Mi Profesora de Seducción (+18)

Autor: LauraAtenea
Género: + 18
Fecha Creación: 11/03/2013
Fecha Actualización: 05/05/2013
Finalizado: NO
Votos: 13
Comentarios: 19
Visitas: 13706
Capítulos: 8

PREFACIO

—¿Crees….crees que si me enseñas todo lo que sabes sobre….sexo —susurró —podré estar con Tanya? —miré a Edward de arriba abajo. Gafas de pasta, ropa anticuada y…virgen. ¿Podría con este reto?

—Por supuesto, Edward….seré su profesora de seducción… 

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Capítulo 6: Capítulo ¿Estás creando un monstruo?

CAPÍTULO 6 ESTÁS CREANDO UN MONSTRUO

Esa noche apenas dormí. La llamada de mi madre había perturbado un poquito mi paz, aunque no debería de ser así. Llevaba muchas semanas sin verlos, pensé que al menos las fiestas las pasaría con ellos...pero seguramente no iba a ser así. Ellos pasarían el fin de año a saber en qué parte del mundo, rodeados de lujo y de gente, riendo y bailando...y mientras tanto yo aquí sola.

Tras una buena sesión de maquillaje debido a mis ojeras y llevando un modelito de los míos, puse rumbo al campus. Sonreí cuando vi los coches de mis amigos. Como era de esperar hoy me atosigarían a preguntas. En momentos como este compadecía a Edward; la enana y el oso podían llegar a ser muy insistentes cuando se proponían algo...me daban escalofríos imaginarme el recibimiento que tuvo Edward en su casa la noche anterior y eso que sólo había sido la primera clase.

Para ellos era fácil todo aquello porque ellos siempre habían sido así. Populares, reconocidos y seguros de sí mismo. No comprendían lo que es pasar por un cambio por el que estaba a punto de pasar Edward y por el que pasé yo...claro que la diferencia estaba en que Edward decidió su propio cambio...y a mi prácticamente me obligaron.

Para la hora del almuerzo los intentos por hacernos hablar no cesaron, aunque todo en vano, por supuesto. No les iba a dar ese gusto.

— ¿Le tocaste algo, Eddie? — le preguntó Emmet a Edward dándole codazos de los suyos.

— Emmet – susurró – Déjalo ya...— a Edward se le notaba el sufrimiento a leguas. Con el pudor que le daba hablar de estos temas...

— ¿Una tetilla? — insistió el grandullón.

— Emmet – le llamé – Yo no tengo tetillas – remarqué la palabra – Yo tengo lo que vienen siendo un buen par de tatas – las chicas silbaron como camioneros, Jasper se rio y Edward...Edward se sonrojó como era habitual.

— Eso es verdad – le dijo Alice – Bella tiene unas tetas impresionantes...

— Chicos...vale, dejadlo ya. Esto no es cosa de broma – Edward me dio las gracias con la mirada.

— Chicos... ¿por qué no empezamos a trazar un plan para pillar a Victoria? — preguntó Jasper cambiando de tema.

— Joder, hermano...parece que tienes tu más ganas que Bella de dejar mal a la zorrona pelirroja – dijo Rose.

— No me gusta esa tía, así de simple...Ya sabes lo que pasó – se encogió de hombros como para quitarle importancia – Hizo daño a Bella y Bella es como mi hermana – sonreí cálidamente a mi amigo.

— ¿No creéis que deberíamos saber qué coño pasó con Victoria? — preguntó Emmet inusualmente serio – Tía, tienes todo mi apoyo sin pensármelo – me miró a los ojos – No queremos saberlo porque seamos morbosos, sino porque te queremos ayudar.

— Lo sé Emmet, de verdad...y yo os lo agradezco, pero no creo que sea el momento. Creo que debemos dejar las cosas tan y como están con Victoria. Si la seguimos de cerca lo único que vamos a conseguir es que se dé cuenta de todo.

— ¿Quieres que se relaje y que la cague? — preguntó Rose. Yo asentí.

— Justo...Victoria es lista, pero no es perfecta. En el fondo sé que la rodea algo oscuro. Toda esa...perfección que la rodea no es normal...De todas formas me conformo con saber por qué cojones me odia tanto.

— Bueno, dejemos los temas serios para otro momento — dijo Emmet aligerando el momento — ¿Qué os parece si esta tarde quedamos para ver unas pelis?

— Me parece bien – contesté — ¿En mi casa o en la tuya? — le pregunté a Rose.

— En la mía. Edward, vendrás, ¿no?

— No sé...tengo que estudiar y...

Esa no es la actitud, Edward – le miré fijamente – No puedes pasarte más de seis horas estudiando en la universidad y otras ocho estudiando en casa...Tienes que vivir un poquito, hay más vida aparte de tus apuntes – suspiró sonoramente.

— Está bien – dijo finalmente.

Los chicos, como si todos fueran movidos por la misma fuerza, miraron primero a Edward y luego a mí. Estaban sorprendidos; Edward nunca se había unido a nosotros ni aunque quedásemos en casa. En fin, yo sólo esperaba que esto fuera el comienzo de algo.

Cuando entré a mi siguiente clase vi que James ya había regresado. Se había sentado en su mesa de siempre, cerca de la mía. Tenía la nariz roja e hinchada hasta extremos insospechados debido a la gripe, aunque su rostro seguía siendo tan atractivo como siempre...bueno, o casi. Me miró sensualmente aunque en el intento le dio un ataque de tos horroroso. Tuve que darle palmaditas en la espalda para que recuperara el aire.

— Siento no haber podido quedar contigo el otro día, Bella – dijo con voz nasal cuando pudo coger aire.

— No pasa nada...

— Si quieres...— estornudo – Si quieres – estornudo — ¡Joder! Si quieres podemos quedar luego en mi casa – dijo sonándose la nariz.

— Eh...no, no puedo, James...he quedado – noté en su rostro la decepción y...otro estornudo. Ugh.

— Bueno...Otra vez será – dijo cuándo el señor Banner entró en clase.

Otra vez será... ¿pero cuándo? Aunque podía entender a la perfección la norma que habíamos puesto, la de no estar con nadie...me jodia simplemente porque la perjudicada iba a ser yo. Cierto es que no veía justo que Edward se comiera las babas de los demás. Nunca, nunca había estado jugando con dos tíos a la vez a pesar de mi fama. Y esta no iba a ser la primera vez. La idea de estrenar el puñetero conejito rosa de Rosalie cada vez iba ganando más y más puntos.

Agradecí el hecho de que la clase se me hiciera corta esta vez; los estornudos de James me desconcentraban como un demonio y lo único que me apetecía era pasar un rato tranquilo con mis amigos...aunque teniendo en cuenta a Emmet eso iba a ser difícil tirando a imposible.

Llegué a casa rápidamente. Me quité la ropa para ponerme algo más cómodo y crucé la calle para encontrarme con mis amigos. En la puerta de la casa de los Hale estaba el Porsche amarillo canario de Alice. Somos unos pijos de mierda...

Fui la última en llegar. Las chicas estaban haciendo palomitas y comida para un ejército y los chicos discutían sobre qué película poner. Al entrar en la cocina vi que las chicas se estaban peleando con una de esas bolsas de palomitas.

— Te digo que se pone de este lado – decía Rose.

— Y yo te digo que se pone así – respondió Alice. Rosalie me miró en cuanto crucé la puerta.

— Bella, dile a la enana de los cojones cómo coño se pone la puta bolsa de las palomitas – me chilló Rose.

— Chicas...las dos lo estáis haciendo mal – me reí de sus caras – Se pone así para que no os queméis al sacarla, mirad la indicación – la coloqué y la metí en el microondas.

— Zorrón sabiondo – murmuró Rosalie.

— Lo sé, lo sé...— bromeé – Chicas...ayer hablé con mi madre – ambas dejaron de hacer lo que tenían en las manos y me miraron como si tuviera dos cabezas.

— Llamaste tú, ¿no? — preguntó la rubia. Cuando negué abrió mucho los ojos – Joder... ¿está mala?

— Que va, se van a los Alpes a esquiar...así que simplemente me llamó para decirme que se cancela la visita de dentro de un par de semanas...y probablemente la visita de Navidad también – suspiré.

— No jodas – dijo Alice – Bueno, por eso no tienes que preocuparte...cenas con nosotros y listo – sonreí cálidamente a mi amiga.

— Muchas gracias, de verdad...pfff, cada vez me gustan menos las fiestas...— dije frunciendo el labio.

— ¿Hace cuánto no ves a tus padres? — preguntó.

— Cuatro meses, sin contar los dos días que pasaron aquí por mi cumpleaños. Y dando gracias al cielo — dije rodando los ojos.

— Lo siento mucho, tía – dijo Rose – Mis padres viajan mucho por trabajo, pero cada pocas semanas se pasan por aquí para estar con nosotros.

— Bueno – me encogí de hombros – Estoy acostumbrada...— en ese momento pitó la alarma del microondas – Venga, vamos con los chicos.

Al final los chicos – más bien Emmet — se decidieron por una película de miedo de serie B más mala que pegar a un padre. Las chicas se quejaron, como siempre que elegían los chicos, y yo no pude evitar reírme. Siempre pasaba lo mismo.

Tras colocar la comida en la mesita del salón y poner el DVD empezamos a coger sitio. Rose se sentó encima de Emmet en un sillón individual, Alice se sentó entre las piernas de Jasper en el suelo y Edward y yo nos sentamos cada uno en una punta del sofá grande.

Tras diez minutos de película se confirmó lo mala que era; trataba del típico asesino en serie que lleva una careta que ni las de Halloween que persigue a las jovencitas buenorras del instituto y las mataba...eso sí, después de follarselas, claro. No, el tío no era tonto.

La película no llevaba ni veinte minutos cuando quise mirar a los chicos; ellos ya estaban ocupados con sus respectivas parejas. Rose y Emmet habían cogido una manta grande y estaban haciendo movimientos más que extraños debajo de ella mientras Alice y Jasper se sobeteaban encima de la ropa totalmente ajenos a nosotros. Cabrones con suerte...

Edward no hacía más que desviar la mirada de la tele a sus hermanos. Se movió incómodo cuando en la película se insinuó a la próxima víctima chupándosela al asesino. Me acerqué a Edward haciendo que se sobresaltara.

— ¿Qué es lo que te incomoda? — le susurré — ¿Eso – señalé a los chicos – o eso? — señalé a la tele.

— Creo que es una mezcla – murmuró – aunque me decanto por eso – señaló a sus hermanos – Es un poco desagradable ver como tus hermanos...intiman con sus parejas – me miró fijamente — ¿Hasta ahora has aguantado tu sola esto? ¿Nunca nadie que ha...acompañado a ti?

— Si me preguntas si alguna vez he traído a alguno de mis amigos a casa...la respuesta es no. Siempre estoy sola con ellos...aunque cuando veo que las cosas se ponen calientes me retiro discretamente. Tampoco es que se note mucho mi ausencia... – Edward volvió a clavar la mirada en la imagen de la televisión. Ahora los protagonistas estaban haciéndolo en la parte trasera de un coche mientras el matón de la peli los acechaba. Apartó la mirada avergonzado — ¿Te avergüenzan esas imágenes?

— Un poco – reconoció.

— ¿Nunca...nunca has visto una peli...subida de tono?

— ¿Qué?

— ¿Que si nunca has visto una peli...porno? — me miró con horror. Bien Bella...has hecho la pregunta demasiado rápido.

— ¡No! ¡Qué va! — se apresuró a decir — ¿Tu si?

— Claro...son muy educativas – dije muy seria.

— ¿Estás bromeando? — la expresión de su cara era cómica.

— No, no bromeo...te lo digo muy en serio. Aprendes mucho viendo una peli porno.

— Jesús – murmuró Edward.

— Vamos, tío – miré a los chicos para ver si se estaban enterando de nuestra conversación. En lo más mínimo – No tiene nada de malo...

— Pues yo siempre he creído que el porno era para pajilleros compulsivos – me miró de reojo.

— No tiene por qué...— le miré fijamente de nuevo. Hablando del tema... — ¿Alguna vez...tu...tú te has...te has...masturbado?

— ¿Qué? — gritó en un tono demasiado agudo como para ser un tío.

— Que si alguna vez te la has cascado, Edward.

— Dios mío...— susurró — ¿tengo que contestar a eso?

— No, no tienes por qué...pero solo te diré que el noventa y cuatro por ciento de la población se da placer a sí mismo en algún momento de su vida – joder, qué técnico me había quedado eso.

— ¿Tú te...tú te has tocado alguna vez? — dijo entrecerrando sus ojos con un deje de curiosidad.

— Sí – las aletas de la nariz se le ensancharon.

— Está bien...yo también – susurró.

— Bien...Eso es algo natural...tal natural como lo que le está haciendo Rose a tu hermano debajo de la manta – los movimientos no dejaban mucho a la imaginación.

El resto de la película la pasamos en silencio. Una vez que la bazofia terminó, los chicos se dispersaron por el lugar, seguramente para acabar lo que habían empezado durante la película. Edward y yo salimos de la casa de los Hale y nos quedamos en la puerta.

— Bueno, Edward...mañana nos vemos.

— Sí...mañana — carraspeó — ¿A la misma hora en tu casa?

— Sí, claro.

— Vale...pues...hasta mañana...

Le vi alejarse calle abajo en dirección a su casa aún con el cuerpo tenso. Crucé la calle negando con la cabeza mientras sonreía. Estaba ansiosa por descubrir la reacción de Edward al enterarse del temario de nuestra clase de mañana.

Salí de la casa de los Hale algo desconcertado. La tarde había sido rara...pero había estado bien. Pasé un buen rato mientras observaba cómo charlaban y bromeaban los chicos...hasta que comenzó esa película de terror de serie B que Emmet se había empeñado en poner. Tras un par de amenazas de las suyas, Jasper y yo accedimos a que la pusiera. La película, evidentemente, resultó ser una bazofia en la que eran más interesantes los pechos, perdón, las tetas de la protagonista que el argumento en sí.

De todos modos, ¿por qué había insistido tanto mi hermano en poner esa porquería de película si en realidad a lo que se estaba dedicando era a meter mano a su novia? ¿No podían cortarse un poquito?

Y para colmo la conversación con Bella. ¿Me había preguntado si yo me la...había cascado? ¿En serio? No sabía si sentirme avergonzado o excitado. Definitivamente, excitado. Cuando Bella me confesó que ella sí que se había masturbado alguna vez sentí mis mejillas arder...y mi entrepierna crecer. La miré dos veces para ver si se estaba riendo de mí, pero no. Lo había dicho bien en serio y ni siquiera se había sonrojado.

Agradecí cuando acabó en intento de película y nos despedimos en la puerta de la casa. Bella había dicho que el noventa y cuatro por ciento de la población se masturbaba... ¿Tanya también entraría en ese tanto por ciento? Bueno, eso no lo sabía con certeza pero si sabía lo que Bella me había confesado. Mientras caminaba hacia mi casa las imágenes inundaron solas mi mente. Esas en que Bella se estaba tocando...no, para. Ella te lo ha dicho como amiga y tú, pervertido de mierda, lo estás convirtiendo en una fantasía erótica. Sí, sí, sí...fantasía erótica o no, me había excitado. Como un burro.

Cuando entré en mi casa miré agradecido a mis padres; ambos se habían quedado dormidos viendo la televisión y no tenían pinta de despertar pronto. Corrí hacia mi cuarto del tercer piso y cerré la puerta con pestillo. Me imaginé a Bella desnuda. Sin saber realmente lo que hacía comencé a quitarme la camisa. A mi mente, y sin pedir permiso, vinieron imágenes de Bella tocándose entre las piernas. Deslicé mi cinturón y me quité los pantalones. Los bóxer que llevaba se me hacían incómodos debido a la excitación. Bella deslizando sus dedos por...Me quité la ropa interior y observé que mi erección estaba a punto de explotar, de manera literal. Dios mío, esto iba a acabar conmigo. Era un depravado, lo sé...aun así agarré mi pene con la mano en un puño y me acaricié lentamente. De nuevo la figura de Bella con las piernas extendidas y acariciándose inundó mis pensamientos. Aceleré los movimientos de mi mano y toqué la punta de mi miembro para extender las gotas nacaradas que manaban de mi cuerpo. Escuché en mi mente a Bella jadeando. Con la otra mano me acaricié los testículos. Faltaba muy poco. Bella gritando mi nombre...entonces exploté. Me corrí en violentas sacudidas cobre mi mano y mi estómago. Me tomó más de cinco minutos recuperarme un poco para levantarme e ir hacia la ducha a lavar el estropicio que había formado en mi cuerpo.

¿Debería de sentirme mal por lo que acababa de hacer pensando en Bella? Seguramente, sí...aunque ya me preocuparía de eso más tarde. Lo vuelvo a repetir, era un depravado, pero un depravado muy contento. ¿Estaría Bella creando un monstruo?

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Gracias por vuestros comentarios y votos!!! Y gracias por leer la historia ;)

Capítulo 5: Capítulo 5 ¿Qué esperabas? Capítulo 7: Capítulo 7 Bésame otra Vez

 
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