Todo Gracias a mi Cuaderno de Historias (+18)

Autor: Lyhh_mt
Género: Romance
Fecha Creación: 21/04/2011
Fecha Actualización: 26/09/2012
Finalizado: SI
Votos: 16
Comentarios: 87
Visitas: 113339
Capítulos: 28

 

La vida de Bella Swan no es color de rosas. El hombre al que amaba ni la miraba. Al no poder transmitir sus sentimientos, plasmaba todas sus fantasías con ÉL en un cuaderno. Un día, ese cuaderno cambiará su vida para siempre... ¿cómo? averígualo aquí.

 

Amor… odio… dolor… felicidad… y sobre todo… suspenso… muuucho suspenso…

.

.

.

Hola, me llamo Lyane y este es mi primer fanfic. Bueno, qué decirles… me gusta mucho escribir y espero la opinión de ustedes, las lectoras (yo también soy lectora, por eso sé la importancia de la opinión y críticas de ellas a las autoras). Me encantaría saber lo que piensan… claro, pondré todo de mi parte para que esta historia sea de su agrado… yyy con respecto a los mensajes que sé que envían en donde incluyen insultos y demás, pues solo los ignoraré… si es que en esos mensajes, e incluyen algo así como críticas constructivas, que me ayuden a mejorar, que es lo que me importa, entonces, los tomaré en cuenta; mas no aquellos que solo ofendan…

Bueno, espero que les guste la historia y espero sus opiniones…

Lyhaane.

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 21: CHAPTER 21

DISCLAIMER: Los personajes le pertenecen a la grandiosa Stephenie Meyer... la admiro tanto!... okz okz... yo solo plasmo las ocurrencias de mi mente y juego con sus personajes.

Hola, chicas, aquí estoy como lo prometí, lo antes que pude. Bueno, sé k todas kieren leer, así k sin más...

Les dejo el cap…

Enjoy!


EDWARD POV

Último llamado para abordar el vuelo 4857 con destino a Seattle.

Como un autómata, me dirigí a la cola de abordaje. Me dolía dejar esta ciudad porque había venido por algo y no lo había conseguido. Había fallado. Le había fallado a Kat. Le había fallado a Bella. No la pude encontrar. Intenté de todo. Hice de todo, pero no di con ella.

Cuando llegué a Sao Paulo, lo primero que hice fue contactarme con algún representante del grupo de rescate que acudió al lugar del accidente. Además, contraté un detective privado, sin que los rescatistas se enteraran. Pagando una fuerte cantidad de dinero, aceptaron llevarme al lugar de los hechos sin que las autoridades se enteraran. Busqué pistas, tuve acceso a documentos, incluso conseguí la caja negra. Debido a que la grabación que captó la caja era de los últimos 30 minutos de vuelo aproximadamente, fue difícil localizar a Bella de entre todos los gritos de las aterrorizadas personas. Pero por más que utilizamos los programas digitales de sonido más sofisticados, no logramos localizar la voz de Bella… pero sí la de Tanya. Pero fue solo por unos segundos. Y no decía más que incoherencias. Estaba empezando a considerar que estaba mal de la cabeza.

Pero lo último que dijo captó la atención de todos.

“Isabella, maldita perra, no moriré aquí… no al menos que tú vengas conmigo, ¿entendiste? Si el avión se cae, ¡moriremos las dos!”

Y eso fue todo.

Por otro lado, con la ayuda del detective, logramos confirmar que las causas del accidente fueron efectivamente técnicas. Fue pura negligencia de la aerolínea por permitir que el avión despegara estando en una condición inapropiada.

Pero aún estaba Tanya. De todas maneras, ¿qué tenía que hacer ella en ese vuelo y con otro nombre? Ella planeó algo y tenía que averiguarlo. Sin embargo, era difícil. No había sobrevivientes que puedan dar su testimonio, la caja negra me había servido de poco y nadie quería seguir con el caso, ya que supuestamente estaba todo aclarado, las innumerables demandas contra la empresa estaban en proceso y por supuesto, no creían encontrar sobrevivientes a estas alturas.

Es por eso que ni me molesté en pedirles ayuda en mi persecución. Así que, seguí. Lo único que tenía era Tanya. Según el audio, se podía afirmar que ella realmente buscaba hacerle daño a Bella y a pesar que no se escuchó la voz de mi esposa, Tanya se dirigió a ella. Por lo tanto, si ella no estaba a la vista o al alcance de Tanya en ese momento, ¿dónde podría haber estado? La primera y más creíble opción era que se encontraba en el baño. Porque si se hubiese encontrado en la zona de pasajeros, Tanya se hubiera dirigido directamente a ella.

Reconstruir los hechos desde ese momento, fue extremadamente complicado. Y más, por el tiempo que había pasado después del accidente. Pero lo intentamos.

Sin embargo, antes de hacerlo, otro punto que nos captó la atención fue las condiciones en que fue encontrado el cadáver de Tanya. No estaba solo afectada por el fuego, sino que tenía una especie de agujero en el pecho, como si la hubiesen clavado un puñal, pero no se encontró restos de algún cuchillo o arma de metal. Sin embargo, y aquí entraron especialistas forenses, encontraron restos de madera. Así que se podía afirmar que la apuñalaron con una rama con punta, una estaca o una vara. Ahora, la pregunta era ¿cómo? Esa cuestión la tuvimos que dejar en el aire e intentar tomar otro camino.

Los forenses buscaron huellas en los alrededores que puedan ser de aquella noche, pero definitivamente se descartó, ya que había llovido y las huellas que pudieron quedar en el suelo, desaparecieron. Sin embargo, encontraron marcas en los árboles… Era sangre. Marcas de dedos ensangrentados. Eran unos vestigios que casi habían desaparecido, pero los expertos en el caso, lo confirmaron. Era sangre. Pero no podían conseguir lo suficiente para determinar a quién le pertenecía esa sangre. Sin embargo, eso dio razones para seguir buscando por los alrededores. Bella pudo haber… escapado. Tal vez, se alejó del lugar y buscó un refugio. Tal vez, ahora se encontraba en algún lugar, esperando por ayuda. Esperando por mí.

Con aún más ganas de seguir la búsqueda, realizar excursiones para encontrarla, pero no logramos nada.

Pero no podía rendirme tan fácil…

Sabía que hasta ese momento habían pasado casi 2 meses, pero no me iba a echar para atrás. Aún tenía que buscar en las comunidades indígenas que habían cerca. Tal vez, alguien la encontró y la ayudó. De repente ella estaba en alguno de esos lugares y yo no me iba a quedar de brazos cruzados sin antes haber ido a cada comunidad buscándola.

Para eso, tuve que contratar traductores para poder comunicarme con los nativos. Fui a preguntar casa por casa de cada comunidad, pero no. Tal parece que una maldita fuerza me impedía encontrarla. Estaba haciendo de todo y no la encontraba.

Una noche, perdí el control. Casi destrocé la habitación del hotel; y lo hubiera hecho si la seguridad no hubiera golpeado mi puerta gritando que la derribarían en cualquier momento si no abría. Habían pensado que alguien había irrumpido en mi habitación y me estaba atacando. Cuando abrí y les dije que todo estaba “bien”, me miraron de forma extraña. Prácticamente me inspeccionaron el rostro para ver si estaba drogado o algo. Después de unos minutos me dejaron solos diciéndome que si necesitaba algún tipo de ayuda, los llamara. No lo hice. Me hundí en mi sufrimiento, en mi dolor, en mi pena al no haber conseguido nada. Habían muchas cosas que habían quedado en el aire, sin poder resolver como la manera en que murió Tanya, o de quién eran esas marcas en los árboles. Por más que les ofrecí cantidades exorbitantes de dinero a los forenses, detectives y más, no accedieron alegando que ya no había nada qué hacer.

Cuando me colgaron el teléfono, fue cuando caí. Como todos los días, me encerré en mi habitación, rebusqué en mis cosas y saqué el muy conocido por mí cuaderno de Bella. Aquel cuaderno que me llevó a ella. Aquel cuaderno que me demostró que el amor sí existía y que yo podía ser feliz, aquel que me hizo olvidar mi pasado y ver hacia adelante. Porque las palabras plasmadas en él eran las más sinceras que yo alguna vez había leído. Cada letra llegó a mi corazón y se apropió de él. Desde ese momento, no volví a ser el mismo y no me arrepiento de ello. Pero ahora, todo ese futuro que habíamos construido, se había esfumado. Estaba solo. Ahora solo me quedaba aquello que Ella un día escribió para mí. Tener ese cuaderno era como tenerla a ella en frente de mí, diciéndome todas esas hermosas palabras que hacían saltar mi corazón. Pero esa voz sonaba vacía, sin vida. El aire se la llevaba, mi dolor la opacaba, me hacía pisar tierra y darme cuenta de que ella ya no estaba conmigo.

Pero mi ser se negaba a aceptarlo. Quería seguir buscando hasta en lugares inexistentes. Cada vez que la alternativa de resignarme y aceptar la… muerte de Bella venía a mi cabeza, se me estremecía todo el cuerpo y me volvía loco. Sentía ganas de vomitar… me daban escalofríos y me ahogaba en llanto.

Era tan difícil dejarla ir. No podía. No quería.

Esa noche, apenas pude pegar ojo. Las pesadillas no me dejaban tranquilo. Me atormentaban.

Al amanecer, recibí una llamada de Emmett. En un primer momento, no quería contestar, pero quizás era algo importante.

-Dime, Emmett.

-Edward, tienes que regresar lo antes posible.- lo sabía. En el fondo, sabía que sería mala idea contestar. Todo este tiempo había ido dejándoles claro que no regresaría hasta que encontrara a Bella.

-¿De qué hablas, Emmett? Ya les dije que…

-Es James, Edward. Llegó a una delegación como un loco gritando que él no era culpable de nada. Que la culpable era Tanya y una sarta de tonterías más. Él debe saber información que para nosotros es vital, Edward. Tal vez… aún hay esperanzas…

-Yo nunca perdí las esperanzas, Emmett. Por eso sigo aquí. Y descuida… Iré y tendré unas cuantas palabras con James… pero si no consigo nada… volveré a Brasil y seguiré buscando.

-Edward…- le colgué y seguí mi camino. Cada vez, descubría más cosas y sabía que no tardaría con dar lo que había venido a buscar. A mi Bella.

Está bien, no podía engañarme de tal manera. Sabía que estaba cada vez más lejos de dar con ella. No debía ilusionarme sabiendo que lo más probable era que ella… ya no…

¡No! No… ella no estaba muerta… ¡Maldición! No. Estaba. Muerta.

Teniendo esa frase en la cabeza y repitiéndomela hasta por gusto, regresé a Forks. Cuando llegué, ignoré las miradas de lástima y dolor que me lanzaban mis padres, mis suegros, mis amigos. No quería recibir su lástima. No la necesitaba.

Pero mi rostro cambió cuando vi a mi hija. ¡Dios! En todo este tiempo, ni siquiera la había llamado por teléfono. ¿Qué pasaba conmigo? ¡Era mi hija! De Bella y mía. Pero es que… no podía. Sabía cuán importante era Kat en mi vida, pero también sabía lo vital que era Bella para seguir viviendo. Por más que le ponía fuerzas para imaginarme una vida sin ella, no lo conseguía. Una vida con Kat, viéndola crecer, acompañándola en sus momentos tristes, en los felices, aconsejándole para que sea una niña de bien como su madre. Para que ella se sienta orgullosa de nuestra hija… pero no. Yo quería hacer todo eso, pero con Bella. Kat necesitaba a su madre también. Incluso la necesitaba más que a mí mismo. Una madre… no sé qué hubiera hecho yo sin Esme. No quería eso para Kat. Y si Bella no… eso destrozaría a mi pequeña.

Y eso me traía a mi realidad. ¿Cómo se lo iba a decir? ¿Y qué le iba a decir? Dije que le devolvería a su madre y...

-¡Papiiiiiiiiii!- la escuché y segundos después sentí sus bracitos abrazar mis piernas con fuerza.- Te estañé mucho, papi. ¿Dónde etabas? La abela Eme dice que etabas tabajando pero… papi, ¿tabajas muy lejos? Ya no me das mi abazo en las noches ni mi besito. Tú me pometiste mi beso y mi abazo poque mi mami iba a tabajar lejos. ¿Ya no te vas a ir no, papi?- Kat habló tan rápido que me sorprendió que a su edad pudiera aguantar tanto tiempo la respiración.

-Kat, princesa, perdóname. Sí, yo estaba… trabajando…

-Pero, ¿ya no te vas a ir, no? Yo quiedo a mis abelitos, pero quiedo dormir contigo poque mi mami no está y yo la estaño mucho mucho. Pero ya falta poquitito para que velva, ¿no?

Esto era más difícil de lo que creía.

-Princesa…

-Kat, cariño, ya están los pastelitos. ¿Vienes?- la interrumpió mi madre.

-Siiii, abelita Eme. Ahodita vengo, papi.

La dejé ir asintiendo y sin decir ni una sola palabra. No podía. Me partía el corazón verla tan ilusionada y segura de que su madre estaría de regreso. Y me sentía tan impotente de no poder tener esa misma seguridad, de tener ese lado no sé si realista o pesimista que me decía que lo más probable era que Bella estaba… muerta. ¡Maldición… muerta!

Un dolor muy fuerte en el pecho me invadió y lo único que pude hacer fue subir las escaleras y encerrarme en mi habitación donde dejaría que el dolor nuevamente me consuma. Nadie fue a tocar mi puerta o a preguntar si estaba bien. Y agradecía eso.

Después de no sé cuánto tiempo, me di una ducha y me cambié de ropa. Iría en este momento a la delegación para obtener información sobre lo que había dicho James y para, si es posible, hablar con él. Si se había entregado era porque se había arrepentido o estaba dispuesto a decir la verdad, ¿no? Pero aunque no fuera así, se lo sacaría incluso a golpes. Si él tenía información sobre el paradero de Bella, lo averiguaría sea como sea.

Cuando salí de mi habitación, mi madre me dijo que Kat estaba tomando su siesta de las tardes y que los demás se habían ido a sus casas. Le avisé lo que iba a hacer y me fui. Estuve ansioso durante todo el camino a la delegación. Tenía la esperanza de que él me pudiera dar alguna pista… algo que me sirva para encontrar a mi esposa.

Cuando entré a la comisaría, parecía como si todos me estuviesen esperando. Me llevaron hacia una habitación, pero antes de entrar me revisaron asegurándose de que no tenía ningún tipo de arma. Entré y me senté en una silla. Esperé. Unos minutos después, la puerta se abrió y entró un agente que traía sujetado a James, quien estaba esposado y con la cabeza gacha.

-Sr. Cullen, soy el agente Carter. Estoy a cargo de este caso. Hace 5 días, el señor James Harrison irrumpió en la estación en estado de ebriedad aduciendo no formar parte del “plan” en contra de la Sra. Isabella Cullen, afirmando que la supuesta culpable era la Srta. Tanya Denali, fallecida en el reciente accidente de avión en el que también falleció la Sra. Cullen.- cuando dijo esto último, tuve unas ganas inmensas de cogerlo de las solapas de su camisa y gritarle, como quería hacerlo con todos los que decían lo mismo, que Bella no estaba muerta. Pero, tenía que controlarme y hacer lo que tenía que hacer.

-Agente, yo… estoy enterado de la mayor parte de las cosas. Obtuve información de primera mano, ya que hice un viaje a Brasil, pues aquí no me brindaban los datos exactos. Efectivamente, Tanya Denali estuvo a bordo del avión y falleció. Eso está comprobado. Sin embargo, necesito saber qué es lo que esa mujer tenía que hacer en el mismo vuelvo en el que se encontraba mi esposa y con un nombre falso. Y si James Harrison tiene las respuestas a mis cuestiones, entonces quisiera saber si me podría otorgar la oportunidad de tener una conversación en privado con él. Como, supongo, debe haber investigado, esta no es la primera vez que James y yo nos encontramos en una situación como esta, así que sé cómo funciona esto. A lo único a que he venido es a hablar con James. Tengo un viaje que realizar. No tengo mucho tiempo. Ahora, si nos disculpa…

-Está bien, Sr. Cullen. Pero luego tiene que declarar lo que James Harrison le dijo. Tienen 10 minutos.

-Entiendo.- dicho esto, el agente salió de la habitación.

Me quedé sentado, en silencio, escogiendo las palabras adecuadas para dirigirme a James. Lo último que quería era perder el control y no obtener información que podría ser vital para mi búsqueda.

No lo miraba, pero tampoco sentía su mirada en mí. ¿James sería capaz de olvidar nuestra antigua rivalidad y ser sincero conmigo en este caso? ¿Él me diría todo lo que sabe?

Levanté mi rostro y empecé a hablar.

-James, sabes el por qué estoy aquí. Quiero saber si vas a ser realmente sincero conmigo. Sé que nuestra relación en el pasado no fue… buena. Pero, al menos por mi parte, olvidé todo, ¿sabes? El amor de mi existencia me aceptó nuevamente en su vida, nos casamos, me dio una preciosa hija… Éramos tan felices… hasta que…- mis manos se fueron directo a mis cabellos y los jalé de impotencia- ese maldito accidente… yo sé que ella no murió, James. Y por eso… solo necesito que me digas lo que tienes que decir para luego volver a Brasil y seguirla buscando. No puedo perder el tiempo. Cada segundo que pasa, por más que me duela admitirlo, las probabilidades de encontrarla… viva… Por favor, solo dime si vas a ser honesto conmigo… No tengo tiempo para tonterías de adolescentes inmaduros.

James se quedó en silencio. Después de unos minutos, habló.

-Yo entiendo… No voy a negarte que nunca pude olvidar eso que sucedió cuando éramos jóvenes. Yo… te envidiaba. Odiaba que siempre conseguías lo que querías. Eras el hijo perfecto… Una buena mujer se enamoró de ti y tú la conseguiste. Ella perdió la memoria, sin embargo conseguiste que se volviera a enamorar de ti. Luego, se van. Pensé que se habían separado. Y, la verdad, me alegré de que por fin sufras por algo como eso. Pero, no. Volvieron y eran la pareja feliz. Luego, se casan. Se van de luna de miel. Tienen una hija y después de 3 años siguen igual de felices. Yo anhelé esa vida siempre. Quería ser feliz, pero nunca pude. Y siempre te culpé por ello. Pero después de tanto tiempo, me doy cuenta que el culpable siempre fui yo. Nunca debí volver a Forks si no era para seguir con mi vida, olvidarme de nuestras indiferencias. Comenzar de nuevo. Pero, no. Yo quería vengarme de ti. El odio me cegó y en vez de buscar mi felicidad, busqué tu infelicidad. Y no me di cuenta de lo que hacía. El tiempo me abrió los ojos. No voy a negarte que Tanya y yo nos unimos, fuimos cómplices, pero… lo que ella buscaba dejó de ser lo mismo que yo quería. Sentía que estaba perdiendo mi tiempo en algo que en realidad fue un capricho de adolescentes. Pero Tanya siempre me decía que no podíamos dejar que mientras ustedes eran los esposos y padres perfectos, nosotros nos pudramos en nuestra miseria. Y yo le creía, aunque cada vez ese convencimiento perdía fuerza. Pero seguí adelante con ello. Cuando ella me habló de su plan definitivo, yo no sabía si aceptar ser su cómplice o no. A mí ya no me gustaba esa idea… Matar a Bella solo porque según Tanya era ella la causa de su infelicidad, me parecía algo tan… descabellado. Supongo que si hubiese tenido 18 o 19 años, hubiera pensado eso mismo, pero ya no era una adolescente, era un adulto. Así que no acepté. Pero, me sentí igual de culpable porque no hice nada para evitarlo.- paró de hablar por primera vez y ya no siguió, y por más que estaba siendo sincero conmigo, aún no me había dicho nada que me interese, a excepción de lo último, de lo cual necesitaba saber más.

-¿Cuál… de qué plan hablas?- le pregunté.

-Tanya quería subir a ese avión donde iría Bella y… cuando el vuelo terminara, tramar un cuento para conseguir que Bella se quedara hasta el final y sean las últimas en bajar… Tanya se acercaría hacia ella y… le clavaría un puñal… envenenado y luego colocaría la daga en las manos de Bella fingiendo que ella se había suicidado… y luego ella correría y avisaría a todos que ha habido un suicidio…- mi mirada se perdió imaginándome la escena y cómo si hubiera pasado, tampoco hubiera podido hacer nada para salvarla…- Yo no quería eso, me parecía descabellado y por algo tan… insignificante, a mi parecer. Cuando me negué, Tanya se volvió loca… ella perdió el control y casi me mata. Pero logré pararla y la boté de mi apartamento, donde siempre nos encontrábamos. Después de eso, me sumí en la bebida. Y… luego vi las noticias… cuando escuché que Isabella había muerto, me asusté… Yo no escuché qué había sucedido, pero supuse que Tanya había cumplido su palabra y… estando en un estado deplorable, vine aquí y… creo que ya sabes lo que pasó. Ahora, me entero de que hubo un accidente con el avión y que tanto Tanya como Isabella están muertas y…- lo corté al instante.

-Bella no… no se ha encontrado su cuerpo. Por lo tanto, afirmar eso no…

-Edward, siento mucho esto que ha sucedido. Realmente estoy muy arrepentido y estoy dispuesto a pagar por haber sido cómplice de Tanya, porque fui cómplice cuando no la delaté, pero tienes que ser realista. Isabella no…

-Mira James, yo estoy aquí para escuchar lo que tienes que decir… Pensé que lo que tú sabías me serviría de algo para encontrarla, pero veo que no. Ahora, me voy. No puedo seguir perdiendo el tiempo contigo ni escuchando cosas que otras personas llevan diciéndome en vano, porque no me importa. Adiós.- fui muy claro con él. No tenía nada más qué hacer en esa habitación. Así que me fui.

Al siguiente día y sin pensar bien lo que hacía, tomé otro vuelo a Sao Paulo. No contesté ninguna llamada. No me importó nada. Seguiría buscando.

Pero todo fue infructífero. Después de casi un mes, fue cuando tuve que resignarme, o al menos intentarlo. Además, estaba haciendo daño a muchas personas con mis actos. Pero no me di cuenta de ello, o no quise verlo, hasta que recibí esa llamada de una de las mujeres más importantes de mi vida… mi madre.

FLASHBACK

Me encontraba en mi habitación de hotel. No había dormido en días. No podía. Mi consciencia me decía que lo que estaba haciendo no era suficiente y que le estaba fallando a Bella. Que no veía el camino que tenía que seguir para encontrarla… que estaba lejos de dar con ella, pero ella seguía allí esperándome en algún lugar. El dolor que sentía era indescriptible. No sabía cómo explicarlo. Y estoy seguro que si había la forma de hacerlo, no me entenderían.

Por ello, lo único que podía hacer era hundirme nuevamente en mi pena y dejar que me consuma lenta y dolorosamente.

Hasta que mi celular sonó. No me sorprendía ya que hacía lo mismo 10 veces al día. Pero nunca contestaba. No me sentía con ganas de hablar con nadie. Pero hoy… hoy sentía algo en el pecho aparte del dolor usual que me invadía. Tal vez, era una señal… tal vez, esta vez, era necesario contestar. Así que lo hice.

Miré el identificador. Mi madre. Empecé a arrepentirme, pero antes de hacerlo, apreté el botón de contestar.

-Hola, mamá.- saludé con voz monótona.

-Hijo. Hasta que me contestas. ¿Cómo estás? ¿Por qué no me has llamado? Hijo… escúchame. Esto no puede seguir así. Por favor. Tienes que dejar eso y volver. No puedes…- sabía que no debía contestarle. Siempre con lo mismo. Si eso quería, le diría lo mismo de siempre.

-Esme, sé que hice mal porque no te he llamado, no he dejado saber a nadie de mí. Lo siento. Pero tienen que entender que no voy a dejar este país si no…- ella me cortó.

-Edward, date cuenta. Yo entiendo que esto es sumamente difícil para ti. Créeme que casi puedo sentir lo que tú estás sufriendo. Eres mi hijo. Estoy dispuesta a apoyarte en todo lo que necesites. Pero en este momento, estás siendo egoísta. Piensas en ti ¿y los demás qué? No puedes alejarte de todo y seguir haciendo algo que probablemente sea en vano. Tienes que pensar en nosotros… sabes que hay alguien aquí que necesita de ti… sabes que…

-Madre, no…

-Hijo, por favor, regresa… Kat no deja de preguntarme y ya no sé qué decirle. Llora por las noches… tiene pesadillas. Todos hemos sido cuidadosos en no mencionar nada sobre Bella, pero… Edward ella te necesita. No puedes estar allí y dejar sola a tu hija. Piensa, por Dios, hijo.- la voz de Esme, lastimera al inicio, se llenó de enfado al final. Fue cuando decidí que tenía que acabar con esto.

Mi hija. Kat estaba sufriendo mucho por mi culpa. Era lo que menos quería, y por pensar solo en lo que yo quería, la había dejado prácticamente abandonada… desolada… era hora de cambiar eso.

-Tienes razón, madre. Volveré.

FIN FLASHBACK

Después de esa llamada telefónica, tomé el primer vuelo a Seattle. Sabía que cuando llegara tenía que empezar una nueva vida. Cuando dejara Brasil, también dejaría ir a Bella. ¿Cómo iba a hacerlo? No podía… yo… Aaaahhh…

Tengo que poder… tengo que…

Prométeme que serás fuerte por Kat… que no te vas a derrumbar ante ella… que vas a seguir adelante por ella… que me vas a dejar ir…

La repetición constante de esas palabras en mi cabeza me dieron fuerzas de alguna manera para subir al avión y sentarme durante horas esperando llegar donde mi hija.

Cuando llegué a Seattle, alquilé un auto y manejé hacia Forks. En todo el camino, me partí la cabeza pensando cómo le diría a Kat que Bella ya no iba a volver, que ella había muerto. No podía pensar en eso sin que me doliera el pecho y me ardieran los ojos. Pero tenía que hacerlo. Kat no podía vivir esperando que su madre regrese cuando todos sabíamos que eso no iba a ser posible.

Ella tenía derecho a saberlo, así tenga 3 años.

Cuando llegué a mi casa y vi que nadie se asomó para ver quién había estacionado, me di cuenta de que no había nadie. No había avisado que llegaría hoy. Le dije a Esme que regresaría, pero no le especifiqué cuándo, así que ellos no sabían que ya estaba en Forks.

Bajé del auto y entré a la casa. Todo silencio. Se sentía tan vacío. Y pensar que hace tan solo unos meses, cada vez que entraba por la puerta, mi hermosa esposa me recibía con una sonrisa radiante junto a mi hija… No podía evitar dejar caer mis lágrimas. Me dolía tanto… tanto. Pero tenía que ser fuerte… por Kat… por mis padres… por mis amigos… por Bella.

Justo cuando iba a subir las escaleras, la puerta principal se abrió.

-Edward, hijo.- Esme estaba en la puerta a medio abrir, pero eso cambió cuando unos bracitos se metieron por los costados de ella, empujando la puerta y abriéndola de par en par.

-¡Papiiii! ¡Papiiii, viniste!- Kat corrió hacia mí y me abrazó las piernas como lo había hecho la vez anterior que vine. Pero esta vez, algo cambió. Primero, parecía tan feliz al verme… pero luego, sentí cómo la tela de mis pantalones se humedecía. Ella estaba llorando.- Papi, yo te estaño… mucho… ya no te… vayas… po favó… papi, po favó…- me pedía mi hija sollozando.

En ese momento, me sentí como el hombre más miserable del planeta. ¿Cómo había llegado a esto? Sin darme cuenta cuánto daño le hacía a mi propia hija.

Sin poder soportarlo más, me agaché y la rodeé con mis brazos, apretándola en mi pecho con mucha fuerza, demostrándole que nunca más me alejaría de ella.

-Princesa… hija, no, ya no me iré otra vez. Te lo prometo, Kat. Ya no volveré a dejarte. Por favor, Kat, perdóname, hija. ¡Dios! Me parte el alma verte llorando, princesa. Ya estoy aquí, y no me iré, te lo juro. Por favor, mi niña, ya no llores. Shh… aquí estoy, amor.- la levanté en brazos y me puse de pie. Le di una mirada a mi madre, pidiéndole en silencio que sería mejor que me dejara con mi hija a solas. Ella me gesticuló con la boca un “mañana vuelvo”. Sabía que esa frase quería decir que todos vendrían mañana. Algunos para regañarme… muchos diría… bueno, en realidad, creo que todos. Pero estoy seguro que tratarán, al menos, de entenderme. Lo único que ahora importaba es que ya no volvería a cometer la misma locura de olvidarme del mundo y solo interesarme en mí, en mi paz mental, en mi deseo, mi anhelo por encontrar a Bella, cuando sabía que ya no me era posible.

Teniendo esos pensamientos y consolando a mi hija, quien ya no sollozaba, subí las escaleras y entré a mi habitación. Coloqué a Kat sobre la cama y yo me recosté a su lado. Ya era de noche, así que tenía que prepararla para dormir, pero lo haría en un rato más. Quería ver su rostro… ese rostro que tanto me recordaba a Bella, por más que ella decía que Kat era mi viva imagen, yo no lo creía así… pero esos ojos… esos ojos de los que me había enamorado en la secundaria aún estaban allí, mirándome con amor, felicidad. Eso no se había perdido, no. Bella no me dejó solo. Aquí estaba un pedacito de los dos. Un regalo por el que siempre le estaría tan agradecido y que tanta felicidad había traído a nuestras vidas. Ella… Kat era la luz de mis ojos ahora. Sería todo para ella… me desviviría por ella, la haría feliz, así como Bella siempre la quería ver. Porque cuando se trataba de nuestra hija, ella se olvidaba de todo y de todos. Kat sería la niña más querida del mundo, como su madre siempre lo deseó. Le daría eso.

La voz de mi hija, me sacó de mis pensamientos.

-Papi, ¿hoy puedo domí contigo?- me preguntó con su dulce voz, colocando su manita en mi mejilla.

-Sí, bebé. Hoy y todas las demás noches, dormiremos juntos.- le dije yo dándole un beso en la frente. Ella frunció el ceño.

-Pero… ¿domiremos juntos cuando mami vuelva tamién?

Y me quedé en silencio. ¿Qué le diría? ¿Este era el momento para decirle que Bella…?

Ya es tiempo.

Respiré hondo y empecé a hablar.

-Kat, princesa, hay algo que… tengo que decirte algo. Pero antes, quiero que sepas, hija, que siempre, siempre, voy a estar contigo, cuidándote, pase lo que pase. ¿Sí?

-Sí, papi.- solo dijo ella, y luego calló esperando que continuara.

-Bien. Sabes que todos tenemos padres. Tú me tienes a mí y a mamá. Yo tengo a los abuelitos. Pero, todos, todas las personas tenemos un padre que es Dios. Él vive allá en el cielo y de ahí nos cuida...- no pude seguir, ya que Kat me interrumpió.

-Sí, mi mami me dijo que Diosito es como un ángel muuuuy bonito que nos quiede y que como vive en el cielo, no lo podemos ver.

-Sí, sí así es. Lo que quería decirte es que, en un momento de nuestra vida, Diosito nos llama. Él nos lleva a vivir con él en el cielo. Dicen que el cielo es un lugar muy bonito, con muchos animales, y plantas muy bonitas. Y cuando nos vamos a vivir ahí, nos convertimos en angelitos, así como Dios.

-¿Y nos clecen alitas como las madiposas?- preguntó mi niña con los ojos bien abiertos.

-Ajá. Pero como nos vamos al cielo, así como Dios, los demás ya no nos pueden ver. Pero nosotros sí los podemos ver a todos desde el cielo y los cuidamos. ¿Te acuerdas que hace unos meses, mami y yo te dijimos que la hermana de la abuelita Reneé se había ido al cielo?

-Sí, la abela estaba tiste poque ella estaba llodando.

-Sí, pero…

-¿Ella estaba tiste poque ya no iba a ver a su hemana?

-Sí, pero después la abuelita se dio cuenta que ahora su hermana estaba en un lugar donde todos son muuuuy felices, así que se puso feliz.- espero que lo esté haciendo bien. Aunque, ahora venía la parte más difícil: decirle que su mamá se había ido con Dios.

-Ahhh.

-Entonces, como te dije, todos en algún momento nos vamos con Diosito, pero no a la misma vez. Por eso, cuando alguien se va al cielo, nos ponemos tristes, pero después nos damos cuenta que nosotros también iríamos ahí y nos encontraríamos con los que ya están ahí y viviríamos felices con ellos.- hice una pausa, y luego continué- Kat, todo esto que te estoy diciendo es porque… no quiero que estés triste porque… Diosito llamó a mami y ella ahora está con él. Mamá se… fue al cielo. Y ella ahora está viéndonos desde ahí y nos está cuidando…

-¿Mami ya no va a venir? ¿No la voy a ver?- pude sentir cómo su corazoncito empezaba a latir con más fuerza y sus ojos se tornaban tristes. ¿Qué podía hacer?

-Mamá siempre estará con nosotros, cielo.- tomé una de sus manitas y la coloqué sobre mi corazón- Aquí, mami siempre estará aquí en nuestros corazones… y tooodos los días, cuando oramos, podemos conversar con ella, porque siempre nos estará escuchando.- ya no sabía qué más decirle, así que esperé que ella me dijera algo. Pasaron los segundos y ella no decía nada. Su mirada estaba en su manita sobre mi corazón, pero no decía nada. Hasta que levantó su mirada hacia la mía y fue ahí cuando vi que sus ojos estaban llenos de lágrimas.

-¿Mami… es… feliz… en el cielo?- me preguntó a duras penas. Sin darme cuenta, sentí la humedad en mis ojos, y así como ella, dejé que mis lágrimas cayeran.

-Sí, hijita, ella está feliz con Diosito.- le susurré.

-Etonces, yo tamién voy a estar… feliz.- su vocecita se le rompió en la última palabra y yo, por instinto, la acerqué a mi pecho y la abracé con fuerza, dejando que sus lágrimas mojaran mi camiseta nuevamente.

Después de esa difícil noche, mi vida continuó con un poco menos de dificultad. Kat y yo tuvimos el apoyo de todos. Ellos siempre estaban visitándonos, nosotros íbamos donde ellos. Al principio fue difícil. Kat tenía pesadillas en las noches, pero luego fueron desapareciendo poco a poco. Yo retomé mi trabajo después de una semana, donde mis compañeros me dieron la bienvenida y mi jefe me brindó su apoyo. Como prometió, mi puesto estaba esperando por mi regreso.

Pero ese horrible dolor siempre estuvo presente. No pude deshacerme de él, por más que los días pasaban rápido. Por más que llegaba totalmente exhausto a casa, a propósito, y con las justas preparaba a Kat para dormir, mis traicioneras lágrimas salían libres todas las noches, mientras mi hija dormía. Estaba aprendiendo a vivir con ello. Por Kat, estaba tratando de sobrellevarlo lo mejor que podía. Y por ella, tenía que poder hacerlo.

.

.

.

Casi seis meses habían pasado y no había podido encontrarla. Había hecho hasta lo imposible, pero no conseguí nada. Mi vida se había quedado vacía, sin sentido. Solo tenía a Kat, pero ella crecería y se iría, quedándome yo solo, sin nadie con quien compartiera mi vida. Sin Bella.

No, no había vuelto a Brasil a seguir buscándola, pero siempre estaba al tanto por si alguien encontraba algo… si alguien la encontraba… Por más que había intentado este tiempo, sabía que nunca la podría dejar ir. El dolor me atacaba todos los días, pero me había acostumbrado a vivir con él. Delante de todos, trataba de fingir que era feliz, aunque sabía que solo engañaba a Kat. Pero todos tenían la certeza de que era todo lo que podía hacer.

Hace años, si esto hubiese pasado, hubiera buscado la muerte y seguir a Bella. No hubiera permitido que la muerte nos separe… pero ahora era diferente. Una vez había pensado en aquello que me retuviera en la tierra si Bella dejara este mundo… una razón que me impediría estar con ella en el más allá… Ahora me daba cuenta de que esa razón era Kat, era mi hija. Ella era mi ancla en este mundo. No podía dejarla.

-Papi, ¿estás llorando?- oí su pequeña voz en un susurro. Pensé que ya estaba dormida.

-Solo… tuve un mal sueño, hija. Duerme.- le dije besando su frente y sin soltar mi abrazo. Ella extendió sus bracitos todo lo que pudo y me apretó hacia su pequeño pecho.

-Yo te cuido, papi. Shh…- Sí, Kat, tú me cuidas. Intenté dormir, pero no lo logré. A pesar de que sabía que el día siguiente sería largo, no pude.

.

Era domingo, y como todas las semanas, se había juntado toda la familia en mi casa. Desde que Bella… desde que todo sucedió, ellos organizaban estas reuniones todas las semanas. Preparábamos una barbacoa, veíamos películas, jugábamos al fútbol con nuestros hijos, los veíamos corretear por el jardín…

Ahora, me encontraba en la sala, haciendo nada, pensando en cómo había cambiado mi vida… nuevamente. Pronto, Kat empezaría el pre escolar. Cómo pasaba el tiempo. Si solo…

El timbre sonó.

Nadie fue a atender.

El ruido estridente sonó nuevamente.

-Edward, ve a ver quién es, ¿quieres? Estamos ocupadas aquí.- sí claro, lo único que querían era que no pareciera un zombi cuando pensaba que nadie me estaba viendo. Ignoré ello y me puse de pie.

-Está bien. Ya voy.

El timbré volvió a sonar. Ya me estaba enfadando el ruido ese.

Llegué y abrí la puerta…

-Hola, hombre. Sentimos mucho la tardanza pero aquí mi pequeñina que hizo perseguirla para colocarle la ropa. Tú me entiendes.- Jake apareció ante mí con su sonrisa radiante. Una sonrisa que ya no se vería en mi rostro. No me había dado cuenta de que me había quedado ahí parado y sin decir nada hasta que Jake me habló nuevamente- Hey, Edward, uhm… ¿entramos?

-Sí, sí, claro. Perdonen. Esme, Alice y Rose están en la cocina preparando todo y Jazz y Em están en el jardín trasero jugando con los niños.- me di cuenta que no había saludado a Vanessa- Oh, lo siento, Vanessa. Perdona mi…

-No te preocupes, Edward. No hay problema. Pasemos.

Los dejé entrar, pero no los seguí. Me quedé nuevamente sentado en el sofá más grande de mi sala. Sabía que seguiría pensando, atormentándome si me quedaba ahí; así que, cogí un libro que estaba sobre la mesa de noche. Ni siquiera me molesté en leer el título. Solo comencé a leer. Pero a los pocos minutos, el timbre volvió a sonar, pero esta vez insistentemente.

-Ed…

-Ya voy.- les dije, antes que volvieran a ordenarme que abra la puerta. Al parecer me había convertido en el portero. Cuando me puse de pie y dirigí mi vista hacia la puerta, pasó algo. Fue como… un estremecimiento… como… no sabía explicarlo, pero de pronto sentía la necesidad de abrir y ver quién era.

Caminé a paso largo hacia la puerta. Casi con la mano temblando, la coloqué sobre la perilla, la giré y…

Mi mente me jugó una mala pasada. Me había vuelto loco. No…

-Ed-Edward.

Era ella… era… Bella.

Me quedé inmóvil, como una estatua. ¿Cómo era esto posible?

Era ella, por más que tenía las ropas desteñidas, viejas y estaba sudada… era ella. Se veía cansada… tan…

No podía ser.

Ella estaba…


 

Continuará…

Holaaaa chicas… Aaaayyy lo siento por dejarlas así, pero es que si seguía, me iba a extender mucho con el cap.

Perdonen… iba a actualizar el sábado, pero llegaron visitas, y cuando eso sucede, mi madre odia que me quede en mi cuarto manipulando la laptop. Así que no pude ni asomarme a mi habitación. Y ayer, domingo, a mi mamá se le ocurrió salir a comer. Cuando me di cuenta ya eran las 6 pm, así que me dije que lo mejor era publicar hoy, lunes.

Bueno, volviendo al fic… ¿qué creen? ¿Bella en un estado deplorable? ¿Qué pasó? ¿Y qué significa esa última frase de Edward: “Ella estaba…”? ¿Qué creen? Las puertas abiertas para las teorías... pero sé que todas quieren saber es qué pasó realmente después del accidente… Hay, creo, solo una chica que adivinó, al menos algo. Veamos si sigue adivinando bien en esta ocasión.

Okz, nos leemos en el prox cap… chauuuuuuuuuuuu cdns mucho y muchas gracias POR TODO SU APOYO, CHICAS... LLEGAMOS A LOS 50 RR!!! stoy muy emocionada!!! sé k a muchos no les parece una cantidad taannn wooww... pero a mí sí me parece eso... es un placer para mí escribir para ustedes, y tb saben cuán importantes son para mí los rrs... ahora, tb kisiera saber k piensan... fui demasiado cruel?? naahh verdad?? al menos, ahora saben k Bella no está muerta... pero ¿qué habrá pasado?. Bueno, ya escribí mucho, byeeeeeeeeeeeeeeeeeeee cdns muchisimo...

 

Lyhaane.

Capítulo 20: CHAPTER 20 Capítulo 22: CHAPTER 22

 
14438379 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10756 usuarios