Bella y El Duque ( TERMINADO )

Autor: MalusitaCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 27/11/2011
Fecha Actualización: 05/04/2012
Finalizado: SI
Votos: 13
Comentarios: 40
Visitas: 37403
Capítulos: 14

Hola antes que nada quiero aclarar que  esta historia no es de mi autoria sino una adaptación de la obra de Kathrin Smith Ana y el Duque con lo personajes de Crepúscuo de la grandiosa Stephanie Meyer

Ahora disfurtenla ...:D

xoxo

 


 

 

Bella y el Duque



Escocia, 1818. Poco esperaba el joven Edward Masen que su padre, Carlisle un Duque inglés que lo abandonó, le nombrara heredero justo antes de morir. Y mucho menos esperaba conocer a Bella en tan especiales circunstancias.


Al acudir a Londres a la lectura del testamento, Edward encuentra a su nueva familia: la viuda de su padre y sus hermanos Alice y Mike, así como a la prometida de éste. La delicada Bella. No todos le dan la bienvenida, ya que Mike tenía previsto ser el único heredero, y urdirá una oscura intriga contra el recién llegado.

Sin embargo, no cuenta con los sentimientos de la tímida Bella, quien sueña con el verdadero amor.Frente a ella, Mike cada vez se muestra más mezquino, mientras que el coraje y la honestidad de Edward la hacen sentirse muy próxima a él.¿Cómo conciliar su obligación de prometida y esos nuevos sentimientos desconocidos? Debatiéndose entre los intereses familiares y la fuerza de las emociones, Bella y Edward comprenderán que han de desafiar todas las convenciones para cumplir su destino juntos.

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Capítulo 9: Cap. 9

Lamento la tardanza

xoxo :D


La madre de Bella estaba desayunando con una visita.

—¡Mike! —exclamó Bella al entrar en el comedor, con el corazón oprimido por la culpabilidad—. ¿Qué estás haciendo aquí? —¿le habría contado Edward lo del beso? ¿los habría visto alguien en la terraza? ¿y por qué eso le hacía sentir más esperanza que horror? su prometido, que se había puesto en pie al entrar ella, volvió a sentarse.

—He venido con la esperanza de convencer a tu madre y a ti de que cenéis con nosotros esta noche en la mansión Cullen.

—Pero, claro, no ha sido preciso que insistiera demasiado —repuso Renne alegremente, más alegre de lo que Bella la había visto últimamente.

—Tu madre y yo también hemos estado hablando de los planes para la boda. —la sonrisa que Mike dedicó a su madre le pareció a Bella astuta y sigilosa más que verdaderamente alegre ¿qué estarían tramando? de alguna manera, estaba segura de que tenía que ver con Edward.

—Maravilloso —repuso Bella, se obligó a sonreír alegremente mientras cruzaba hasta el aparador donde la esperaba un desayuno que ya no le apetecía en absoluto—. ¿Hay algo que queráis compartir conmigo?

—Oh, no —contestó Renne, negando con la cabeza—. No es nada que tú y yo no hayamos hablado ya, querida.

Mientras llenaba el plato con huevos revueltos, Bella reparó en que tanto su madre como Mike no tenían dificultad en mentirle, si alguno de ellos intentaba dañar a Edward de cualquier manera, ella se desentendería de ambos, le resultaría difícil dar la espalda a su madre, pero ya no estaba segura ni de reconocerla, eso le resultaba espantoso aunque no hicieran nada contra Edward, por primera vez, Bella pensó en romper su compromiso, podría hacerlo. Entonces podría casarse con Edward, la idea la sobresaltó tanto que casi dejó caer el plato.

—¿Te encuentras bien, querida? —preguntó Mike, parecía realmente preocupado, y Bella se preguntó si sería cierto.

—Estoy bien —mintió—, sólo un poco cansada. —no podía decirle que estaba pensando en dejarle por su hermano, ¿no? Y aparte de aquel hermoso beso, no tenía ni idea de si Edward la aceptaría. Y en lugar de pensar en los besos de Edward, debería estar pensando en los de Mike, pero él nunca la había besado como Edward quizá debería pedírselo ¿Cómo podría saber si sólo era Edward quien la hacía sentir así o si simplemente era una debilidad?

—¿Cansada? —el tono de Mike era el de una amable censura—. Son las once pasadas. ¿Cómo puedes estar cansada?

«Porque me he pasado media noche pensando en lo bien que besa tu hermano.»

—No he dormido bien, tenía dolor de cabeza. —ésa era toda la explicación que Mike necesitaba.

No se atrevía a mirar a ninguno de ellos por miedo a que vieran la desconfianza, o peor, la culpabilidad en sus ojos, un sirviente le colocó la silla cuando se sentó a la mesa. Mike tomó un sorbo de café.

—Esperaba que tú y tu madre quisierais visitar hoy algunas tiendas para comprar cosas para la casa... nuestra casa.

—Me temo que no me encuentro bien del todo, Mike —Bella esperaba que la vieran tan contrita como su tono de voz lo insinuaba—. ¿Por qué no vais tú y mamá? Estoy segura de que me encantará cualquier cosa que escojas.

No había muchas posibilidades de que eso fuera cierto, pero al menos le daría ocasión de explicarle sus temores a Edward, quizá se equivocara en sus suposiciones, pero sabía lo mucho que su madre deseaba un yerno con título, y también sabía lo que el título representaba para Mike ninguno de los dos se rendiría tan fácilmente. Su madre pareció encantada con la propuesta, lo que aumentó las sospechas de Bella, normalmente, habría insistido para que fuera con ellos, pero resultaba evidente que aquel día quería a Mike para ella sola.

—Si no te encuentras bien, querida, quizá sea mejor que vayamos sin ti, después de todo, sólo miraremos telas y muebles puedes decidir si te gustan antes de comprarlos —le dijo Renne, sonriendo.

Mike le tomó la mano, Bella tuvo que reprimirse para no soltarse de golpe. ¿Qué le estaba pasando? Era el beso, de alguna manera aquel beso lo había cambiado todo, y a partir de entonces, que la tocara su prometido, lo que antes había sido como mínimo agradable, le resultaba insoportable, era la culpabilidad, tenía que ser la culpabilidad la responsable de esa aversión súbita por el hombre con el que se suponía que iba a casarse.

—¿Estás segura de que estarás bien si te dejamos sola—Bella consiguió esbozar una tensa sonrisa.

—Estaré bien, haré que Jane me traiga los polvos para el dolor de cabeza y me tumbaré un rato, para la cena de esta noche, estaré fresca como una rosa.

Eso pareció satisfacerlos y la conversación se encarriló hacia otros temas, Bella habló lo mínimo necesario y centró la atención en la comida así consiguió superar la siguiente media hora hasta que se marcharon entonces, en cuanto cruzaron la puerta, le escribió una nota a Edward que decía simplemente:

...

Debo hablar con vos. Por favor, venid inmediata mente.

...

No podía luchar contra sus sospechas por más tiempo estaba convencida de que su madre y Mike estaban planeando algo contra Edward, y ella no podía seguir guardando silencio nunca se perdonaría si hacían algo que destruyera su vida, algo que ella podría haber evitado. Envió a Jane con la nota, en vez de a un criado, porque sabía que podía confiar en la discreción de la doncella, al cabo de media hora, Edward estaba en el salón azul, con el sombrero en las manos.

—Me alegro de que mi mensaje te encontrara en casa —dijo Bella, rompiendo el silencio. Él la miró solemnemente.

—Estaba intentado encontrar una excusa para venir a verte Bella, sobre anoche... Quiero disculparme por si te ofendí de alguna forma.

—¿Ofenderme? —¿él pensaba que la había ofendido? . Edward asintió con la cabeza.

—Forzarte a recibir mis atenciones fue muy poco caballeroso por mi parte y lo lamento.

—¡Oh! —¿qué más podía decir? ¿que no debía lamentarlo, porque a ella le había gustado? Eso era demasiado descarado, ¡incluso para ella! Y al ver que él hablaba como si besarla hubiera sido un error, lo que Bella sabía que debería haber sido, le resultaba difícil expresar sus sentimientos, una dama nunca confesaba a un joven sus sentimientos, excepto si él se declaraba primero y normalmente ayudaba bastante que la joven dama supiera cuáles eran sus sentimientos.

—No lo hice, ¿verdad? —tanto su tono como su expresión eran de duda—. Ofenderte, me refiero.— Bella negó con la cabeza, demasiado anonadada para hacer nada más.

—No, no me ofendiste.

—Bueno, me alegro mucho de oír eso. —el rostro de Edward se animó—. No he dormido casi nada lo veía una y otra vez en la cabeza... — se sonrojó violentamente y el corazón de Bella le dio un vuelco en el pecho, así que no había sido la única en pasar la noche en blanco.

—Quiero decir que me sentía tan mal... —insistió Edward, Bella no estaba segura de a quién estaba intentando convencer—. No tenía ningún derecho a tomarme esas libertades estás prometida a mi hermano.

Bella no tenía ninguna necesidad de oírle decir todas las cosas que ella ya había pensado, sabía todas las razones por las que el beso había sido un error, pero eso no cambiaba el hecho de que lo había sentido como algo totalmente correcto. Tampoco cambiaba el hecho de que su madre y Mike estaban planeando algo.

Alargó el brazo y tomó la mano de Edward para impedir que siguiera hablando, intentó no sentir el estremecimiento que la recorrió cuando sus dedos desnudos se enlazaron con los de él. ¿Era su imaginación o parecía él tan impresionado por el contacto como ella?

—Edward, en este momento tenemos algo más impor tante de lo que hablar que de un beso.

—¿Cómo qué? —frunció el entrecejo como si le costara creerla. Bella respiró hondo, si el corazón no se le calmaba acabaría por saltársele del pecho.

—Sospecho que mi madre y Mike están conspirando contra ti.—él rió, no una risita, sino estruendosas carcajadas. Bella tuvo que contener las ganas de darle un golpe.

—¡No es una broma!—Edward contuvo la risa y la miró fijamente.

—Lo dices en serio.

—¡Claro que hablo en serio! ¿Crees que te llamaría de forma tan urgente si no fuera en serio?

—Pensaba que... Pensaba que simplemente estabas siendo coqueta.

—¡Coqueta! —Bella fue quien rió esta vez—. No he sido coqueta en mi vida. —pero sí que había sido coqueta en el baile la noche anterior, ¿no era cierto? Bueno, de eso culparía a Edward, él le había despertado esa faceta. Edward dejó el sombrero sobre la mesa junto a él y, apoyando los codos sobre las rodillas, se inclinó hacia delante.

—¿Por qué piensas que Mike y tu madre tienen algo preparado contra mí? —¿cómo explicarlo sin que pareciera que su madre y Mike eran las peores personas del mundo? No había ninguna manera.

—He oído a mamá hablar varias veces sobre que Mike quería probar que eras hijo ilegítimo.

—¿Ilegítimo? —su tono era incrédulo—. Pero mis padres estaban casados.

—¿Lo puedes probar?—el rostro de Edward se ensombreció, su expresión se hizo más dura y de repente, Bella lo encontró terriblemente fiero e intimidante.

—¿Qué estás insinuando?

—No estoy insinuando nada —le aseguró—. Yo no tengo ninguna duda de que tus padres estaban casados legalmente pero me temo que Mike y mi madre van a intentar que parezca que no lo estaban para que Mike herede el título.

—Si el título significa tanto para él, se lo puede quedar. —el rostro de Edward seguía ensombrecido—. Se lo daría si pudiera.

—¿Lo harías?—él frunció el entrecejo al oír su tono de sorpresa.

—¡Claro que sí! No lo necesito ya tengo un título. ¿Qué diablos se supone que tengo que hacer con otro? Lo que necesito es el dinero.

—¿Necesitas dinero?—Edward asintió con la cabeza.

—El pueblo que rodea mi casa en Escocia siempre ha dependido de mi familia y sus tierras, cuando mi padre nos dejó, al parecer mi madre le dio una gran cantidad de dinero y no le permitió que se lo devolviera las cosas empezaron a descuidarse, ella estaba tan enamorada de él que se olvidó de todo, con el dinero que me ha dejado mi padre podré empezar a restaurar el castillo, y el pueblo volverá a ser próspero.— Bella no había encontrado a nadie como Edward Masen en toda su vida estaba más preocupado por su «pueblo» que por sí mismo.

—Yo tengo dinero —le dijo. Edward la miró como si le acabara de decir que tenía tres piernas.

—¿Qué quieres decir?— sí, ¿qué estaba diciendo? ¿«Cásate conmigo y podrás tener mi dinero»? Para no estar muy segura de sus sentimientos, estaba hablando como si tuviera muy claro lo que quería, demonios, pero si prácticamente se le estaba tirando a los brazos.

—Sólo que si te puedo ayudar de alguna manera, lo haré.— él no pareció tan aliviado como ella esperaba. ¿Sería posible que estuviera tan confundido con aquella... atracción como lo estaba ella? Nunca en sus dieciocho años se había sentido tan dispuesta a romper cualquier regla social por alguien, porque sabía que bailaría sin dudarlo una jiga descalza con el príncipe regente encima de la mesa si Edward se lo pedía.

—Gracias tu amistad significa para mí más de lo que te puedas imaginar. —sus ojos se encontraron y en ese mismo momento Bella supo que ambos deseaban ser más que amigos.

La puerta del salón se abrió de golpe antes de que ninguno pudiera decir nada más, ambos se pusieron en pie de un salto por la sorpresa, Mike entró a toda prisa en la habitación con una expresión en la que se leía una mezcla de ansiedad y rabia, le seguía la señora Swan.

—¿Qué estás haciendo aquí? —exigió saber, apuntando a Edward con un dedo acusador. Bella se adelantó, casi incapaz de contener su propia furia.

—¿Desde cuándo eres el señor de esta casa?—Mike la miró sorprendido. Abrió la boca para hablar, pero Edward se le adelantó.

—He venido buscándote, hermano.

—¿Buscándome? —Mike recuperó la compostura, pero su expresión aún era de sorpresa. Una sonrisa amable curvó los labios de Edward.

—Sí, tu madre me dijo que habías salido y pensé en pasar por aquí y ver si te apetecía acompañarme a White's. Cuando llegué, la señorita Swan me dijo que habías salido con la señora Swan y me preguntó si deseaba esperarte. —sonrió a Bella—. No le podía decir que no a mi fu tura cuñada, ¿cierto?

Resultaba tan convincente que incluso Bella estuvo a punto de creerse su explicación, pero notó que Edward mantenía las manos ocultas tras la espalda y tenía los puños apretados. No le gustaba mentir, ni siquiera a alguien que buscaba destruirlo públicamente. Mike también pareció creerle, parecía realmente arrepentido.

—Me temo que no puedo ir contigo al club, voy de compras con la señora Swan, sólo hemos vuelto porque me olvidé los guantes.

—Entonces estarán en el comedor —repuso Bella fríamente—. Y no aquí.—Mike se sonrojó y la madre de Bella la miró con una mirada de reproche, pero Bella no hizo caso de ninguno de los dos.

—Venid, excelencia, os acompañaré a la puerta. —sabía que resultaba mezquino, pero había usado el título intencionadamente para molestar a Mike y a su madre.

Edward le ofreció el brazo. Sus ojos le sonrieron sin que tuviera que decir una palabra, no desaprobaba su falta de modales al contrario, le divertía.

—Buenos días, señora Swan, Mike.— tanto Renne como Mike mascullaron una ininteligible respuesta.

Bella guió a Edward fuera del salón y a través del vestíbulo hasta la puerta principal. Antes de hablar, Edward miró al rededor para asegurarse de que nadie los estaba vigilando.

—¿Cuándo te volveré a ver?

—Esta noche —respondió Bella, disfrutando del destello de placer y sorpresa que cruzó el apuesto rostro de Edward—. Mike nos ha invitado a cenar.

—Espero no ser el plato principal —repuso Edward con un guiño. Bella rió por lo bajo, alzando la mirada para encontrar la suya. La calidez de los ojos del joven hizo que el corazón se le parara un instante.

—Tenemos mucho de qué hablar —le dijo él—. ¿Crees que podrás escabullirte?—a ella no le gustaban todos aquellos secretos, pero sabía que eran necesarios si quería anticiparse a los planes de Mike y su madre.

—Creo que podré.

—Bien, entonces hasta esta noche. —Edward tomó una de sus manos y se la llevó a la boca, suavemente, le rozó los nudillos con los labios, y un estremecimiento recorrió todo el cuerpo de Bella.

—Hasta esta noche —susurró ella, incapaz de separar sus ojos de los de él. Edward salió justo en el momento que Mike y Renne pasaban del salón al vestíbulo.

—Voy a tumbarme un rato ahora —dijo Bella, apresurándose hacia las escaleras para intentar librarse de los dos. A pesar de su convencimiento de haber obrado correctamente al avisar a Edward, no podía evitar sentirse como una traidora.

—¡Bella!— se detuvo, acumulando fuerzas mientras Mike iba hacia ella, la joven alzó una ceja en un gesto interrogativo, pero permaneció en silencio.

—Bella, querida —dijo Mike, con expresión de perrito herido—. Lamento mucho mi comportamiento de antes. Espero que puedas perdonarme.

Parecía completamente sincero. ¿Se habría equivoca do con respecto a él? No. Bajo aquel cuidado y caballeroso exterior se escondía un joven que no soportaba perder. ¿Habría sido toda su dulzura hacia ella sólo otra parte más de la farsa? ¿Y sería realmente capaz de casarse con él, conociéndolo como lo conocía?

—No es a mí a quien debes pedir disculpas, Mike, pero sí, te disculpo.— «¡Ni te lo creas!» Una sonrisa triunfante iluminó el rostro de Mike, y Bella se preguntó si lo único que le importaba en la vida era ganar. De ser así, lo sentía por él.

—Excelente. ¿Qué te vas a poner esta noche? Quiero asegurarme de que vayamos a juego. —¿qué importancia tenía eso?

—Tengo varios vestidos nuevos —le respondió Bella, con un suspiro—. Uno de un tono violeta muy bonito, que pensaba llevar. —el violeta era un color que le sentaba muy bien. Siempre se sentía a gusto llevándolo.

—Así que quieres estar bonita para alguien especial, ¿eh? —dijo Mike sonriendo. Ella miró el satisfecho rostro del joven y se dio cuenta de cuánta razón tenía.

—Sí, Mike —repuso, sonriendo también con cierta satisfacción. Entonces se volvió y comenzó a subir las escaleras, preguntándose si a Edward le gustaría el color violeta.

Edward encontró que le resultaba sorprendentemente fácil mentir a su hermano, sobre todo sabiendo que el joven estaba planeando destruirlo. Había sospechado que Mike sentía antipatía por él, y el joven había admitido que estaba celoso, pero ¿cómo podía rebajarse hasta el punto de intentar colgarle a Edward la etiqueta de hijo ilegítimo?

Observó a su hermano desde su lugar en la cabecera de la mesa, Mike era todo encanto y atención mientras hablaba con Bella y sus padres. Sólo Bella parecía inmune a sus hechizos. Por fortuna, Mike no parecía notar la falta de entusiasmo de su prometida. Edward no quería que Mike supiera que le seguían la pista, no aún, como mínimo quería descubrir exactamente qué era lo que tramaba su hermano antes de dejarle saber que estaba al corriente de sus planes. Su mirada pasó a Bella y el corazón se le aceleró al con templarla. Seguro que era la joven más bonita que había visto nunca, el color violeta de su vestido iluminaba su tez y hacía que sus ojos parecieran dos pozos enormes de color chocolate, el espeso cabello marron estaba recogido en lo alto de la cabeza, con unos cuantos mechones colgando para enmarcar su rostro. Se la veía elegante y controlada, y cuando miró hacia él, Edward se sintió flotar. Ya ni siquiera le podía seguir importando que fuera inglesa, estaba aprendiendo rápidamente que el corazón no tenía prejuicios geográficos, no sabía nada sobre fronteras, su corazón se inclinaba por Bella lo mismo que el de su madre se había inclinado por su padre. No servía de nada luchar contra eso. Pero él iba a luchar, porque ella estaba prometida a su hermano.

—Estás muy callado esta noche, Edward —comentó Esme mientas cortaba la codorniz asada que tenía en el plato—. ¿No te encuentras bien? —apartando los ojos de Bella, Edward sonrió a la mujer que ya consideraba como su madrastra.

—No, señora. Me encuentro muy bien, os lo aseguro sólo estaba pensando en la carta que me dejó mi padre. —por el rabillo del ojo, vio tensarse a Mike, era un tiro fácil contra el joven, pero a Edward le produjo una inmensa satisfacción.

—Pensamientos agradables, espero—repuso Esme sonriendo amablemente.

—Sí, señora, de los mejores.

—¿Qué tal fue tu visita al club? —preguntó Mike, entrecerrando los ojos. Edward sonrió, evidentemente, su hermano no se había creído su cuento.

—Muy bien, gracias, hermano. Tendrías que venir conmigo la próxima vez.—Mike le miró como si antes prefiriera comer cristales.

Después de dejar a Bella, Edward sí que se había dirigido a la calle St. James, a White's, aunque no hubiera sido su plan original, y allí encontró a varios amigos íntimos de su padre, la mayoría de ellos se habían quedado muy sorprendidos al conocer la existencia de Edward, pero había un hombre, el Conde de Vulturi, que había sido amigo de su padre durante muchos años y estaba al tanto de su primer matrimonio. Él y Edward habían hablado durante varias horas, y Edward salió del club sintiendo que conocía un poco mejor al hombre que había sido su padre. También salió lamentando profunda y amargamente no haber tenido la oportunidad de conocerlo realmente.

—Me gustaría tener un club —comentó Alice después de ingerir un trozo de patata—. Los caballeros tienen toda la diversión.

—Las jovencitas tienen cosas más importantes que hacer que pasarse el día perdiendo el tiempo en un club —re plicó Renne secamente—. Algunas ocupaciones son dañinas para la mente femenina.

Por la expresión de Alice, resultaba evidente que no estaba de acuerdo con la madre de Bella, pero los buenos modales dictaban que no podía contradecirla, por lo que se dedicó a ensartar otro trozo de patata con el tenedor y llevárselo a la boca. Edward sonrió. Al parecer, no era el único de la familia que necesitaba ayuda para morderse la lengua. Edward bebió un sorbo de vino y dirigió su atención a la comida que tenía ante sí en el plato. No tenía mucha hambre, pero se obligó a comer. Sentía el peso de la mirada de Mike, y no quería que su hermano se diera cuenta de que no estaba tan tranquilo como intentaba aparentar.

Después de los postres, las damas se levantaron y dejaron a los hombres con el oporto y los puros. El señor Swan era el único que fumaba, y Edward pasó más tiempo con la mirada fija en el fuerte vino que bebiéndolo. Estaba ansioso por unirse a las damas, o al menos a una dama, en el salón y por enterarse de lo que había pasado después de que dejara la casa de los Swan aquella mañana. Hablaron muy poco, porque el señor Swan rara vez abría la boca y todos los débiles intentos de Edward por iniciar una conversación se encontraron con una respuesta aún menos entusiasta y más breve por parte de Mike, obviamente su hermano incluso había dejado de fingir que Edward le agradaba. Finalmente, el padre de Bella acabó su puro y los tres se levantaron de la mesa, cuando entraron en el salón, Edward pensó que Bella parecía aliviada al verlos. Su madre estaba sumida en una conversación con Esme, y como su vozarrón se oía en toda la sala, Edward pudo saber que estaban hablando de los planes para la boda. Bella no podía querer seguir adelante con la boda, ¿o sí? ¿Podría hacerlo, sabiendo lo que Mike estaba preparando? ¿Y qué pasaba con él? ¿Podría Bella simplemente dar la espalda a ese... ese... a lo que fuera que había entre ellos? ¿Y podría él? Una parte de sí le decía que debía apartarse de Bella tanto como pudiera, que ya le había hecho bastante daño a Mike. Otra parte, mucho mayor, le decía que a la porra con Mike y que fuera detrás de Bella hasta con la última gota de energía que le quedara. Nunca había encontrado una chica como ella, a quien le gustase leer poesía, que disfrutase dando largos paseos y que tuviera además tanto carácter.

Las muchachas de Glenshea no lo entendían, porque aunque era medio escocés, también era medio inglés, en tendían su lado libre y salvaje, pero no apreciaban su amor por la música y los libros, estaba convencido de que Bella lo comprendía, y que bajo su correcto exterior, se hallaba un corazón tan salvaje como el de una chica escocesa, ella era la pareja perfecta para él lo había sentido desde el primer momento en que la vio. En vez de acercarse a ella como quería, Edward fue hacia el piano, donde se hallaba sentada Alice, no quería que nadie notara lo ansioso que estaba por reclamar la atención de Bella. Su hermana alzó la vista de las partituras sonriendo alegremente, el rostro de Alice se parecía mucho al suyo, mucho al de su padre, sólo que más suave, más hermoso. Entre ellos se había formado inmediatamente un estrecho lazo y ambos se encontraban muy a gusto en compañía del otro.

—Dijiste que sabías tocar, ¿no, Edward?

—Un poco —contestó, acariciando la pulida tapa del piano Broadwood Grand. Era maravilloso.

—Entonces tienes que tocar para nosotros —dijo Alice, levantándose de un salto. Pillado. Le había atrapado una jovencita que estaba cansada de tocar y cantar para entretenimiento de la compañía, lo podía ver en sus ojos.

—Una canción —le dijo con fingida severidad, cuando Esme y Bella insistieron en que tocara—. Tocaré una canción y luego el instrumento vuelve a ser tuyo, niña mimada,

Riendo de sus bromas, Alice se fue al sofá donde se hallaba sentada su madre y se colocó sobre él como una reina sobre su trono. Le había hecho una buena jugada. Edward no había tocado en público desde hacía mucho tiempo. Suavemente, pasó los dedos por las teclas sin tocar ninguna melodía en particular hasta que empezó a sentirlos ligeros y cómodos sobre las teclas de marfil, luego se con centró en la música y no en el hecho de que Bella le estaba mirando, y comenzó a tocar la primera canción que se le ocurrió.

—«El río es ancho, no lo puedo cruzar. Y tampoco ten go alas para volar. Oh, ve y tráeme una barca donde poda mos ir mi verdadero amor y yo.»

Podía notar todos los ojos clavados en él mientras su voz subía y bajaba con la música. Cantaba bastante bien, llevaba la música en la sangre como la llevaba todo escocés. Mientras cantaba, pensaba en Bella, aunque no se atrevía a mirarla.

—«Donde el amor se planta, allí crece. Florece como una rosa; tiene un aroma dulce y suave. Ninguna flor de la tierra puede ser mejor.»

Alguien se aclaró la garganta, por lo bajo, una voz comenzó a conversar, no con suficiente intensidad para tapar a Edward pero sí con la bastante para hacerle saber que Mike no estaba impresionado por sus habilidades musicales. Edward alzó la cabeza y vio a su hermano hablando abiertamente con la madre de Bella. Era un comportamiento terriblemente grosero, pero Edward estaba más divertido que ofendido. Sin embargo, a su orgullo no le gustaba el insulto, así que volvió la mirada hacia Bella y cantó la siguiente estrofa.

—«Un barco navega en el mar. Está cargado con cuanta carga puede llevar, pero no tan cargado como yo de amor por ti; no me importa si me hundo o floto.»

Y Mike, que estaba ocupado intentando humillarlo, ni siquiera se fijó en la expresión de Edward mientras cantaba, o en el rubor que cubrió las mejillas de Bella mientras lo miraba cantar. Durante un momento eterno, se quedaron solos en el mundo, y en ese instante Edward supo que ninguno de ellos sería capaz de abandonar lo que los unía. Por suerte, nadie más pareció notar cómo se miraban, o que él cantaba para ella y sólo para ella. Al infierno con todo, debía tener más cuidado en ocultar sus sentimientos si no quería que Mike los descubriera. De algún modo consiguió terminar la canción y aguantar el aplauso que siguió. Sólo Esme, Alice y Bella parecían sinceras, la señora Swan y Mike casi no aplaudieron y lo miraron con una hostilidad apenas disimulada, el señor Swan estaba profundamente dormido en un sillón de orejas cerca de la chimenea, roncando suavemente. Edward sonrió, le pareció que dormirse mientras alguien cantaba podía considerarse un cumplido.

—¿Le apetece a alguien jugar una partida de cartas? —intervino Esme, con tono alegre, Edward no dudaba de que se había dado cuenta del incorrecto comportamiento de Mike e intentaba aligerar el ambiente. Su madrastra se dirigió directamente a su hijo.

—Mike, señora Swan, ¿os apetece jugar?— la señora Swan parecía encantada ante la idea de ser la pareja de Mike en la partida.

—Bella, te quieres unir a nosotros. —era una orden, no una petición. Bella negó con la cabeza, sonriendo tristemente.

—Te ruego que me excuses, mamá. Aún siento un ligero dolor de cabeza y no tengo la concentración necesaria para las cartas. ¿Quizás Alice sería tan amable como para ocupar mi puesto?— Edward captó su rápida mirada de soslayo e instantáneamente avanzó un paso.

—Estaba pensando en dar un paseo por el jardín, señorita Swan. ¿Os apetecería acompañarme? —alzó la vista para encontrarse con la de Mike, los ojos de su hermano eran fríos—. Es decir, si no tienes ningún inconveniente, hermano.

Mike no podía decir nada que no resultara grosero, y por la tensión en su barbilla, era evidente que lo sabía. Edward sonrió dulcemente.

—Claro que no tengo ningún inconveniente —contestó Mike con tono tenso— No estés fuera mucho rato, querida Bella, parece que va a llover.

No lo parecía, pero Edward interpretó el comentario como la velada advertencia que era, con un brusco gesto de asentimiento, le ofreció el brazo a Bella. Ella se puso en pie y colocó su mano sobre el antebrazo de Edward, sin ni si quiera una rápida mirada a su prometido, por el rabillo del ojo, Edward vio a Mike fruncir el entrecejo, tendrían que tratar a Mike con mucho cuidado si no querían que descubriera que Bella había traicionado su confianza explicándole a Edward sus planes.

En el exterior, el aire de la noche era cálido, aunque un poco húmedo. El perfume de las rosas y del jazmín se mezclaba en la brisa, Edward se llenó los pulmones con el espeso y dulce aroma. Bajaron en silencio los escalones que separaban la terraza del jardín, el sendero de gravilla crujía bajo sus pies; era lo único que se oía en el silencioso jardín.

—Se está volviendo suspicaz —anunció Edward en cuanto hubieron alcanzado una distancia prudencial de la casa—. Debemos tener cuidado o se dará cuenta de que me has contado lo que se propone.

—Es tan difícil fingir —repuso Bella asintiendo con la cabeza. Sus delicados rasgos se veían pálidos bajo la luz de la luna—. Me cuesta mucho fingir que mis sentimientos hacia él no han cambiado.

—No sigues con la idea de casarte con él, ¿verdad? —Edward sintió un nudo en el corazón ante la idea. Bella movió la cabeza; los mechones sueltos se agitaron sobre sus hombros.

—No lo sé. Mis padres desean ardientemente esa boda, pero... de ninguna manera me casaré con un hombre al que no amo ni respeto. —Edward no se dio cuenta de que había estado conteniendo la respiración hasta que el aire de sus pulmones salió silbando en un suspiro de alivio.

—Seguramente no te forzarán a casarte, si tus sentimientos han cambiado tan drásticamente. —no podía imaginarse a ningunos padres siendo tan crueles pero no, eso no era cierto. Podía ver a la señora Swan comportándose así. Pero quizás el señor Swan consiguiera estar despierto el tiempo suficiente para defender a su hija. Y le costaba imaginarse a nadie obligando a Bella a hacer algo que ella no quisiera hacer.

Cuando se encontraron los ojos de Edward con los ojos de Bella estaban muy abiertos y cargados de remordimiento.

—Antes no era así, ¿sabes? Cuando nos conocimos era diferente. Muy amable y encantador. Sus atenciones me halagaron.— eso no era lo que Edward quería oír, no quería saber que Mike era capaz de ser bueno y amable, no quería sentir lástima por su hermano, y sobre todo no quería sentirse más culpable con respecto a él. Bella miraba hacia delante mientras avanzaban por el retorcido sendero.

—Siempre ha sido muy atento, siempre se comporta según las normas sociales y se siente muy orgulloso de su posición, pero nunca antes había visto ese lado intrigante y ambicioso de su carácter. No hasta...

—No hasta que llegué yo —concluyó Edward. Bella volvió la cabeza rápidamente para mirarle.

—Iba a decir que no fue hasta la muerte de su... vuestro... padre cuando lo noté. —de nuevo miró hacia el frente—. Le consumía la idea de convertirse en Duque, era en lo único en que pensaba, en ocupar el lugar de su padre entonces se enteró de tu existencia. —el estómago de Edward se apretó, igual que sus dientes.

—Si lo hubiera sabido...

—Pero no lo sabías. ¿Cómo podías haberlo sabido? —Bella se detuvo y tomó la mano de Edward entre las suyas—. Edward, nada de lo que ha pasado es culpa tuya Mike es el único responsable de su comportamiento, no puedes culparte por sus engaños y ambiciones.

Edward miró la expresión decidida en el rostro de Bella sus ojos eran negros en la oscuridad, la fría luz de la luna hacía que la piel le brillara con una luz celestial, y sus labios... sus labios eran perfectos y rosados. Deseaba besarla. Necesitaba besarla.

—¿Estás segura de que ya no lo amas? —su voz sonó ronca en aquel momento.

—No estoy segura de haber sabido alguna vez lo que es el amor —repuso moviendo la cabeza con una expresión de tristeza.

A Edward se le cayó el corazón a los pies. ¿Qué esperaba? ¿Que rechazara a su hermano con una palabra y le declarase su amor con la siguiente? No podía hacer eso. Era muy desconsiderado por su parte esperar tal cosa.

—¿Edward? —dijo Bella tímidamente.

—¿Sí? —se detuvo y se volvió hacia ella.

—¿Te ha importado realmente una chica alguna vez?

El pobre corazón de Edward reventaba en deseos de decirle lo que sentía, pero no encontraba las palabras que lo expresaran. ¿Cómo se le decía a alguien que si no se hallaba cerca, hasta respirar resultaba doloroso? ¿Cómo podía decir esas cosas y esperar que Bella entendiera que ese tormento era lo más dulce que nunca había sentido? Así que Edward ni siquiera intentó usar palabras. De hecho no dijo nada, solamente sonrió. Y luego la estrechó entre sus brazos e hizo lo que había deseado hacer desde la primera vez que la besó.

La besó de nuevo.

Capítulo 8: Cap. 8 Capítulo 10:

 


 


 
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