Bella y El Duque ( TERMINADO )

Autor: MalusitaCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 27/11/2011
Fecha Actualización: 05/04/2012
Finalizado: SI
Votos: 13
Comentarios: 40
Visitas: 37587
Capítulos: 14

Hola antes que nada quiero aclarar que  esta historia no es de mi autoria sino una adaptación de la obra de Kathrin Smith Ana y el Duque con lo personajes de Crepúscuo de la grandiosa Stephanie Meyer

Ahora disfurtenla ...:D

xoxo

 


 

 

Bella y el Duque



Escocia, 1818. Poco esperaba el joven Edward Masen que su padre, Carlisle un Duque inglés que lo abandonó, le nombrara heredero justo antes de morir. Y mucho menos esperaba conocer a Bella en tan especiales circunstancias.


Al acudir a Londres a la lectura del testamento, Edward encuentra a su nueva familia: la viuda de su padre y sus hermanos Alice y Mike, así como a la prometida de éste. La delicada Bella. No todos le dan la bienvenida, ya que Mike tenía previsto ser el único heredero, y urdirá una oscura intriga contra el recién llegado.

Sin embargo, no cuenta con los sentimientos de la tímida Bella, quien sueña con el verdadero amor.Frente a ella, Mike cada vez se muestra más mezquino, mientras que el coraje y la honestidad de Edward la hacen sentirse muy próxima a él.¿Cómo conciliar su obligación de prometida y esos nuevos sentimientos desconocidos? Debatiéndose entre los intereses familiares y la fuerza de las emociones, Bella y Edward comprenderán que han de desafiar todas las convenciones para cumplir su destino juntos.

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Capítulo 10:

Hola Chikas

Quiero agradecerles los mensajes que me hacen muy pero muy feliz ...  y tambien que me esperen en las actualizaciones y su apoyo por seguir el fic

Un gran abraxo


Su hermano sospechaba, Edward lo supo por la forma en que le miró mientras cruzaba el salón hasta donde se hallaban Bella y él. La «breve» conversación de Mike se había alargado casi una hora. Era muy desconsiderado por su parte dejar a Bella sola tanto tiempo.

—Por favor, perdóname por haber tardado tanto, querida —dijo Mike, tomando la mano de Bella. La reacción instintiva de Edward habría sido apartarlo, decirle que no la tocara, pero Mike seguía siendo el prometido de la muchacha y cualquier interferencia por parte de Edward sólo podía causar problemas—. Ha surgido algo urgente y tengo que marcharme.

—¿Marcharte? —repitió Bella, con la voz cargada de sorpresa y decepción. Y por un loco momento, Edward se preguntó si era que Bella lamentaba tener que dejarlo o si era a Mike a quien echaría de menos—. Pero si acabamos de llegar.—la mirada astuta y oscura de Mike se encontró con la de Edward.

—No hace falta que nos marchemos todos, estoy seguro de que a Edward no le importará quedarse contigo y con Alice.

—Claro que no —repuso Edward, aguantando la mirada a su hermano—. Haz lo que tengas que hacer, hermano. —¿por qué todo lo que Mike y él se decían sonaba a advertencia o a amenaza? Era estúpido e infantil por ambas partes.

—Entonces ¿te veré mañana, Bella? —Mike estampó un rápido beso en la mejilla de Bella, y los celos de Edward se despertaron, su hermano lo estaba provocando, estaba seguro, Mike quería hacerlo enfadar, quería marcar a Bella como territorio propio, le estaba diciendo a Edward que el título podía ser suyo, pero que él, Mike tenía a la chica, y que más le valía tener las manos quietas en lo referente a Bella. Ni hablar.

—No te quedes hasta muy tarde —dijo Mike a Bella cariñosamente—. Ya sabes cómo te pones cuando te cansas demasiado.

La expresión de Bella decía claramente que no, que no sabía cómo se ponía cuando se cansaba «demasiado», y que no creía que Mike lo supiera tampoco, pero no insistió.

—No lo haré, buenas noches, Mike.

Cuando se hubo ido, Bella se volvió hacia Edward.

—¿Qué crees que estará tramando?

—No tengo ni idea —contestó sinceramente—. Y la verdad es que no me importa, lo único que sé es que finalmen te te puedo decir lo hermosa que estás esta noche sin preocuparme de que mi hermano pueda oír o ver tu reacción. —su reacción, naturalmente, fue un profundo rubor. Miró hacia otro lado.

—No deberías decir esas cosas.

—¿Por qué no? Es la verdad, eres hermosa. —luchó para reprimir las ganas de acariciarle la mejilla, pero si cualquiera de los invitados que pasaban bailando junto a ellos, o cualquiera de los numerosos mirones, lo veía, sería motivo de escándalo, y Edward no tenía ningunas ganas de arrastrar a Bella o a su familia a un escándalo sólo porque no podía tener las manos quietas.

—¿Lo crees de verdad?— Edward asintió con la cabeza, enternecido por la incertidumbre que percibía en la voz de Bella. ¿Mike nunca le decía lo hermosa que era? Dios, Edward había pasado de ser un muchacho que no quería casarse nunca a ser un hombre que había encontrado a la mujer con la que pasaría alegremente el resto de su vida, y todo por culpa de Bella. Para él, era la única en el mundo. No le importaba que fuera inglesa.

—Baila conmigo. —no se molestó en esperar la respuesta y la condujo de la mano directamente hasta la pista de baile, era un vals, la única manera en que podía agarrarla y no tener a todas las lenguas hablando sobre ello al día siguiente.

Bella colocó una mano en el bíceps de Edward, este colocó una mano en la cintura de Bella; con la otra tomó la mano que le quedaba libre a ella y la alzó. Aunque lo que más deseaba era estrujarla contra sí, se aseguró de mantener los treinta centímetros de rigor entre sus cuerpos. Estúpida regla.

—He acabado el libro de Byron —le dijo cuando estuvieron rodeados por la marea de danzantes. Los ojos de Bella se encendieron, bajo la pálida luz de las arañas, eran casi negros.

—¿De verdad? ¿Te ha gustado?

—Mucho. Es muy... apasionado. —«Apasionado» apenas servía para describir algunos de los poemas de Byron, pero sin duda despertaba los sentidos.

—Sí. —otro sonrojo—. Byron no desconoce las emociones fuertes. Me encanta la poesía —admitió Bella—. La mayoría de las chicas de mi edad no la aguantan. Prefieren leer una de esas horribles novelas donde las jóvenes son perseguidas por villanos siniestros. —hizo una mueca—. Yo prefiero leer sobre el amor antes que esas tonterías. —Edward sonrió, tendría que creerla. Él nunca había leído una de las novelas de las que ella hablaba.

—¿Has leído algún poema de Robbie Burns? —al decir el nombre, le salió el acento escocés.

—Creo que no —contestó Bella, sonriendo—, pero he oído a Alice mencionar su nombre. Imagino que es escocés, ¿no? —le tocó a Edward sonrojarse.

—Sí, lo es.

—Recítame algo de lo que ha escrito.

Mirando sus oscuros ojos, uno de los poemas de Burns le vino inmediatamente a la memoria. Edward se asustó, era una locura sentir tanto por una persona cuando hacía tan poco que se conocían, pero no podía evitarlo, estaba a sus órdenes.

—«Oh, mi amor es una rosa roja, roja, que en junio acaba de brotar. Oh, mi amor es como la melodía, que dulcemente a tono se oye tocar.»

La sonrisa de Bella se hizo más amplia, si era por el poema o por el marcado acento de Edward, daba lo mismo.

—Es muy bonito.

—Y continúa —dijo Edward antes de perder el valor—: «Como el aire eres, mi dulce niña. Tan enamorado estoy, y te amaré, mi amor, hasta que se sequen los mares.»

—Oh. Oh, es muy hermoso. —Bella lo miró con los ojos muy abiertos.

Edward no podía besarla, ni siquiera podía tocarla fuera de los movimientos que dictaba el baile, así que tuvo que contentarse con apretar los dedos alrededor de la mano de la joven y acercarla un poco más. Aun así, seguía habiendo unos quince centímetros entre ellos.

—Así es como debe ser, ¿no crees? —preguntó él, con un nudo en la garganta mientras sus miradas se enlaza ban—. El amor debería durar eternamente. —los dedos de Bella se apretaron sobre su brazo mientras un delicado color rosa le teñía el cuello y las mejillas.

—Sí —murmuró, con una voz casi inaudible bajo la música—. Hasta que se sequen los mares.

No se parecía mucho a una declaración, pero Edward se lo tomó como si lo fuera, estaba seguro de que Bella sentía por él lo mismo que él por ella, no era una chica que besara a alguien por quien no sintiera nada. De hecho, apostaría a que, aparte de Mike, él era el único hombre a quien había besado y él estaba totalmente dispuesto a ir más allá y apostar a que Mike no la había besado de la misma manera que él y a decir verdad, él tampoco había besado a nadie de la forma en que había besado a Bella: con una emoción tan intensa, con todo el corazón. Le resultaba fácil verse junto a Bella, pasando las noches ante el fuego en el castillo Masen, leyendo poesía en voz alta o simplemente charlando, y besándose. Podía verla a su lado trabajando para devolver al castillo su antiguo esplendor y se podía imaginar envejeciendo a su lado, incluso criando hijos. Ella le hacía perder la razón y a él no le importaba en absoluto, si eso no era auténtico amor él se estaba volviendo loco y no le importaba lo que fuera en realidad.

Bailaron otra vez aquella noche y eso fue todo, bailar más habría sido incorrecto, y daría lugar a habladurías, además, era frustrante no poder hacer lo que deseaban, no poder confesar que se querían. Incluso más frustrante era observar a Bella bailando con otros hombres ¿le molestaría a ella verlo bailar con otras muchachas? Él no podía concebir que ella tuviera la más mínima razón para sentir celos. Las pocas chicas con las que bailó, cuando no estaba vigilando a Alice, se habían pasado todo el tiempo riendo tontamente en vez de hablar. Probablemente le habrían gustado más a su primo Emmett que a él.

Finalmente, llegó el momento de marcharse, y Edward lo agradeció, como mínimo en el carruaje podría tener a Bella casi para él solo, Alice parecía tan cansada que Edward dudaba de que se mantuviera despierta durante todo el camino, no era lo mismo que estar verdaderamente a solas con Bella, pero tendría que servir, no había otro remedio.

Abandonaron el salón de baile anticipándose a la mayoría y consiguieron que les llevaran sus ropas antes de la aglomeración final. Incluso después de esperar por sus ropas, tuvieron que abrirse camino entre la multitud que se iba congregando en el vestíbulo, en la puerta y por las escaleras, donde los esperaba el carruaje.

Edward ayudó a subir a Bella y a su hermana, luego subió él y se encontró con que ambas jóvenes se habían sentado juntas y le habían dejado el asiento opuesto para él solo. ¡Maldición! Tontamente había pensado que Bella se sentaría a su lado, pero Alice se fijaría en una cosa así, o lo haría si pudiera mantener los ojos abiertos. Los primeros quince minutos avanzaron muy lentamente, porque el carruaje iba detrás de otros que también salían de la casa.

—¿Te lo has pasado bien? —preguntó Edward a su hermana.

—Sí —contestó ella con una sonrisa cansada—. Me duelen los pies de tanto bailar.

—Sospecho que mañana la casa estará inundada de pretendientes luchando por ganarse tus atenciones —bromeó Edward sonriendo.

—Lo dudo. —Alice ocultó un bostezo tras una mano enguantada—. Tengo tanto sueño, que de todas maneras no importará, una mirada a mis ojeras y saldrán corriendo en busca de sus mamas.

—¿Por qué no te estiras? —le sugirió Bella—. A este paso, tardaremos en llegar a casa, me puedo sentar junto al Duque y tú puedes echar un sueñecito hasta que llegues a casa.

La luz del carruaje era tan tenue que Edward no pudo ver si Bella se estaba sonrojando o no, y no le importaba. ¡De searía besarla por ser tan astuta!

—¿Te importa? —preguntó Alice a su hermano.

—Claro que no —contestó Edward, esperando no delatar la ansiedad que sentía—. Descansa un rato. Aquí hay sitio para los dos.

Con una sonrisa de agradecimiento, Alice se estiró sobre el asiento cuando Bella se alzó, al cabo de unos segundos, Alice estaba acurrucada contra los cojines con los ojos cerrados y Bella estaba sentada junto a Edward, a diferencia del viaje hacia el baile, cuando Edward se había tenido que esforzar por no rozar las piernas de ella con las suyas, no hizo ningún esfuerzo para evitar tocarla. Sus piernas se tocaban desde la cadera hasta el tobillo; los brazos, desde la muñeca hasta el hombro, con un discreto movimiento de su chaqueta, Edward les cubrió las manos mientras enlazaba sus dedos con los de Bella. El corazón de Edward le golpeaba dentro del pecho, tenía la boca seca y en el estómago le bailoteaba una mezcla de alegría y ansiedad, esa osada intimidad secreta resultaba excitante, sintió que todos los pelos de su cuerpo se ponían de punta, mientras miles de pinchazos de excitación le recorrían el cuerpo. Sin atreverse a hacer nada más, por miedo a que Alice pudiera abrir los ojos y verlos, Edward se contentó con acariciar la mano de Bella, pasándole el pulgar por la palma. Permanecieron en silencio mientras el carruaje avanzaba por las calles empedradas. No se atrevían a mirarse, cualquiera que los hubiera visto habría pensado que ni si quiera se fijaban el uno en el otro, excepto bajo la chaqueta de Edward, donde sus manos y dedos se permitían los besos, lentos y dulces, que sus labios no osaban intercambiar.

Demasiado pronto se encontraron avanzando por el sendero de grava del jardín de la casa de Bella. Sus miradas se enlazaron cuando sus dedos tuvieron que separarse, era curioso que Edward notara la falta de su tacto casi con tanta intensidad como si hubiera perdido algo precioso y querido.

—Gracias por traerme a casa —dijo Bella, en voz baja.

—Te acompaño hasta la puerta —susurró Edward para no despertar a su hermana.

Salió del carruaje a la fresca noche y extendió la mano para ayudar a Bella a bajar, consciente de la mirada del cochero, Edward le ordenó que siguiera un poco más adelante para poder dar la vuelta y no tener que hacerlo al marchar, cuando el cochero se hubo ido, no quedó nadie que pudiera ver a Edward llevar a Bella bajo las sombras y besarla hasta que ambos estuvieron sin aliento y mareados.

—He estado toda la noche queriendo hacer esto —confesó, apartándose de ella. Bella abrió los ojos parpadeando y sonrió.

—Me alegro mucho de que hayas conseguido lo que deseabas. —Edward le apartó un mechón de cabello del rostro, su mejilla era tan suave como el terciopelo. ¿Era Bella la única que tenía una piel tan delicada?

—¿Te veré mañana? —Bella pasó la mano por la solapa de la chaqueta del joven, parecía tan deseosa de tocarlo como él lo estaba de tocarla a ella. ¿Cómo podía no estar deseoso? Nunca se había sentido tan bien tocando a alguien.

—Esme nos ha invitado a mamá y a mí a almorzar. —Edward sonrió, ni siquiera la idea de pasar más de una hora en compañía de Renne Swan, podía empañar la alegría que sentía ante la perspectiva de ver a Bella de nuevo.

—Contaré los minutos —bromeó él mientras volvía bajo la luz de la luna a regañadientes—. Dulces sueños.

—Soñaré contigo. —la sonrisa de Bella era cálida. —que se hubiera atrevido a decir algo así hizo que el corazón de Edward saltara de alegría.

—Buenas noches.

—Buenas noches.

Él la observó entrar en la casa y cerrar la puerta, luego regresó al sendero de gravilla para esperar el carruaje, vio la luz y oyó las pisadas de los caballos al acercarse. De repente, algo le golpeó por detrás, el dolor le estalló tras los ojos, y cayó a cuatro patas sobre la gravilla, antes de que consiguiera ponerse en pie, una patada en el estómago lo dejó tumbado en el suelo, intentando respirar.

—Levántalo —ordenó un hombre por encima de su cabeza—. No tenemos mucho tiempo.

Eran como mínimo dos, cada uno le agarró de un brazo y lo pusieron en pie. Edward se lanzó contra uno, golpeándole en el rostro con el codo, el hombre se fue hacia atrás y le soltó, Edward echó hacia atrás el brazo para golpear con el puño a su otro atacante, pero se lo impidió un puñetazo en la mandíbula que hizo que la cabeza se le fuera hacia atrás como una rama rota. Otro golpe le dio en el ojo. Así supo que había más de dos atacantes.

Un grito femenino cortó la noche, Edward y su atacante se quedaron inmóviles, era Alice, con el ojo bueno Edward la pudo ver saliendo del carruaje por la ventana, gritando a los hombres que dejaran en paz a su hermano, parecía mucho más enfadada que asustada. Si eso no hubiera sido suficiente para espantar a sus atacantes, el ver al cochero de los Facinelli con una pistola en una mano y el látigo en la otra lo habría sido, el hombre que aún agarraba a Edward le dio un fuerte empujón y echó a correr.

Edward no supo cómo consiguió mantenerse en pie, lo que sí supo fue que Alice había saltado del carruaje y estaba llamando a la puerta del hogar de los Swan. En cualquier momento, Bella y sus padres lo verían en todo su golpeado esplendor. No quería que Bella lo viera así pero tampoco estaba seguro de querer volver a su casa aunque sólo fuera por la sospecha de que la persona res ponsable de ese violento asalto era su propio hermano.



—¿Les has visto la cara? —le preguntó Bella mientras escurría sobre una palangana el agua de un trapo. Edward hizo una mueca de dolor cuando ella le puso el trapo sobre la herida en la parte posterior de la cabeza.

—No, estaba demasiado oscuro y me temo que yo estaba demasiado ocupado intentando evitar que me mataran para darme cuenta de su aspecto.

Las manos de Bella temblaban mientras le limpiaba la herida, gracias al cielo, no era profunda aun así, había san grado bastante y la visión de Edward aguantado por el cochero, con toda esa sangre en la cabeza, le había dado un susto de muerte, en ese instante, Bella se dio cuenta de que su vida estaría completamente vacía sin Edward. ¿Cómo había podido llegar a significar tanto para ella en tan poco tiempo?

Bella no quiso despertar a ninguno de los criados, y su madre no tenía estómago para curar heridas, así que sólo quedaba ella para atender a Edward. En aquel momento se hallaba de pie entre las rodillas del joven, que estaba sentado en el sofá del salón. La frente de Edward se apretaba contra las costillas de Bella, mientras ella le ponía un ungüento en las partes superior y posterior de la cabeza. Estaban solos en la sala, y ella le acariciaba la espalda con la mano libre, incluso a través de las capas de ropa, lo sentía fuerte y cálido contra la palma de su mano.

—¿Qué crees que querían? —le preguntó cuándo alzó la cabeza—. ¿Dinero?—él negó con la cabeza, y luego hizo una mueca porque hasta ese simple movimiento le causaba dolor.

—No lo sé, si sólo querían dinero ¿por qué no intentaron llevarse también tus joyas? —sus miradas se encontraron—. Dijeron que no tenían mucho tiempo, creo que los enviaron para herirme o quizá para raptarme.

—¿Quién haría una cosa tan horrible? —Edward la miró como si pensara que la respuesta era evidente.

—¿A quién conoces que me quiera quitar de en medio? —ella se sintió horrorizada, no, tenía que estar equivocado.

—¡No creerás que Mike está detrás de esto! —el joven la agarró por la cintura antes de que ella se pudiera apartar.

—No quiero creer que Mike sea capaz de tanta maldad, pero ¿no encuentras muy sospechoso que me ataquen ante tu casa cuando la única persona que sabía que yo te acompañaría dejó el baile horas antes de que lo hiciéramos nosotros? Tuvo mucho tiempo para prepararlo. —ella se sentó sobre las rodillas de Edward, demasiado impresionada y cansada para preocuparse de lo indecoroso de su comportamiento.

—No puedo creerlo, pero tiene sentido. —lo miró, sin importarle si se le notaba el miedo en el rostro—. Edward, tienes que regresar a Escocia. —Edward se quedó con la boca abierta.

—¿Perdona? — Bella se medió volvió para quedar de cara a él y le agarró por los hombros con ambas manos.

—No estás a salvo aquí. —él no estaba a salvo y ella tampoco; no si Mike estaba tan loco como sospechaba Edward—. Debes marcharte.

—Oh, no. —su tono era firme—. No te voy a dejar aquí sola con él.

—Pero ¡él no está intentando matarme a mí! —lo sacudió con tanta fuerza como una chica de su tamaño podía sacudir a un hombre del suyo. ¿No entendía el peligro que corría? Mike no se atrevería a hacerle daño a ella, no mientras la necesitara, pero Edward se interponía entre él y algo que deseaba desesperadamente.

La idea de que Mike pudiera hacer daño a Edward la dejó helada de miedo. ¿Y qué pasaría si Mike conseguía librarse de su hermano? ¿Decidiría que su prometida era igual de prescindible?

Edward sonrió. ¿Cómo podía encontrar eso divertido? El joven alzó las manos, la agarró por las muñecas e hizo que lo soltara.

—Y tampoco sabemos con seguridad que esté intentado matarme, es muy posible que sólo esté intentando asustarme, no sé por qué razón, pero tengo intención de averiguarlo. —Bella negó con la cabeza; su miedo se estaba convirtiendo rápidamente en pánico.

—No, no puedes enfrentarte con él. ¡Eso sólo empeoraría las cosas!

—No le tengo miedo, me niego a huir.

—Así que vas a dejar que te vaya enviando a sus matones hasta que te maten a palos, ¿es eso? —Bella intentó ponerse en pie, pero él la retuvo con firmeza.

—Bella, Bella—murmuró en tono tranquilizador—. No puedo creer que mi propio hermano quiera mi muerte, pienso que sólo quiere asustarme, obligarme a huir para poder decir que yo tenía algo que ocultar e intentar probar que el matrimonio de mis padres era falso. —¿cómo podía ser tan confiado?

—Edward, ¡él es tu heredero! Si te pasa algo, Mike hereda el título, diría que tiene todas las razones para quererte muerto. —la expresión de Edward se endureció, y su barbilla se colocó en una posición que indicaba obstinación.

—No puedo creer que llegue tan lejos, más bien tiendo a pensar que sospecha que hay algo entre nosotros y quiere asustarme para que me aleje de ti. —Bella no encontró esa posibilidad mucho más reconfortante que la otra.

—Entonces tendremos que evitar lo más posible vernos, tenemos que dejar de pensar el uno en el otro. —sí, eso era, podría hacerlo si con eso Edward estaba a salvo. La miró con ojos en los que se reflejaba tal amor que Bella estuvo a punto de echarse a llorar.

—Antes podrías pedirle al sol que no saliera. —se llevó la mano de la chica a los labios y le besó los nudillos—. Bella, no me voy a rendir ante Mike, sean cuales sean sus intenciones, incluso si está detrás del ataque. —le apretó los dedos—. Preferiría que me apoyaras en esto en vez de alejarme, te necesito.

El corazón de Bella se derritió al oír sus palabras ¿cómo podría negarle algo? Para ser sincera, ella pensaba que le resultaría difícil negarle nada, si él dijera que quería el mundo servido en una bandeja, ella intentaría conseguírselo. Lo amaba. Lo amaba completa e intensamente, era lo más increíble: saberlo con la seguridad que lo sabía y a pesar de que tenía los nervios a flor de piel y le resultaba difícil dormir por la noche, no deseaba cambiar la vida que tenía en aquel momento por nada del mundo. Bella se soltó una mano de las suyas y le apartó el pelo de la frente.

—Prométeme que no harás ninguna locura.

—¿Yo? ¿Hacer una locura? —su expresión era de tal sorpresa que Bella casi rió. Edward se detuvo un momento, pensando—. Nunca he hecho ninguna locura en mi vida. Bueno, casi ninguna —dijo, mirando a Bella con evidente intención.

Ella se metió entre los brazos del joven, sin importarle el escándalo que se desataría si los pillaban en esa posición, le encantaba poder sentir su calidez, le encantaba estar cerca de él y poder sentir cómo le subía y bajaba el pecho al respirar. Parecía tan fuerte, casi irreal, le hacía sentirse pequeña y a salvo con sólo estar cerca.

—¿De verdad estabas preocupada por mí? —le rodeó las caderas con la mano libre, y la colocó más arriba en su regazo. La mirada de Bella se alzó hasta la suya.

—Claro, estaba aterrorizada.

—Bien. —sonrió. Ella le dio un palmetazo en el hombro.

—¡Au! —exclamó él.

—¡Oh, no! —el corazón de Bella pegó un bote—. Lo siento. ¿Te he hecho daño?

—No —repuso Edward con una sonrisa burlona—. Sólo quería hacerte sentir culpable. —Bella no pudo evitar reírse.

—¡Eres malo!

—Bésame —le ordenó él, en un susurro risueño.

Ella lo besó. Tuvo que inclinar la cabeza hacia él, por que estaba sentada encima, le resultó tan extraño tener el rostro de él bajo el suyo en vez de encima, era como si fuera ella quien controlase el contacto de los labios, sentía la boca del joven cálida bajo la suya, exigente y suave, y lo besó con todo el amor que le llenaba el corazón. La elección estaba hecha, no tenía ni que pensar en ello, no había competición, era a Edward a quien ella quería sólo le quedaba encontrar la manera correcta de decírselo pero primero tenía que ocuparse de Mike. La mano de Edward le acarició la espalda y la acercó más a él, son los ojos cerrados, Bella se dejó llevar por la sensa ción que le producía el beso, nada más existía cuando Edward la tomaba entre sus brazos, deseó poderse quedar así para siempre.

La voz de su madre convirtió su sueño en una nube de humo que se desvanecía, saltó de entre los brazos de Edward y justo conseguía ponerse en pie cuando la puerta se abrió de golpe para mostrar la enorme figura de su madre con gorro de dormir.

—¿No has acabado todavía ? —preguntó Renne, con los ojos mirando hacia otro lado, la única razón por la que los habían dejado solos era porque ni Renne ni Alice resistían la visión de la sangre—. He intentado hacer compañía a lady Alice, pero la pobre muchacha está dormida en el sofá.

—Ya he acabado, mamá —repuso Bella, sorprendida de que no le temblara la voz—. Puedes pedir que traigan el carruaje del Duque. —tras ella, sintió que Edward se ponía en pie.

—Muchas gracias por vuestra hospitalidad, señora Swan, estoy en deuda con vos.

Ni siquiera la madre de Bella era una mujer tan dura como para resistirse al tono encantador que dio a sus palabras, especialmente cuando dejó que su acento tomara un timbre escocés, más ronco y suave. Bella prefería cuando hablaba con su acento nativo, en realidad, sospechaba que Edward intentaba parecer más inglés para poder encajar en sociedad.

—De nada, excelencia. Me alegro de que vuestras heridas no fueran graves.

Bella tuvo que reprimirse para no quedarse con la boca abierta. ¡Su madre parecía sincera! ¿Sería posible que empezara a aceptar a Edward? ¿O también sospechaba que Mike estaba implicado en el ataque y no aprobaba tales métodos? Bella no podía estar segura y sinceramente, no le importaba mientras su madre siguiera mostrando a Edward el respeto que se merecía.

Acompañó a Edward y Alice hasta la puerta, la pobre Alice casi no podía mantener los ojos abiertos, pero se aferraba a su hermano como si temiera que alguien quisiera arrebatárselo, pobrecilla. ¿Tenía idea Edward de cómo llenaba el vacío existente en la vida de Alice? Se parecía tanto a su padre, y al ser mayor, y tan responsable, había ocupado rápidamente el espacio dejado por su muerte. Bella no pudo evitar preguntarse si Esme y Alice no sentían también el vacío en el interior de Edward. Éste sonrió a su somnolienta hermana y le rodeó los hombros con el brazo para aguantarla.

—Gracias por todo, señorita Swan —dijo, volviendo a fingir que no había nada entre ellos—. Esperamos volver a veros mañana. —Bella sonrió; la viva imagen de la compostura, el perfecto engaño.

—Me temo que ya es mañana, excelencia. Nos volveremos a ver en unas cuantas horas. —el cariño destelló por un instante en la mirada de Edward.

—Contaré los minutos. — Bella sonrió e hizo todo lo que pudo para evitar poner una sonrisa estúpida.

—Buenas noches, Alice. Buenas noches, excelencia.— cerró la puerta tras ellos, echó el cerrojo y se dispuso a apagar la lámpara.

—Espero que no seas tan tonta como para enamorarte de él —dijo su madre detrás de ella.

Bella se volvió con el corazón latiéndole con fuerza pero en vez de pánico sintió alegría, una felicidad pura y dulce que ni su madre ni Mike podrían destruir.

—No, mamá, no me estoy enamorando de él. «Ya estoy enamorada.»



—¡Idiotas!

Recorriendo la habitación de arriba abajo, Mike estrujó la nota con la mano. Los hombres que había contratado habían fallado, no sólo habían fallado en raptar a su hermano sino que también le habían pegado, algo que Mike no pretendía, lo único que quería era apartar a Edward de su camino. Lo que quería era que le diera el título, pensó que quizás unas cuantas amenazas bastarían. Lo único que había planeado era amenazar a los preciosos familiares de Edward, para obligar a su honorable y asquerosamente leal hermano a respetar su voluntad. O al menos eso era lo que Mike había sido lo suficientemente estúpido para creer. En vista de la situación se dio cuenta de que tendría que usar métodos más drásticos. Pero ¿qué? …

Tendría que tener más cuidado la próxima vez, la pobre Alice había estado allí, podían haberle hecho daño, y Mike nunca se perdonaría si algo le pasaba a su hermana y tampoco se perdonaría si algo le pasaba a Bella, quizá no la amara, ni ella a él, pero le tenía cariño y... ¡Edward la amaba! Se quedó inmóvil en medio de la sala ¡claro! ¿cómo no se le había ocurrido antes?. Edward era humano, y Bella era una encantadora joven, no tan encantadora como la hija mayor de lady Mallory, pero bonita de todas maneras y tenía el mismo molesto amor a la poesía que su hermano, era natural que Edward se sintiera atraído por ella. En realidad, su hermano era probablemente la única persona que podía apreciar todas esas cosas de Bella que Mike no apreciaba.

En un mundo perfecto, si no fuera porque Mike necesitaba a Bella y su dinero, estaría tentado a decir que Edward se merecía a una chica como Bella pero no se merecía ser el Duque de Cullen, no había trabajado tan duro para ello como Mike, por tanto, Mike no veía nada malo en usar a Bella para llegar a su hermano.

Oh, sí. Edward haría lo que él quisiera si amenazaba a Bella.

Capítulo 9: Cap. 9 Capítulo 11: Cap. 10

 


 


 
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