Todo Gracias a mi Cuaderno de Historias (+18)

Autor: Lyhh_mt
Género: Romance
Fecha Creación: 21/04/2011
Fecha Actualización: 26/09/2012
Finalizado: SI
Votos: 16
Comentarios: 87
Visitas: 113335
Capítulos: 28

 

La vida de Bella Swan no es color de rosas. El hombre al que amaba ni la miraba. Al no poder transmitir sus sentimientos, plasmaba todas sus fantasías con ÉL en un cuaderno. Un día, ese cuaderno cambiará su vida para siempre... ¿cómo? averígualo aquí.

 

Amor… odio… dolor… felicidad… y sobre todo… suspenso… muuucho suspenso…

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Hola, me llamo Lyane y este es mi primer fanfic. Bueno, qué decirles… me gusta mucho escribir y espero la opinión de ustedes, las lectoras (yo también soy lectora, por eso sé la importancia de la opinión y críticas de ellas a las autoras). Me encantaría saber lo que piensan… claro, pondré todo de mi parte para que esta historia sea de su agrado… yyy con respecto a los mensajes que sé que envían en donde incluyen insultos y demás, pues solo los ignoraré… si es que en esos mensajes, e incluyen algo así como críticas constructivas, que me ayuden a mejorar, que es lo que me importa, entonces, los tomaré en cuenta; mas no aquellos que solo ofendan…

Bueno, espero que les guste la historia y espero sus opiniones…

Lyhaane.

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Capítulo 19: CHAPTER 19

DISCLAIMER: Los personajes le pertenecen a la grandiosa Stephenie Meyer... la admiro tanto!... okz okz... yo solo plasmo las ocurrencias de mi mente y juego con sus personajes.

Hola chicas, tarde pero akí me presento. En toda la semana no tuve tiempo ni para prender la laptop, lo siento mucho… espero puedan comprenderme.

 Uhm, ok, espero k les guste y k no m odien mucho. Si lo llegan a hacer, no m injurien plizzz lo suplico, y si no, no olviden k yo sentiré las mismas emociones que ustedes. Uhm… ya kiero llorar, así k mejor akí les va el cap… nos vemos abajo.


 

EDWARD POV

-Sí, cariño, estoy a punto de llegar… De hecho, justo en este momento me estoy estacionando.- antes de terminar la frase, ya me había colgado. Sonreí como siempre cada vez que ella hacía eso. Sabía lo que me esperaba con solo salir del auto, así que me apresuré.

-¡Papi!- oí su dulce voz al mismo tiempo que la veía correr lo más rápido que sus pequeños pies le permitían hacia mí. En el acto, fui a su encuentro. Kat había heredado la coordinación de su madre. Reí por ello. A Bella no le gustaba hablar de ese asunto.

Tomé a mi hija en brazos, justo antes de que su cuerpecito tocara el suelo. Siempre había una piedra que se cruzaba en su camino, y ella aún no podía lidiar con estas.

La elevé en los aires y di vueltas, haciendo que ella riese a carcajadas.

-Edward, la vas a marear y sabes que eso no es bueno. Recuerda lo que sucedió la última vez, cielo.- me avisó mi bellísima esposa desde el umbral de la puerta, con una amplia sonrisa, aquella que siempre tenía cuando me veía jugar con Kat.

-¡Papi, ya!- gritaba mi hijita.

-Ok, ok, ya oí. ¿Cómo está la pequeña princesa más hermosa del mundo?- pregunté como todos los días, apegándola a mi pecho.

-Muuuuuuuuui bein.- cantó ella apretando sus bracitos en mi cuello.

-¿Oh, sí? ¿Y no me extrañaste ni un poquitito?- jugué con ella haciendo un pucherito, mientras me dirigía donde Bella.

-Sí te estañé, papi.- me dijo con su dulce voz y dándome un beso en la mejilla. Siempre acababa conmigo cuando hacía eso, y ella lo sabía.

-Y eso fue todo. Kat 50 000; Edward, 0.- dijo Bella riendo.

-Ja, ja. Qué graciosa.

-Acéptalo, amor. Kat siempre saldrá victoriosa. ¿Verdad, corazón?- agregó llevándose consigo a mi princesita para llenarla de besos.

-¡Siiiii, mami!

-Oh, entiendo. Mis mujeres se han unido en mi contra.- dije dramáticamente mientras veía cómo Bella bajaba de sus brazos a Kat y la colocaba a su lado tomándole de una manita- Oh, está bien, está bien- los ojitos de mi bebé me miraban con expectación y con un brillo especial, porque sabía lo que venía. Hice como que mi cuerpo temblaba, me retorcía hasta quedar en cuclillas y la cabeza baja- Oh no… el monstruo quiere salir… Kat- estiré un brazo en dirección a ella y luego la dejé caer. Silencio. Luego, levanté la cabeza como si tuviera un resorte- ¡Wuaaaaaaa!

-¡Aaaaaaaah, code!- gritaba mi niña, tirando de su mamá, quien como siempre se aguantaba la carcajada. Aún así, se dio media vuelta y echó a correr con nuestra hija hacia dentro de la casa. Las dejé ir por 10 segundos. Luego, me paré y fui en su búsqueda.

-¡Wooooo ho ho! Ahora, me las voy a comer- gritaba con voz ronca, mientras escuchaba la risa de Kat. Subí las escaleras y me detuve.- ¿Dónde están? Aaah, las voy a encontrar.- entré a mi habitación, donde a mi hija le encantaba esconderse- Salgan. Sé que aquí están.

Como todos los días, me arrodillé y apoyando mis manos en el suelo, levanté el edredón para ver debajo de mi cama. Pero esta vez, algo cambió.

-¡Lo teno, mamiii!- escuché al mismo tiempo que sentía unos pequeños bracitos atenazarse a mi cuello. Cedí ante su diminuta fuerza y me estiré en el suelo con ella encima de mí. Segundos después, sentí otro peso más en mis muslos y unas cálidas manos sobre mis nalgas.

Woow, si Bella va a hacer lo mismo cada vez que jugamos con nuestra hija, me plantearé hacerlo más de una vez al día.

-¡Deja a mi papi, mosto! ¡Vete, vete!- me gritaba al oído mientras me tapaba los ojos con sus manitas- ¡Mami!

-¡Libera a Edward, monstruo! No puedes con nosotras.- le seguía la corriente Bella.

-¡Nooooo!- grité yo como fin de mi actuación y luego, con cuidado de no aplastar las manos de Kat, dejé caer mi cabeza, quedando “inconsciente”. Al instante, sentí las palmas de mi hija chocar contra mi mejilla.

-¿Papi? ¿Papi? Despieta.- pedía ella con su voz dulce.

-¿Kat?- susurré abriendo lentamente mis ojos, para encontrarme con los suyos a escasos centímetros de mí, viendo en ellos mis propios ojos verde esmeralda, aunque con la diferencia que ella tenía en los bordes un color chocolate que enmarcaba el verde. Era simplemente preciosa.

-¡Papi, te savamos!- me dijo con una gran sonrisa en sus labios. Sentía desaparecer el peso de Bella, así que me paré lentamente.

-¡Aah! Mi princesa me salvó. ¡Eres mi heroína!- exclamé al mismo tiempo que la alzaba en brazos.

-¡Siii! ¡Soy fueeeete!- respondió ella alzando sus bracitos.

-¡Sí! Mi hija es muy fuerte, como yo.

-Oigan, yo también ayudé.- escuché que decían a mi espalda. Volteé y me encontré a mi bella esposa haciendo un gracioso y a la vez adorable puchero. Me acerqué a ella y la rodeé por la cintura para acercarla más a mí y besarla.

-Hola, amor.- le susurré sobre sus labios. Pero, antes que ella me respondiese, Kat se interpuso entre nosotros.

-Tú no besa a mi mami. ¡A mí!- me exigió.

-Sí, princesa Kat.- le dije yo como siempre y luego la llené de besos que le hicieron reír.

Después d unos minutos más, bajamos y nos dirigimos a la sala. Dejamos a Kat jugando con sus muñecas y Bella y yo fuimos a sentarnos en uno de los sofás.

-¿Cómo te fue hoy, amor?- me preguntó mi Bella mientras me daba masajes en los hombros y depositaba un beso en mi cuello. ¡Oh! Se sentía tan pero tan bien, que de no ser porque nuestra hija estaba despierta, me la hubiera llevado nuevamente a la habitación.

-Muy bien, debo decir. Conseguí cerrar el trato con los japoneses de los que te he estado hablando las últimas semanas.

-¡Qué alegría, amor! Felicidades. Sabía que lo ibas a lograr. Te lo dije.- me dijo ella al momento que depositó un beso en mi mejilla.

-¿Y tú? ¿Qué tal fue tu día?

Bella estaba trabajando desde casa hace 6 meses. Cuando le ofrecieron la oportunidad, no dudó en aceptarla, con tal de pasar el mayor tiempo posible con nuestra hija. Avisó a Esme y Reneé, que se turnaban para cuidar a su única nieta. Pero, puesto que Bella no podría dedicarse a hacer todos los quehaceres del hogar, contratamos a una empleado recomendada por Nessie, para que la ayudara. Zafrina es su nombre. Tiene 50 años y es una mujer muy amable, honesta y hace muy bien su trabajo. Se había ganado nuestra confianza con rapidez. Incluso, se había convertido en la nana de Kat. Así, teniendo la ayuda de Zafrina, Bella podía dedicarse a su trabajo y tener, también, tiempo para nuestra hija.

-Bueno…- la voz de Bella me sacó de mis pensamientos, pero ella no continuó. Oh, oh.

Tomé sus manos y tiré de ellas para luego sentarla en mi regazo.

-¿Qué pasa, cariño? Dímelo. ¿Tienes que volver a trabajar en la oficina permanentemente?- le pregunté. Si era eso, lo sabría entender. Aunque, tal vez, ella no quisiera volver allá- ¿Es eso? Amor, sabes que n…

-No, no eso. Es solo que…- suspiró lentamente y luego continuó hablando mirando sus manos que descansaban en sus muslos- me llamó el Sr. Alistair y me informó que uno de los clientes estaba solicitando que nos presentemos en su sucursal de Brasil para asesorarlo y representarlo en un caso de suma urgencia.

-Entonces, ¿tienes que reemplazar a tu compañero en la oficina?- pregunté esperanzado porque sea eso.

-No… El Sr. Alistar me pidió que fuera yo.- soltó con rapidez, y cuando terminó levantó su mirada hacia mi rostro.

Mi expresión se volvió neutra. En estos 3 años de casados, nunca nos habías separado. Yo siempre me negaba a hacer viajes si eso implicaba alejarme de Bella y Kat. Claro que a veces me las podía llevar, y lo hacía, pero en otras ocasiones me veía obligado a cerrar tratos o hacer negociaciones por medio de conferencias electrónicas. No sabía con claridad por qué lo hacía. Mi padre siempre me decía: “Pero solo serán 2 días” o “Bella y Kat pueden quedarse en nuestra casa. Estarán bien”. Sin embargo, nunca daba mi brazo a torcer. A veces, lo pensaba y terminaba diciéndome que me había convertido en un sobreprotector empedernido. Pero otras veces, justificaba mis actos. Siempre que Bella y yo nos habíamos separado, nada terminaba bien. Quizás estaba algo trastornado, pero los hechos hablaban por sí solos. Así que era mejor permanecer siempre juntos.

Bella me entendía. De hecho, ella también se había negado a realizar viajes al extranjero, y cuando se trataba de algo urgente, siempre la acompañaba. Pero ahora…

-¿Por cuántos días?- le pregunté con voz monocorde. Era lo máximo que podía hacer, porque era imposible que mi voz destilara tranquilidad.

-Seis.- me respondió mordiéndose los labios. Debo decir que no me gustó nada su respuesta. Las veces anteriores habían sido por 2 o hasta 4 días como máximo. No entendía por qué tanto tiempo ahora.

-¿Seis? ¿Por qué tanto?

-Es que hubieron complicaciones en la empresa del cliente. Bueno, al parecer, él no tiene mucha experiencia y su padre le dejó la directiva de su empresa. Fue este último quien descubrió que habían desfalcos en las sucursales y que las ventas habían bajado en los últimos meses. Por eso, solicitó ayuda al Sr. Alistair, quien me recomendó por ser la mejor de su equipo… Amor, solo serán esos días. Además, me puedes acompañar, ¿qué dices? Tú y Kat pueden pasear, ver el paisaje mientras yo hago mi trabajo. Será genial, ya v…

-No puedo, Bella. El viernes llega la directiva de Brown Bros. Co desde Inglaterra. Es uno de nuestros clientes más importantes. No puedo postergar nuestra reunión.- le informé mientras jalaba mis cabellos.

-Entiendo. No te preocupes, amor. Solo serán unos días. ¿Qué son 6 días? Yo haré mi trabajo y tú el tuyo. Te prometo que apenas baje del avión, te llamaré. O si quieres, llevo mi laptop en mi bolso y cuando nos den la orden de encenderlos en el avión, me conecto contigo, ¿eh? Vamos, Edward, entiéndeme.- me dijo llevando sus manos a mis mejillas.

-Te entiendo. Lo hago. Es solo que… sabes que es difícil para mí separarme de ti y de nuestra hija. ¿Estás segura que no hay forma de que otra persona vaya?- le pregunté con súplica. Cada vez que me imaginaba lejos de Bella, sentía una fuerte presión en el pecho y el miedo me invadía. Pero trataría de tomar las cosas con calma.

-Créeme que si hubiera, no te estaría diciendo lo que te acabo de decir. Yo también los voy a extrañar. Mucho. Pero es mi trabajo. Y me gusta hacerlo.- llevó una de sus manos a mis cabellos y los masajeó como sabía que me gustaban. Yo la abracé y recosté mi cabeza en su pecho.- Ahora, vamos que la cena ya debe estar lista. Zafrina preparó un riquísimo asado. ¿A que no te provoca?- se levantó y tiró de mis manos llevándome hacia el comedor.

Esa noche no pude dormir. Ni siquiera después de haber hecho el amor con mi esposa tantas veces que perdí la cuenta. Mañana mi cuerpo pasaría factura, pero eso lo que menos me preocupaba en estos momentos. Después de cenar, le había preguntado para cuándo era su vuelo y me dijo que dentro de 2 días. También me dijo que mañana le avisaría a nuestras madres sobre su viaje para que vinieran a ver a nuestra hija a diario, para que no se sintiera sola. Con respecto a nuestros amigos, había planeado una reunión también para mañana, a modo de despedida. Me dijo que la de la idea fue Alice, cuando le informó de su viaje por la tarde. Así que mañana estaba obligado a salir del trabajo a las 4 pm para estar presente en la reunión.

Estas últimas semanas había tenido tanto trabajo que no había visto a ninguno de mis amigos. Solo había hablado con ellos por teléfono, pero solo eso. Supongo que ellos tampoco habían tenido tiempo para visitarnos siquiera los domingos. Jasper por tener una diablilla a quien consentir y una mujer embarazada que cuidar, porque sí, Alice se había embarazado 1 año después de nacer Kat, dio a luz a Daphne y ahora estaba nuevamente esperando otra princesa. Ya vería a mi pobre amigo lidiando con sus dos monstruitos. Por otro lado, Emmett estaba como loco desde que sus gemelitos habían nacido hace un año. Nick y Ledya , ahora ya con un año y medio de edad, se volvieron la luz de sus ojos y ahora solo se encargaba de malcriarlos al igual que sus abuelos. Aunque no todo había sido fácil, ya que cuidar de 2 bebés al mismo tiempo era trabajoso, a la vez que te dejaba rendido. Los primeros meses, siempre que veía a Emmett, tenía ojeras y se veía cansado al igual que Rose, pero su resplandeciente sonrisa nunca dejaba sus labios. A mí me pasaba lo mismo con Kat. Por más trasnochadas que pasé, no me arrepiento de nada, y siempre los recuerdo con una sonrisa boba en mi rostro.

Y hablando de sonrisas bobas, otros que siempre las llevaban eran Jake y Nessie. Desde que se habían casado hace ya casi dos años y medio, siempre se los veía resplandecientes. Tal y como se predijo en mi boda, ellos fueron los siguientes en casarse. Les siguieron Alice y Jasper, medio año después; y luego, Rose y Emmett hace más de un año, con una ya muy embarazada Rose. Pero si bien Jake y Nessie habían sido los primeros en casarse, habían sido los últimos en procrear. Hace casi un mes recién había nacido su primogénito. El pequeño William era sietemesino, pero había nacido bien. Claro que lo tuvieron en la incubadora por 15 días hasta que desarrollen bien sus pulmones, pero por lo demás, estaba sano. Obviamente, ahora Jake y Nessie estaban en los tiempos más duros de un bebé, y más con su hijo porque el pequeño dormía por las tardes mientras que por las noches estaba lleno de energía. Habían intentado muchas cosas, pero no había cambiado su hábito de sueño. Todos ya le habíamos dicho que pronto sus horas de sueño se adecuarían a las nuestras y él nos había hecho caso, pero eso no cambiaba que tenía que estar despierto hasta las 3 am intentando hacer dormir a Will.

En conclusión, cada pareja había hecho su vida y ahora era extremadamente feliz, lo cual es una suerte, porque no todos gozan de ese privilegio. No digo que yo no; al contrario, Bella y Kat eran mi vida, lo eran todo para mí. Cada día me sentía más feliz que el día anterior, apenas amanecía y veía a mi esposa a mi lado, recostada sobre mi pecho, con su pierna sobre mis caderas y una sonrisa casi imperceptible en los labios. Una vez me levantaba, lo primero que hacía era ir a la habitación de nuestra hija y la observaba dormir. Resultaba tan maravilloso como ver a su madre tendida en nuestra cama. Sus cabellos rizados y cobrizos como los míos esparcidos por su almohada, sus piernas en diferentes direcciones, sus labios entreabiertos, y una de sus manos estirada en cualquier dirección mientras que la otra se encontraba cerca a su cara, y formaba un puñito con su dedo pulgar sobresalido, signo de que se lo había introducido en la boca mientras dormía. Una vez detallaba todo eso, respiraba contento y regresaba a mi habitación para cambiarme a la vez que observaba cómo Bella se iba despertando. Me encantaba verla estirarse como un gato para luego encogerse y hundirse en su almohada, buscando calor, buscando mi cuerpo con sus manos, y era cuando no me encontraba que se despertaba y sus ojos iban directamente hacia el clóset, frente al cual me encontraba anudándome torpemente la corbata. Por más que lo intentaba, nunca me salía bien. Bella siempre me hacía el nudo, así que todos los días ella sonreía divertida después de haber visto mi intento fallido, se levantaba, se colocaba un albornoz e iba a auxiliarme. Una vez terminaba, llegaba la hora del primer beso del día. Con ese tipo de comienzos, nunca me molestaba despertarme para ir a trabajar. Luego, durante el desayuno, justo después de haberme preparado mi café matutino y haber abierto el periódico, se escuchaban sus pasitos bajar las escaleras y segundos después, la veía entrar corriendo a la cocina llevando sus pijamas y sus pantuflas de Angelina Ballerina, mientras gritaba un “benos días” y se tiraba a los brazos de su madre, la besaba y la abrazaba y luego repetía eso conmigo. Me iba prometiendo que le traería un regalo al regresar del trabajo, y besado por segunda o a veces tercera vez por mi Bella a la vez que me decía “suerte hoy. Te amo”. Era por eso que llegaba muy sonriente al trabajo, saludaba a todos amablemente y hasta le perdonaba algunos deslices a mi secretaria, para luego sumergirme en mi trabajo.

Así eran todos mis días… felices… hasta hoy que Bella me dio la desagradable noticia de su viaje a Brasil. Casi no pude dormir en toda la noche. Me la pasé pensando y convenciéndome a mí mismo que no tenía nada de qué preocuparme. ¡Vamos! Es solo un viaje de 6 días. Eso no es nada comparado al tiempo que llevaba con Bella. Por 6 días que ella esté fuera del país no me iba a morir. Sí, eso es. Chatearíamos todos los días, hablaríamos por teléfono, o hasta podíamos vernos por cámara web, así Kat también podía ver a su madre, y tal vez al segundo día la convenciera de que regresara poniendo esa carita de ángel herido siempre que deseaba algo. Sí, tal vez eso suceda. Solo tenía que hablar con Kat sobre ello.

Ya más tranquilo, decidí que era hora de levantarme, aunque faltaban 30 minutos de la hora habitual a la que lo hacía. 30 minutos. Hoy Bella se iba… no, ella estaba exhausta. ¡Rayos! Lo habíamos hecho innumerables veces desde las 9 pm de ayer, minutos después de que Kat se hubiese dormido. Pero ayer fue ayer y hoy es hoy. Además, querer hacer el amor con tu esposa a primeras horas de la mañana no tenía nada de malo.

Pensando de esa manera, comencé mi plan de seducción por la mañana. Puesto que ella ya estaba bien acomodada con una de sus piernas casi sobre mi estómago, me fue fácil tomarla y acercarla más a mí, mientras me frotaba contra ella, excitándome. Bajé la cabeza y comencé a besar su rostro, sus labios, intentando despertarla. Seguí bajando a su cuello, el que lamí como sabía que la enloquecía. Usé mi lengua para seguir un camino por su clavícula y su pecho, deteniéndome en el inicio del valle de sus senos. El escote de su camisa de dormir permitía avistar sus pechos, así que no me fue difícil llegar a ellos. Teniendo su pierna en buena posición, retiré mi mano de ella y las metí por el extremo inferior de su camisa, tocando su suave y cremosa piel. Fui subiendo por su estómago, apretando y masajeando, hasta que llegué a sus pechos. En ese momento, ella comenzó a despertarse.

-Mmmm… ¿Edward?- abrió los ojos lentamente, luciendo algo desorientada y confusa.

-Oh, Bella, te amo tanto.- le susurraba yo al quitarle la camisa. Ella me ayudó levantando los brazos. Ella también quería… de eso estuve segurísimo cuando, sin poder quedarse más tiempo quieta, acarició mis músculos dorsales. Sus dedos se movían sensualmente, subían y bajaban por mi pecho, haciéndome suspirar y gruñir. Debía apresurarme, solo tenía 30 minutos. Mis manos abandonaron sus pechos para bajar por sus costados hacia su estómago nuevamente, pero ese no era mi objetivo. Este estaba cubierto aún. Debí haberle dicho por la noche que no se vistiera nuevamente, aunque en realidad no me hubiese hecho caso. Desde que una noche Kat entró sorpresivamente a nuestro cuarto y ambos estábamos desnudos, decidimos que después de dejarnos llevar por nuestra pasión, teníamos que colocarnos nuestros pijamas nuevamente. No sea que nuestra hija nos tome desprevenidos nuevamente. Por tanto, en este momento, mis manos se quedaron en el borde de la segunda y última pieza de su pijama. Me faltaban las bragas también, pero esos eran fáciles de retirar. Total, no sería la primera vez que se las rompo. Teniendo ese objetivo, comencé a jalar hacia abajo sus pantalones cortos para dormir, pero Bella tenía otros planes.

Empujó mi pecho con fuerza y se sentó a horcajadas en mi regazo, pero luego se paro colocando sus pies al costado de mis piernas y estando así, se quitó sus shorts y sus bragas, dándome una vista espectacular de toda ella. Mi erección era más que notoria. Ya estaba tan duro como una roca con solo verla y tocarla por unos segundos. Bella vio el hambre en mis ojos y se arrodilló para después jalar mis pantalones de dormir, liberando mi miembro que gritaba por atención lo más pronto posible. Ella se fijó en mi mirada con unos ojos tan o más oscuros que los míos debido a la lujuria, se lamió los labios de manera tan sensual que casi me corro. Con tan solo imaginar esos labios y esa lengua en…

De un momento a otro, mi fantasía se hizo realidad. Los labios de Bella rodearon mi erecto miembro, pero solo la punta, recorriéndola con su húmeda lengua de tal manera que me estaba volviendo loco. Mientras lo hacía, no dejaba de verme a los ojos con su mirada oscura, lo que transformó su acción de sensual a erótica, tanto que sentía que ya no podía más… pero me contuve. Sus dientes rozaban con suavidad la piel sensible de mi miembro, lo que me hizo gemir alto y dejar de apretar mis manos en puños para dirigirlas a sus cabellos, donde las enterré y acerqué más su rostro a mi intimidad. De pronto, ella tomó mis manos, las alejó de su cabeza e introdujo mi miembro entero en su boca. No sabía cómo lo había hecho, pero mi miembro completo desapareció bajo sus labios. Luego, comenzó a moverse arriba y abajo, lento… lento y profundo. Ella gemía conmigo… sus movimientos fueron acelerando… estaba cerca… pero yo no quería terminar en su boca. Así que me solté del agarre de sus manos y llevé las mías a su cara, que retiré con tal rapidez que cuando estrellé mis labios con los suyos, ella aún tenía la boca abierta como si todavía tuviera mi miembro dentro de su cavidad. Oh, si quería mi miembro dentro de su cavidad, eso le daría, pero a mí me gustaba más otra cavidad, más escondida de la vista. Mientras nos besábamos salvajemente, llevé mis manos hacia su intimidad, comprobando que estaba totalmente húmeda; tanto que mis dedos resbalaron fácilmente y terminaron introduciéndose en ella, haciéndole soltar un grito ahogado. Comencé a bombear dentro de ella hasta dejarla como a mí me había dejado, y justo cuando la iba a  voltear para recostarla, ella sacó con brusquedad mis dedos, me distrajo de mi propósito haciéndome ver cómo ella llevaba mis dedos empapados en sus jugos hacia su boca y los lamía con su lengua. Ya estaba por llegar al borde, hasta que sentí que ella me introducía en una sola estocada, llegado profundo, pero no tanto como yo quería. Bella comenzó a moverse frenéticamente. Ella estaba tan excitada como yo. Cambió de ángulo levantando una de sus piernas sobre mí y plantar su pie en mi pecho.  Ambos gemíamos juntos; con nuestras miradas pedíamos más, susurrábamos nuestros nombres y palabras tanto picantes como dulces.

-Oh, Dios, Bella… más rápido… amor- le pedí gimiendo, mientras con mis manos trataba de tomar sus caderas para marcarle el ritmo. Ella aceleró sus movimientos, pero luego decidió cambiar nuevamente de ángulo, alzando su otra pierna y colocando su pie al costado del otro.- Oh, sí, Bella… sí, cariño… aahh- cada vez estaba más cerca del abismo y yo no quería más que caer por él. Pero yo quería ser el que la haga terminar a ella y no al revés. Tomé sus pies con una mano y con la otra me apoyé en la cama para sentarme. Oh, yo amaba esa posición, con sus piernas sobre mis hombros, totalmente expuesta a mí. Sentía que podía llegar aún más profundo cuando lo hacíamos así. Ella tensó sus pies y se sostuvo con ellos, por lo que yo coloqué ambas manos a los costados de su cabeza para impulsarme, logrando penetrarla rápido.

-Oh, Edward… así… más duro… ahh… mierda… ya c-casi… ahí… Oh Dios… aahh… ¡Edward!

-¡Bella! Aaahh…- terminamos juntos. Sentía cómo me derramaba en ella. Fue ahí cuando me di cuenta de mi error. No me había puesto preservativo y Bella había dejado las pastillas anticonceptivas hace unos meses, aduciendo que ya se había cansado de tomarlas y que ahora me tocaba a mí protegerme. Mientras mi respiración se calmaba, mi mente solo podía procesar que era posible que Bella se embarace después de nuestra actividad. Otro hijo. Eso me haría aún más feliz. Ya una vez Kat nos había dicho que quería un hermanito porque Ledya tenía el suyo y Daphne tendría una hermanita, mientras ella no. Bella y yo no nos lo habíamos planteado aún, pero si ella quedara embarazada, sería maravilloso.

-Ay, Edward… no sabes cómo voy a extrañar despertar de esta forma los 6 días que estaré en Brasil.- dijo ella después de unos minutos en silencio.

-Oh, eso es fácil. No vas a Brasil y así no extrañarás nada. Listo.- sabía que era en vano decirle que no viajara, pero no perdía nada intentándolo.

-Ay, Edward, es mi trabajo. No debí haber dicho nada.

-Amor, entiéndeme. No tenerte por 6 noches conmigo será difícil. Pero, sí, está bien, sé que es tu trabajo.- besé su frente y decidí levantarme para darme un baño e irme a trabajar.

-¿No estás enojado, verdad?- me preguntó cuando estaba sentado justo para ir al cuarto de baño.

-No, enojado no… es solo que… sabes que no me gusta tenerte lejos, amor. Es solo eso. Si me prometes irte para luego volver, quedaré más tranquilo.- traté de jugar con ella, pero no le pareció divertido.

-Edward Cullen, ¿estás insinuando que podría considerar abandonarlos? ¿Acaso estás loco?- no era solo eso, pero no quería ni pensar en esa otra forma en la que me podía dejar.- Nunca lo haría, Edward. ¿Cómo se te ocurre que yo me iría dejando a mi familia?- seguía diciendo ella con su ceño fruncido.

-Lo siento, amor. No fue esa mi intención. Solo bromeaba.- ella solo me miraba fijamente, sin decir nada.- Perdón.- ella lo pensó por un momento, pero luego cedió.- pero…  si te lo pido… ¿me lo prometes?- insistí.

-¡Edward!- refunfuñó.

-Compláceme, amor. No es porque tenga inseguridad ni nada de eso.- al decirlo, no la convencí nada. Ella me seguía mirando fijo- Pero… quién sabe si encuentras a un brasileño que… no sé… tal vez… sea mejor que yo… ¿Prométemelo, sí? Así como cuando ambos prometimos que nunca nos separaríamos y que lucharíamos por nuestro amor a costa de todo. ¿Recuerdas?

-¿Ya ves? ¿De qué sirve volverlo a prometer si ya lo hicimos antes? Edward, mira que me estás haciendo enfadar. ¿Yo irme con un brasileño y dejar a mi familia?- estaba por decir algo, pero no me dejó- Y ni te atrevas a decir que regresaría por mi hija y me la llevaría. Esto es el colmo, Edward.

-Bells…

-Llegarás tarde al trabajo.

-No importa.- se quedó en silencio mirándome, y yo ya estaba celebrando mi victoria. Tenía que asegurarme. Muchas cosas pueden pasar estando lejos el uno del otro. Ella tenía que regresar a mí a pesar de cualquier cosa.

Bella suspiró sonoramente y habló.

-Está bien. Te prometo, no, te juro que regresaré a ustedes. Nunca los cambiaría por nada en el mundo. Ni a ti ni a nuestra hija. Ustedes lo son todo para mí. Siempre, siempre volveré a ustedes.- finalizó tomando mi rostro y besándome con dulzura y mucho amor.

-Y yo siempre estaré esperándote, Bella. Nunca lo olvides.- ella solo asintió. Volvimos a besarnos.

En todo el día, no pude concentrarme en el trabajo. Solo quería ir a casa y estar con Bella estas últimas horas. Esas horas de vuelo a Brasil serán las más largas de mi vida. Estaba seguro de ello. Por eso, y sin querer perder tiempo, cuando llegó la hora del almuerzo, pedí permiso para irme, argumentando que tenía que llevar a mi esposa al aeropuerto y que todos los asuntos urgentes los había revisado y dado el visto bueno el día lunes. Habiendo informado esto, mi jefe me dejó ir. Me apresuré al estacionamiento y me dirigí a prisa hacia mi casa.

Al llegar, encontré a Bella sirviendo a Kat su almuerzo. Ambas se sorprendieron cuando me vieron llegar, pero luego corrieron a abrazarme. Almorzamos juntos y después ayudé a Bella a preparar las cosas para la reunión con los chicos. Mientras más tiempo pasara con ella, mejor. Como a las 4:30 pm, Kat, Bella y yo ya estábamos listos, arreglados, esperando a nuestros amigos. Kat estaba ansiosa por jugar con Ledya y Daphne. Ellas eran más pequeñas que mi hija, pero igualmente se divertía con sus “pimitas” como Kat las llamaba.

A las 5 en punto comenzaron a llegar todos. Los primeros fueron, como siempre, nuestros padres. Los siguieron Rose y Emmett, Nessie y Jake, y Jasper y Alice. Antes, estos últimos acostumbraban ser los primeros, pero desde que tuvieron a su hija, siempre llegaban últimos.

Así, ya con todos presentes, la reunión dio inicio. Bella comenzó a hablar.

-Bueno, gracias por venir. Uhm, creo que es un poco exagerado, pero quería despedirme de todos de esta manera… saben que odio las despedidas, y realmente no quiero que me suceda lo mismo cuando me iba con Edward a Australia. Estaba segura que en cualquier momento, daría la vuelta y regresaría, si no hubiera sido por mi esposo. Así que, puesto que es menos de una semana, pero conozco lo suficiente a mi madre para decir que puede ponerse lacrimógena, decidí organizar este encuentro.- terminó dándole una mirada dulce a todos.

-Mi Bells, ¿cómo puedes decir eso de tu madre? ¿Ni siquiera ha cambiado algo tu perspectiva ahora que también eres madre? Sé que cuando Kat pasó una noche conmigo y con Charlie no pudiste dormir.- le dijo Reneé divertida a Bella, quien se ruborizó- Por lo tanto, yo no exagero. Serán 6 días muy largos. Se suponía que después del viaje a Australia, ya no se irían lejos…- reclamó mi suegra.

-Mamá, es mi t…

-Sí, sí, lo sé. Pero entiéndeme, eres mi única hija… pero ya, estamos aquí para pasar el tiempo, no para hablar de madres lacrimógenas.

-Sí, Bella. Si nos ponemos a hablar de lacrimógenos, ¿a que no adivinas quién sería el más perjudicado?- habló Emmett con burla y moviendo sus cejas hacia ella. Bella lo miró fulminantemente, y como si el pequeño Nick, que estaba en brazos de su padre, hubiera recibido órdenes telepáticas de Bella, levantó su palma y la estrelló contra la mejilla de Emmett, causando la risa de todos por la mueca de dolor que puso mi amigo.

Conversamos, bromeamos, y hablamos de anécdotas de nuestros hijos durante toda la tarde. Al parecer, las noches de Jake y Nessie seguían iguales. Pero al menos Jake ya había terminado con sus guardias. Sea como sea, la sonrisa seguía en los labios de ambos. La pequeña Daphne aprovechaba ahora que podía correr libre y  sin caerse para esconderse de su padre cada vez que este le decía que era hora de su baño, durante el cual, después de haber atrapado a su hija, Jasper salía completamente empapado. Al parecer, a él le daban el baño y no a su hija. Y por último, Nick y Ledya habían descubierto un nuevo berrinche mediante el cual convencían a Emmett de darles lo que ellos querían, cosa que no funcionaba con Rose, pero siempre que se quedaban con su padre, él en vez de poseer ese título, parecía el hijo.

A las 8 pm, y con todos los niños dormidos en los regazos de sus padres, llegó el final de la reunión.

-Ay, Bellis, te voy a extrañar, amiga. Te me cuidas, ¿eh? Y me traes un recuerdito… ¿Puede ser un autógrafo escrito en una fotografía sexy de Rodrigo Santoro?- preguntó Alice con brillo en sus ojos.

-Oh, uno para mí también. ¿Vieron su cuerpo en Actually, I love you?- ahora fue el turno de Rose.

-Dios, sí. Ese hombre está como quiere. Yo también quiero su autógrafo, Bella. ¿Sí?- pidió Nessie. Su esposo, y el de Alice las miraban ceñudos y con signos de tener celos.  Yo me sentía de esa manera. Sus mujeres querían el autógrafo del tipo ese, pero mi Bella se lo pediría a él. Tenía que convencerla de que no lo hiciera y compre esas fotos que ya vienen con una firma del artista impresa.

Cuando vi a Emmett, me sorprendió que no estuviera viendo enojado a Rose, así que no pude evitar hablar al respecto.

-Emmett, hermano, realmente me impresiona que no te moleste que Tu esposa pida autógrafos y hable del cuerpo de un hombre que “está como quiere”.- dije mirando a Nessie, quien se sonrojó.

-Oh, bueno, no pasa nada. Sea como sea, el que comparte su cama con ella no es él, sino yo.- contestó él fiado de sí mismo.

-Ah, entiendo. ¿Y no te has preguntado si alguna vez ella piense en ese hombre mientras ustedes…?

-¡Edward Cullen! No te…- me interrumpió Rose, pero ella se detuvo al escuchar la carcajada de Emmett a su costado.

-Claro, piensa tanto en él que grita mi nombre por las noches, mientras… ya sabes. Seguro que Rose me es infiel de pensamiento.- dijo irónicamente- ¡Vamos, hermano! Además, la del contacto con “el tipo ese” no será mi esposa, sino la esposa de otro. ¿No sabes de quién?- touché. Maldito. Gruñí sin poder evitarlo y crucé mis brazos mientras oía cómo se reían de mí.- Más bien, Bella. ¿A mí me podrías traer una zunga?- preguntó ahora con aires de inocencia.

-¿Qué? ¿Qué es eso?-preguntó Bella a mi costado.

-Oh, bebé. Ya me imagino cómo te verías con eso puesto.- le dijo Rose a su esposo en voz no tan baja y comiéndoselo con la mirada.

-Ok. Hora de retirarse. No quiero que mancillen mi sala.- dije poniéndome de pie.

-Como si ya tú no lo hubieras hecho.- se burló Emmett de mí. Yo solo suspiré fuerte y lo ignoré.

Después de eso, Reneé se tardó como 30 minutos diciendo adiós a su hija, para luego ser arrastrada por Charlie hacia la salida. A eso de las 10:30 pm, Bella y yo y estábamos acostados, junto a nuestra hija, que estaba acostada en medio de los dos. Así lo quiso Bella y yo no puse objeción.

-Buenas noches, amor.- susurró mi esposa.

-Hasta mañana, cielo. Hasta… mañana.- acto seguido, me dormí, siguiendo a Bella hacia el mundo de los sueños.

.

.

.

-¿Estás segura de que llevas todo, hija?- preguntó Reneé por enésima vez a Bella.

-Sí, madre. Ya no soy una niña. Puedo preparar mi maleta yo sola, sin que me olvide de algo.- contestó Bells con irritación.

-Oh, hija, no te enojes. Solo me aseguro de que lleves todo. ¿Qué tal si te olvidas el cargador de tu celular? ¿Cómo nos comunicaremos cuando se haya quedado sin batería? ¿Sabes la preocupación que tendría tu pobre madre?- y empezaba el dramatismo de Reneé. Parloteó hasta que todos salimos hacia los autos para ir al aeropuerto. Afortunadamente, mi suegra se fue en el auto de mi padre. Bella pudo respirar tranquila en todo el camino.

-¿Mami?- llamó Kat.

-¿Sí, cielo?

-¿Me vas a tlael muuuushos legalos?- preguntó nuestra hija con ese brillo en sus ojos que te hace sonreír así no lo quieras.

-Sí, cariño te traeré muchos regalos bonitos.- le respondió mi esposa girando su cabeza hacia atrás para mirar a Kat sonriendo.

-¿Como mil?- inquirió mi princesa mostrando 5 dedos de sus manos. Bella y yo reímos divertidos por las ocurrencias de Kat.

-No, no mil, pero te traeré… 10 regalos muuuuuy, muy grandes y muuuuuuuuuuuuy, muy lindos.

-¡Síííí!- gritó aplaudiendo nuestra hija finalizando su conversación.

Fue algo difícil decirle a Kat que su madre se iba de viaje por unos días y no la iba a llevar con ella. No le importaba que Bella estaba yendo por trabajo, ni que no saldrían a pasear, ni podrían jugar porque mamá tenía que ir a reuniones con gente adulta, ni nada. Bella tardó horas en convencerla de que se tenía que quedar. Una de sus armas fue que le compraría muchos regalos que serían sorpresa para ella. Además, le prometió que cuando regresara, la llevaría a la playa de La Push, a caminar por la orilla. Y que le iba a comprar un perrito. Ya me imaginaba yo viendo al costal de pulgas correteando por mi casa, destruyendo los muebles, rompiendo los adornos, orinando por donde quisiera. Genial.

El grito de Kat diciendo que había un “pajadito muy gande” me hizo volver a la realidad. Ya habíamos llegado. El vuelo de Bella salía en una hora. Estábamos mis padres, Charlie, Reneé, Bella, Kat y yo. Los demás chicos no habían podido venir porque tenían que ir a sus trabajos y cuidar de sus niños. Nos sentamos en una de las cafeterías y esperamos, mientras Kat se comía un Cheesecake de Fresas. Nadie decía nada; nos encontrábamos en silencio mirando a cualquier lugar. Mis manos estaban unidas a las de Bella, pero no hablábamos. No sabía cuánto tiempo había pasado, hasta…

-Los pasajeros de vuelo 2800, con destino a Sao Paulo, Brasil, pueden abordar el avión.

Eran las 10:30 am. A las 11 en punto salía el vuelo de Bella. Sin poder creer que podría soportar un minuto más en esta situación, me solté de las manos de Bella, tomé las 2 maletas que iba a llevar y me puse de pie. Los demás me siguieron. Bella estaba a mi costado caminando en silencio agarrando la mano de Kat entre la suya. Dejé las maletas para que las revisaran. Luego, a Bella también la revisaron y fue después de eso cuando llegó el momento de decir adiós… por unas horas. Estaría conectado al Msn durante todo el día y la noche.

-Bueno… creo que ya tengo que irme. Solo falta 10 minutos para despegar.- habló Bella con voz baja y sin mirar a nadie a los sino de suelo.

-Sí, tienes razón. Te voy a extrañar, hija. Cuídate mucho, Bella.- Reneé se acercó a su hija y la abrazó muy fuerte. Al minuto, se les unió Charlie, quien susurró palabras a su hija que ninguno pudo escuchar, pero aguaron los ojos de mi esposa.

Después de unos minutos, se separaron y Esme y Carlisle fueron a despedirse. Cuando estos terminaron, Kat fue corriendo hacia su mamá, quien la levantó en brazos y la llenó de besos. Podía ver las lágrimas que estaba conteniendo para que nuestra hija no se dé cuenta que estaba llorando. Ambas hablaron sobre los regalos que Kat quería, lo cual le causaba risa a Bella, pero sin que esa felicidad que demostraba llegara a sus ojos. Cuando bajó a Kat de sus brazos, dirigió su mirada a mí. Me miró con tristeza, pero aún así trató de sonreír. Me tendió una mano, que tomé y me acerqué a ella.

-Ya es hora, amor. Cada segundo de estos seis días, tú y Kat estarán en mi mente. Siempre.- me dijo en voz baja, que no era porque no quería que nadie la escuchara, sino porque si la subía, su voz de quebraría por el llanto.

-Y tú estarás en la mía, Bella. Te amo.- la besé profundamente tomándola por la cintura y cogiendo su nuca para acercarla más a mí. Después de un momento, anunciaron el último llamado para abordar el avión. En ese momento, mis fuerzas me fallaron.- Dios, Bella. No vayas.- le supliqué al oído, pero sin soltarla ni por un segundo.

-Tengo que hacerlo, Edward. Solo serán 6 días, ¿sí? Estaremos comunicados. Esto tampoco es difícil para mí, pero si ambos estamos ahí para apoyarnos, todo saldrá bien. Tienes que quedarte y cuidar de Kat mientras yo esté fuera. No olvides contarle sus cuentos todas las noches y darle la bendición y colocar su muñeca preferida a su costado en la cama, ¿sí? No olvides mi promesa, Edward. Voy a volver a ti. Siempre. Te amo. Adiós.- me besó por última vez, y luego se soltó dejándome parado viendo a la nada. Cuando reaccioné la vi caminar a velocidad, casi corriendo, y no despegué mi vista hasta que desapareció.

Dejé que Kat pasara el día con sus abuelos, para que la distraigan, mientras yo me iba al trabajo, por más que no quisiera. Apenas llegué, fui a toda velocidad a mi oficina e inicié sesión de mi correo electrónico, esperando a que se conectara Bella. Mientras lo hacía, me puse a trabajar en unas negociaciones que estábamos planeando con una empresa española. Sin darme cuenta, el tiempo pasó volando… bueno, no tanto así… habían pasado 45 minutos, lo cual me parecía mucho tiempo y que Bella no haya entrado a su cuenta de correo electrónico. Decidí esperar 5 minutos más, y si no, la llamaría al celular hasta que me contesté. Le dejaría mensajes de voz y de texto si fuera necesario, pero tendría que comunicarse conmigo. Cuando pasaron 4 minutos y 25 segundos, sonó mi celular.

Era Bella. Pero no era una llamada, sino un mensaje de texto. Apreté los botones con premura y leí el mensaje ansioso.

“Amor, no nos dejan prender las portátiles ni que hablen por celular, porque no lo creen conveniente. No entiendo por qué ni la razón porque lo hacen. Las aeromozas recorren los pasillos vigilando a los pasajeros. Te estoy enviando este mensaje a escondidas. Cuando la situación cambie o aterrice el avión, prometo llamarte ok. Te amo.

Bella”

Le contesté rápidamente.

“Me parece muy raro. Pero bueno, y yo que estaba esperando ver tu rostro. Entonces, espero tu llamada. Yo también te amo, Bella.

Tu Edward”

Después de eso, quería que las horas pasaran lo más rápido posible. Y así fue. Entre revisar contratos, analizar estrategias de negocio, firmar documentos, responder correos electrónicos, y demás, el tiempo pasó volando. A las 5 en punto, subí a mi auto y fui a casa. Mis padres me habían llamado informándome que traerían de regreso a Kat a las 8 pm. Cuando llegué a casa, estaba todo en silencio. Ni siquiera escuchaba los pasos de Zafrina ni utensilios de cocina siendo utilizados. Cómo extrañaba a mis dos mujeres. Me tendí sobre un sofá y sin planearlo, me quedé dormido.

El sonido de mi celular avisándome que tenía una llamada, me despertó. Cuando me desperté totalmente y me di cuenta que el sonido era el que le había puesto a Bella, cogí con desesperación mi celular a verificar si era ella realmente. Cuando vi su nombre en la pantalla, contesté rápidamente.

-Amor, pensé que…

-Edward, escúchame…- y la línea se cortó.

Marqué su número considerando que ella me había cortado por accidente, pero su celular aparecía como apagado. Intenté llamarla más de 20 veces, pero nada.  Le dejé mensajes de todo tipo, mostrándole mi preocupación, pero no recibí respuestas. Ella me había llamado a las 7 pm. Al cabo de 30 minutos, mi celular volvió a sonar, pero no era el número de Bella, sino uno desconocido.

-Edward Cullen.

-Buenas tardes, señor Cullen. Le llamo para comunicarle que se requiere su presencia en el aeropuerto de Seattle lo más pronto posible.- habló una voz de hombre. Lo dijo tan rápido que pensé haber entendido mal. Solo contesté con un “Está bien, adiós” y colgué.

Verifiqué que tenía mi cartera en el bolsillo, cogí las llaves de mi auto y corrí a la salida. Antes de tomar el ascensor, le dije a mi secretaria que llamara a mis padres y a la casa de Bella e informara a sus padres que algo había sucedido y que estaba yendo al aeropuerto. Cuando las puertas del ascensor se cerraron, Caroline ya estaba hablando por el teléfono.

Conduje como un loco, saltándome las señales de tránsito y varias luces rojas. Si ella me había llamado a las 7 pm, eso quería decir que probablemente ya hubiera llegado a Sao Paulo; me parecía muy raro. ¿Se le habría acabo la batería? ¿Pero entonces por qué me llamaron del aeropuerto? Muchas ideas pasaron por mi cabeza y mi cabeza no podía aceptar ninguna de ellas. Aceleré a fondo, sin importarme que ya estaba oscuro. Varios policías me vieron, pero no me detuvieron. Charlie tal vez tenía algo que ver en eso. Cuando llegué al aeropuerto, no sabía qué hora marcaba el reloj ni cuánto tiempo me había tardado, pero no me alegré cuando vi una multitud de gente amontonada, y todos gritaban a la vez hacia una persona, a la cual no podía ver. Corrí para averiguar qué sucedía. La gente reclamaba algo sobre recibir información y querer saber qué había sucedido. Pasé empujando a todos los que se metían en mi camino. Nadie sabía quién soy, pero gracias al apellido de mi padre, sabía que a mí sí me dirían rápidamente qué estaba pasando. Al llegar casi al final de toda la muchedumbre, vi a un sujeto con un megáfono, preparándose para hablar.

-Señores, les pedimos calma. Si guardan silencio, les explicaré lo que está pasando.- la gente fue callándose y juraba que si no lo hacían, yo mismo los haría cerrar la boca.- Bien, hemos pedido su asistencia porque tenemos que informarles que el vuelo 2800 con destino a Sao Paulo, Brasil, ha tenido que realizar un aterrizaje forzoso.- mi cuerpo se paralizó. Apenas podía escuchar a la gente gritar nuevamente y empujarse unos a otros, queriendo llegar hasta aquel maldito sujeto- Señores, les pedimos calma. Se trata de un aterrizaje de emergencia.

-¡Queremos saber noticias de nuestros familiares!

-¡Díganos la verdad!

-¡Quiero comunicarme con mis familiares!

La gente no paraba de gritar. Traté de calmarme, pero era la vida de mi esposa la que corría peligro. Sabía que algo saldría mal. ¡Maldición! Empujando nuevamente a las personas y luchando contra los miembros de seguridad, traté de alcanzar al hombre del megáfono. Gritaba como un loco que me dejaran pasar, que era el hijo de Carlisle Cullen, pero nadie parecía escucharme. Mi corazón latía a mil por hora. Seguí peleando con los de seguridad, hasta que por fin pude sobrepasarlos. Corrí hacia el hombre y lo alcancé, tomándolo fuertemente del brazo.

-Soy Edward Cullen, y exijo ahora mismo que me dé noticias de mi esposa, la señora Isabella Cullen. Si no lo hace, mi padre se encargará de dejarlo sin trabajo por el resto de su vida, ¿oyó? Exijo que me comuniquen con mi esposa en este momento.- le grité furioso, sin poder contenerme. A mí no me iban a tener esperando lo que ellos querían para recibir información sobre el “aterrizaje forzoso”.

-Sí, señor Cullen. Acompáñeme por favor.- lo solté y seguí hacia donde se dirigía. Llegamos hasta una habitación que parecía una especie de cuarto de control. Habían radios por todas partes, radares, y gente tratando de comunicarse con alguien.- Señor, soy…

-¡No me importa quién sea, quiero saber qué rayos sucedió!- grité desesperado por saber qué había pasado con Bella.

-Señor Cullen, le pido que se calme…

-¡No me calmaré hasta que me diga que mi esposa está bien, que la tienen con ustedes y que la podrán traer o yo podré ir con ella!

-Está bien, señor. Pero si no toma las cosas con calma, no conseguirá nada. Le explicaré qué sucedió. A las 7 pm, recibimos una llamada por radio del piloto del avión en cuestión. Nos informó que tenían un problema. Al parecer, o lo que ellos creían en ese momento, un fuselaje tenía una ruptura, por lo que no podían continuar, sino podrían perder el control de la nave. Nosotros nos comunicamos con rapidez a la pista de aterrizaje más cercana de donde se encontraban para que la preparen para recibir nuestro avión, y lo conseguimos. Sin embargo, luego de unos minutos, el piloto nos informó que no llegarían y que tenía que realizar un aterrizaje forzoso. Nos dijo que los pasajeros estaban preparados para el aterrizaje y que había divisado unos campos de cultivo donde aterrizar. Sin tener otra opción, autorizamos el aterrizaje, pero cuando esperábamos que este terminara y nos comuniquemos con el piloto nuevamente, perdimos la señal de él y del avión. La nave desapareció del radar.- el hombre se detuvo para tomar aire. Yo me apoyé en una de las paredes procesando la información.

-¿Me está… me está diciendo que… el avión de mi esposa… se estrelló?- esas palabras no tenían sentido para mí. Eso no era posible. El avión de Bella no pudo haberse estrellado, no. Sentía que mi corazón se apretujaba cada vez más en mi interior y me dolía como la mierda. Sentía un vacío enorme, todo yo me sentía vacío…

-No, señor Cullen. Realizaron un aterrizaje forzoso. En estos momentos, todos los grupos de rescate disponibles han ido a sacar a los pasajeros, y a trasladarlos a la ciudad de Sao Paulo. No se preocupe, señor, todo estará bien.

-¡¿Que no me preocupe?! ¡Es mi esposa la que está ahí!- me acerqué al sujeto lleno de furia y lo cogí de las solapas de su camisa- ¿Usted cree que soy idiota? A mí no me venga con su aterrizaje forzoso y no sé qué tonterías más. Mi esposa está en peligro, su vida lo está. Ella me llamó antes de dar las 7 de la noche y de repente, la línea se cortó. ¿Fue por el “aterrizaje forzoso”? ¿Eh?- inquirí sacudiéndolo y estrellándolo contra la pared. Escuchaba que llamaban a Seguridad pero no me interesaba.- Ahora, va a coger una maldita radio, teléfono o lo que carajos sea y me va a comunicar con mi esposa. Hágalo, ahora.- lo lancé a la pared y lo dejé libre. Él se dirigió hacia las radios e intentó comunicarse. Llamó por celular a no sé qué personas, mientras yo esperaba impotente y sin saber qué hacer. Mi mente no trabajaba bien. En lo único que podía pensar era en que Bella no estaba bien. Ella quiso decirme algo cuando me llamó, pero no pudo porque se cortó la línea. Trataba de controlar mis pensamientos, pero mi cerebro solo procesaba imágenes de Bella ensangrentada o inconsciente en quién sabe qué parte de Brasil y yo no podía ayudarla.

Mi mente volvió cuando escuché a mi celular sonar. Era mi padre.

-Padre.- no reconocía mi voz. Esta temblaba y sonaba débil. No me había dado cuenta de que estaba llorando. Una vez más como hace muchos años cuando Bella estaba en coma.

-Edward, ¿estás bien? ¿Qué sucedió? Estamos en camino todos hacia el aeropuerto.- él sonaba preocupado, pero no tanto como yo.

-Papá, el avión donde iba Bella… tuvo un accidente…- escuché un “¡no!” en el fondo. No sabía de quién fue. Al parecer mi padre me había puesto en altavoz.- Carlisle, no sé nada de ella, no me dicen nada… el hombre que está aquí me está diciendo puras mentiras. No me comunican con ella, padre… ¿Qué hago?- hablé con desesperación. Era verdad. Sentía que mis manos y pies estaban atados y yo no podía hacer nada para salvar al amor de mi existencia.

-Hijo, trata de tranquilizarte, por favor, Edward. Ya estamos llegando. Nosotros lo solucionaremos. Si es necesario, tomaremos el Jet e iremos por Bella. ¿Entendido? Cálmate, hijo. Todo saldrá bien.- después de decirme eso, colgó.

Con mi celular en la mano, me recosté en la pared y me resbalé hacia abajo, sentándome sobre el suelo y pegando mis rodillas al pecho. Una de mis manos se dirigió a mis cabellos como si quisiera arrancarlos solo por hacer algo en ese momento. Cada segundo era una tortura. No pasaban demasiado rápido y el maldito hombre no me daba respuestas. Después de no sé cuánto, entró al cuarto otro hombre, muy serio, y se dirigió hacia donde estaba el otro. Rápidamente hizo llamadas, y luego se volteó hacia donde yo estaba.

-¿Usted es el señor Cullen?

-Sí. ¿Tienen noticias de mi esposa?

-La comunicación se cortó. No hemos podido hablar con el piloto. No sabemos con exactitud cuál es la gravedad del asunto ni en qué estado se encuentran los pasajeros y la tripulación. Es por eso que se han enviado grupos de rescate, los que ya están actuando, pero debido a la oscuridad de la noche, es difícil rastrear la nave. El lugar donde se realizó el aterrizaje no fue en el que se planeó. El avión se encuentra en alguna parte de la selva. Como los grupos terrestres no logran nada, se han enviado helicópteros en la búsqueda de la nave. Por el momento, no hemos recibido más información.

-¿Se da cuenta de lo que me está diciendo? Mi esposa está ahí y usted me dice como si nada que no saben cómo está ella o si está viva o… Les juro que si algo le sucede, las pagarán muy caro. Su empleado me informó que un fuselaje se rompió. Eso quiere decir que fue una falla mecánica, lo cual es responsabilidad suya. Ustedes son los culpables de que esto sucediera y me las van a pagar. Solo espero encontrar a mi esposa ilesa.- le dije furioso. Era cierto. Ellos y solo ellos eran los culpables y lo sabían. No me podían refutar nada.

-Señor Crullen, nosotros no sabíamos q…

-¡No se atreva a decirlo, que ni usted mismo se lo cree!- grité. Iba a continuar, pero el otro hombre lo llamó.

-Hay una llamada del grupo de rescate, señor.- le informó. Este fue a contestar la llamada. Esperaba que fueran noticias. Miré mi reloj. No sabía cuántas horas habían pasado.

10:00 pm

Tres. Tres malditas horas y no se sabía nada.

-Señor Cullen.- escuché que me llamó alguien. No sé quién de los dos.

-¿Ahora sí me puede comunicar con mi esposa?- pregunté enfadado mientras me acercaba a  él.

-Señor, lamento informarle que…

-¡¿Dónde está mi hija?!- entró Charlie gritando seguido de Reneé que estaba envuelta en llanto, mi madre y Carlisle- ¡Exijo que me digan cómo y dónde está mi hija en este momento!

-Seño, cálmese por favor…

-¡No me calmo! Si no me dicen nada…- me acerqué a él y lo interrumpí tomándolo del brazo.

-Charlie, el señor…- vi su tarjeta de identificación que tenía en el pecho- Saunders estaba a punto de darme noticias de Bella. Escuchémoslo.- estaba desesperado por saber. Cómo comenzó la frase el tipo ese no me gustó nada, pero no quería deducir cosas que no eran.

Todos miramos hacia el sujeto esperando que hablara, pero este se notaba nervioso.

-Señores… yo… lo siento mucho, pero… me acaban de informar que la nave donde iba la señora Cullen acaba de explotar. Lo lamento mucho. Los rescatistas están haciendo todo lo posible para apagar el fuego y buscar sobrevivientes, pero por la oscuridad es muy complicado. Han intentado controlar el fuego pero por la combustibilidad de la zona, es casi imposible hacerlo. Lo siento.

Explotó. No. No. No.

Tomé mis cabellos y tiré de ellos con furia. Me volví loco. No pensé lo que hacía. Solo quería a Bella conmigo. Ella no estaba muerta. Sabía que ella había salido de ese maldito avión y se había salvado al igual que muchas personas. Ella simplemente no estaba muerta. Ella no.

-Debo ir. Voy a ir. Yo la voy a encontrar. Bella está ahí, lo sé. Ella está esperando por mí y no me voy a quedar aquí de brazos cruzados. Ella está viva y necesita mi ayuda. Padre, avisa a tu piloto que se prepare para ir en el Jet. Saldremos de inmediato. Llámalo en este momento. No podemos perder el tiempo.- decía yo como si fuera un robot. Mi cuerpo hacía lo que quería. No podía controlarlo- ¡Carlisle!

-Hijo, no…

-¡Llama al maldito piloto! ¡Bella está viva! ¿Entienden? Ella me necesita. Ella no está…- mi voz se fue debilitando hasta convertirse en un susurro… y dejé mis lágrimas salir. Lloré como nunca. No podía sentir ni oír a nadie. Me sentía como si estuviera sumergido en el mar gritando y sin que nadie me pueda escuchar. Por más que gritaba, nadie podía oírme… nadie. Me encontraba solo.

-¡Noooooooooooooooooo! No. ¡Bella no está muerta! Ella… ella lo… ¡Noooo! Todos ustedes mienten. Yo sé que ella sigue estando viva.- gritaba sin dirigirme a nadie, gritando.

-Hijo… Edward…

-No, padre. Ella está viva. Por favor, necesito ir. Necesito….

-No hubieron sobrevivientes, Edward. Bella ya no está con nosotros.

-No, papá… ella…

-Escúchame, hijo. Todos los pasajeros se quedaron dentro del avión, nadie se salvó, hijo. Los rescatistas no encontraron a nadie con vida.- mientras escuchaba, sentía cómo mi corazón se apretaba a más no poder y se me cortaba la respiración. No, eso no era cierto, yo tenía que ir y ayudar a Bella. Ella estaba viva.

-No, tengo que ir…- traté de soltarme del agarre de mi padre, pero él no me dejaba- Suéltame, papá. Tengo que ir con Bella. Ella necesita de mí. Por favor, déjame ir. Padre, ella no está…

-¡Sí lo está, Edward! Lo lamento mucho, hijo, pero esa es la verdad. Bella está muerta, Edward.

-No. No. ¡No! Ella no está muerte. ¡Déjame ir! ¡Suéltame! ¡Yo la buscaré y la encontraré! ¡Suéltame! ¡Suéltameeeeeeeee! ¡Noooo! Ella está viva… por favor… déjame, padre.

-Lo siento, hijo. No puedo hacer eso. Esme.- mi vista estaba totalmente nublada por las lágrimas. Estaba fuera de sí. Me descontrolé sin poder ni querer hacer nada por regresar a la normalidad. Sentí una punzada en mi brazo. Mi cuerpo dejó de temblar, dejé de sentir escalofríos y mi vista se iba oscureciendo. Mis gritos se convertían en gemidos lamentables. Hasta que quedé en la completa oscuridad.


 

 

Continuará…

Okz, díganme que no me odian… aunk sea no mucho… perdónenme, pero así estaba la historia, desde el principio, como les dije antes…

Pero, akí no acaba todo… ¿cómo se produjo el accidente? ¿Fue realmente una falla mecánica? ¿Hubo alguien detrás de todo? ¿Dónde está Tanya? ¿Y James? ¿Cómo lo tomará Kat? Hay muchas preguntas sin resolver… esto aún no termina… nos leemos en el prox cap. Chauuu cdnse mucho…

Lyhaane.

Capítulo 18: CHAPTER 18 Capítulo 20: CHAPTER 20

 
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