Bella y El Duque ( TERMINADO )

Autor: MalusitaCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 27/11/2011
Fecha Actualización: 05/04/2012
Finalizado: SI
Votos: 13
Comentarios: 40
Visitas: 37402
Capítulos: 14

Hola antes que nada quiero aclarar que  esta historia no es de mi autoria sino una adaptación de la obra de Kathrin Smith Ana y el Duque con lo personajes de Crepúscuo de la grandiosa Stephanie Meyer

Ahora disfurtenla ...:D

xoxo

 


 

 

Bella y el Duque



Escocia, 1818. Poco esperaba el joven Edward Masen que su padre, Carlisle un Duque inglés que lo abandonó, le nombrara heredero justo antes de morir. Y mucho menos esperaba conocer a Bella en tan especiales circunstancias.


Al acudir a Londres a la lectura del testamento, Edward encuentra a su nueva familia: la viuda de su padre y sus hermanos Alice y Mike, así como a la prometida de éste. La delicada Bella. No todos le dan la bienvenida, ya que Mike tenía previsto ser el único heredero, y urdirá una oscura intriga contra el recién llegado.

Sin embargo, no cuenta con los sentimientos de la tímida Bella, quien sueña con el verdadero amor.Frente a ella, Mike cada vez se muestra más mezquino, mientras que el coraje y la honestidad de Edward la hacen sentirse muy próxima a él.¿Cómo conciliar su obligación de prometida y esos nuevos sentimientos desconocidos? Debatiéndose entre los intereses familiares y la fuerza de las emociones, Bella y Edward comprenderán que han de desafiar todas las convenciones para cumplir su destino juntos.

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Capítulo 8: Cap. 8

Chicas perdon por la tardanza y aqui un nuevo cap ...



—Es una auténtica desgracia— Bella apartó la vista de Edward, que bailaba con otra debutante de risa tonta, y dirigió su atención a la mujer que tenía a su derecha.

—¿Qué es una desgracia, mamá?—Renne indicó la pista de baile con un gesto de la barbilla.

—Esa... persona intentando hacerse pasar por el Duque de Cullen.

Bella no miró, no quería ver a aquella tonta muchacha sonriendo a Edward como si en el exterior colgara la luna en el cielo y, sobre todo, no quería verlo a él devolviéndole la sonrisa, igual que había sonreído a todas las chicas que habían hecho lo posible por cruzarse en su camino aquella noche, era muy desagradable, se sentía incómoda por él, eso era todo, claro que no estaba celosa, en absoluto, ¿Por qué debía importarle con quién bailara? Ella ha bía bailado dos veces con Mike y una con otros caballeros y sin duda bailaba mejor que Tanya Denali, los pobres pies de Edward debían de estar morados con todas aquellas niñas tontas pisándole.

—No está haciéndose pasar por el Duque, mamá—replicó con una ligera exasperación—. Es el Duque. — Renne sonrió, era una sonrisa autocomplaciente que puso nerviosa a Bella, su madre estaba tramando algo.

—Mamá —dijo Bella en tono de advertencia—, ¿Qué estás tramando?

—Bah, niña. ¿Por qué siempre piensas lo peor de mí?

—Con perdón, mamá, pero normalmente acierto. —bajó la voz—. Espero de todo corazón que no sigas cuestionando el nacimiento del Duque, pienso que el testamento de su padre prueba claramente que es hijo legítimo.— su madre la miró con otra sonrisa maliciosa.

—Mi querida niña, no se trata de si es o no es hijo legítimo.—Bella lanzó un suspiro de alivio.

—Bueno, eso es...

—Se trata de si puede o no probarlo. — Renne abrió su abanico de golpe y comenzó a agitar frente a su rostro los delicados palitos cubiertos de seda, Bella apenas pudo contener el ansia de esconder el rostro entre las manos y ponerse a gritar, pero consiguió mantener el control.

—¿Por qué te importa si es hijo legítimo o no? No tiene nada que ver contigo.

—¡No seas estúpida!— Renne le lanzó una mirada fe roz—. Eso decidirá si mi hija es la Duquesa de Cullen o sólo la vulgar señora Facinelli.

—No debería importarte si soy lo uno o lo otro, sólo debería importarte mi felicidad.— en un segundo, la madre de Bella cambió su expresión ceñuda por una sonrisa engañosamente dulce.

—¿Me estás diciendo que no te haría feliz ser Duquesa?

—No, a expensas del Duque, no —respondió Bella sinceramente, claro que había soñado con casarse con un hombre rico y apuesto. ¿No lo hacían todas las chicas? Pero cuanto mayor se hacía, más se daba cuenta de que el amor era más importante que el título, prefería casarse con un hombre pobre que la amara que con el hombre más rico de Inglaterra y por eso tenía dudas acerca de su futura boda con Mike, ni siquiera sabía lo que él sentía por ella.

—¿Y qué pasa con el pobre Mike? — preguntó su madre como si le hubiera leído el pensamiento—. ¿No te importa que ese... ese impostor le haya robado lo que era suyo por derecho de nacimiento?

—Claro que me importa Mike —repuso Bella con un suspiro—. Creo que su padre se portó muy mal ocultando la existencia del Duque a su familia, pero eso no se puede cambiar, él no va a desaparecer así como así y Mike no puede reclamar el título, otra vez esa sonrisa conspiradora.

—Puede hacerlo si su hermano no puede probar que nació dentro de las leyes del matrimonio.

—¡Oh, eres imposible! ¡Me niego a escuchar más tonterías! — Bella se puso en pie de un salto y pensó en irse lo más lejos posible de su madre.

—Espero que no nos estaréis dejando, señorita Swan. — mortificada, Bella se encontró con la burlona mirada de Edward, el estómago le dio un vuelco al verlo diablos, esperaba que no hubiera oído nada de la conversación.

—En realidad sólo iba a buscar... uh... limonada.

—Será un honor ir en busca de un vaso para vos. — Bella le lanzó una mirada de puro pánico Edward debió de captarla, porque los ojos le brillaron divertidos y los labios se le movieron como si estuviera intentado reprimir una sonrisa.

—¿O quizás os podría acompañar hasta la mesa de las bebidas?—Bella casi se cayó de alivio, finalmente, podía escapar claro que los buenos modales exigían que le pidiera permiso a su insoportable madre.

—¿Te importa, mamá?— con los labios apretados, Renne negó con la cabeza, moviendo las plumas de su aparatoso peinado en todas direcciones.

—No tardes mucho. — lanzó una dura mirada a Edward—. Buenas noches, excelencia.— él hizo una pequeña reverencia.

—Encantado como siempre, madame.— Bella no pudo determinar si el tono era sarcástico, Edward se enderezó y le ofreció el brazo.

Los dedos de Bella estaban dormidos por haberlos tenido apretados en un puño durante toda la conversación con su madre, pero los colocó sobre la manga de Edward y le permitió guiarla por la pista de baile hasta la sala donde se hallaban los refrescos, con un poco de suerte, él no notaría la humedad de la palma de sus manos a través del tejido de la chaqueta. ¿Qué extraño efecto producía en ella? Sólo estar tan cerca de él la hacía sentirse ligeramente mareada.

Se quedó junto a la pared y esperó mientras él iba a por las bebidas, estaba mucho más tranquila allí que en el salón de baile, pero, claro, aunque pasase una manada de toros salvajes por la sala, Bella se sentiría más tranquila que en compañía de su madre.

—Aquí tenéis. —Edward le ofreció un vaso.

—Muchas gracias. — al tomarlo, sus dedos se rozaron y aunque ambos llevaban guantes, un escalofrío recorrió el cuerpo de Bella, dio un pequeño salto, él no pareció notar el extraño comportamiento de la joven y ella se lo agradeció al menos podía fingir que su presencia no la afectaba.

Bella tomó un sorbo de limonada mientras decidía ha cer exactamente eso: comportarse con normalidad, cuando la refrescante bebida alcanzó la reseca garganta, cerró los ojos de placer ante la punzante suavidad, era buena, mucho mejor que la insípida agua de lavar platos a la que llamaban limonada en Almack's.

—Creo que no os he dicho lo maravillosa que estáis esta noche.— Bella miró hacia otro lado, sonrojándose bajo la mirada del joven, la manera en que la miraba le hacía sentir calor y le cortaba la respiración, como si de repente hubiera en trado en una habitación muy caliente.

Aquella noche había cuidado especialmente su apa riencia, había escogido un vestido sencillo de seda rosa os curo y manga corta, con guantes y zapatos a juego, la alta cintura le remarcaba el seno y el oscuro color realzaba su piel, llevaba el cabello recogido en la nuca y cayendo en una cascada de rizos, la única joya que lucía era un collar de perlas, con pendientes a juego, había intentado convencerse de que su deseo de arreglarse no tenía nada que ver con que Edward fuera a asistir, pero no podía negarse que había querido que la viera lo más bonita posible, seguro que no había ningún mal en ello, ¿no? No significaba nada, tan sólo la convertía en una de las chicas más presuntuosas de todo Londres.

—Gracias —contestó, alzando la mirada hacia él—. Vos también estáis espléndido.

¿Y no lo estaba siempre? Algunos hombres no estaban hechos para vestir de negro, y acababan pareciéndose más a un enterrador que a un caballero a la moda, mientras que otros jóvenes llevaban el cuello de la camisa hasta las orejas y el pañuelo atado con intrincados nudos, Edward se abrochaba la camisa un poco por debajo de la mandíbula y se anudaba el pañuelo de forma simple.

—Y debo agradeceros que vinierais a rescatarme.

—¿Eso era? —Edward sonrió—. Debo admitir que no te nía ni idea de estar prestando tal servicio, ha sido un honor.— Edward no quiso entrometerse; no preguntó por qué necesitaba que la rescataran de su propia madre, lo que Bella agradeció, no podía decirle la verdad y no quería mentirle, así que evitar el tema parecía la mejor opción.

—Sí, pero esta limonada no durará para siempre y luego tendré que regresar. —con un suspiro de resignación, Bella alzó el vaso.

—No hay prisa —la animó Edward—. Acabad vuestra bebida y luego bailaremos.

—¿Bailar? — Bella alzó una ceja.

—Es cuando se mueven los pies en varios pasos de acuerdo con la música —repuso él, sonriendo—. Seguro que lo habréis hecho alguna vez.— Bella rió con su broma.

—Una o dos veces, cierto —asintió.

—Bien, entonces acabad la limonada, bailemos y luego buscaremos algo más que hacer para que no tengáis que volver con vuestra madre hasta que estéis preparada.— la joven no podía creer lo que oía.

—No tenéis que hacer eso, excelencia, no quiero que os sintáis responsable de mí.

—No me siento responsable de vos —repuso Edward secamente—. Pero como Mike está en alguna parte hablando de negocios, ocupo su lugar y me llamo Edward, ¿lo recordáis?— Bella tuvo una extraña sensación de desilusión al oír sus palabras, pero sonrió de todas formas.

—Sí, lo recuerdo.

—Entonces bebed —hizo un gesto hacia el vaso con la cabeza— y bailemos —como para apresurarla, Edward vació su vaso de un trago y la miró con aire expectante.

—No puedo beber tan rápido.

—Seguro que podéis.

—No, no puedo.

—¿Por qué?— sonriendo, Bella negó con la cabeza.

—Porque no es apropiado en una dama, por eso.

—¿Y siempre tenéis que ser una dama? —el brillo de sus ojos era burlón, ¿Cómo podía preguntar una cosa así? A ningún caballero se le ocurriría nunca preguntar eso; la respuesta era obvia.

—Sí—contestó—, Así es.— suspirando con fingida irritación, Edward le quitó el va so de la mano, se bebió el contenido y lo dejó junto al suyo en la bandeja de un sirviente que pasaba.

—Bueno, ahora podemos bailar.— muda de asombro, Bella se sintió entre indignada y divertida.

—No puedo creer que hayáis hecho eso.

—Yo tampoco —repuso Edward sonriendo mientras la guiaba de la mano hasta el salón de baile.

—Más os vale ser un buen bailarín —le advirtió Bella de buen humor—. Esa limonada era la mejor que he probado en mucho tiempo.

—Soy un perfecto bailarín, no me habría acabado vuestro refresco si no pensara que os podría compensar.— estaba haciendo el tonto, pero sus bromas hicieron sentirse a Bella más feliz de lo que se había sentido en meses, sólo cuando comenzó la música su buen humor desapareció.

—¡Es un vals! — Bella miró a su alrededor, a los otros invitados sin saber qué hacer, le habían dado permiso para bailar el vals durante su primera temporada, pero sólo lo había bailado con Mike, se consideraba un baile escandaloso porque requería que el caballero sujetara a la dama demasiado cerca, la idea de estar tan cerca de Edward la asustaba.

—Lo es. —Edward le colocó una mano detrás de la cintura.

—¿Estáis seguro de que debemos bailar? —el corazón se le aceleró al notar su mano—. ¿Es decoroso?— él debió de notar la inquietud en su voz, porque cambió su jovial sonrisa por una más cálida.

—Bella, pronto seremos familia y como cabeza de la familia de vuestro prometido, no creo que nadie considere escandaloso que bailemos un vals.

Dicho así, sus reservas parecían completamente tontas, Bella aceptó, y comenzaron a bailar pero sabía que la sociedad elegante necesitaba muy pocas pruebas para propagar un rumor, Bella no quería que nadie de su familia ni de la de Mike se sintiera herido porque ella y Edward se estaban divirtiendo. Mike, su buen humor volvió a desaparecer debería ser con él con quien bailara y riera, debería ser con él con quien bailara aquel vals, en vez de eso, la había dejado con su madre una hora antes para irse a hablar de negocios con algunos «socios». Ni siquiera le había dicho qué clase de negocios eran.

—No deberíais fruncir el entrecejo de esa manera— la voz de Edward la devolvió a la realidad, de repente Bella fue totalmente consciente de la calidez de la mano de Edward en su cintura y de los largos dedos que agarraban los suyos, su mano parecía tan pequeña en la de él, se sentía tan pequeña a su lado, su coronilla no le llegaba a él por encima del hombro.

—¿Estaba frunciendo el entrecejo? Os pido disculpas.

—¿No estáis disfrutando del baile? — sus verdes ojos esmeralda brillaban de preocupación—. Podemos dejarlo...

—No, bailáis muy bien, pero vos ya lo sabíais sólo es que me siento un poco abandonada.

Él pareció entenderla pero Bella no quería que la entendiera, no quería que se diera cuenta de que él estaba comportándose como debería hacerlo su prometido, debería ser Mike quien bailara con ella, debería ser Mike quien le produjera escalofríos en la espalda con sólo tocarla y no debería ser el hermano de Mike quien la hiciera sentir lo que nunca había sentido antes.

—Estoy seguro de que Mike preferiría estar aquí, bailando con vos.— Bella se encogió de hombros, por su tono Edward parecía estar tan poco convencido de sus palabras como ella misma.

Bailando se habían acercado a las puertas de la terraza, y con unas cuantas vueltas expertas, Edward la llevó afuera, bajo el fresco aire de la noche, donde olía a flores en vez de a sudor y perfume, y la música y las voces se oían suaves y tranquilas en lugar de competir por ser oídas.

—No deberíamos estar aquí fuera —protestó Bella, si alguien los veía, se desataría el escándalo.

—Estaremos en la luz, se nos ve perfectamente desde la sala de baile.

Bella lo dudaba, desde donde se hallaba, podía ver a los que bailaban, girando y girando, pero la luz de las grandes lámparas hacía casi imposible ver algo en la oscuridad exterior Edward y ella estaban a la vista, pero eran completamente invisibles. La vida social de muchas jóvenes se había echado a perder por menos que estar a solas en la oscuridad con un joven, si alguien los encontraba Bella quería que viera bien que había mucha distancia entre ellos, no importaba que no es tuvieran haciendo nada indecoroso, la alta sociedad murmuraría, y Bella no quería verse envuelta en un escándalo con el hermano de su prometido.

—Si nos encuentran aquí fuera, dirán que os intento atrapar para que os caséis conmigo, pensarán que os quiero a vos porque ahora tenéis el título, dirán que planeaba abandonar a Mike por vos porque él no va a heredar. —con cada suposición, el pánico se fue apoderando de ella y su voz se fue haciendo más aguda, porque no sabía si realmente le importaría ese escándalo. La expresión de Edward era una mezcla de preocupación y diversión.

—¿Lo estáis?

—¿Estoy qué? —Bella le miró enfadada, claro, él podía tomarse la situación a la ligera. ¡No era su reputación la que estaba en juego!

—¿Estáis planeando abandonar a Mike por mí?

—¡Claro que no! —las mejillas le ardían pero no estaba del todo segura de estar diciendo la verdad. ¡Oh! era un error incluso pensar una cosa así. Una sonrisa comprensiva curvó los labios de Edward.

—Lo sé, y Mike también de verdad, Bella, conmigo estáis a salvo relajaos, por favor, hay algo que quiero de ciros y luego podéis volver a entrar antes de que vuestra madre se preocupe.

—¿Qué queréis decirme? —El corazón de Bella latía a toda velocidad.

—Lo lamento.— el corazón se le cayó a los pies, no estaba segura de lo que esperaba oír, pero sin duda no era eso, maldiciéndose por ser tan tonta, volvió a fruncir el entrecejo.

—¿Por qué?— Edward miró el suelo durante unos instantes antes de al zar la vista hasta ella.

—Sé que Mike me guarda rencor por heredar el título —explicó con voz suave—. Sé que he estropeado muchos de sus planes, y supongo que probablemente he echado a perder unos cuantos de los vuestros, he intentado disculparme con él, pero no sé si me cree y ahora quiero pediros perdón a vos también.

—¿Queréis disculparos por echar a perder mis planes? ¿Qué planes?— Edward se aclaró la garganta y cuadró los hombros como un soldado ante un oficial superior.

—Imagino que esperabais convertiros en Duquesa y tener la clase de vida que eso conlleva, lamento que mi existencia os prive de esa vida.— chispas de furia se encendieron en el pecho de Ana.

—¿Así que lamentáis que no vaya a ser Duquesa?

—Sí.— con los brazos en jarras, Bella se acercó a él, sin importarle ya si alguien los encontraba a solas o no.

—¿Creéis que la única razón por la que acepté la proposición de Mike fue para ser Duquesa?

—¿No es así?

—¡No! —se hallaba lo suficientemente cerca de él como para clavarle el dedo en el pecho, pero no se atrevía a tocarlo, aunque sintiera ganas de darle un puñetazo—. No puedo creer que penséis tan mal de mí.

—No lo hago. —su voz estaba vacía de emoción—. Pero tener por hija a una Duquesa haría muy feliz a vuestra madre, ¿no es cierto?— no valía la pena negarlo. Bella no se preocupó de de fender a su madre, estaba demasiado ocupada defendiéndose a sí misma.

—Sí, la haría muy feliz, pero no es por eso por lo que me voy a casar con Mike.

—¿No? Entonces ¿por qué os vais a casar con Mike? —preguntó él, cruzando los brazos sobre el pecho.— Bella abrió la boca, pero no le salió ninguna palabra, no se le ocurría ninguna razón.

—¿Lo amáis?— la sorpresa descargó sobre Bella como un rayo.

—¡Lo que siento por Mike no es asunto vuestro!

—Si no amáis a mi hermano, ¡entonces no deberíais casaros con él! —exclamó él con expresión hosca.— ¡Oh, así que era eso!

—¿Cómo os atrevéis? ¿Qué sabéis vos? ¡Vos no reconoceríais el amor aunque os golpeara esa dura cabezota!

—Creo que sé sobre eso bastante más de lo que sabéis vos. —Edward empezó a experimentar un tic en uno de los músculos de la barbilla. Ella resopló, un sonido totalmente inapropiado para una dama.

—Oh, ¿seguro? ¿Y qué es lo que vos sabéis? — él se alzaba sobre ella y su rostro expresaba una furia igual a la que ella sentía, pero a ella no la asustaba, en absoluto.

—Sé que Byron tenía razón, sé que el amor debe inspirar pasión y poesía.—Bella tembló mientras él se aproximaba, y no era por la brisa que le acariciaba suavemente el cuello, no era decoroso que estuvieran fuera juntos, debería estar escuchando a su prometido hablando de pasión; lo que estaba haciendo no era correcto.

—¿Mike os hace pensar en poesía, Bella?— ella le respondió, farfullando de indignación, y no porque él estuviera equivocado, sino ¡porque tenía razón! ¡Tenía tanta razón! Mike no le hacía pensar en pasión o poesía, y le avergonzaba tanto admitirlo ante la única per sona que la hacía temblar siempre que estaba cerca.

—¡No sabéis nada! —estaba peligrosamente cerca de perder el poco control que le quedaba, si no se alejaba pronto, acabaría golpeándolo o rompería a llorar y no podía decidir qué sería peor, las lágrimas serían lo peor.

Él le tomó el rostro entre ambas manos, ella intentó alejarse, pero él no la dejó ir, y la sujetó de tal forma que no tuvo más remedio que encontrase con su mirada.

—Pero sí que lo sé, Bella —le dijo con una voz que era poco más que un susurro—. Lo sé porque «todo lo mejor de luz y sombra se halla en sus ojos y apostura».

Ella lo miró fijamente, con el corazón latiéndole dolorosamente. ¿Cómo podía decirle esas cosas? ¿Cómo podía citar a Byron y hacerla sentir tan hermosa cuando se suponía que tenía que casarse con su hermano? Y aun así, al mismo tiempo, su corazón se estremecía al oír las palabras, por que siempre había soñado con que alguien sintiera eso por ella, con alguien por quien ella pudiera sentir lo mismo. Tentativamente, ella colocó la mano extendida sobre el corazón de él y dijo el primer verso del primer poema que se le ocurrió.

—«Un corazón cuyo amor es inocente.»

Y entonces los labios de Edward estaban sobre los suyos, y Bella estaba demasiado sorprendida para pensar en nada, y mucho menos en poemas, la boca de Edward se movió, cálida y suave, sobre la de Bella, que se sintió tensa y temblorosa al mismo tiempo. ¡Los besos de Mike nunca habían sido así!

—No podemos hacer esto —gruñó él, apartándose después de un apasionado instante. Temblorosa y decepcionada porque se hubiera detenido, Bella sólo consiguió quedarse mirándolo mientras él se dirigía hacia las puertas de la terraza. El rostro de Edward estaba tan pálido como la luz de la luna y su expresión culpable hizo más para romper el corazón de Bella de lo que cualquier palabra hubiera podido hacer supuso que también debería sentirse culpable por besar al hermano de su prometido, pero no podía.

—¡Edward, espera!— Edward se detuvo ante las puertas, pero no fue capaz de mirarla a los ojos.

—Lo siento mucho, Bella.

—Yo no —contestó ella y era cierto. Pero él ya se había marchado.

Capítulo 7: Cap 7 Capítulo 9: Cap. 9

 


 


 
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