Bella y El Duque ( TERMINADO )

Autor: MalusitaCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 27/11/2011
Fecha Actualización: 05/04/2012
Finalizado: SI
Votos: 13
Comentarios: 40
Visitas: 37409
Capítulos: 14

Hola antes que nada quiero aclarar que  esta historia no es de mi autoria sino una adaptación de la obra de Kathrin Smith Ana y el Duque con lo personajes de Crepúscuo de la grandiosa Stephanie Meyer

Ahora disfurtenla ...:D

xoxo

 


 

 

Bella y el Duque



Escocia, 1818. Poco esperaba el joven Edward Masen que su padre, Carlisle un Duque inglés que lo abandonó, le nombrara heredero justo antes de morir. Y mucho menos esperaba conocer a Bella en tan especiales circunstancias.


Al acudir a Londres a la lectura del testamento, Edward encuentra a su nueva familia: la viuda de su padre y sus hermanos Alice y Mike, así como a la prometida de éste. La delicada Bella. No todos le dan la bienvenida, ya que Mike tenía previsto ser el único heredero, y urdirá una oscura intriga contra el recién llegado.

Sin embargo, no cuenta con los sentimientos de la tímida Bella, quien sueña con el verdadero amor.Frente a ella, Mike cada vez se muestra más mezquino, mientras que el coraje y la honestidad de Edward la hacen sentirse muy próxima a él.¿Cómo conciliar su obligación de prometida y esos nuevos sentimientos desconocidos? Debatiéndose entre los intereses familiares y la fuerza de las emociones, Bella y Edward comprenderán que han de desafiar todas las convenciones para cumplir su destino juntos.

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Capítulo 5: Capítulo 5

Edward se sorprendió de poder encontrar la voz, la única muchacha en la que se había fijado era la prometida de su hermano. ¡Qué amarga ironía!

—Buenas tardes, señorita Swan— Mike, que se había puesto en pie en cuanto anunciaron a Bella y su familia, lanzó a Edward una mirada suspicaz.

—¿Os conocéis? —Se volvió hacia Bella buscando confirmación.

—Sí—afirmó Bella— Desde esta tarde, de hecho, en la librería. — estaba tan alarmada de ver a Edward como éste lo estaba de verla a ella— Perdonad mi falta de modales, señor Masen… quiero decir, excelencia, no tenía idea de quién erais.

— ¿Y cómo podías tenerla? — interrumpió Mike impetuosamente, mirando fijamente a Bella — Ninguno de nosotros lo había visto antes.

La expresión de Edward no cambió ¿Era sólo su imaginación o su hermano aprovechaba cualquier oportunidad para desdeñarlo? No podía culpar a Mike por estar resentido con él, pero tampoco Edward había pedido ser el heredero de su padre, sería feliz de seguir estando en el anonimato si no fuera porque el dinero volvería a poner en pie su hogar y a su gente.

— ¿Y cómo es que nunca antes habéis conocido a vuestro hermano, señor Masen? —preguntó la señora Swan, su tono era engañosamente inocente, pero a Edward no se le escapó la mirada de reojo que lanzó a Mike ¿Qué demonios estaba pasando?

Bella bajó la mirada hacia el suelo, las mejillas se le tiñeron de un rojo oscuro estaba terriblemente avergonzada por el comportamiento de su madre, y el resentimiento de Edward contra la madre de Bella aumentó, sabía adónde quería llegar, estaba cuestionando la validez del matrimonio de sus padres, y por tanto ¡cuestionando la legitimidad de su nacimiento! Era tal vez el peor insulto que le podía hacer, que podía hacer a cualquiera, realmente enfadado, Edward aguantó la mirada de la mujer y apretó los dientes para controlar el deseo de ponerla en su lugar, inspiró hondo.

—Porque de acuerdo con la tradición de los Masen, señora, el título ha pasado de mi madre a mí, en esos casos, el heredero toma Masen como apellido para mantener el nombre — sonrió fríamente mientras la expresión confiada de Renne desaparecía— Y de paso, no soy «señor» Incluso sin el título de mi padre, soy el Conde de Keir, os podéis dirigir a mí por cualquiera de los dos títulos, y tengo además unos cuantos títulos menores: vizconde Dunkirk, barón Kyne, podéis elegir el que más os guste — intentó mantener un tono desenfadado, pero no pudo evitar que se le colara un toque de condescendencia ¿Cómo se atrevía aquella mujer a cuestionar su nacimiento o su rango? ¿Y cómo se atrevía a insultar la memoria de su madre al hacerlo? El rostro de Renne Swan palideció, e hizo una pequeña reverencia en su dirección.

—Os pido disculpas, mi señor— Edward hizo un gesto con la cabeza aceptando sus disculpas, la creía sincera naturalmente, debía de lamentar haber insultado a un par del reino.

Edward encontraba que mucha gente en Inglaterra se desvivía por complacer a cualquiera que ostentara un título, una parte de él disfrutaba con todas las reverencias y zalamerías de los ingleses, normalmente tan desdeñosos con los escoceses, pero a la otra parte le resultaba muy violento, volvió su atención a Bella, que aún parecía claramente incómoda.

—Muchísimas gracias por su sugerencia, señorita Swan, estoy disfrutando con el libro, aunque en estas pocas horas aún no he tenido la oportunidad de leer mucho— Bella alzó la cabeza, y sus oscuros ojos chocolate parecieron irrealmente grandes para su rostro, y un delicado rubor teñía su tez de un maravilloso color rosa.

—Me alegra que lo estéis disfrutando plenamente, excelencia — tenía una voz suave, exactamente como él la recordaba, su sonido le producía escalofríos en la espalda le encantaría oírla recitar la poesía de Byron en voz alta.

—Así es —repuso él, mirándola fijamente a los ojos— Todos los poemas me evocan la belleza— el rubor de Bella se intensificó, y Edward supo que recordaba lo que él le había dicho sobre pensar en ella cuando leyera el libro.

— ¿De qué libro se trata? —preguntó Mike, sin conseguir del todo que su tono fuera desenfadado, su intensa mirada cayó sobre Bella, Edward sintió en el estómago una punzada de culpabilidad mezclada con remordimiento no era correcto que coqueteara con Bella como lo estaba haciendo, era la prometida de su hermano ni siquiera era correcto pensar en ella como lo hacía, pero no podía dominar sus pensamientos, del mismo modo que no podía llevarlos a la práctica, ella estaba fuera de su alcance, y más le valía no olvidarlo.

—La señorita Swan me recomendó que leyera a vuestro poeta Byron, hermano —usar un término tan familiar con el joven le resultaba extraño, sobre todo porque estaba convencido de que Mike lo despreciaba profundamente— Debo admitir que estoy totalmente cautivado por su poesía— la señora Swan tragó aire y Mike apretó los dientes, ambos miraron a Bella como si hubiera cometido un crimen odioso, inmediatamente, Edward lamentó haber hablado.

—¡Bella! — la regañó su madre— ¡No me digas que has estado leyendo esa porquería!— así que la madre de Bella no sólo cuestionaba su nacimiento, sino también su moral por medio de sus lecturas ¿porquería? cierto que Byron podía ser un poco descarado en su poesía, pero también era increíblemente apasionado, y Edward nunca llamaría «porquería» a tal genio.

—Calmaos, señora Swan —recomendó Mike, tomando la mano de Bella— No es una falta seria, aunque Byron no sea adecuado para una muchacha soltera, Bella podrá leer lo que desee, excepto si es demasiado escandaloso, cuando estemos casados.

El modo en que su hermano, su desagradable hermano, le recordó que iba a casarse con aquella hermosa muchacha, que no se merecía, hizo hervir la sangre de Edward, sin duda, Mike creía que estaba haciendo a Bella y a su familia un gran favor al otorgarles su magnificencia.

—¿Y quién decidirá qué es demasiado escandaloso y qué no lo es? —preguntó Edward con fingido humor ¡qué descaro! ¡cómo si Bella no tuviera la inteligencia suficiente para elegir sus propios libros! La sola idea era una tontería, por desgracia había mucha gente, mujeres incluidas, que opinaban que ciertas novelas y poemas podían dañar la delicada mente de una muchacha. Mike sonrió, pero sus ojos estaban llenos de malicia ¿no podía verlo nadie más? ¿o era que la conciencia culpable de Edward le hacía ver cosas falsas?

—Yo, naturalmente —contestó Mike — Creo que un marido puede escoger bien las lecturas de su esposa.

—Muy cierto —añadió la señora Swan con una son risa complacida— Esme, que había permanecido en silencio durante to da la conversación, miró a su hijo con una expresión de decepción.

—Tu padre nunca dictó lo que yo podía o no podía leer, Mike— el joven tuvo el detalle de parecer arrepentido, y Bella, que parecía haberse retirado a su mundo privado para escapar de la vergüenza y la humillación, pareció fortalecida por las palabras de su futura suegra, alzó la barbilla en un ademán desafiante y retiró su mano de la de Mike.

—Os lo agradezco, excelencia, creo que podré esperar la misma cortesía y confianza de mi esposo — la voz le tembló ligeramente, como si expresar sus opiniones ante Mike fuera algo que no estaba acostumbrada a hacer, ni siquiera miró a su prometido Edward deseó poder aplaudir su muestra de coraje, pero mantuvo la boca sabiamente cerrada Mike puso mala cara, La señora Swan, con el rostro enrojecido, abrió la boca para responder.

—Pasemos a cenar, ¿de acuerdo? —dijo la duquesa, interrumpiendo lo que fuera a decir la otra mujer

Esme se acercó a Edward, con los ojos brillantes de emoción, éste pudo ver que no aprobaba las acciones de la señora Swan, y al parecer tampoco las de Mike, pero también se fijó en que había tristeza en su mirada añoraba mucho a su esposo, y Edward lamentó inmediatamente haber contribuido a crear un conflicto entre Mike, Bella y su madre, el señor Swan parecía felizmente inconsciente de la tensión, claro que, por lo visto, él había dormitado durante la mayor parte del intercambio.

— ¿Me acompañas, Edward?

—Será un honor —contestó él sonriendo, no era que lo hubiera escogido especialmente a él, ya que el hombre de rango más alto siempre acompañaba a la mujer de más alto rango a la mesa, pero Edward sintió como si lo hubiera hecho, una vocecita en su interior le dijo que le recordaba a su padre, y aunque la comparación le molestara, sabía que ella lo consideraba como un cumplido, lo que no era tan fácil de aceptar era que esperaran que ocupara el lugar de su padre en la mesa, Mike tampoco parecía alegrarse mucho con eso sin duda estaba acostumbrado a sentarse a la cabeza de la mesa desde la muerte de su padre, por Edward, se podía quedar con el sitio.

—Mike —dijo suavemente, de pie junto al alto respaldo de la silla de roble— Creo que éste es tu sitio habitual, a mí no me importa sentarme en otro lugar, si lo prefieres— la sorpresa iluminó los rasgos de su hermano, seguido de un amargo gesto de la boca.

—Gracias, Edward —repuso, con un tono de caballerosa suavidad— Pero como cabeza de familia, ése es tu sitio por ahora

El ligero énfasis en el «por ahora» hizo sonar la alarma en la cabeza de Edward, Mike veía a Edward como un intruso, como un impostor, e iba a intentar demostrarlo, la idea se formó con tal claridad en la mente de Edward que se quedó anonadado, por eso Bella se sentía tan violenta con él, por eso su madre había sido tan maliciosa ¡todos pensaban que era un bastardo y sólo estaban esperando a que Mike revelara la verdad! Edward se sentó e intentó poner una expresión neutra mientras su mirada pasaba sobre sus compañeros de mesa, no creía que Esme o Alice fueran capaces de engaño, ni tampoco conseguía hacerse creer que lo fuera Bella, en cambio, no le costaba creerlo de su hermano o de la madre de Bella, mientras que del padre no estaba seguro, Mike había pasado toda su vida esperando ser Duque se podía entender que no se diera por vencido sin lucha, en cuanto a la madre de Bella, era una mujer ambiciosa, eso era evidente sin duda preferiría que su hija fuera Duquesa en vez de ser sólo la esposa del segundón ¡pero era tan ridículo! quizás era él quien había leído demasiadas novelas y cuentos, estaba perdiendo el contacto con la realidad, Mike y la señora Swan no podían estar confabulando en su contra ¿o sí? ¿le importaba tanto a Mike el estúpido título como para destruir la reputación de Edward, y quizá su vida, sólo por conseguirlo? Sí, todo en el comportamiento de Mike indicaba que era un joven acostumbrado a ser hijo de Duque y que siempre había contado con heredar el título su padre debería haberle dicho la verdad mucho tiempo atrás, su silencio no había sido justo,

Mike hablaba en voz muy baja a Bella, dedicándole una encantadora sonrisa, sin duda esperando recuperar su favor, se preguntó si Bella amaría a su hermano, observándola, con sus suaves mejillas aún sonrojadas, se convenció de que todavía estaba molesta con Mike por declarar que él sería el censor de su biblioteca, Edward no podía culparla por estar enfadada, su hermano era un completo estúpido si quería cambiar la más mínima cosa en Bella.

—Bueno —comenzó cuando se hizo evidente que nadie más iba a iniciar una conversación—, ¿y cuándo es la boda?

Era la última pregunta de la que quería oír una respuesta, pero le permitía concentrarse en lo importante, no de bía dedicarse a pensar sobre los atractivos de la futura esposa de su hermano, no debía envidiarle a su hermano su felicidad, no debería estar celoso por una muchacha a la que ni siquiera conocía. Bella se sirvió de una sopera de plata y no respondió a su mirada.

—En octubre —contestó, sonriendo a Esme — El día del aniversario del Duque —dándose cuenta de su error, volvió la mirada hacia Edward — El difunto Duque, naturalmente — Edward sonrió, ya sabía a quién se refería.

—El diez de octubre —le informó Mike, alzando la cuchara— Por si no lo sabías—Edward apretó los dientes ante la expresión inocente de su hermano.

—Pues en realidad lo sabía, recuerdo vagamente que mi madre lo celebró sola después de que mi padre nos abandonara, murió poco después —en cuanto acabó la frase, se arrepintió de haberla pronunciado, no quería que ellos se enteraran de todo el sufrimiento que su padre había causado a su madre al abandonarla, y mucho menos deseaba darles más información que usar contra él.

Esme parecía totalmente asqueada, Edward pensó que Mike y la señora Swan parecían decididamente complacidos en aquel momento los odiaba a los dos, el sufrimiento de su madre no era nada sobre lo que se pudiera sonreír, miró a Bella parecía triste Edward no quería que estuviera triste por él.

—Quizá la boda de Mike hará que esa fecha se convierta en un día más feliz para ti —apuntó Alice en un tono esperanzado, ante tanta dulzura, Edward se obligó a sonreír.

—Sin duda tienes razón, Alice — en aquel instante no podía imaginarse sintiendo la menor alegría ante ese acontecimiento, era como si la Bella se casara con la Bestia, pero toda la fealdad de Mike se hallaba en su interior, claro que siempre existía la posibilidad de que la belleza de Bella fuera sólo superficial, y de que ella y Mike estuvieran hechos el uno para el otro, tonterías.

—Debe de ser maravilloso haber encontrado la novia perfecta a tu edad, Mike —comentó— No puedes tener más de... ¿cuántos? ¿Veinte? —mantuvo un tono suave, pero sabía perfectamente la edad de su hermano, era casi exactamente cuatro años menor que él, porque había nacido casi menos de un año después de que su padre se casara con Esme ni siquiera un año después de que enterraran a la madre de Edward. Su hermano lanzó a Bella una cariñosa mirada.

—Sí, es cierto —reconoció mientras Bella se sonrojaba— Algunos nunca encuentran la mujer adecuada y se ven obligados a casarse, por dinero o familia, con alguien a quien no soportan— Edward reprimió el deseo de reírse desdeñosamente.

—No puedo ni imaginarme lo que debe de ser encontrar a la mujer con la que me gustaría pasar el resto de mi vida, quiero decir, saber que vas a pasar los próximos cuarenta o cincuenta años con la misma persona... es impresionante— Mike sonrió, pero sus ojos siguieron serios.

—Sí, lo es— Bella lo miró con una expresión que Edward no supo interpretar ¿La habría insultado al intentar molestar a su hermano? Ésa no había sido en absoluto su intención, sin tiéndose mal, le ofreció lo que esperaba que fuese una sonrisa de disculpa, ella le devolvió la sonrisa.

—Cuando me case, quiero que sea con alguien con quien pueda pasar el resto de mi vida —anunció Alice— Me niego a conformarme con menos— a pesar de la tensión que se respiraba en la mesa, Edward sonrió ante su convicción juvenil.

—No hay duda de que encontrarás a alguien que te amé durante el resto de su afortunada vida, Alice— Mike se limpió los labios con la servilleta y dejó es capar un sonido de burla.

—Miles de matrimonios se forman a partir de otras ideas aparte del estúpido amor.

— ¿Oh? — Edward arqueó una ceja ¿su hermano no había estado hacía menos de un minuto alabando el mérito de casarse con la pareja ideal?— ¿Y en qué más se basan?

—Sí, Mike —le apoyó Bella alzando la aguda barbilla— ¿En qué más?

—Respetabilidad, familia, intereses comunes, sangre y riqueza, naturalmente —repuso Mike, metiendo la cuchara en la sopa— Claro que el cariño es importante en el matrimonio, pero una buena familia es igual de importante, uno quiere saber dónde se mete.

El pobre tonto ni siquiera sabía que se estaba cavando su propia tumba, pensó Edward, no podía decidir si envidiaba a su hermano o si le tenía lástima por haber sido educado para creer que siempre estaba en posesión de la razón, su padre le habría inculcado tanta arrogancia, porque seguro que no había sido Esme. Edward tomó un sorbo de vino.

—Parece más un acuerdo de negocios que un matrimonio.

—Mi padre me enseñó que los hombres de más éxito siempre consideran la vida como un asunto de negocios —repuso Mike, frunciendo el entrecejo.

—Quizás en su vida pública —exclamó Esme — Pero tu padre nunca trató a su familia como un «asunto de negocios»— Edward sintió ganas de corregirla, pero permaneció en silencio ¿Qué era él sino el resultado del fracaso de uno de esos asuntos?. Mike hizo como si no hubiera oído a su madre.

—También me enseñó que un hombre que se deja llevar por sus emociones es un imbécil.

—¿De verdad? —Edward tomó otro trago de vino.

—Sí, eso me enseñó— Edward aguantó la mirada desafiante de Mike.

—Entonces me siento muy afortunado de que no me enseñara nada—el aire casi crujió de tensión mientras los dos jóvenes se miraban fijamente.

—¿Faisán, excelencia?— Edward miró la bandeja que Bella le había puesto bajo las narices, no fue sutil, pero consiguió acabar con el punto muerto al que habían llegado los dos jóvenes.

—Gracias, señorita Swan — el sirviente se había llevado el cuenco de sopa, así que Edward agarró la bandeja y se sirvió un poco de carne tierna.

—¿Estáis disfrutando de Londres? —le preguntó Bella tras pasar la bandeja a Alice, con un suspiro interior, Edward permitió que le metieran en una conversación intrascendente y educada, hacia el final de la cena, estaba totalmente asqueado del sonido de su propia voz, pero le estaba muy agradecido a Bella por haberle apartado de su comprometedor comportamiento, no había excusa para una actitud grosera o desconsiderada, y los comentarios de Edward sobre su padre eran realmente desconsiderados en presencia de Esme o Alice

Después de la cena, todos pasaron al salón, ni Edward ni Mike tenían ningún interés en quedarse bebiendo oporto, y el señor Swan parecía totalmente indiferente al respecto, así que siguieron a las damas al salón azul, donde Alice y Bella los entretuvieron tocando el piano. Bella tocaba muy bien y Alice cantaba con una hermosa voz, Edward recordó vagamente la imagen de su padre cantándole y haciéndole saltar sobre su regazo, y sintió que se le helaba el corazón. ¿Por qué no lo había recordado antes? Cuando las muchachas acabaron, todos aplaudieron amablemente.

—¿Sabes tocar, Edward? —le preguntó Esme, sentada a su lado.

—Aquí no tenemos... ¿cómo las llaman?... gaitas, mamá —bromeó Mike, la señora Swan rió.

—No importa, hermano —repuso Edward con una son risa torcida— Toco igual de bien el piano que la gaita.

—No es una ocupación muy digna de un caballero —replicó Mike con falso buen humor, cruzando los brazos sobre el pecho.

—Tu padre tocaba —dijo Esme con una mirada de reproche— Mike se sonrojó hasta la raíz del cabello, el rubor de sus mejillas contrastaba con el blanco del cuello de su camisa, Edward sintió lástima de su hermano por meter la pata tantas veces durante la noche e intentó desviar la atención hacia sí.

—Mi madre —dijo con una sonrisa maliciosa— me en señó que un buen escocés debe ser capaz de blandir la espada con una mano y hacer música con la otra, al mismo tiempo, si es posible.

Las mujeres rieron, incluso la señora Swan consiguió sonreír, el señor Swan estaba profundamente dormido en el sofá junto a ella, y Mike miró a Edward con una expresión que sólo se podía describir como de sarcástica superioridad.

—¡Qué encantadora idea bárbara! —exclamó con voz cargada de risa burlona

El silencio cayó sobre el salón, incluso la señora Swan pareció sorprendida por el comentario, se removió in cómoda en el sofá, Esme palideció. Alice bajó la mirada al suelo y Bella se quedó mirando a su prometido con los ojos muy abiertos, pero nadie miró a Edward excepto Mike, Edward le aguantó la mirada si Mike pretendía intimidarlo, había escogido una manera equivocada para lograrlo para Edward, su madre era una santa, e insultarla no lo hería, sólo lo hacía enfadar muchísimo. Ya tenía bastante, y el resentimiento y la animosidad que había sentido hacia su hermano durante toda la velada, explotó en una infernal furia, nunca supo cómo consiguió reprimirse y no estrangular a Mike. Se puso en pie, alzándose sobre todos, lo que atrajo inmediatamente sus miradas como si fuera un accidente de carruaje, deseaba gritar furioso, quería estrellar su puño contra el rostro de su hermano, pero eso sólo confirmaría que era un bárbaro, y no sólo a los ojos de Mike, sino seguramente también a los de Bella, Edward estaba decidido a probar que era mejor que eso.

—Y la aprendí muy bien —replicó, sonriendo amplia mente a Mike—. ¿Querrías ver una demostración?— Mike arqueó una altiva ceja.

—Me temo que somos demasiado civilizados para tener espadas en casa, pero no tendré ningún inconveniente en acompañarte a una sala de esgrima si así lo deseas— era lo más que su hermano podía acercarse a un reto y seguir manteniendo una tenue apariencia de caballero sidad, Edward aceptó el desafío con una fría sonrisa y una ligera inclinación de cabeza.

—Me encantaría. —y era cierto, le encantaría tener la oportunidad de poner en su sitio a aquel niño mimado, le resultaba muy difícil sentir ningún tipo de simpatía hacia su hermano, aguantó la dura mirada de Richard, obligando al joven a apartar la mirada el primero, Mike atravesó la sala hacia el mueble donde se guardaban los licores y se sirvió un vaso de oporto, Edward se volvió hacia Esme, que lo miró con lágrimas en los ojos.

—Lo lamento tanto... —susurró ella, Edward no tenía ni idea de qué lamentaba, se inclinó, le tomó la mano y se la apretó en silenciosa muestra de afecto.

—Soy yo quien debe pediros disculpas —repuso Edward; la emoción trajo el acento escocés a su voz— Disculpadme, ahora debo marcharme —se irguió y fue hacia la puerta sin mirar a nadie, no quería ver cómo le miraban y sobre todo no quería ver la expresión de Bella.

—Mañana estarás aquí, ¿verdad, Edward? —preguntó Alice rápidamente, como si eso significara mucho para ella— Para la lectura del testamento— Edward pasó la mirada de su hermana a su hermano, mientras su expresión se tornaba hosca, Mike parecía demasiado seguro de sí mismo, como si esperara probar al día siguiente que Edward era un impostor.

—No me lo perdería por nada del mundo.

De camino a casa de los Swan ...

—¡Qué joven más grosero y horrible! —exclamó la señora Swan mientras el carruaje se alejaba de la casa, el señor Swan ya estaba roncando junto a ella, Bella, que agradecía salir por fin de la mansión Cullen, movió la cabeza asintiendo silenciosamente.

—Sí, esta noche, Mike se ha comportado de una manera inexcusablemente grosera —afirmó, su padre resopló dormido, como si le diera la razón, Bella sonrió.

— ¡Mike! — la voz de su madre se agudizó hasta casi llegar a romper el cristal— ¡Me refería a ese horrible escocés! ¿En qué pensaría Esme para invitar a ese bárbaro a su casa?—

Bella frunció el entrecejo «bárbaro» no era una palabra que describiera a Edward.

—Es su casa— su madre hizo un gesto despreciativo con la enjoyada mano.

—Tonterías, de ninguna manera esa criatura puede ser el Duque de Cullen—Bella se apretó los ojos con la mano, intentando calmar el dolor de cabeza que se avecinaba.

—Es el Duque, su padre lo reconoció; el abogado lo fue a buscar está en el testamento y es la viva imagen de su padre ¿Qué más pruebas necesitas?

—Eres demasiado joven para saber de esas cosas —insistió su madre, entrecerrando los ojos—Sólo porque sea el hijo de Cullen no significa que sea su heredero legítimo, ya hemos hablado de esto antes, ¿no lo recuerdas? No me sorprendería que Mike descubriera que Masen nació en el lado equivocado de la cama— Bella estaba cansada de toda esa historia ¿Qué importaba todo eso? Que Edward tuviera su título, después de todo, tampoco había tenido la ventaja de conocer a su padre.

—Estaban casados, madre, estoy segura de que una copia del certificado de nacimiento de Edw... del Duque probará que nació después de que contrajeran matrimonio.

—¡Ah! Pero si se casaron en Escocia, en una de esas estúpidas ceremonias improvisadas, hay muchas posibilida des de que el matrimonio no fuera legítimo—en aquel momento, Bella odiaba a su madre, la odiaba con toda su alma por intentar destruir la vida de aquel joven.

—¿Y a ti qué te importa si es legítimo o no? — pero en cuanto hubo formulado la pregunta, supo la respuesta— Esto no tiene nada que ver con Mike o con Edward, esto tiene que ver contigo— su madre se puso a observar sus anillos con toda atención, azuzada por la rabia, Bella se inclinó hacia delante, bajo la tenue luz del carruaje, el rostro de su madre estaba envuelto en sombras.

—Deseas tanto tener un Duque en la familia que no te importa nada más, no te importa si destruyes la vida de un joven, y con toda seguridad que no te importa si tu yerno ama o no a tu hija, sólo quieres el preciado título, y ¡temes que esté prometida al hijo equivocado!— Renne alzó la mano e intentó pegarle, Bella la agarró por la muñeca, y su madre ahogó un gritito de sorpresa.

—Pégame y tendrás que buscar otra manera de con seguir a tu Duque, porque yo no me casaré con nadie — Bella no podía creer la manera en que estaba hablando a su madre, era como si alguien se hubiera apoderado de su cuerpo, pero también era cierto que, desde que había aceptado casarse con Mike, su madre también obraba como si fuera otra persona, Renne apartó la mano con una mirada furiosa.

—¡Tú te casarás con quien yo te diga o te echaré de casa sin un céntimo! —su amenaza perdía fuerza por el temblor de su voz, estaba asustada ¿Asustada de qué?

—Papá nunca lo permitiría —le tocaba a Bella mostrar seguridad— No me amenaces, mamá, no me gusta.

—Eres una desagradecida.

—Sí —aceptó Bella sarcásticamente mientras se apoyaba en el respaldo de terciopelo— Soy una hija muy desagradecida por no permitirte que la trates como a tu perro faldero, la verdad es que me parece que tratas a tus perros con más cariño y respeto.

—¿Qué te pasa? —su madre la miró con una expresión dolida— ¿No ves que sólo quiero lo mejor para ti?—un bufido muy poco femenino salió de los labios de Bella.

—Estoy completamente segura.

—¡Pues claro que sí! —replicó su madre— Creas lo que creas, yo también tengo sentimientos— Bella alzó una ceja pero no dijo nada sabía que su madre tenía su lado bueno, pero últimamente lo único que había visto en ella era a una persona ambiciosa y calculadora, no le gustaba con un suspiro, su madre se dejó caer sobre el respaldo, sin importarle que el brazo de su marido hubiera que dado atrapado entre ella y los cojines.

—¿No entiendes que quiero para ti una vida mejor que la que yo he tenido?— ¿qué?

—¿Una vida mejor? — repitió Bella, incrédula— ¿Pero qué tiene de malo tu vida? Tienes dinero, un buen marido...

—Antes de que tu padre hiciera fortuna, vivíamos en dos habitaciones sobre su oficina, a veces me da miedo que podamos perderlo todo y acabar en una prisión de deudores, no quiero que tú tengas que preocuparte por el dinero o la posición social—más calmada, Bella tomó la mano de su madre.

—¿Y no quieres que también sea feliz? —Renne apartó la mano.

—Prefiero verte desgraciada y rica que feliz y pobre, la felicidad no te llena el estómago.

—Ni me cubre de joyas —repuso Bella sarcásticamente, sintiendo el rechazo de su madre como si fuera un puñal en las costillas— Yo no soy tú, y por mucho que lo intentes, no puedes arreglar tu pasado dictando mi futuro— Renne alzó la barbilla en un gesto de obstinación y se puso a mirar por la ventana, tal vez hubiera lágrimas brillándole en los ojos, pero Bella no podía estar segura, y para ser sincera, tampoco quería saberlo.

—Pero lo puedo intentar —dijo su madre— Y puedo asegurarme de que no cometas los mismos errores que yo.

—Sí —reconoció Bella, con los dientes apretados— Dios impida que me vuelva como tú—su madre se encogió como si la hubiera golpeado.

—¿He sido una madre tan horrible para ti?— con un suspiro, Bella se masajeó las sienes, lo que ha bía comenzado como un ligero malestar se había converti do en un punzante dolor.

—No —respondió, hubo un tiempo en que su madre era su mejor amiga, pero desde entonces habían pasado años; fue antes de que Bella, como muchacha casadera, se convirtiera en un bien con el que comerciar, y mucho antes de que su madre comenzara a sentirse totalmente insatisfe cha con su propia vida, quizá si su padre no se hubiera dedicado a los negocios, su madre hubiera sido más feliz, quizá si hubiera sido un ocioso terrateniente que organizara lujosas fiestas y se pasara el otoño dedicándose a sus perros junto con otros hombres ricos y aburridos, su madre no hubiera tenido que trabajar tan duro para establecer esas relaciones que parecían importarle tanto, pero su padre no era un terrateniente era rico, pero sólo era un hombre de negocios, podían avergonzarse un poco de él en sociedad, sobre todo por que tenía la costumbre de quedarse dormido allá donde fuera, pero eso sólo pasaba porque trabajaba muchas horas para que a Bella y su madre pudieran tener todos los lujos que, según Renne, necesitaban tal vez los vestidos y las joyas fueran tan sólo un sustituto. ¿Podía ser ésa la razón por la que su madre se había vuelto tan avariciosa? ¿Los anillos y las sedas representaban su idea de cariño maternal? De ser así, Bella lo lamentaría por su madre, y por primera vez en su vida, se sintió un poco más que molesta con su padre. Renne cruzó los brazos sobre su amplio pecho, con una mueca testaruda en la boca.

—Sólo he intentado obrar en tu interés.

—Pero no lo consigues —replicó Bella, con un tono de cansancio en la voz—. Obras en tu propio interés. ¿Es que no lo ves?

—¿Cómo puede ser que desear que tengas dinero y seguridad sea obrar en mi propio interés?

—¡Porque no me has preguntado si yo quiero dinero y seguridad! —exclamó Bella— No me has preguntado nunca lo que yo quiero— Renne dio una patada que hizo vibrar el suelo bajo los pies de Bella, su padre roncó desde la esquina.

—¿Quieres decirme que preferirías ser pobre y estar alejada de la buena sociedad? No parecía que te molestase todo el dinero y la seguridad la otra noche en Almack's.

Almack's era el lugar por excelencia adonde ir a ver y a dejarse ver entre las clases altas de la sociedad londinense, para cruzar la puerta se tenía que conseguir un pase de una de las patronas, el sueño de todas las jovencitas era bailar en Almack's.

—Claro que no me molesta. —suspirando, Bella negó con la cabeza— Pero hay más cosas en la vida, más cosas en el matrimonio, que el dinero y la seguridad. ¿No te gustaría que me casara con alguien a quien amara, y con quien fuera feliz?

—Serás feliz con Mike —insistió su madre— Y llegarás a quererlo, es una situación mucho mejor que casar te con el hombre al que ames sólo para llevarte una desilusión al año siguiente.

—¿Eso fue lo que te pasó?—Renne evitó su mirada.

—Digamos que en mi juventud también tuve sueños, sueños que no se cumplieron y que se convirtieron en una dura realidad.

Bella lanzó una mirada a su padre, estaba tirado sobre el costado de su madre, roncando suavemente, ni siquiera su pelea podía despertarlo era un hombre sencillo, pero Bella no se lo podía imaginar siendo brusco o cruel, claro que quizá si su marido prefiriera dormir a hablar con ella, Bella también se amargaría, pero hubo un tiempo en que sus padres se habían querido, ¿no? ¿Qué había pasado?

—Quizá papá también tuviera sueños —murmuró.

—¿Hm? —dijo su madre, apartando la vista de la ven tana— Oh, sí, claro. Grandes sueños— su tono era tan amargo que Bella casi hizo una mueca.

—Lamento que tu vida no haya sido lo que esperabas, mamá, pero tienes que dejarme vivir mi propia vida.

—Puedes vivir como te apetezca —dijo Renne sonriéndole.

—¿De verdad? —preguntó Bella boquiabierta, mirán dola sorprendida. ¿Por fin estaba su madre dispuesta a dejarla confiar en su propio juicio?

—De verdad —contestó su madre— En cuanto estés casada, con Mike

Capítulo 4: Capítulo 6: Capítulo 6

 


 


 
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