Llegamos al aeropuerto a tiempo, ya que no nos entretuvimos en ninguna otra cosa que no fuera desayunar y arreglar el equipaje para nuestro viaje.
No tardaron en llamarnos a abordar el avión, Mike nunca había viajado en uno, siempre lo hacía en auto como yo lo había hecho recorriendo el país, por lo que sucedió lo que me esperaba, estuvo todo el viaje en el baño vomitando y se sentía muy mareado, yo había estado en un vuelo cuando me fui de Forks hace 3 años y no tenía ningún síntoma de sentirme mal.
Llegamos, luego de recoger nuestro equipaje, que consistía solo en dos maletas pequeñas, no necesitábamos mucha ropa, nos tomamos un taxi hasta la cabaña en medio de la playa.
Era muy bonita y sencilla, tenía techo dos aguas, de tejas color rojo, madera en las paredes y ventanales muy grandes que servían de puerta, el cuarto y la cocina daban a la playa, donde abriendo los ventanales directamente estabas en la arena que era muy blanca y fina.
Admirar la playa era palabras mayores, solo habían unas cuantas cabañitas pero muy separadas para dar privacidad, una extensión de arena y agua, mágica.
Se veía desde la ventana de la alcoba todo el océano de un azul tan bonito, que me hizo recordar el color de ojos de Mike, cuando era una persona tierna y considerada.
Estaba casi desierta la playa porque no estábamos en temporada, a pesar de hacer calor, pero de igual forma no todas las cabañas estaban vacías.
Nos instalamos muy rápido, puse nuestra ropa en una cómoda y en un armario de la habitación, mientras Mike se duchaba por la mala experiencia del vuelo en el avión.
Había solo una habitación por lo que quedé muy contenta, tendría que compartir la cama conmigo y lo iba a tentar todo el tiempo que estuviéramos allí, él no había dicho nada de no poder hacerlo, solo dijo que hablaríamos del tema luego de llegar a nuestra casa.
Tenía una cocina amplia unida a la sala por un mostrador con taburetes altos, todo en madera tallada, en la sala había dos sillones de dos cuerpos, una mesita en madera con vidrio labrado, las cortinas eran color piel, un tanto gruesas, llegaban hasta el piso, permitiendo pasar el sol pero no en su totalidad.
Todo el tiempo corría una brisa un tanto caliente pero no desagradable, te invitaba a hundirte en el agua del mar, que por ser proveniente del mar estaba un poco fría.
Mientras era de día, estaba con “Mike tierno” y cuando llegaba la noche se volvía “Mike frío”, con el tierno pasábamos todo el día recorriendo la playa, nadando, hasta alquiló un bote y estuvimos navegando toda la tarde, pero con el frío solo compartía la cama, si lo abrasaba él se movía, se levantaba para ir por agua o simplemente me retiraba la mano.
Comencé con mi misión de seducirlo pero no funcionó, salía cada noche con un camisón más transparente y diminuto, pero él solo seguía leyendo un libro de no se que, que encontró en la casa.
Una noche cuando él se estaba bañando, miré el libro que tanta atención le ponía mi esposo y me hizo reír mucho, porque estaba en chino, eso me hacía creer que había una oportunidad de salvar el matrimonio, él me deseaba, pero por alguna extraña razón no quería ser el primero.
A la tercera noche me animé a salir solo con un bikini después de bañarme, haciendo como que olvidé la ropa fuera del baño, escuché cuando suspiró y continuó leyendo el libro, en chino.
Esa noche que hice topless por unos minutos él habló.
-Bella, te voy a pedir que dejes de tentarme, ya es muy difícil mirarte y no poder tocarte.
-mi amor podemos intentarlo, te juro que no habló si es lo que quieres.- me acerqué más a él.
-no es que hables o no, te amo y te deseo mucho, pero no puedo Bella, no quiero lastimarte, no me perdonaría, no otra vez.- con esas palabras confirmó lo que quería saber, me deseaba.
-¿otra vez?, nunca me lastimaste Mike.
-por favor Bella no preguntes y solo disfruta de la playa, hablaremos de cómo solucionar el problema de tu virginidad en casa. Seamos novios hasta llegar y volver a la rutina.
-está bien, mi amor.- si él me deseaba tenía que complacerlo, a lo mejor solo necesitaba tiempo.
Y así fue, disfrutamos de nuestras caminatas tomados de la mano, besándonos pero sin llegar a intimar y no lo tenté más, ganándome una sonrisa y dejándome dormir abrasada a su pecho.
Me gustó, era una etapa que saltamos al momento de casarnos tan pronto y la estábamos disfrutando ambos.
La noche anterior a irnos, noté que estaba muy nervioso y me dijo que había preparado una sorpresa, que no pensara en nada extraño, que no había cambiado de opinión en hacerme mujer, me delataron mis ojos estoy segura, era muy transparente con mis sentimiento, ya me encontraba muy frustrada.
Había preparado una cena con antorchas en la playa, muy romántico. Puso una mesa con mantel color chocolate hasta el piso, con dos sillas de madera con unos almohadones de color bordó, de seguro eran los de la sala, cuatro antorchas en lugares estratégicos rodeaban la mesa y ya estaba servida la cena.
Preparó pollo con ensalada y de postre fruta con jugo natural, al terminar de cenar me invitó a caminar por la playa a la luz de la luna. Me llevó todo el tiempo de la cintura y recordando a cada paso cuanto me amaba. Le creí pero algo faltaba, lo quería todo, no solo el corazón de Mike, quería su cuerpo.
Paramos cerca de la habitación pero aún fuera de la casa, estábamos descalzos disfrutando de la arena en nuestros pies. Comenzó a besarme muy tierno y luego un tanto apasionado, con urgencia de querer más. No hablé, sabía que de un momento a otro reaccionaría y saldría huyendo como lo había estado haciendo desde que nos casamos, pasó de mis labios a mi oreja, la cual mordió un tanto fuerte, no se porqué era tan bruto, no hablé pero tuve que morderme los labios para no gritar cuando mordió mi hombro, de seguro quedaría otra marca.
Caímos sobre la arena, él encima de mí, no apartó su boca de mi cuello y por mis hombros, traía un vestido sin mangas abotonado en el frente, muy fino por estar en la playa, con una de sus manos levantó un poco la falda y acarició mi pierna hasta mi cadera y con la otra desprendió dos botones, pero cuando me miró a los ojos, frenó.
-esto esta muy mal.
-no mi amor, por favor sigue, está bien, no me lastimas, te estás controlando.
-no Isabella, lo se, te voy a lastimar.- se levantó y se fue caminando por la playa.
Luego de un rato recuperé mi respiración, acomodé mi ropa y entré a la casa, él lo hizo pasadas las 4 de la mañana, sin hablar y acostándose por encima de la manta.
Algo le pasaba y hasta que no confiara en mí y me contara lo que lo atormentaba al punto de salir corriendo antes de hacer el amor, no solucionaríamos nuestro “problema” como lo llamaba él.
Antes de subir al avión, pasamos por una farmacia, donde nos atendió una chica rubia muy bonita, durante el tiempo que estuvimos en el local no apartó su mirada de mi esposo, él se dio cuenta y me gustó que me besara muy tierno en los labios y al momento de pagar le dijo.
-me darías unas pastillas de frutas porque a mi esposa le encantan.- nunca dejó de abrasarme por la cintura sonriendo todo el tiempo, me hizo sentir de después de todo el matrimonio no era una farsa, aunque creo que era un tanto bipolar.
Compramos unas pastillas para el mareo, Mike se las tomó y durmió todo el viaje, recostado en mi hombro, no visitó el baño y por lo menos no vomitó.
Al llegar al departamento, dejó las maletas en la puerta y antes de entrar me dio un besito en los labios diciendo.
-hogar, dulce hogar.- yo solo le sonreí, porque definitivamente no le creí.
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Acertaron no pensé que iba a ser tan rápido, pero me encanta que sigan la historia y dejen su comentario, gracias, también por los votos.
Lo prometido es deuda así que aquí van los tres capítulos que prometí.
Saludos desde Uruguay.
ec07.
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