Tomé el vuelo y encontré una de las pastillas de Mike para el mareo perdidas en uno de los bolsillos derechos de mi mochila, la tomé y no alcanzó ni diez minutos que quedé dormida, era la única forma de descansar porque dolía tanto el corazón que no permitía respirar, solo necesitaba desconectarme del mundo y lo logré.
Apenas puse un pie fuera del aeropuerto después de un vuelo tranquilizador, porque no pensé en ningún momento en Edward, el aire caliente golpeó mi rostro con fuerza, colgué mi abrigo en la mochila y tomé un taxi.
-¿a donde la llevo señorita?.
No entraría en detalles de que era señora, porque no me importó, después de todo lo sería si Edward me encontraba o se dignaba a buscarme.
-a cualquier playa.
-entiendo, tengo la indicada, una donde se pueden ahogar las penas de amor.-me dejó sin palabras, no podía creer que un simple taxista pudiera detectar que lo que me sucedía era la pérdida del amor, si apenas me había visto.
Después de unos minutos no se cuantos, estacionó el taxi frente a una playa relativamente privada, todos los huéspedes de los hoteles que estaban frente haciendo una media luna iban a disfrutar de la playa, pero tenía además unos cuantos restaurantes de esos que son de quincho (paja en el techo) extendiéndose con mesas hasta casi la orilla, a los lados apartado habían una serie de cabañitas, que al parecer eran de una sola habitación, toda la playa que era de aproximadamente uno o dos kilómetros estaba cercada con maderas blancas, una gran escalinata en el centro y varias pequeñas por toda la extensión, la arena completamente blanca y fina, lo que hizo que entrecerrara los ojos por el resplandor del sol y aunque lo miré y no me cansé de mirarlo no podía creer que el mar era completamente verde, no como la vez fui a una playa con Mike y el mar era azul, en esta ocasión parecía que el destino me estaba jugando una mala pasada porque recordaban sus ojos verdes, cuando me miraba con amor y no decepción.
Para pagar el taxi saqué dinero de la cartera que me dio Alice y me di cuenta que había mucho más de lo que traía para imprevistos, eso me dejó tranquila, tenía tiempo de pensar que haría antes de quedarme sin dinero.
Bajé del taxi después de saludar amablemente al taxista, que no dejaba de sonreír viendo que no me era indiferente el paisaje.
Me encaminé hacia las escalinatas que estaban hechas de piedritas de colores, antes de entrar no solo a la playa sino a la que sería mi nueva vida por cuatro meses, me descalcé y remangué mis jeans hasta la rodilla, cuando puse los pies en la arena blanca me deleité con su rose, todo era mágico pero faltaba mi mitad para estar completamente feliz.
Caminé no se por cuanto tiempo disfrutando no solo de la arena sino del agua, pasando por la orilla dejando que me bañara con su textura y color, el mismo de los ojos de Edward, así como quería que él me tocara y compartiera mi vida.
Cuando el sol estaba muy fuerte, el calor era insoportable y yo me encontraba muy cansada, decidí que era tiempo de tomar algo en alguno de los restaurantes que compartían el majestuoso paisaje.
Registré con la mirada e ingresé a uno que me pareció sencillo pero acogedor, me quedé en una mesa de fuera bajo el techo de quincho, allí el sol no picaba sobre la piel y relativamente se sentía una cálida brisa recorrer el lugar, un muchacho que en otro tiempo lo hubiera visto como un adonis me tomó la orden, no fue para nada amable, se limitó a escribir luego que me dijo -que quiere.
Comí un sándwich y tomé un jugo de naranja, mientras observaba un ir y venir de gente acompañada y sola o simplemente tumbados al sol, para tostarse pensé, porque el sol estaba ya en su auge y realmente hacía mucho calor, me di cuenta que en el restaurante que me encontraba llamado “Ben`s” había un cartel solicitando una camarera, me sonreí e ingresé a pagar la cuenta y hablar con el dueño.
No se que fue lo que vio en mi, pero al cabo de un rato de conversar con esas dos personas muy amables, a diferencia del camarero que me atendió, me contrataron, empezaba al día siguiente en el turno de la tarde, la paga era alojamiento, comida y me podía quedar con las propinas, no me pareció mal, era una nueva forma de empezar o continuar en espera manteniéndome ocupada.
-necesitaría una referencia, no es que desconfiemos, ¿pero nos entiendes?.-dijo uno de los dueños, el restaurante era de una pareja y su hijo, lo que si pude notar era que el hijo no había heredado nada de la amabilidad de sus padres, cuando estaba hablando con ellos llamados Ben y Ángela, igual que la que me robó a mi amigo Eric, eso me hizo recordar que estaba para lo que necesitara, en este momento necesitaba referencias sin preguntas, volviendo al cavernícola llamado Zac, no me dejó contestar a sus padres porque me corrió sin miramientos con un codazo y le dijo al padre- la cinco, espera.-no dejó de mirarlo serio y ni siquiera me dirigió la mirada o una disculpa.
-perdona, mi hijo a tenido muchos problemas.-me dijo Ángela cuando se fue con su pedido “Zac el amable”.
-no se preocupe, podría instalarme y les traigo el teléfono de Eric mi antiguo jefe.
-claro, ven.- me dijo el dueño.
Lo seguí luego de dedicarle una sonrisa a su esposa, él era una persona mayor tendría la misma edad que mis padres si estuvieran vivos, ojos oscuros, poco cabello y un poquito pasado de quilos, era muy simpático y me hizo sentir protegida al instante.
Llegamos a una de las cabañas apartadas en una de las esquinas de la medialuna, sacó una llave de su bolsillo e ingresamos, era pequeña pero justo lo que necesitaba por el momento.
Estaban echas de madera, techo en caída hacia delante, un pequeño porche con un escalón, una puerta de entrada y una enorme ventana, estaba pegada a tres más, la mía era la última del lado derecho, de un lado una cabaña y del otro rocas sobresalidas en la arena.
Cuando ingresamos pude divisar que eran más pequeña aún en su interior, bajo la ventana había un lavamanos, una heladera, cocina de dos hornallas a gas y un microondas, a un lado una puerta acceso para el baño, ducha, lavado e inodoro, la sala era compartida con el dormitorio, tenía una cama de una plaza junto una mesita con una luz y un cajón, pegado a la cocina había una pequeña mesa con dos sillas e incrustado en una de las paredes el armario de dos puertas.
-que te parece, es bastante acogedor ¿no?.
-perfecto.
-te dejo, instálate y cuando puedas pasas a comer algo.-se iba cuando regresó.-estas son las llaves.-me las dio, eran dos llaves con un llavero de Winnie Pooh, lo que me hizo sonreír.-el llavero lo compro mi esposa, a pesar de su edad le encanta ese bichito, ah tienes un ventilador en el techo.-lo señaló menos mal no me había fijado.-o si prefieres puedes encender el aire.
-gracias.
-de nada, nos vemos.
Después de instalarme, que no costó mucho por lo poco que traía, guardé las mudas de ropa, puse la foto en la mesita junto a la cama y guardé los documentos en el cajón de la misma, llamé a Eric, estuve hablando un largo rato con él, hasta que accedió a no contarle a nadie donde me encontraba y dar las mejores referencias del estado de Washington, según él. Tuve que contarle la verdad por la que huí en esta ocasión y me dijo muy contento que había comenzado una relación con su Ángela.
Al cortar con Eric comenzó a sonar el celular, lo apagué sin contestar cuando divisé que la llamada era de mi apartamento, si no era Edward sería Emmet y acababa de salir como para escuchar una reprimenda de mi hermano o un pedido de disculpas de un ex borracho que quería fuera en persona.
Salí a caminar sin rumbo fijo, no sin antes pasar a dejarle el teléfono de Eric a Ángela una señora de ojos color cielo como su hijo, cabello castaño claro y rostro amable, ellos parecían un par de padres ejemplares con un hijo descarrilado.
Después de pasar por no se cuantas calles, divisé a lo lejos una feria de todo tipo de cosas, habían desde souvenirs para el viaje hasta ropa o comida, me acordé de la poca ropa que traje para pasar mis cuatro meses y decidí que debería comprarme por lo menos una maya para ir a la playa en mi tiempo libre, estuve eligiendo y opté por dos piezas, una verde y otro azul, también compré dos pareos, un par de remeras de tiritas, short de jeans y sandalias cómodas sin taco solo tiritas.
Pasé al regresar ya casi al crepúsculo delante de una librería, el cartel que había en el vidrio de su puerta llamó mi atención, estaban tomando inscripciones para terminar el instituto en el horario nocturno, ingresé y me encontré con una señora muy amable llamada Carmen, ella estuvo hablando sobre el curso porque dictaba clases en él de biología y me animó a anotarme, terminé comprando “Cumbres barrancosas” porque había dejado mis libros en el apartamento.
Ya en la playa muy cerca del agua a unos pasos de mi cabaña admiré el cielo, con el crepúsculo terminaba el transcurso de mi primer día, dando comienzo a la inmensidad de la noche, al sin fin de estrellas resplandecientes y a la luna testigo de muchos amores y desengaños.
El cielo estaba cubierto de colores entre rojos, naranjos, violáceos, verdes y celestes desapareciendo en el horizonte, allí donde se une con el mar, dándole paso a la negrura de la noche.
Me senté en la arena calmándome con el arrullo de las olas al chocar en la orilla, escuché por horas, hasta que me di cuenta que ya no se encontraba nadie en la playa, solo algún par de amantes escondidos de los ojos curiosos, entré en la cabaña pero antes tuve que levantar de la entrada una vianda. Al parecer como no fui a cenar Ángela me envió comida con una nota.
“Comprobamos las referencias, disculpa la desconfianza, si puedes mañana pasa a las 8am para ponerte al tanto del trabajo y empezar un poquito antes, gracias, que descanses. Ángela y Ben.”
Luego de cenar una ensalada con atún muy liviana, intenté descansar, no tengo idea a que hora lo logré, pero a la mañana siguiente me levanté con el despertador sonando, taladrando mis oídos, una rápida ducha, un beso a la foto donde aparecía Edward de niño junto a mí y fui a trabajar, no me importaba en qué, me mantendría ocupada y lo había estado haciendo en todos los lugares que aparecía recorriendo el país, tres años atrás.
Cuando llegué me estaban esperando con un desayuno y hasta que no lo terminé no me dejaron levantar de la mesa, eran tan sobre protectores que recordé a mi mamá o a Esme y sus cuidados, luego me mostraron todo el lugar, una cocina enorme con cinco personas trabajando a full, todo separado por especialidad, uno se encargaba de la comida, el otro de los postres, otro de lavar todo lo que se utilizaba, otro ensaladas y por último licuados y bebidas de toda clase, me indicaron cuales eran las mesas y sus números, no era tan difícil porque llevaban los números con el sentido horario empezando desde fuera, en total habían 25 mesas, la barra y la caja que por el momento la llevaba Ben.
No me presentaron a su hijo, solo me dijeron que no le gustaba hablar y que ignorara sus modales, ellos eran muy amables podría hacerlo.
Ben me acompañó a el primer pedido que obtuve en la mesa 4 de fuera, eran cinco personas y todas querían licuados, tres de naranjas con frutillas, durazno y banana, piña y limón, fue fácil, lo anoté en una libreta que tenía guardada en el bolsillo del delantal y llevé el papel a una ventana que daba a la cocina, allí ellos lo tomaban y preparaban el pedido, para que practicara me pidieron que fuera por un pasillo hasta la cocina y trajera en una bandeja los 5 vasos, lo que nunca pensé es que apareciera en escena Zac, pechándome y haciendo que no solo se cayeran los vasos sino que bañara literalmente toda mi cara y pecho.
Quedé sin habla sentada en el piso por lo que había sucedido y llena de licuado que no puedo decir que estaba feo, sabía muy bien, lo que me sacó de mi paralización fue Zac y sus comentarios.
-idiota, que hacías en el camino.- me gritaba y el culpable era él.
-yo soy la idiota, yo soy la idiota, tu eres un…un…cavernícola sin modales, mira como me dejaste.-creo que nunca pensó que le fuera a contestar y gritarle porque reaccionó muy raro, luego de mirarme de arriba abajo comenzó a reír, se rió tan fuerte y sin poder parar que fue contagioso, me ayudó a levantar tomándome de un brazo, pero manteniéndose lejos para que no lo manchara, no se porque lo hice pero había un vaso roto en el piso con un poco de licuado y lo levanté para tirárselo encima.-eso fue por reírte.
No dejaba de reír y no se enojó por ensuciarlo, enseguida aparecieron sus padres, me sonrojé al instante, era mi primer día y no solo había roto todo, los vasos, el pedido que tendría que volver a hacerse, sino que ensucié y grité a su hijo, seguramente estaba despedida.
-¿que está pasando?, ¿Zac estás bien?.-el solo reía pero no contestaba así que me tocó hablar.
-no se preocupe, me voy en un rato.-caminé hacia la salida pero Zac me tomó del brazo.
-no te vayas, por favor.-creo que tenía imanes para los bipolares porque me hizo recordar a Mike y sus cambios repentinos, ahora decía “por favor”.
-por favor.-dijo su padre, al parecer no era la única sorprendida.-¿que te pasa Zac?, ¿estás riendo?, ¿se está riendo?.-lo último se lo dijo a su esposa.
-si, lo está.-dijo Ángela sorprendida.
-si, es que…papá fue mi culpa la choqué y se veía tan cómica que me dio riza, no la despidas.
-nunca, hace más de sie…hace tanto que no te escuchaba reír.
Respiró hondo muy profundo y luego le dijo-me siento bien, creo que debemos cambiarnos, te parece.- lo último me lo preguntó directamente.
-si, ya vengo.-lo dije bajando la mirada por la vergüenza de la situación.
-es lo bueno de vivir cerca.-le sonreí tímidamente y me fui, no podía creer que mi primer pedido lo había arruinado por su culpa, por lo menos había confesado de lo contrario estaría fuera de la playa buscando otro lugar donde esperar mi destino.
Estuve un mes en esa rutina, sin encender mi celular porque no me encontraba fuerte para escuchar o leer mensajes de Edward, rompiendo vasos o platos en algunas ocasiones donde Zac no dejaba de burlarse, pero se había portado más amable y lo escuchaba hablar con sus padres de mejor manera, fui todos los días a las 8 de la mañana, pasaba el día con ellos, luego iba al instituto a terminar el curso para ingresar a la universidad y antes de dormir, pasaba por mi lugar desde que llegué, una duna de arena donde me sentaba a admirar la noche, arrullada por las olas hasta que me cansaba entregándome a los brazos de Morfeo, soñando con Edward en muchas ocasiones.
El día que cumplía un mes era viernes, luego de cenar un poco tarde fui a admirar la noche como todos los días, escondida y recostada en una piedra, a eso de las 3 de la mañana escuché que alguien se acercaba, pero permanecí inmóvil para que siguiera su camino, no tuve tanta suerte.
-¿puedo?.-dijo Zac señalando un lugar a mi lado.
-si.-me acomodé para que se sentara más lejos.
-¿a quién esperas todas las noches?.-me sorprendió su pregunta.
-¿Cómo?.
-vamos somos grandes, ¿quién es?.-al conectarse las miradas vi su corazón, estaba igual que el mío, destrozado.
-al amor.
-me hubieras avisado antes, si esta por acá lo quiero.-hizo que sonriera.
-eres más linda cuando sonríes.
-gracias.-la situación era un tanto incómoda.
-Isa, necesito probar algo.-desde que había llegado a esta paradisíaca playa me llamaban así, nunca aclaré para que lo cambiaran.
-¿Qué?.-no tenía idea de sus intensiones.
-no te muevas.-dicho esto se acomodó frente a mi sentado en la arena, vi en sus ojos que pensaba besarme, no me moví, ambos cerramos los ojos para sentirnos y al momento que faltaban unos milímetros los abrimos a la vez diciendo.-no.-y separándonos, estallamos en carcajadas cuando nos dimos cuenta de nuestras reacciones, menos mal que era tarde y nadie nos escuchaba.
-¿que te pasó a ti?.-me preguntó, mientras se acomodaba nuevamentee a mi lado.
-él fue el último y no quiero que nadie más me bese.
-wow, puedes creer que a mi me pasó lo mismo, necesitaba comprobarlo, perdón por intentar…
-tranquilo, yo te dejé.
-es tan extraño lo que me pasa contigo, desde que llegaste estoy tan distinto, quiero vivir, todo lo contrario que antes, me río y a pesar de todo soy feliz con lo que tengo, por eso me confundí.
-¿que te pasó?.-se tensó por un momento, lo supe porque la luna estaba completa y con ello iluminaba sobre la arena convirtiendo el lugar en plateados y negros.-disculpa no debí preguntar.
-creo que es el momento de sacar todo e intentar seguir adelante, ¿tienes tiempo?.
-es tarde y mañana entramos temprano.-¿realmente estaba pidiendo que lo escuchara o era solo porque pregunté?.
-mamá me vio cuando venía hacia acá y dijo que podemos llegar después del medio día.
-tu mamá…
-vamos Isa mañana comienza el fin de semana.
-¿como miro mañana a tu madre?.
-no pasó, ni va a pasar nada entre nosotros.-asentí tenía razón y me pidió señalando mi regazo.-¿puedo?.
-te comportas.-no se porqué lo dejaba, creo que me pasaba algo parecido a él, asintió, recostó y tomó aire antes de empezar con su historia.
-cuando termine me cuentas la tuya.
-yo…
-no hay peros, ¿como vamos a ser amigos si no confías en mí?.
-esta bien, comienza.-creo que también me haría bien contar mi historia y tener otro punto de vista.
-ella era…
-¿era?, por Dios.-sentí su tensión y vi rodar por su mejilla una lágrima, en forma automática comencé a acariciar su cabello, era para infundarle valor.
-gracias. Se llamaba Gabriela nos conocimos en la escuela, teníamos 10 años cuando comenzamos a ser novios, no te asustes solo nos tomábamos de la mano en el recreo, cuando teníamos unos 13 o 14 años se enteraron nuestros padres, no estaban muy contentos por nuestra edad pero logró que las familias se unieran…-miró el lugar donde nos encontrábamos y agregó.-justo aquí una noche como esta de luna llena la besé por primera vez, fue tan cómico ambos estábamos nerviosos-sonreía ante su recuerdo.-apenas rozamos nuestros labios y salimos corriendo, al día siguiente recién hablamos, dormí como en una nube soñando con sus labios.
-¿la querías?.
-wow no sabes cuanto y así seguirá.-le brillaban los ojos al hablar de ella.- ¿Continúo?.
-si.-por alguna extraña razón seguía acariciando su pelo sin darme cuenta.
-ella hacía eso.-retiré la mano.-no por favor, es una forma de sentirla cerca.-continué haciéndolo.-bueno…cuando teníamos 16 decidimos que ya era tiempo de pasar a otro nivel en la relación, cuando la playa estaba vacía y nadie se encontraba rondando, nos entregamos al amor en aquellas dunas,-señaló un lugar un poco más lejos, por suerte no había sido aquí- fue mágico, especial, único, irrepetible, a pesar de no saber nada sobre sexo, hicimos el amor entregándonos en completo, creo que no nos dimos cuenta del tiempo que estuvimos juntos porque al día siguiente nos descubrieron nuestros padres y casi nos matan.-lejos de sentirse mal se estaba riendo.-sus padres eran muy católicos y nos obligaron a casarnos, claro que no era para nada una obligación, podíamos estar juntos en todo momento, fue como darle caramelos a un niño, toda ella resplandecía, era mi sol, mi universo, cuando cumplió 21 estaba muy rara y al preguntarle me dijo que quería tener un hijo, la continuación de nuestro gran amor,-mirándome a los ojos me dijo.- sabes como me sentí, completamente feliz, cuatro meses después esperábamos un bebé, que a los meses sabíamos que era Lucía, que te puedo contar, todos incluyéndome la consentíamos mucho, pasó todo su embarazo tranquila y disfrutándolo a pleno, hicimos las clases de parto y pensaba entrar a recibir a mi bebé, a mi luz, mi hija.-se puso mal.
-Zac podemos seguir mañana u otro día.
-no, no, está bien, tengo desde hace meses este nudo en mi interior que no me permite respirar…el día que nacería mi hija, entré al parto y todo iba bien, hasta que comenzaron a sonar algunas máquinas del pulso de ambas y me pidieron que saliera, casi me sacaron a la fuerza, esperé por mucho hasta que salió el doctor, limpiando sus manos ensangrentadas, bajó la mirada para decir, lo siento señor, se complicó y las perdimos…-las últimas palabras salieron en un susurro, el dolor era tan grande que lo acompañé en su sufrimiento.
Luego de un rato nos tranquilizamos y me pidió un abraso, se lo dí gustosa, mi dolor no era nada comparado con el suyo.
-gracias.-me dijo apartándose.-hace siete meses desde que me dejaron y es la primera vez que puedo hablar de ello.
-para lo que necesites, tienes una amiga en mí.
-eres la primera en meses que no me dice lo siento, gracias no sabes cuanto significa para mí, creo que fue eso lo que me llamó la atención de ti, no te callaste y me gritaste, me hizo sentir vivo, alguien que no me trataba distinto a cualquier otra persona por mi dolor.
-no conocía tu historia.
-eso fue lo que me hizo reaccionar y no te disculpes.
-no lo haré, te lo merecías.
-yo si lo siento, no debí comportarme como un… cavernícola, así fue como me llamaste.-le sonreí y luego me dijo.-te toca.
-intentaré hacer el relato corto.
-ven.-se recostó en la roca y me pidió que en esta ocasión fuera yo la que me recostara en sus piernas y lo hice, él me imitó acariciando mi cabello, Edward hacía eso cuando estábamos en el claro, así que lo dejé porque como Zac decía parecía que estaba más cerca.-comienza.
Tomé aire y luego comencé.-se llama Edward, lo conozco desde que tenía 4 años, conocí a su hermana en el jardín y su papá era el médico de mis padres, un día los acompañé y allí estaba Alice, su hermana, ese día terminé en su casa jugando hasta tarde, nuestros padres ya se conocían pero al entablar una amistad con su hija nos unió. Me lleva 5 años y tiene otro hermano mayor, congeniamos al instante y nos volvimos inseparables, con todos, los cuatro. Me di cuenta que estaba enamorada de él, cuando tenía 16 luego de la muerte de mis padres.-presionó su mano en mi hombro pero tampoco dijo lo siento, le sonreí, la muerte de mis padres estaba superada, ellos siempre me acompañaban.-surgieron algunos malos entendidos y huí, falsifiqué mis documentos por ser menor y viajé por todos los estados, vendí mi casa y traté de no pensar en él o ellos.
-¿cuando lo volviste a ver o todavía lo esperas?.
-espera ya viene esa parte, hace unos cinco meses que me casé por primera vez.
-¿te casaste más de una vez?.-seguía interrumpiendo pero era señal que estaba escuchando e interesado en saber.
-si…lo hice porque quería buscar el amor, me equivoqué ya que el amor, solo existe si Edward está conmigo, Mike así se llama mi primer esposo, resultó ser un enfermo, en nuestra noche de bodas se volvió muy rudo.
-fue el que te hizo las marcas en tu hombro.-dijo afirmándolo.
-si fue él.-desde que estoy en la playa no oculto mis hombros y lo asombroso es que nadie pregunta quién las hizo, aunque se dan cuenta que son mordidas y se las quedan mirando.-se enteró que era virgen y casi rompiendo todo me dijo que no pensaba hacerme mujer.
-que idiota, no sabe lo que se pierde al ser el único y el primero en compartir esos momentos de intimidad, de complicidad.
Asentí.-nunca me quiso explicar porqué de su reacción, cuando cumplimos 4 meses de casados pensaba darle la última chance, pero me sorprendió trayendo a uno de sus amigos y dejándonos solos para que estuviera conmigo.
-confirmado es un idiota, el más grande de los idiotas, como se le ocurre humillarte de esa manera, realmente no te quiere.
-me quiere, solo como un amigo.-no se porque lo defendía.
-con amigos así, quién quiere enemigos.
-jaja…-suspiré y seguí con mi relato- James su amigo, intentó violarme pero fui un poco más astuta y terminó fuera de mi casa con su orgullo roto y varios sartenazos.-sin contar que era un mentiroso.
-esa es mi amiga.-dio unas palmaditas en mi hombro.
-gracias. Al otro día Mike me pidió disculpas y me dijo que la próxima vez eligiera a quién quisiera.
-idiota.-lo dijo tan cómico, como si hubiera hecho un descubrimiento, que terminamos riendo ambos.-¿que hiciste, elegiste de la lista?.
-no, fui a buscar un abogado. El destino jugó conmigo porque en el estudio, los abogados resultaron ser Edward y su hermano Emmet.
-¿que pasó?.- se acomodó para prestar más atención a la historia.
-me dijo que me amaba, que estuvo durante tres años buscándome y esperando por mí.
-me gusta ese tipo.
-a mi también.-volvimos a reír.-le conté que estaba casada y todo lo que sucedió, estaba muy enojado con Mike por lastimarme y humillarme, fuimos a ver a toda la familia y nadie tenía resentimientos por mi huída, después de tantos años volví a sentirme completa, esa noche me propuso un trato al ver que Mike seguía con su intento de que estuviera con sus amigos.
-¿que clase de trato?.-dijo extrañado.
-decirle que elegí que Edward me hiciera mujer, hacerlo sufrir escuchando nuestra noche de placer y al otro día dejarlo.
-te dije, me gusta ese tipo, creo que esta historia es mejor que leer un libro.
-me lo dices a mi, que yo la viví.
-tienes razón, pero bueno cuenta que ya estoy desesperado.
-viajamos con algunos accidentes inofensivos.-le conté como lo di contra el cartel, lo que pasó en Forks en la cocina y el polvo pica pica de su cama, las coincidencias con Jessica y el motivo por el cual no quería hacerme mujer.-luego de eso me divorcié, teníamos el camino libre para vivir nuestro amor a pleno. Fuimos a nuestro prado y allí en forma mágica con un cartel en una avioneta me pidió matrimonio.
-wow me gusta ese tipo.
-deja de decirlo porque voy a pensar que te gustan lo hombres.
Nos reímos otra vez, me sentía a gusto con Zac, porque sabía no tenía malas intensiones solo estaba escuchando y emitía algunas opiniones al respecto.
Le conté sobre los análisis, los malos entendidos y que se fue por una semana donde no supimos nada de él, también sobre la boda, apareciendo en el momento justo para hacer de esa noche una inolvidable, hasta su forma de actuar en mi departamento.
-así fue que decidí al azar el destino y estoy aquí.
-soy hombre y no es por disculparlo, pero creo que hubiera actuado igual, orgullo, si todos somos iguales.
-lo entiendo, lo que no entiendo es su desconfianza, no querer hacer el amor para comprobar que está equivocado…le di cuatro meses si me encuentra antes empezamos de cero, le prometí olvidar todo lo que pasó en el departamento.
-¿si no lo hace?.
-lo dejo libre.-lo dije con un nudo en mi garganta, al pensar que podía pasar.
-yo creo que tendrías que hacer trampa.
-¿trampa?.
-¿porque no?, si tu lo amas, él te ama y saben que todo fue por malos entendidos, juegos del destino, no pueden permanecer separados. Llama a su mamá y no se…, que se te escape que estás en la playa, así tiene menos lugares donde buscar.
-no se.-ganas no me faltaban, pero estaba aún dolida para darle ventajas, a lo mejor más adelante.
-puedo llamarlo yo.
-no por favor, con la suerte que tengo pensará que me acuesto contigo para tener trabajo.
-levántate.-dijo un poco asustado.
Me senté y se alejó unos centímetros.-por la dudas.-volvimos a reír.-prometo mantenerme lejos, pero no dejar de charlar contigo, me hace bien, eres una buena mujer y amiga.
-gracias.
-no es nada.-ambos nos quedamos cayados por un rato admirando el mar y ese cielo maravilloso.-o sea que mi amiga está esperando que llegue su príncipe azul, en su corcel blanco para vivir felices para siempre.-dio su conclusión a nuestra charla.
Suspiré y le rectifiqué.-no, no quiero que venga mi príncipe azul en su corcel blanco, quiero a Edward Cullen en su volvo plateado.
-ah, ¿puedo decir una cosa?.
-si claro.
-me gusta ese tipo.-estallamos en carcajadas otra vez en la noche.-por el volvo se entiende.
-si, se entiende.
Me abrazó por los hombros y permanecimos un rato más tranquilos hundidos en nuestros pensamientos, cada uno sopesando sus posibilidades y se me ocurrió preguntar por la familia de Gabriela.
-no he hablado con ellos luego de su funeral.
-¿Por qué?.-ya tenía la confianza necesaria para preguntar.
-yo fui el culpable de su muerte.-soltó su abrazo y se tapo la cara con ambas manos.
-no creo, a menos que haya algo que no me contaste, tu historia es hermosa y no veo tu culpabilidad, puedes ser culpable de amarlas demasiado pero de nada más.-le puse mi mano en su hombro.
-Isa yo…yo la embaracé.
-me dijiste que eras el padre, así que fuiste tu.-se lo dije un poco en broma para que cambiara su cara de dolor. Le salió una mueca parecida a una sonrisa.-¿no fue ella la que planteó tener un bebé y ambos estaban de acuerdo?.-añadí.
-pero si le hubiera dicho que no, estaría viva.
-no quiero escucharte que hables así, no fue tu culpa, si le hubieras dicho que no, estoy segura que no hubiera sido feliz y creo que tu deberías hablar con sus padres, ellos también la perdieron.
-no lo se, ¿crees que me perdonarán?.-seguía pensando que era culpable.
-si, piensa en ellos por un momento, eran felices tenían dos hijos y una nieta en camino y de la noche a la mañana se quedan sin los tres.
Pensó un momento mis palabras y luego dijo -prometo hablar con ellos.-sonreí contenta por hacerlo recapacitar, me levanté para invitarlo a irnos porque ya era demasiado tarde o muy temprano.
-¿vamos a dormir?.
-no, no, no salgo con mujeres casadas.
-tonto.-le golpeé el hombro.
-lo mismo digo.-se levantó y me tomó de la mano hasta que llegamos a mi cabaña, saludó con un beso en mi frente antes de marcharse en la noche hasta su cabaña, que quedaba del otro lado de la playa.-que descanses bonita.
-que descanses tierno.
-si no me probaste como sabes que soy tierno.
Sonreí ante mi inocencia-eres un tonto.
-que bueno, por lo menos soy tonto, no idiota como tu primer esposo.
-si sigues hablando subirás de categoría.
Saludó con la mano y desapareció dejando la posibilidad de hacer trampa rondando en mi cabeza.
Dormí tranquila, creo que después de todo sirvió contar lo que me sucedía, fue como sacarme un peso de encima, me desperté a las diez de la mañana, como tenía tiempo decidí que debería encender el celular y con las manos temblorosas lo hice, lo dejé en la cama mientras ingresaban varios mensajes de texto y voz, me duche y luego de un rato lo tomé para mirar.
Se me encogió el corazón y me dolió el estómago, habían mensajes de todos pero ninguno de Edward, fue como un balde de agua fría generando varias preguntas, ¿sabría la verdad?, ¿le interesaría continuar casado?, ¿Emmet lograría hablar con él?, ya no podía más así que llamé directamente a Esme, ella no tenía la culpa de mis errores y necesitaba saber como estaban.
-¿Bella eres tú?.-dijo desesperada, no era justo hacerla sufrir, debí llamar antes me reprendí.
-si Esme.
-¿como estás hija?.
-bien.
-no mientas Bella, estás igual que Edward, destrozada.
-no quiero hablar de él. ¿Como están todos y Alice, su embarazo?.
-están todos bien de salud, extrañándote mucho, ¿cuando vuelves?.-nunca preguntó donde estaba.
-en tres meses.
-no voy a pedirte que desistas, te entiendo, pero quiero que llames todos los días, nosotros necesitamos saber como estás.
Sonreí un poco, tenía razón.-está bien, prometido.
-te queremos.
-lo se, yo también los quiero, manda saludos, tengo que cortar, voy a trabajar.
-estás trabajando, necesitas referencias.-ese era el pie para hacer trampa, pero no pude hacerlo a lo mejor más adelante.
-no, ya arreglé todo, gracias. Besos.
-cuídate y espero tu llamada.
-la tendrás.-corté y a pesar de no haberme revelado mucho, quedé más tranquila.
Así pasaron dos meses más, Edward seguía sin aparecer y cada vez que llamaba a su casa hablaba con casi todos menos él. Emmet me regañó por salir huyendo otra vez, pero luego desistió diciendo que era tan testaruda como su hermano, estaba feliz con su relación con Rose que era cada vez mejor.
Alice había vuelto a la casa de los Cullen porque no aguantaba estar lejos, hablé con ella en una ocasión y no estaba molesta ni siquiera mencionó el tema, me envió una foto al celular de la ecografía de Jasper Junior, Zac miró esa foto y quedó por unos momentos observándola, temí que tuviera una recaída por lo sucedido, pero me devolvió el celular diciendo que era hermosa, tenía los ojos vidriosos por las lágrimas y seguimos trabajando sin mencionar nada.
Al rato cuando coincidimos otra vez, me dijo algo que me dejó más tranquila, lo quería y no me gustaba verlo sufrir.-cuando tengas hijos seré el tío más lindo.
Sonreí ante esa idea, me gustaba, pero lo sería solo con Edward.-vas a tener que competir con Emmet, dice ser el más lindo.
-puede que sea el más lindo por parte del padre, pero yo soy por parte de la madre.
Así concluimos el tema, Zac se había convertido en mi hermano, lo quería mucho tanto a él como a su familia, había conocido a la familia de Gabriela y a pesar de explicarles que solo éramos amigos, estuvieron un par de días pensando que no lo éramos, me agradecieron con el corazón que Zac haya vuelto a sus vidas y cuando se dieron cuenta de la relación que llevábamos pidieron disculpas si me habían ofendido.
Cuando faltaba casi una semana para que todo terminara, las esperanzas se estaban esfumando de a poquito, desapareciendo como la espuma en el mar cuando chocan las olas en las rocas, nunca recibía llamadas de los Cullen ellos me respetaban y dejaban que los llamara yo, pero estando en el restaurante recibí una llamada de Emmet y luego de dejar la bandeja con un pedido sobre el mostrador atendí, si estaba llamando era algo malo.
-¿Emmet que pasa?.
-hola Bella, yo necesito…tengo…no puedo hacerte esto.
Cortó, fue tan rara la llamada, pero como estaban esperando el pedido, fui a la mesa y les entregué la comida sonriendo, mi cabeza estaba con la familia Cullen y el motivo de la llamada tan extraña de Emmet.
Cuando pensaba llamarlo porque me encontraba un poco libre sonó otra vez, en él identificador decía Emmet así que me apresuré a contestar.
-¿Emmet que pasó, todos están bien, le pasó algo a Edward?.-tenía que preguntar por él.
-todos están bien.-dijo un poco frío.
-habla Emmet me desesperas.
-está bien.-tomó aire-necesito mandarte los papeles para el divorcio hoy y tenerlos para mañana, tengo que saber donde estás.-lo dijo sin respirar.
Me paralicé por completo, sentía que todo alrededor se movía pero yo no lograba hacerlo, ni pronunciar palabra.
-quiere…-salió en un susurro, todo estaba perdido y por mi culpa, por ser testaruda, por no dar el brazo a torcer y quedarme para ser feliz, ahora la felicidad se estaba hundiendo sin poder volver a respirar, me sentía en arenas movedizas sin una mano amiga para sostenerme.
-por favor hermanita, se que esto es difícil, pero también se que eres fuerte, necesito saber a donde enviarlos.-tomé la falda del delantal y limpié mis lágrimas.
-le queda una semana, ¿porque esperó hasta ahora?.-la bronca y el enojo me dejaban hablar.
-tiene que ser hoy.
Corté, no sabía que hacer, antes de arrepentirme escribí un mensaje con todos los datos donde ubicarme y lo envié a Emmet.
Creo que estaba blanca y paralizada porque apareció Zac y me movió de los hombros.
-¿estás bien?.
-necesito salir de aquí.-definitivamente mi aspecto era desastroso porque Zac se limitó avisar a sus padres y sacarme de allí sin preguntas.
No se cuanto rato estuvimos sentados en la arena mientras yo lloraba sin parar y Zac me abrazaba dándome ánimos, hasta que le conté lo que pasó cuando me tranquilicé.
-no lo puedo creer, realmente me gustaba ese tipo.
No contesté ya no podía, ¿porque me hacía sufrir si el decía que me amaba?, ¿si me esperó por tres años porque no me buscó?, ¿porque desistió?, algo no estaba bien, debía pelear por este amor, Edward no era así.
-no voy a firmar el divorcio, que me lo diga en la cara.
-ahora si, estás peleando por lo que amas.-estaba más animado al verme decidida.- ¿Te vas?.
-no, que venga él si está tan apurado.
No volvimos a trabajar ninguno de los dos, estuvimos como siempre hasta tarde en la playa y a la mañana siguiente le pedí a Ben me dejara en la caja porque no tenía ánimos para estar hablando con la gente, sin preguntas accedió.
El día no estaba del todo bien, me sentía horrible con una presión en el pecho justo en el corazón y el destino seguía jugando conmigo incansablemente, por parlantes anunciaban que en la noche habría un concierto de canciones románticas, estaba tan bien para escuchar canciones de amor y no solo era eso, a media tarde empezó a pasar una avioneta anunciando el espectáculo, todo lo que me hacía recordar a Edward, el claro y la forma en que juntó lo más preciado para mí.
Llegó un sobre a nombre de la Sra. Cullen, pensé que me estaba tomando el pelo y no lo abrí, en un momento llegó Zac con un pedido y desde la cocina me llamó.
-Bella.-en forma automática le contesté.
-¿que?.
-lo suponía, ¿Edward te llamaba Bella?.
-si.-no entendía porque lo preguntaba, pero también me di cuenta que me llamó Bella no Isa.
Sonriendo me dijo.-te dije alguna vez que me gusta ese tipo.
-no entiendo Zac y no estoy para bromas.
-no son bromas, es que hace horas pasa una avioneta con un mensaje para Bella y nunca lo asocié contigo, soy un idiota, subí de categoría.
-¿un que?.-dije parándome de la silla junto a la caja con mis esperanzas floreciendo.
-un idiota, porque no me di cuenta antes.
-un mensaje…para mí.-di la vuelta el mostrador y salí con el corazón golpeando fuerte el pecho, rogando a Dios que la avioneta no se fuera por ser de noche o que se pudiera divisar el mensaje.
Me temblaban las manos, todo el cuerpo, me sostuve para no caer de una de las columnas que sostienen el techo de quincho, para leer el cartel que pendía de la avioneta con lucecitas de colores.
“Bella, PERDÓN, TE AMO. Edward.”
Lo miré hasta que desapareció, hasta que ya no se distinguían las letras, Zac estaba detrás y me preguntó.
-¿es para ti?.
-si.-dije con una sonrisa tonta, solo podía ser él.
-entonces esto también.
Levantó del piso una cantidad de publicidad, que había pensado era por el espectáculo en la noche pero no, eran para mí. Divisaba esa cantidad de folletos en el piso y lo único que venía a mi mente era un bosque, ya que toda la playa estaba cubierta por los mensajes, eran papeles verdes con letras blancas, de uno de los lados decía.-TE AMO- del otro.- UN TE AMO POR CADA SEGUNDO QUE TE PERDÍ.
Todos eran iguales, de un lado decía el mensaje y del otro aclaraba que era por todos los que emitió decirme mientras estuvimos separados.
Te amo, te deseo, te extraño, perdón, te quiero, no me dejes, te creo, un beso, una caricia…
Por más que lo busqué en toda la playa con la mirada, había mucha gente por la noche romántica, así que no lo encontré, pero me acordé del sobre, si no pensaba pedirme el divorcio debería de tener alguna explicación.
-necesito.
-si vete y por favor perdónalo.
-gracias.-salí con el sobre en mis manos a mi lugar de siempre, había gente por todos lados pero justo allí no.
Abrí el sobre lentamente y definitivamente no eran los papeles del divorcio, uno era de Emmet que decía “abrir primero”, le hice caso.
Querida hermana:
No se como pedirte disculpas, lo que tengo a mi favor es que me obligaron, no pensaba lastimarte como lo hice pero las circunstancias lo ameritaban, fue decisión de toda la familia, excluyendo a Edward que no tenía la menor idea de lo que hicimos, le dimos tus datos luego de obtenidos, se molestó y pienso que tu también, es entendible, pero ambos son tan testarudos que no tuvimos otra opción, de haberla tenido la hubiera utilizado si con eso no te hubiera lastimado.
Como no hubo otra forma, lo hecho, hecho está y no me arrepiento si logramos lo que en un principio fue nuestra idea, juntar dos personas que no pueden vivir separadas y que por malos entendidos del destino lo están.
Si por intentar ayudar quedas de lado y te lastimas, nosotros te ayudamos.
Hicimos trampa, si, somos culpables, demándanos jaja.
Te queremos.
Emmet y flia.
PD. No vuelvas si no es con él.
No lo podía creer, después de todo habían sido ellos y si no hubieran sido, nosotros seguro no lo haríamos, ambos éramos tan testarudos e indoblegables, pero teníamos una gran familia que velaba por nosotros en cada momento y no dejaban que fuéramos infelices, si estaba a su alcance hacer algo al respecto, no estaba enojada y mucho menos los demandaría, aunque me hubiera gustado ver su cara si lo hacía. Busqué en el sobre y encontré otra carta en esta ocasión era de Edward y con el corazón golpeando mi pecho con fuerza, la abrí, respiré cuando leí el encabezado.
Mi querida esposa, Bella Cullen:
No tenía idea como aparecer frente a ti, así que lo hice otra vez, tuve que pintar la playa de verde para que sientas que estás en el bosque, en nuestro claro, donde logré que se uniera con el cielo y lo más importante, nuestro amor.
Solo le pido a Dios que mi desconfianza, mi falta de atención para ti, el no escuchar, el no poder amarte para comprender que estaba equivocado, hayan destruido este sentimiento tan puro que sentimos el uno por el otro.
Te amo Bella, sin ti no soy nada, por eso volví, porque en un momento me prometí encontrarte, no juzgarte y cuando tengo la oportunidad de demostrarte que te amo más que a nada, sin importar nada, te juzgo, te discrimino, te hago sufrir y te rechazo, se que es imperdonable, se que actué como un idiota y me disculpo, no se si sirve de algo, pero lo siento tanto y te pido que si aún guardas un pedacito de este amor dentro de tu corazón, me des una oportunidad de hacer que crezca del mismo tamaño que estaba en el momento que te pedí, ser mi esposa.
No se puede volver el tiempo atrás, pero quiero compartir el resto del tiempo que nos queda juntos, sin dudas, ni miedos, sin desconfianzas, sin huidas, simplemente con caricias, ternura, pasión, anhelos, un futuro juntos lleno de amor, ese amor que he atesorado y alimentado durante toda mi vida solo para ti, eso es lo que te ofrezco, tienes el poder de volverme aceptar, si no lo haces te entenderé, pero no me pidas que renuncie, no lo haré.
Siempre tuyo.
Con AMOR.
Edward.
Pd. Si me perdonas, quiero verte de blanco junto al escenario.
Volví a temblar pero de ansiedad, estaba allí en algún lugar de esa playa que fue mi escape y ahora era mi encuentro con el amor.
Miré mis ropas y estaba toda de azul, shorts de jeans, remera y el delantal que tenía un gran logo de Ben´s en el pecho, me levanté y salí corriendo a mi cabaña, debía cambiarme y salir en busca del amor antes que el viento se lo lleve, el tiempo se acabe o el destino quiera jugar otra vez.
Ya dentro revolví toda la ropa, solo encontré un vestido corto de color blanco y tiritas finas, el resto era azul o verde, porque sabía le gustaba a Edward, pero en esta ocasión quería que fuera de blanco, lo complacería porque estaba allí dispuesto a empezar de cero.
No me vestí porque el calor abrazaba mi piel, así que decidí que antes de verlo y volver a arder pero en esta ocasión de deseo, debía ducharme.
Me tomé un largo tiempo, necesitaba aflojar la tensión de mi cuerpo, la ansiedad que estaba sufriendo y el deseo al saber que estaba cerca, dejé que el agua un tanto caliente recorriera cada parte de mi cuerpo, froté con un gel de ducha dejando que todo el baño, que era muy pequeño, se inundara con el olor a fresas del mismo.
Salí vestida y peinada hacia atrás, pero al momento de abrir la puerta me llevé una sorpresa, él estaba allí esperando que saliera de la ducha, exactamente igual o mucho más irreal que antes, perfecto, su cabello indomable, vestido con una camisa blanca, casi abierta por completo dejando que me deleitara con su pecho y unas bermudas color crema. Todo mi cuerpo reaccionó, las mariposas en el estómago revoloteaban sin parar haciendo cosquillas por dentro, el corazón se pasó por alto algunos latidos, temblé y la piel se estremeció solo con su mirada.
Ambos al mismo tiempo nos dijimos el nombre.-Edward.-Bella.- y nuevamente al mismo tiempo volvimos a hablar generando no solo un estremecimiento del cuerpo de los dos, sino una sonrisa sincera desbordante de amor. –te amo.
Ahí comprendí que estaba perdida de amor, como nunca lo estaría de otra persona, porque solo él producía todo esto en mí, si con cada sonrisa me quita el aliento y con cada caricia me roba un latido del corazón, soy feliz de morir en sus brazos solo para conocer el amor.
Intenté hablar otra vez pero no me dejó.-sshh.
-yo…-quería decirle que lo perdonaba, que había sido una tonta en irme y que necesitaba de él para seguir adelante.
-Bella mi amor.-se acercó mientras yo no me movía recostada en la puerta cerrada del baño, paró justo a unos centímetros de mi sin tocarme.-te invito a soñar esta noche, en nuestro sueño, allí-señaló la playa por la ventana.-te invito a nadar pegada a mi cuerpo y te prometo que desde ese momento no voy a soltarte hasta que me falte el aliento, mientras mi corazón lata en compás con el tuyo, quiero que compartamos el mismo espacio siendo uno, hasta llegar al horizonte donde se une el cielo y el mar…
-Edw…
-sh…quiero que juguemos, las palabras nos han herido mucho, así que usemos un lenguaje sin sonido donde solo se disfrute de los sentidos.
Quise tocarlo y besarlo pero con ambas manos lo impidió, solo con gestos no logró tocarme y lo recordé, cuando éramos unos niños conocimos a Marie en una consulta de su padre, ella era sordomuda y para poder entenderla estudiamos el lenguaje de señas, lo dejamos de usar cuando Emmet ya no se molestaba al no comprender de que hablábamos con Edward, hacía más de diez años que no lo ponía en práctica, pero al verlo danzar con sus manos, como acariciando el aire, me sorprendí, porque él lo recordaba y yo lo entendía.
-me enloquecí buscándote.-dijo moviendo sus manos.
-¿porque no llamaste?.-me atreví a preguntar sin hablar.
-mi celular está en el acantilado de la Push, te llamé del celular de Emmet y de mamá.
-¿porque está en el acantilado?.
-pensé que quería volar.-ambos reímos.
Tomó una rosa roja del tallo y rozo mis labios con sus pétalos, logró que cerrara los ojos al sentir ese delicado roce aterciopelado. No se de donde apareció esa rosa pero me encantó que estuviera allí.
Desde la playa comenzó el espectáculo, anunciando por los parlantes que la noche romántica estaba dedicada a Bella de su esposo Edward, comenzó una canción.
(Enrique Iglesias, Enamorado por primera vez)
Cuanto silencio en esta vieja habitación,
desde que te fuiste de mi vida;
sigo esperando, que el viento sople a mi favor
y que traiga de vuelta la pasión que se robó.
Y cuantos momentos que vivimos tú y yo
Y quien lo diría que esto acabaría;
pero sigo insistiendo que todo tiene solución
hasta un ciego vería que marcharte es un error.
Coro:
Porque tú, eres solo para mí, una mirada y ya caí,
enamorado por primera vez.
Y yo sólo vivo para ti, desde el momento que te vi,
enamorado por primera vez.
Cuántas promesas, se han quedado sin cumplir,
se han convertido en sueños sin un fin,
pero sigo insistiendo que algún día volverás
y que traerás de vuelta nuestra felicidad.
Y cuantos momentos que vivimos tú y yo
y quien lo diría que esto acabaría;
pero sigo insistiendo que todo tiene solución
hasta un ciego vería que marcharte es un error.
Coro:
Porque tú, eres sólo para mí una mirada y ya caí,
enamorado por primera vez.
Y yo sólo vivo para ti desde el momento que te vi,
enamorado por primera vez.
-así me siento contigo desde la primera vez que te vi.
Siguió acariciando mi cara con la rosa, por cada lado que pasaba encendía la piel poniéndose de color rojo, igual que la rosa que tenía en su mano, cuando logré mirarlo me encontré con un Edward que nunca había visto, entregado por completo a las sensaciones, admirando lo que producía el contacto que teníamos y ni siquiera era directo, pasó por mi hombro derecho recorriendo toda la extensión del brazo hasta mi mano, volvió por el mismo camino y repitió el procedimiento en mi otro brazo, no podía dejar de mirarlo, estaba concentrado en los centímetros de piel que la rosa, esa extensión de su brazo, recorría mi cuerpo.
Pasó por mis senos mordiéndose el labio, logró que se levantaran para él, dolía el roce de la tela del vestido, no llevaba ropa interior, gemí y sonrió, él seguía y yo dejaba que hiciera lo que quisiera conmigo, bajó su caricia hasta mi ombligo y siguió su camino hasta el borde del vestido, se logró introducir por debajo de la falda acariciando mis muslos interiores hasta mi intimidad, mi pecho subía y bajaba sin control, Edward no estaba mejor que yo, sacó la rosa suavemente y olió su aroma mezclado con mi excitación, sonrió de lado y me hipnotizó.
Aproveché el momento, no podía dejar de desear tanto sus labios que lo besé, invitándolo a profundizar para comenzar a amar desde ese momento y soñar desde ese instante junto a él.
Acaricié su pecho sudado, dejando que resbalasen mis dedos y desprendí los botones que impedían sacara la camisa, cuando cayó al piso, volvimos a tocarnos, parecíamos inexpertos, cada rose encendía la piel de ambos, temblábamos suavemente pero no en forma disimulada.
Por un momento perdí la noción del tiempo, sus besos demandaban mis caricias y mis besos las suyas, no nos negamos absolutamente nada, recorrí su pecho y espalda aprendiendo el recorrido, tragando sus gemidos y él los míos, reconociendo cada centímetro, sus bermudas cayeron cuando sentí que bajaba el cierre del vestido lentamente y con mucho cuidado, llevó ambas manos a mis hombros y bajó suavemente mediante caricias las tiritas y se sorprendió cuando el vestido estuvo en mis pies, estaba como Dios me trajo al mundo y junto a la única persona que me vería así por el resto de mi vida.
-eres perfecta.-habló y su voz salió ronca, su excitación era más que evidente y mirándolo a los ojos llevé mis manos al elástico de sus boxer, cuando comencé a bajarlos gimió alto y me paralicé, por un momento pensé que me detendría, pero como leyendo mi mente dijo.-no te detengas, soñé por tanto tiempo hacerte el amor, que no se si es realidad o un sueño.
Los bajé del todo y llevé mi mano temblorosa a su miembro excitado.-te parece un sueño.-fue en un susurro, negó mientras continuaba besándome y me dirigía la mano con los movimientos, me sentía tan poderosa, su piel desprendía calor abrasador, era suave y a la vez fuerte, de su boca salía el canto del amor, enloqueciendo mis oídos.
Dirigió mis pasos hacia atrás hasta que estuvimos recostados en la cama pequeña, pero con el lugar suficiente para amarnos.
Mis manos se enredaron en su cabello cuando decidió que debía prestarle atención a mis senos, sentir sus besos en mis pezones me enloquecían, arqueé mi espalda para dejarle el camino libre, enredaba su lengua acariciando, succionaba y apenas apretaba con sus dientes.
-Edward, te deseo.
-Bella no pienso dejar que sigas siendo una niña, quiero, necesito hacerte mujer, mi mujer.
-si Edward, yo también quiero, quiero que seas mío, solo mío.
Llevó su mano a mi centro con una sonrisa en los labios de ambos, me dediqué a sentirlo, a disfrutar su roce, cuando penetró con un dedo me tensé pero permití el acceso abriendo más mis piernas, gesto que lo hizo morderse el labio inferior y decirme.
-mi pequeña ansiosa.
-¿no quieres que lo haga?.-le pregunté asustada, no quería que nada nos volviera a separar.
-si quiero, quiero que te sueltes, solo conmigo y para mí.
-siempre fuiste tu, solo tu.
-te amo.-dijimos los dos al unísono, provocando una sonrisa.
-escuchas, esa canción es para ti.
(Entrégate de Luis Miguel).
¿Cómo te atreves, a mirarme así,
a ser tan bella y encima sonreír?
Mía, hoy serás mía por fin.
Cierra los ojos, déjate querer,
quiero llevarte, al valle del placer.
Mía, hoy serás mía lo sé.
Déjame robar, el gran secreto de tu piel.
Déjate llevar, por tus instintos de mujer.
Entrégate, aún no te siento,
deja que tu cuerpo, se acostumbre a mi calor.
Entrégate, mi prisionera,
la pasión no espera y yo no puedo más de amor.
Abre los ojos, no me hagas sufrir,
no te das cuenta, que tengo sed de ti.
Mía, hoy serás mía por fin.
Déjame besar, el brillo de tu desnudez.
Déjame llegar, a ese rincón que yo soñé.
Entrégate, aún no te siento,
deja que tu cuerpo, se acostumbre a mi calor.
Entrégate, sin condiciones, tengo mil razones
y yo no puedo más de amor.
Mientras la canción inundaba la playa y esa habitación, el calor recorría nuestros cuerpos y transpirábamos gotas de amor, se dedicó a acariciar, a besar y a excitar cada parte de mi cuerpo, yo también lo exploré y besé no tanto como él.
Se posesionó en mi y sentí el dolor más fuerte que jamás haya sentido, pero lo disimulé besando su cuello mientras me penetraba suavemente.
-¿estás bien?.-asentí, escondida en su hombro.-relájate, ¿duele mucho?.
-no tanto como cuando te fuiste.
-jaja entonces afloja tus manos, falta poco.-aflojé mis uñas pero no el abrazo, no podía creer que faltara aún, hasta que apretando los dientes ahogué un grito cuando me hizo mujer, rompiendo esa barrera que había permanecido intacta solo para él.
-está bien, si duele.-confesé en un jadeo.
-lo se, a mi también.-lo dijo sonriendo apoyado en sus codos para que no sintiera todo su peso en mí.
Se acercó lentamente y me besó tan despacio y desbordante de ternura que me perdí, olvidé todo el dolor que sufrí unos momentos antes, para sentir la conexión de nuestros cuerpos de forma mágica, un calor me invadió y probé moverme un poco, me gustó y en ese momento Edward se dio cuenta que ya estaba lista, comenzando a moverse lentamente generando gemidos contagiosos porque él también lo hacía, cuando sus movimientos se volvieron demandantes y rápidos, llegué al cielo de su mano y nos hundimos al fondo del mismísimo mar cuando ambos estallamos de placer.
-es her…moso.-le dije cuando cayó sobre mí.
-tu lo eres.-se apartó generando un vacío y me pidió recostarse para que yo lo hiciera sobre su pecho, la cama era de una plaza así que lo hicimos lentamente para no caernos.-no creo que pueda nadie borrar esta sonrisa de mi cara.
-hay Dios, dime ¿porque te tardaste tanto?.
-eres muy escurridiza.-sonreímos juntos, desbordantes de felicidad, porque eso era la felicidad pura.
Acaricié su pecho, mientras él lo hacía con mi cabello y hombros, el espectáculo seguía sonando en la playa y me preguntó.-¿estás bien como para salir?.-se incorporó un poco y me miró a los ojos para saber si no le mentía.
-si.
-¿vamos?, quieren conocerte.
-¿a donde, quienes?.
-los organizadores del espectáculo.-lo miré extrañada.-no pensarás que me dejarían cubrir la playa de mensajes sin algo a cambio.
-¿que tuviste que hacer?.
-contratar a los cantantes, pagar por todo y hacer una campaña, cada persona que viene a disfrutar del espectáculo debe llevarse mensajes, así colabora con la limpieza, por eso no tenían nombre, solo el cartel de la avioneta.
-que tierno, me gustó mucho, quiero conservar uno de cada uno. Me ducho primero.-lo dije incorporándome y perdiéndome en el baño.
Al rato salíamos abrasados de la cabaña, allí donde comenzamos nuestra nueva vida, donde por primera vez nos amamos, no solo entregándonos en cuerpo sino en alma y vida, le pertenecía por completo.
Por más que me negué logró que subiera al escenario y me presentó como la mujer de su vida, la que lo perdonó por ser un idiota desconfiado, esa confesión hizo que todos sonrieran y él aprovechó el momento para besarme delante del público, mis mejillas ardieron por demás y cuando se apartó de mi boca manteniendo el abrazo no pude resistirme a decirle.
-me siento como en un final de cuento de hadas.
-no lo es amor, es el principio de una vida que prometo será inolvidable.
Fin.
Yapa o extra, solo para ustedes.
Con una promesa de una vida inolvidable bajamos del escenario a disfrutar el resto de la noche, volvió a besarme y ambos nos perdimos en el beso, logramos separarnos porque no era el lugar adecuado para dejar volar la imaginación, en ningún momento me soltó, parecía que necesitaba marcar su territorio y lo dejé porque me gustaba el gesto sobre protector.
Tomó mi mano y encaminamos hacia la cabaña, la luna alumbraba el camino en su total esplendor, dejamos que nuestros pies descalzos disfrutaran del roce del agua, que por más que parezca extraño estaba templada, exquisita al tacto.
-¿en donde pasaremos la noche, bueno el resto de la noche?.-preguntó.
-en la cabaña.
-es muy pequeña, la recorro en tres segundos.
-no exageres Edward y además no te quejaste cuando estuvimos juntos.
-está bien, tienes razón, puede que la recorra en cuatro.-sonreímos.
Luego de unos pasos le dije-me quedan unos meses para terminar el instituto no quiero irme.- estaba decidida y lo puse al tanto de lo que estaba haciendo.
-¿estás estudiando?.-dijo sorprendido.
-si quiero ir a la universidad.
-entonces compraré una casa para que vivamos los dos.-me encantó que me apoyara.
-o los tres.-le dije en tono de broma, no me pude resistir.
-¿a que te refieres, piensas traer a alguien a vivir con nosotros?.
-contesta algo.- asintió- ¿te cuidaste?.
-oh.-fue lo único que salió de sus labios, su cara era un poema y yo lo disfrutaba.
-Edward, era virgen pero no boba.
-¿porque no me dijiste?.-lo dijo desesperado.
-tranquilo amor, me cuido desde hace meses.-soltó todo el aire que tenía en sus pulmones, no me gustaba verlo preocupado.
-no es que no me guste la idea, pero quería practicar mucho antes.-logró que me sonrojara.-y Emmet me mataría.-ambos reímos porque era la pura verdad.
Llegamos a mi lugar en la playa, ese que me acompañó durante el tiempo que estuvimos lejos.
-aquí pasaba todas las noches hasta tarde admirando las estrellas, arrullada por el ruido del mar.-le señalé el mar dándole la espalda.
-¿sola?.-me sorprendió la pregunta, no quería que se enojara, pero creo que fue peor no hablar.-¿con quién?.
-se llama…
Interrumpió.-ya se, es un hombre, es solo tu amigo y te encantan sus abrazos, ¿estoy en lo cierto?.
-si.-dije sonriendo porque Edward no estaba molesto apretaba su abrazo desde mi espalda apoyando su mentón en mi hombro y robaba alguno que otro beso estremeciendo esa parte donde tenía contacto con sus labios.
-¿te beso?.
-no.
-¿estas segura, ni siquiera lo intentó?.
-¿porque la pregunta?.
-yo lo intentaría, eres demasiado deseable para tu seguridad.
-bueno…no.
-Bella!!.-dijo sonriendo y dándome la vuelta para quedar de frente a él.
-no lo hicimos y no quiero hablar de Zac.
-otro con nombre de perro.
-jaja te juego una carrera hasta la cabaña.- apenas le dije salimos corriendo con las rizas rondando en el ambiente, se escuchaban de lejos. En ese momento me sentía como los enamorados que veía en la noche escondidos de las miradas curiosas.
Me estaba dejando ganar, pero justo antes de llegar hizo trampa y me tomó del brazo haciendo que perdiera el equilibrio y terminara sobre la arena.
Escupí lo que entró en mi boca, porque fue una sorpresa que Edward me hiciera caer.-necesita respiración boca a boca señora Cullen.-Dios, fue en un tono tan sexy y tan cerca de mi boca que se me mojó la ropa interior.
-eso y mucho más.-gesto que lo hizo sonreír de lado y a mi perder la razón por el resto de mi vida.
No se como entramos a la cabaña, creo que me llevó en andas, no presté atención porque estaba entretenida con sus labios, que desde ese momento eran mi adicción, me di cuenta cuando me tiró sobre la cama, porque caímos ambos junto con la cama al piso, cuando cedieron dos de sus patas.
Una risa nerviosa nos hizo despegar nuestros labios y ambos dijimos.-de esto ni una palabra.
-¿nos amamos?.-preguntó.
-toda la vida.-respondí.
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Hola a todos:
Estoy triste porque se terminó, pero les tengo una propuesta, se que demoré en el final al actualizar, así que les propongo subir el punto de vista de Edward desde que la dejó a Bella en Forks, hay algunos comentarios que querían saber que fue lo que hizo durante esa semana, no voy a escribir ambas opciones así que les doy a elegir.
Como dice Edward, los invito a soñar en este sueño, nuestro sueño y a decidir, con un comentario “voten” sobre que final quieren el punto de vista, están ambas opciones para que las lean y las vuelvan a leer, eligiendo la que más les guste.
Cuando cierre la votación, subiré hasta la fiesta de la boda justo cuando Edward pone las ligas y les avisaré que opción ganó.
Espero les guste la propuesta, gracias por estar en cada paso que tomó esta historia y darme su apoyo en todo momento.
Saludos.
ec07.
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