mientras yo comía un trozo de mi pastel.
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— ¿Y si leemos éste? Trata sobre el cáncer y… 
— No, esos son temas que no me gustan tocar. – Desvió la mirada y yo lo seguí viendo fijamente. 
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Oh, pobre. Sin embargo, siempre estaba sonriendo. No me sorprenden los días que me trató mal, tenía un justificante enorme para ello. Cuando salía de clases, no era por una chica, cuando no iba, no era por una chica. No… Era por su mamá. ¡Tonta! ¿Cómo escuchaste todos esos comentarios de él? Él no era como todos creían.

Y bueno, ahora sabía un nuevo secreto sobre Edward. Capaz su misión se atrasó un poco, pero valió la pena. Él me necesitaba, me necesitaba mucho más en ese momento que cualquier otra cosa. Sonreí, mi sacrificio había servido de mucho. 

Tomé mi celular, tenía una llamada que hacer, muy importante.

 

 

Hooooooooola chicas ahora le explico su duda cuando la verdadera bella conocio a edward ella le dijo que se llamaba Elizabeth Swan No bella Swan por eso el le dice Eli espero que les aya gustado el capitulo laaaaaaaas amo

Capítulo 10: Llanto Capítulo 12: Mi peligrosa y perfecta distracción

 
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